CAPITULO 22 JÜRGEN
Anastasia se para frente a mí y me besa, no me da tiempo de reaccionar. Diablos, Giselle me mira y se va, pero lo peor de todo no es eso, ¡sino que no la detengo!. No sé por qué diablos dejé que se fuera. De pronto, tengo miedo de lo que estoy sintiendo. Lo sé porque jamás me había importado besar a nadie o que me besaran, aún en compañía de alguien más. Pero cuando Anastasia me besó solo pude pensar en lo mal que se sintió Giselle.
Anastasia es una cliente de hace muchos años, luego que Katherine me engañó conocí a Anastasia y comenzamos a tener encuentros ocasionales, a George jamás le ha gustado dice que es una mujer despreciable, pero yo nunca quise algo más que sexo con ella es una mujer exitosa es una ingeniera industrial y bueno más allá del sexo solo hablábamos cuestiones de trabajo, siempre de lo dejé muy claro y lo aceptó.
¡Demonios!. Anastasia no ha parado de hablar, no la he escuchado en ningún momento, no me interesa nada de lo que diga, no dejo de pensar en Giselle. ¿Dónde estará?, pero no puedo moverme, mis pies están anclados al suelo, no quiero involucrarme mi corazón está enterrado junto con mi familia. No puedo sentir, los sentimientos sólo te hacen débil. ¡Y no puedo permitirme debilidades!.
—¡Jürgen!, me interrumpe George. –sí, respondo saliendo de mi ensimismamiento, Anastasia espeta. —George, no esperé verte aquí, ella sonríe añadiendo —hola George, qué agradable verte —No puedo decir lo mismo replica él. George detesta a Anastasia, dice que es una bruja malvada. —¿Qué querías decirme? Interrumpo. -¿Dónde está Giselle? pregunta él —creo que en el baño, miento.
Enseguida llega Isabella, mirándome con mala cara al ver a Anastasia sujeta a mi brazo, Diablos no me había dado cuenta me zafo enseguida, le gruño a Anastasia un “marchate”,
—¡pero Jürgen! responde ella. —¡Qué te largues! rujo, ella se levanta rápidamente y se va. George me dice; —¿dime qué demonios estás haciendo? ¿Por qué dejaste que Giselle se fuera?
Suspiro y respondo. —Anastasia me besó frente a Giselle.
—¿Qué? exclama él ¿Y tú qué hiciste? –Nada, respondo.
—¿Cómo qué nada? Refunfuña George. —¡Demonios George, no te pases! Mascullo entre dientes —¿Qué no me pase? Me responde ¡Si tú eres el imbécil que trae aquí a una buena chica, y la deja ir por una maldita bruja como Anastasia! Dime, ¿qué te pasa Jürgen? Pregunta George. —No lo sé, gruño ¡no sé qué diablos me pasa, no pude moverme para detenerla. Suspiro, no quiero involucrarme sentimentalmente tú sabes que no puedo amar a nadie. ¡Mi corazón está muerto!
—Yo comprendo lo que dices amigo, responde George comprensivo, pero creo que ya es hora que dejes que alguien le devuelva la vida. —¡No puedo! susurro. —Si no lo haces te vas a arrepentir, replica George. —Porque te la van a quitar.
—¿Por qué dices eso? 'pregunto. —Porque ví a un tipo bailando con ella, y la apretaba hacía él, responde George.
—¿Quéeee? Me levanto furioso y me dirijo a la pista, ella no está por ningún lado ¡Demonios! Bramo, me dirijo a los baños y entro sin importarme sí son de mujeres, pero tampoco está.
Maldita sea. ¿En donde te metiste Giselle?. Me dirijo a la bar, y cuándo llego no puedo creer lo que veo, el abogaducho ese de pacotilla está besando a Giselle. Mi vista se nubla de ira, una sensación de rabia pura que me produce el ver a Giselle en brazos de otro me acerco a pasos agigantados.
—¡Suéltala! Rujo, aparto a Giselle y golpeo la cara del imbécil ese. “Está vez lo dejaré sin dientes” pienso.
