—¿Te gusta esta, Sannie? —Preguntó el rubio saliendo del probador y modelando la prenda.
Choi estaba frente a los probadores, sentado en el sofá decorativo del costoso lugar, concentrado en su celular y moviendo sus pulgares rápidamente, que al momento de oír a Wooyoung se limitó a echar un fugaz vistazo hacia él.
Wooyoung bufó rodando los ojos y volvió a entrar al probador. Se quitó la cosa y la sustituyó por la propia, miró la ropa que había escogido para probarse y sonrió al ver la bonita minifalda color negro que escogió.
Esta vez quitó sus pantalones y con delicadeza deslizó la prenda por sus piernas hasta colocarla y se vió detenidamente en el espejo.
No sé sentía muy seguro de su apariencia con aquella prenda, así que dudoso salió una vez más dispuesto a preguntarle su opinión a San aunque realmente no le pusiera mucho mucha atención a sus conjuntos.
—¿Cómo me veo, papi?
San miró al frente de la misma forma que antes, pero al darse cuenta de la que Portaba el pequeño tuvo que mirar dos veces y quedó embobado ante la imagen que tenía enfrente.
—¿Y bien? —Volvió a preguntar.
No obtuvo respuesta, pero si acciones.
San dejó lo que hacía sólo para levantarse de su lugar y caminar a pasos lentos a Wooyoung, clavando voraz mirada sobre el cuerpecito del menor. Éste retrocedía confundido a cada que él otro avanzaba hasta que su espalda chocó con la pared robándole así un jadeo.
Oh no.
La puerta fue cerrada, y se encontró con unos ojos inundados de lujuria que le hicieron tragar duro y apartar la mirada. Al instante, se vio acorralado por unos fuertes brazos rodeando su cintura, los cuales sin dificultad alguna lo alzaron obligándole a enrollar sus largas piernas alrededor de San.
Su cuello fue atacado por unos labios hambrientos que mordían y chupaban la zona a su antojo, dejando múltiples marcas rojizas que después seguro tornarían a violeta. Los ojitos del pequeño estaban cerrados con fuerza al igual que sus labios en un intento desesperado por no gemir.
La traviesa mano de San emprendió su camino por debajo de la falda del pequeño y llegando hasta la creciente erección que fue liberada de aquellas braguitas de encaje y atendida, siendo bombeada con lentitud, logrando que el rubio echara la cabeza atrás en un gemido ahogado.
—Papi... ¡Mgh~! A-aquí no-o...
Sus súplicas fueron ignoradas y silenciadas por los labios que se posaron sobre los suyos, uniéndolos en un lento beso incendiado en pasión que de poco fue escalando llegado a ser un fogoso y necesitado.
Su mano seguía atendiendo el miembro de su pequeño, subiendo y bajando pausadamente, casi con torturándole. Mientras tanto, la otra viajó por debajo de Wooyoung llegando a su cinturón y deshaciéndose de él para después bajar sus pantalones acompañado de su bóxer de un solo tirón, dejando al aire su chorreante y palpitante miembro.
—Uhmm... Papi~ N-nos escucharán... Pare, po-por favor.
—Me importa una mierda que escuchen cómo te hago mío.
No pudo más resistencia. La verdad es que le estaba excitando de sobremanera el hecho de que en cualquier momento podrían ser descubiertos teniendo sexo en ese espacio tan pequeño e incómodo pero perfecto para hacer de las suyas.
Y sin querer escuchar una respuesta o reproche, el mayor volvió a besar a Wooyoung, chupando su labio inferior haciéndolo gemir, aprovechó el gemido de este para hacer paso a su lengua en la húmeda cavidad y el pequeño gustoso la recibió comenzando una lucha con sus lenguas, en dond por supuesto, San salió victorioso.
No había tiempo para juegos.
Por lo que en menos de lo que esperaba, San ya tenía dos dedos dentro de su estrechez. Wooyoung por su parte trataba de contener los gemidos ante el placer que le proporcionaba los largos dedos del dominante, pero le fue imposible callar al sentir un tercer dedo abrirse paso en él.
Y sin poder aguantar más, sacó sus dedos recibiendo una queja por el repentino vacío, y alineó su falo a la estrecha entrada. Hizo presión y sin previo aviso lo introdujo por completo del pequeño.
—Mhm... ¡A-ahh, papi~! —El rubio echó la cabeza hacia atrás cerrando fuertemente los ojitos mientras que sus manos están sobre Choi, apretaba la tela de camiseta que esté vestía dejando expuesto parte de su marcado abdomen. El mayor se quedó quieto unos segundos para no lastimarlo, hasta que obtuvo mayor aprobación de Wooyoung, que con dificultad comenzó a dar pequeños saltitos sobre la polla de papi.
San sonreía ante las súplicas de su pequeño y le dio lo que pedía, aumentando el ritmo de sus embestidas.
De un momento a otro salió del rubio e hizo que se pusiera de pie. Fue una tarea casi imposible de acatar, ya que se encontraba muy sensible y sus piernas temblaban, pero de no ser por las grandes manos que le sujetaron las caderas y lo voltearon, se hubiera caído de rodillas.
Ahora su vista estaba frente al gran espejo con San detrás de él, cosa que le causó un gran sonrojo.
—Quiero que veas como papi te folla, pequeña puta. —Susurró con una sonrisa maliciosa.
Levantó la faldita del pequeño, dejando ver si perfecto y redondo trasero, el cual recibió una fuerte nalgada. Wooyoung no alcanzó a quejarse cuando ya tenía nuevamente el falo del mayor invadiendo su cavidad convirtiéndolo en un mar de gemidos.
Wooyoung abrió los ojos como pudo y sintió un nudo en su estómago ante la imagen por el espejo. Ver a San sudoroso con los cabellos pegados en la frente, su boca entre abierta y jadeante mientras su ceño estaba fruncido, fue el causante de que se corriera fuertemente en el piso y parte de su falda pegando un gritito y enterrando sus uñas sobre las manos que estaban en su cadera.
Choi continúo atacando desesperadamente la entrada del rubio, sólo bastaron unas cuantas embestidas más para que expulsara su semilla dentro de Wooyoung. Se quedaron quietos aún conectados tratando de recuperar el aliento mientras un líquido blanquecino corría por las piernas del rubio.
Sus miradas de pronto se hallaron por el reflejo del espejo, se regalaron sonrisa cómplice y rieron levemente.
—¡¡Abran la puerta!!
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