Único
La había visto mas veces de las que podía imaginar, como siempre, con una sonrisa preciosa en sus labios. ¿Cuántas horas llevaba ya? Ah, no puedo contarlas con los dedos de mi mano. Realmente ella me cautivaba.
Pero ¡alto!, yo no era un acosador, claro que no. Lo que sentía era más profundo que esas acciones banales, lo mío era más puro, era más...
─Ah, de nuevo has venido ─ me dice una vez me acerco a donde ella esta.
No he podido aguantar las ganas de poder verla de cerca, ni la vez anterior, ni la anterior, ni la otra.
─Claro, no podía faltar, soy un cliente frecuente ─ sonrió.
─Tienen que gustarte mucho las flores ─
"Realmente las flores van a segundo plano cuando te veo, más bien me gustas tú" quiero decirle, pero solo sonrió y asiento un poco.
─Si, un poco, aunque son un regalo para mi madre ─ no miento, pues algo tenía que hacer con las flores, técnicamente mataba dos pájaros de un tiro en esta manera. Visitaba a mi madre después de ver a tan bella mujer.
─Oh, así que las flores eran para tu madre... es bueno ─ comenta ella sonrojada.
No puedo evitar sonreír como tonto, ella me tiene loco de solo ver esa preciosa sonrisa, cuando atiende a los clientes, siempre lo hace con una sonrisa.
Desde la primera vez que la vi, desde la primera vez que la escuche, desde la primera vez que me sonrió... yo caí como un loco enamorado. ¿Y cómo no quererla? Ella, siendo la definición de mujer perfecta para mí, lo era todo.
─ ¿Cuáles llevaras hoy? ─ me dice, haciendo que me sobresalte un poco, pues había estado metido en mis sueños.
─Sorpréndeme ─ digo sonriendo.
─ ¿Está bien que escoja yo las flores? ─ ella parece sorprendida.
─Claro, ¿Cuáles te gustan? ─
Ella se sonroja y mira hacia abajo, donde hay un par de canastas de paja, perfectamente tejitas, varios ramos de flores preparados y listos para llevar estaban a la venta, pero había otras agrupadas, donde no había nada más que solo flores en solitario.
─Bueno, me gustan las margaritas... son bonitas ─ dice, coge una de ellas y la acerca a mi rostro. ─ Puedes olerla, su perfume es muy dulce y lindo ─
Con cuidado acerco mi nariz a la flor, tiene razón, tiene un olor muy dulce pero para nada exagerado. A pesar de mi sentido del olfato es algo sensible, no me molesta para nada el olor de estas flores, las demás siempre tienen algo que me termina disgustando, además de los perfumes que las mujeres llevan, esos olores siempre terminaban dándome dolor de cabeza.
Pero esta flor me recordaba a ella, a la preciosa chica que vendía flores cada día en la plazoleta cerca de mi casa, un trabajo muy honrado, pero que nunca me llamo la atención.
─Huele muy bien ─ digo asintiendo.
─Además de tener un bonito significado ─
─ ¿De verdad? ─
─Si, ellas significan pureza, inocencia, además de alegría y un nuevo comienzo, ver las margaritas son realmente bellas ─
─Realmente... bellas ─ digo embobado viendo como ella sonríe feliz por compartir esa información conmigo.
Y es que era la primera vez que entablábamos una conversación como esta, era la primera vez que la escuchaba hablar mucho más que un 'buenos días'.
Parecía que ella realmente amaba las flores, y yo amaba como ella se veía entre ellas.
─Me gustan, realmente me gustan... vendré cada día por un ramo de margaritas, quiero oler ese perfume siempre ─ digo, haciendo una promesa hacia ella, sin que siquiera se enterara de ello.
─ ¿De verdad? Entonces solo te daré las mejores flores, las más bellas margaritas estarán en tus manos ─ ella ladea un poco su cabeza y sonríe, es ahora que me doy cuenta como sus pestañas acarician sus pómulos cada que sonríe.
Esos ojitos llenos de brillo e inocencia que se cierran con cada sonrisa que me regala, esa nariz de botón que se frunce un poco al centrarse las comisuras de sus labios. Ella realmente era preciosa. ¿No sería un ángel que me habían mandado? Que pensamiento tan egoísta, ¿Quién mandaría ese bello ángel solo para mí?
Pues estaba seguro que yo no dejaría que nadie más la tuviera, yo cuidaría de ella, cuidaría su corazón y no la haría jamás derramar una lagrima. La consolaría en las noches de nostalgia o cuando sus sentimientos sean un torbellino. Siempre estaría para ella.
Era como esa flor que me había mostrado, tan bella, tan pura e inocente, tan brillante; ella era mi pequeña Daisy. Mejor conocida como margarita, había diferentes flores aún más llamativas, pero ahora mismo, estas mismas me eran más significativas, pues eran las favoritas de ella, además de que parecían brillar como su sonrisa misma.
─Lo estaré esperando con ansias cada día ─ sonreí, pues mis palabras tenían un significado doble, uno que por ahora solo yo conocía.
Estaba bien, pues ella merecía todo mi tiempo, merecía que fuera lo más delicado posible, merecía todo el amor, merecía todo en este mundo.
Tenía una vida por delante para mostrarle este amor que florecía con cada día, como esas flores que ella vendía.
........
Esto es un regalo para mi querida Yali, aunque es algo adelantado, pero ella sabe las razones de porque adelanto su regalo.
Hacer oneshots o historias para cada cumpleaños, vienen siendo ya más como una tradición, a pesar de la distancia, no quería quedarme sin darle un poquito de mi amor. Esa amiga que ha estado en las buenas y en las malas por varias años, a pesar de no conocernos físicamente, nos conocemos sentimentalmente muy bien, incluso más que nosotras mismas.
Feliz cumpleaños, espero poder seguir dándote regaloscomo estos o incluso mejores.
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