La sensibilidad en su olfato era lo peor, hacía que sus dolores de cabeza fueran más intensos y Baji dejó de regañarlo cada vez que se quedaba dormido en clases, el día en que tenia su cita con el Doctor llegó y estaba en camino con su pareja y su madre. 

—Esperemos que no sea nada grave, eres joven. Tal vez después de esto saquemos cita con algún nutricionista.— Comentó la mujer mientras pensaba si hacerlo o no.

—Después de que te revisen iremos por algo delicioso.— Caminando al lado de su pareja, movía de forma animada sus manos entrelazadas, balanceando de un lado a otro. 

Kazutora estaba algo nervioso, no era de su gusto ir al hospital por malos recuerdos, pero estaba feliz de tener esta vez personas que se preocupen por el, Baji y su madre son idénticos, su sonrisa es la misma al igual que el color de sus ojos, ambos tienen sus cabelleras largas, pelinegras y muy sedosas. Siempre que los veía pensaba que Baji es tan afortunado al tener una madre como ella, una mujer tan dulce que lo recibió con los brazos abiertos, son sus dos personas favoritas. 

—Gracias por cuidar de mi.— Algo avergonzado y con sus mejillas rojas, agradeció a la mujer. 

La señora no pudo resistir acariciar su mejilla, y al ver a su hijo inquieto también le agarró su mejilla pero para estirarla. 

Cuando llegaron al hospital y llamaron al nombre de Kazutora, él fue con la señora hasta la habitación donde sería revisado, Baji tuvo que quedarse porque no podían ingresar más personas, el de mechones rubios saludó al Doctor e hizo todo lo que le pidió, le revisaron sus latidos del corazón, vieron si había algún problema sobre su olfato e hizo radiografías para saber la causa de ese dolor en el pecho. 

El Doctor se veía confundido, no había ningún problema que afecte su salud, la sensibilidad de su olfato era causada por hormonas, creía que Kazutora seguía en crecimiento pero era extraño, respecto a su pecho tampoco comprendía, esto era inusual en hombres, mayormente le sucedía a las mujeres, solo le recetó medicamentos y recomendó cremas que disminuirían el dolor. 

Cuando Kazutora salió de la habitación fue hacia Baji con la receta en manos, el pelinegro lo recibió con un abrazo y besó su frente por su valentía al venir a un hospital. 

Mientras tanto el Doctor estaba hablando con la madre de Baji.

—Señora, esto es incierto, todos los síntomas que ese adolescente presenta son el de un embarazo. No quiero sacar conclusiones por suposiciones. Necesito que venga la madre responsable para poder sacar cita con un sonografista y posiblemente con un ginecólogo. 

La madre de Baji se sorprendió, se le hizo ridículo el creer que Kazutora tenga un embarazo, conoció al de lunar cuando era un niño y estaba segura que no era una mujer, también era extraño porque Kazutora no presentaba algún ciclo menstrual. No estaba nada contenta, creyó que el Doctor hacía una mala broma, cuando giró su vista hasta su hijo vio como ambos se abrazaban, ambos eran muy jóvenes y no podía verlos siendo padres. 

—Es absurdo. 

—Sé que lo es, pero no esta de más confirmar. Lo espero con la madre del menor en dos semanas. 

El hombre se retiró y la mujer solo mordía algo ansiosa sus uñas, después de todo no era la madre de Kazutora, esto no era algo en lo que debería de meterse. Tampoco iba hablarlo con ambos adolescentes, si resultaba ser simples suposiciones solo terminaría asustándolos y haciendo pasar un mal rato a la pareja de su hijo. 

Pero si era cierto... no sabría que hacer.