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3. Damaged body.

Hola mis bonitos lectores~ Sigo en el trabajo pero como hoy me toca atender hasta muy tarde aproveche esta ventanita para dejarles el capítulo arriba, estoy muy emocionada con el fic y el rumbo que tomará cuando lleguemos más a los povs de Eiji, pero por mientras nos quedamos lloriqueando con Ash un rato más y bueno, hoy entendiendo  los bordes de la trama por así decirlo, gracias por el apoyo.

¡Espero que les guste!

El cuerpo de Ash está dañado.

Se aseguraron de joderlo en una putrefacta cabaña en donde lo devoraron hasta los huesos e incluso pudo escuchar cuando algo se rompió irreparablemente en su propia piel ¿fue el instante en que se escuchó el clic de la puerta o fue el segundo en que se introdujo dentro de él? No sabe, más, lo único que evoca después son las lágrimas, los gritos, la impotencia, una idea de suciedad mientras se hacía un ovillo contra sí mismo y lidiaba con la impresión de haber sido dañado para siempre, poco a poco se volvió consciente de que sin importar qué tanto lo deseara nunca podría experimentar sexo, amor o seguridad como las personas normales lo hacían, él ya no era normal.

Sucio.

Roto.

Dañado.

Pero con los años ha aprendido a agradecerle a su cuerpo el reaccionar como una máquina homicida y en ese sentido la hiperalerta, el negativismo y el resto de los síntomas traumáticos lo han protegido al darle el control y asegurarse de que si usa su cuerpo es ya que así decidió hacerlo, decisiones ¿eh? Recuerda que antes solía vivir en un estado de constante vigilia esperando que algún hombre, amigo o socio de Dino lo tomara a la fuerza porque para eso nació ¿verdad? Para chupar pollas y matar, lo único que sabía hacer era eso, estaba cansado, incluso con Max y Shorter sintió ese terror esperando calladito en la litera a que lo tomaran a la fuerza, ambos fueron buenos con él, demasiado buenos y la gente no era buena sin razón aparente o sin querer nada a cambio. Estaba bien y lo acostumbraba.

Pero Eiji...

Dios, Eiji.

Eiji nunca le hizo daño, al contrario, era tan dolorosamente transparente que ni siquiera tuvo chance de subir su guardia y una parte de sí mismo quería que Eiji tarde o temprano traicionara su confianza ya que así Aslan podría decirse que nada nunca cambiaría, no ocurrió, ni una sola vez pasó dado que Eiji era sincero y nunca le pidió más que permanecer a su lado, no lo forzó e incluso en las situaciones más atroces priorizó su comodidad. Lo hizo tras la violación de Fox. Al rescatarlo de Dino. Al ponerse a sí mismo de carnada en las alcantarillas. Al recibir una bala por Ash. Al escribirle una carta.

Pero entonces lo dejó.

Lo dejó y todos esos temores le llegaron de golpe en imágenes de Barba Azul devorándolo igual que una hiena hambrienta, en Dino obligándolo una y otra vez a despojarse de su dignidad, en el coronel Fox arremetiendo sus entrañas en la bodega y en los miles de hombres con los que ha estado siendo un niño, un niño que no entendía lo que pasaba pero le dolía.

Mi cuerpo está dañado, se dice.

Y ahora lo comprueba reducido a un saco de huesos enfrente de sus hombres porque debe al menos fingir que es firme. Implacable. Irrompible.

—¡¿Por qué no me dijiste antes?! —Claro, es difícil mantenerse indeleble con un mocoso gritándole.

—No tendría por qué haberte informado, tú eres quien me obedece a mí.

—¡Solo te obedezco porque Shorter te admira! —Los ojos de Sing se acumulan de lágrimas y aun así no deja derramar ninguna, el mocoso se está haciendo el duro y lo nota por cómo aprieta los nudillos hasta que se blanquean o cómo los dientes le castañetean—. Yo te admiraba.

—Sing. —Shorter lo detiene, ha acomodado una de sus manos encima de su hombro pidiéndole que pare la discusión—. No es necesario esto.

