Capítulo XXIII: Recuerdos del pasado
Por las tranquilas calles del pueblo capital corrían los niños riendo y jugando, los jóvenes yendo de un lado a otro y los guardias siempre vigilando para asegurarse de mantener la paz.
A medida que pasaban las horas, el encargo del duque y el conde estaban por terminar. Dakota y Diana estaban trabajando en los últimos detalles de los bancos del duque Marcos, eran unos cuatro, y las estatuillas del conde Andrés.
Las frutas de hierro revestidas con plata se veían impecables, el detalle de las raíces de las hojas y su forma las volvían realistas, las enredaderas y las bancas lucian espléndidas. Todo en conjunto era muy bonito de ver.
Las estatuillas de plata del Duque tampoco se quedaban atrás. Tenían la forma de la cabeza de un lobo de gran pelaje.
Al terminar, Dakota se dejó caer en el sofá cerca de la puerta de salida, su cuerpo estaba sudado y su cara algo machada con carbón.
-Finalmente terminamos el trabajo -Dakota suelta un suspiro de alivio.
-Así es -Diana se deja caer en el sofá al lado de Dakota-. Pero valió la pena, están increíbles tus diseños.
-Gracias, aunque no lo habría terminado a tiempo de no ser por tí -Dakota miró a Diana-. Eres hábil con el metal para ser mujer.
Diana, aunque trata de contenerse, no pudo evitar sonrojarse levemente.
-Viniendo de un Montero significa mucho. Todo lo aprendí de mi padre, aunque hay cosas que si tuve que aprender por mi cuenta -la chica de cabello cerezo tomó un pañuelo algo desgastado que estaba en el reposabrazos más cercano a ella y se lo entregó a Dakota-. Tienes carbón en la mejilla. Lo limpiaría yo, pero ya tienes dueña.
-¿Dueña? -repitió confundido tomando el pañuelo.
-La chica, quiero decir, la princesa que gritó en tu pecho ayer -frunció levemente el ceño-. ¿Son pretendientes, pareja o solo la diversión del otro?
-No somos pretendientes y mucho menos la diversión del otro.
-Entonces son pareja -Diana sonríe.
-Se podría decir que sí, pero eso no es algo que se deba de divulgar... al menos no aun -Dakota se levanta y comienza a caminar.
-Eso no transmite mucha confianza, si son pareja y se aman deberían de decirlo y ya sin importar lo que opinen los demás -Diana se levanta y camina rápidamente hacia Dakota tomándolo de un brazo-. ¿Y que hicieron anoche? ¿Jugaron? ¿Hablaron?
-Hablamos, jugamos, contamos historias, comimos, lo normal -dijo Dakota.
-Una velada muy tranquila, ¿no? -Diana sonreía pícaramente.
Dakota aleja respetuosamente a Diana de él mientras la ve con seriedad.
-Fue una velada tranquila y mas te vale no decir nada al respecto. Se supone que ella no estuvo conmigo anoche sino que estuvo en un campo de flores, decidimos dejarlo así para que ella no tuviera problemas -comentó Dakota y se dirigió a unas escaleras.
-Entonces tienen un romance secreto -Diana lleva sus manos juntas al centro de su pecho y suelta un suspiro-. Me encantaría tener algo así.
-Pues suerte con eso -exclamó Dakota mientras subía escalón por escalón.
Al llegar arriba, se dirigió directamente a un ropero para cambiar la sucia y sudada vestimenta que portaba. Al abrir el closet apartó toda la ropa hacia un lado para revisar cada una de ellas, pero el baúl del fondo acaparó su atención.
Sonríe y se agacha para sacar el mismo del armario, lo abre y levanta la primera prenda que dentro del baúl se encontraba.
Dicha prenda resultaba ser aquel vestido celeste con algo de pedrería que le traía felicidad y nostalgia. Lo dobló, se levantó y acercó una silla de madera para ponerla. Luego de eso, siguió buscando algo de ropa limpia para ponerse.
Mientras que él se cambiaba la ropa, a muchos kilómetros de distancia dentro de los muros del palacio, las hermanas Sasha y Leicy junto con Dalilah se habían movilizado del comedor a una terraza con vista al patio real, pero al ver que habían muchos sirvientes cerca decidieron ir a la habitación de Sasha, la cual era mucho más privada.
Las princesas estaban sentadas en círculo, Sasha recostando su espalda en la cabecera y sus piernas cruzadas como los indios, Leicy tenía sus piernas abrazadas y Dalilah sentada al igual que la princesa morena.
