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Se sentía la tensión en el aire, y no precisamente se debía a lo incómodo que se suponía que debería estar él, porque lo cierto es, que la que está tocando terreno inexplorado, e invadiendo un espacio a lo cual no me han llamado, soy yo. Yoon Gi solo estaba allí, mirándome directamente sin parpadear, reflejando por medio de su gesto lo cabreado y seguramente ofendido que se sentía al ciertas personitas de bajo rango imponerle un decreto que no le agradó tantito. Ya no tenía a dónde correr, y en cuanto el pálido solo avanzó un pequeño paso acercándose a mí, les juro que ganas no me faltaron en pensar.. tirarme por aquella ventana medio abierta...
-¡Ah, se me olvidaba!
¿Como? ¿El ministro Kim seguía aquí? ¿Entonces cuántos minutos han pasado que a mí se me hace un milenio?.
-Emperador, la señorita Adrianna compartirá alcoba con usted. Le ruego su alteza que no se le ocurra hacerle ningún tipo de daño, porque en la situación en la que nos encontramos todos atrapados, no es como hacer locuras-arqueo una ceja- Usted comprenderá más que nadie ¿Verdad?- muy pausado y sencillamente le preguntó algo que era tan obvio. Min le miró de reojo, serio, pero con una clara señal de intenciones asesinas- Interpretare su silencio como un sí- se sonrió- Ya no lo molesto más, que descanse mi soberano, con su permiso.
¡Por todos los dioses, la puerta se cerró, y yo me quedé atrapada en esta alcoba con un demonio!
Más tiesa que una muñeca de barro lo observé aproximarse a mí. Se detuvo frente a mí nariz y tomándose posición de brazos cruzados, cálculo dándose cuenta de mi miedo en la mirada.
-Eres tan valientemente cobarde.
Arrugue el entrecejo no comprendiendo muy bien lo que artículo. Valiente y cobarde, es demasiado contradictorio saliendo de un ser que se las sabe de todas, todas...
-Adrianna- cada vello de piel se erizo al oír pronunciar mi nombre en sus labios y más en la manera en como lo dijo- Eres la primera, en todo el arsenal de gusanos que tengo oliendome el culo, que me mira fijamente a los ojos apesar de que tú débil cuerpo tiembla.
Ya no había vuelta atrás aunque quisiese, ¿Para qué apartar mi vista en vicio a las estúpidas reglas que colocan, si el mismo emperador todavía no me ha matado por haberme atrevido a mirarlo directo?
Valiente por enfrentar su mirada aunque cobardemente este apunto de darme un colapso.
-Eres muy bella, lo reconozco. Tus ojos azules me emboba, ¿Pero tú crees que voy a permitir que utilices aquello como un arma para engatusarme?- se le salió su instinto animal, en cuestión de un respiro, me tomó por el cuello con brusquedad y me acorralado en una de las paredes. Frunció su ceño, yo traté de mantener la calma y llevar a mis pulmones el mayor aire posible...
-Se equivoca, majestad- me defendí con dificultad, temí porque no me entendiera lo suficiente- Yo no pienso utilizar absolutamente nada como arma, porque simplemente no me considero una mujer bella, soy todo lo contrario a belleza, defectos que me caracterizan a ser un monstruo.
Sé quedó pensando con un gesto confuso. Cuando retiró la palma de su mano de mi nuca, caí arrodillada, me sobe la carne para minimizar el ardor del apretón y una tos incontrolable salió de mí.
-Eres bella.
-No lo soy, alteza- insistí moviendo mi cabeza- Tampoco armas que utilizar.
-Destapate el rostro- ordenó. Estoy tan acostumbrada a cubrir parte de mi cara con mantillas de telas finas, coloridas y trasparentes, que ni me acuerdo que lo tengo puesto.
No me quedaba de otra, si o si, tenía que obedecerle. Volví a reincorporarme pegándome contra la pared inútilmente buscando alejarme lo más posible de su lado pero todo era en vano. Con manos temblorosas y repitiendo en mi mente mil veces que no quería hacerlo, retiré el velo que me defendía de la cruda realidad, de las burlas, ofensas, o de las miradas extrañas. Tuvo una pizca de sorpresa en su expresión, pero al parecer tampoco fue tan grave para él ya que la borro de inmediato.
Parte de mi rostro y cuerpo están cubiertos por quemaduras del pasado, opacando lo que un día dije con tanta vanidad que ninguna chica en el mundo sería capaz de igualarme si en belleza se trataba. La boca castiga de la peor manera, y ahora cargo con esto..
-No me interesa saber porque estás achicharrada- colocó una pausa en medio- pero lo que sí te diré y espero que te quede bien claro, es, que JAMÁS tendrás el privilegio de estar con tu emperador- endureció muchísimo más su disco. Siempre tuve muy presente que ningún muchacho se fijaría en mí debido a que me verán como un fenómeno, pero más desgarrador se sintió enfrentar la realidad de frente, y que se lo hagan saber de esa manera tan dura.
Mis ojos se llenaron de agua, soporte el dolor tragándomelo muy profundo mientras mi subconsciente me gritaba que ante cualquiera podía mostrarme una blandengue con sentimientos rotos, menos ante un tipo como él, que no tiene piedad de nada y de nadie.
De un momento a otro me dió la espalda, y en cuanto comenzó a retirarse en dirección hacia la ducha, comprendí que ya no había más que decir o que agregar cuando él decidió finalizar lo que absurdamente consideré como una conversación.
Pasaron los minutos, largos y eternos. El rubio de cabellera lacia salió del baño quince minutos después. Sentada en la orilla de esa blanda cama, todo mi cuerpo tenía escalofríos a causa del hielo de la noche y un cansancio atroz que suplicaba porque me recostara aunque fuese un ratito. Pero no podía, el hecho de compartir habitación y más COLCHÓN con este miserable me mataba el orgullo.
Él se paseaba muy tranquilo por todos lados haciendo de cuenta como si yo no estuviese aquí, y para variar el muy degenerado solo cubría su parte esencial envuelto en un taparrabo como si tuviera un pañal. Fue chistoso verlo, quería reír, pero se perfectamente bien que antes de que cualquier ruido salga de mi boca, mi cabeza estará rodando unos cuantos metros de mi cuerpo..
Ahora que lo pienso mejor, llevo toda una semana completa sin cambiarme la banda que sujeta mis pechos. Ser sierva es un asco, el no poder tener posición en este castillo o al menos monedas para ir al mercado a comprar todo lo que necesito, me agobia. No huelo mal, pero tampoco exquisitamente como todas las señoritas de este lugar..
-Sea como sea, tengo que convertirme en la emperatriz. Así podré tener todo lo que siempre e anhelado- pensé mientras lo observaba de perfil- No me importa si lo conquisto o no, estoy segura que si llevo su semilla dentro de mi ..- automáticamente me toque el vientre-... Con eso le bastará a este maldito para que termine por darme todo lo que quiero. Ya me cansé de ser buena y que la vida me siga azotando como quiere ¡Ya basta de eso!- resentida grité en mis adentros- Si es necesario, le venderé mi alma al diablo. Después de todo, ya no tengo nada que perder...
(Min)
Son más frecuentes las fuertes migrañas que estoy padeciendo desde hace varias semanas. Al principio no le presté atención, pensé que era a causa del cansancio por no poder lograr dormir durante la noche, pero ahora me doy cuenta que esto es más grave de lo que parece. A las 2:00 de la madrugada sin falta, y antes de dirigirme al salón del trono a esperar que el sol caiga sobre Daechwita, mi rumbo se distorsiona en busca de cierto sitio que me gusta visitar a diario..
"LA FUENTE SAGRADA" el tigre blanco de ojos anaranjados',. Templo magistral que a permanecido en el círculo imperial durante décadas. Mis ancestros solo lo veían como un lugar más de oración hacia el dios "MUL-E (patrón del agua) creían que con un solo sorbo que tomaran lograrían la sanidad eterna, pero para mí aquello nada más fue una perdida de tiempo total, ya que si le rezaban tanto a ese dios con figura de tritón, ¿Como puede ser posible que esos viejos murieran más arrugados que una pasa?. No les dió la juventud y muchos menos la salud que aclamaban. Daechwita pasó a mis manos en cuanto murió mi santo padre, apartir de ese momento muchas cosas cambiaron y es que siendo YO la cabeza de todo, no iba a permitir que continuarán con esos ritos patéticos, que no funcionaban.
El gran emperador Min, poseedor de distintas tierras en todo el mundo, saqué cuya estatua del templo y añicos la convertir arrojándola en el suelo, frente la mirada de muchos, cosa que los ofendió bastante. Si mi acción fue esa, es porque en primera no CREÍA en Mul-e y en segunda, mi creencia comenzó de otro modo muy diferente. Cuando era un crío de tan solo diez años de edad, fui testigo de como después de estar jugando un rato en la fuente sagrada, un preciosísimo animal grandísimo y blanco como la nieve, entró como si nada, bebió del agua mendigando su sed mientras permanecía muy tranquilo así yo estuviese allí.
Jamás en la cortita vida que llevaba años atrás, me había asombrado y asustado tanto como en ese preciso instante. El tigre de ojos anaranjados brillantes me miró, pudo haberme devorado, acabar con la descendencia del emperador mi padre, pero no sucedió así, el solo se fue yendo por el mismo sendero en el que llegó ante mí.
Por esa razón quebré la estatua Mul-e y reemplace su nombre llamándolo.., 'LA FUENTE DEL TIGRE BLANCO'.
