Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

1. Damaged justice.

✩ Notas del autor: ¡Hola mis bonitos lectores! Tal vez a algunos este títulos les suene familiar, tal vez no, pero este era uno de mis fics favoritos hace más de un año creo, pero como la trama es un poco oscura tuvo un recibimiento no tan amigable en su momento. Como Julio es periodo muerto en dinamicas me puse a analizar los fics que tenía y me di cuenta de que esta trama me gusta y me gusta harto, así que tras una buena edición acá estamos, el prologo es lo único que quedó más o menos intacto el resto estaba bien pesado, mi escritura en ese entonces era de bloque de concreto, que terrible, espero que sea más ligera en esta versión. Calculo que el fic igual será cortito dentro de todo, unos 15 capítulos más o menos.

✩ Género: Friends to Enemies/ Enemies to lovers/ Canon Diverge/ Post Canon/ Drama/ Dark Au/ Hitman.

✩ Ship: AshEiji.

✩ Advertencias: Mención de abuso sexual, referencias a anorexia, pensamientos intrusivos, sintomatología depresiva incluyendo ideación suicida pasiva en algunos momentos, PTSD, gaslighting, violencia, mala comunicación, malos entendidos, tengan en consideración de que este Ash no tiene intención de sanar y está lleno de rencor lo que obviamente tiene repercusión en sus acciones y su personalidad. Y Eiji por otro lado, Eiji no está mucho mejor, acá tenemos la propuesta de un dark Eiji por así decirlo, pero acá vamos.

¡Espero que les guste!

Todo está dañado.

Desde las rendijas de las ventanas en el tren con barrotes faltantes, la mugrienta alfombra del vagón de clase económica, las luces amarillentas parpadeantes sobre su cabeza, ensuciando las palabras sabias que su autor favorito tanto se esforzó en plasmar de un gris enfermizo, recubriendo desde la portada de tapa dura hasta el punto final del capítulo, eso le quita el apetito para leer. Aslan desvía su atención de Hemingway hacia el penoso reflejo en la ventana, se ve como la mierda, piensa con una sonrisa cínica, es la verdad, ¿dónde quedó el chico de 18 que soñó con ir a Japón?, ¿ese estúpido enamorado que corrió al aeropuerto por una carta con una promesa vacía? No sabe ni quiere saber.

Todo está dañado en este tren, incluyendo al propio Ash.

Vuelve a posar su atención en su reflejo fantasmal, luce mucho más adulto, amargado, agotado y vacío. ¿Vacío?

«Mi alma siempre estará contigo».

Sí.

Esa promesa está dañada.

Niega, no quiere pensar en Eiji en estos momentos, no ahora, su misión es clave para coronarse con el puesto número uno de sicario, no va a echarlo a perder, esta es su propia libertad. Matar a Golzine no fue suficiente para llenar ese constante hueco que lo consume, igual que un agujero negro voraz, cada día más hambriento y despiadado, Aslan ha intentado llenar aquel profundo desaliento crónico más veces de las que es capaz de recordar pero nada es suficiente, nada sacia al monstruo creciendo dentro de él y tiene miedo. Seguir matando a otros monstruos le ha funcionado bien, aunque es por dinero, es cuidadoso eligiendo sus víctimas y las ofertas que toma.

Un asesino de élite.

Así es, el lince de Nueva York es el mejor en su campo, (excepto por Blanca y su nuevo discípulo, son un verdadero dolor de culo) hubo un tiempo donde realmente quiso cambiar, donde alguien lo amó lo suficiente para pedirle que lo acompañara a Japón, donde no necesitaría una pistola, podría volver a nacer, podría ser libre, podría, podría, podría, tantos podría para esto.

—Ash.

La voz de Shorter resuena por el auricular, la estática es molesta, debió prevenirla, el camino se halla repleto de túneles y montañas, sin embargo, se confió demasiado gracias al perfil de la víctima, un cerdo blanco, será fácil acercarse con una sonrisa coqueta y echarle veneno a su trago, será muerte limpia y sin drama, su comprador quedará más que contento.

—¿Me escuchas? —Él se inclina hacia la ventana, no hay muchas personas en el tren a esta hora de la madrugada, aun así, quiere prevenir una emboscada y ser lo más cauto posible, todos sus sentidos están alerta, absorbiendo con cada poro de piel la atmósfera, nunca más bajará la guardia—. ¿Ash?

—Te escucho. —Murmura, apretando contra su oreja el auricular, hablando lo más bajo posible para no despertar a los pasajeros de atrás, el aroma a café mañanero revuelve sus tripas—. ¿Dónde está?

—Se ha movido hacia el bar. —El más joven alza una ceja, mirando la hora en su celular.

—¿Tan temprano? —No debería sorprenderle, Dino se atragantaba de vino a las seis de la mañana, ha aprendido a no criticar los hábitos autodestructivos de los demás, no es quién para hablar.

—Supongo que quería un cóctel. —Musita.

—Supongo. —Aslan se encoge de hombros en su camiseta, se afloja la corbata, ha intentado pasar por hombre de negocios aunque no aparenta más de veinte años, es una suerte, les gustan los niños pequeños—. Será una muerte rápida y limpia, mañana estaré de regreso en Downtown.

—¿Llevas el veneno?

—Justo en mi bolsillo.

—Grandioso.

—¡No es justo! —De pronto, lo escucha, ese constante Pepe Grillo que lo mantiene siendo humano o menos animal—. No estoy de acuerdo con ese trabajo, Shorter. —La cantarina y aguda voz de Sing retiembla del otro lado de la línea, es frágil, tiritona y cargada de impotencia—. ¡No es justo!

No es justo.

A Ash le da mucha risa esa secuencia de palabras.

Recuerda haberle dicho exactamente lo mismo a Blanca durante su primera misión, tenía con suerte catorce años y había pasado por una serie de horrores indescriptibles, en ese entonces aún quedaba algo de bondad e inocencia fulgurando en su corazón, como un pájaro encogiéndose contra sus alas para protegerse del frío, sabiendo que es inevitable que el gato de enfrente lo devore pero deseando sobrevivir de todas maneras, es cruda la inocencia, es el arma más peligrosa de todas.

Dino le asignó la misión de matar a la esposa de un congresista y sus hijos, Ash no se quejaba acerca de injusticias porque bueno, la vida ha sido una perra descorazonada con él. Aun así, algo se quebró en su interior al ver a la chica temblar con sus dos niños contra su pecho, suplicándole y orándole al Dios que todo lo ve pero nada hace, sollozando con hipo violento, implorando que por favor hicieran lo que quisieran con ella pero que no tocara a sus pequeños.

—No es justo. —Dijo, incapaz de siquiera elevar el revólver, ellos no habían hecho nada, Dino quería venganza contra el congresista, ni siquiera le importaban estas personas, no era justo, eso lo enfadó de verdad, con una impotencia que nunca antes había sentido y se volvería familiar—. No es justo, ellos no han hecho nada. —Repitió con la voz muy débil y entrecortada.

—Tienes razón. —Blanca le aseguró—. No es justo.

Y disparó.

Porque el mundo no es justo.

El mundo está dañado.

—Dijiste que no haríamos trabajo sucio. —La voz de Sing lo saca a la superficie, es común para Aslan ahogarse en sus recuerdos, tensa los párpados, junta los brazos sobre su pecho igual que un vampiro lo haría antes de meterse al ataúd y salta de espaldas al risco de sus traumas, se hunde en ese lago, ya no ve salida ni cree que haya salvación, no para él—. Dijiste que el sujeto lo merecía.

—Lo merece, ha usado dinero sucio.

—Esa no es razón para matarlo. —Sing gruñe, le ha arrebatado el teléfono a Shorter—. Es por esta tonta competencia ¿no? Por esa obsesión a ser el asesino número uno y ganarle a Blanca, te la pasas quejando de él pero no estás actuando mejor.

—Detente. —Le advierte una vez.

—Te da miedo que el nuevo pupilo de Blanca te gane.

—Detente. —Le advierte dos veces.

—Cambiaste, Ash. —Los dientes de Sing crujen del otro lado, como si hubiese tensado la mandíbula muy fuerte y estuviese haciendo un esfuerzo sobrehumano para no desgarrarse en llanto al extremo contrario de la línea—. ¡Has cambiado desde que Eiji te dejó! ¡Ya nadie te reconoce!

