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5. Damaged bunny.

¿Nos atrasamos un día? Nos atrasamos un día, pero me justifico porque siempre hay partes mientras escribo los fics en donde tengo una crisis existencial de: ¿qué diablos es esto? Nada de lo que escribo tiene sentido y me hago bolita para llorar. Me gusta mucho este fic, pero al mismo tiempo me tiene muy nerviosa, así que en el peor de los casos será otro fic olvidado en mi perfil espero, no sé, divago para tragarme los nervios. Seguimos en el tren, seguimos con Ash, se acabó la parte hasta donde estaba escrito previamente el fic, así que vamos con todo.

Gracias por leer~

[Aunque sueles esfumarte y aislarte cuando las cosas se vuelven jodidas esta vez estamos realmente preocupados, no te vimos bien cuando te fuiste, asumo que si no nos dijiste nada es porque mordiste el anzuelo de Blanca y seguiste a Eiji, hablemos, por favor].

Ash cierra el mensaje de texto de Shorter.

Tira la nuca contra la funda de cuerina, el remecer de las ruedas sacude sutilmente las hileras de un lado a otro, afuera está nevando, por ende las vigas deben estar congeladas lo que explica el chirrido que va in crescendo. Clac. Clac. Clac. Tensa sus dedos encima de su frente y ejerce tanta presión que espera llegar a su cerebro o al menos revolverlo ¿en qué diablos estaba pensando al venir acá? Aslan no entiende si aceptó esta competencia porque verdaderamente le importa el título de mejor sicario o si una parte de sí mismo anhelaba pasar tiempo con Eiji, de hecho, lo tiene acurrucado encima del traje igual que un conejito y al parecer no tuvo problemas en corresponder, el toque es consensuado a pesar de todo, es agradable, es amable, es algo que le hizo mucha falta, de repente, quiere sollozar.

No lo hace.

No se romperá frente a Eiji, su enemigo, su competencia, un asesino.

En su lugar se queda acurrucado sin intercambiar palabra alguna, se atreve a saborear la calidez que desprende el cuerpo ajeno, es ilógico, se supone que amó a Eiji por su inocencia e ingenuidad y otras cosas que no calzan con el perfil de un homicida ¿qué lo mantiene tan aferrado a ese chico? Perderlo hace tres años lo cambió irreparablemente, lo sabe, tanto sus hombres como Max y Jess se lo dijeron con la esperanza de que cambiara, no lo hizo, sino que aceptó esa fachada. Lince. Leopardo. Dañado.

Ash está dañado.

No es cómo Eiji.

—As... —Pero Eiji está balbuceando un par de palabras en su sueño, Ash conoce demasiado bien los síntomas para ignorarlo—. Ash.

—¿Eiji?

—Perdón. —Repite inconsciente, sus mejillas se han humedecido por un llanto desconocido y su paz previa se ha desvanecido—. A-Ash. —El aludido lo aparta de golpe, sus quejidos lo ponen hiperalerta aunque odia entrometerse en los problemas de los demás ¿cuántas noches Eiji lo consoló?, ¿cuántas veces le permitió meterse a su cama en busca de alivio sin decirle nada?

—Eiji. —Lo llama despacio, intenta ser suave y gentil porque así era como Eiji lo hacía—. Es un sueño.

—¡Basta! —Eiji se levanta tras un grito seco sentándose demasiado rápido en la butaca del tren con el pecho subiendo y bajando erráticamente, las gotas de sudor escurren desde las puntas de su fleco igual que una lluvia primaveral mientras los botones de su camisa se expanden—. ¿Dónde están Yue y Blanca? ¿Dónde están todos?

—Fue un sueño.

—¿Un sueño? —Ríe sin gracia encogiéndose dentro de su saco, tiritando y atrayendo los puños hacia sus rodillas, es extraño verlo con ropa más elegante y formal en vez de sus suéteres cómodos aunque dignos de un abuelo—. Cierto, una pesadilla.

—Estás en el tren, conmigo. —Ash repite congelándose en el aire, quiere tocar a Eiji para confortarlo pero sabe que hacerlo será un punto sin retorno, por ende se contiene—. Solo fue una pesadilla, no fue real.

—Ojalá solo hubiera sido un mal sueño. —Eiji se aparta al notar esa cercanía, pegándose a la ventana a pesar del frío transparentándose en su aliento, no hay calefacción en el cuarto—. Lo siento.

—¿Por qué te disculpas?

—Lo siento, Ash.

—Eiji.

—Lo siento por todo.

Por respeto a su pasado Ash no lo obliga a abrir temas que son demasiado dolorosos para abrir dado que nunca se sintió forzado por Eiji para mostrarle lo jodido que estaba, eso debió haber deteriorado sus defensas, su cuerpo no es suyo, su vida no es suya, su voluntad se apagó y si algo le queda asume que es su alma, que por eso es reticente con quién deja pasar, si queda tan poco de sí mismo debería tener el derecho de escoger quién ve más allá y quién no. Supone que quiere que Eiji se sienta de la misma manera a pesar de su actual enemistad, por ende, respeta su silencio, más ¿acaso ese silencio no lo está convirtiendo en cómplice? y aunque lo hiciera ¿qué importa? Eiji no le debe nada así como Ash tampoco le debe nada.

Eiji tiene a Yut-Lung ahora y es el discípulo de Blanca, no hay lugar para Ash, no hubo lugar del inicio.

—Pasaste por cosas duras estos años separados. —No está preguntando ni confrontando, arroja esa sospecha que lleva un tiempo hirviendo en su cabeza—. ¿No es así?

—Así es. —Eiji se aferra a los hombros de su chaqueta y se tira con fuerza como si su propio silencio lo estuviera matando, al final asume que ambos son muñecos desgarrados—. Han pasado cosas muy duras desde que nos separamos, realmente quería quedarme a tu lado y sufrí mucho por no hacerlo.

—Si tanto querías quedarte a mi lado ¿por qué no lo hiciste?

—Porque no podía hacerlo.

—Suena a una excusa.

—Puedes pensar lo que quieras. —Eso es nuevo, Eiji se ha puesto defensivo—. Estoy agotado de ser siempre quien te acoge y comprende, ni una sola vez siquiera te pusiste en mis zapatos ¿acaso sabes lo frustrante que era quedarme encerrado todo el tiempo sin saber absolutamente nada? Debí serte una carga muy pesada, por eso nunca te despedías.

—¿De dónde viene esto? Nunca fuiste una carga, sino te decía las cosas era para protegerte. —Trata de defender lo indefendible ¿por qué lo afecta tanto? Esto es pasado y no tiene relevancia con Corsa.

—Ash. —De repente sus ojos lo miran con una seriedad impropia y aprendida, el nombrado se queda congelado en su asiento y poco a poco siente al frío colarse hacia las grietas de su alma—. Ni siquiera te planeabas despedir de mí, si yo hubiera sido tan importante al menos podrías...

—Me planeaba despedir de ti.

—Mandaste a Bones y Kong para que me llevaran a rastras al aeropuerto. —Se refiere a lo vivido en Coney Island cuando pensó que no saldría impune de la pelea con Arthur—. Y lo siguiente que sé de ti es que estás en las noticias y te anuncian como muerto.

—No tuve la culpa de eso.

—Ni te la estoy echando, pero sí tuviste la culpa de dejarme afuera cuando yo quería entrar, si había elegido ser parte de tu mundo estaba consciente de las consecuencias.

—No quería que te perdieras a ti mismo. —Alza la voz.

—¿Y cómo resultó? —Eiji ríe con ironía—. ¿Me reconoces?

—No. —Los ojos del nipón se cristalizan, no lo demuestra en su rostro impasible o en las expresiones ensayadas, sin embargo, su mirada no sabe mentir y ahí ve el daño que ha hecho—. No te reconozco.

—Entonces supongo que no sirvió de mucho tu sobreprotección.

—¿Puedo saber una cosa? —Ash intenta atajar la discusión, entiende que si siguen escalando Eiji es capaz de cometer otra imprudencia como lo fue acercarse a su objetivo, no puede permitirlo—. ¿Me decías en serio eso de ir a Japón?

