Capítulo 37
CHOCOLATE CALIENTE
NOZOMI
—Me gustas— salió de sus labios y fue como dejar de escuchar la lluvia espesa y solo oír repetidas veces esa frase saliendo de su boca.
Mi pecho comienza a subir y bajar, mis manos comienzan a temblar y siento una especie de vacío dentro de mí, incluso miedo, y no entiendo por qué siento eso.
Él parece verlo, se relame los labios y se aparta de mí, su expresión es una mezcla de incertidumbre y expectativa.
¿Esperará una respuesta? No tengo nada que decir.
—¿Entramos?— pregunta, quizás porque no decía nada.
—Sí— respondo de inmediato, sin pensarlo.
Una vez adentro, me dirijo directamente al baño, cierro la puerta y me miro en el espejo. Tengo puesto su abrigo, la tela aún tibia por el contacto con su cuerpo. Cierro los ojos, intentando procesar lo que acaba de suceder. Todo en mí está empapado, y tiemblo sin saber si es por el frío o por eso.
Me quito el abrigo que huele a él, un aroma familiar que me envuelve y me confunde. Me miro de nuevo y noto que mis mejillas están rosadas, mis ojos brillan con una intensidad inusual, y mi pecho sube y baja como antes, agitado. ¿Estaba bromeando? Entonces, recuerdo el beso... Ese momento en el que sus labios se encontraron con los míos.
Si fue real.
Toc toc toc.
—¿Nozomi? — lo escucho al otro lado de la puerta, su voz suave y preocupada —¿Estás bien? — suspira, como si soltar el aire pudiera aliviar la tensión entre nosotros.
Contesto nerviosa —Estoy bien—, mi voz suena frágil, temblorosa.
Vuelvo a escuchar suspiros. Me acerco más a la puerta, como si con ello pudiera sentir su presencia más cerca.
—¿Te asusté, verdad? — pregunta, y mi corazón late con fuerza, cada latido resuena en mis oídos.
Asiento, aunque sé que no puede verme.
—Lo siento—, dice, y escucho cómo algo se desliza contra la puerta. ¿Se ha sentado? ¿Está esperando allí, pacientemente, tratando de darme espacio pero queriendo estar cerca? Acerco mi mano a la puerta, apoyando la palma contra la superficie fría. Cierro los ojos, tratando de calmarme, de ordenar mis pensamientos. Su voz, su confesión, todo lo que he sentido y no he entendido hasta ahora...Es abrumador.
FRANCISCO
—Perdóname, Nozomi, no quería asustarte— digo arrepentido.
Tocan la puerta, y molesto, me levanto del suelo y la abro. Es Fredom. Él se sorprende al verme empapado.
—¿Te mojaste? — pregunta extrañado.
—Estuve un rato afuera— le respondo cortante.
—Ya veo, tiene sentido ya que había venido a verte y no estabas. Quería decirte si querías chocolate y tomarlo juntos, ya sabes, como en aquellos tiempos— dice viendo al suelo, algo pensativo.
—Estaba mostrándole la lluvia a Nozomi, nunca la había visto— le soy honesto.
Parece entender y sus ojos brillan. —Oh, es verdad, qué bueno que hagas eso. También lo hubiera hecho con Cladis— ríe por lo bajo —si estás ocupado, te dejo entonces. Tomaré chocolate con ella— se va.
Me sentía mal por dejarlo solo, pero no quería dejarla a ella.
Cierro la puerta y me encuentro con Nozomi, que me observa desde la puerta abierta del baño.
Respiro nervioso. —Era Fredom— le digo.
—Me habías besado, ¿no es así?— dice.
Abro los ojos sorprendido. —¿Lo sabías todo este tiempo? — pregunto en un susurro lleno de culpa.
—Pensé que había sido un sueño— mira al suelo.
Me acerco a ella y, al mismo tiempo, agarro una toalla que había dejado en el sofá cuando ella entró al baño.
—No fue un sueño— respondo en un susurro, sintiendome un gran imbecil.
Le pongo la toalla en su cabeza, secándolo con cuidado. Ella tiembla, su nariz se pone roja, al igual que sus mejillas.
—No debí hacerlo, te pido disculpas— me diculpo con ella, sintiendome mal ¿como se me ocurre?
—No, tranquilo— dice y la escucho estornudar, así que se va a duchar, pero antes de entrar al baño, me observa.
—También deberías— me dice tiernamente.
Asiento —después de ti—.
Cuando cierra la puerta, camino hasta el escritorio, desabotono mi cabeza, como si con eso pudiera respirar mejor ¿que hice? ¿que acabo de hacer? ¿Como por que dije eso tambien? Recordar mi declaración me parece tan absurda, me cubro el rostro con las manos, sintiéndome tan estupido.
Lo peor es que pido chocolate caliente, acomodo los sillones listo para hablar con ella, ya me he duchado y solo espero a Nozomi, que entró nuevamente al baño para secar su cabello.
Tomo la taza de chocolate y ella se sienta a mi lado, manteniendo la distancia.
No puedo dejar que se vuelva un silencio incómodo, así que empiezo a hablar.
—Cuando era pequeño, una humana me cuidaba— le recuerdo. —Siempre que llovía, teníamos miedo de que el agua nos hiciera polvo, ya que mis padres murieron en una tormenta. Fredom y yo quedamos aterrados de eso—.
Tomo una pausa, viendola sostener la taza de chocolate.
—Nuestra niñera nos contaba pequeñas historias de aventura de cuando era niña, siempre con una taza de chocolate. Eso hacía que el temor desapareciera y nos diera ganas de salir bajo la lluvia y formar charcos de lodo—.
Nozomi estaba atenta a lo que decía.
—La lluvia para muchos es triste y encierro, pero para mí es una forma de relajación y bellos recuerdos que, aunque no eran míos, los adopté como si lo fueran—.
Veo a Nozomi, quien parece perdida por un momento.
—No tuve recuerdos bonitos y sé que tú tampoco, pero ella hizo el cambio en mí y nos dio felicidad. Y yo quiero hacer lo mismo contigo— cada palabra está llena de verdad.
Ella me mira con asombro y bajo la mirada al suelo, luego al frente y hacia arriba, esto me pone nervioso ¿Cuando yo?
—Sé que decir que me gustas va a cambiar las cosas, pero tengo la impresión de que no estoy solo en esto, ¿verdad? — la observo con un ojo abierto, esperando no equivocarme.
Nerviosa, como pensando las cosas, asiente con un leve movimiento de cabeza y su rostro se tiñe en rojo, eso me vuelve a la vida, si es que se puede decir.
Estoy mas aterrado que ella, quizas.
—No está mal que te guste un vampiro— aclaro, no quiero que tenga temor por ello —como no está mal que me gustes tu—, tomo un sorbo de chocolate.
Ella hace lo mismo, temblando, y habla sin verme.
—Nunca me ha gustado alguien— admite y me observa —¿Cómo sé que ahora sí?—.
Parpadeo tras esa pregunta, estamos en las mismas, pero con eventos diferentes.
—Tienes razón— miro a la ventana sintiendome extraño
—Nunca te he dado razones para gustarte, así que comprendo...— Intento sonreir, pero la verdad es que me desilusiona un poco y no es su culpa, es mia.
—De hecho...— habla ella, rompiendo el silencio. —Me has dado muchos, como dejarme dormir a tu lado, ser libre en esta habitación y protegerme como nadie más lo había hecho— traga saliva —...yo soy la que no te ha dado motivos para eso— mira al suelo.
La observo sin entender. —Soy solo una esclava...—
—Espera— me pongo de pie, negando, —no digas eso—.
Niego varias veces, —es que olvidas que crecí en un mundo humano y, solo porque sea un vampiro, no significa que no sea un hombre. Vivir bajo el mismo techo, solo tú y yo, hace que sea imposible no atraernos. Además, no puedo dejar de ver lo tierna y hermosa, lo frágil y fuerte que eres a la vez. De verdad, eso es suficiente para atraer a alguien—.
Sus ojos brillan llenos de ilusión. —¿Crees que soy todo eso? —
—De verdad— le sonrío, sintiendome totalmente fuera de sí.
Ambos disfrutamos un momento del silencio y la lluvia afuera, mientras terminamos de beber chocolate, hasta que ella pregunta.
—¿Y qué pasará ahora?— me mira curiosa y a la vez temerosa.
Me quedo pensativo, quisiera hacer todo lo que una pareja normal haria, como besarla, abrazarla y tenerla cerca, pero...en su estado, sé que no será fácil.
—Pasará lo que quieras que pase— miro sin evitar ver sus labios —como soy un vampiro, no quiero asustarte. Así que puedes iniciar tú, no me molestaría en nada que empezaras con esto—.
Me rasco la cabeza, si Fredom me escuchara me estaria dando un puñetazo.
Sus manos juegan con la taza de chocolate, también nerviosa y ansiosa.
Sin duda, no sabe que ahora tiene a un vampiro en sus manos. Más que he sentido mi corazón latir, que en los vampiros no es muy común, en especial yo, que jamás había escuchado ese sonido en mi interior.
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