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C A P I T U L O. 15.2

El aburrimiento que lo embargaba dentro de la sala de esperar de la clínica veterinaria, solo hace que JungKook soltara incontables suspiros y su mente divague por todos los acontecimientos de esa mañana. Y es que, a pesar que el reloj de la sala solo marca las diez de la mañana, Jeon puede decir que tuvo una mañana ocupada y ajetreada para su gusto.

Comenzando por el hecho de que se vio obligado a levantarse temprano por los llantos del pequeño cachorro y del felino, encontrándose así con la sorpresa de que estos habían hecho sus necesidades sobre la pulcra y lujosa alfombra que Jimin había comprado meses atrás. Claramente se vio en la obligación de limpiar lo más que pudo la alfombra. Sin embargo, tan solo media hora después desistió de su labor, cuando fue consciente que el olor a excremento no saldría, por lo que rápidamente busco un pequeño lavado del alfombras y tapicería. Para su suerte había una a tan solo unos minutos de su edición y que sobre todo se encontraba a nada de abrir, por lo que sin pensarlo mucho tomó la alfombra para llevarla hasta el establecimiento lo más rápido posible.

Aunque había estado consciente de que la alfombra no estaría lista en un par de horas, JungKook fue capaz de buscar una excusa para darle a Jimin una vez esté notará la ausencia de su costosa alfombra; en cuanto regresó a su departamento, JungKook no perdió el tiempo y se dispuso a terminar de alimentar al cachorro y al mínino, para posteriormente preparar el desayuno que le daría a su par de gemelas. Y una vez estas despertaron junto a su padre no tardaron en colorear la mañana con alegría y ternura.

Seguido del desayuno, se vio en la obligación de tomar unas cuantas llamadas de trabajo. Y tan solo un par de horas después logró desocuparse, para buscar una clínica veterinaria que pudiera atenderle y que de paso tuviera buenas referencias. Fue así como a las dos de la tarde y en compañía de sus hijas, JungKook llegó a la clínica veterinaria, donde se encontraba esperando su turno, para que revisaran al par de mascotas que había rescatado la noche anterior.

Cinco minutos después la puerta del consultorio es abierta y del interior de este sale una señora de mediana edad con su pequeño perro chihuahua. A JungKook le genera un poco de gracia el ver como el pequeño canino tiembla de manera cómica entre los brazos de su dueña.

—Muchas gracias por revisar a mi pequeño Antonio.—dice la mujer mientras hace una pequeña reverencia hacia el veterinario.—la próxima vez voy a traerle un poco de sopa de pescado para usted y su esposa.

El veterinario sonríe e intercambia un par de palabras más con la mujer, antes de despedirla.

—¿Usted es el señor Jeon?—pregunta el veterinario hacía JungKook, quien asiente levemente en respuesta.—Pase por favor.

—Chaenni y Wonnie.—JungKook llamó a sus hijas, mientras tomaba entre sus manos  la caja donde se encontraban el cachorro y el felino.

Las pequeñas no tardaron en apagar sus pequeñas tabletas y seguir a su papá a pasos rápidos o la velocidad que sus pequeños par de pies les permitían. 

Una vez ingresaron al consultorio no tardaron en tomar asiento sobre el par de sillas que estaban a solo un par de centímetros de la puerta y desde su lugar ambas llevaron su mirada hasta la mesa donde el veterinario se encontraba sacando al perrito y el gatito.

—¿Dice que los encontró anoche en el estacionamiento?

—Si. Estaban dentro de esta caja cerca de la entrada del estacionamiento. Ambos temblaban de frío y hambre.—JungKook le explicó al veterinario.—Los tome y lleve a mi departamento. Aún son unos pequeños cachorros.

—Si lo son.—el veterinario concordó.—Voy a hacerle una revisión general, para descartar cualquier tipo de fractura o enfermedad por la exposición a la lluvia y el frío o cualquier otro factor.

JungKook asintió.

—Puede tomar asiento un momento.

JungKook volvió a asentir antes de caminar hasta donde estaban sus pequeñas, para tomar a una en brazos y así poder tomar asiento sobre la silla con la pequeña sentada sobre su pierna izquierda.