Giselle grita —¡Jürgen ya basta, pero no la escucho, estoy demasiado enojado para detenerme. El me devuelve el golpe y se lanza contra mí es casi de mi tamaño, la diferencia entre ambos es mínima ambos nos golpeamos con furia, pero yo sé taekwondo y lo golpeo en el abdomen.
—¡Jürgen por favor! grita Giselle. Me detengo en ese instante, ella corre hacía él, mi furia es aún más fuerte. ¿Por qué demonios siempre lo defiende?. Pero está vez él no se irá con ella. George llega rápidamente a mi lado –Jürgen por favor, ¡cálmate! Vamos amigo necesitas calmarte. —¡Suéltame George! Respondo. —No hasta que te calmes replica George respiro hondo mientras me voy hacía nuestra mesa.
Giselle se queda al lado del bastardo ese por favor Jürgen, dice George ¿qué has hecho?,
—¿Qué querías que hiciera? Cuándo llegue él la estaba besando.
—¿Qué?, responde George con cara de asombro. Bueno amigo, reflexiona él, eso mismo hiciste con Anastasia y no la detuviste, completa George. –Rayos tienes razón, pero yo no la besé respondo. —¡Ella me besó a mí!.
—¿Y cómo sabes que él no la besó a ella? Pregunta George. —¡No lo sé! Rujo.
—¿Por qué sí según tú, no quieres involucrarte sentimentalmente con nadie, actúas así? pregunta George. —no lo sé, respondo alzando la voz hasta casi gritar, me agarro el cabello de pura desesperación, me sirvo un whisky y lo vacío de un trago. —Maldita sea George, ¡no sé qué me sucede, no quiero involucrarme con Giselle, pero a la vez no puedo evitar enloquecer sí alguien más que no sea yo la toca.
—Déjame informarte mi querido amigo, responde George con voz paternal qué ya es tarde.
—¿Tarde? Pregunto con extrañeza ¿Tarde para qué?. —Tarde para no involucrarte, responde George, ¡porque ya lo estás!.
—Imposible, gruño. —Si te quieres seguir engañando entonces sigue negándolo, replica George, pero sólo conseguirás perderla, y por lo que me dices; ese imbécil estará ahí en el momento que tú la dejes ir, completa George.
—Ella lo prefiere, susurro pesaroso. —¿Cómo lo sabes?, pregunta él —Porque esta es la segunda vez que lo golpeo respondo. —¿Antes lo habías golpeado?, pregunta George sorprendido. —¡Siii!, Mascullo entre dientes.
—¿Por qué? quiso saber George. —Estaba tomándole la mano a Giselle el primer día que lo ví respondo dolido. George niega con la cabeza. —¿Qué más pruebas quieres de que estás enamorado de Giselle?
Me sirvo otro trago y no respondo, llama a José George por favor, no quiero manejar en este estado le pido. —Sí claro, responde George, servicial. —Otra cosa ¿puedes ir por Giselle?
Isabella está con ella, pero no te muevas de aquí me dice George, levantándose de la mesa. –Tranquilo, no pienso hacerlo.
George va a buscar a Giselle yo me bebo el resto de la botella de whisky. Necesito calmarme para no matar al idiota ese , al poco tiempo llega José.
—Señor, ya estoy aquí. —¿Con quién viniste? Pregunto.
—Con un amigo mío señor, responde José, él llevará el auto en que vine, y yo lo llevaré a usted y a la señorita Giselle. En ese instante aparece George, con Giselle e Isabella, Giselle no me voltea a ver, desvía la mirada yo sólo quiero tomarla, sentarla en mis piernas y darle un par de nalgadas para que entienda ¡que sólo yo puedo besarla, sólo yo puedo tocarla, ella es jodidamente mía.
George e Isabella se despiden, Giselle sube al auto sin hablarme me siento junto a ella. José conduce yo permanezco en silencio, demonios todo se fue al maldito infierno, pensaba darle una sorpresa, y jugar con ella con el aparato que le metí pienso.
