Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

20- El pico y el palo.

Un mes atrás.

Ross Scott tomó asiento frente a su viejo amigo. Le dolía haber tenido que recurrir a la amenaza para que Archibald lo escuchara, pero era el único modo en que el conde había accedido a hablar con él, no como pasó la última vez que intentó excusarse ante él. Después de tantos años.

—Siempre que apareces algo malo le pasa a uno de mis hijos —ladró el conde.

—Lamento lo que le pasó a tu hijo.

—Lo apuñalaste.

—No era mi intención. Tu hijo me descubrió tratando de entrar en el castillo y yo no podía permitir que me capturaseis otra vez.

—Déjate de excusas y dime dónde tienes a mi hija.

—Ella está a salvo.

—A salvo está conmigo, con su familia. —Archibald apoyó los codos en las rodillas al tiempo que entrelazó las manos. Su mirada era como el hielo, fría y calculadora. Nunca sabías qué pasaba por su cabeza.

—Crichton planeaba secuestrarla y casar a su hijo, ese pusilánime, con tu hija. —Ross sacó la pipa del bolsillo con gestos deliberados. Ahora que tenía toda la atención del conde, se permitió dar una bocanada—. La respuesta a tu pregunta no formulada es que como ya sabes tengo espías repartidos por todos los clanes.

—Es una alegría saber que ciertas manías no cambian —ironizó Archibald, cada vez más exasperado por la languidez de Scott.

—Uno de los que estaban con los Crichton me informaron de que John planeaba raptar a tu hija y hacerla su nuera antes de tu llegada de Francia. Cuando lo supe mandé a mi hijo a por ella. Según me dijo la encontró en medio del bosque con un grupo de mercenarios que Jonh había contratado para no dejar pistas sobre él. Así que las fabricamos. No voy a permitir que ese malnacido se salga de nuevo con la suya.

—Entonces lo de la cesta fue obra tuya.

No era una pregunta. Ross asintió.

—No voy a dejar que se libre de esta como se libró de lo que me hizo a mí.

—Debiste avisar a mi clan.

—¿Me habríais creído? —señaló Ross. El humo se había extendido por la habitación, tan solo iluminada por la luz del hogar.

—¿Dónde la tienes ahora?

—A salvo. Crichton también es muy astuto e introdujo a cinco de sus hombres entre mis contactos. Los interceptamos antes de que pudieran informarle.

—Quiero a mi hija de vuelta.

—Alexander está esperando mi orden para devolvértela. Pero. —Ross hizo otra lánguida pausa—. Primero necesito tu ayuda para limpiar mi nombre. Quiero un juicio justo.

—Primero mi hija.

Ross consintió con un movimiento de cabeza.

—En dos días uno de mis hombres contactará contigo para decirte dónde ir y entregarte a tu hija.

Archibald se dejó caer contra el respaldo. Durante un rato solo se escuchó el crujir de los leños. Ross se marchó con el mismo silencio con el que había aparecido.

Dos semanas más tarde.

Alexander llegó a la posada de El pico y el palo entrada la noche. Fue directamente al rincón del fondo donde una figura morena de cabello oscuro como la tinta, a excepción de las sienes plateadas, lo esperaba. El pirata se deslizó en el banco de madera y cruzó las manos sobre la mesa, bien a la vista del hombre que tenía enfrente. Este hizo lo mismo.

—Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos —dijo Archibald Douglas a modo de saludo.

—Cerca de un año, si mal no recuerdo —concordó Alexander—. Fue en París y el trabajo que hice para vos resultó muy ventajoso para ambos.

Desde hacía cinco años, Archibald y Alexander tenían negocios en común. Como consejero del reino y portavoz de Escocia en Francia, el conde no podía ser asociado a ningún tipo de negocio ilícito, así como a asaltos de barcos españoles o ingleses. Alexander era su presencia en la sombra. Siempre que se enteraba de algún negocio acudía a él. Les había ido muy bien durante todo ese tiempo y Alexander jamás le había traicionado como lo hizo su padre. La historia de cómo se inició esa relación da para un libro independiente y este, querida lectora, no trata sobre eso.

—¿Por qué no me avisaste del peligro que corría mi hija? —acortó el conde, se inclinó sobre la mesa de modo que la vela iluminó su rostro desde abajo—. ¿Por qué actuaste con tu padre a mis espaldas?

Alexander se encogió levemente de hombros.

—Había que actuar rápido. Además, Scott quería ganarse de nuevo vuestra confianza, siempre os ha sido leal.

—Habría preferido que fueras tú quien me lo contara —gruñó. El conde se dejó caer hacia atrás. Vagó la vista por la taberna. Apenas un puñado de pescadores bebían mientras otros dormían la mona en el mismo sitio que cayeron redondos.

—Tengo una petición para vos, padrino. —Archibald miró a Alexander con una ceja alzada—. Quiero ser vuestro invitado.

La carcajada de Archibald, salida de lo más hondo de su pecho, despertó a un borracho. Alexander ladeó una sonrisa.

—Eso me señalaría como cómplice tuyo. Cosa que no nos conviene a ninguno de los dos —apuntó.

—No os pido que me presentéis como Alexander FitzGerald, sino como vuestro ahijado y primogénito de Scott. Sé bien que Scott recuperará sus tierras en cuanto presentéis las pruebas pertinentes al consejo y al duque. Me gustaría ver esas tierras que colindan con las vuestras. Os conseguiré media docena más de yeguas.

Archibald sopesó la petición durante unos minutos. Finalmente accedió con un asentimiento de cabeza.

Retuvo a Alexander del brazo cuando pasó por su lado.

—Espero que sepas comportarte y no me dejes en ridículo.

—Seré tan encantador como esos estirados de la corte. —Alexander hizo una grácil reverencia, una demasiado fina para un hombretón como él, para despedirse del conde.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro