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Capítulo 14

- Tenemos noticias de Camus.

Interrumpió Dégel entrando a la pequeña oficina que tenía Kardia para poder trabajar a solas.

- Espero que sea una noticia favorable dónde me digan que mi Camus regresa ha de esa horrible  misión - Respondió Kardia con desdén observando al francés con un rostro de pocos amigos.

- Lo bueno es que el amargado era yo ¿No? - Se burló tomando asiento frente a Kardia - Shura ya nos contactó, Camus está bien... Milo lo tiene en sus dominios tal y como lo esperábamos. Tenemos su ubicación por medio del rastreador.

- Dominios ¿Eh? - Susurró en un tono travieso mientras se llevaba una mano a su mentón - Y dime Dégel... ¿Cuando piensan que regrese mi Camus? De lo contrario haré lo posible por viajar aunque mi trabajo dependa de ello.

- El Cid ya te dijo que aguardes, no puedes echar a la borda la misión de acabar con aquella organización delictiva que perjudica a la salud de los griegos y los países cercanos. Si tenemos a Milo en nuestras manos, tenemos a Saga también.

- Si dejan a Saga en la cárcel con el imbécil que tiene a mi Camus, le estarás dejando el camino libre a la organización contraria - Respondió Kardia mientras se cruzaba de brazos sobre el escritorio - O acabas con los dos o no se hace nada.

- Excelente propuesta Kardia.

Una tercera voz se coló en aquel lugar, Dégel se giró rápidamente para poder recibir a su jefe inmediato mientras que Kardia permanecía con ese semblante arrogante después de soportar esa idea de que su amada pareja  estuviera en brazos de un desconocido.

- Cid - Susurró Dégel invitando a tomar asiento a su lado.

- Dimensioné el problema con Saga y los demás pero jamás con el bando de Aioros. Es por ello que tiene mi sobrino una nueva misión y esa será intentar infiltrarse en las filas de la organización de los Kaus Australis. Ambas mafias tienen que caer.

Kardia se levantó de su lugar con molestia, miró a sus compañeros presentes y colocó sus palmas sobre el mueble mientras los observaba de manera amenazante.

- Si mi Camus muere... Me ejecutó a ustedes dos. Como si el trabajo de meterse con los líderes de las mafias fuera sencillo. Si uno de ellos se entera que mi Camus es un infiltrado tengan por seguro que soy muy vengativo y puedo hacer lo que mis deseos e impulsos ordenen.

Señaló Kardia molesto a Dégel y a Él Cid, quienes ya no hallaban un manera de lidiar con ese hombre de cabellera alborotada.











El primer día fue muy difícil, sobre todo por qué conocer aquella vida que Milo llevaba era muy distinta a lo que alguna vez se imaginó de los grandes mafiosos, narcotraficantes y gente de la vida de las drogas.

La rutina de Milo era un poco más tranquila a diferencia de la de Saga. Milo lo ayudó a instalarse en su habitación, también le comentó de aquellas salidas improvisadas que contaba la mansión por cualquier ataque del bando contrario.
Ahora Camus se encontraba frente a un enorme espejo mientras terminaba de colocarse la bata de baño para poder acompañar a Milo al Jacuzzi que tenía dentro de su enorme habitación.

- Me hubieran dicho que mi misión se basaba en ser la prostituta de un mafioso.

Se dijo a si mismo terminando de hacerle un nudo a su bata de baño, de la cual era hecho con una tela muy suave de lino con algunas costuras con hilos dorados.
Aunque aquella lujosa mansión estuviera lleno de objetos caros y de colección, no dejaba de parecer un jaula de oro dónde no sabía en qué momento podía librarse de toda esa vida.

- Basta Camus, debes hacerlo bien.

Se motivaba dándose ligeros golpes en el rostro, por qué solo bastaba un beso de Milo para que perdiera totalmente los sentidos, era como si aquel griego estuviera hecho solo para él.

- Kardia, perdóname por todo lo que estoy haciendo; aunque todo esto es simplemente trabajo.

Después de darse un poco de ánimos, emprendió su camino directamente al jacuzzi dónde Milo lo esperaba ansioso sostenido dos copas y en la mano una botella de vino de las mejores reservas que tenían guardados.

- Creí que habías desistido a mi idea de esta tarde belleza.

Le regaló una sonrisa mientras dejaba en una pequeña mesa con detalles de mármol sus copas junto con la botella de vino. Después con pasos firmes y decidido se colocó frente a Camus, tomó con suavidad su rostro disfrutando de retirar aquellos mechones que enarcaban su rostro a la perfección.

- Eres lo que siempre he soñado Camus, tienes todo lo que me gusta, lo que siempre he deseado.

Susurró acercandose con cautela a su cuello mientras seguía hablando; claramente Camus podía sentir su cálido aliento rozar su piel haciendo que se estremeciera con cada palabra de Milo.

- ¿Que pasaría...? - Cuestionó Milo mientras deshacía el nudo de la bata de Camus para poder disfrutar de su cuerpo tal como lo había soñado en ese momento que lo miró por primera vez - Si dejó caer el vino en toda tu piel.

Sin esperar que Camus respondiera, tomó la botella de vino para dejar caer un poco de aquella bebida embriagante en el cuerpo del francés, Camus podía sentir ese líquido frío escarlata recorrer desde su cuello hasta su vientre aún con la bata a entreabierta.

Milo se relamió los labios extasiado con ese espectáculo que estaba por comenzar.

- Tu solo sigue mis órdenes y tendrás grandes beneficios Camus... Susurró admirando esas ligeras gotas recorrer la piel del francés - No cualquier persona puede tenerme y tu primor tienes ese toque  sutil que siempre he anhelado, muero por tenerte bajo mi dominio rozando tu piel con la mía... Poseer tus labios unios a los míos una y otra vez.

Aquellas palabras de Milo hacían que Camus perdiera el control, su mente pedía encarecidamente que las manos de Milo calmaran ese fuego que lo quema por dentro de su ser.

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