Dos años después.

La fecha que durante meses estuvo marcada con pegatinas de colores y pequeños corazones de colores rosados y mordaz al fin había llegado. El tan ansiado primero de mayo había llegado, trayendo consigo el evento que Jimin, JungKook y todos sus allegados había estado esperando.

Con los dos primeros abandonado la comodidad de su cama antes de que los primeros rayos del Sol salieran por el horizonte, ambos rápidamente se habían despojado de cualquier indicio de pereza, para dar paso a la primera ñabor que estaba en la lista de cosas por hacer ese día tan importante, que para suerte de todos era un domingo; con los primeros en la lista siendo preparar el desayuno, Jimin y JungKook se habían distribuido la preparación de ciertas cosas, para así tener el desayuno listo antes de las ocho de la mañana o en su defecto, antes de que las gemelas despertarán, porque de lo contrario su sorpresa se vería estropeada.

—Sigo pensando que este es demasiado dulce para un desayuno.—Jimin murmuró con desacuerdo sin dejar de batir la mezcla.—Deberíamos hacerle algo mas saludable.

—No seas un amargado, Minnie.—JungKook dijo sin dejar de prestarle atención a lo que tenía sobre la lumbre, para evitar un desastre. Y por desastre se refería a quemar una de las crepas de colores que estaba haciendo.

—No estoy siendo amargado, amor. Es solo que...

Jimin no pudo continuar porque fue interrumpido por su pareja.

—Minnie, son niñas y es una fecha especial. Solo deja de pensar como un doctor. ¿De acuerdo?—Jimin asintió con levedad.—Bien, terminemos con esto, porque aún tenemos muchas cosas por hacer y el tiempo vuela en nuestra contra.

Resignado a que sería una lucha inútil querer cambiar el menú del desayuno, Jimin continuo su trabajo, sin refutar nada. Y tan solo unos treinta minutos después ya tenían casi todo listo, pero JungKook ya estaba encargándose de terminar los últimos detalles.

—¡Y listo!—JungKook exclamó una vez colocó las pequeñas margaritas—que un día antes había comprado—sobre la pequeña bandeja.—Andando.

Con un leve asentimiento, Jimin se abrió paso para abandonar la cocina y encaminarse hasta la habitación de las pequeñas, siendo seguido rigurosamente por JungKook, quien en sus manos traía la bandeja con el desayuno y la margaritas. Durante el pequeño trayecto, el sentimiento de calidez, amor y emoción comenzó a burbujear de manera desmesurada en el interior de Jimin. Era un día especial para él, pero sobre todo para sus pequeñas.

Abriendo la puerta de la habitación con sumo cuidado y entrando casi en puntillas, Jimin y JungKook se desplazaron por la habitación con agilidad a pesar de poco iluminación que había, ya que las cortinas no permitían el paso de los rayos solares en su totalidad; posicionado en medio de ambas camas, Jimin y JungKook tomaron una pequeña bocanada de aire antes de comenzar a cantar.

—Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti. Feliz cumpleaños mis amadas EunChae y Chaewon. Feliz cumpleaños a ustedes.—Las voces armoniosas de Jimin y JungKook había logrado que las pequeñas despertaran de su descansó.

Levemente consternas y aún adormitas las gemelas trataron de entender que está sucediendo, pero cuando sus pequeños ojitos adormilados captaron la pequeña velita del número seis, no pudieron evitar salir de la comodidad de sus sabanas y comenzar a saltar en sus respectivas camas.

Era su cumpleaños, al fin había llegado su cumpleaños. Estaban cumpliendo seis años, por lo que ahora eran unas niñas grandes. Tan grandes como para poder subir a la montaña rusa del parque de diversiones al que su tía Jiyeon las llevaba cada fin de mes. Tan grandes como para entrar a la piscina de los niños grandes.

—¡Feliz cumpleaños mis pequeñas estrellitas!—Jimin exclamó con efusividad, al mismo tiempo en el que se acercaba hacia Chaewon para cárgala entre sus brazos y rápidamente ir hacia EunChae, para cargarla junto a su hermana.—Espero que sigan cumpliendo muchooooos años más, y que sean felices todo los días de su vida.—Dejo un sonoro beso en una de las mejillas de sus hijas

Las pequeñas inevitablemente recargaron sus pequeñas cabezas sobre el pecho de su padre.

—Te amo papi.—dijeron ambas al unísono.

—Bien, bien. Ahora es mi turno.—JungKook dijo un deje de diversión.—¡Feliz cumpleaños pequeño panquecitos! Estoy muy feliz de que estén cumpliendo un añito más de vida y que tanto su padre como yo podamos celebrarlo con ustedes. Les deseo lo mejor y créanme que haré todo lo posible para hacerles la vida más bonita.

Jimin sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas y un nudo se formaba en su garganta al escuchar las palabras que el amor de su vida le decía a su pequeñas. Sin duda será una bendición que JungKook quisiera tanto a las gemelas.

—Te amo koo.—ambas pequeñas expresaron al unísono.

—Y yo a ustedes, panquecitos.—JungKook se acercó hasta las pequeñas para dejarles un pequeño beso en sus cabelleras.—Ahora, creo que llegó la hora de soplar la velita y pedir un deseó para que puedan desayunar antes de que su tía Jiyeon venga por ustedes.

Dicho eso, JungKook levanto un poco la bandeja que llevaba consigo, para que las pequeñas pudieran soplar la velita. Y así fue, ambas acercaron levemente sus rostros y tras unos segundos en total silencio—en el cual pidieron su deseo.—ambas soplaron la velita hasta que la pequeña flama se apagó.

—Ahora a comer, pequeñas.—las niñas asintieron a las palabras de su padre.

—¿Dónde quieren comer este rico desayuno que papi y yo viciamos para ustedes?—JungKook cuestionó.

—En las camas no se come, koo. Se come en la mesa o en la sala.—EunChae dijo con seriedad.

—Pero, por podemos hacer una excepción.

—No. Se come en la mesa o en la sala, koo

—Bien. Será en la mesa.—JungKook murmuró con un deje de decepción en su voz.

Jimin soltó una pequeña carcajada ante lo inflexible que sus hijas fueron con JungKook. Y es que, ambas se habían apegado tan bien a las pequeñas reglas de la casa que muy pocas veces las desobedecían. JungKook por su parte solo le dedicó una pequeña y mala mirada a su pareja antes de salir rumbo a la mesa del comerdor. Donde minutos después las pequeñas y los dos mayores ya se encontraban disfrutando del delicioso desayuno.

—¿Les gusto su desayuno sorpresa, estrellitas?—Jimin preguntó con ternura a sus hijas.

—Si, gracias papi.—EunChae dijo una vez le dio el último mordisco a su trozo de torre de crepas.

—Gracias koo.—Chaewon dijo esta vez.

Ambos mayores solo asintieron con levedad. Para luego indicarle a las pequeñas a que fueran a buscar la mudada de ropa que deseaban utilizar ese día, mientra él y JungKook levantaban la mesa y lavaban los platos. Sin esperar mucho las gemelas salieron corriendo hasta su habitación donde con rapidez abrieron su armario y buscaro—lo más ordenado que podían—lo que usarían ese día.

Luego de varios minutos ambos habían optado por un pequeño enterizo similar al de la otra. La única diferencia estaba en la tonalidad del enterizo.

—¿Ya escogieron que ropa quieren usar?—las gemelas asintieron a la pregunta hecha por JungKook.—Bien. Vayan al baño, su padre está esperando por ustedes para bañarlas.

Las pequeñas volvieron a asentir, para segundos después dirigirse hasta el cuarto de baño, donde su padre las esperaba para ducharlas. Y una vez empezó el baño, Jimin se encargó de recordarle a sus hijas que nadie debía tocarlas, ni mucho menos hacerle cosas que totalmente indebidas y como de costumbre nombro ejemplo de cosas que no debían hacerles. No importaba cuantas tuvieran que repetirlo, JungKook y él se lo dirían a las pequeñas hasta que el final de sus días. Todo para asegurar la seguridad de sus pequeñas.

Tan solo veinte minutos después las gemelas ya se encontraban totalmente vestidas y peinadas a la espera de que su tía Jiyeon hiciera acto de presencia; cuando el reloj marcó las nueve y media de la mañana, timbre del departamento resonó por todo departamento, haciendo que JungKook diera de lado lo que estaba haciendo en ese instante.

—Niñas, vayan por sus bolsos.—fue lo único que JungKook dijo al mismo tiempo en el que se encaminaba hasta la puerta principal, la cual, al abrirla dio paso a Jiyeon y a su prometido.

—Hola JungKook, ¿Cómo estas?—Jiyeon saludo.

—Hola, Ji. Hola MyungSoo.—JungKook saludo a su cuñada y el prometido de esta.—Las niñas ya está listas, solo están buscando sus bolsos. Vendrán en breve.

—Perfecto.—MyungSoo dijo.—¿Dónde esta Jimin?

—Salió a comprar unas cosas que nos hacía falta, para esta tarde.

La pareja recién llegada asintió con levedad.

—Por cierto, Si pudieran llevar a las pequeñas al lugar antes de las cinco estaría genial.—JungKook puntualizó.—Creo recordar que Jimin ya te entrego los vestidos que deberán usar, ¿cierto?

—Gguk, relájate, ¿Quieres?—Jiyeon río por lo bajo ante la actitud que su cuñado estaba tomando.—Las niñas estarán lista antes de las cinco, no tienes que preocuparte por eso, ¿Bien?

JungKook asintió al mismo tiempo en el que soltaba un profundo suspiro.

Y antes de que cualquiera de los tres pudiera agregar o decir algo, las pequeñas hicieron acto de presencia con su tan efusivo saludo a sus tíos. Entre pequeños abrazos y castos besos en la mejilla, EunChae y Chaewon se despidieron de JungKook prometiendo portarse bien y divertirse mucho.

Cuando las gemelas se marcharon y el entro de nuevo al departamento, JungKook se dispuso continuar con su labor, para así poder ir avanzando de manera rápida con todo lo que tenia en la lista de cosas por hacer. Sin embargo, lo que le preocupaba era el hecho de que la pequeña tienda de decoración de eventos no contestaba sus llamadas desde el día anterior. Y como no respondiera la próxima llamada que hiciera le entraría un tic nervioso.

La fiesta de cumpleaños sorpresa de sus gemelas tenía que salir perfecta, porque así lo había previsto y a sí se lo había prometido a Jimin cuando decidió confiar en ese pequeño emprendimiento. Pero sobre todo, porque quería que sus pequeñas disfrutaran su día de la manera más especial posible con la fiesta que ellas tanto habían soñado.

nta: en unos minutos subo la segunda parte:)