Quinto día.
Kazutora siempre va a la escuela de Baji para esperarlo en la salida, pero últimamente dejó de hacerlo porque se quedaba dormido en clases, nadie se atrevía a despertarlo por su mal carácter al despertar, aunque siempre mantenía una sonrisa inocente, esa sonrisa era tan engañosa que ignoraban el hecho de que le haya roto las piernas a dos chicos de grado menor.
Takemichi se encargaba de llamar a Baji para que lo despertara y así puedan irse, por lo que no tardó tanto en llegar y al verlo descansando sobre su pupitre no pudo evitar sacar su teléfono y tomar una foto, el clima de la tarde estaba de tonos naranjas, la luz llegaba hasta el sitio de Kazutora y era un momento que le gustaría conservarlo en una fotografía. Se acercó hacia su pareja y con sus dedos comenzó acariciar las hebras de su cabello.
—Kazutora, despierta.— Habló de forma gentil, bajando su mano hacia su mentón y levantarlo un poco.
El de tatuaje se quejó y arrugó su entrecejo, ahora la luz le llegaba a sus ojos por lo que comenzó a irritarse, Baji se acercó a sus mejillas y comenzó a dejar unos cuantos besos, el mayor poco a poco abría sus parpados, esta vez no tuvo ese malestar al despertar, porque lo despertaron de una forma cursi que solo le causaba gracia y estaba avergonzado.
—No hagas eso, si fueras otro ya te habría golpeado.— No se movió, aún se mantuvo con su mejilla en la palma de Baji, le gustaba el tacto.
—Pero soy yo, tengo privilegios de mi atractivo novio.— Esta vez besó su frente.
—Así es, valorame.
Kazutora se levantó, agarró su mochila y abrazó a Baji dejando que su peso cayera en él. —Estoy cansado.
Baji envolvió sus brazos en el cuerpo del mayor y besó su cuello. —Vamos a casa, mamá tiene el día libre e hizo de comer. No hay que hacerla esperar.
—Okey.— De solo imaginar la comida caliente y almorzar con aquella mujer tan dulce y amable se sintió con energías, pero no tantas como para caminar. —Cargame.
—Esta bien, pero tu lavaras los platos.
—Trato.
Ambos fueron hacia la casa del pelinegro, Baji lo llevó cargando en su espalda y Kazutora aprovecho para seguir durmiendo. Al final ambos lavaron los platos.
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