Chris y sus amigos, me llevaron hasta un parque. Era de varias hectáreas y el verde y el color de la primavera eran los que predominaban por todas partes. Flores, mariposas y árboles, le daban una imagen rural al parque y cierta paz lejana al corazón.

Mayo llevaba una canasta con provisiones y Chris otra. Yo quise ayudarlos llevando una, pero Chris se negó.

— Creo que aquí está bien, ¿qué opinan? — dijo Chris pidiendo por la opinión de los demás.

El lugar que había seleccionado Chris era a la sombra de un árbol, la vista era perfecta, ya que desde allí podíamos observar una parcela cercana de flores, y a unos metros de distancia estaba el estanque donde residían los patos y cisnes. Me sentía dentro de un vergel. Era hermoso.

— Locus amoenus — dijo uno de sus amigos, uno que si no me equivocaba se llamaba Raguel. ¿Qué diablos había dicho? ¿Acaso eso era latín?

— Bien, entonces está decidido — dijo Andrei y luego me miró de manera expectante — ¿Y tú qué opinas?

— Me gusta.

Mayo extendió una manta en el suelo y yo la ayudé en la tarea de sostener su canasta.

Nos sentamos sobre la manta, yo entre Chris y Andrei, y al lado de Chris estaba Mayo, seguida de Raguel.

Chris abrió una de las cestas para sacar su contenido. Había jugos de fruta, algunas manzanas y naranjas, y sándwich de pollo.

— Wow — exclamé intentando contener un gemido de placer —. Está delicioso — dije mientras degustaba uno de los sándwiches.

— Los preparó Mayo — dijo Chris mientras miraba a Mayo con una sonrisa cariñosa. Al verlos así, tan cerca uno del otro, me pregunté si había algo entre ellos dos, algo más que simple amistad. Y me sorprendí de mí misma, al darme cuenta que si conocía la respuesta a aquella duda, esta podría no agradarme, pero la pregunta importante era: ¿Por qué? ¿Por qué debía molestarme que ellos dos fueran más que amigos?

Analicé a Mayo con detenimiento. Ella era hermosa y pequeña, lucía como una muñeca de porcelana. Su piel era hermosa e increíblemente pálida. Su cabello era negro y descendía por sus hombros como una cortina de seda, y su rostro era sumamente bello, sus pómulos eran hinchados al igual que sus labios, y sus ojos eran de un color difícil de descifrar. Pero no sólo parecía una muñeca por su belleza, sino que también por su expresión en el rostro, era tan seria como hermosa, era difícil verla cambiar de expresión, pero, sin embargo, al no verla con una sonrisa habitual en el rostro, no dejaba de generarle una sensación amigable a quien se acercara a ella.

—Amanda, cuéntanos sobre tu nuevo trabajo — dijo Andrei intentando sacarme conversación mientras mordía una manzana con cáscara y todo.

— La verdad, estoy muy sorprendida, nunca creí que me llamarían, ya que se trata de una empresa tan importante y reconocida.

Raguel me miró de manera curiosa y me preguntó: — ¿De qué empresa se trata?

— Nigrum.inc — estaba segura que con decir el nombre sería suficiente, después de todo, era una de las compañías más famosas y próspera del país, incluso con varias sucursales extranjeras.

Pero el nombre de la empresa no generó la reacción que yo esperaba. Cuando dije el nombre de la empresa, ellos se miraron de manera extraña, Incluso Andrei lanzó un quejido de sorpresa. La actitud de ellos me sorprendió. No entendía esa reacción. ¿Qué había de malo?

— No te conviene esa empresa — realmente me sorprendieron las palabras de Chris —, yo podría ayudarte a buscar empleo en otro sitio.

¿Qué estaba diciendo? ¿Dejar mi puesto en nigrum.inc? ¿Si ni siquiera había asistido a mi primer día de trabajo? No entendía porque Chris se creía con la libertad de decirme lo que me convenía y lo que no, no nos conocíamos de nada, ni siquiera éramos amigos.

— Pagan bien, y necesito el dinero urgentemente — le dije, no le haría caso a un desconocido sin importar que tan guapo fuera —. No estoy en condiciones de ser quisquillosa. Tampoco entiendo por qué debería dejar mi trabajo allí.

— Sólo era un consejo — dijo Chris intentando arreglar lo que había dicho anteriormente —. He escuchado cosas muy malas de esa empresa.

— ¿Cómo qué? — pregunté sin creerme sus palabras del todo, ya que sonaba como si lo que dijera no fuera un rumor, sino algo que sabía por primera mano.

— No lo entenderías.

— ¿Por qué no lo entendería? No soy tan estúpida como aparento — me estaba comenzando a enfadar. ¿Por qué Chris debía ser siempre tan misterioso a la hora de hablar?

