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Capítulo 18


OPOSICIÓN VAMPIRICA

NOZOMI

Cladis se sentó a mi lado, su presencia me tranquilizó por unos breves minutos. Ella me observaba con preocupación, intuyendo que algo me sucedía. Fingiendo somnolencia, cerré mis ojos, deseando estar a solas con mis pensamientos.

Cuando Cladis finalmente se retira, la habitación queda en silencio. Mi mente se vuelve hacia los eventos de la madrugada y lo que ocurrió hace apenas unos minutos. Todo lo que me está sucediendo me provoca un malestar físico, un ligero mareo que me impulsa a ir al baño. Sin embargo, el recuerdo de lo sucedido hace poco me paraliza, impidiéndome levantarme.

Lo que me ha pasado es algo inexplicable. Mientras me dirigía al baño, un impulso me llevó a mirarme en el espejo. Y allí, reflejada en el cristal, vi a alguien más. No era yo. Era una imagen distorsionada, borrosa, como si perteneciera a un sueño.

Aún me estremezco al recordar ese fugaz instante. La imagen en el espejo no era yo, pero tampoco era una completa extraña. Tenía un aire familiar, como si la hubiera visto antes en algún lugar remoto de mi memoria.

Ver a Francisco me hace sentir segurz y no lo entiendo. ¿No es la especie que más detesto y la que más debería temer?

—¿Te encuentras mejor? — pregunta entrando a la habitación.

Francisco Elordi es un príncipe...y un caballero, sea la especie que sea, es amable. Pienso.

Asiento un tanto cansada, aun no proceso la pesadilla y lo que vi, por lo que no me gustaría contarlo.

—Está bien— me mira —saldré por unos días para averiguar acerca de ese líquido—, apunta hacia los estantes, es posible que Cladis les haya comentado —pueda que tarde dos o tres días, no lo sé— se levanta.

Me sorprendo y lo miro caminar hacia el armario para tomar una prenda. ¿Se irá ahora?

—No irás conmigo, así tendrás tiempo para descansar— me da un vistazo rápido —y no te preocupes, Cladis y Verónica te cuidarán en mi ausencia—

No me da tiempo de decir algo porque desaparece, su actitud distante oprime mi pecho y apenas tengo tiempo de procesar todo porque vuelvo a pensar que estoy sola y que esa visión podría aparecer de nuevo.

FRANCISCO

La decisión ya estaba tomada. Fredom y yo, con la mirada firme y decidida, abandonamos la mansión y Ensville atrás. Nuestro objetivo era encontrar a Dereck y desentrañar los misterios que rodean al líquido.

Un atisbo de duda me invadió al recordar la sensación de ser seguido por uno de los hombres de Robny. Sin embargo, su presencia ya no se percibía, lo que me infundió la seguridad necesaria para seguir adelante.

Al descender por las escaleras, me topé con Verónica, quien se encargaría de proteger a Nozomi y a Cladis. Un silencioso intercambio de miradas selló nuestro pacto, y con un gesto de despedida nos dirigimos hacia la salida.

Fredom me observó con seriedad mientras cruzábamos el umbral. Un instante después, ambos desaparecimos, fundiéndonos con el aire gracias a mis poderes.

Nadie escapa de Ensville sin ser detectado. Sin embargo, la invisibilidad que mis poderes nos otorgaban nos convertía en fantasmas, invisibles para los ojos tanto externos como internos.

Recorrimos las calles sin tropiezos. Nadie reparaba en nosotros, ningún rastro de sangre delataba nuestra presencia, y el enigma del líquido permanecía envuelto en el misterio. Abandonamos las puertas de la ciudad y, con un impulso, corrimos a través de la llanura, buscando refugio en el corazón del desierto.

Minutos después, cuando la distancia nos brindó la seguridad anhelada, nos detuvimos. Ambos respiramos hondo, recuperando el aliento perdido en la carrera.

Me coloqué los guantes y el gorro, elementos esenciales para esta misión.

—Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que hicimos esto— comentó Fredom con una sonrisa, mientras trataba de recuperar el control de su respiración.

—¿Tienes el líquido?— pregunté, dirigiendo mi mirada hacia la vastedad del desierto.

—Líquido N1, sí, está en la mochila— respondió Fredom, señalando el bolso con un gesto afirmativo.

—No perdamos más tiempo— dije con determinación.

—¿Listo?— inquirió Fredom.

—Sí— afirmé con convicción —Pero, ¿hacia dónde nos dirigimos?

Fredom, quien había tenido la oportunidad de visitar el refugio de Dereck en una ocasión anterior. Yo, en cambio, había permanecido al lado de Robny ese día, ajeno a los secretos que el desierto guardaba.

—Sígueme— indicó Fredom, su voz resonando con confianza.

Y así, sin más preámbulos, nos adentramos en las arenas movedizas del desierto, siguiendo los pasos de Fredom hacia lo desconocido.

La noche caía sobre nosotros mientras continuábamos nuestra carrera incansable. La luna iluminaba el camino con su tenue luz plateada. En la inmensidad del desierto, solo se escuchaba el sonido de nuestros pasos y el crujir de la arena bajo nuestros pies.

Un pensamiento fugaz cruzó por mi mente, Nozomi. Me invadía una mezcla de preocupación y pesar por haberla dejado sola. Sin embargo, comprendía que necesitaba tiempo para procesar la realidad. Era necesario que tuvieran espacio para asimilar la verdad.

Exhausto, me dejé caer sobre la arena, sintiendo la aridez del suelo contra mi piel. La sed me consumía, una consecuencia inevitable de las horas de carrera bajo el ardiente sol. Fredom, se recostó contra el tronco de una palmera, respirando con dificultad.

—Si no hubiesen sido por los lobos, habríamos llegado mucho antes— dije, recordando el encuentro con esas criaturas durante la noche. Su presencia amenazante y la peligrosidad de su saliva venenosa nos habían obligado a acelerar el paso, duplicando nuestro esfuerzo.

Fredom asintió con la cabeza —Tienes razón—, respondió, señalando con un gesto hacia la distancia, —Pero ya estamos cerca. El castillo está ahí.

Alcé la vista, siguiendo la dirección que indicaba Fredom. A lo lejos, se divisaba una silueta imponente que contrastaba con la oscuridad del cielo nocturno. Un castillo, aparentemente abandonado, se erguía en medio del desierto, como un oasis de misterio en la inmensidad de la arena.

—Entonces vamos— dije, poniéndome de pie.

Comenzamos a caminar por la orilla de la playa. La suave brisa del mar y el sonido de las olas me trajeron una sensación de calma, mitigando un poco la sed que me atormentaba. Sin embargo, un nuevo peligro surgió, percibí la presencia de humanos cerca. Fredom también lo sintió.

—No podemos seguir adelante— dije, por lo que ambos nos sentamos en la arena.

—No podemos beber de nosotros mismos, será mejor que busquemos algo de fruta, si es que encontramos— respondió Fredom.

—No tenemos otra opción— dije, resignado.

Nos dirigimos hacia las palmeras en busca de algo de comida. Miré hacia arriba y vi cocos y plátanos. Me volví hacia Fredom, que parecía tener la misma idea, así que salté para alcanzar un coco y luego otro.

—Supongo que será suficiente en lo que hallamos algún animal— dije, ya que no parecía haber nada más comestible por aquí.

Nos sentamos bajo la sombra de una palmera. Abrí el coco y comencé a beber.

—Tengo una duda— dijo Freedom con voz dubitativa.

Lo miré expectante.

—Es sobre Nozomi—cme miró con cierta inquietud, como si dudara de lo que iba a decir.

—Di lo que tengas que decir— le insté, ansioso por saber lo que pensaba sobre ella.

—¿No te parece extraña?— preguntó.

—Explícate mejor— alcé una ceja.

—Es que de todos los humanos que hemos conocido, ella es la más compleja. Entiendo que ha vivido tres años en La Escalvitud y que la han tratado mal, pero hay algo en ella que no me parece normal— Fredom siempre tenía presentimientos extraños, y no sabíamos de dónde provenía ese don.

Yo también había sentido que Nozomi era diferente a los demás, y comprendía la inquietud de Fredom.

—Es cierto que es una humana extraña— dije con una sonrisa, y Fredom me devolvió la sonrisa, —pero es una buena chica—.

—Y pensar que la mordí— agregó, mirando hacia abajo con un dejo de culpabilidad.

No recordaba ese incidente, y supongo que Nozomi tampoco lo tenía presente.

—No te culpo por eso, y tampoco lo hace Nozomi— dije para tranquilizarlo.

Intenté tranquilizar a Fredom, a punto de darle una palmada en el hombro cuando un agudo dolor me recorrió la mano. Un disparo. Miré hacia atrás y vi la herida, la sangre brotando. Fredom se puso de pie de inmediato, mientras yo lo observaba con visión borrosa, como si estuviera ebrio. Solo pude distinguir sus movimientos desesperados por defenderse, recibiendo varios dardos en el pecho. No comprendía cómo se mantenía en pie por tanto tiempo. Finalmente, caí al suelo, con la mirada fija en el rostro de Dereck.

—Bienvenidos, Príncipe Francisco y Fredom Elordi— dijo con una sonrisa —Bienvenidos a la Oposición vampírica.

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