13
Desperté con el sentido algo desorientado. En medio de una y muy blanda cama me levanté un poco para quedar sentada en ella, y al pasar la mano por mi desorganizado cabello, me di cuenta de los parchecitos en modo de curación que tenía por todo mi cuerpo. Asustada solo supe bajarme del colchón y empezar a revisarme de pies a cabeza. Todo parecía estar en orden, menos un vestido verde claro de seda que no sé como apareció, y si que menos recuerdo habermelo puesto. De sorpresas me topé con cuyo espejo, que aunque no tenga una imagen muy clara, me sirvió para presumir lo bonita que me vi al pararme frente a el.
-¿Lindo, verdad?- aquella voz repentina provocó que girara entre los talones para voltear a verle. Arrugue el entrecejo confundida, ¿Quién se supone que es aquella chica?- No te asustes Adrianna, mi nombre es Evangelina- se presentó raramente dándome una venía por cortesía- Soy tu dama de compañía, o para ser más exactos, soy tu asistente personal- sonrió.
La detalle de arriba abajo con un gesto de extrañeza, no es que la chica me pareciese un bicho raro o algo parecido, tan solo no comprendo que alguien como YO, tenga ahora una dama de compañía, cuando nunca CREÍ que tuviese una algún día.
-Creo que me estás confundiendo con otra persona- permanecí a la defensiva- Yo no soy una especie de princesa, reina.. o .
-Se lo que eres, Adrianna- me interrumpió.
-¿Ah sí?- arqueé una ceja- Y según tú, ¿Qué soy yo?.
-La futura emperatriz de todo daechwita, y claro está, la mujer que le dará un primogénito a nuestro emperador.
Me crucé de brazos y no pudiéndome contener, de mis labios salió un desanimado "WoW". La supuesta dama de compañía levantó una ceja y con la seriedad que dibujaba su rostro, no se quedó con la inquietud de preguntarme.
-¿No te crees capaz de darle un heredero a nuestro señor?-
-Tu no comprendes, y no creo que lo hagas jamás. Una chica como yo, no tiene posibilidades con un ser, que me supera DEMASIADO-.
-Al parecer la que no se da cuenta eres tú-
-¿Como?- me confundí. La muchacha de cabello castaño avanzó hacia mí, y después de estar frente a frente, colocó ambas manos encima de mis hombros..
-Fuiste traída desmayada en los brazos del soberano. Él mismo te acostó en la cama que ahora es de ustedes dos, ordenó que te revisaran el mejor personal médico, permitió que descansaras cuanto quisiste- ambas nos mirábamos directamente, ella con sus ojitos redondos y cafés, mientras yo le correspondía con mis azules marinos- ELIGIÓ a su total gusto TUS vestidos.
-¿Mis vestidos?.- repetí anonadada, tomada por sorpresa.
-¡TUS VESTIDOS!.
-¿Cuáles vestidos? ¿De qué me estás hablando?..-
Sin que me permitiese estar confundida, la chica ya estaba abriendo un enorme guardarropa donde se supone que ahí deben de estar mis vestido. Se me desplomó la quijada al ver como Evangelina me mostraba y lanzaba sobre la cama, un vestido más hermoso que el anterior. Así sucesivamente..
-Estos son tus vestidos- sonreía y enseñaba cada cosa a su paso- Estos son tus zapatillas, perfumes, JOYAS, y no M E L O V A S A C R E E R..- se veía más entusiasmada que yo.
-¿Qué?¿¿Quée??- me mataba la curiosidad por saber que era.
-Hanbock- se sonrió aún más- Y los más preciosos que hayas visto, ¿Aún dudas que pronto serás tú la emperatriz de su alteza real? ¿Umm?- fue ella la que esta vez colocó sus manos cruzadas.
Al principio me sentí segura de mi misma, pero al recordar las palabras de Min Yoon Gi hace poco, toda esa fuerza de mujer se fue desvaneciendo. Él fue muy claro y exacto cuando me lo dijo...
