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Capítulo 63

EL DESEO MAS GRANDE

Su cuerpo dolía, ardía, y los recuerdos del pasado lo atormentaban sin piedad. Ser el "malo" cuando no lo deseaba era una carga insoportable. Fredom cargaba con la culpa de haber convertido a un humano en un ser despreciable como él mismo, un vampiro. Siempre había sentido que fue un error, especialmente al ver a Verónica, quien, a pesar de no expresarlo directamente, demostraba en cada gesto su odio hacia la criatura en la que se había convertido. No solo él era responsable de su transformación. Francisco Elordi, el mayor de los hermanos, también había participado en el acto, sellando el destino de Verónica para siempre.

En segundo lugar, Fredom cargaba con la culpa de haber tratado mal a Cladis. Su comportamiento hacia ella, especialmente frente a los demás vampiros, había sido cruel e irrespetuoso. La había utilizado como un mero objeto para distraerse de su dolor por Verónica, sin considerar sus sentimientos ni su bienestar. Aunque Fredom logró "olvidar" a Verónica en cierta medida, lo hizo a costa de la felicidad de Cladis. Al decirle que las cosas "debían terminar", sin ser directo pero dejando claro su deseo de alejarse, la había lastimado profundamente. Su remordimiento por el daño causado a Cladis era tan intenso que incluso en su estado actual, colgado y sufriendo, no sentía que el castigo fuera excesivo.

Dentro de esa habitación oscura y húmeda también se encontraba Marcos, el segundo al mando del Clan de la Oposición Vampírica. Mano derecha de Dereck y amigo de la Reina Carmesí, sufría un destino similar al de Fredom, aunque no tan extremo.

A diferencia de Fredom, que estaba colgado boca abajo, Marcos yacía en el suelo, sujeto por pesadas cadenas impregnadas con poder de cazadores. Estas cadenas emitían una energía que le causaba un dolor intenso, tanto físico como mental, acercándolo al límite del desmayo.

Robny, conocido como El Gran Señor, ahora deambula por los pasillos como un científico. Su ambición por el poder ha dado paso a un deseo más, mejorar la calidad de sus proyectos. Entre ellos se encuentra el líquido Sakit, la poción que adormeció los poderes de la Reina Carmesí.

Sin embargo, Robny era consciente de las limitaciones de su creación. Sabía que, una vez que Nozomi recuperara por completo sus recuerdos, el líquido Sakit no podría contener sus deseos vampíricos. Es probable que la poción no sea lo suficientemente poderosa para convertirla en mortal, y por lo tanto, Robny necesita la ayuda de un ser inmortal para recrear su poción y perfeccionarla.

El legado y la tarea de Robny como científico penden de un hilo, un hilo que se encuentra en las manos del hermano menor de los Elordi. Este joven, poseedor de una fuerza sobrehumana que supera incluso a la de sus hermanos, representa la única esperanza de Robny para completar su ambicioso proyecto.

Con un gran esfuerzo, Robny ha logrado debilitar al hermano menor, sometiéndolo a un proceso cruel y despiadado. Sin embargo, este proceso no ha sido suficiente para alcanzar su objetivo final. Robny necesita más tiempo, necesita quebrar la voluntad del joven Elordi y doblegarlo a su voluntad.

Para ello, Robny debe recurrir a medidas extremas. El joven Elordi será privado de comida y agua durante una semana entera, sometiéndolo a una tortura física y psicológica que lo llevará al límite de su resistencia. Solo así, Robny cree que podrá obtener la cooperación que necesita para completar su investigación.

A pesar de su posición de poder, Robny no posee la crueldad necesaria para torturar a sus enemigos. En el pasado, ya lo había intentado, pero pronto descubrió que no encontraba satisfacción en tales actos. Su verdadera pasión reside en la creación científica.

Afortunadamente, Robny cuenta con Efraín, el guardia de la división rebelde. A diferencia de él, no tiene reparos en recurrir a la violencia cuando sea necesario. De hecho, fue él quien encontró a William, el rey del reino perdido, que con su ayuda facilitó la captura de Robny y sus esclavos.

Efraín se acerca a Fredom y comienza a golpearlo sin piedad. La ira y el rencor impulsan sus acciones, mientras que Robny solo puede retroceder, incapaz de soportar la brutalidad del momento.

En su tropiezo, Robny choca con una mujer, una antigua amiga que ahora se ha convertido en cómplice de William.

—Freya— menciona su nombre.

La mujer sonríe macabramente, —mi Gran Señor— se burla ella, —como es que ya no eres nada y al mismo tiempo me das auras siniestras—.

