06
Termino de ajustarme las sandalias y me encuentro a papá en el comedor.
-Buen día -saludo y cuando alza la vista unas bolsas negras hacen diseño con sus ojos. Parece demasiado agotado-. ¿Es por la noticia? -adivino.
Él suspira y se lleva las manos a la cara. Restregándose con ganas.
-Tu padre no quiere ceder, cariño -Mamá aparece con un vaso de agua y una aspirina-. No ha pegado ojo en toda la noche -apunta, mientras menea su cabeza con desaprobación.
-No te esfuerces -le aconsejo-. Dijiste que la información fue borrada de internet, ¿qué caso tiene escribir sobre esas personas?
Papá me observa como si fuese una cría que no conoce las adversidades del mundo.
-Es la competencia, muchos están buscando una aspirina por esto -explica y se vuelve a restregar la cara con suficiente cansancio-. Dile a mi jefe que hoy no iré al trabajo -Le pide a mamá para luego proceder a llevarse el vaso de agua a su habitación.
Muchos de los artículos que ha escrito, algunos fueron medianamente aceptados por su jefe. Papá es bueno en su trabajo, pero no lo suficiente para mentir.
-He conocido a la señora Lamberg, me entere que su hijo fue a la misma escuela que tú -comenta mamá con dulzura-. ¿Es ese chico que siempre se sienta contigo?
Asiento sin mirarla, y agradezco que me comprenda porque cambia de tema.
-Invita a Emma a cenar -finaliza nuestra conversación, pero no el listado de compras que ha empezado a hacer.
-Eso haré, te veo después -Deposito un rápido beso en su mejilla y desaparezco de su burbuja de recetas.
Al salir, una decepción azota mi rostro cuando no lo veo cerca. Tenía razón, solo soy una broma para él, ¿en qué estaba pensando al creer que yo le podría gustar de verdad?
Me abrazo y doy marcha a la casa de Emma. Es mi amiga desde que me mude aquí, prácticamente somos como hermanas.
Hace un año que se mudo a Londres por su carrera y ya no la escuchaba hablar sobre hombres cada vez que se quedaba a pasar la noche.
-Pero si es la minion en persona -Me recibe con una enorme sonrisa contorneada de un rojo intenso, igual que su cabello. Su acento ha cambiado un poco, pero sigue ocupando el sarcasmo y los apodos en la lengua.
-Ser unos centímetro más alta no quita el hecho de que también eres una -sentencio, y ella alza tanto las cejas que han desaparecido debajo del alargado flequillo.
-Tan sincera como siempre, pasa -Se hace a un lado con dramatismo, mientras yo me adentro al mundo de los Ruggles-. Los crepes están en la cocina, ¿quieres chocolate caliente?
Asiento con frenesí. No hay nada mejor que un chocolate caliente por las mañanas.
-Genial, ya sabes dónde está todo. Prepárate uno y me das un sorbo.
-Educada como siempre.
-Siempre educada, nunca ineducada -comenta una vez que ha puesto su trasero en el sillón oliva.
-Esa palabra no existe -señalo, y ella rueda los ojos.
-Es meme, Jess -explica, pero yo ya no la escucho. Una de las ventajas de los Ruggles, es que nunca cambian el lugar para guardar productos, mientras que en mi caso, mamá siempre trae algo nuevo o lo está moviendo de lugar porque, según ella, es bueno cambiar los hábitos y las costumbres-. ¿A qué hora leiste mi mensaje?
-A las ocho de la mañana.
-¿Hace una hora? Demonios, Jess. Hubiera muerto -exagera con su periodo-. ¿Ya consideraste la opción de comprarte un celular?
-No ibas a morir -añado-. Y ya te dije sobre la situación económica.
Vierto leche-ya calentada-en la taza y agrego el sobre completo de chocolate.
-Algún día necesitarás de uno -asegura-. ¿Te quedarás para almorzar?
-Si, y mamá quiere que vayas a cenar.
-¡Por supuesto! Todo con tal de no quedar en una casa tan vacía. Podría volverme loca.
Los padres de Emma nunca aparecen en horarios aceptables para una chica que no madruga ni trasnocha. Ser médicos es una responsabilidad ajetreada.
-¿Cómo estuvo? -indago, mientras me llevo un pedazo de crepe a la boca.
-Uf, es... aterrador. Los profesores son tan exigentes -Hace un ademán de disgusto con las manos y prosigue-. Pero, ¿sabes el lado bueno? Los chicos. Son como unos deliciosos bombones de cereza que...
-Céntrate -La despierto, y ella hace un puchero que dura un latido.
-Te traje algo -comenta, para después meter su cabeza en una maleta que no había reparado en su presencia antes-. Toma -deja una especie de juguete demasiado peculiar sobre mis muslos.
-¿Qué es? -indago, mientras mis ojos recorren el paquete con curiosidad.
-Un vibrador -responde con simpleza.
¿Eso se supone que es un juguete?
-¿Y eso qué? -pegunto rendida por la busqueda de información en el paquete que no indica nada más que los botones.
-Muy pronto lo entenderás. Sigues siendo pura -añade para luego darle un sorbo al chocolate.
-¿Y eso es malo?
-Ay, Jess. A veces me dan ganas de apretarte los cachetes y escurrirte la inocencia.
-Tú a veces me das miedo -confieso, y la pelirroja solo se ríe.
-De acuerdo, ¿vamos por helado?
Hay un chico en la heladera que queda a dos calles de aquí. Dicen que si te gusta algo, lo repites. Emma pide comer helado tres veces al día. Y cuando propone eso, estoy segura que piensa con las hormonas y no con la cabeza.
-Cuando acabes con tus crepes.
~~.
Hola :)
Quería avisarles que, probablemente, mañana estaré subiendo el próximo capítulo y que las actualizaciones dejarán de ser en fechas específicas, ya que los deberes me han atrapado en sus garras TnT
Las actualizaciones serán lentas. Espero me comprendan.
Que pasen linda noche ^-^
Bsitos♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro