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O9 : becario. 3 / 3


Dejando su peso sobre la maleta y luchando para cerrarla de una vez por todas, Jungkook deja caer su cuerpo contra la tapa y como puede, jala los cierres. Después de minutos de lucha bien recompensada cuando escucha el deslice, afloja la fuerza y suspira, soplándose el flequillo húmedo de la frente.

La parte más difícil de todo, no fue, por mucho, elaborar su maleta.

Después de discutir durante horas y en serena paz los términos de su relación así como los límites y, entendiendo Taehyung (que le costaba un mundo llamarlo así, informal) la responsabilidad que significa la virginidad de Jungkook y su nula experiencia, todo fluyó de forma mucho más cómoda a cómo lo esperaba. No tuvo que presentar su renuncia y Kim le juró, tendría un puesto estable en la compañía en el momento que quisiera entrar, en el área de diseño y sin importar su situación personal como pareja.

Llamó a su madre y le contó, a retazos, que salía con alguien y se habían formalizado, pero la mantendría al tanto de vez en vez.

Haciendo su primer labor de investigación, pasó horas en Internet investigando de fuentes confiables más sobre el estilo de vida que planeaba adoptar y descubrió, que Taehyung manejaba un rol de 24/7, mientras que otros podrían ser solamente por encuentro, omitiendo todo lo 'sexual', 'enfocado a...', etcétera. Definitivamente aprendió mucho, anotó también algunas cosas y se grabó dos o tres trucos. La sensación de plenitud con la que durmió esa noche, es incomparable, después de haber sido un buen niño e investigar y aprender mucho para hacer al señor Kim sentirse orgulloso de él.

Como pequeño placer culposo, Jungkook sonríe pensando en todas las posibilidades, en todo lo que puede vivir y aprender a lado de ese hombre y todo lo que definitivamente, quiere experimentar a su lado. Descubrir los aspectos más positivos de sí mismo y sentirse plenamente amado, es sin duda su parte favorita.

Los estantes y cajones están vacíos, en el perchero sólo hay dos ganchos vacíos y algunas bolas de pelusa donde estuvieron los zapatos antes. Los muebles en la sala están cubiertos de sábanas y plástico, los anaqueles de la cocina vacíos y la vajilla en cajas, su cama hecha y limpia y su corazón desbocado cuando el timbre suena y sabe, que han llegado a recogerlo.

Se pasa las manos por el cabello húmedo, ya limpio después de semejante empaque donde quedó cubierto de polvo y se sacude los pantalones de mezclilla son las palmas. El suéter color rosa con frases en francés le cubre del frío del atardecer y respira bien hondo, dispuesto a comenzar con el pie derecho.

"No estás obligado a nada, por eso puedes probar durante una semana y si no te gusta, regresarás al trabajo sin problema alguno"

Pero, ¿qué podría no gustarle? El señor Kim siempre fue y ha sido amable y considerado, incluso en todas sus exigencias cuando lo retuvo horas y respondió absolutamente todas sus dudas, por más patéticas que sonaran. La idea de que algo podría serle desagradable o incómodo simplemente no figura, mientras arrastra sus maletas hasta el ascensor.

Cuatro pisos abajo, una camioneta totalmente negra espera aparcada en la acera del frente al pelinegro, quien tirando de dos maletas con ruedas y con una mochila a la espalda, le sonríe al señor Kim, vestido de un conjunto deportivo casual, sin perder la clase ni elegancia. Taehyung se apresura a ayudarlo, cargando las dos maletas en ambas manos como si se tratara de plumas, dejándolas en la cajuela.

"Buenas tardes" le saluda, cerrando la cajuela. "¿Está todo listo?"

"Sip" Jungkook le sonríe, sus ojos cerrados cuando se levanta de puntitas y le da un besito en la mejilla al mayor, pintando sus mejillas de un rosa adorable. Se ríe bajito, cubriendo su boca con ambas manos. "Buenas tardes"

Taehyung lo observa caminar a la puerta del copiloto, con la mano sosteniendo su mejilla ardiendo y una dulce media sonrisa. Le abre la puerta, le ajusta el cinturón recibiendo un 'gracias' canturreado y emprenden camino, hacia la casa del empresario.

Apenas entrando a la zona de arboleda, Jungkook comenzó a mirar seriamente a su alrededor. La ciudad quedaba cada vez más lejos, el cielo se despejaba de un hermoso celeste, para tomar su lugar un precioso teñido de rojo, naranja y amarillo al esconderse el sol y la brisa se sentía más fuerte en sus mejillas. A pesar de sentirse sinceramente curioso, no emitió ninguna palabra al respecto de a dónde se dirigían, confiando plenamente en el conductor.

"¿Ocurre algo?" de reojo, Taehyung lo mira preocupado.

Jungkook gira la vista, un pequeño respingo. "Uhm, N-" pero se detiene, recordando una de sus reglas y dispuesto a comenzar bien. "Es, sí. Nunca había venido a este sitio, ¿es muy lejos?"

Taehyung niega con la cabeza, un cálido sentimiento en su pecho que se expande al ver los ojitos curiosos que lo miran desde abajo. "No mucho, hay un viñedo más adelante que trabajaba mi abuelo y quedó a mi cargo junto a la casa" comienza, con confianza. "El terreno en sí está algo alejado, pero con la camioneta podemos ir y venir sin problemas"

Jungkook no sabe si se sintió así de bonito por ese 'podemos' o por la sonrisa que le dió Taehyung al final.

Al llegar, una enorme y preciosa casa de tres pisos se alza ante sus ojos, cercada y con jardín al frente, perfectamente cuidado. Las puertas se abren y en una pequeña caseta, un amable hombre uniformado les da la bienvenida, después de intercambiar un par de palabras con Taehyung.

"Señor Shin, él es Jungkook. Vivirá aquí, por favor cuide de él"

Sonriendo, el hombre de ya pintadas canas en el cabello le sonríe al pelinegro que asoma tras Taehyung. "Bienvenido joven Jungkook, siéntase seguro"

"Gracias..." abrumado, el chico asiente.

¿Por qué tenía seguridad en la puerta?

Una suave risa lo saca de sus cavilaciones.

"No pienses mal, Jungkook" y todavía no se acostumbra a que lo trate así, informal. "El señor Shin cuida el viñedo y la entrada de los trabajadores, no es nada del otro mundo, pequeño"

Pequeño.

Pequeño.

El adjetivo le rebota en cada rincón del cerebro y se cuela en su pulso, haciendo que Jungkook se encoja en su sitio comprimiendo una sonrisa boba y algunos chillidos con patadas incluidas, demasiado contento por algo tan pequeño.

Ah, que bien se sentía.

Taehyung baja las maletas, esperando siempre que Jungkook le siga el paso y con pasos serenos hasta la puerta de su casa, donde después de un timbre, los pasos apresurados de tacones bajos se escuchan en la loseta.

"¡Ya voy!" grita una mujer, los años en su voz ya pesando sin quitarle maternidad ni feminidad.

Taehyung le guiña un ojo, fugaz, como transmitiendo confianza pero Jungkook se pone colorado y así lo recibe la nana, pintado de mil colores.

"¡Bienvenidos!" Jihyung se inclina, una enorme sonrisa en sus labios, su cabello castaño atado en un rodete.

"Nana, él es Jungkook" ambos entran a la casa con cerrando Taehyung la puerta tras de sí.

"Hola cariño" le toma las manos con cuidado, mirándolo con los ojos brillantes. "Bienvenido, por favor siéntete en casa"

Sin poder evitar sonreír mucho y visiblemente contento, Jungkook le besa las manos a la mujer y asiente con la cabeza, a razón de no querer hablar y tartamudear.

"Jihyung será tu nana, cuando yo no esté debes obedecerla y acudir a ella si necesitas algo" Taehyung posa una mano en su espalda, un toque sutil que le manda descargas en toda la columna. "Es como mi madre, estarás en excelentes manos"

"G-Gracias, Nana"

"Oh, cariño..." Jihyung lo abraza, más bajita que el pelinegro a pesar de llevar tacones bajos. "Me hace muy feliz tenerte aquí con mi niño, no sabes lo mucho que deseaba esto"

Colorado, Taehyung aclara la garganta. "Nana..."

Jungkook se limita a mirarlo hacia arriba con los ojitos curiosos y una sonrisa de satisfacción en los labios.

Taehyung le mostró toda la casa, menos el tercer piso porque ahí realmente estaba lleno de cajas, algunos materiales de la empresa como vinil y publicidades de ensayo y al fondo, en un rincón alejado del desorden (que de desorden no tenía una pelusa pero así lo llamó el mayor) estaba la habitación de Jihyung.

Su cuarto era amplio, una cama matrimonial de colchas blancas y muchas almohadas, un escritorio, el closet y un baño con bañera y espejo de piso a techo. Todo en la habitación era blanco, dispuesto a su modificación a gusto y exigencia.

CRespecto a la ropa..." Jungkook observa como Taehyung deja en la parte vacía del closet, sus maletas sin abrir.

"Sí, un momento" se levanta sobre sus rodillas, abriendo de par en par las puertas de closet lleno de ropa nueva y doblada., "Si algo no te queda, lo cambiaremos"

Mientras observa la ropa colgada del perchero, las camisetas de colores suaves y mayormente pasteles, de algodón, dobladas en los cajones, Jungkook avanza con pasos lentos, pasando los dedos por toda la ropa nueva y totalmente dispuesta a su uso. Desde calcetines hasta abrigos, todo elegido con sumo cuidado por Yugyeom y sin dudar de su gusto y buen ojo. Pijamas de tela felpuda, pantalones de mezclilla entallados, de vestir dos grises y uno negro, camisas de cuello color celeste, blanco, rosa y salmón, camisetas estampadas o simples, de colores suaves y muy holgadas, sudaderas calentitas, pantalones deportivos y ropa interior a simple vista, muy cómoda. Entallada, sí, pero bóxers en su mayor parte blancos.

Jungkook sonríe y se cuelga del cuello de Taehyung, escondiendo la cara en su pecho y susurrando muchos 'gracias' en voz baja, mientras le acaricia el cabello y le besa la frente.


Su primer despertar, un domingo a las nueve y treinta de la mañana, es realmente tranquilo y plácido cuando escucha la alarma y se despereza, extendiendo los brazos y piernas bajo las acolchadas sábanas, rodeado de almohadas. El sol entra por el ventanal del lado izquierdo de la habitación, reflejando en las cortinas azul celeste un halo de matices en el techo, en las sabanas y sobre sus mejillas.

Jungkook parpadea, acostumbrando su vista a la luz y sonríe, con un ojo cerrado mientras se mira los dedos extendidos. Tiene quince minutos para bajar a desayunar y puede o no vestirse para el efecto, según las instrucciones que le dieron la noche anterior y el tablero de corcho en la parte posterior de la puerta, que reza 'Horarios de Googie' y abajo, un espacio destinado a sus logros, teniendo la primera estrella dorada brillando en el corcho.

Se pone de pie, estira su cuerpo sobre la punta de sus pies levantando su camiseta de pijama un poco, dejando al descubierto parte de su pancita. Comienza con sus deberes, hace la cama, se lava los dientes y la cara, se peina (a como puede, porque el cabello lo trae hecho un lío mañanero) y con un par de cómodas pantuflas de perrito, baja al encuentro de Taehyung en el comedor.

Sin embargo, no está ahí y el estómago se le contrae de un tirón, su sonrisa se desvanece y se aferra del barandal. El ruido del ajetreo en la cocina no logra distraerlo, no mientras sus pupilas recorren con angustia el comedor vacío.

"Buenos días" le saluda sonriente Jihyung, llevando consigo una charola de fruta fresca. Su sonrisa flaquea un poco al ver al muchacho del pijama con los ojos acuosos. "En el jardín, querido" lo llama, indulgente. "Ha salido hace un rato, se levantó temprano"

Jungkook agradece antes de seguir el camino que le indica su nana para llegar al jardín, donde Taehyung, sentado en una silla de palma, admira con los codos sobre sus rodillas los rosales recién florecidos. Se queda mudo, de pie y con el alma volviendo a su cuerpo cuando lo ve ahí, de espaldas y todo horrible pensamiento desaparece de su subconsciente. Se acerca a pasos tranquilos y silenciosos, descalzo para no ensuciar sus pantuflas y le besa la sien, con los ojos cerrados.

Una mano se posa en su mejilla, cariñoso y Jungkook sonríe sobre sus labios. "Buenos días"

"Buenos días pequeño. Ven, ven aquí" palmea el lado libre de la silla, donde Jungkook se sienta sin chistar. "Han florecido, es precioso" señala las flores, con el orgullo brillando en sus ojos. "Después de tanto trabajo, por fin florecen, justo cuando llegas tú... Es, como si lo hicieran para ti"

Jungkook no dijo nada, solamente dejando descansar su cabeza en el hombro ajeno, admirando el mural de blancas, rojas, amarillas y rosas hermosas flores.


Tras la primer semana concluida sin ningún incidente y siempre aprendiendo sobre Taehyung, Jungkook sujeta una bandeja con pan tostado, una taza de infusión de frutas, el periódico y una rosa dentro de un florero. Sus pies se mueven inquietos y descansos, rebotando el borde la camiseta contra sus muslos. Jihyung le ayudó a preparar el omellete, le dijo una o dos cosas bastante útiles y lo dejó subir con un beso en la frente, deseándole la mejor de las suertes al pelinegro que ya adoraba.

Dos toquesitos después y sin ninguna respuesta, Jungkook empuja la puerta de la habitación de Taehyung, encontrando a este bostezando y con la camiseta corrida por un lado. Visiblemente sonrojado, Taehyung se acomoda a como puede el cabello, aplanando las sábanas sobre sus muslos.

"¡Buenos días!" Jungkook, de recién cumplidos veinte años y con una espléndida sonrisa en los labios, sostiene la bandeja con ambas manos, orgulloso.

Taehyung sonríe, lleno su corazón y su pecho de ternura desbordante. "Buenos días, bonito..."

"¡Yo lo hice!" anuncia, orgulloso, rodeando la cama para dejar la charola en el escritorio. "Bueno, Nana me ayudó, pero yo hice mucho"

"Apuesto que está delicioso" lo mira, sus finas manos dejando el desayuno sobre el escritorio. "Dame un segundo, no tardo"

Disparado y en dos pasos, Taehyung se encierra en el baño ante la mirada curiosa de Jungkook, quien al escuchar el grifo abierto se ríe, mirando al techo. ¿Cuándo dejaría Taehyung la vergüenza? Le encantaba así, con su cabello azabache revuelto, en pijama, con la estela sutil de la barba crecida que lo hacía ver tan guapo y aún así, se empeñaba en siempre ser perfecto ante sus ojos.

Cuando ya lo era.

Minutos más tarde en los que Jungkook divagó, Taehyung sale más o menos decente del baño, apenado como siempre que lo encontraba con la guardia baja. Se mete bajo las sábanas de nuevo y en un acto completamente inesperado, palmea el espacio entre sus piernas. A Jungkook le brillan los ojos y sin dudarlo un segundo, lleva consigo la charola para dejarla a un costado del mayor, tomando su lugar entre las piernas de Taehyung, con las piernas cruzadas.

"Pruébalo" extiende un pedazo de omellete, del que resbala por un costado un humeante champiñón guisado.

Taehyung abre la boca diligentemente y degusta, gimiendo sin querer por lo rico del platillo, pero llevándose ambas manos a la boca rápidamente. Jungkook, sin embargo, se muestra realmente entusiasmado.

"¿Te gustó?"

Taehyung asiente, con los ojos cerrados. "Me encanta, muy bien hecho Googie"

El pelinegro aplaude bajito contra sus labios, brincando sobre el colchón y sacando una risa sincera del hombre que lo atrae a sus brazos.

"Hoy es una semana..." sopesa en voz alta Taehyung, apartando con cuidado los mechones de la frente del menor.

"Lo sé..." sin apartar la vista de los ojos que lo contemplan, Jungkook suspira. "No voy a irme"

Taehyung sonríe, poquito y atrayendo a su pecho a Jungkook, a quien mantenía acunado entre sus brazos. Le besa la frente, sosteniendo su espalda y con su barbilla descansando en su hombro.

"TaeTae..." lo llama, el pulso por el cielo, un nudo en la garganta, el carrito de la montaña rusa a punto de caer por la empinada y traga saliva. "Te quiero... Papi"

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