Esta mujer no le agrada y tiene la esperanza de que sus pociones sirvan para poder apagarla a ella tambien, porque si bien sabe puede ser igual o peor que la reina Carmesí, porque ambas tienen lazos sanguíneos.

—Recuerdo haberte dicho que debíamos estar como si el miedo nos controlara—, camina alrededor de él, —pero ¿Qué fue lo que me dijiste? — siente el recuerdo de la última vez que se hablaron.

—Solo enviaste a una persona a vigilar, cuya persona no hizo nada—, niega decepcionada.

Robny mantiene su postura erguida, observando cómo golpean al pura sangre, su mente vuela imaginando lo peor que podría pasar y dice, —el miedo no se apodera de mí aquí, no por esto— y se aleja de las mazmorras para ver sus creaciones.

Robny podría verse indefenso sin el título del Gran Señor, pero no le temía a los que seguramente venian por él, su miedo era alguien más, que por fortuna no se encontraba aquí.

William se refugia en el corazón de su guarida, una cueva vasta y oscura que se extiende bajo la tierra. La vida no ha sido lo que él esperaba. Su camino hacia la corona estuvo plagado de obstáculos, y una vez obtenida, su reino fue devastado. Para colmo de males, se enamoró perdidamente de una mujer de belleza incomparable, tan cautivadora como malvada. Se decía que su atractivo era diabólico, y el destino se ensañó con él al arrebatarle la vida de su amada... o eso creía él hasta ese día.

Una chica que no se parecía en nada a su amada físicamente, pero habia una oscuridad en ella, una maldad que le resulta familiar. Y entonces, la vió, un destello de reconocimiento en sus ojos, un reflejo del alma de su amada atrapada en el cuerpo de la Reina Carmesí.

William se acercó a ella y clan Carmesí, en el que no solo habian vampiros, sino hombres y mujeres lobo, brujas y magos.

La Reina Carmesí en un momento de privacidad le confesó que a veces sentí que habia una mujer adentro de su cabeza que estaba allí en momentos específicos y que, si necesitaba hablar con ella, podría intentar hacer que apareciera.

Si bien se cuenta que la Reina Carmesí siempre fue alguien sombria y esta mujer lo era aún más, por lo que juntas mezclaban el temor de los temores, haciendo de esto un infierno para los cazadores.

Cuando Robny y los cazadores lograron cazarla, supo que ella también estaba siendo esclavizada.

Ahora que todo esto está pasando, William quiere saber quién de las dos es quien ama a Francisco Elordi, porque de algo sabe, es que él está enamorado y puede ser de las dos versiones.

William mira hacia el frente, su mirada fija en el cuerpo inerte de la princesa que encontró años atrás. Las antorchas, como lenguas de fuego, le iluminan, creando un ambiente tenebroso y cargado de tensión. La ha conservado durante años, esperando el momento oportuno para utilizarla. Y ahora, ese momento ha llegado. Su plan es macabro, pero necesario para lograr su objetivo: traspasar el alma de su amada al cuerpo de la princesa. Una idea descabellada, pero la única esperanza que le queda para salvarla y así deje el cuerpo de la Reina Carmesí.

Mientras observa a la princesa, su mente está abierta a los pensamientos de los vampiros que lo rodean. Un murmullo constante llena su cabeza, una mezcla de ideas, emociones y fragmentos de conversaciones. La mayoría de los pensamientos son entendibles, reflejos de las mentes de sus súbditos vampiros. Sin embargo, uno en particular llama su atención, el de Robny.

El pensamiento de él es extraño, confuso, como un código indescifrable. William intenta enfocarse, pero la información se le escapa. Frustrado, decide dejar de lado la mente de Robny y centrarse en otra que emana una mezcla de emociones intensas, frustración, ira y tristeza.

William reconoce de inmediato a quién pertenece esa mente.

•••

Fredom se encuentra de rodillas y aunque está atado con unas cadenas de cazador, este trata la manera de liberarse y mientras lo hace trata de buscar a su hermano, y se alivia al ver sentir que no está, una voz se apodera de la sala y se trata de Robny.

—Tu fuerza es sorprendente, tu aura y tu físico— da pasos cerca —quisiera saber quiénes te dieron esos genes, digo, es que no es muy común, no aquí—, sus pasos se detienen —¿Si me entiendes no? —

Mira hacia arriba viendo al rubio de ojos azules.

—Imbécil...— logra decir.

Robny mantiene su seriedad y mira al suelo —Si...he sido todo eso, pero es por una buena causa, no lo comprenderías aún si te lo contara, de hecho, ni me creerías—, dice pensando.

—Te mataría...— dice él.

Robny lo observa, estando de rodillas y atado aún mantiene una fuerza inhumana, lo que le recuerda el pasado y por eso dice, —Si la muerte fuera mi lugar seguro, te daría ese gusto—.