— Nunca dije que fueras estúpida — Chris me miró de manera seria —. Créeme cuando te digo que no puedo decirte nada más, pero sí puedo asegurarte que ese no es un lugar seguro.

— ¿Seguro? — pregunté, pero alguien me interrumpió.

— Christopher — lo llamó una voz femenina.

Una chica, que no sabía de donde diablos había salido, estaba parada frente a Chris y lo miraba de manera preocupada.

— ¿Caila? ¿Qué sucede?

— Solicitan su presencia y la del resto en el Empíreo.

¿Qué está sucediendo? Y ¿Qué diablos es el Empíreo?, y más importante: ¿Quién es está chica? ¿Desde cuándo está aquí? Nunca la vi llegar. Esto cada vez se tornaba más extraño.

— ¿Y mi padre? — preguntó Chris mientras se ponía de pie preocupado.

— Ya se encuentra allí.

— Bien, primero la llevaré a su casa — dijo, y estaba segura que se refería a mí.

Miré a Chris de manera sospechosa. Realmente no entendía nada.

— Lo siento, Amanda, pero tendremos que dejar el picnic para otro día — dijo y me extendió una mano, yo la tomé y, tirando de mí suavemente, me ayudó a ponerme de pie.

Miré en ambas direcciones y ya no encontré a la chica. De la misma manera que había venido se fue, era como si necesitara de un simple parpadeo para desaparecer, pues, cuando quise volverla a buscar con la mirada, ella ya no estaba allí.

Los chicos y Mayo se despidieron de mí, algo apesadumbrados por interrumpir el picnic que me habían prometido.

Mientras caminábamos de regreso, sólo Chris y yo, decenas de preguntas rondaban por mi mente. Quería saciar mi curiosidad, cada vez que veía a Chris, descubría que estaba lleno de secretos, y estos me carcomían la sangre. Pero, por más que moría de intriga, no le pregunté, porque, como las veces anteriores, estaba segura que no me respondería con la verdad, siempre obviaba responder y me dejaba con más dudas que respuestas.

Cuando ya estábamos frente a la puerta de Ellie, Chris se paró frente a mí y me miró seriamente y expectante, como si quisiera decirme algo importante, pero antes de que pudiera decir algo, algo en mi cuello llamó su atención. Llevó sus dedos hasta el cuello de mi chaqueta y lo corrió un poco hacía abajo para revelar mi piel.

— ¿Qué es esto? — preguntó asombrado.

Yo me cubrí el cuello de inmediato, provocando que Chris tuviera que alejar su mano de mí. Yo me sonrojé fieramente por ser descubierta. Y mis mejillas rojas, fueron la confirmación que Chris necesitó para entenderlo. Se trataba de un chupón.

No sé por qué, pero pensé que Chris iba a regañarme, ya que solía ser algo protector, pero hizo algo que realmente nunca pude esperar.

Chris me abrazó de repente y yo me sorprendí, ya que no me esperaba esa reacción.

Mi corazón latió con fuerza, pero no sabía si era por la sorpresa del abrazo o por la cercanía de su cuerpo con el mío.

Chris segundos después se separó de mí y me miró de manera arrepentida.

— Lo siento por lo de esta tarde.

— ¿A qué te refieres? — le pregunté curiosa.

— Por decirte que dejes tu trabajo — entonces lo entendí —. Es que, sólo me preocupo por ti.

— Gracias por preocuparte — le dije sonriendo amablemente —. Pero no necesito que lo hagas, ya soy una persona adulta y sé lo que hago.

— Bien — dijo lanzando un suspiro de frustración —, ya no insistiré sobre el tema, pero ten cuidado.

Me extrañaron sus palabras. ¿De qué tendría que cuidarme?

— Gracias, lo tendré — contesté igual por cortesía.

Después de eso Chris se marchó y yo entré a la casa de Ellie, todavía extrañada por lo que había sucedido.

Ellie todavía no había llegado, seguramente estaba en el trabajo. Así que aproveché los minutos que me restaban de soledad para repasar todo lo sucedido ese día. Y mientras lo hacía, llevé una de mis manos al bolsillo de mi chaqueta para sacar la copia de la llave que me había dado Ellie, pero mis dedos no dieron con las llaves, sino con algo diferente. Lo tomé sorprendida entre mis dedos y lo llevé ante mis ojos para inspeccionarlo mejor.

¿Cómo llegó aquí?, pensé, entonces me vino a la mente el abrazo que Chris me había dado minutos atrás. ¿Chris lo había puesto en mi bolsillo a propósito?, pero eso no era lo que más me preocupaba, sino: ¿Cómo obtuvo el anillo de vuelta, si yo nunca se lo regresé?