7. Broken murderer.
Hi~ Deje este capítulo presubido porque anticipe que hoy llegaría bien tarde y no falle, aun no llego a mi casita pero estoy emocionada por el pov de Eiji así que acá estamos, chiquillos, muchas gracias por todo el amor que me han dado hoy, de todo corazoncito, me siento muy afortunada de estar acá y que me lleven aguantando tanto tiempo, gracias, de verdad. Volviendo al capítulo, les refuerzo las advertencias del inicio porque se vuelve turbio.
Espero que les guste~
Eiji está roto.
Sí.
Lo está desde antes de llegar a Nueva York, la lesión en su tobillo fue una manifestación perfecta aun si intentó volar (Dios sabe que realmente lo hizo) falló, nunca se supo reparar, más supo arreglárselas y fingir que estaba armado, eso era lo que todos esperaban de Eiji y tal vez, eso era lo que él anhelaba para sí mismo, no obstante, en algún punto fue insostenible esa farsa. Ash-u. Sí. Ash fue su punto sin retorno, mientras más tiempo estaba con Ash más podía ser él mismo y por ende, más evidentes sus grietas se hacían, una vez le habló sobre un arte japonés para reparar fracturas. Kintsugi le dijo. Sabía que Ash estaba muy ocupado en su autodestrucción para siquiera discurrir que al atreverse a anhelar una reparación hablaba de sí mismo. Eiji está roto.
Lo está desde Japón. Desde que no se atrevió a disparar un arma aun si su vida dependía de eso y al final Shorter tuvo que apretar el gatillo. Desde Nueva York. Cape Cod. Los Ángeles. Desde que Shorter fue inyectado y se convirtió en su mayor miedo. Desde que Ash le pidió que se escondiera y derribara la puerta. Desde que corrió a abrazarlo pero lo vio herido, realmente herido. Eiji no pudo hacer nada.
Dame un arma, yo me protegeré.
No quería ser una carga nunca más, al menos eso podía hacer ¿verdad? Pero Aslan no creía lo mismo.
No es necesario. Un asesino es suficiente.
Yo te protegeré. Nunca te alejes de mí.
—Lo siento por no poder cumplir esa promesa.
Eiji dice para sí mismo cargando su arma, aunque lleva tres años lidiando a diario con estas máquinas el peso del cartucho aún se siente ajeno, el olor a pólvora todavía le incita náuseas y el sonido de las balas, bang, el eco del metal atravesando la carne humana y Shorter cayendo encima, con sus latidos disminuyendo cada segundo sobre Eiji, poniéndose frío, mojándolo con las lágrimas. Mierda. Supone que cada día se ha roto un poco más y en algún momento se hará irreconocible pero si la única forma de salvar a Ash es por ese camino, qué así sea, está más que dispuesto a ir al infierno.
—Te ves intranquilo. —La impasible voz de Blanca interrumpe su hilo de pensamientos—. Me refiero a mucho más de lo usual ¿estás nervioso?
—Tal vez. —Están en el campo de tiro de los Lee, es acá donde nació un asesino y murió la inocencia.
—Estás sosteniéndola al revés.
—¿Eh?
—Y la estás cargando mal.
—No entiendo.
—Permiso. —Blanca le quita el arma—. Estabas cargándola mal, si disparas de esta forma te prometo que tu mano más tarde lo lamentará. —El adulto se sienta enfrente, no hay sillas en esta parte de la mansión Lee, solo un montón de cajas arrumbadas repletas de mercancía—. Juré haberte entrenado para que no cometieras esta clase de errores de novato, pero al parecer, no he sido tan buen maestro si ni siquiera hemos avanzado de las reglas iniciales.
—Perdón. —Eiji baja la cabeza y tensa sus manos encima de sus pantalones—. No volverá a ocurrir.
—No puedes pensar bien cuando se trata de Ash ¿eh?
—Lo lamento. —Musita encogiéndose sobre sí mismo igual que un avecilla luchando contra el helero mientras siente a la escarcha pluma por pluma volver sus alas más pesadas, no sobrevivirá esa noche y sería más fácil rendirse—. No volverá a pasar. —Más, se niega a hacerlo sin luchar.
—No te estaba regañando, no tienes que ser tan serio conmigo a estas alturas. —A Blanca no le lleva más de un segundo desarmar el arma para volverla a armar—. Acá tienes, aunque aún creo que caes en error usando una de cañón corto, no eres bueno aproximándote a tus objetivos.
—Qué gracioso. —La toma de vuelta—. Ash dijo que mi estrategia era ser directo, no tenía ni siquiera consciencia de eso, Yue me matará cuando sepa.
—Es difícil estar en el campo de batalla y mantener la mente fría ¿cierto?
—Lo es.
—Sabías que sería así. —Asiente.
—Era más fácil durante los entrenamientos. —Eiji hunde sus hombros en su chaqueta mientras todos sus dedos presionan su muñeca, justo encima del tatuaje—. Matar es difícil.
—Vivir es aún más difícil.
—Supongo.
Ambos se quedan en silencio en medio del campo, no hay mucho alrededor, solo objetivos y distintas armas que Blanca intentó enseñarle, la práctica fue dura y muchas veces deseó estar muerto durante el proceso aun si él lo inició.
¿Fue buena idea?
Aún se lo cuestiona.
Cuando Blanca le ofreció la salvación gracias a su ingenuidad idealizó la situación, se sacrificó porque pensaba que estaba roto y no tanteó las consecuencias, no lo estaba (o no tanto) ahora entiende en su propia piel lo que es cargar el mundo encima, supone que esa es la cuestión, se ha vuelto un buen actor con esto, tan convincente que a veces hasta él se cree su propia actuación sin embargo siempre aparece (o a veces busca) un estímulo que le cae como balde de agua fría para recordarle la identidad que tanto se ha esmerado en matar, esa vulnerable y genuina, la grieta de su alma, esa que se plasmó en una carta de amor, esas heridas no hacen más que agrandarse aunque ahora Eiji quiera ignorarlas.
Pero entonces mira el arma y recuerda cómo Skip alardeaba sobre lo bueno que era Aslan, ni siquiera es bueno usándola ¿qué otra razón tendría además?
—Cuando me pediste que te tomara bajo mi ala realmente pensé que estabas loco. —Blanca se mete las manos a los bolsillos para sacar una cajetilla de cigarrillos, se la extiende y aunque odia lo amargo que se sienten ¿cómo le dijo Yut-Lung? La única forma de sobrevivir es con un vicio—. Tenía pensado irme al Caribe y hasta dónde sabía tú y Ash se irían juntos a Japón.
—No pude. —Prende el cigarro, se atraganta con el tabaco—. No pude aparecerme en el aeropuerto.
—¿Creíste que Ash aparecería?
—No. —Sonríe con tristeza—. No era una decisión propia de él a pesar de todo.
—Y aun así... —Blanca le sonríe a través del humo—. Tomaste esta decisión para salvarlo a él y lo has perdido absolutamente todo durante estos años incluyendo quién eras, apuesto que no te reconoces si piensas en el pasado y es lo esperable, no estaríamos haciendo bien ese trabajo si todavía hubieran atisbos de quién eras. —Hay una trampa en esta charla como siempre cuando charla con Blanca, acá denota su fascinación por los acertijos—. Pero has estado flaqueando con Ash.
—Ah. —Acá está—. Lo siento. —La puñalada.
—No te estoy regañando, te estoy advirtiendo, te enseñé a esconder mejor los sentimientos pero ya van dos veces en que te dejas llevar y saboteas el plan.
—¿Qué se supone que hiciera? —Su voz escapa rasposa a causa del humo—. No podía dejar que ese sujeto lo... Ash no merece que lo rompan así.
—Él cree que lo merece.
—¡Eso no significa que sea verdad! —Se para a la defensiva—. ¡Ash merece vivir en paz!
—¿Ves? Lo estás haciendo otra vez. —Una prueba—. Te alteras cuando se trata de Ash, necesitas ser más consciente de eso. —Reprobó—. Te pasó lo mismo cuando lo sacaste a bailar, el plan era llevarte a Evanstine lejos de la pista, no a Ash.
—No podía dejarlo solo.
—No puedes mandarle este tipo de mensajes o va a sospechar, si quieres que él supere al Eiji anterior no debes seguir actuando como tal, demuéstrale que eres igual que él.
—No soy igual que Ash.
—Tienes razón. —Blanca se levanta de las cajas, se acerca, Eiji traga duro, todavía resulta intimidante tener a un hombre tan hercúleo parado enfrente—. Tú eres mucho mejor, eres mi nuevo pupilo y no por nada hemos construido tu reputación estos tres años, así llamaste su atención, te convertiste en un asesino de su nivel.
—No le des tanto crédito. —Yut-Lung interrumpe—. Ya la ha jodido dos veces desde que empezamos y no llevamos ni la mitad de los objetivos, no fregaré otro de sus desastres. —Sus ojos son impasibles.
—Lo siento. —Fríos. Rencorosos. Vengativos.
—No me sirven de nada las disculpas. —Gruñe—. Te recuerdo que eres de mi propiedad y si te ayudo no lo hago por caridad, hay algo que necesito que me des. —Le aprieta su muñeca haciendo hincapié en el tatuaje del clan. Una marca. Una promesa. Una cadena—. ¿Lo entiendes, Okumura?
—¿Era necesario que le hicieras daño a Ash? Tú no me amas, tú me odias. —Eiji le rebate en su lugar.
—¿Era necesario que hicieras todo esto a escondidas de Ash?
—Yut-Lung.
—Tú tampoco quieres que él se entere de lo que verdaderamente hiciste, hipócrita.
Es inútil reclamar o intentarse defender, ha aprendido que para Yut-Lung él es desechable, una presa con la que jugará y se aburrirá, algo que puede reemplazar en un santiamén y eso lo mata, le provoca impotencia ser quien más dependa de esta relación y más considerando que el miedo en cierta parte le prohíbe sublevarse puesto que Yut-Lung tiene información que Ash no puede saber, de seguro no darle más riña es instinto de supervivencia, se dice, hubo un tiempo en donde incluso luchaba contra Blanca y es una tontería, pero ya no puede, está cansado, está realmente cansado. Cuando veía este tipo de relaciones en Ash sea con Dino o con los otros sujetos que lo herían, no lo miraba a cabalidad, es fácil criticar desde afuera a la víctima por no correr y salvarse, más, a veces esto resulta muy difícil e incluso imposible estando en pleno fuego. Suspira. Así funciona este mundo de violencia.
Yut-Lung lo rompe.
Eiji es el roto.
Es una simetría un tanto graciosa, lo destroza bajo la excusa de que lo hará más fuerte cuando quiere probar sus límites solamente y aun así, es quien une los escombros, no existe testigo de esta relación además de Blanca (quien está involucrado también) son un secreto, los tres lo son, están unidos por la misma causa, están rotos, aunque saben que hay algo jodidamente enfermizo en esto, siguen acá.
—¿Por qué lo odias tanto? —Finalmente se atreve a preguntar—. Ash nunca te hizo nada, ni siquiera lo recordaste durante estos años.
—Esto no se trata de Ash. —Gruñe, apartándose.
—Lo hace. —Pero Eiji se mantiene reticente—. Nunca te interesaste por mí. —Lo empuja hasta mirar dónde se encuentra el límite, es peligroso y el castigo inherente, sin embargo, necesita desglosar su propio rompecabezas—. ¿Por qué odias tanto a Ash? —¿Por qué me odias tanto a mí?
—Tengo mis asuntos personales con ese sujeto.
—¿Cuáles?
—¿Con qué derecho preguntas? —Ríe—. Durante tu última misión fuiste afortunado, permitiste que te vieran matando al senador y si no fuera por Blanca habrían testigos. —Ash tenía razón tras hallarlo ensangrentado, entró en shock porque una cosa es matar pedófilos y abusadores.
—No fue problema matarlo, Eiji aún es nuevo en el campo y no ha salido a misiones sin mí antes. —Pero para Eiji sí fue un problema.
—¡No lo defiendas, Blanca!
—Yut-Lung. —Porque una cosa es matar a gente mala.
—Ese hombre era inocente. —Y otra cosa muy distinta es matar a quienes no lo merecen, no se cree Dios para juzgar quién merece vivir y quién no por supuesto y no obstante, es personal porque a sus ojos deberían morir quienes lastimaron a Aslan—. Era inocente y...
—Y murió ya que fuiste muy lento para matar al senador. —Yut-Lung es cruel—. Hoy te toca asesinar a Froggy, el sujeto que le sacaba fotografías a los niños y trabajaba grabando videos con Marvin, con razón odiaba las cámaras, he visto el material, es francamente grotesco pero bueno, es solo un peón que mantiene a los de alto mando seguros.
¿Ash odiaba las cámaras? No, eso no puede ser porque Eiji siempre...
Me gustaría preguntarte sobre tu pandilla para un artículo en una revista, pero antes que nada ¿puedo hacerte unas fotografías?
Entonces Ash los miró con una inexpresividad que al inicio confundió con intensidad, si bien, Eiji aun no comprendía las costumbres americanas asumió que era a raíz de una brecha cultural, volteó lento y progresivamente su rostro, sus jades se clavaron en el piso y su boca se tensó cuando por fin habló:
Menos mi cara.
—No sabía que Ash odiara las cámaras. —Se maldice a sí mismo porque se suele enterar de las cosas al final cuando es tarde, demasiado tarde y eh acá las consecuencias—. Si tan solo hubiera sido...debí ser más fuerte, debí verlo, debí haberlo presentido, pero no lo hice.
—Eiji.
—Estoy listo. —Lo decide—. Soy un profesional y no actuaré diferente, ni siquiera sé porque colapsé.
—Porque viste cómo se llevó a Ash a su cuarto. —Lo confronta y le quita el cigarro, el papelillo pende hacia una poza de barro—. Sino quieres que eso pase otra vez, sé más rápido que Ash.
—Sabes que me pone nervioso ser tan directo con los objetivos, Yue.
—Entonces vuélvete mejor actor. —Algo se fractura en las pupilas del más joven al decirlo—. A todos nos toca hacerlo en algún momento.
—Yut-Lung.
—No se te olvide que si te hundes tú, nos hundimos todos.
—No se me olvidará.
¿Cómo podría olvidarlo luego de esa noche juntos? Yut-Lung no mintió acerca de lo íntimos que son.
Eiji parte a la misión.
El plan es interceptar al objetivo en uno de los múltiples bares que atiende en Downtown, Blanca le ha acomodado la pistola en el tobillo para pasar disimulado y que seguridad no lo descubra, no debe ser nada nuevo, ha matado antes, ha ido a terreno enemigo y se construyó esa reputación del pupilo de Blanca a pesar de sus expectativas negativistas. Nada de esto es nuevo. Nada de esto es ajeno. Y nada de esto es vano. Por ende carece de motivos para sentir al corazón taladrándole en la garganta.
—Eiji. —Pero no está solo en esta misión.
—Ash.
Y claro que luce como un modelo con su pelo completamente rebelde cayéndole en una cascada de oro hacia las pestañas, enmarcando ojos que son tan hermosos que impresionan no ser reales y más lo son, dentro de estos se refleja un alma extraordinaria (aunque solitaria y herida) se ve imponente. Deslumbrante. Precioso. Pero no se mira como su Aslan, no más. Eiji se para enfrente con una sonrisa tímida intentando disimular lo jodidamente enamorado que sigue de este hombre y comprendiendo que está fracasando, sí claro, Blanca le puede haber enseñado sobre cómo disociarse y llevarlo sobre las situaciones más tortuosas para que lo practicara no obstante, algo en este hombre destruye cada una de esas enseñanzas, Blanca tiene razón, si pretende que lo supere no puede seguir actuando tal como el viejo Eiji lo haría.
Debe ser duro. Despiadado. Violento. Un asesino.
—Eres precioso. —Y sin embargo, sus ojos se posan en su imagen como si estuviera famélico de Ash.
—¿Qué?