"Nunca tendrás el privilegio de estar con tu emperador".
Fue algo chocó una, otra, otra, y otra vez en mi cabeza, rebotando como una pelota de goma.
-¿Adrianna, sucede algo?- preguntó en cuanto me quedé callada, con una expresión de estúpida ilusionada que fácilmente me estaba olvidando de mi rol aquí- ¿Piensas que el emperador no se llegaría a fijar en ti?.
-Mírame, Evangelina. Soy un fenómeno- desde que me levanté de la cama no tengo el acostumbrado velo que cubre mi cara. Mis quemaduras están expuestas a la vista de ella, pero aún así, pareció no importarle.
-Adrianna, tú eres hermosa, y no entiendo como alguien como tú, tan bonita, tiene tantas inseguridades de si misma.
-¿Acaso estás quemaduras que ahora ves no son motivo suficiente para sentirme insegura?.- dolida le di la espalda, no quería que siguiese dándose cuenta de lo débil que soy.
-Entonces el emperador tampoco sería emperador si se hubiera dejado ganar por lo que la ley decreta.
Me giré de vuelta y la mire- ¿A qué te refieres?.
-Un rey no puede tener ninguna marca en la piel, ya que de lo contrario no sería considerado apto para ocupar el trono. Sin embargo, el hecho de que nuestro señor muestre con orgullo la cicatriz de su rostro, es una muestra de fortaleza que apesar de estar herido por dentro, pudo demostrar ante TODOS e incluso ante esas restúpidas reglas, fue capaz de alcanzar sus sueños y más grandes ambiciones-.
Muy bueno y lógico su discurso, pero hay que añadir algo que claramente es evidente.
-Nuestro soberano no es un Rey- dije- Es el emperador- corregí aunque ella obviamente ya lo sabía..
-Exacto- se sonrio- Es el emperador. Muchísimo mejor ¿No lo crees?.
-Evangelina..- al sembrar en mi la duda, no me quedé con las ganas de preguntarle- ¿Tú sabes qué le pasó a yoongi? ¿Quién le hizo esa cicatriz en su ojo derecho?-.
(Min).
Desfilo el salón del trono con toda tranquilidad. Mis muñecas en forma de puño las relajo atrás de la espalda, mientras mi Hanbock negro oscuro acariciaba por encima de los hombros a mis concubinas en el proceso. 30 mujeres en total. 30 a lo cuáles se le reconocían como doncellas, pero al ya no serlo no tengo idea de como nombrarlas ahora. Cada una de ellas y por orden directa de Yang-mi, se organizaron formando tres filas, que en total venían siendo diez de cada una. Todas inclinadas ante mi; por un poquito sus frentes rozaban el suelo por el que ahora estoy pasando orondamente. Al mirarlas, noté enseguida el pánico que tenían, sus cuerpos temblaban, y estoy totalmente seguro, que ya saben el porqué las mandé a llamar..
-¿Qué piensan sobre la cierva inmunda, llamada Adrianna?- ante mi pregunta ninguna se atrevió a contestar. Cualquier respuesta incorrecta la mandaría directamente a la horca. No respondieron, prefirieron ser bufadas por el mismo concejal Kim Nam Joon al ver que era una falta de respeto a mi presencia..
-CUANDO NUESTRO SOBERANO HACE UNA PREGUNTA, SE LE RESPONDE Y RÁPIDO. ASÍ QUE, ¡HÁGANLO YA!- les mandó. Más temblaron las mujeres..e inclusive estaban apunto de llorar, ¡si es que irónicamente ya no estaban llorando!.
Pero yo sé como sacarles la respuestas que necesito sin tener que amenazarlas, y sin tener también.. que gritar.
-Me vale una mierda lo que le suceda a la cierva- proseguí- Total, fue una mugrosa que eligió el puto de Bae asegurando que YO la escogería como mi emperatriz, ¿Ustedes pueden creer eso?- reí divertido, una risa que les devolvió la tranquilidad al no ser mandadas a ejecutar- ¿YO? ¡Un dios!, ¿Con esa gusana?, ¡que tontería!- añadí y pause un segundo- Pero lo que si me sorprende es que ustedes, siendo mi harén escogido, se rebajaran tanto por esa muerta de hambre, ¿Por qué lo hicieron?-.
-Fueron celos, mi señor- al fin de digno hablar una de ellas. Chica que desconozco su nombre pero que tengo que saber como se llama.
-¿Celos?- arqueé una ceja algo perdido. Es primera vez que oigo esa palabra y evidentemente no sé el significado- Aclárame eso, Nam Joon- miré al moreno en busca de una buena respuesta- ¿Qué es eso de celos?-.
-¡Ahm!- el idiota ese no supo como comenzar, y ante mi gruñido exasperado, se apresuró a decir lo siguiente- Celos es cuando un ser que nosotros amamos está..
-¿Amamos?- de nuevo, arrugue el ceño peor de confundido- ¿Como qué amamos? ¿Qué es eso? ¡Explícame!- comencé a irritarme.
-Es amar, majestad. Viene de la palabra amor.-.
-¿Amor?- sentí que todo esto me estaba volviendo la mente en un enorme boyo- ¿Celos y amor? ¿Sentimientos es a lo que te refieres?- no hizo falta que me contestara, su gesto hablaba por el– ¡Ash!- menee la cabeza- Ustedes y sus sentimientos patéticos terminarán por volverme un débil, y eso es algo que nunca permitiré. Así que ahora, en este preciso momento, el que mencioné esas cursilerías, ya saben muuy bien lo que haré.. y no hace falta que se los diga ¿Verdad? desenvaine mi mejor mirada inquebrantable.
-No hace falta, alteza.
Mi mano derecha y consejero real me hizo venia.
-¡Ja!- decidí continuar en lo que iba- Dime tu nombre, mujer- le hablé a la chica de vestido azul claro. Ella levantó un poco su rostro para responderme..
-Mi nombre es Hye, majestad.
-¿Hye? Es lindo tu nombre. Me gusta.
-Gracias majestad- tenía su mirada gacha, pero fue notorio que sonrió. Pasé por su lado y de nuevo mi Hanbock le rozó el hombro. La concubina se puso tensa, al ver que me paré justo a su frente..
-¿De quién fue la idea, Hye, el que encerraran a la cierva en el calabozo?- pause- ¿Acaso fue tuya, o alguien más está involucrado en esto?- calculé la pasada de saliva que transcurrió por su gallote, y los nervios reveladores que la dejaban expuesta.
-Fue mía, señor.
-¿Tuya?- torcí mi cuello para un lado y ambas cejas se me subieron- ¿Estás segura que tú solita planeo todo esto? ¡Digo!... No es que me importe la cierva, tan solo me admira el que seas tan astuta como para planear algo así- me encogí de hombros.
¡Joder! Este nuevo jueguito hipócrita es algo que estoy disfrutando de lo lindo, y son tan descerebrados, que ni se dan cuenta de lo molesto que estoy interiormente. Con ganas de sacar ese verdadero yo, pero si lo hago, acabaría con todo muy rápido, y eso sí no sería divertido.
-Eso significa que admira mi astucia, mi soberano- dijo y repugne su sonrisa. Apreté la mandíbula y ella evaporaba felicidad, una felicidad tan farsa como lo que escupe..
Odio las mentiras, odio que se tome el descaro de mentirme, y odio el que sea yo al que le mienta en las narices.
-EL sumo sacerdote Park ¿Qué tiene que ver en todo esto?- poco a poco mi enojo fue saliendo a flote.
-¿E-El sumo sacerdote Park? No comprendo a qué se refiere, mi emperador. Él no tiene nada que ver en esto- le tembló la voz.
-¿Ah no?- me aparte de ella y seguí rodeándolas como Tigre asechando su presa- ¿Eso significa que los soldados me mintieron? SE ATREVIERON A MENTIRME, ¿NAMJOON DÓNDE TIENES A ESOS INFELICES?- mi voz retumbaba miedosamente entre el lugar.
-En estos momentos los están azotando hasta morir, como usted lo ordenó, majestad.
-¡Oh, es cierto!- realmente hice un gran esfuerzo por no soltar mi carcajada. Kim siguiendo mi juego de actuación en mentiras es realmente malo, por poco hecha todo a perder, que agradezca que estás gusanas mentirosas no tienen permitido levantar la mirada sin que yo se los apruebe, o si no, por su expresión se darían cuenta de lo mal actor que es. Si estás desgraciadas pueden MENTIRME en la cara, ¿Por qué yo no a ellas? Unas se devuelven por otras. ¿No es así como dice el dicho?.
-Majestad yo..
-Dos de mis subordinados me dijeron que fueron pagados por el sumo sacerdote Park para que violaran a la cierva, ¿Qué tan cierto es eso, Hye? ¿Es, o no es así como me lo dijeron?- fui subiendo los escalones de mi trono para luego sentarme en el.
-Le mintieron alteza, el sumo sacerdote Park no tiene nada que ver con esto-.
-¿Entonces como fue que ocurrieron realmente las cosas?- al estirar un poco el brazo y abrir la palma, depositaron en ella una copa de vino.
-No sé que le hayan dicho sus soldados, majestad, pero nosotras solo agarramos a la esclava y la encerramos en el calabozo, nada más– por más que tratase en defenderse y ocultar la criminalidad de Park Ji Min, más se hundían.
-¿Entonces ustedes le ofrecieron dinero a mis soldados para que la violaran?- bebí un poco del vino que automáticamente batí en movimientos círculares dentro de la misma copa.
-No, majestad- asustada me miró.
-BAJA LA CABEZA, RESPETA AL EMPERADOR- Hye volvió a bajar la mirada ante la exclamación del moreno. Terminé de beber el vino, y al entregarle la copa vacía a mi copero, engreído crucé una pierna sobre la otra. Precisamente la ansiedad, no me permitía acomodarme, hallarme, quedarme quieto..
-¿Solo querían darle una lección a la cierva por celos?- concluí aunque ya sabía cuál es la respuesta más clara.
-Si, mi soberano.
-Nam Joon, ven acá, acércate. Necesito decirte algo en privado- le hice señas con mis cuatro dedos principales, para que se acercara.
Él solo asintió, y una vez llegó posicionándose en una esquina de mi trono, acercó su oído a mi boca para poder susurrarle.
Cuchicheos fue lo que se escuchó, y al decirle al moreno de los hoyuelos lo que tenía que hacer, él se esmero porque mi orden se cumpliera a tiempo, y sobre todo, a pie de la letra. Yang-mi, que aún permanecía ahí inclinada igualmente que las chicas del harén, colocó atención a lo que Nam Joon le dijo seriamente.
-Regresalas a su habitación, que yo mismo en la noche pasaré a escoger tres de ellas para llevarlas a la alcoba del soberano- dada las instrucciones todas se colocaron en pie- Retirense ya-
Con la cabeza aún gacha, retrocedieron sus pasos hasta que por fin abandonaron el salón. No duró un segundo las puertas cerradas cuando de nuevo volvieron abrirse, y con la ceja arqueada, observé un puñado de ancianos pertenecientes al gabinete real, llegando frente a mi para luego brindarme sus venías.
*
Demonios, no tenía tiempo ni gana para ellos, así que levantándome del trono, bajé los escalones con total apuro y con ese mismo me marché. Les sorprendió el que me fuera así dejándolos con la palabra en la boca; en este momento no estoy para política, reuniones, debates o no sé que más mamadas, yo mismo tengo que saber que ha sido de la cierva, si ya se murió o si de milagro se recuperó.
-¡¡¡MAJESTAD!!!, ¡¡¡MAJESTAD!!-
En el pasó me apareció un impertinente soldado que arrodillándose ante mí, me impidió el que siguiera caminando.
-¿Qué pasa?- pregunté con pésimo humor.
-Un aldeano rebelde, lo está desafiando mi señor- pasando por su lado continúe mi camino aunque el sendero ya se me había distorsionado. Tenía pensado ir donde Adrianna, pero con esto que aconteció, ahora me toca primero ir allá.
-¿Dónde está el aldeano?-.
-En la arena de combate mi señor, donde se realizan los torneos- contestó mi hombre de élite mientras me seguía en la procesión. Decidí mirarlo desde uno de los tantos balcones que tiene mi palacio, así que viéndome acercar, los dos soldados que custodiaban esa zona abrieron las puertas para permitirme el paso.
Ambas manos se aferraron del barandal, y al enfocar mí vista hacia abajo, fui espectador de como un atrevido aldeano, ¡Me retaba a mi! ¡El emperador! Paseándose muy tranquilo por toda la arena en un uso de transporte patético que yo considere como vehículo. Mis arqueros estaban en posición, esperando mi señal para que pudiesen atravesarlo con sus flechas.
Aquel aldeano de vestimenta color verde lama, después de disfrutar su paseíto levantando polvo por doquier, se bajó del vehículo para mirarme directamente. Sonriente le alcé una ceja, con ese gesto le indique que yo soy muchísimo más poderoso que él, y que en cualquier momento podría pisotearlo como el gusano que es.
-NO LE TENGO MIEDO, EMPERADOR- gritó a todo pulmón. Rodeo el coche y después de medio sentarse en la trompa, los vándalos que tenía por amigos, se pararon custodiandole la espalda- YO VINE POR LO QUE ME PERTENECE- seguido de lo segundo que me dijo, uno de ellos me mostró un cartel, un cartel con letra muy grande y legible, una frase que decía..
"Soy tu Dios".
Me pareció muy divertido aquello, y en modo de respuesta a su ignorancia, le mostré mi pulgar bien en alto donde lentamente lo fui bajando hasta decirle..
"Sólo eres un perdedor"
Sonrió confiado y le sonreí también. Yo con un gesto glorioso, mientras él reflejaba valentía..
*
-Majestad, ¿Le sucede algo?- NamJoon me saco de la psiquis en la que me encontraba. Lo miré con una visible confusión, shock, o no sé como más carajos describirlo- Está sudando, soberano ¿Quiere que le traigan agua? ¿Tiene sed?- insistió con su dramática preocupación. Limpie el sudor de mi frente con la manga de mi vestidura; me di cuenta que TODAVÍA me encontraba sentado en el trono y eso me asustó.
¿Qué fue lo que me pasó? ¿Soñaba despierto o una vez más tuve una visión?. Recién se abrían las puertas, y al lugar aparecían los decrépitos inclinándose ante mi.
-Majestad, disculpe que lo molestemos pero...-.
Ahora más que nunca tenía que largarme de aquí. Me levanté del asiento de mi trono y trotando bajé los escalones. Se sorprendieron al verme marchar de esa manera, casi corría para salir de aquí..
(Adrianna).
Evangelina no supo contarme la historia del porqué Min Yoon Gi tiene esa cicatriz en su ojo derecho. Según ella, nadie sabe como él la obtuvo, y quedándome con la misma duda, la chica me ayudó a organizarme..
Dice que ahora soy la mujer del emperador, y como tal, debo verme más hermosa que nunca. Ambas conversábamos muy entretenidas hasta que la repentina presencia del soberano nos interrumpió...
-¡FUERA DE AQUÍ!-
La exclamación de Min ocasionó que la chica saliera como alma que lleva el diablo, yo también iba a salir, pero el agarre de yoongi por mi antebrazo me detuvo. Más asustada que pizco en avión lo miré directo a los ojos, él parecía estar muy asustado, más asustado de lo que yo estaba en este momento..
-No te vayas cierva, quédate conmigo-
¡Gracias por leer, linduras!
Les mando muchos besitos.
~Elenn Min🍰
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