Llegamos a la casa, ella baja rápidamente del auto, yo la sigo. Giselle sube las escaleras para entrar a la habitación de las niñas, pero soy más rápido y la detengo. —¿A dónde crees que vas? Le digo. —Eso no es tu problema, gruñe Giselle, la tomonpor un brazo y dice —no me pongas una mano encima, maldito idiota! mientras me ve con los ojos relampagueando de furia.
—¡Cuida esa boquita, pequeña!, le advierto —No me digas, responde ella con sarcasmo, O si no ¿qué? Responde retadora, ¿Crees que tienes algún derecho sobre mí?. —¡Claro que lo tengo! Rujo. –Ja ja ja, dice ella con ironía, no me hagas reí yo soy libre y puedo hacer lo que se me venga en gana, así qué sí quieres decirle a alguien lo que tiene que hacer, díselo a la Barbie que te besó me reprocha Giselle.
-¿Estás celosa pequeña?, pregunto —¿Celosa yo?, ¡ja! Espeta, te dije que no me hicieras reír, replica Giselle, yo no soy la que le cae a golpes a la gente.
—¡No estaba celoso! Respondo. –Ah, ¿no?, responde ella con ironía, entonces… ¿por qué demonios golpeaste a Argenis?. –Fácil, digo ¡Porque tú eres mía! Y lo mío, nadie lo toca. ¿entiendes?, respondo autoritario.
—¡Yo no soy tuya! No soy un maldito objeto que le pertenezca a nadie, me responde furibunda. —No eres un objeto. -¡Eres mi maldita mujer!, finalizo airado.
—Estás demente, contesta Giselle. —Es probable respondo, por eso vienes conmigo, mientras la sujeto y cargo sobre mi hombro cómo si fuera una alfombra enrollada. Ella se debate sobre mi espalda y comienza a golpearme mientras protesta. —¡Bájame maldito imbécil! —Entre más te resistas, peor para ti, susurro.
Entro en mi habitación con Giselle a cuestas, cierro la puerta con seguro, la bajo mientras le ordeno. –Ahora, derechito al baño. —¿Quién te has creído? Pregunta airada ella. —Ya te lo dije pequeña, no me hagas repetirlo me desvisto, pero ella no se mueve, cruzada de brazos.
—O te desvistes, o te meto con ropa en la ducha. —¡No te atrevas!. —¡No me desafíes pequeña!.
Al final me salgo con la mía, Giselle se desviste enojada y se queda en ropa interior, mi instinto animal se desata y mi pene rápidamente está duro.
—¡Al baño!, gruño. Ella entra de mala gana cual niña malcriada, a veces olvido que le llevo catorce años, es una niña en comparación conmigo, por eso tengo que aguantar sus berrinches.
Pongo a llenar la bañera con agua tibia, desabrocho su sostén y le retiro su panty, ella se deja enfurruñada. —¿Podemos hacerlo fácil o hacerlo difícil? ¡tú decides!, amenazo. –Bueno… ¡Hagámoslo difícil!, grita ella desafiándome. Me encanta que me rete, ¿no sé por qué?, pero me enloquece qué está niñita malcriada me desafíe.
Le lavo el cabello con cuidado y la enjabono, cómo sigue molesta saco el control del succionador de clítoris. Lo tenía, pero no quería que se diera cuenta, así que sin que lo note lo enciendo, ella se voltea al instante mirándome con ira. —¿Qué demonios haces? Pregunta. —Demostrarte que tú eres mía, le digo, y qué tú boca, tus besos, tus gemidos son sólo míos, Añado como si le hablara a una niña de tres años. La tomo, la giro para que quede frente a mí, la tomo del mentón besándola, al principio se resiste, pero con la otra mano aumentó la velocidad del aparato doblegando su voluntad.
Introduzco mi lengua con desespero en su boca besándola con lujuria, mordiendo su labio inferior, ella gime en mi boca gruño.Jamás dejarás que nadie más te bese!. -¿Entiendes?. La tomo del cabello, acercándola más a mí para profundizar más el beso.
Luego, aparto mi boca de la de ella. –¡Nadie, jodidamente nadie puede besarte!. ¡Ni tocarte! Tienes prohibido bailar con otro que no sea yo,lLe ordeno. —¿Lo entiendes Giselle?. ¿Y sí no quiero?, me responde.
—Demonios Giselle, ¿quieres que mate a tu abogaducho? ¿Cómo te hago entender que tú eres mía?, .
—No lo entiendo, jamás lo voy a entender, replica ella. Porque sí tú te dejas besar por otra, yo también puedo hacer lo mismo. ¡Lo qué es igual no es trampa!, Gruñe. —Ella no es nadie, no le devolví el beso, le explico. —¿No es nadie? ¡o sea que tú te dejas besar por cualquiera!, razona ella, furiosa, mejor dicho por todas tus clientes. Completa Giselle. —No, respondo ella es sólo una amiga, jamás me volveré a dejar besar por nadie, siempre y cuando tú me prometas que nadie más te tocará, mucho menos te besará, añado.
—¡No puedo prometerte eso!, responde ella. —¿Y por qué diablos no puedes? Pregunto. –Pues porque yo soy libre y no quiero compromisos, ni contigo, ni con nadie responde.
—Bueno déjame informarte que ya es tarde, aclaro. Eres mía, te guste o no, y al que se le ocurra ponerte un dedo encima le parto la cara, remato en tono amenazador.
—¡Eres un ogro! Responde Giselle en tono dolido. —Bueno princesita digo ya es hora que te des cuenta qué no soy un maldito príncipe azul. Subo nuevamente la velocidad, mientras estoy besándola con lujuria, aúnque ella se resiste, no puede evitar gemir en mi boca. Tomo sus pechos, los lamo y chupó hasta dejar marcas en ellos, ella me clava las uñas en la espalda, mientras grita alcanzando el orgasmo. Yo meto la mano sacando el aparato de su vagina.
Es mi turno gruño triunfal, la monto encima de mí penetrándola con rabia y lujuria. —Quiero que entiendas que me perteneces a mí sólo a mí!, le aclaro, y sí tengo que recordártelo todos los malditos días hasta que lo entiendas, ¡lo haré! Le digo, la chupo, muerdo y empujo dentro de ella, mientras murmuro, —mírame pequeña, sabes que me gusta que me veas cuando te poseo. Ella me mira con esos ojazos marrones, ahora negros de lujuria.
Golpeo su pelvis con fuerza, ella gime mordiendo mi hombro y alcanzando el orgasmo al sentir su contracción me corro también con fuerza dentro de ella. La aprieto contra mi pecho, sin dejar de besarla, no sé qué tiene esta mujer, pero nunca me canso de ella cada vez que la poseo, quiero más.
Con otras después de tenerlas, me aburría, pero ella es diferente, cada vez que la penetro la toco, la beso quiero más y más. ¡Nunca tengo suficiente de esta mujer!.
Termino de bañarla y la llevo en mis brazos a la habitación, colocándola con cuidado en mi cama. Le susurro, —¿sabes que viene, verdad?.Pero está vez te voy a atar de espaldas!.
—¿De espaldas?, pregunta ella recelosa. -¡sí! Espeto. —¿Por qué? Pregunta ella, porque mereces un castigo, respondo. —¿un castigo? Me pregunta de nuevo. –Sí, por dejar que ese mediocre te besara, acto seguido le coloco las esposas y la arrodillo dándome la espalda, pero no le ato los pies, quedando sus nalgas frente a mí. Le arreo una buena nalgada, ella grita, luego le doy otra aún más fuerte y luego la beso en el ano. Introduzco mi lengua y la succiono mientras ella gime.
—¿Te gusta pequeña?. Ella no responde. -¡Zas!, le doy otra nalgada. —¡Te pregunté si te gustaba!. –Sí, responde ella. Vuelvo a chuparla, con las manos separo sus nalgas, dándome acceso a ella. inclínate, ordeno, ella se inclina obediente, la chupo con fuerza, ella gime de nuevo. —Eso es pequeña dame tus gemidos, tomo el lubricante y busco el vibrador, lo enciendo y se lo meto en el ano.
Ella gime —Jürgen!. —Así es pequeña dame más, respondo, Introduciendo todo el vibrador en ella, y lo muevo como si fuese yo. Rozo los labios de su vagina. ¡Ya está lista para mí!.
Ella grita cuando empiezo a penetrarla en la vagina, le doy otra nalgada, empujo y le ordeno, “quiero que grites para mí” Otro empuje, quiero que digas mi nombre, otro empuje, quiero que digas que eres mía! -¡Dilo!, gruño.
Empujo más fuerte, y ella grita, -Jürgen!. ¡más! Rujo. -¡Jurgen!. Empujo de nuevo. —Dí que eres mía! —Eso nunca dice Gieselle, —no te preocupes pronto lo harás, puedes montar una iglesia con esa fe digo sarcásticamente. Empujó frenéticamente y se corre sus piernas empiezan a fallarle, saco el consolador de su ano empujo una última vez y me corro dentro de ella.
Busco unas toallitas húmedas, la limpio y la desato. ¡Todavía no terminamos!. Abro una gaveta de una mesa de noche y busco un frasquito etiquetado BROCHA CHINA.
—¿Qué haces? pregunta ella —Esto aún no ha terminado, respondo te dije que te iba a castigar hasta que entiendas a quien le perteneces respondo en tono solemne.
Unto la brocha china en mi glande. Es un retardante usualmente no lo necesito, pero si pienso tener sexo toda la noche con Giselle me hará falta, porque no la pienso dejar hasta que no pueda caminar y comprenda que yo no estoy jugando. Ató a Giselle de nuevo, pero boca arriba dejo sus manos libres. ,—Te las dejo libres, pero sin tocar, sí no quieres que te espose.
Ella asiente, comienzo a besarla en la boca hasta dejar los labios hinchados. Luego, dejo rastro de besos por su cuello hasta llegar a sus pezones. Los muerdo y ella gime. —Buena chica, resoplo, sigo besando hasta bajar a su vientre. Ahí me detengo y la beso suavemente comienzo a mordisquear su piel y lamer cada parte de ella, me toma por el cabello, y susurro. —Te dije, “sin tocar”. Ella aparta las manos y comienzo a besar, mordisquear alrededor de su entrada.
Ella gime, clavando las uñas en el colchón, paso mi lengua por su entrada lamiendo, chupando incansablemente, estoy duro como una roca listo para penetrarla nuevamente, pero esto es un castigo no una recompensa, así que introduzco un dedo en su entrada. Ella se retuerce buscando más yo meto el segundo dedo, ella me toma de nuevo por el cabello y suplica —¡Jürgen!, no puedo más hazme tuya esas palabras me colocan más duro todavía, pero no puedo flaquear. Saco mis dedos y comienzo a jugar con el consolador en su entrada después de haberlo lavado, no quiero causarle una infección, sé lo delicadas que son las mujeres, ella se retuerce en busca de placer, pero la sigo torturando pasándoselo por su entrada, metiéndolo y sacándolo sin dejarla llegar. —Por favor suplica Giselle, pero no me conmue, luego la beso nuevamente la chupo, metiendo mi lengua y succionando su clítoris con delicadeza.
Ella empieza a llorar, sus lágrimas corren por su rostro gimiendo –Jürgen, te lo suplico, ¡penétrame!. -Jamás dejaré que nadie más me toque o me bese, pero te necesito dentro de mí!.
Yo sonrío con lujuria y malicia, sabía que iba a ganar, saco mi lengua de su entrada, chupo sus senos. -¡Quiero que lo repitas!.
-¡Nunca más lo haré!. No puedo más, y la penetro con fuerza, mi bestia la reclama. –Mía, gruño, empujo con más intensidad. –Mía, ¡dilo! hazlo, ¡sólo tuya!. La penetro aún más, estoy lejos, muy lejos de correrme!. Así que pienso disfrutarla, ella se corre con un gritó sonrío. ,—Eso pequeña, dámelo todo, me besa con tanta pasión y fuerza que rompe mi labio inferior.
La pasión que Giselle me demuestra en poco tiempo, ha llegado a provocar en mí un sinfín de sentimientos confusos, lo que ninguna mujer ha logrado hacer, sus gemidos son afrodisíaco para mis oídos. La desato y sigo penetrándola, aúnque ella se corrió sigo intacto La tomo por las caderas subiendola encima de mi, la penetro acariciando sus senos. Ella rápidamente comienza a gemir está lista otra vez, La volteo nuevamente, apilo dos almohadas, una encima de la otra detrás de su espalda, para darle la elevación que necesito y poder penetrarla más profundo.
En esa posición se me hace más fácil estimular su punto "G", así que la penetro con fuerza, tomándola de las caderas y empujando. -Quiero dejes de reprimir tus gemidos.
—¡No te contengas!. Dime dónde te gusta empujo dime: -¡Ahí!, -¿ahí?, pregunto. -¡Sí!. -Ahí Jürgen, dame más duro. -¡A tus órdenes pequeña!. La embisto con fuerza corriéndome junto a ella y gimo fuertemente. ¡aaaaaah!
Giselle, cae rendida me salgo con cuidado de ella la llevo al baño y la lavo. Ella sonríe, se aferra de mi cuello, luego la seco, la colocó con cuidado en la cama, la arropo y luego me meto a la ducha. Me lavo, seco y me meto a la cama con ella.Esta noche amaneces conmigo pienso, pero ella ya está rendida a mi lado, me coloco detrás suyo y la acerco a mí abrazándola. Esta vez no irás a ningún lado diciendo esto enseguida me duermo.
Cuando despierto, son las 8:00 AM diablos, me quedé dormido Giselle sigue dormida a mi lado me meto al baño, me ducho, cepillo los dientes, cuándo salgo despierto a Giselle.
—Pequeña, es hora de levantarse, no quiero dice ella. –Hermosa, ¡las niñas deben estar despiertas!. Ella se levanta rápidamente metiéndose al baño, se cepilla y se ducha. –Toma, le digo te traje tu ropa, se viste. —¿acaso no piensas darme los buenos días?.
—¡Todavía estoy molesta contigo!, espeta. —Anoche no decías eso, susurro con aire conspirador, —eso es porqué eres un pervertido. -¿Pervertido? Te recuerdo que eres tú quien me suplicaba que te hiciera mía, ella se ruboriza.Quieres que te recuerde que hasta lloraste para que yo te tomara? Ella gruñe: —eres un idiota, la tomo por la cintura besándola, —no olvides lo que prometiste anoche. —No prometí nada, responde ella. ¡Tú me coaccionaste!. -¿Te coaccioné? Pregunto con aire sorprendido, sí gruñe lo hiciste.
—Vaya, yo recuerdo todo lo contrario, respondo mientras la beso con lujuria, vamos pequeña, las niñas nos esperan. La tomo de la mano, bajamos las escaleras, las niñas al vernos gritan. -¡MAMI! —¿Dónde estabas que no dormiste con nosotras?.
—Mami se quedó dormida en otra habitación aparte, digo no quería despertarlas cuando llegamos. -¿Hay muchas habitaciones? pregunta Aby —sí, aquí hay varias cariño, le replico.
Bueno, y hoy ¿Qué quieren desayunar?. -¡Cereal!, dicen ambas. —¿otra vez? Exclamo, —bienvenido a mi realidad, dice Giselle cuándo les gusta algo lo comen hasta que se aburren.
Yo susurro, —no te preocupes pequeña, yo jamás me aburriré de ti, ¡así qué puedo comerte todos los días, Giselle me da un codazo en el abdomen con un, —pervertido, cómo respuesta.
Yo sonrío, -y tú pequeña… ¿qué vas a desayunar?. —Hoy también comeré cereal. —¿En serio?. –Sí, responde ella, —bueno lo que te haga feliz hermosa, respondo complaciente mientras tomo café, unas tostadas y un vaso de jugo de fresa.
¿Qué quieren hacer hoy?. —Vamos al parque, dicen las niñas. —No sé espeta Giselle —¿por qué? Preguntamos a coro, quería que nos fueramos temprano al apartamento, ¡estoy cansada!
-¡Noooo!, dicen las niñas. —Está bien responde Giselle a regañadientes, pero luego a casa. –siiii, saltan ambas de alegría.
George me llama me alejo para contestar
— hola George buenos días, — Jürgen buenos días, te llamaba para saber si pudiste arreglar las cosas con Giselle. —Bueno me costó un poco contentarla, pero afortunadamente lo hice. Oye me parece extraño que me llames preguntando eso, Isabella me instó a que lo hiciera ella no quería llamar a Giselle sin antes saber que ya todo entre ustedes estaba solucionado. Aunque me pidió que te dijera que si le volvías a hacer algún tipo de desplante a Giselle o la hacías sufrir ella misma se iba a encargar de castrarte. —Dile que no va a ser necesario, que lo de anoche no se va a repetir otra vez. Está bien dice él, Jürgen debes aclarar tu mente y que es lo que quieres sino vas a terminar haciéndole daño a Giselle, lo sé, lo sé, pero a veces no sé qué hacer esto es totalmente nuevo y sin querer actuó como siempre lo he hecho, protegiéndome de situaciones que me conlleven a perder el control de mis sentimientos.
Lo más sano es que ambos lo hablen porque veo con preocupación que están actuando igual y si no dejan en claro como va a ser su relación, terminarán dañandose inevitablemente. Tienes razón George gracias, —para eso estamos los amigos responde.cuelgo y voy a la cocina nuevamente.
Las llevamos a un parque de diversiones. ¡Diablos!, no venía desde que era un niño. Subimos con ellas a todas las atracciones posibles. —¡Vamos a comer helados! les digo, les compro helados, vaya, ¡estoy exhausto!, nunca pensé que fuese tan agotador complacer a las niñas.
Llegamos al departamento de Giselle, las niñas se quedaron dormidas en el auto. La ayudo a cargarlas y las acostamos en su cama, gracias me dice ella, —has sido muy complaciente,
—Es todo un placer pequeña, respondo con aire servicial, la beso me despido te veo mañana, a las 6:00 de la mañana, José estará aquí para llevar las niñas a casa de tu mamá y luego llevarte a la oficina. —No es necesario Jürgen!. —Claro que lo es, así que no discutas le respondo y doy por cerrado el tema.
Le doy un último beso, mordisqueando su labio inferior. —Gracias preciosa! —¿Por qué? pregunta ella, —por darme un maravilloso fin de semana y permitirme compartir con tus hermosas hijas, le contesto. Ella sonríe satisfecha, besándome con pasión. —¡Eres perfecto! Me dice, sonrío sin poderlo evitar. Giselle me tiene en éxtasis, todo lo que hace y dice me enloquece. “Esta mujer fue hecha a mi medida”, pienso.
Giselle, preciosa sí no me sueltas dudo que me vaya a ir le digo. —¡No quiero que te vayas! quiero que te quedes hoy en mi casa, haciéndome el amor dice sin más.
—¡Pervertida!, río —¡es tu culpa!. -¿Mía? Respondo con fingida sorpresa, sí responde Giselle, porque tus besos y caricias son adictivos. ¿Y las niñas? Pregunto dubitativo. -¡Bah!. No te preocupes, esas no se levantan hasta mañana. ¡Ya es tarde!.
Llamo a José. —Dile a Alicia que esta noche dormiré fuera de casa, qué no me espere , le indico —Si señor, responde José. —Otra cosa José, no vengas a buscar a Giselle yo la llevo a la oficina. —Entendido señor buenas noches! Responde José. —Buenas noches José cuelgo.
El departamento de Giselle es pequeño y muy bonito, aúnque no es nada extravagante, más bien sencillo, pero todo está bien cuidado y limpio, cosa que me agrada, para mí el orden es un factor fundamental en el hogar. Entro a la habitación de Giselle, hay una cama matrimonial en madera con repisas, también de madera, donde están el TV. y el Blu-Ray, además, hay un aire acondicionado, pisos de porcelanato, cortinas blancas.
Ella me dice. -¿Qué tal si nos duchamos?. –¡Claro!, respondo —aquí no hay bañera, pero al menos estaremos juntos, en la ducha responde traviesa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro