—Sana unnie, ¿podemos hablar?

Dahyun había salido ese día junto a Sana luego del almuerzo, durante el tiempo de descanso que tenían antes de continuar con la práctica de baile. Caminaron juntas y en silencio hasta un parque cercano, y todo el camino la menor había estado buscando el valor para iniciar la conversación.

Sana la miró y sonrió. Notó el nerviosismo de su mejor amiga y le puso una mano sobre el hombro para calmarla.

—Dime, Dahyunnie.

Dahyun suspiró y se detuvo. Su amiga la imitó, parándose frente a ella.

—¿Recuerdas las cartas que he estado recibiendo?

La japonesa asintió.

—Me mandaron la letra de una canción. Yo no podía encontrar el ritmo adecuado... sabes que me cuesta mucho tocar la guitarra, y todas esas cosas. Anoche estuve intentando bastante rato, y luego me encontró Tzuyu, y se ofreció a ayudar.

Dahyun se detuvo para mirar a Sana. Ella estaba sonriendo. La coreana no pudo entender el por qué, pero de todas formas siguió con su relato.

—Yo le dije que sí, porque obvio, ella sabe tocar la guitarra mejor que yo, y sabe más sobre canciones... unnie, ella la cantó completa, al primer intento. Parecía que ya la conocía de antes. Y sé que probablemente sea porque es muy talentosa, pero...

La interrumpió un empujón amistoso de Sana, quien había comenzado a reírse. Dahyun no entendía nada de la reacción de su amiga. La miró, confundida, pero siguió hablando.

—Hoy me llegaron mis chocolates favoritos, y que yo recuerde, eso sólo lo saben ustedes...

—¡Hyunnie! ¿No te das cuenta?

—Quieres decir que Tzuyu...

—Dios, Dahyun, que lenta eres.

—Espera, ¿tú lo sabías?

—¡Era más que obvio! Bueno, lo sospechaba, y Momo opina lo mismo. Pero ya lo acabo de confirmar.

Dahyun no podía creer nada de lo que estaba pasando.

—¡¿Momo también sabía?!

Sana puso las manos en los hombros de su amiga, manteniéndola firme.

—Dahyun, es obvio que le gustas a Tzuyu. Se nota a leguas, no puedo creer que hayas tardado tanto en darte cuenta. Literalmente no puede despegar los ojos de ti.

La chica seguía con la boca abierta. No podía procesar nada de lo que estaba pasando. ¿Tzuyu era su admiradora secreta? ¿De verdad Tzuyu estaba enamorada de ella? ¿Chou Tzuyu, la misma chica que la traía loca desde hace años, pero con la que no se atrevía a nada más porque la veía sumamente heterosexual?

Sana abrazó a su amiga, quien estaba demasiado aturdida como para responder al gesto.

—Oye, ya, deberías hacer algo. Te ha gustado durante mucho tiempo, y debe haberle costado un montón llegar a este punto. Es una bebé y todas sabemos lo difícil que es para ella exteriorizar sus sentimientos, lo que ha estado haciendo es un gran paso y creo que demuestra lo mucho que le interesas. Habla con ella, Dahyunnie.

La coreana asintió, aún confundida. Sin embargo, otra sensación se había comenzado a formar, y esta vez era una gran cantidad de mariposas en su estómago que la hacían sonreír y querer llorar de felicidad.