—¿Cómo puedes estar bien viéndolo así? Eiji volvió y lo tratan como si fuera un fantasma.

—Eiji no volvió. —Ash gruñe—. Ese era un asesino.

—Eiji no es un asesino.

—Pues ahora lo es, lamento romper tus fantasías.

—¡Tú! —Sing aprieta con violencia sus párpados, las lágrimas calientes no demoran en escurrir tanto en sus ropas como en su mentón, se queda así un momento tiritando, cuando vuelve a abrir los ojos no queda nada más que desilusión—. No te pareces en nada al Ash que conocí.

—Sing. —Shorter advierte.

—¡No te pareces en nada al Ash que Eiji amó!

—¡Sing!

El nombrado se va corriendo dejando a todo el resto de la pandilla pasmada, no ha sido fácil dirigirlas a ambas no obstante desde que los Lee tomaron el control de Chinatown sus habitantes se quedaron sin amparo, fusionar las pandillas era lo mejor en retrospectiva, si bien los chicos no confían y mucho menos en relación a su nuevo emprendimiento de sicario, le ofrecen la vida a Shorter, por eso siguen acá a pesar de todo, el único problema es lo rebelde que se ha puesto Sing en relación a la moralidad.

¿Moralidad?

Ja.

Sing también es un asesino, ¿con qué derecho se lo reclama? Probablemente ha matado a más gente de la que Ash había matado a su edad.

—Perdón por él. —Shorter intenta mantenerse neutro—. Sabes que Eiji es una fibra sensible, resulta que se hicieron muy buenos amigos el tiempo que estuve noqueado por la droga.

—Lo hicieron. —Espeta—. En pasado.

—Pero debiste contarnos antes que Eiji estaba acá y que era el pupilo de Blanca.

—Fuera. —Ash le habla a todo el resto de la pandilla—. No quiero a nadie más dentro de esta charla.

Boss. —Bones impresiona intranquilo—. Eiji también era nuestro amigo. —Alex trata de silenciarlo al acomodar una mano sobre su espalda y susurrarle a la oreja—. ¡No! Tenemos derecho a saber de él y no me quedaré tranquilo sino.

—¿Quieren saber de él? —Ríe—. Es nuestra competencia, eso es todo lo que necesitan saber.

—Ash. —Alex intenta hacerlo entrar en razón—. Si tan solo hablaras con nosotros...

—¡Fuera! —Pero Ash ya no es razonable ni accesible para nadie—. ¡Fuera! ¡Antes de que les dispare!

Para absolutamente nadie.

—Sí, jefe.

Los dejan a solas.

Shorter impresiona decepcionado y no lo oculta, Aslan sabe que lo odian o más bien dicho que odian en quién se ha convertido no obstante cuando Eiji no llegó al aeropuerto y desapareció como si nada un pedazo de su alma murió ¿fue por venganza?, ¿fue por amor?, ¿fue por indiferencia? Poco a poco cayó en la locura al faltarle una respuesta, es hipócrita claro, él abandonó a Eiji en ese departamento más veces de las que puede recordar sin nunca despedirse (¿nunca? Sa-yo-na-ra) al menos no en su cara, así que no tiene derecho a resentirlo, pero lo hace y ahora no sabe cómo volver a sí mismo, tal vez este es el verdadero Aslan y el otro era solo una versión construida para Eiji ¿importa? No y pese a esto le da pena Shorter y el resto de sus subordinados.

Max. Jessica. Michael. Todos los que siguen ahí.

Ya ríndanse conmigo, por favor.

—Sabes que ese comportamiento no es propio de Eiji. —Están en un bar de mala muerte porque es el único punto de reunión del que todavía no los echan, Shorter está apoyado contra la barra y Aslan se mantiene impasible enfrente—. No eres tonto, sabes que algo debió pasarle.

—¿Y qué? Ese no era motivo para desaparecer.

—Tú siempre desapareces.

—Tú también desapareciste. —Toma una navaja y abre la herida—. Desapareciste casi por dos años.

—Estaba drogado, no era opción.

—Entonces no deberías opinar de Eiji si realmente no lo conociste.

