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Cap.54 Renacer

Te la creíste we

Narra Len:

Este era mi fin, el fin de mi vida. Pero estaba contento después de todo, la vida que viví fue buena y divertida. Me alegra el haber conocido a tantas personas, el haber convivido con mi hermana y hermano, haber conocido a Gakupo... Incluso salir con Miku, a ella también la extrañaré mucho. Todos los amigos que encontré en el camino, a la señorita Haku, Kaito, Kiyouteru, Yuki, y, sobre todo, Rin...

-Me siento bien, Rin. Fue un gusto haberte conocido.. Haberlos, a todos jeje.

-Hermanito... -murmuró mi hermana entendiendo la situación con una cara triste.

-Len no te vayas, quédate aquí.. Por favor... No me dejes -Rin acarició y mi cara y sentí sus labios sobre los míos.

De pronto, ya no vi nada. Abrí los ojos y todo estaba de color blanco. Me encontraba en un lugar vacío, sin nada ni nadie a mi alrededor. No se escuchaba nada... ni su voz.

Narra Rin:

-Pero... ¿Qué está pasando?...

Su cuerpo era una rosa amarilla brillante, preciosa. Len, ¿estás ahí conmigo? ¿Puedes verme? ¿Sientes dolor?... Espero que no.

-¡Ahhhhhhhgg! No no no no no... Por favor... -solo gritaba abrazando la rosa amarilla y escuchaba el llanto de los demás. Estuve así por un rato, ni siquiera recuerdo cuanto tiempo. Entonces, sentí unos brazos rodeando mi espalda. Era cálido... era tranquilo. Sin pensarlo, sin ver quien era, correspondí el abrazo. De un momento a otro, mi cara fue formando una sonrisa triste.

-Está bien...

Esa voz, la que yo había escuchado tantas veces y no deseaba que se perdiera. Mi llanto creció más y abrí mi ojos.

-Regresé, Rin.

-Len...

Él se separó de el abrazo y me miró con una sonrisa dulce. Yo lo miré y sonreí.

-¿Cómo es que...

-No lo sé... ¡Pero no hay tiempo! Solo tenemos una hora para detener al ejército. ¡Vamos todos!

Me ayudó a levantarme y todos sonreímos.

-¿Cuál es el plan? -preguntó Rinto.

-¡No tenemos un plan! -dijo Haku- ¡Pero podemos lograrlo!

-Tengo una idea -dijo Yuki levantando su mano- La señora Lucía tiene una gran influencia, por ser la yerna de Meiko... ¡Podemos hacer que ella detenga esto!

-Pero de seguro las tropas ya llegaron a el otro país, Nos tomará tiempo -yo dije eso observando la espada que estaba en su vaina.

-Eso no será un problema -dijo Kaito mirando sus manos.

-¡Exacto! -exclamó Haku con una sonrisa en su rostro.

-¿Qué harán? -preguntamos todos.

-¡Nuestros poderes regresaron! -gritaron al mismo tiempo Kaito y Haku.

-Podemos mandar una tormenta.

-O un tornado.

-Eso pondría en riesgo a los habitantes, ¿no?

-No si no han llegado. Además, no será muy extremo.

-¿Pueden hacerlo desde ahora?

-¡Si!

-¡Hagámoslo! -dijimos todos al mismo tiempo.

-Permítanme un segundo -Kaito extendió sus manos y una fresca brisa de lluvia nos calló en la cabeza -¡Extrañaba poder hacer esto! Si no me equivoco, la tormenta ya está llegando a el área donde debería pasar el ejército. La extendí por el océano y por las costas de Oppidium. Tal vez no evite que lleguen, pero nos dará tiempo suficiente.

-Tomemos un barco... rápido -dijo Lenka.

-¡Primero tenemos que ir por Lucía! yo iré. Ustedes adelántense y detengan el ataque.

Yuki se despidió con la mano y salió corriendo.

-¡Ten cuidado! -gritó Len.

-Solo falta algo... Lenka, Rinto, ¿pueden cuidar de Kiyouteru? está herido, pero no muerto -Haku le entregó en sus manos al pajarito a Lenka y esta asintió, junto con Rinto.

-Claro que si.

-Vayan al castillo y encuentren evidencia suficiente de que Yuki es la hija de la difunta Reina Clara.

-No nos dejarán buscar tan fácil.

-Iré con ustedes -dijo Oliver- Len, ten esto. Muestréenselo al rey y sabrá que no son farzantes.

-Está bien -contestó Len tomando un pequeño broche con la insignia del reino.

-Entonces, así será. Tengan cuidado, y no se metan en tantos líos -dijo Lenka con un tono protector.

-De los que ya tienen -complementó Rinto y los tres corrieron en dirección al castillo.

-¿Cuánto tiempo tardaremos en llegar? -preguntó Len.

-Al puerto llegaríamos en veinte minutos a pie, y a Opp en unos cuarenta minutos en barco. Pero yo tengo un truco... Esperen -Kaito se inclinó buscando algo en el pasto- ¡Bingo! Esto servirá.

Tomó cuatro pétalos de petunias y las envolvió en su mano murmurando cosas extrañas.

-Cómanlas -nos dio a cada uno un pétalo y yo lo miré extraño. Obedecí lo que dijo y me lo comí. Sabía raro pero después el sabor se tornaba dulce... luego agrio y al final... ¡Simplemente delicioso!

-Esto nos dará invisibilidad por unos treinta minutos.

-¿Para qué los necesitamos? -preguntó Len igual comiendo el pétalo.

-Haré un tornado y volaremos por el cielo. Llegaremos en tiempo récord.

-¡Pero...

-Nada, lo harán sin quejarse. ¡Prometo que nadie morirá! -Haku alzó sus brazos y un frío viento se sintió en nuestro alrededor. Comenzamos a elevarnos rápidamente.

-¡Sujétense! -rápidamente me aferré al brazo de Len, quien de igual modo parecía sorprendido. Kaito y Haku estaban sueltos y parecían muy felices.

El viaje empezó y avanzábamos rápidamente al puerto. Lo superamos y pronto estábamos volando sobre el mar.

-No mires abajo... Te asustarás -Len me sonrió y yo igual.

-Ya no estoy asustada.

Nos miramos, ambos sonrojados y después seguimos mirando el hermoso paisaje enfrente nuestro. Pudimos divisar tierra firme.

-Llegamos.

Poco a poco descendimos hasta llegar a tierra. Al parecer, habíamos llegado a tiempo. Todo estaba tranquilo y las personas no parecían notarnos, de seguro el efecto aún no había pasado.

-Aguanten la respiración... 1, 2, 3 ¡Suelten! -dijo Kaito -el efecto pasó ya. Ahora, actúen normal.

-¿Tu venías de aquí, verdad? -le pregunté y el asintió.

-Los llevaré con el rey.

-¿Lo conoces?

-Soy su subordinado. Solo me dio unas vacaciones.

-De acuerdo.

Caminamos recibiendo miradas extrañas por parte de la gente, de seguro notaron que éramos extranjeros.

-Ignoren eso -susurró Kaito.

-No te preocupes.

Llegamos enfrente del palacio de Gal, la ciudad donde ahora nos encontrábamos. Se veía mucho más pequeño en comparación al castillo de Mitsaki, pero no dejaba de ser reluciente.

-¡Kaito! -una chica de coletas turquesa se acercó a Kaito.

-Un momento.. ¿Miku?

-¿Len? ¿Rin?

-Hum.. ¿Qué haces aquí?

-Hace dos años me mudé aquí. Me sentía muy sola en casa. Y no te preocupes, se la dejé encargada a tus cientos de fans -dijo Miku con una sonrisa.

-Oh, gracias por eso -le contestó Len.

-¿Puedes decirle al rey que llegué de mi viaje?

-Si, entren -Miku abrió una puerta más pequeña y nos señaló que entráramos.

Los jardines del palacio estaban muy bien adornados, con varios sirvientes y personas arreglándolos y saludando a Kaito.

Narra Len:

-¿Y te aceptaron bien aquí? -le pregunté a Miku.

-Al principio les costó -me respondió- hasta el rey desconfiaba de mi. Pero pronto nos llevamos bien y ahora ya casi nadie me odia.

-Me alegro por eso.

-Es aquí -Miku tocó una puerta grande de madera- señor, soy Miku.

-Adelante -una voz masculina se escuchó.

Abrió la puerta y entramos. De pie estaba un chico pelirrojo que se veía un poco mayor que yo y los demás. Por la forma tan extravagante de su vestimenta, uno pensaría que es un artista de circo. El hombre se volteó sonrió.

-Ah, Miku, Kaito... Veo que has regresado -el hombre desvió la mirada de Miku y Kaito y nos volteó a ver a Rin, Haku y a mi- ¿Y ellos quiénes son?

-Son amigos míos, verá, tienen algo que informarle.

-Por su forma de vestir deduzco que no son de por aquí. ¿Vienen de Nullus?

-Si, exactamente -respondí inclinando mi cabeza.

-¿Cómo se llaman?

-Yo soy Haku Yowane, es un gusto -se inclinó.

Yo soy Rin Megurine, su alteza -Rin de igual manera hizo una reverencia.

-Y yo soy Len Kagamine, señor.

-Entonces, un gusto. Yo soy el rey Fukase. ¿A qué se debe su visita?

-Venimos a informarle que la reina Sakine Meiko planea invadir en unos minutos este país -dijo Rin con un tono firme.

-¿Qué pruebas tienes?

-Esto -de mi bolsillo saqué unos papeles arrugados y se los entregué al rey -Intentamos llegar lo más rápido posible.

-En unas horas llegarán unas personas con la nuera de la reina Meiko, la señora Lucía. Ella detendrá al ejército.

-¿Y por qué no viene directamente Meiko?

-Ella... ella.. está muerta. Murió -Rin agachó la cabeza.

-¿Y cómo esperas que te crea? ¿Cómo sé que esto no es una trampa?

-Porque una simple aldeana como yo no se molestaría mucho en viajar desde otro continente para mentirle. Además, tiene las pruebas en sus manos -le respondió Rin seriamente apretando sus manos contra su ropa.

-En eso no te equivocas. Además, vienen de parte de Kaito, así que les creeré. ¿Pero de qué me servirá a mi saber esto?

-Para que pueda resguardar a su pueblo y preparar a su ejército en caso de emergencia.


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