Efraín los observa desde lejos, mientras sus manos tiemblan al secarse con un trapo. La ansiedad que lo carcome por dentro. En su mente, una certeza aterradora lo invade, sabe que su vida pende de un hilo.

Se encuentra en una encrucijada, atrapado entre dos fuerzas mortales. Si William, el líder de los vampiros, cae a manos de Francisco Elordi, Efraín sabe que será el siguiente en la lista. Elordi no tiene piedad con los traidores, y la muerte de los cazadores que acompañaban a Robny es un claro mensaje de su crueldad, pero si Elordi cae, morirá en manos de William y la Reina Carmesí, quienes seguramente se unirán.

Mientras tanto, Francisco Elordi, Dereck del Clan de la Oposición Vampírica y La Reina Carmesí, llegan cerca del sitio en que ahora se encuentra Fredom y aguardan en el bosque, ocultos por el poder de Francisco, que además tuvo que reforzar para que no leyeran sus mentes.

En este momento la Reina Carmesí está en el rio, apartado del resto, su clan está alimentándose por lo que se encuentra sola, bebiendo un poco de agua y sintiendo que esto no reduce para nada su sed.

Unos pasos se hacen escuchar detrás de ella y no puede sentir su aura, por lo que su corazón le dice que es él, voltea para darse cuenta que es Franciso Elordi.

Han sido días confusos y difíciles de afrontar, vuelve su vista al río sintiendo vergüenza por su transformación, sabe que tiene los ojos rojos y ahora sus palabras la castigan a ella misma.

—Vampiros son vampiros— apenas se escucha su voz, sus manos tocan sus colmillos, recordando a Verónica y a Akemi, ambas unos seres inocentes. —Debo retractarme y pedir disculpas...— dice y siente que él se posiciona detrás de ella, bastante cerca.

Sin decir una palabra, Francisco la sujeta de los hombros tratando de aliviar toda su carga.

—Yo fui una asesina...siempre fui yo...a quien odié...— se recuerda a ella misma quitando vidas inocente. —Y despierto recordando todo lo que hice...— se voltea con ojos carmesí y colmillos afuera, viéndolo.

Él por primera vez la observa con esos bellos ojos intensos que antes eran avellana, sus colmillos eran pequeños y en ella se veían adorables, por lo que su corazón vuele a latir y la culpa ya no lo abarca, al contrario, lo hace sentir afortunado, sin embargo, sabe que ella no está bien.

—Lo que hice no tiene perdón—, tiene miedo de que él le haga daño, de que haga su verdadera justicia, quiere recibir su castigo, pero no de él, no de quien mas quiere.

Francisco niega, —tiene perdón si tu ya no vuelves a cometerlo—, antes odiaba el gobierno de Robny y de los seres que lo seguían, pero Nozomi era diferente y sabía que estaba arrepentida de corazón.

—Tu eres el bien y yo soy el mal...— apenas puede hablar, ya que su sed incrementa y eso la hace sentir un poco seca.

—Ambos somos el malo ante los ojos del resto...— dice Francisco, tocando su cabeza con delicadeza, palabras sabias de su madre y sabe que ella tiene sed, por lo que se acerca aún más a ella.

—Bebe de mi...—, dice de pronto —por favor...—.

Nozomi lo ve a los ojos, extrañaba verlos y ahora que le decía esto le recordaba cuando le suplicó que bebiera de ella, así que sin objetar se acerca a su garganta vislumbrando sus venas y presiona sus labios en su piel, saciándose de su sabor, cuyo liquido es dulce y embriagador, haciéndola sentir todos los sentimientos que él tiene por ella.

De repente su sed no es mayor que el deseo de volver a sentir sus labios en los suyos, se aleja y lo acorrala contra un árbol obligándolo a abrir la boca para besarlo, pero no sabe que él también tenía esa preocupación, por lo que es él quien tiene el control de sus besos mientras ella continúa apretándolo contra el tronco del árbol.

Ambos son vampiros, ella es una reina y él es un príncipe de un ejército, y eso está bien para ellos.

Toma su pequeña cintura y le encanta encorvarse para besarla con desesperación ahora que sabe que es fuerte como él, ella se pone de puntillas para abrazarlo y sentir todo lo que no pudieron en estos dos días que se sintieron eternos, ambos se apartan al escuchar unos pasos, Fran sabe que son sus hombres.

—Señor, tenemos en la radio a Mayer— el superior de los Elordi.

—Tienes que ir...— le dice Nozomi, tratando de desaparecer los colmillos.

—Regreso en un momento, ya vengo— susurra robándole un beso —te amo—.


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