—Eres precioso. —Repite sin saber por qué sus pupilas repasan sus facciones, las delinean deseando poderlas atesorar, su rostro está más tenso y masculino, ya no luce tan juvenil con la barba fantasma asomándose por debajo del mentón, su mandíbula impresiona más dura y su cuerpo más musculoso que antes, está grande, es un adulto, no su chico de diecisiete años, aun así...—. Deslumbrante como brillo de girasol, un jade bajo el alba, eres precioso.
Aun así...
—A ti no te sientan bien esa clase de ropas. —Eiji baja la mirada hacia la vestimenta que Yue le eligió para la misión, ninguno ha venido muy formal, Ash usa sus típicas prendas simples, Eiji es una versión más incómoda de sí mismo con un ápice de elegancia—. Me gustabas más en tus suéteres de pájaros feos.
—Pensé que odiabas a Nori Nori. —Bromea.
—Lo hago. —Ash esquiva su mirada—. Pero en ti lucían bien. —Sin importar que lo haga Eiji es capaz de vislumbrar el sonrojo coloreando las mejillas y es adorable, supone que en el fondo no cambiaron al punto de ser irreconocibles, asume que en una parte de sí mismos siguen siendo Ash y Eiji no más.
Tontos. Enamorados. Imprudentes.
«Mi alma siempre estará contigo».
—Deberíamos entrar. —Aslan le extiende una mano con timidez—. Hagámoslo abrazados.
—¿Eh?
—Es un bar gay, llamaremos menos la atención si fingimos ser pareja. —Y ambos vislumbran la tenue mentira y la verdad que se esconde detrás de esta—. ¿No lo crees así?
—Estoy de acuerdo. —Deciden creerla—. Deberíamos fingir ser una pareja aquí.
Así que entran al bar abrazados.
Mierda, duele abrazarlo.
Pero se abrazan, no se cohíben, se tocan como siempre ansiaron tocarse aunque nunca se atrevieron a hacerlo a pesar de la tensión correspondida, sabía que Ash se contenía para mantener esa distancia intocable entre ellos, no porque fuera evidente, lo notaba en detalles ínfimos y etéreos, en la manera en que el lince se arrodillaba frente a la cama y apretaba las sábanas, más, nunca le tomaba la palma, en cómo solo le tocaba la nuca para protegerlo de los golpes o cómo deslizaba sus dedos encima de su frente para tomarle la temperatura, Ash siempre lo tocó estrictamente cuando era necesario fuera del beso en prisión. Es diferente, cree. Porque en ese entonces Ash no estaba enamorado de Eiji y él tampoco estaba enamorado de Ash, eso hizo las cosas más simple dado que mientras más lo amaba, más consciente se volvía de sus toques. Hubo un punto en que Eiji empezó a anhelarlo. Y un tiempo en que Ash también lo anheló.
Tiempo de abrazos en las azoteas con batas de doctores, tiempos en dónde se colaba en silencio en la cama ajena para calmar las pesadillas, tiempos de consuelo, de jugueteo en Cape Cod, el anhelarse dar "los cinco" para acabar con las manos entrelazadas. Poco a poco descubrió que realmente amaba que Ash lo tocara, pensó que quizás podría gustarle el contacto físico, más, le bastó una sacudida en ese mundo de asesinatos para comprender que no, que le gustaba dado que era con Aslan. Hipócrita.
¿Con qué derecho se atreve a amarlo? Él lo dejó.
Eiji le rompió el corazón.
Les rompió el corazón a los dos.
—¿Qué? —Y aun así, acá está—. ¿Qué miras tanto? —Enrollando sus dedos en los mechones que le penden por el oído, jugando con esos cabellos ligeramente más largos que le dan un aspecto galante.
—Te extrañé. —Entonces se permite decir esto a pesar de la confrontación anterior—. Es tan extraño cómo te eché de menos a ti pero no a mi casa.
—Nunca fuiste muy apegado a tu familia.
—Ni qué lo digas. —Bufa—. Pero creo que es mejor para ellos no saber de mí, para Ibe-san también.
—Realmente te fuiste por algo grave ¿no? —Eh acá una diferencia importante en relación a cualquier encuentro previo que han tenido: Ash quiere escucharlo y luce totalmente dispuesto a hacerlo de la forma más incondicional posible, ya no puedo, perdón—. Eiji.
—No me llames con esa voz. —Suplica.
—Mi dulce Eiji. —Pero entonces sus dedos se entrelazan y Ash presiona un beso en sus nudillos, este gesto lo quema, lo envuelve en un fuego mortífero que poco a poco calcina su piel, huesos, alma, su corazón, todo, se quema, se hace cenizas y se pierden las cenizas—. En la fiesta de Evanstine después de que bailáramos me preguntaste si haría una diferencia si me lo explicaras.
—Y tú dijiste que no.
—Me equivoqué. —Aprieta un poco más su mano—. La haría, haría una diferencia.
—Ash.
—Debí escucharte antes, lo lamento.
—Ya no podemos.
—Creo que tú y yo hemos estado tratando de actuar como dos personas diferentes y por eso ninguno se ha logrado mantener consistente con su indiferencia, me pides que me aparte de ti, me tratas con frialdad y aún así, me vas a salvar a la pista de baile al verme incómodo, te acurrucas a mí cuando te duermes y sigues mirándome con esos ojos... esos ojos que nunca he podido olvidar.
—No debemos. —No ahora, no con ellos mirando, no con ellos sabiendo, no con ellos cazando.
—Lo mismo es para ti. —Lo calla—. Te he atacado con palabras mordaces y crueles, pero no te puedo dejar solo si te veo incómodo o dolido o triste, no puedo, me rindo, Eiji ¿qué quieres que te diga? Tú ganas en ese sentido, no sé por qué te convertiste en sicario, no sé por qué Blanca aceptó entrenarte, no entiendo tu relación con Yut-Lung, pero nada de eso me importa.
—Importa. —Se resiste y lo mata—. Claro que importa ¿cómo siquiera podría...?
—No importa para mí, estoy cansado de fingir.
—Soy un asesino ahora. —Intenta mantenerse firme puesto que perpetúa las palabras de ese equipo que aun depende de él, esto fue su idea, Eiji prendió esa llama, por ende, no puede sorprenderse al darse cuenta del detonante—. No soy el Eiji que quisiste. —No puedes quererme más, me rompieron.
—Lo eres. —Lo rebate—. Sigues acá, lo veo.
—Ash.
—Te amo.
—¿Qué? —Eiji muere en este instante. Se hace mierda. Queda hecho trizas. Perece. Flota. Se esfuma.
—Joder, no sabes las ganas que he tenido de decirte esto. —Lo suelta—. Perdón por no decirlo antes, pero te amo.
—Lo siento por no ir al aeropuerto. —El corazón se le quiebra—. Quería, realmente quería tener una vida tranquila contigo.
—¿Por qué no fuiste?
—Porque ambos estamos atados a un pasado tormentoso y si arrastramos eso, nunca podremos...ni siquiera sé si ahora tengo el derecho a desearlo.
—Oh, Eiji.
—Perdón.
—Sigues siendo el mismo Eiji para mí, no creo que te hayas roto, no creo que seas un asesino ni nada de lo que dices ser o al menos, no me importa, sigues siendo Eiji, mi Eiji.
Perdón.
Se quedan el resto de la tarde charlando en el bar, es malditamente extraño retomar su vida con Ash porque a veces se ve lejana, tan lejana como si su propia existencia hubiera iniciado luego de conocer a mayor cabalidad a Blanca y haber llegado a las garras de Yut-Lung y a fin de cuentas es más y menos libre que la versión de su pasado, solo que hay días en donde duele más recordar esta vida doméstica con Aslan, hay días en donde sigue pateando cajas mentales y zurce heridas con la aguja que también las abre, es acá donde se cuestiona si estará haciendo lo correcto, pero aunque la respuesta sea "no", no existe vuelta atrás. Quiere fingir que sí existe. Acá, en los brazos de Aslan.
—Si gano el primer lugar. —El aliento de Ash le golpea el cabello, es tibio, tiene una chispa de alcohol, lo tiene abrazado contra su pecho porque sabe que al soltarse volverán a ser los de antes—. No estoy interesado en el título de sicario ni nada, solo quiero ayudarte a salir de lo que estás.
—No estoy solo en esto, no puedo tomar esa clase de decisiones así. —Aun si dice eso se aferra con desesperación a esos fuertes brazos que lo envuelven por encima de su pecho, ahora soy la cucharita pequeña, entonces piensa incluso si siguen sentados—. No puedo traicionar a Yue.
—Entonces déjame unirme a ustedes.
—Ash. —Lo reprocha—. No quiero verte más en este mundo.
—Hagamos un trato. —Se separan y aun así, el corazón de Aslan arremete con fuerza en los tímpanos del nipón, mientras que el suyo amenaza con salir disparado de su propio pecho y tomar un taxi lejos del bar—. Si yo gano esta contienda me dejarás ayudarte en lo que sea que estés pasando.
—Bien. —Acepta con confianza—. Si yo gano dejarás esto para siempre.
—Pero...
—Tú y todos los chicos de la pandilla, no los pretendo ver más en ese mundo de muerte ¿es un trato?
—Es un trato.
Lo cierran con un apretón de manos.
Cree que las cosas irán bien, tiene confianza en que ganará y de hecho, el segundo que Ash se levanta para ir al baño Eiji se escabulle hacia las habitaciones superiores, Yut-Lung lo hizo estudiar el sitio, si tiene suerte Aslan estará demasiado ebrio para regresar, pasea entre los diferentes cuartos y algo se siente... fuera de lugar, para ser un burdel escondido está demasiado silencioso, posee una sensación incómoda enrollándose ante sus tripas. Regresa, dice la voz en su cabeza. Pero si regresa no le ganará a Ash y sino le gana a Ash no estará a salvo. Así que sigue adelante.
—No te entrenaron bien, ¿verdad? —El frío del cañón le respira en la mejilla—. Noté tu actitud desde que entraste.
—Yo no... —Un golpe rechista en el pasillo.
—No te estoy preguntando. —Froggy le mete el arma en la boca—. Supongo que podré hacerte todo lo que quiera ahora ¿no? A menos que quieras que tu amiguito se nos una, me es un poco familiar.
—¡No! —Se rinde—. A él no.
—Así me gusta.
Yut-Lung le enseñó a disociarse para esta clase de momentos, así que usa toda su fuerza para hacerlo puesto que no desea que Ash lo encuentre en este estado, eso lo matará, debe ser rápido y encontrar una brecha de distracción para tomar su arma o cualquier otra cosa y acabar con esto pero el hombre no se la deja fácil y toca en lugares que siempre quiso que Ash tocara y lo besa y lo transgrede, quiere irse del cuarto, en un punto lo logra, en un minuto queda inerte sobre las sábanas concentrado sobre el techo y los patrones de la lámpara mientras las lágrimas calientes corren por las mejillas y hay una insoportable intromisión en su parte baja. Me está rompiendo. Me está matando.
No sabe lo que piensa en este momento, no sabe si este realmente es su cuerpo porque todo parece irreal y desconectado, más en algún punto vuelve al cuarto y hay sangre manchando las sábanas, su cuerpo está desnudo, Froggy igual, lo primero que registra es dolor y un grito, el grito es suyo, aprecia a su mano entumecida por el peso del cartucho, quiere vomitar, pero hay vómito en las sábanas, sus piernas no le permiten levantarse, hay algo resbaladizo entre sus muslos y va a vomitar otra vez, está temblando, todo se siente asqueroso y sucio y pegajoso y mal.
Debe recomponerse.
Intenta levantarse como puede, necesita irse porque está muerte fue escandalosa y si lo atrapan van a atrapar a Yut-Lung y a Blanca de paso.
—Eiji... —Pero entonces Ash lo ve horrorizado y...
Eiji está roto.
Es un asesino dañado.
¿Tenemos más povs de Eiji? Hell yeah, esta es solo la punta del inceberg y el viernes vamos a cachar más o quizás antes dependiendo de cómo es recibido este capítulo, pero pucha, igual espero que les haya gustado, para irles clarificando y que no quede tan confuso, lo que Eiji cree de Yue y Blanca no necesariamente es la verdadera razón por la que lo ayudan, no crean que estos tres estan tan alineados.
Nos vemos~
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