🧸ᵈⁱᵉᶜⁱˢⁱᵉᵗᵉ
— ¡Papi! ¡Papi! ¡Paapiii~!
Canturreaba extasiado un pequeño rubio mientras se encaminaba hasta el nombrado entre saltitos infantiles que levantaban su falda, la cual por sí sola era lo bastante corta dejando gran parte de sus firmes muslos a la vista, ahora con el meneo mostraba deliberadamente sus finas bragas que hacían juego con su falda color durazno.
No esperó una respuesta y se colocó en el regazo de papi sin cuidado pasando su brazo por detrás de sus oscuros mechones y batiendo sus pestañas de una forma cautivadora para el dominante. Éste mismo pasó en automático sus manos por la espalda baja del pequeño para abrazarse a sus caderas, atrayéndolo a él para después dejar un casto beso en los regordetes belfos.
— ¿Qué sucede amor?
— Uhm, papi últimamente he sido un buen niño —dibujó figuras imaginarias con su índice en el pecho del mayor mientras mordía su labio en signo de nerviosismo, a lo que el otro enarcó una ceja. Sabía que no era así y antes de que San pudiera replicar, continuó— Y y y yo quisiera, por favor, un juguete nuevo papi. -le miró con ojos grandes y un pucherito instalado en los labios.
— ¿Un juguete?
— Síp... —agachó la cabeza por la intensa mirada del mayor solicitante información.
Debido a su vergüenza no podía decir en voz alta de lo que se trataba, ni siquiera le podía sostener la mirada sin ponerse rojito, lo que llevó a acercarse al oído de San y susurrar ahí su atrevida petición.
San sonrió al escucharlo; su bebé le estaba pidiendo un plug anal con cola de conejito, aunque claro, no uso exactamente esas palabras pero es lo que dio a entender a duras penas.
Relamió sus labios y ahora fue su turno de acercarse al oído del pequeño y murmurar en un tono perfecto para hacerlo estremecer un—: Gánatelo.
Decir que Wooyoung se hallaba rojo era algo insignificante. Él entendía a la perfección el tras fondo de lo dicho, lo cual lo convirtió en la viva imagen de un tomate.
No se debatió lo que debía hacer cuando en segundos sus rodillas fueron recibidas por la madera y sus manos habilidosas se deshacían en total parsimonia del cinturón de San. Ayudado por el tatuado, su pantalón dejó de ser un obstáculo y quedó solamente en bóxer.
Se dedicó a besar, lamer y acariciar la erección atrapada bajo la tela, sintiendo como de poco esta iba ganando tamaño.
— Wooyoung. —regañó entre dientes.
Seguido de un grave gruñido, San empuñó la mano en la cabellera dorada, dándole una mirada rígida que le hizo sentir una choque de excitación en su vientre bajo.
Jaló suavemente de él guiándolo hacia su entrepierna, y cuando el rostro de Wooyoung estuvo lo suficiente cerca, usó su mano libre para deshacerse de la última prenda. Acto que le brindó una excelente imagen a cámara lenta de cuando su virilidad, dura e hinchada, rebotó contra la mejilla de Wooyoung, tomándolo desprevenido y sonrojándolo de sobremanera.
San le sonrió con vehemencia desde arriba y mantuvo su vista sobre él, no queriendo perderse cada detalle del increíble espectáculo que presenciaría.
Wooyoung de igual forma no desvío su mirada de los ojos hambrientos del azabache, mientras su mano predominante envolvía el grosor de la carne caliente, bombeándola con lentitud, haciendo suspirar a San quien adaptó una postura relajada al reclinarse en su asiento.
Tras frotarlo, éste ya se encontraba totalmente erecto luciendo sus satisfactorios veintiún centímetros. Lo sostuvo de la base y se llevó a la boca, envolviéndolo con la lengua en el proceso. Lo sacó de su cavidad y se dedicó a delinear con su lengua las abultadas venas adornando la dura extensión, esto sin perder en ningún momento contacto con su dominante.
Después de chupar con fervor la hinchada y goteante punta, terminó por engullirlo por completo, recibiendo lo más que pudo.
— Buen chico. —echó la cabeza para atrás complacido, y acarició los cabellos de Wooyoung en forma de recompensa.
Dio su mayor esfuerzo en satisfacer a papi, ampliando su garganta para aguantar los movimientos pélvicos arremetidos contra ésta, porque después de todo, de ello dependía su pequeño capricho.
San jaló del cabello obligándolo a separarse, creando una conexión por medio de un frágil hilo de saliva llevado desde la punta de su miembro hasta los labios de Wooyoung en una perfecta 'O' a la espera de órdenes.
— De pie. —sentenció en un tono ronco y áspero.
Él pequeño obedeció sin rechistar, sentía su mandíbula cansada y adolorida pero se olvidó de ello cuando fue reconfortado por las manos de San dando un leve masaje y atrayéndolo hasta sus labios para comenzar un beso igual de caliente y necesitado que sus cuerpos.