—Ash. —El nombrado toma una botella de cerveza, se atraganta con esta, el alcohol le escurre sobre el cuello y le moja la camisa—. Incluso quitando a Eiji del panorama ¿qué estás haciendo?

—Estoy bebiendo ¿no ves? —Shorter suspira, deja que todo el peso corporal se apoye sobre la barra.

—¿Qué haces siendo un sicario? —¿Y arrastrándonos a esto?

—Si te molesta puedes irte.

—Sabes que no te abandonaría.

—¿Por qué? —Porque somos mejores amigos, quiere que responda.

—A estas alturas ya no lo sé. —Y ese desconocimiento le aprieta un poco el corazón, la sensación le duele como el infierno, más, se dice que le gusta porque se ha convertido en alguien que respira por la autodestrucción—. No sé, Ash, ya no sé qué más hacer por ti.

—Shorter.

—Me da rabia verte desperdiciar tu vida, tienes a Jessica y a Max que te adoran e inclusive planearon adoptarte y enviarte a la universidad, eres inteligente, ¡eres libre de Dino! ¿por qué sigues matando?

—Porque no soy libre. —La cerveza cae al piso, gotea hasta hacerse un charco, la sensación pegajosa y mojada es desagradable, sin embargo, es algo con lo que está familiarizado. Sangre—. No soy libre.

—Ash.

—Dino puede estar muerto pero mi pasado siempre encuentra la forma de revivir, dijiste que estaba tomando misiones por venganza, tal vez estabas en lo correcto, quería matar a Evanstine, sé que no siempre conocemos a las víctimas pero ¿cómo explicarlo? Todas las víctimas se parecen a... —A cada hombre que alguna vez lo dañó—. Y por eso creo que no está tan mal.

—Lo que hacemos tampoco está bien.

—Ninguno de ellos es inocente.

—¡¿Y quién sí es inocente en realidad?! —Shorter se aprieta la frente, hunde los dedos hasta que la piel se le arruga mientras traza círculos en busca de paciencia—. Eres mi amigo y por eso sigo acá al igual que los chicos, por mucho que te cueste creer, nos importas, solo... recuerda que tus decisiones no te afectan exclusivamente a ti sino que nos afectan a todos nosotros.

—¿Ahora de quién estamos hablando? —Frena, pisa el vidrio, clac, clac, clac—. ¿De Blanca o de Eiji?

—De ninguno.

—¿Entonces de quién?

—De ti. —Es cortante—. De nosotros, de todas esas personas que no ves.

—¿Por qué me estás confrontando ahora? No has dicho ni una mierda a pesar de que llevamos años metidos en esto.

—Porque llevamos demasiado. —Responde la confrontación—. Y no sé cuánto soportaremos, nadie entenderá nunca lo que has pasado y por qué necesitas hacer esto, más, lo respetamos, si crees que ganarle al discípulo de Blanca y constituirte como el sicario número uno te hará soltar tu pasado vas a tener nuestro apoyo siempre, pero me preocupa que no te dé la satisfacción que esperas.

—Shorter.

—Me preocupa que solo estés evitándolo a través de Eiji.

Mierda.

Se va a casa sintiendo una pelota en el estómago, a nivel racional comprende que está haciendo mal y que al final le está dando la satisfacción a todas esas personas que lo hirieron, carajo, incluso desde el infierno Dino debe estarse deleitando porque lo predijo, se convirtió exactamente en lo que debía de convertirse y aceptó su destino como un puto leopardo, aun si corrió con la carta, aun si llamó al viejo por ayuda en vez de dejarse morir en la biblioteca, aun si fue al aeropuerto deseando ir a Japón puesto que no necesitaría un arma, aún si intentó renacer en algún momento...han pasado tres años pero sigue siendo el mismo asesino que usa su cuerpo igual que una herramienta, es él mismo y si no es él mismo es algo mucho peor. Griff estaría tan decepcionado. Hace mucho no lo recuerda, odiaría en lo que se ha convertido. Está bien. Ash odia en quien se ha convertido también pero no es ingenuo y sabe que no hay vuelta atrás.

