V E I N T I S I E T E
Muchas personas contaban por experiencia propia que los hospitales eran los lugares con la mayor concentración de dolor, preocupación y desesperación.
Hyemin lo estaba viviendo en carne propia.
Llevaba al menos cuatro horas sujetando la mano de Hoseok mientras esperaba a qué un médico le diera informes de su hermano. Los policías, la prensa e incluso su propia mente la estaban abrumando, de primera instancia tuvo que solicitar a los guardias del hospital que le ayudaran a esquivar a los reporteros, posteriormente pidió amablemente a la policía que hasta que Jimin estuviera estable y pudiera charlar con él, daría todas las declaraciones necesarias.
Las lágrimas habían cesado, pero ahora se sentía perdida en sus pensamientos, la estaban comiendo lentamente al no tener una respuesta clara de todo, a pesar de que Jingoo le dijo muchas cosas, no había querido creer del todo en su palabra, sin embargo, Taehyung terminó de confirmarlo con solo verlo a los ojos.
Sentía como si hubieran atravesado su corazón abruptamente con un cuchillo filoso, su pecho dolía cada que respiraba de tanto sollozar, incluso su boca estaba seca de gritar por un tiempo prolongado.
¿Por qué Taehyung le mintió? ¿Nunca la amó? ¿Realmente sólo quería que fuese un títere más de su padre?
—Come algo, Mina...– el chico suspiró negando – Hyemin, lo siento.
—Descuida – contestó sin verlo – ya nada puede ser peor.
—Hye, toma aunque sea un poco de agua, necesitas hidratarte.
—¿Tú sabías todo esto? – Hoseok se quedó estático ante la pregunta de Hyemin – ¿Sabías que vivía con la familia equivocada?
—Me enteré hace unos meses, cuando aquel hombre murió – cerró sus ojos recordando todo con detalle – apareció tu arma en la escena, tomamos tus huellas y en el sistema aparecían dos actas de nacimiento.
—Supongo que Jimin ya no pudo ocultarlo más – suspiró – ¿Él te lo dijo?
—Así fue...– Hoseok agachó la mirada fijándola en el suelo – desde ese momento me ofrecí a acercarme a ti. Él quería que supieras todo poco a poco, para después acercarse a ti y terminar de contarte su historia.
Entendió porque Taehyung se mostraba nervioso cuando tocaba el tema de la muerte de su padre, entendió porque en los buscadores aparecía el fallecimiento de la madre de Taehyung antes de que ella naciera, entendió que enamorarse de Taehyung no fue una aberración, sino su mayor pecado.
Se había enamorado del hijo del asesino de sus padres.
—Familiares de Park Jimin.
De inmediato ambos se levantaron hasta llegar a la mujer con ropa blanca y una tabla color plata sobre sus manos.
—¿Cómo está?
—Afortunadamente no tiene ninguna lesión de gravedad – hojeó el que parecía el expediente de Jimin – solo tiene algunos hematomas, hicimos unos exámenes de laboratorio y está anémico. Necesita nutrirse y vitaminarse lo más pronto posible.
—¿Podemos pasar a verlo?
—Claro, sólo necesito un registro de sus visitas – la mujer tomó la pluma de su bolsillo y le miró con atención – su nombre, por favor.
—Kim Mi...– se detuvo, cerrando sus ojos para después abrirlos nuevamente y fijando su vista en el suelo – lo lamento. Mi nombre es Park Hyemin.
—Habitación 613, puedes pasar.
Desvió sus ojos a Hoseok y él asintió con una expresión dulce en su rostro, acarició su hombro y le empujó ligeramente hacia las habitaciones. Tomó aire y avanzó con lentitud hacia la recámara, abriendo la puerta de la misma manera, ambos conectaron sus miradas dejando sus emociones les dominaran en ese momento, sin pensarlo más tiempo, Hyemin corrió hasta abrazar con delicadeza a Jimin, sollozando sin control sobre su hombro.