—¡No digas su nombre! —Explota, levantándose del asiento, despertando a los demás pasajeros del tren y volviéndolo un blanco débil, bajó la guardia, ¿por qué diablos afloja la guardia cuando se trata de él?, ¿acaso no aprendió nada?—. No quiero escuchar. —Se derrumba en la butaca, su libro yace encima de la alfombra rota, le punza el alma.

—Ash... —Niega, comprime los labios antes de recoger la novela, le da risa que haya quedado abierta justo en ese capítulo.

—Olvídalo.

—Lo siento. —Las nieves del Kilimanjaro, casi simbólica la metáfora del leopardo, al final no importa qué tan fuerte luche para romper su carcasa, sigue siendo un cadáver congelado, Eiji debió aceptarlo la última vez que se vieron en el hospital, cuando le extendió la mano con sus ojos cafés repletos de lágrimas, con una mueca absolutamente descorazonada y el alma despedazada por dejarlo ir—. Sing no quiso decir eso, Ash.

Eiji.

¿Por qué te di el sayonara?

—¿El objetivo sigue en el bar? —Fuerza a cortar este hilo de pensamientos destructivos y dolorosos, se las ha arreglado para mantener a Eiji fuera de su mente por tres años, se ha vuelto un tema tabú, incluso en la pandilla es innombrable y no planea cambiarlo.

—Sing de verdad lo lamenta, sé que es un tema duro para ti, fue insensible y...

—¿El objetivo sigue en el bar? —Interrumpe—. No me hagas perder el tiempo.

—Sigue ahí. —Shorter suspira, la resignación sangra en su voz, le duele que no confíe más y le cierre su cuerpo, alma, mente, espíritu y todo lo que se pueda cerrar. Lo lamenta mucho, pero se ha vuelto especialmente reticente a exponerse desde...

Eiji.

Eiji. Eiji. Eiji.

Su dulce Eiji.

Basta.

—Voy para allá.

Arrastra los pies hacia el bar, mete sus manos dentro de su chaqueta, siente su respiración apretarle la corbata en tenues latidos de corazón, le sorprende que aún pueda mantenerse de pie, pensó que matando a Dino se podría sacar la puñalada que implica su pasado, que finalmente podría limpiarse esas heridas, tomar una aguja y zurcirse, no obstante, está peor, no le ve sentido a nada además de ganarle a Blanca, Blanca es la prueba final, el retazo de pasado que le atañe a Golzine aún bajo tierra, por eso debe demostrarle que es el sicario número uno, restregarle en la cara que ha sido el mejor alumno con el que podría soñar y lo perdió.

No tiene sentido atormentarse con un pasado irreparable, lo racionaliza, metaboliza y toma con la aceptación máxima, pero motivos para sanar y mejorar los ha perdido. Ash no entiende cuándo las cosas empezaron a salir mal, ¿al entregarle su pistola en el bar?, ¿al mostrarle su verdadera esencia en la pelea de Coney Island?, ¿al permitir que recibiera un disparo por él? No lo sabe, desearía poder retroceder en el tiempo para marcar exactamente el segundo en que todo se derrumbó, marcar ese recuadro igual que una película de fotogramas y recortarlo. Aquí devasté lo mejor que me ha pasado en la vida, se diría solo para lastimarse.

Y es verdad.

Eiji nunca llegó al aeropuerto.

No había nadie más que Ibe yéndose a Japón.

¿Por qué no le contó? ¿Por qué no se despidió? ¿Por qué le dio esa maldita carta?

Lo odia por ser injusto.

Sacude la cabeza y se golpea las mejillas, tiene que concentrarse, en un par de horas estará de vuelta con los chicos en Downtown preparando la siguiente misión en este ciclo de autodestrucción, ruega que esto le traiga paz y detenga ese monstruo que lo devora hueso a hueso, suplica para ser salvado mientras se ahoga en su lago, se hunde y se hunde, encogiéndose sobre sí mismo. No, da igual, tiene un objetivo que matar, así que toma una gran bocada de aire, presiona los párpados y comienza una actuación, igual que Dino le enseñó, vaya, el cerdo se sentiría orgulloso de sus méritos.