Sasha se acomodaba levemente el cabello mientras era observada curiosamente por Dalilah y Leicy.
-Bien, Sasha -dijo Dalilah rompiendo el silencio-. Ahora que estamos aquí podemos hablar.
-Sí, no nos dejes intrigadas -agregó Leicy.
-Yo no soy la que tiene que hablar, es la chica del vestido coral quien tiene algo que decir.
Dalilah pestañeo rápidamente algo confundida.
-¿Tengo que decir algo? -preguntó la rubia.
-Lo único bueno de vivir con mentirosos es que aprendes a identificar cuando alguien es sincero y cuando no -Sasha inclinó su torso hacia adelante-. Ahora dinos, ¿dónde estuviste realmente anoche?
-En el campo de flores como les dije -respondió Dalilah.
-¿El Sir Tobías y el Sir Nathaniel te encontraron en el campo de flores como dicen?
-Pues sí.
-Mientes... ¿Donde estuviste realmente? -Sasha no se iba a rendir hasta que Dalilah le dijera la verdad.
-¿Por qué tanto interés?
-Somos familia y el escape nocturno que tuviste es lo más interesante que ha pasado en buen tiempo.
-Además de que se le acabaron los libros y los chismes -bromeó Leicy soltando una leve risa.
-En parte es por eso -admite Sasha-, pero más por el asunto de que somos familia y el hecho de que solo te fuiste una noche y volviste más alegre de lo normal me intriga.
-Pues no tengo ningún chisme que contarte, Sasha. A menos que cuente lo de Xander, pero eso fue hace tanto.
-¿Y si te lo cambio por otro chisme? -Sasha señaló a Leicy-. Está enamorada del herrero que hizo los escudos.
-¡Claro que no! -negó Leicy.
-Eso ya lo sabía, tu misma me lo dijiste, Sasha -dijo Dalilah.
-¿Cómo que ya...? A ver, no estoy enamorada del herrero, mi corazón está con la música, sobre todo con el violín -aclaró Leicy.
-Bueno, bueno, está bien. No te gusta Hércules, pero la música no es lo único que está en tu corazón o en tus pensamientos -bromeó Sasha.
-Dakota no es Hércules, tiene brazos, abdomen y piernas bien formadas, pero su contextura es la que tienen la mayoría de los hombres cuya labor es tan pesada como la herrería -explicó Dalilah.
Sasha y Leicy observaron con curiosidad a la rubia por lo que acababa de decir.
-Te dejo pasar lo de los brazos, pero ¿abdomen y piernas bien formadas? La única manera de que lo sepas es que lo hayas visto -dedujo Sasha.
-Uuuuuuuyyy -exclamó Leicy pícaramente
-Ya quisiera, pero no. Él me lo dijo.
-Sí, claro -Sasha y Leicy hablaron al unísono.
En ese momento, tocaron la puerta mientras que una voz femenina decía el nombre de Sasha.
La puerta rechinó levemente cuando se abrió, resultaba ser la reina acompañada con Edward quien buscaba a Sasha.
-Oh, no sabía que estabas con tus hermanas -la reina se abre paso a tarde la habitación hasta llegar con las princesas-. Habrá una junta con el consejo real en una hora y como eres la futura reina necesito que asistas.
-Como usted diga, madre -Sasha asiente ligeramente.
-Perfecto -exclamó Edward-. Ahora que su hija ha aceptado, debemos irnos, majestad. Hay un millar de cosas que hacer y muy poco tiempo para hacerlo.
-Tienes razón, Edward. Vamos -la reina concordó con Edward y ambos se retiraron de la habitación.
Sasha suspira pesadamente después de que su madre y el chamberlain se retirara de su aposento.
-¿Que sucede, Sasha? -pregunta Dalilah.
-Ella no quiere ser reina -Leicy responde por su hermana.
-¿No? -dijo Dalilah con curiosidad.
-No es que no quiera, pero no esperaba que fuera en este tiempo y eso me causa angustia. Se supone que iba a ser en unos ocho o quizás diez años o cuando contrajera matrimonio -comentó Sasha.
-Pero eres muy honrada e inteligente, seguro que lo harás bien -Dalilah animaba a Sasha.
-Gracias por decirlo, pero no cambia el hecho de que no me sienta presionada. Ninguno aquí ha tenido el mejor de los ejemplos para ser monarca y no lo digo por mamá, ella ha sido increíble, lo digo por los dos últimos reyes consortes, nuestros padres -explicó Sasha.
-No conocí al padre de Sasha, pero sí sé que no fue mejor que Reginald. Se podría decir que hasta peor, pero como siempre decía mi padre: "lo que pasa en el palacio, se queda en el palacio" -agregó Leicy.
-Creo que llegué a escuchar algo acerca del rey anterior, ¿tan malos fueron sus padres? Y disculpen si mi pregunta es algo fuera de lugar, no tienen que responder si no quieren -dijo Dalilah.
-Vivimos en el mismo palacio -Leicy ve a Sasha-. Deberíamos decirle, Sasha. Si no lo hacemos, de una u otra forma lo averiguará.
Sasha suspira levemente mientras piensa un momento.
-De acuerdo. Empiezo yo -Sasha se acerca a sus hermanas para acortar un poco la distancia-. Mi madre era muy joven cuando sus padres la ofrecieron como tratado de paz a uno de los hijos de los reyes de Miragora, el príncipe Davidson. Ella no quería, pero se necesitaba, había una guerra entre nuestros reinos desde hace mucho tiempo.
-Los monarcas de ambos reinos se sentaron a dialogar, la tensión era increíblemente pesada, pero si no llegaban a un convenio los reinos no estarían vigentes hoy en día -agregó Leicy.
-El matrimonio fue la solución para los problemas. La princesa Valeria, nuestra madre, apenas había cumplido los dieciocho cuando fue desposada por Davidson quien tenía veintitrés. Al principio no fue tan malo, incluso se llegó a enamorar, pero luego todo cambió, el poder lo cegó -empezó a frotar su brazo derecho con la mano contraria-. Se volvió agresivo, la reina y yo sufrimos mucho maltrato físico gracias a él, a menudo terminamos en cama varios días e incluso intentó matarnos a las dos para ser el monarca legítimo y no solo el consorte real.
-¡No puede ser! -Dalilah no podía creer lo que Sasha le decía- ¿Y lo detuvieron?
-No... Desapareció para no ser visto nunca. Hasta el sol de hoy no se sabe su paradero, muchos dicen que está muerto y espero que así sea -culminó Sasha.
-Es un caso similar al mío -comentó Leicy-. Reginald era una cara carismática, personalidad brillante, muy caritativo y de gran corazón, risueño y romántico. Mi madre se enamoró de él, aunque el matrimonio anterior la decepcionó mucho, Reginald fue como un salvavidas. Sin embargo, al igual que con David, el poder lo cegó, la diferencia es que él quería que fuera Victoria la heredera y no Sasha ya que la consideraba una... -miró a Sasha como si pidiera permiso para hablar.
Sasha asintió y Leicy continuó su comentario anterior.
-Bastarda.
-Me lo dijo tantas veces que ya no soporto escuchar esa palabra -destacó Sasha con notable molestia.
-Y no fue el único de los insultos, detestaba a Sasha y a mí me ignoraba por completo, Victoria era su hija adorada, la amaba como a nadie, la sacaba a pasear, le daba todo lo que pedía, el mundo giraba alrededor de ella. Llegué a sentir envidia ya que siempre pasaba por encima de mí, por encima de todos en el palacio -confesó Leicy.
-No me sorprende -dijo Dalilah.
-Uno pensaría que la favorita era ella, todo ese trato especial, los banquetes privados, los paseos, los bailes en su honor, los regalos, mientras que nosotras éramos rechazadas -agregó Leicy
-Victoria pasó de ser sencilla, sentimental y amable a una persona egocéntrica, sarcástica y muy ofensiva. Con tan solo diez años se creía la última gota del desierto -agregó Sasha.
-Sí, la queríamos de igual forma, pero no sabíamos por qué actuaba así con nosotras hasta que...
-¿Hasta qué? -preguntó Dalilah.
-Un día la sacó del baile de su cumpleaños número once, creí que le iba a brindar uno de esos festines privados que siempre la había visto comer y los seguí, entraron a la habitación de Victoria y comenzaron a escucharse golpes y llanto. Traté de ver a través de la cerradura y lo vi cuando la abofeteó varias veces y ella lloraba tirada en el suelo mientras que Reginald le decía toda clase de cosas como "estúpida", "retrasada", "ignorante" "ojala no hubieras nacido", "¿No entiendes nada de lo que te enseño?" y un montón de cosas horribles. Temí por ella así que me fuí y se lo dije a mi mamá, ella corrió a la habitación, pero fue peor -respondió Leicy
-En ese momento comenzó a ser muy agresivo, más que antes. Pasó de regaños con bofetadas y un par de insultos a golpear con la mano cerrada múltiples veces, ofender y maldecir todo el tiempo, pero solo en el palacio, afuera éramos el mejor ejemplo de una familia feliz y armoniosa -añadió Sasha.
-Eso es horrible -comentó Dalilah.
-Demasiado. Por suerte duró solo un año, falleció de una enfermedad que atacó sus órganos vitales, terminó postrado en una cama a nuestra merced -destacó Sasha.
-Su cuerpo se había debilitado, su piel se cubrió por completo de ronchas, sufría dolor intenso y fiebre alta. Los médicos lo llamaron Viruela y fue puesto en aislamiento, quemaron todo lo que le pertenecía, incluso los muebles, cortinas, ropa, carruajes, todo lo del palacio fue quemado para proteger a la familia real. Los médicos hicieron todo lo posible para salvarlo, pero falleció y con su partida regresó la paz al palacio, pero Victoria no volvió a ser la misma de antes -relató Leicy.
-Aunque murió logró cumplir su objetivo: convertir a Victoria en una persona narcisista, egocéntrica, egoísta, ofensiva, agresiva y deseosa de poder, del trono y de la corona. Nos tomó mucho tiempo para que aminorara esa actitud, pero cada vez que alguien nuevo se presenta, sobre todo si se parece a su padre, se vuelve loca y comienza a insultar y despreciar a esa persona aún cuando no tiene la culpa de lo que le pasó. Sí me lo preguntas, Reginald le causó un trauma que no ha podido superar, un trauma que modificó su forma de ser -opinó Sasha.
-Pobre Victoria, no tenía idea de que era... De qué todas fueron tratadas tan mal -Dalilah bajó la cabeza-. ¿Cómo puede existir gente así en este mundo?
-Así es la vida -dijo Sasha.
-Pero no te entristezcas o nos tengas lástima, si te dijimos esto es porque confiamos en tí y sabemos que no divulgaras nada de lo que se dijo aquí. Lo llamo "código de hermanas" ahora sabrás todo lo que acontezca en nuestras vidas siempre -Leicy comenzó a enumerar con sus dedos-. Eso incluye recuerdos, anécdotas, secretos, travesuras, chistes, gustos amorosos y sobre todo chismes, siempre y cuando guardes silencio.
-Es algo de hermanas que creamos hace años y seguimos haciendo para mantenernos unidas -explicó Sasha con una sonrisa.
-Pues quiero formar parte de esa unión -dijo Dalilah con emoción.
-Lo primero que debes hacer es decirnos qué pasó anoche -decretó Sasha con una sonrisa inocente-. ¿Dakota estuvo por ahí?
-Uuuuuuuyyy -exclamó Leicy con una pícara sonrisa.
Dalilah piensa un momento y suspira.
-Está bien -La rubia juega con uno de sus flecos-. Me sentí muy mal cuando Victoria me humilló frente a la corte así que corrí al establo, me monté en mi corcel y cabalgué hasta el taller de Dakota, le comenté lo que pasó y me ofreció ir a un lugar más privado... Y dije que sí.
-¿Te fuiste con un hombre a un lugar privado? Que traviesa -Sasha se expresó de manera picosa y comenzó a levantar las cejas rápidamente con una gran sonrisa provocando la risa de Leicy.
-¡Sasha! ¿Y esa cara? -Leicy siguió riendo.
-Bueno, me llevó a su cabaña, escuchó mis quejas y me animó, me dijo tantas cosas bonitas en una sola frase que fue imposible no besarle -Dalilah se sonrojó.
Sasha cambió su picara expresión, ahora estaba perpleja por lo que dijo Dalilah.
-Espera, yo estaba jugando, ¿de verdad te fuiste con él? ¿Se besaron? -preguntó Sasha.
-Así es. Fue tan romántico y tierno conmigo que no dormí en toda la noche. Hablamos, jugamos, me contó un montón de cosas que hicimos de niños, incluso recreó varios cosas del pasado, fue muy cómico. Y les juro que no pasó nada aparte de eso, estaría en grandes problemas si descubren que estuve con Dakota a solas -explicó Dalilah.
-No te preocupes, hermana. Cubrir la espalda de las otras forma parte del código -aseguró Leicy.
Dalilah sonríe al sentirse parte de la familia, Sasha y Leicy también sonríen con ella y siguen conversando unos minutos más antes de que Sasha tuviera que retirarse para ir a la reunión con los concejales, nobles, marqueses y demás.
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