Y bastan de esas palabras para que Eiji vuelva a ser su Eiji, sí, ese mismo chico que le suplicó que por favor lo acompañara a Japón porque no conocía otra forma de protegerlo o de cuidarlo, supone que Eiji en realidad creyó que sacándolo de Nueva York podría sacarlo de sus traumas, el recuerdo punza.

No quiero perderte, haría lo que fuera por ti.

Ay, Eiji.

Ven conmigo a Japón, allí no necesitarás una pistola. Podrás volver a nacer. Podrás ser libre. No quiero hacerte pelear de nuevo. No quiero que te enfrentes a más peligros.

Entonces, Ash sonrió con una de esas sonrisas que solo eran para Eiji y lo observó con suma devoción ya que nunca nadie se había preocupado así por él. Gracias, yo también quería ser como tú. Al chocar con más reticencia él le gritó que aun podía y que podía hacer cualquier cosa que quisiera ¿cualquier cosa? Incluso si Aslan sabía que estaban viendo a futuros diferentes se permitió soñar por esa vez y solo por eso, le pidió que le enseñara japonés y dejó de actuar como un leopardo, ¿eso fue mentira?

—Lo decía en serio. —La respuesta duele más de lo que se imaginó

—Pero me dejaste. —Gimotea con el corazón roto—. Me dejaste solo y yo te amaba.

—Lo hice. —Musita, elevando su mentón—. A veces debes sacrificarte para proteger a quien amas. —Es hilarante rebatir esas palabras, Ash lo hizo, se sacrificó incontables veces durante todo el drama del banana fish, entregándose a Blanca, volviendo a la mansión de Golzine, permitiendo que Fox lo abusara en una bodega vieja con tal de mantener a Eiji a salvo.

—Tienes razón. —Y Eiji también lo hizo, queriendo aprender a usar armas, robándose un automóvil de policía apenas se conocieron, permitiendo que le usurpara su primer beso, haciendo de cebo en aquel entramado de alcantarillas porque genuinamente creía que su vida valía algo y basta.

Basta de autocompasión, no es momento para revincular con un viejo amor, si vinieron fue para así poder matar a los afiliados de Corsa y evitar que saquen una versión peor de la droga o se consolide otro Dino Golzine, si vinieron es porque Ash necesita del título de mejor sicario para poder hacer las paces con su pasado, si vinieron es porque no confía en Blanca ni Yut-Lung y por defensivo que trate de ser Ash ve que lo está pasando mal. Amantes. Enemigos. Lo que sea. Merece saber qué pasa. Ash no actuó como un leopardo siempre. ¿Eiji? ¿Qué es Eiji?

—¿Quieres ir a desayunar antes de registrarnos en el hotel? —No precisa resolver lo que siente en estos instantes porque les quedan meses juntos, pero al menos debería tratar de llevarse bien.

—¿Natto? —Eiji le responde con un semblante brillante.

—Diablos, no.

Y de repente es fácil olvidar que han cambiado, Eiji sigue siendo Eiji, piensa. Esa chispa de ingenuidad que tanto deseaba atesorar en este cosmos de violencia sigue ahí, inmaculada, la distingue con una claridad arrebatadora cuando se bajan del tren y van a desayunar al hotel, cuando lo escucha hablar inclinando su cabeza como si fuera lo más interesante del universo y estuvieran en una burbuja de irrealidad, lo aprecia cuando hace un puchero porque le ha quedado espuma sobre la nariz y chilla a causa de la amargura del café, sigue ahí, Eiji siendo Eiji, tan Eiji.

—Extraño desayunar natto, deberían venderlo por aquí. —Deja escapar el pensamiento, esa noche de insomnio aturdió sus facultades mentales, y bueno, de alguna manera Eiji es transparente a pesar del oficio, lo repasa una y otra vez. ¿Qué busca Blanca en él? ¿Por qué lo convirtió en un asesino?

—No extraño desayunarlo. —Ash bufa, llevándose la taza hacia la boca, el vapor del café repasa una sonrisa fantasma, hace cosquillas. El comedor está tranquilo y su objetivo ya se ha registrado—. El aroma era insoportable, nuestro refrigerador siempre apestaba.

—¡No es verdad!

—Claro que lo es. —Rebate entretenido. —Los vecinos se quejaban de que todo el edificio apestaba a alcantarilla y calcetines sucios cuando lo cocinabas, incluso tus amigas amas de casa lo odiaban. —Entonces, el sicario más peligroso del mundo lo patea debajo de la mesa, muy maduro de su parte.

—A Yue tampoco le gusta el natto. —El ambiente cambia.

—¿Cuándo se volvieron cercanos? Antes te quería matar.

—Hace bastante. —Debe indagar más profundo—. Hace unos tres años.

—¿Cómo pasó?

—Fue una simple casualidad. —Miente y es un terrible mentiroso.

—¿Cómo? —Insiste aunque no lo desea presionar—. ¿Cómo se te acercó? Los chicos te cuidaban en el apartamento ¿él te hizo daño? —Entonces Eiji se levanta de la silla, dejando encima de la mesa la taza de té, saboreando el vapor que pende y adormece sus mejillas una última vez.

—Iré a vigilar al objetivo. —Dice con un tono tan indiferente que lo congela por dentro, recubriendo sus órganos con una densa capa de escarcha, convirtiendo a sus costuras en su carcasa congelada—. Esto es una competencia para ganar un título, no somos amigos, Ash.

—¿Realmente quieres eso? —No responde, en su lugar, le da la espalda.

—Ahora somos iguales, ya no tienes que protegerme.

Se va.

Se va otra vez.

Queda horriblemente confundido mientras juguetea con los restos de café que penden en el fondo de la taza de porcelana, siente a las costuras en su interior tironear con cada respiración, advirtiendo sobre lo frágiles que son sus hilvanes y que si tienta su suerte un poco más se despedazará ¿por qué le afecta tanto que Eiji le dedique esas palabras? El bastardo le quebró el corazón y desde que Blanca los presentó otra vez no ha sido más que un dolor de culo, Eiji no lo quiere y ya, nunca le importó y se odia por no poder creerse eso, porque sabe que Eiji no actuaría sin una explicación y que si Blanca y Yut-Lung están involucrados algo anda muy mal.

—Te he estado buscando. —Al estar tan ahogado en sus propios pensamientos ni siquiera se percató de la presencia de su objetivo, el viejo se sentó a su lado con una mueca coqueta que francamente le es asquerosa y solo resalta sus arrugas junto a sus dientes amarillentos a causa del cigarro—. Ash Lynx ¿verdad?

—No recuerdo haberle dado mi nombre completo para que lo sepa. —Debe mantenerse calmo, si el tipejo lo está abordando luego del incidente del tren debe querer algo a cambio—. Es de mala educación ser tan directo en un cortejo, ¿nadie se lo enseñó?

—Lamento haberte ofendido de esa manera, pero tu rostro me parecía familiar e indagué. —Musita, presionando sus muelas ambarinas en los bordes del vaso, intentando mantener su panza obesa en su camisa, le recuerda a Marvin de cierta forma, un cerdo blanco—. Eras el favorito de Dino.

—Tal vez. —Sonríe—. ¿Algún problema si lo era?

—No te pongas arisco conmigo. —Por supuesto que el objetivo se siente con el derecho de tocarlo y abrazarlo por la cintura, ha pasado su vida entera lidiando con quienes creen tener alguna clase de derecho sobre él—. Podríamos pasarla bien si me permites jugar.

—¿Qué tiene en mente? No soy fácil de conquistar.

—¿Tienes idea de con quién estás?

—Con alguien bastante poderoso supongo. —Intenta seguirle el juego e inflarle el ego, eso siempre funciona si se hace el tonto—. No entiendo de política, pero escuché que su cargo es importante.

—No hablo de mí. —Lo detiene—. Hablo del otro chico.

—¿Eh? —Alto, alto, alto.

—El extranjero. —Esto no estaba en el plan—. Eiji Okumura. —Intenta mantener la compostura con una sonrisa cortés y calma, sin embargo, sus entrañas se encuentran hirviendo con una mezcolanza indescifrable que se expande por doquier para presionarle la garganta, es angustia.

—No sé de qué está hablando. —Ash está angustiado.

—El nombre del chico me resultaba familiar, por eso lo investigué entre mis conocidos.

—Seguramente la información que encontró es falsa.

—Eiji Okumura. —Repite divertido, arrugando su bigote hacia su obesa nariz—. La perra de Yut-Lung Lee.

—¡Él no es...!

Shh. —Musita como lo haría con un caballo asustado—. Siéntate.

—No te atrevas a insultarlo otra vez.

—Siéntate si quieres seguir hablando conmigo o perderé el interés por tu cara bonita. —Obedece, arrojándose de golpe contra el asiento de madera.

—Habla, ¿qué sabes de él? —El objetivo sonríe satisfecho manoseándolo desde la cintura hacia la cadera, reclamándolo como su propiedad, así funciona este mundo.

—Es el favorito del clan Lee.

—Explícate.

—No estás en posición de ordenar, pero como me intrigas te puedo premiar.

—Di de una maldita vez lo que quieres decir, no des tantas vueltas.

—Vaya. —Le presiona la boca con un pulgar, gatillando un asco gutural que le quema la garganta y se lo debe tragar—. Pensé que Dino te haría una buena esposa, veo que falló, me pregunto por qué le gustabas tanto si eres tan grosero.

—¿No quieres averiguarlo? —Se pone en bandeja de plata—. ¿No quieres comprobar los rumores por ti mismo? Sé que los has oído y son una locura. —Ah, lo ha tentado, puede verlo en la forma en que se muerde el labio y suda igual que un puerco.

—Mi habitación está en el segundo piso.

—Espero que tengas buena información.

—Es un trato.

Pero Aslan no puede mantenerse en su rol de muñeco de trapo esa noche, es impropio de él perder el control de sí mismo, tenerse tan encima cuando sabe y le es funcional ser un simple instrumento para conseguir información. Carajo. Se encierra en el baño del cuarto para enfriar su cabeza, se moja la cara hasta que el flequillo se convierte en hilos de cristal, se repasa el entrecejo una y otra vez sin poder entender por qué lo ha seguido, este hombre puede estarle mintiendo o tendiéndole trampas y Ash no es ningún ingenuo, es poco común que pierda la cordura y reaccione tan impulsivo, a menos que se trate de Eiji, por supuesto.

Eiji es un asesino.

Eiji está con Blanca.

Eiji se alió con Yut-Lung bajo sus narices.

Algo no calza, algo parece terriblemente erróneo como si el rompecabezas que armó para contarse su propia historia estuviese tiritando con las costuras sueltas, amenazando con desmoronarse al no pertenecer de manera genuina al cuadro, de pronto lo piensa, tal vez él no es un muñeco de trapo, sino la historia que se contó a sí mismo acerca de Nueva York es la que no encaja, es la que se halla zurcida con un hilo de paja y unida a la fuerza, de pronto el comportamiento que Eiji le mostró entre las piezas y le restó importancia se ve jodidamente revelador, ¡era obvio que pasaba algo extraño en retrospectiva! ¿Cuándo? ¿Cuándo inició?

Desde esa noche que Eiji llegó temblando a casa.

Desde el incidente donde Eiji quedó atrapado en la mansión de Dino.

—Mierda. —Gruñe para sí mismo, tirándose del cabello un poco más.

Diablos, es duro, Ash ha repasado infinitas veces qué fue lo que tanto le afectó de Eiji Okumura, qué fue lo que lo dejó tan mal. Mi alma siempre estará contigo, es lo primero que lo abofetea, esa simple confesión quedó calando hasta lo más profundo de sus huesos, quemándose a fuego lento en alma y corazón para resonar en un eco constante de la inocencia perdida. Y no es el hecho de que aquella carta se haya encontrado matizada de amor o devoción, no fue que quisiera protegerlo o que nunca le tuviese miedo lo que lo destrozó.

Contigo.

Mi alma siempre estará contigo.