—En el bar. —Musita para sí mismo.

Sus ojos recorren con frialdad el vagón del tren, hay más personas de las que esperaría bebiendo al amanecer, hombres en su mayoría, hombres viejos, viejos asquerosos.

Una silueta pequeña atrapa su atención igual que una polilla maravillada por las llamas, se halla enfundada en un traje simple, luce tímido, encogido sobre sí mismo, como si intentase usar el menor espacio posible, está completamente fuera de lugar. Ash se acerca por inercia, no se parece en nada a su objetivo, solo siente que debe acercarse y ya.

Tiene cabello oscuro y jodidamente esponjado, su piel está salpicada por un bronce saludable, lindo y atrayente, golpetea una copa al ritmo de la canción del bar, una pequeña sonrisa ilumina su rostro, el barman impresiona estarle coqueteando o algo, no importa, Aslan se ve a sí mismo absorto en la forma que las luces iridiscentes le dan un aura angelical y etérea al chico. Hay una sensación visceral subiendo por su tráquea en burbujas rabiosas para reventarse en su pecho, es violento, igual que la erupción de un cráter humeante, a punto de derramar su magma furioso contra una indefensa aldea de trabajadores, es descorazonado, crudo y real.

—¿Puedo invitarte un trago? —Pregunta por los puros nervios, tomando el hombro del desconocido con una desesperación garrafal que lo incita a voltearse y chocar.

La vida es injusta por muchas razones.

Es injusta por haber permitido que lo violaran a los ocho años, es injusta por arrastrarlo a las garras de Dino en una red de pedofilia, es injusta porque lo convirtieron en un homicida y le hicieron creer que ese era el único mundo donde podía encajar, es injusta por haberse llevado a Griffin, es injusta.

Pero esto...

Esto sobrepasa sus límites de injusticia.

—Eiji.

—Ash.

Mierda.

Tiene muchas ganas de llorar.

Se recompone por supuesto, es orgulloso y no dará su brazo a torcer, menos ante quien le desgarró el corazón. Así que se sienta a su lado, pidiéndole un trago al barman con un agresivo coqueteo, Ash quiere que le duela, quiere restregarle sal a la herida de Eiji aun si perjura que no tiene, se convenció de que lo dejó por maldad, porque el mundo es una mierda y las cosas buenas no le van a pasar, era evidente en retrospectiva, ¿realmente creía que la vida se apiadaría y pondría en su camino a alguien tan incondicional, maravilloso y dulce para él?

Al final fue una maldita broma.

—Hace mucho no nos vemos. —Se fuerza para que su voz escape impasible, no va a exponer ni un solo sentimiento, envuelve las letras con impresionante monotonía y crueldad—. Te ves diferente.

—Gracias. —Eiji tensa sus manos alrededor del vaso, sigue siendo un terrible mentiroso, piensa, ríe.

—No dije que fuera algo bueno.

—Oh. —Mierda, esto es incómodo.

—Pensé que estabas en Japón. —Ash bordea el tema con la misma casualidad que hablaría sobre el clima u otra banalidad, eso hiere a Eiji, lo nota al instante por ser endemoniadamente transparente, eso lo saca de quicio, es injusto—. ¿Qué haces en Nueva York? —Es injusto que cristalice la mirada, baje el mentón y ponga una mueca de conejito herido.

—Jamás me fui de Nueva York. —Es injusto que lo haga sentir especial cuando lo dejó sangrante por una carta de amor falsa—. No pude.

—No estabas en el aeropuerto cuando fui por ti. —Él se encoge dentro del traje, aprieta el vaso de alcohol con fuerza, dándose el coraje para sostener una mirada, una oleada de infinitas emociones lo estrangula, no estaba preparado para chocar con esos ojos afligidos y bonitos, realmente bonitos, vislumbrándolo con miles de respuestas cuyas preguntas no formulará.

—¿Ibas a ir a Japón conmigo? —La conmoción que salpica en su interrogante lo mata.

—Iba a ir contigo, estaba dispuesto a renunciar a todo. —Las frases brotan de su boca a duras penas, se bebe el vodka de golpe para adormecer el dolor, para volver a sumergirse en ese lago de traumas y dejarse ahogar, nadie lo escucha y es más fácil eso, es más fácil creer que el mundo es una mierda injusta a esforzarse por salvarse a sí mismo.

—¿Por qué? ¿Por qué harías eso?

Porque te amo.

—Por tu carta. —Su corazón se hace trizas cuando Eiji intenta tocarlo, no tiene el derecho, no más.

—Ash...

—Supongo que no significó nada, que no pensaste que llegaría y solo querías darme una despedida linda, está bien. —Aslan se dijo a sí mismo que estaba listo para confrontar a este fantasma millones de veces, que es fuerte y no volverá a bajar la guardia, pero no puede—. No tenías que mentirme.

—Es complicado. —Una carcajada gutural erupciona de lo más profundo de su garganta, golpea el vaso contra la barra de madera, la sangre le hierve y todo duele mucho.

—Podrías haberme explicado.

—Perdón, Ash.

—Podrías explicarme ahora qué diablos haces acá.

Eiji es injusto.

—Lo siento.

—Me demoré, había fila. —Un hombre no tarda en abrazar al japonés por la cintura, mira de mala gana a Ash, lo entiende, están juntos, no es tonto ni necesita explicación—. ¿Te puedo ayudar con algo? —Espeta con un tono sañoso y francamente desagradable.

—No. —Gruñe—. Ya me iba.

Eiji es injusto por verse tan decepcionado.

En lugar de hacer lo que una persona estable emocionalmente haría, se queda refunfuñando en una de las butacas frente a la barra, ahogando sus penas en una jarra de cerveza igual que su padre hacía e intentando metabolizar la confusión que lo asfixia. Teme derrumbarse en cualquier instante, Aslan es sumamente vulnerable cuando se trata de Eiji aunque lo niegue. Sus yemas juguetean alrededor del vaso, el alma le pesa, le punza verlo sonreírle a otro hombre como le sonreía a él, observar a sus regordetas mejillas enrojecer por los coqueteos de ese viejo y lo odia, odia lo que siente, no soltará lágrimas pero concibe que las ha derramado y lo odia aún más.

Se queda absorto en los pensamientos, el corazón le duele mucho, su mueca es de puro sufrimiento y el tren lo ahoga, son innumerables los recuerdos que le llegan de golpe y no logra pesquisar alguno puntual, todo se torna demasiado familiar y vivo, la cicatriz está abierta y se está muriendo de amor, ni siquiera sabe qué diablos está haciendo acá.

¡La misión! ¡Claro!

Entonces Aslan se dispone a buscar a su víctima para encontrar a la presunta pareja de su ex dormida encima de la barra, quedó solo, se acerca por mera precaución para refutar su obvia estupidez, este sujeto era su víctima, mierda, el trago huele a veneno, es imposible, no ha tenido la oportunidad de derramar el sobre en su chaqueta, a menos que...

El tren frena.

Ash corre hacia la puerta.

No alcanza a curar su herida sangrante, corre desesperado, su instinto nunca falla ni cree que sea la excepción, las puertas suenan, van a cerrarse pronto, corre, corre, corre hasta que...

—Lo siento, Ash.

Eiji está del otro lado con una mirada que le parte el alma, Blanca lo abraza del hombro, esa sonrisa de mierda es la gota que rebasa su vaso para que las emociones exploten como una bomba atómica, no puede más, está a punto de estamparle un puñetazo en la cara cuando el vagón se cierra, el tren sigue adelante y lo sabe, por muy inverosímil y ridículo que suene lo sabe, Eiji es contra quien lucha por el puesto número uno de homicida, Eiji es el nuevo pupilo de Blanca.

El mundo está dañado.

¿Qué tenemos acá? No tengo idea, pero está más organizado y al punto que la versión pasada así que tengo fe en que saldrá bien, pero bueno basicamente tenemos a Ash y Eiji compitiendo por el flamante puesto de sicario número uno por el momento, ojito. Bueno, como todos mis prologos es un capítulo de prueba para ver qué onda la cosa, si pega o si dejo a la pobre trama descansar en paz, de cualquier manera, muchas gracias a quien leyó~

Si es que esto va bien nos estariamos viendo cada dos o tres días para acabarlo de corrido porque sino aprovecho el hype las termino al año.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro