—¿Prestaste atención a todo lo que te explique?

—Sí, papi.

—¿Seguro que estarás bien aquí solito unos días, amor?

—Sí, papi. Ya soy un niño grande.

—Está bien, niño grande. —Sonrió burlón— Mientras no esté tiene prohibido tocarte, a menos de que pueda verte haciéndolo, ¿Entendido? —llevó su mano hacia la barbilla del menor arrodillado frente a él, levantando su mentón con suavidad provocando que su lujuriosa mirada chocara con la tímida del contrario.

—Me portaré bien, papi, se le juro. —Parpadeó inocentemente sin cortar el contacto visual con su dominante, quien en respuesta mordió su labio inferior y miró su reloj para asegurarse de tener el tiempo suficiente para despedirse de su bebé.

Con rudeza tomó entre su mano las hebras de su pequeño atrayéndolo más a él. Sujetó la base de su miembro expuesto erecto con su mano libre, moviéndolo de un lado a otro haciendo así golpear repetidas veces el rostro del menor, que se encontraba desesperado por probar la jugosa polla de su papi.

—Ahora chupa como el niño grande que eres, bebé.