Una vez finalizó con el chequeo general de ambos animales, y tras asegurarse de que no había mayor daño más allá de una pequeña fiebre, procedió a colocarles un par de antibióticos en inyecciones. No obstante, algo que debía mencionar era el hecho que durante la revisión fue capaz de descifrar la raza del cachorro, pero sobre todo el sexo del felino.

—Por suerte no hay nada grave más allá que una pequeña fiebre. Les he inyectado un par de antibióticos para erradicarla.—El veterinario dijo mientras se giraba hacia donde Jungkook estaba.—También no está de más informarle que ambos animales son de raza. El perro es un cachorro de dóberman y la felina es una gata angora calica.

Para Jungkook fue una sorpresa escuchar que el par de animales que había rescatado eran de raza que solían venderse demasiado caras en las tiendas de mascotas.

—¿Planea quedarse con ambos?

—No. Digo aún no es seguro.—JungKook murmuró.—Como puede ver, tengo un par de gemelas y no sé qué tan viable pueda ser tener a ambos animales en el lugar donde mis niñas están. Aún son muy pequeñas y no sé si alguna de ellas puede presentar alegría a ellos..., también está el hecho de que mi pareja es alérgico a los gatos.

JungKook hizo una pequeña pausa para suspirar levemente.

—Pensaba en buscarles un hogar dignó a ambos o ver si podía convencer a mi pareja de quedarnos con el perro.

En cuanto las pequeñas escucharon tales palabras ser pronunciadas por su padre, se dedicaron una pequeña mirada cargada de complicidad. Ambas había tenido una pequeña conversación la noche anterior. La conversación había girado, entornó a los pequeños animales que su papá había llevado consigo. Y aunque tal vez no podían hacer nada para quedarse con la gatita, pero si podían poner el plan que habían trazado esa mañana tras el desayuno, para lograr que sus padres les permitieran quedarse con el pequeño cachorro.

Para las gemelas su plan era infalible.

Su plan contaba con tan solo tres pasos.

Pasó uno—el más fácil de todos—: hacerle ojitos tiernos a papá koo para convencerlo de quedarse con el perrito.

Pasó dos: ayudar a papá koo a que convenza a papi minnie de aceptar que el perrito se quede

Pasó tres: buscarle un nombre al perrito.

Tres pasos infalibles que siempre había tenido fruto y que podían asegurar que esa vez no sería la excepción, pero de hacerlo, las gemelas Park tenían varios planes de emergencia bajo su manga.

—¿Quedarnos con el cachorro?—Jimin preguntó con el entrecejo fruncido.

JungKook asintió con levedad, al mismo tiempo en el que apoyaba su espalda en el respaldo de la cama.

—Sí. Creo que es bueno que las niñas tengan su primera mascota, así toman un poco más de responsabilidades.—a Jimin no le parecía la idea de su pareja.—Y mira, si planeas ponerme de excusa la edad de las niñas, queda totalmente inválido, porque a la edad de ellas mis padres ya me habían regalado mi primer perro de mascota.

A Jimin le habría gustado refutar, pero JungKook tenía razón e incluso pruebas de que a los seis años había tenido de amigo a un hermoso perro labrador llamado Sam, el cual lo acompañó hasta el instituto.

—Y si tus excusas serán que el departamento no es apto para tener un perro, tampoco es válido. También si planeas excusarte en qué hará desastre y cosas por el estilo, te informó que lo enviaré a una escuela de entrenamiento.—JungKook dijo con seriedad, dejando a Jimin con tan pocas excusas a su favor.

—No sabemos si las niñas son alérgicas a los perr...,

—Taehyung está dispuesto ayudarme a conseguir una cita con el mejor alergólogo, para lograr descubrir a que son alérgicas.

—Es un dóberman, tal vez cuando crezca pueda lastimar...

—Un perro no es agresivo por naturaleza, Jimin.—JungKook alegó.—Y al contrario de eso, estoy seguro que cuando crezca el podría cuidarlas.

Jimin suspiró. No podía creer que siempre que tenía ese tipo de conversaciones con JungKook, terminaba perdiendo de manera casi olímpica. Y tal vez se debía a que el poder argumentativo de JungKook era superior debido a su profesión, o tal vez, porque había cierto par de gemelas que habían logrado convencerlo de que les cumpliera algún capricho, y no dudaba que esta vez no sería la excepción a lo último.

Era plenamente consciente de cómo funcionaban las cosas en su familia. Si sus hijas querían algo que sabían que él no aceptaría a dárselo o que no cedería antes sus encantos recurrían a su plan maestro de convencer a JungKook y que este hiciera todo el trabajo por ellas. Y es que, para ser sincero, sabía a la perfección que JungKook era un alcahuete sin remedio, que muy rara vez les había dicho que no a algo que las gemelas querían. Sin embargo, debía dar crédito a que JungKook podía ser un padre estricto y firme cuando se lo requería.

Y aunque muchos lo pensara, él no era el padre aguafiestas o poco cariñoso con sus hijas, porque también era alcahuete, tal vez no al nivel en el que JungKook lo era, pero lo era a su manera, solo que de cierta forma se había convertido en la voz de la razón para no mal consentir a las pequeñas. Él tenía ese punto en la balanza que lograba mantener la armonía familiar en total equilibrio.

—Está bien. Nos quedaremos con el perro.—Jimin accedió luego de un par de segundos de silencio.

JungKook quiso abandonar su lugar, para saltar por toda la habitación, pero decidió mantener la compostura.

—Pero hay condiciones para que adoptemos al perro.

—¿Condiciones?—JungKook inquirió con desconcierto.

—Sí.—Jimin dijo.—La primera es que tú correrás con todos los gastos del perro, desde sus croquetas, hasta sus citas con el veterinario. Tú lo quieres adoptar, entonces tú corres sus gastos.

A JungKook le parecía algo justo, por lo que termino aceptando esa condición.

—¿Hay más?

Jimin asintió.

—Tiene que si o si ir a un centro de entrenamiento, ¿de acuerdo?—JungKook asintió en respuesta.—También serás el encargado de que Chaewon y EunChae comiencen a aprender el cómo cuidar de un perrito y que poco a poco vayan teniendo más responsabilidad con él, pero sobre todo que tener una mascota no es un juego, ¿Te parecen justas mis condiciones?

—Sí. Lo son.—JungKook respondió.—Entonces, en cuanto el perrito salga de su estadía con el veterinario, lo traeré unos días, para que las niñas le busquen un nombre y para que el perrito las reconozca...

A Jimin le fue imposible no sonreír ante la forma tan entusiasmada en la que JungKook comenzó a hacer planes con el perrito. Tras negar con diversión termino de colocarse la pijama.

—Por cierto, espero que para mañana mi alfombra esté nuevamente en la sala.

Caminando entre la penumbra que cubría todo el departamento, logró desplazarse por este sin tropezarse con los muebles o cualquier objeto que pudiera está en el caminó. Con el reloj de su muñeca marcando las dos y media de la madrugada, Park Jimin se encontraba volviendo de su jornada laboral y es que, esa noche, había sido llamado de emergencia en el hospital y como todo médico, había tenido cumplir al llamado de servicio.

Si había algo que comenzó a odiar de su trabajo era el hecho de tener que siempre correr hacia el hospital tras el llamado, sin importar cuán importante fuera lo que estaba haciendo o si estaba con su familia. Simplemente, no podía hacerse de la vista gorda a lo que su profesión le exigía. Y es que, como médico, tenía que estar siempre a la disposición del servicio, así fueran las dos de la mañana de un día festivo, él tenía que correr hacia al hospital si era requerido.

Sin embargo, lo que más odiaba era el hecho de cómo sus hijas se habían acostumbrado a esas idas y venida. Las gemelas se habían acostumbrado tanto al punto en el que sabían que no importaba cuan importante fuera la actividad que estuvieran haciendo su papi debía irse si le llamaban. Incluso sabían que un indicio de eso era el escuchar como el celular de este sonaba.

Jimin odiaba cuando sus hijas al escuchar su celular soñar preguntaban "Tienes que irte, ¿verdad papi?" Y como la respuesta muchas veces resultaba ser afirmativa, estas solían decirle "Ve despacito, así como papá va cuando llueve, ¿de acuerdo?"

Le partía el corazón dejarlas y sobre todo dejarle toda la carga de las pequeñas a JungKook, pero en su infortunio no había mucho que pudiera hacer. Era su trabajo.

Adentrándose al pasillo que conducía a las habitaciones, Jimin recordó cómo esa tarde había tenido que abandonar la pequeña reunión que su hermana y amigos habían organizado para celebrar el hecho de Chaewon habían ganado el concurso de dibujo y EunChae había ganado el concurso de relatar un cuento. Sin duda sus hijas merecían esa pequeña celebración, pero lastimosamente había tenido que marcharse casi a la mitad de esta, por una inesperada llamada del hospital. En cuanto su celular había sonado, las gemelas había dejado de lado el pequeño juego de mesa para mirarlo con una pequeña mueca en sus rostros.

Pero tan rápido como habían comprendido que su padre debía marcharse, ambas volvieron su atención al juego y a las pequeñas bromas que sus tíos y su papá hacían cada que tomaban ventaja o perdían en el juego.

Mientras se estaba preparando para irse al hospital, la pequeña EunChae entro a la habitación para compartir un poco más de tiempo con él. Por unos cuantos minutos mantuvieron una conversación donde la pequeña confesaba que de grande deseaba ser doctora como él o modelo como la tía Jiyeon a lo que Jimin solo pudo soltar un pequeño "Tú puedes ser todo lo que desees si te lo propones y trabajas duró" la conversación siguió hasta que Jimin se vio obligado a despedirse, pero antes de marcharse, su pequeña niña le dedicó un fuerte abrazo al mismo tiempo en el que le susurraba "no te preocupes papi. Papá y bam nos cuidan a wonnie y a mí"

A Jimin le resultó gracioso como su hija aseguraba que el cachorro café de tan solo seis meses la cuidaría a ella y a su gemela.

Cuando sus pies se detuvieron frente a la puerta de la habitación de sus hijas, Jimin tomó una bocanada de aire, para rápidamente soltarla en un pequeño suspiró. Con sumo cuidado y tratando de hacer el menor ruido posible se animó a abrir la puerta de la habitación y al hacerlo espero encontrarse con sus niñas durmiendo plácidamente sobre sus camas, pero en su lugar se encontró con un canino de seis meses de edad parado sobre sus cuatro patas y en una posición de ataque que, de no haber sido porque había le había reconocido el aroma, seguramente ya tendría al animal sobre él tratando de herirlo gravemente.

Sonriendo con levedad, llevó su mirada hasta la cama de sus hijas, para encontrarse con estas plácidamente dormidas.

—Hola, amigo.—Jimin susurró hacia el canino, quien rápidamente se acercó a él movimiento su rabo con felicidad.—Veo que estás cuidando muy bien de mis niñas. Gracias por eso y perdón por interrumpir tu sueño..., en la mañana te daré un premio, ¿vale?—Bam le dejó un lengüetazo sobre su mano.

Jimin comprendía que esa era forma silenciosa de Bam de hacerle saber que estaba entusiasmado con la idea de recibir un premio.

Tras dejar un par de caricias sobre la cabeza de Bam, Jimin se dispuso a salir de la habitación, pero antes de que pudiera cerrar la puerta la suave voz de EunChae lo detuvo.

—Te lo dije papi. Bam nos cuida.—la pequeña dijo con sus ojitos entrecerrándose y con voz soñolienta.

Con cautela se adentró a la habitación y son suavidad se sentó sobre el borde de la cama de EunChae.

—Tienes razón. No hay nada que temer, porque el valiente Bam cuida tu sueños y el de Wonnie.—Jimin susurró.—Ahora vuelve a dormir, mi lindo pastelito de arroz.

La pequeña se removió entre las sábanas, mientras que Jimin se encargaba de a cobijarla bien, para seguidamente dejarle un casto beso sobre su bonita cabellera. E hizo lo mismo con la pequeña Chaewon quien permanecía dormida.

Antes de salir de la habitación se aseguró de que el pequeño Bam estuviera sobre su cama y que tuviera sus mantas para mantenerse calentito.

—Gracias por cuidar de ellas, Bam.—Jimin le susurró al pequeño cachorro antes de cerrar la puerta de la habitación tras él.

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