Las manos de San viajaron por la anatomía contraria, situándolas por debajo de la falda, para ser exactos en los regordetes cachetes, estos fueros amasados a su gusto recibiendo acaramelados gemidos entre el beso que nunca fue roto, en cambio se intensificó creando una lucha con sus lenguas, en la que claro, San salió dominando.
— Saltarás sobre la polla de papi como el lindo conejito que eres, bebé. ¿Entendido?
Dicho eso, recibió un rápido asentimiento y en un acto desesperado, arrancó las braguitas de Wooyoung. El último mencionado se sorprendió y lo hizo aún más cuando las manos en su cadera le dieron la vuelta, dando la espalda a San, tratando de estabilizarse.
San jugó un poco con la cordura del menor, restregando sin pudor alguno la punta al palpitante y necesitado agujerito del menor.
— P-Papi, por favor...
— Entraré sin preparación, ¿mi lindo conejito puede aguantarme? —preguntó suavemente, mientas le acariciaba con dulzor la espalda.
— Puedo aguantar lo que sea por papi.
— Eso quería escuchar.
Sin más, la gruesa longitud lo invadió, arrancándole un sonoro gemido. Ni bien pudo amoldarse al tamaño de papi, los muslos le temblaron y perdieron su fuerza, cosa que le imposibilitó mantenerse estable y por consecuencia, cayó en seco sobre la pelvis, llenándolo de golpe.
— ¡Papi! ¡M-mierda, mngh~!
San frunció el ceño y volvió a arremeter contra él pequeño, quien enterró las uñas a los tonificados muslos en busca de calmar el dolor.
— Cuida tu vocabulario, Wooyoung. —advirtió.
— L-lo siento, papi...
Wooyoung restregaba sus caderas de forma lenta con movimientos envolventes para San, quien observaba embelesado la escena.
Las primeras embestidas no se hicieron esperar cuando el rubio apoyó sus palmas sobre los muslos, propulsándose para sentir como era destruido con más intensidad.
Sus saltos eran cortos y desprolijos, aun así no perdían la dureza en cada asalto al que fue auto-sometido, haciéndolo un perfecto desastre envuelto en placer.
Entraba y salía, creando el obsceno y sucio ruido de sus pieles chocando por el que sus oídos fueron bendecidos. San se sentía cada vez más cerca de llegar a la cima debido a las hipnotizastes caderas de Wooyoung, por lo que en un momento de desesperación, poseyó sus caderas, levantando su falda en el proceso, observando a detalle como su virilidad se perdía en la estrecha cavidad de su pequeño, enloqueciéndolo aún más.
A este punto sus dedos se hallaban marcados a los costados del menor por la fuerza empleada, volviendo sus saltitos a unos erráticos y fugaces.
Wooyoung por su parte, arqueó la espalda mientras los dedos de sus pies se enroscaban, recibiendo más placer del que su pequeño cuerpo podía soportar. Su punto dulce se hallaba perfectamente presionado y cada vez arremetían más duro contra él, haciéndole rodar los ojos.
— Aah~... ¿P-puedo papi? Por favor, p-or favor. —gimió con vocecita rota, sintiéndose extasiado y al borde de las lágrimas.
— Córrete para papi, bebé.
No tuvo que escuchar más para vaciarse sobre su barriguita soltado desgarrador gemido mientras sus garras fueron clavadas a la piel del azabache. San fue quien continuó sometiendo con furor el agujerito de Wooyoung, haciéndolo tener terribles espasmos debido a su reciente orgasmo del que no se le permitió recuperarse.
— Papi está cerca. —habló jadeante—Has sido muy bueno, dime donde lo quieres, bebé... ¿Dentro de ti? ¿O acaso en tu boquita? ¿Uh?
— E-en mi boquita papi, por favor.
Sus deseos fueron cumplidos al instante, saliendo de él y llevándolo a retomar su posición inicial de rodillas frente a San; el cual envolvió su extensión con la diestra mientras que con sus manos libre conducía al menor a acercarse a su entrepierna.
Movía su mano desesperadamente, queriendo liberarse del nudo en su vientre. Los ojitos de Wooyoung lo miraban expectantes y deseosos, no tuvo pena cuando decidió sacar su lengua dispuesto a tomar todo lo que San le entregara. Siguió con sus movimientos deshaciéndose en suspiros y terminando por un gruñido que logró raspar su garganta cuando tocó el éxtasis, liberando tiras y tiras de su semen en la boca y parte del rostro de Wooyoung, y este tragó todo lo que pudo gustoso.
— Modales, Wooyoung. —le recordó, acariciando sus cabellos.
— Gracias, papi. —respondió dulcemente batiendo sus pestañas.
— Buen chico. Papi te consentirá con todo lo que quieras, bebé.
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