—Competir con Eiji. —Se dice a sí mismo enfrente de su departamento, no es el de Max y Jess puesto que hace meses abandonó su lugar, les hacía demasiado daño ver mal a Ash y Ash no está mejorando así que prefirió alejarse—. ¿Cómo cambiaste tanto, amor?

Así que acá está enfrente del complejo que compró para ellos con el apellido de "Winston" se refiere que es un buen lugar para hacer negocios y que de todas formas ya está pagado cuando en realidad...

—Mierda.

Gira la llave y entra.

Le toma un segundo percatarse de que hay algo mal dentro de su hogar, ha entrado alguien, aunque no existe señal evidente los años de práctica le han dado un instinto privilegiado, así que desliza una mano al elástico de su jeans, palpa el arma, la saca, acomoda el cartucho y se mueve con una sutileza casi felina dentro del complejo, nadie ha sido lo suficientemente tonto para buscarlo, aun sino fingió su muerte su reputación lo precede y ha empeorado, ¿quién sería tan suicida para atacar al lince en su propia madriguera?

—Ash.

Eiji.

Eiji está acá.

—Buenos días, Ash. —No ha venido solo—. Ha pasado un tiempo.

—Blanca. —Hay otra figura más—. ¿Qué hace él acá? No es bienvenido.

—Hieres mi ego. —Esa tercera silueta le sonríe con filo acomodando su larga cabellera en una trenza sobre su hombro, sus ojos amatistas le lanzan una mirada desafiante a Eiji quien baja el mentón casi como un animalito asustado, no se ve jovial ni puro, esto es extraño.

—Yut-Lung. —Finalmente suelta el nombre—. Te advertí que la próxima vez que nos encontráramos te mataría.

—Y aun así... —Sonríe—. Acá estamos.

No logra enfocarse en la conversación, se siente como si estuviese debajo del agua mientras escucha las voces estrelladas y agudas, creía que Yut-Lung no tenía interés en la ciudad, ni siquiera se encargó de Chinatown como le correspondía y por eso los hombres de Shorter quedaron desamparados, eso es más grande, le hablan de Corsa y de todo el tema de banana fish que al parecer no se quemó con Dino Golzine sino que aspiran volverlo a sacar a la luz con nuevas versiones experimentadas, asume que el maletín no se quemó durante la tragedia y por eso los enfermos lo pretenden usar aun así lo más enfermo es que Blanca quiere realizar una especie de caza en dónde él y Eiji compiten por quién mata más miembros de la fundación.

Es jodidamente sospechoso y le deja los pelos de punta, carece de lógica que el clan Lee se meta a esta altura, no le extraña el comportamiento irracional de Blanca porque está demente y adora darle lecciones con esta clase de acertijos y si estuviera concentrado escucharía a las alarmas retumbando por doquier, anunciando una marejada, pero no lo logra, porque no entiende la relación que existe entre ellos, Eiji luce tan fuera de lugar al medio de esos dos depredadores, igual que un conejo suave e indefenso, no, se recuerda a sí mismo, también es un asesino.

Eiji mata.

Eiji probablemente se prostituya con los clientes.

Eiji se ha convertido en una versión más jodida de él.

Así que de hecho le queda perfecto estar con ellos, Yut-Lung sonríe al percatarse de la intrusión ante su cabeza sonando como un disco rayado una y otra vez, lo provoca, acomoda una mano encima del muslo de Eiji marcándolo como de su propiedad sin mayor esfuerzo, Ash ansía gruñir, golpearlo o al menos quiere sucumbir a sus instintos básicos tal como hizo al gritarle a Sing pero no lo hace, Eiji se ve bastante cómodo con su tacto e incluso parece familiarizado, ja ¿quién lo diría? Seguramente son amantes o algo así, qué tonto ha sido.

—¿Qué te parece? —La voz de Blanca retumba en el cuarto que alguna vez fue "nuestro" pero ahora no es nada—. Una competencia para determinar quién es el mejor asesino. —Le acaricia la cabeza y lo odia, odia que ese cabello esponjoso se alce bajo los dedos de alguien más, mierda, quiere llorar, no lo hace, hay una fachada que preservar.

