15
—Vamos, Jess —Me alienta Lamberg—. Tampoco es tan mala idea.
—Jessie, solo haslo —insiste la demonio, ya cansada de mi indecisión.
—Me parece una pésima idea. No lo haré.
—Te dije que es una cobarde —balbucea hacia el castaño, quien no borra esa enorme sonrisa que lleva.
—No soy una cobarde, ustedes son pocos conscientes de la consecuencia de saltar desde aquí arriba —Me apoyo de una rama e intento colocar de nuevo mi pie en un soporte seguro, pero otra vez, no la encuentro.
—¿Llamamos a los bomberos?
—¡Puedo bajar! Y cuando lo haga, ya no tendrás de donde cenar, señorita.
—¡Olvidas que tu novio sabe cocinar!
—¡No es mi novio!
—¡Puedo serlo!
—¡Cállate, Lamberg!
—Jessie, usamos todos los cojines de la sala. No puedes quebrarte un pie.
Le tengo miedo a las alturas. No debí hacerles caso. ¿Por qué subí de todas formas? Creo que si necesitan llamar a un bombero.
—Si supiera que eras tan miedosa, no te hubiese invitado a mi casa del árbol —reprocha la enana—. Baja de una vez, Jessie.
—¡No es fácil!
—¡Pero si escalaste como un mono!
—Le dire a tu madre que estás irrespetando a tus mayores.
Rueda los ojos y se va a casa, ya rendida de mí.
—¿Debo ir por ti? —pregunta el castaño, con una sonrisa imborrable.
—No, ¿y qué es lo divertido? —Hago referencia a sus elevadas comisuras.
—Que no eres tonta, Jess —Estoy lista para replicar, pero él me corta—. Si sabías que no podías bajar, ¿por qué subiste?
Yo tampoco sé porque subí, solo no quería quedar fuera de lo que sea que iban a hacer.
—No puedo dejarte con la enana, ¿y si le hacías algo?
—Entonces, salta. Yo te atrapo —Extiende sus brazos a cada extremo, esperando que salte como si pesara una pluma.
—No me suena convincente.
—No dejaré que te lastimes, lo prometo —Su comentario me atraviesa el corazón. Justo en ese lugar donde cada chico que llegó a mi vida, terminó llevándose un trozo de mí.
—Eso es mentira... —susurro para mis adentros—. Todos me prometieron lo mismo, y acabaron dañándome.
—¿Jess?
—¿Cómo sé que puedo confiar en ti?
—No soy tan inhumano como para dejar que impactes contra el piso.
—No puedes conmigo, Lamberg.
—Quizás, pero de todas formas no dejaré que te golpees si me puedes usar como amortiguador.
Mi corazón salta por lo que acaba de decir. Estoy cayéndo tan fácil. Sí, estoy empezando a caer por Finn Lamberg y no debe ser así.
—¿Y bien?
—Tampoco soy tan mala para que te lastimes por mí, yo puedo bajar —sostengo la rama a mi derecha y giro despacio hasta que mi pie toca un punto seguro. Por fin. Con mi otro pie disponible busco otro punto de apoyo, pero la que terminé encontrando me traiciona. Se quiebra y las leyes de la gravedad hacen que pierda el equilibro, pero para mi suerte Finn logra atraparme antes de que caiga como una mierda de pájaro junto al suelo.
—Te dije que te atraparía. Una promesa es una promesa.
Me aparto avergonzada y le agradezco por no dejarme caer.
—¡Por fin! Muero de hambre, Jessie —Vocifera la enana, ya con Bolitas en un atuendo de princesa.
—Dile a tu madre que necesitan escaleras para subir ahí —Señalo su casa del árbol mientras me termino de sacudir los Jeans.
—No, subo y bajo sin problemas —Me saca la lengua y se lleva a Finn dentro. Pongo los ojos en blanco. Por lo menos ya se le bajó el azúcar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro