07
Que tu lengua se refresque luego de una calurosa caminata: es uno de los mejores placeres de la vida, pero no para Emma. Ha pedido su helado de chocolate diciendo que era su favorito e insinuando al muchacho que el color de sus ojos eran iguales. Hank, como se leía en su placa, la ignoró sin complicaciones y supo mantener al margen los flirteos de la pelirroja.
Ahora solo lo observa limpiar las mesas con energía, y está tan inmersa en sus hormonas que no se da cuenta del helado que escurre sobre su mano.
—¿Lo extrañaste? —interrumpo en sus pesamientos por primera vez.
—Hace mucho que no veía sus corpulentos brazos. Mis ojos me lo agradecen —Alza el cono a la altura de sus ojos y me regala una sonrisa—. Salud —Bebe lentamente del liquído chocolatoso, como si fuese su vino tinto.
—¿No me quieres hablar sobre la universidad? —incito después de haberme devorado algún rastro del helado de vainilla.
—Eso es aburrido. Muchos deberes, exámenes y más exámenes —Hace un ademán de irrelevancia con las manos—. Pero si hablamos sobre los chicos, te estuve emparejando con algunos —Despeja su mirada de mí para posarlo en el castaño.
—Ya te lo dije, no quiero...
—¿Más cicatrices? —Me encara con un arqueamiento de cejas.
Asiento con inseguridad. Emma puede hacer listados de los chicos más guapos que ha conocido, pero cuando se trata de amor y no atracción, sus ojos centellan de un espíritu comprensivo.
—Jess, las cicatrices son historias y todos tenemos una que contar —explica con extrema dulzura que detesto.
—Las tengo enumeradas, no es necesario que las futuras generaciones se enteren de mi desgracia —Señalo, mientras me paso la servilleta por los labios.
—¿Crees que todo el tiempo invertido con cada uno de ellos es una desgracia? —inquiere con molestia—. A mi me rechazan en un pestañeo. ¡No tengo ni una historia que contar! —argumenta con exasperación—. ¿Y acaso estoy tirando mocos en mi habitación? Ellos no saben lo que se pierden —finaliza, dándome a entender que es valiosa. Creo que estoy celosa. Quisiera un poco de su autoestima y confianza.
Me disculpo por mi gran egoísmo, y además de ser comprensiva y valiente, puede cambiar el rumbo del tema con solo sonreír.
—¿Hay alguno de los tortolitos de Emm?
Tortolitos de Emm, son las personas que ella junta como si fuese su entretenimiento durante su estadía en el colegio. Lo hace desde que sus dos amigas se comprometieran gracias a ella.
—No me he enterado de esa lista.
Emma separa sus labios para replicar, pero se detiene al notar algo o a alguien detrás de mis espaldas. Instintivamente, giro para observar lo mismo que ella. Además del casataño, que atiende a media fila, está un chico sentado en la otra punta del local con el menú hasta la frente.
—Parece que tenemos a un acosador —me giro para observar como Emma se levanta del asiento y se dirige a Finn con cierta emoción.
Santo cielos, mi pecho resuena con potencia, como una esteréo.
Imploro al aire de que no sea él, pero me es imposible creerlo porque su reflejo lo traicionó en el minuto que quiso pasar desapercibido.
—Hola, Jess... —saluda con vergüenza, al igual que yo.
En cuanto toma asiento a mi lado, decido escudriñarlo. Lleva el cabello desordenado y sus ojos se ven igual de cansados que papá. La única diferencia es que él estaba de fiesta en la casa de Jade.
—Finn Lamberg, te he visto muchas veces en el colegio... —habla la pelirroja—... Rodeado de chicas.
—¿Tú eres...?
—Emma Coltrein —se presenta—. Una ex-alumna.
Finn posa sus ojos en mí y yo aparto la mirada como el láser. El ambiente se torna incómodo en un instante, hasta que Emma deja de analizarnos como si fuéramos unas ecuaciones químicas, y añade con entusiasmo:
—En la escuela me decían cupido —Evidentemente, miente porque nadie conoce de su "trabajo"—. ¿Quieres saber con quién te empareje?
No hay respuesta, pero estoy segura que su respiración dejó de serle normal.
Emma suele ser demasiado impulsiva, muchas veces se deja llevar por las emociones que por las neuronas. Por otro lado, yo me reservo los sentimientos y las vomito si es necesario. Ha funcionado varias veces, pero no con Finn. Es por eso que sus palabras logran golpearme hasta el fondo.
—De todos modos te lo diré —dice, y entrecierra los ojos—. Con Jade.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro