Capítulo 2
Cuatro paredes siendo testigos de ese amor que los dos se profesan.
Los fines de semana en las noches era el único momento que los dos disfrutaban de la calidez del contrario.
Kardia amaba con infinita locura a esa belleza de cabellos escarlata, su color preferido... Digno de admirarse porqué ese tono rojizo de su largo cabello hacía juego con el tono del color de sus uñas.
Pero aún más lo que disfrutaba sin problema alguno es que aquellas uñas que al reflejo de la luz brillaban como rubíes, rasguñaran su espalda dejando marcas muy notorias en su piel canela.
— Kardia — Gritó aquel joven francés enredando sus dedos entre aquella cabellera alborotada de tono azul.
Era su segunda ronda de la noche llena de pasión y deseo, Kardia lo era todo para él...
Desde aquel día que tuvo la dicha de conocerlo ambos se dieron cuenta que eran el uno para el otro.
Aquel griego del cual se enamoró podía ser un altanero, explosivo e impulsivo pero con Camus era totalmente diferente... Siempre lo trataba como una joya valiosa muy importante en su vida.
En la cama eran dos contrapartes, Camus muy serio e inexpresivo y Kardia totalmente aquel fuego ideal que derretía el frío corazón del joven francés.
— ¿Así o vas a querer otra ronda más dulzura?
El griego pasaba sus manos por toda aquella piel suave y pálida como la nieve, era su total perdición.
Sus labios recorrían cada espacio de su piel dejando un camino de saliva, Camus de manera inconsciente abría sus piernas para darle más espacio a su pareja y así disfrutar de cada caricia que le brindaba.
— Tenemos descanso mañana Kardia... Podemos levantarnos tarde — Respondió Camus con la voz entrecortada.
— Eso fue un si.
Rápidamente Kardia se acercó a los labios de su pareja aprisionando su cuerpo que temblaba ante los roces de su piel, un suave roce que estremecía cada poro de su piel.
— Si...
Las sábanas que cubrían aquella cama se encontraban tirados en el suelo, sus cuerpos estaban totalmente cubiertos de una capa aperlada y sus cabellos adheridos a sus rostros.
— No podrás levantarte mañana — Susurró Kardia con un toque de malicia mordiendo suavemente su cuello.
Camus tenía varias marcas en su piel, amaba esa esencia varonil de su pareja.
Lo llevaba hasta la cima del cielo con sus toques, sus palabras... Todo lo que deseaba lo hacía realidad con él.
— Tendrás que traerme el desayuno a la cama.
— Pero que sea un desayuno como este — Susurro Kardia mordiendo levemente su oreja de su belleza escarlata — No sabes como adoro verte con esa liga roja que adorna tus perfectas piernas... Sabes como hacerme caer ante tu belleza Camus.
Aquel momento esa una atmósfera digno de los dos, entre besos y caricias derrochando amor.
Sin embargo el sonido del celular de Camus comenzaba a vibrar acompañado del brillo de las luces de colores que parpadean de ese móvil.
Camus estuvo por tomar su celular del mueble de noche pero Kardia se lo impidió.
— Eso si que no mi bello rubí... Ahorita eres mío — Contestó Kardia tomando la mano de su adoración y en ese momento de un movimiento repentino lo colocó en cuatro para seguir en aquella labor.
— Kardia... — Susurró Camus al sentir una nalgada de su pareja.
— Todo esto es mío.
Sin darle oportunidad de que respondiera, colocó sus manos en aquella delgada cintura y de un movimiento repentino dejó entrar todo su miembro en aquel estrecho lugar donde aún tenía algunas gotas escurriendo de ese elixir de la ronda anterior.
Camus apretó las sábanas de la cama cuando se sintió totalmente lleno nuevamente.
El movimiento subía de intensidad cuando Kardia tomaba con fuerza aquella cintura y profundizaba los movimientos arrancando gemidps y gritos por parte del joven galo.
El sonido de aquellos cuerpos en su unión inundaba aquella habitación, ambos fundiéndose en uno solo. El cuerpo del galo se entremecía ante ese vaivén cada vez más intenso.
— Nuestra habitación es testigo de lo que sucede mi amor... Me gusta sentir que me amas así como te amo yo.
— Ahh Kardia — Gritó con la mirada totalmente nublada ante aquel juego de palabras y la manera en la que los dos desbordan sus más profundos — Yo... También te amo.
Unos segundos más, ambos llegaron a su máximo punto, Camus no pudo más y dejó toda aquella esencia sobre la cama.
Kardia al sentir su interior contraerse ante ese espasmo no pudo más y nuevamente terminó dentro de su adoración escarlata.
— ¿Aún quieres otra Camus? — Cuestionó Kardia con la respiración agitada saliendo lentamente del interior de su pareja.
— Déjame tomar un descanso — Susurró cansado por el momento.
En ese momento Kardia tomó de la cintura a su pareja y se acostó a lado de él no sin antes hacer a un lado su larga cabellera rojiza que tanto ama para poder besar su hombro.
— Pronto saldremos de vacaciones... ¿Ya decidiste a donde iremos?
— Aún no lo he pensado pero quisiera un lugar a las afueras de la ciudad, un sitio abierto donde estemos tu y yo y nadie... — En ese momento el celular de Camus nuevamente comenzó a vibrar.
— ¿Porqué siempre nos tienen que interrumpir? — Se quejó Kardia molesto haciendo una mueca y cruzándose de brazos.
Sin muchos ánimos Camus se incorporó un poco de su cama y tomo su celular para ver de quien se trataba.
Desbloqueó su celular y comenzó a leer ese mensaje.
Te necesitamos sin falta mañana en la oficina.
Degel.
— ¿Degel? — Susurró Camus con asombro.
Casi no trataba mucho con él, eran pocas las veces que ambos cruzaban palabras.
— Ahora que quiere el eterno enamorado de Sísifo — Exclamó con molestia Kardia. Siempre detestaba que lo interrumpieran cuando se encontraba con su pareja, si era el descanso de ambos.
— ¿Sísifo?— Preguntó Camus asombrado, esa noticia no la sabía.
— El castaño no dice nada pero cuando lo ve pasar a su lado hay que ponerle algo en la boca porqué se queda todo idiotizado cuando lo ve pasar.
— Me recuerda a ti cuando llegaste... No me quitabas la vista de encima — Respondió Camus acomodándose en los brazos de su adorado griego.
— Bueno... Al menos yo hice mi intento por tenerte... Sabes que por ti me muero.
Nuevamente Kardia se colocó sobre el cuerpo de su pareja y al estar cerca de su rostro le fue retirando con sutileza aquellos mechones que cubrían su rostro.
— Lo sé y yo adoro que seas así conmigo.
Ambos se fundieron en un beso más tranquilo, uno que los llevaría a caer al mundo de los sueños...
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Personitas bellas para que vean que los quiero mucho aquí les dejo la siguiente parte, para los que me decían que donde estaba Camus...
Pues aquí anda 😁
Lo demás se irá desarrollando 🥰🥰🥰poco a poco.
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