Jimin colocó su brazo alrededor de la espalda contrario, permitiendo que las lágrimas fluyeran con naturalidad de sus ojos. Su pequeña bebé al fin estaba con ella, en sus brazos, brindándole el calor fraterno que como su hermano mayor siempre quiso darle.
—Jiminie...– susurró en su oído – lo siento, lo siento por hacerte sufrir tanto, perdóname.
—No fue tu culpa, nena – tragó saliva intentando que su voz sonara lo menos distorsionada posible – ni fue mía, sólo fuimos víctimas de la maldad de un hombre.
—Me siento tan confundida, tan perdida, tan vacía y llena a la vez – sollozó de nuevo – no entiendo muchas cosas y a la vez si.
—Voy a resolver todas tus dudas, todos tus pensamientos confusos – la separó para después limpiar con sus pulgares sus mejillas – no temas más, jamás te mentiría después de que vivieras en una.
Sonrió recargando su rostro sobre su mano.
—Gracias, hermano.
—¡Maldita sea, Hyorin! – Jingoo azotó las manos en la mesa – ¿Por qué ahora te destituyeron? ¡¿Por qué?!
—El comandante Kim...– volvió a impactar sus manos en la mesa.
—¡Kim, Kim, Kim! ¡Malditos sean todos los Kim! – su pecho subía y bajaba con agresividad – tienes que sacarme de aquí, no puedo permitir que me encierren ahora, ¡Haz algo, inepta!
—No puedo, Jingoo – la mujer retrocedió ante la figura imponente del joven – me han destituido de mi cargo.
—¡Debes tener contactos, personas o algo que te facilite sacarme de aquí! ¡No puedo estar más tiempo aquí! – su mirada se tornó oscura y perversa, caminó hacia ella con intenciones de lastimarla pero dos policías le tomaron de los brazos – tu hijo, Min Yoongi, va a pagarlo todo.
—No creas en sus arrebatos, Hyorin – el hombre avanzó hacia el joven con una sonrisa en el rostro – bienvenido, Yeo. Es un placer tener psicópatas cómo tú en este lugar.
El padre de Namjoon entró a la sala de interrogatorios donde ambos estaban, llevaba algunos minutos detrás de la puerta escuchando todo y se sorprendió del nivel de psicopatía que el chico tenía, desconocía los antecedentes de su vida, lo único que sabía era que sus padres habían sido asesinados y que a muy temprana edad incursionó en el mundo de las inversiones.
—Kim Kyudong...– leyó su placa para después reírse – el placer es mío de poder tenerte cara a cara. Dime, ¿Eres el defensor del imbécil de Taehyung?
—Soy el defensor de la mujer que secuestraste, la hiciste pasar por enferma y te aliaste con su padre falso para poder hacer realidad muchos de tus perversos deseos – aterrizó su puño en el estómago de Yeo – y también del hombre que amenazaste durante semanas para después privarlo de su libertad, torturarlo, golpearlo hasta casi el punto de quitarle la vida, sólo para cubrir tus porquerías y las de Suk.
—Suk me vale un bledo – respiró profundo intentando recuperar el aire perdido – quiero que ese malnacido pague por lo que le hizo a mi padre, quiero a Park Hyemin sólo para mí y quiero que Park Jimin y Kim Taehyung se mueran del dolor por perder a su más preciado tesoro.
—Estás enfermo, Yeo.
—¿Buscar justicia es estar enfermo? – el joven comenzó a reír – ¡¿Eso es lo que piensas?!
Un golpe en su rostro le hizo saborear en sus papilas gustativas su propia sangre.
—¿Dónde está Kim Suk? – se cruzó de brazos ante su silencio – no pienso volver a repetirlo.
—Ya se encargó de mantener quieto al perro más noble – aquella sonrisa descarada que resaltaba de su cara hizo que la piel del hombre se erizara – ahora va por su pequeña obra de arte, su perra más rabiosa.
Kyudong salió con rapidez de la sala tomando su radio.
—A todas las unidades cerca del hospital del centro de Seúl – respiró tratando de tranquilizarse – movilicense hacia allá, Kim Suk realizará un atentado contra los hermanos Park.
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