—Me estás pidiendo que pase los siguientes meses viajando alrededor del mundo con aquel traidor para ver quién mata a más cerdos. —Puede jurar que a Eiji le rompe el corazón ese apodo, más debe ser su imaginación.

—Pueden repartirse a los objetivos y quién logre más consumados gana, sean creativos, la cuestión es acabar con Corsa de una vez por todas o tendremos que lidiar con nuevas drogas.

—¿Por qué te importa? —Blanca mira a Yut-Lung—. Esto no es tu estilo.

—Digamos que tenemos intereses en común.

—Ajá. —Ash hunde sus garras entre las rasgaduras de sus jeans, le cuesta respirar, le duele la cabeza y siente que se ha roto entre tantas ideas catastróficas en escalada, intenta equilibrar su barquito en las olas, parchar los agujeros, no funciona, va a hundirse, la vela se rasga—. No había escuchado de ti en mucho tiempo. —Las tablas se pudren, craquelándose a la mitad, el agua se filtra.

—He sido más que nada un mero espectador. —Yut-Lung sonríe—. Pero las cartas finalmente están alineadas para que me una al juego, llevo bastante preparando el terreno. —Los monstruos gruñen desde las profundidades, recuerda que Griff solía abrazarlo cuando tenía miedo, pero él ya no está, él murió porque es un inútil que no puede proteger nada que ama, así que mejor ni amar.

—¿Qué ganas tú con esto?

—Algo así como... —Yut-Lung extiende su mano para acomodarle un mechón a Eiji detrás de la oreja, es un toque cargado de dominio—. Venganza.

—¿Qué relación tienen? —Ash gruñe, mareado, sintiendo cómo el agua lo empuja y los monstruos tiran, enrollándose en sus tobillos para arrastrarlo hacia abajo, no sirve luchar, su cuerpo se concibe dañado.

—No lo sé. —Canturrea con un acento tan empalagoso que le da caries—. ¿Qué relación tenemos? —Le susurra en la oreja a Eiji y no lo soporta más, se para de golpe.

—Tenemos que hablar a solas.

Se ahoga.

Se ahogan.

Aún en el fondo de su océano de martirios hay tanta frustración burbujeando en el corazón de Aslan, no sabe cómo lidiar con ese torbellino. Por un lado, es consciente de que no tendrá otra oportunidad para humillar a Eiji, mostrándole que es un perdedor y él es el verdadero asesino, haciendo aún más grande esa brecha, alzando tanto sus muros que se estrelle con su maldita pértiga y caiga, que duela, que sangre, quiere lastimarlo para que lo odie tal como con Max y Jessica, quiere verlo llorar, quiere romperlo porque él está roto, quiere abrir con sus propias manos las heridas de su corazón y echarle veneno, consiguiendo que arda en una cicatriz insalvable y repulsiva.

—Estás más delgado. —Pero en realidad no quiere nada de eso—. Ash. —Y odia no poderse engañar a sí mismo, sería mucho más fácil si tuviese el coraje de crear una grieta irreparable entre ellos, sería menos doloroso mirarlo y no estaría temblando como una hoja enfrente.

—No es asunto tuyo, estoy bien.

—Tienes razón. —Eiji se abraza a sí mismo, hay una intensa necesidad de estrecharlo sobre su pecho para que vuelva a reír, de pasear sus dedos por esos ridículamente lindos y esponjados mechones negros, de presionarle besitos porque le gustan, de tocarlo, su cuerpo arde en necesidad física por caricias, esto es peor que cualquier abstinencia de droga, es una tortura—. Solo estaba preocupado.

—Creo que ya tienes a alguien de quién preocuparte.

—¿Quién?

—Yut-Lung.

Se quedan en silencio, hace tanto frío dentro de su cuarto que el aliento se vuelve visible contra sus labios, mira a Eiji con melancolía, encontrando esos mismos ojitos cafés que tanto ha amado, intenta acomodar las oleadas de rencor, euforia, felicidad, sufrimiento, tristeza y cualquier otro reconcomio posible asentándose en su alma, arremetiendo contra la miserable motivación que lo incita a seguir acá, a no rendirse, a matar en busca de sentido para su existencia igual que un fantasma en pena, cree que no es tan mala idea, al menos matar a los cerdos de Corsa despertará cierta satisfacción (o eso espera).

—¿Eso es lo que quieres? ¿Una competencia entre nosotros dos? —Se atreve a preguntarlo, hay una cólera transversal escurriendo en su voz, se ha mantenido apegado contra la puerta, aunque es su propia casa se siente acorralado contra Eiji.

—No. —La tensión es insoportable—. No es lo que deseo hacer, Ash. —Por favor no digas mi nombre con tanto amor o me romperás.

—¿Entonces? —Eiji luce genuinamente dolido con su indiferencia, los centímetros que los separan se convierten en un abismo, se hunden en botes diferentes y están en el mismo océano.

—Es algo que debemos hacer. —Una sonrisa sarcástica pende dolorosamente en sus labios.

—¿Debemos? —Repite—. ¿Por quién? —Y ya lo sabe.

—Yut-Lung.

—Ja. —La risa es vidrio molido en el ambiente—. ¿Tiene algo en tu contra?

—Así es. —Las tablas rechinan a sus pies al tambalearse, da un paso hacia Eiji, el frío entremezclado con el aroma de la nostalgia le cala hacia los pulmones y lo inunda con una infinita brusquedad, la piel se le eriza, da un paso más, un profundo sentimiento de desaliento palpita en su interior, tiene que dar otro paso, llega justo enfrente.

—Si me niego, ¿te hará daño?

—No. —Miente, es un terrible mentiroso aun siendo un asesino, ¿cómo es posible?, ¿cómo puede no haber cambiado pero haber cambiado tanto a la vez?—. Yue no me haría daño.

—No me siento cómodo con la idea.

—Entonces no lo hagamos. —Aunque lo espeta con una determinación salvaje ardiendo en su voz, luce completamente vulnerable encogido en su chaqueta, impresiona a punto de romper en llanto, destroza más su corazón, es débil ante Eiji, tan débil—. Estoy dispuesto a asumir las consecuencias de la decisión que tomemos, pero lo que más me importa es tu comodidad.

—Mentira, si fuera así habrías llegado al aeropuerto.

—Surgió algo más importante.

—¿Más importante que nuestro futuro?

—Sí. —Responde de inmediato—. Estaba protegiendo algo mucho más valioso.

Probablemente protegía a alguien que sí amó, no a Ash.

—Bien. —Aslan adopta una fachada y se deja ahogar—. Hagámoslo.

El cuerpo de Ash está dañado.

Es una prisión y un instrumento para conseguir lo que quiere de sus víctimas, es algo que lo condena e irónicamente lo volvió más codiciado, es algo que le arrebataron y jamás pudo volver a sentir suyo, nunca lo escucharon ni les importó escucharlo, es algo sucio que debe ser destruido, algo que nadie puede tocar porque es una infección que se pega, igual que una enfermedad venérea. Tiene cuerpo dañado, lo ha metabolizado, procesado y aceptado desde que incursionó en la pornografía infantil, pero al estar frente a Eiji, deseando que lo toque, que lo envuelva entre sus gentiles brazos y le diga que todo estará bien, es que se da cuenta de lo realmente dañado que está.

Efectivamente veremos harto más de Blanca y de Yut-Lung por estos lares, saben que amo a Yue como personaje pero acá si anda bien villanico y un poco funado, baja con los capítulos y más al ver desde la primera persona sus interacciones con Eiji, pero por mientras nos quedamos con lo que Ash piensa. Nuestro siguiente capítulo ya es el inicio de esto, nos subimos al tren de los asesinatos (literalmente) y de ahí vamos en aumento, pero les refuerzo que pese a lo defensivo que pueda ser Ash no es tonto y no puede ignorar lo que está pasando con Eiji, lo entenderán mejor en el siguiente.

Nos vemos el viernes si todo sale bien~

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