Ese «contigo» hace la diferencia, que Eiji lo haya escogido para amar a pesar de conocerlo mejor de lo que Aslan se conoce y acepta a sí mismo, eso lo hizo tan dolorosamente especial. Suspira, dándole una última mirada al reflejo antes de volver a la actuación, a su piel de lince y su máscara eterna, no sacará nada escamoteando lo inevitable y francamente no quiere extender más el encuentro con su objetivo, va a matarlo apenas consiga la información, lo lamenta por el orgullo del japonés, pero así son las cosas ahora.

—Lo siento por la demora, me estaba refrescando. —Dice con una sonrisa galante y sobreactuada, es toda una superestrella, Marvin tenía razón—. ¿En dónde estábamos? —No obstante, el objetivo se encuentra inconsciente en la cama y Ash lo sabe—. Mierda.

Eiji le ha ganado.

Eiji lo ha matado.

Corre a ciegas por el hotel, no han apartado una habitación pero tiene el presentimiento de en cuál podría estar hospedado Eiji esta noche y no falla, la puerta se encuentra abierta y hay mucha sangre escurriendo en las sábanas lo que no tiene sentido considerando que el objetivo murió limpio y con sutileza, incluso se atrevería decir que fue anestesiado o paralizado, no tiene idea, pero esa masacre que tiene enfrente no tiene sentido, nada le hace sentido desde que se reencontraron, aunque el problema fue que no quiso ver algo obvio de antes, escucha un gimoteo ahogado del otro extremo del cuarto, sabe que si cruza ese umbral verá algo horrible, no quiere, no desea manchar esa imagen inmaculada y pura de su alma gemela siendo sincero, sin embargo, no le ha servido de mucho fingir que la realidad no los alcanza, así que da un primer paso.

—¿Eiji? —Y aún sin sus sentimientos resueltos lo llama en la oscuridad—. ¿Estás bien?

—Ash. —Responde despacio, el nombrado se incorpora al cuarto y lo encuentra reducido a un ovillo tembloroso y ensangrentado pegado a una de las esquinas de la pared, impresiona muy asustado, el miedo gotea en sus ojitos de ciervo y eso duele.

—¿La sangre es tuya? —Apenas logra negar, mide sus movimientos como si fuese un entrenamiento y fuese a recibir un castigo ante la respuesta incorrecta, sin duda es pupilo de Blanca—. ¿La sangre es del objetivo? —Vuelve a negar.

—No es de él. —Eiji hunde sus dedos en sus rodillas, se ha abrazado a sí mismo haciéndose aún más pequeño de lo que ya es contra la pared, se encoge inconscientemente cuando Aslan se acerca y se agacha al frente, lo lastima de sobremanera reconocer esa hiperalerta, esa precaución propia de los animales heridos y los niños abusados—. Pero lo maté, yo maté al primer objetivo.

—¿De quién es la sangre?

—Lo siento, Ash.

—¿Qué fue lo que hiciste?

—Pregunta equivocada. —Balbucea para sí mismo—. ¿Qué fue lo que me hicieron? —Se ríe—. ¿Qué fue lo que permití que me hicieran?

—Eiji...

—Lo siento.

Se quedan así, frente a frente, mirándose en un silencio que ninguno puede descifrar ni se atreven a quebrar ante la realidad, no debería sorprenderle estar tan perdido porque si existe humano cuya mente jamás ha podido leer es Eiji, quien ya sabía la clase de persona que era cuando se conocieron y no le temió, le habló con ese horrible inglés, pensó que era raro, creyó que sería por ser extranjero, con el poco tiempo se dio cuenta que se equivocaba, de que su amabilidad, sinceridad y calidez le atravesaban el cuerpo entero, lo completaba. Es duro tener que sobreponer semejante suavidad en la crudeza que tiene enfrente, intenta repasar entre líneas una y otra vez el momento exacto dónde se equivocó y ese preciado pajarito salió herido por su descuido.

—Yut-Lung, ¿es tu amante? —Hace una pregunta que prefiere no saber.

—No es eso. —Ríe con la voz apagada, sus rodillas se rozan encima de la alfombra, el lujo del cuarto parece enfermizo y falso—. Mi relación con Yue es...complicada.

—¿Complicada?

—Hemos pasado por momentos duros juntos.

—¿Desde cuándo?

—No puedo decirte.

—¿Blanca está relacionado a esto?

—Todo está relacionado, Ash. —Le da pistas y debe dar pasos a ciegas. Sus palmas reposan encima de las rodillas del japonés quien no tarda en sobresaltarse antes de tomarlo con mucha fuerza, como si tuviese miedo a que Aslan pudiese esfumarse en cuestión de segundos con la brisa del cuarto—. A veces estoy realmente cansado ¿sabes? Llevó tanto dentro de esto que no sé si alguna vez saldré, Blanca me sigue poniendo pruebas una y otra vez, no sé si realmente cree en mí o es mentira, no sé nada y me siento perdido en todo esto, confiando en las personas equivocadas, es frustrante.

—¿Fue un error confiar en mí? ¿A eso te refieres?

—No. —Sonríe, apretándole la mano un poco más—. Eres la persona a la que le confío mi vida.

—Ayúdame a entender entonces, déjame apoyarte.

—Creí que querías poner un límite en nuestra relación.

¿Lo quiere? No sabe, aun si se encuentra al borde de la sobreadaptación enfermiza que estos últimos años se alzó en espinas furiosas tomó la decisión de no elegir a menos que tenga el panorama completo, ¿sigue herido? Por supuesto, no superará por arte de magia ese abandono con una conversación, puff, de pronto está bien y la vida es maravillosa, claro que no, no tapará el sol con un dedo otra vez, esto no está bien, sigue herido, confundido y decepcionado. Aun así, cree que cometerá un error imperdonable si se permite cegar por el rencor

—Creí que seríamos rivales, lo dejaste claro cuando me viste.

—Todavía lo estoy descifrando. —La voz le tiembla y la mirada le quema, se le ha cristalizado y solo es consciente de esto porque el cuarto parece debajo del agua pero su cara es la mojada—. No sabes lo mucho que quiero odiarte, odiarte lo haría todo más fácil, me haría más sencillo el poderte vencer y olvidarte, eso es lo que yo usualmente haría, tomaría el camino fácil y fingiría que todo está bien. —Que yo estoy bien.

—Si sabes eso, ¿por qué no lo haces?

—Porque eres tú. —Su propia confesión le quiebra el corazón—. Eres tú y ya te perdí una vez, Eiji.

—Ash.

—Así que si te voy a perder de nuevo quiero que sea bajo mis propios términos. —Cree, todavía no es capaz de procesarlo por completo ni lo será hasta develar la imagen total—. No soy tonto, sé que pasan cosas extrañas con Blanca y Yut-Lung, que tienen algo en tu contra para que estés metido en esto, lo que no entiendo es qué tienes tú que les interese a ellos.

—Qué tenía. —Lo corrige, atreviéndose a entrelazar su mirada en el cuarto, rebosando perplejidad, esperanza y una infinidad de emociones que si bien, es incapaz de descifrar, se arremolinan dentro de su pecho para desatar un caos—. Tenía algo que ellos querían cuando era una persona completa.

—Lo dices como si hubiese sido en pasado.

—Esa es la cuestión, Aslan. Actúas como si fueses el único dañado y quebrado en todo esto, supongo que jamás se te ocurrió que quienes te aman no les importaría romperse con tal de darte pedazos y que estés bien, con tal de garantizar algo menos quebrado, creo que no hice muy bien mi trabajo sino fuiste capaz de comprender eso hasta el final.

—¿Eso qué significa?

—Que amar tiene un precio. —Musita, apartando sus manos, encerrándose tras una bodega alta e imposible de atravesar, alzando un muro entre un depredador herido y un pájaro sin alas—. Y yo he pagado el precio.

El mundo está dañado.

Aslan está dañado.

¿Pero Eiji? Puede que lo esté aún más.

El capítulo del miercoles es para bajar y procesar esto porque tal como les comenté antes, Ash puede andar defensivo y todo lo que quieran, pero la farsa no duró mucho. Y el viernes ya nos vamos con Eiji, siento que algunos capítulos del pov de Eiji son aun más crudos que Ash entonces eso me tiene ansiosita~ aun así, espero sacarlo adelante antes de que julio se acabe.

Gracias por tanto.

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