Detallo mi rostro en las aguas tranquilas. Me veo más ojeroso de lo habitual, y fundo mí cara en la fuente dejando de respirar por varios segundos. Mi estómago estaba acribillado contra el bordo del muro, mis manos sujetas de ellas y la bien formada moña que sujeta la horquilla de corona en mi cabello, se mojó un poco. Con eso se supone que bastaría para recuperar energías, sacó mi cabeza, agarró una gran bocana de aire que llena mis pulmones, y elevó mi vista observando con detenimiento la figura del tigre pálido que ordene que construyeran, como nuevo dios.
-¡Emperador! El día de hoy luce más exhausto que las anteriores veces- uno de los tantos decrépitos del gabinete real, se mostró fingidamente preocupado, cosita que me revolvió el vértigo. Detesto a los hipócritas, quizás más tarde lo mande a decapitar por falso..- ¿Quiere que mande a llamar al sumo sacerdote para que lo revise?- añadió solicito.
Aproximadamente son las nueve de la mañana, hace rato amaneció y por pedido del ministerio, me vi obligado a desayunar con ellos, incluyendo a mis cuatro esposas, escorias de alta categoría, e inclusive, la que según Bae, se convertirá en mí emperatriz..
Más de 30 los presentes en la larga mesa del comedor, tenían fijo su atención en mi.
-Soberano, el gran sumo sacerdote hace tres días llegó a Daechwita después de su largo viaje, ¿Le pido que venga a revisarlo? - añadió. A ese viejito si que le gusta molestar-Si no se cuida, se podría enfermar.
-Solo cállate ¿Quieres?- gruñi exasperado acomodandome mejor en la silla y con las yemas de mis dedos haciendo movimientos circulares en mi cien- Que gran sacerdote ni que nada..- desprecie- A ese anciano es más insoportable que todos ustedes juntos.
- Perdone que lo corrija, majestad, pero, al parecer a su alteza se le olvidó que el gran sumo-sacerdote Park-Ji, murió hace varios meses- la aclaración por parte de Kim NamJoon me hizo mirarlo un tanto desubicado.
-¿Qué dijiste?- me confundí- ¿Entonces quién está a cargo del templo Fire?
-Su hijo Park Ji Min, que ahora es el joven quien toma el cargo de sumo mayor.
-Y ¿POR QUÉ PUTAS ME LO VIENEN A DECIR HASTA AHORITA?- al levantarme, palme la mesa con ambas manos.
-Fuiste el primero en enterarte, muchacho- está vez fue Bae quién hablo- Últimamente no sabemos en donde tienes la cabeza. Andas muy olvidadizo..
-grrr...- fue mi única contestación. Este dolor de cabeza terminará por volverme loco- Quiero a ese tal Jimin en mi palacio AHORA, y más les vale que ese niñato sea buen doctor, de lo contrario, descargaré mi ira sobre ustedes como solo yo sé hacerlo¿Les quedó claro?- frunci el ceño. No respondieron ni media palabra, hasta el apetito seguramente se les quitó..
-¡Su cicatriz, está sangrando!- nadie le dió permiso de hablar pero Adrianna se toma muchos atributos. No tuve tiempo de mandarla a silenciar por atrevida, el sangrado que empezó a emanar mi ojo derecho me asustó..
¿Como puede ser posible que esté sangrando, si la herida ya estaba más que cicatrizada?
-¡Dios mío! Los dioses lo están castigando- otra voz femenina se escuchó pavorosa, no fue Adrianna, pues mi tercera esposa Mi-suk cubrió su boca con ambas manos.
¿Será cierto? ¿Los dioses me están castigando?.
-Se desangrara- la quemada chica de ojos azules corrió hacia mí, con parte de su vestido azul claro tapó mi ojo impidiendo que me saliera más sangre. Todo me tomó por sorpresa y en mi estado de conmoción evidente permití que la jovencita me auxiliara..
-Déjame, cierva- saliendo de psiquis la aparte de mi lado con un empujón, pero la persistente muchacha volvió a encontrarme poniendo su sucia vestimenta en mi bello rostro imperial...
-Déjeme atenderlo mi señor, o morirá- sin que me diese chance de decir lo siguiente, fue ella quién tomo la palabra- ¿QUÉ ESPERAN? LLAMEN A ESE TAL PARK JI MIN, O VAN PERMITIR QUE EL EMPERADOR MUERA?- les grito y por hay derecho les ordenó. En medio de este incomprensible desastre, terminaron por hacer lo que ella exclamó..
Adrianna podrá ser una flacucha maldita igual que yo, pero del que tiene voz de mando lo tiene, y eso me gustó..
Hola linduras
;-)
Disculpen el retraso, pero espero de todo corazón, que les guste el capítulo de hoy.
¡Gracias por tu apoyo!
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