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Introducción.

En un orfanato de los Estados Unidos dos niños se conocieron, él era alto, rubio y de ojos azules y ella tenía un cabello rojo como el fuego, sus ojos tenían un verde azul impresionante y sus mejillas las adornaban pequeñas pecas, él había llegado desde muy pequeño al lugar a penas recordaba nada de su antigua vida, pero fue verla y enseguida supo que quería ser su amigo.

- ¿Cómo te llamas?- le preguntó el chico.

- soy la quinientos veintitres- le respondió ella con vergüenza.

En ese sitio eran bastantes estrictos con las normas y con la conducta de los niños, ni siquiera les ponían nombres, los llamaban por el número que representaban cuando llegaban, él era el trescientos cuatro y ella la quinientos veintitrés, en el lugar los hacían trabajar por largas horas y los otros niños eran demasiados problemáticos y si se dejaban les daban buenas surras, aunque él no sabía ¿por qué? pero algo en ella hacía que quisiera protegerla.

Así fué como se conocieron, cuando ella llegó estaba muy asustada e indefensa, tenía heridas en los pies y golpes en todo el cuerpo y los demás huérfanos la vieron como una presa fácil, solo tenía cinco años cuando su madre murió y su padre era igual que su progenitora: borrachos que a penas podían hacerse cargo de ella, así que la dejó en ese lugar luego de un par de meses a su cargo.

- y yo el trescientos cuatro, pero no me gustan mucho esos números.

- ¿Qué edad tienes?, les diste una buena a esos niños.

- siete- Le dijo mientras le revisaba sus heridas.

- ¿Te las hicieron ellos?, disculpa no llegue lo suficientemente rápido.

- no fueron ellos.

El niño la miró con una profunda pena, ella se veía muy frágil y sea quien fuera él o la que la habían lastimado así, se le denotaba que la habían herido no solo físicamente.

- ¿Cómo te llamas realmente?.

- mis padres no me apreciaban mucho, así que nunca tuve un nombre, me decían niña o pequeña cosa y...

- yo tampoco tengo un nombre- la corta a penas sintió que la pregunta la haría llorar- tuve un accidente cuando tenía poco más de un año y según estas personas estuve casi tres años inconsciente, no recuerdo nada de mis padres pero me dijeron que fui el único sobreviviente del accidente, y desde entonces estoy aquí.

La niña bajó su cabeza, se sintió triste por el chico, quizás ella no supo lo que era el cariño de unos padres, pero quizás los de él si lo querían mucho y tuvo que perderlos de esa forma.

- si quieres te enseño a defenderte, no es que sepa mucho pero algo es algo, aunque no tienes de que preocuparte, yo siempre cuidaré tu espalda.

La chica sonrío pues por primera vez sintió que alguien se preocupaba por ella y el chico le caía muy bien.

- está bien, enséñame todo lo que sabes a cambio yo siempre cuidaré tu frente.

El niño le dió una sonrisa genuina, detrás de los golpes de la niña se hallaba una gran belleza, tomó su cabello y enseguida se le ocurrió una gran idea.

- tienes un hermoso color de pelo, ¿qué tal si te llamo Scarlet?.

Ella comenzó a brincar mientras sonreía y aplaudía.

- me encanta, al fín tengo un nombre y me fascina, entonces yo también te pondré uno- comenzó a pensar hasta que se le ocurrió el nombre perfecto- serás Fighter y te dire Fig.

- si a tí te gusta entonces a mi igual.

Y así comenzó su bonita amistad, se levantaban temprano y cumplían con todas las tareas asignadas por el orfanato y a penas concluían, se escapaban sin que nadie los vieran y así Fig, comenzó a enseñarle todo lo que sabía a Scarlet para que se defendiera mientras los días fueron pasando.

Se habían robado par de cuchillos de la cocina que a ella le habían gustado mucho y para Fig fue todo un orgullo enseñarla a lanzarlos y darse cuenta de lo buena que era en ello, aunque no pudo evitar las heridas que se hizo con ellos al principo, pero a Scarlet no le importaban, habia sufrido cosas peores y estaba dispuesta a aprender para poder defenderse y ayudar a Fig, mientras que él, se hizo un arco y ambos practicaban su puntería en caso de algún día poder necesitarla.

El tiempo comenzó a pasar y el cariño que sentían el uno por el otro comenzó a crecer, un día mientras practicaban en su lugar escondido, escucharon un accidente cerca de la carretera, corrieron al sitio y se encontraron un auto de lujo estrellado contra un árbol, la chica estaba toda ensangrentada e inconsciente y el chico a su lado no podía casi moverse, tenía vidrios encajados en varias partes del cuerpo y solo se preocupaba por su pareja a la que no dejaba de llamar para que reaccionara.

Corrieron a ayudarlos a pesar de estar asustados por tanta sangre, Scarlet intentaba ayudar a la mujer pero no reaccionaba y su puerta estaba trancada y no cedía, en cambio Fig fue por la otra puerta, el hombre estaba bañado en sangre y solo se preocupaba porque su esposa estuviera bien, al no poder moverse le indicó al pequeño dónde estaba su celular y a quien tenía que avisar para que los ayudarán.

Pero Scarlet no se dió por vencida y a pesar de cortarse sus manos terminó por arrancar lo que quedaba del parabrisas que estaba destrosado, entró, le quitó el cinturón de seguridad a ella y desde dentro comenzó a patear la puerta trancada hasta que esta cedió y con ayuda de Fig sacaron primero a la mujer y luego repitieron lo mismo con el hombre, que no dejaba de agradecer y de admirar a los niños que tenía en frente por su valentía a pesar de ser tan pequeños

Oyeron desde lejos que los llamaban por sus respectivos números y eso significaba que se habían demorado más de lo habitual en volver y recibirían un buen castigo.

-lo siento señor pero ya nos buscan en el orfanato y recibiremos un buen escarmiento si se enteran de que estamos tan lejos- los dos miraron hacia donde estaba Scarlet que no había dejado sola a la mujer ni un segundo y se había rasgado su vieja ropa para hacerle presión en sus heridas- tengo que cuidar de ella.

El hombre asintió y le dió las gracias, sin dejar de observar a la niña que sin conocerlos no había dudado en lastimar su propio cuerpo y de romper quizás su única ropa por tal de cuidar a su mujer.

A lo lejos vieron como varias camionetas se acercaban y Fig tomó el brazo de su amiga para salir corriendo hacia el lugar de donde no debieron salir.

Casi al llegar el también rasgo su ropa para envolver las manos de ella para que dejarán de sangrar.

- prométeme que no hablarás ni dirás nada, dejarás que yo me haga cargo.

- ¡no!, siempre es igual, vives sacrificándote por mí y no es justo, ambos quisimos ir.

- ¡ya Scarlet no seas una bebé caprichosa y has lo que te digo!.

No dejó que dijera nada más, al llegar ya los estaban buscando y enseguida la mano de uno de los guardias se dirigía a la cara de la chica cuando Fig se mete en medio y recibe el golpe.

- es culpa mía, ella no quería salir y yo la obligué.

- no digas...

- ¡ya quinientos veintitres!, No tienes que sentirte mal- le habló Fig para que no la lastimaran- yo la obligué, ella no quería y la amenacé para que saliera.

Enseguida uno de los hombre comienza la paliza mientras otro se lleva a Scarlet a cuestas a pesar del llanto y de los gritos que daba por su amigo.

Lo dejaron irreconocible e inconsciente, ella estaba junto a él siempre que podía para cuidarlo, así pasaron tres días y Fig estaba muy mal, seguía inconsciente debido a los golpes recibidos en la cabeza y los del lugar ya lo empezaban a dar por muerto.

Entonces se apareció en el orfanato el hombre al que salvaron los niños, que vino dispuesto a pagar lo que fuera por adoptar a los dos chicos, los del lugar tuvieron miedo de represalias por parte del interesado al decirle lo que le habían hecho al chico e inventaron que al parecer tenía una enfermedad terminal y que falleció.

Se lo hicieron creer también a Scarlet para que no fuera a decir nada y muy a su pesar el hombre tuvo que conformarse con poder llevarse solo a la chica que no hacía nada más que llorar por la muerte del que para ella era mucho más que un amigo.

- tranquila yo voy a cuidar de tí y no dejaré que te pase nada malo, a partir de ahora tendrás una buena vida y prometo hacer que de esos hermosos ojos solo vuelvan a salir lágrimas pero de felicidad.

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