Capítulo 3
Aria
—Bueno, Aria, no sé mucho de ti aparte de los rumores que circulan por la aldea —soltó Thiago Lewis de repente.
Había intentado por todos los medios ignorar su presencia a mi lado, pero ante un comentario tan directo no me quedó otra que mirarle. Su cabello rubio parecía graso, seguramente por tener que trabajar con su padre como carnicero, y sus ojos azules eran tan claros como el cielo. Podrían haberme parecido bonitos de no ser por un extraño brillo que se me antojó desconfiado. Ese chico no me hablaba precisamente por voluntad propia, aunque su tono de voz expresase lo contrario. Sonreí falsamente.
—No hay mucho más que contar.
—Estoy seguro de que eso no es cierto, pareces una chica interesante —murmuró; el brillo en sus ojos cada vez se intensificaba más, y eso me daba muy mala espina—. ¿Por qué no vamos a dar un paseo?
—Porque estoy comiendo —musité entre dientes, y más cortante que un cuchillo—. Además, luego iré con mi prima al puesto del joyero de Springwood.
—Os puedo acompañar encantado —¿no se daba por vencido fácilmente, eh?—, no tengo nada que hacer.
—¿No tienes que tocar el violín esta noche?
—Si, pero me sé las partituras de memoria, tranquila —"eso lo dudo muchísimo", pensé.
Thiago parecía tan extrañamente interesado en mi que mi mente empezó a quedarse sin excusas. ¿Qué tenía que hacer para librarme del compromiso en el que me había metido mi madre? Y aún más importante, ¿cómo podría librarme de este chico si estaba tan obcecado en perseguirme? Finalmente y una vez más, aquel engranaje mental que se activó durante la conversación con mi madre comenzó a girar. Estaba harta de fingir amabilidad con este chico cuando todo lo que quería era que me dejara en paz y se olvidara de mi existencia.
—Mira, Thiago —suspiré, soltando los cubiertos de madera sobre la mesa—, voy a ser franca contigo. No me quiero casar, ni ahora, ni nunca, y mucho menos con alguien de esta aldea. Si estás intentando acercarte a mi por ello, ve olvidándolo porque ni en tus mejores sueños mi madre podrá controlar mi vida de esta forma. ¿He sido lo suficientemente clara?
El joven parpadeó varias veces, asombrado. Ah, genial, a lo mejor pensaba que era sumisa y callada como mi madre deseaba que fuera y le había dejado mudo con mi declaración.
Me daba igual lo que pensara de mi la aldea entera, era consciente de que los rumores sobre que estaba loca rondaban en boca de todos los aldeanos desde que, en una ocasión, me pillaron tratando de entablar una amable conversación con el viento. Yo solo tenía doce años y lo único que estaba intentando era responder a las extrañas llamadas del bosque. Al final, no tuve éxito y todo el mundo empezó a pensar qué, con la ausencia de mi padre, había empezado a perder la cabeza.
La reacción de Thiago fue algo diferente a lo que me esperaba, lo admito. Tras un breve momento quieto como una estatua, el rubio soltó una alegre carcajada.
—¡Pienso lo mismo! Tampoco me quiero casar con nadie, pero convencer a mis padres de lo contrario... Es una tarea difícil. Tan solo estoy aquí sentado porque me han obligado —confesó, y sentí que la pesada carga de rechazar a un chico que realmente quería casarse conmigo se evaporaba como el agua.
—Te agradezco que hayas sido sincero conmigo. A lo mejor si vamos los dos a hablar con mi madre y la explicamos que ninguno quiere casarse...
—No creo que nos hagan mucho caso, Aria —suspiró—. ¿No te das cuenta? Tu madre es la jefa de la aldea y mi padre el carnicero. Casarme contigo hará que a él le respeten mucho más, y estoy seguro de que tu madre no rechazará toda la carne que mi padre puede ofrecer a tu familia.
—Lo sé, pero... —solté un largo suspiro de insatisfacción—. ¿No te parece injusta toda esta situación? Nuestros padres no nos dejan tomar nuestras propias decisiones en ningún sentido.
—Si, pero yo puedo vivir con ello. Sin embargo, tengo la sensación que tu no te has puesto así solo por la idea del matrimonio —vaya, me había leído como si fuera un libro abierto.
Mi mirada se dirigió automáticamente a la muralla, a los árboles que había tras ella. Una ráfaga de viento mecía sus copas con la ligereza y la elegancia de un cisne desplegando sus alas, y yo sentí de nuevo esa inconfundible llamada. Thiago pareció percatarse de mi ensimismamiento y me sacó de él.
—Ah... Ya veo. No te gusta esta aldea tanto como a los demás, ¿no es cierto?
—Es justo eso —murmuré, bajo—. Siento que aquí no encajo, que este no es mi sitio. Vivir entre estas cuatro paredes... Simplemente no es lo que quiero para mi. No quiero que mi vida sea tan aburrida y monótona como la de los demás. No te ofendas.
—No, tranquila, lo entiendo. Me preguntaba cuándo llegaría el momento en que alguien alzara la voz y se pronunciase, precisamente sobre este tema —procedió a masticar un trozo de patata asada y después continuó hablando—. Yo también he sentido curiosidad a veces, ¿sabes? No la suficiente para querer adentrarme en el bosque para siempre, pero si para... No sé, simplemente para asegurarme de que el mundo es más grande que esta aldea.
—Es... Agradable hablar con alguien que me entiende —solté una risita nerviosa de repente, mirando de soslayo a mi tía Katie por si acaso se estaba inmiscuyendo en nuestra conversación. Por suerte, Andrew captaba toda su atención—. Gracias por no pensar que, bueno, que estoy loca.
—Nunca he pensado que hubieras perdido la cabeza desde lo de tu padre —en ese momento, Thiago me miró muy seriamente. El extraño brillo de sus ojos había desaparecido nada más confesarle que no quería casarme y se mostraba mucho más natural conmigo, pero aquella firmeza me puso alerta—, aunque entiendo que a lo mejor fue un poco traumático.
—¿Por qué dices eso?
—¿Hm? ¿No te asustó el hecho de que tu padre te llevara consigo cuando desapareció?
Un nudo se instaló en mi garganta instantáneamente. No podía ser cierto. Lo que Thiago me estaba diciendo era un bulo, una equivocación, un malentendido. Alguien había transmitido mal la desgracia de mi padre. Yo... Yo no estaba con él aquel día.
—Pero... Pero si yo tenía mucha fiebre el día que mi padre murió en el bosque —mi voz se quebró—. Yo... Normalmente me llevaba consigo pero en aquella ocasión...
—Qué extraño. Mi padre siempre me ha contado que te encontraron sola a las puertas de la aldea, llorando. Nadie comprendía cómo una niña tan pequeña y que apenas había comenzado a caminar había conseguido llegar a la muralla sin perderse, pero bueno, el caso es que lo hiciste —Thiago sonaba despreocupado mientras me contaba todo aquello, pero no malintencionadamente. Él realmente creía que yo sabía de aquella información—, y que milagrosamente no te ocurrió nada.
Mi mente estaba en blanco. Las preguntas se amontonaban en el nudo de mi garganta que no me dejaba respirar, pero traté de disimular que apenas me estaba llegando oxígeno a los pulmones. El shock me estaba paralizando y no podía permitirlo, no allí, no así.
—¿Cómo es posible? —me atreví a cuestionar, aunque la verdad es que no estaba segura de querer saber la respuesta.
—No lo sé —Thiago seguía zampando como si aquella conversación, que amenazaba con derrumbar los cimientos de mi vida, no fuera nada del otro mundo—, supongo que te llevó consigo hasta un refugio y te dejó allí hasta que regresara con alguna presa.
—¿Refugio?
—Si, ya sabes, los agujeros en la tierra alrededor de los árboles más grandes. Los constuyeron los Cazadores Antiguos hace siglos, pero los siguieron utilizando hasta que tu madre borró la cacería de la lista de oficios de la aldea —dijo, y de repente se quedó pensativo—. De hecho, tiene sentido que pudieras salir de uno siendo un bebé. Mi padre me contó que algunos eran muy poco profundos porque servían para esconder armas y otros materiales. Pero claro, esto es mucho suponer, a lo mejor te llevaba consigo y fue un golpe de suerte que pudiera escapar, aunque... Si yo fuese cazador y tuviese una hija, no dejaría que me acompañara a algo así. Ni siquiera entiendo porqué tu padre te llevaba al bosque si es tan peligroso.
Si lo que Thiago Lewis me estaba contando era cierto, mi madre me había mentido toda la vida. Todo el mundo lo había hecho. Mi sueño... Aquellas pesadillas que me atormentaban por las noches desde que era niña tal vez no fueran solo un producto de mi imaginación. A lo mejor eran un recuerdo atesorado en mi cabeza que trataba de hacerme ver la verdad. Tal vez las palabras de Thiago fueran ciertas y yo estuviera con mi padre en el bosque el día que murió.
Había tantas incógnitas presionándose las unas a las otras que me levanté abruptamente de la mesa. Thiago me miró extrañado pero sonreí superficialmente para que nadie se preocupara por mi partida, y corrí lo más rápido que pude en dirección a mi casa. Vomité todo lo que había ingerido en la comida en la misma entrada.
Definitivamente mi vida había sido una mentira, literalmente desde el primer minuto. Mi madre me había ocultado una información importantísima, no solo sobre la muerte de mi padre, si no esencial para conocerme a mi misma, incluso. ¿Y si sentía aquella conexión con el bosque precisamente porque algo ocurrió cuando mi padre desapareció? ¿Y si seguía vivo y era él la voz que escuchaba susurrada en el viento? No, definitivamente eso no era posible; la sangre que encontraron junto a su fusil era real, recordé a mi madre limpiarla con un trapo cuando se le trajeron, y tenía la ligera sospecha de que algo más en mi interior lo confirmaba.
Necesitaba encontrar respuestas. Entendía que mi padre me llevaba consigo al bosque con la intención de compartir su vocación conmigo, pero una niña de cuatro años que acababa de perder a su padre no podría haber llegado sola a la puerta de la aldea, menos aún si estaba escondida en alguno de los agujeros que los cazadores utilizaban como "guaridas", según me había contado Thiago. Entonces, ¿cómo narices llegué a la muralla? ¿Acaso mi padre murió después de dejarme allí? ¿Qué ocurrió exactamente?
Tenía que averiguarlo y sabía exactamente cómo. Hasta la noche no se cerraban de nuevo las puertas de la aldea, cuando los vecinos de Springwood volvían a su pueblo. El Festival de la Cosecha me brindaría la oportunidad de obtener respuesta a mis inquietudes, pero antes de volver a la celebración, tenía que recordar algo importante que siempre trataba de olvidar: un sueño que me ayudaría a resolver el misterio de lo que ocurrió aquel fatídico día.
***
Vaya, ¿cuál será la verdad?
No olvidéis votar y comentar ;)
Abrazo de oso, Vero~~
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