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V E I N T I D O S

—Te he dicho que la tengo en la mira, imbécil,  ¿Tan difícil es de creer?

Los policías están listos para actuar, tú dime en qué momento llegar.

El arduo trabajo que ambos hombres había puesto en práctica para encontrar a la pareja era algo digno de repugnar. Fingieron creer el circo que Hoseok había armado en ese entonces e idear un plan debajo del agua.

Declarar a Mina con una enfermedad mental, hacerle creer a la policía que Taehyung la había secuestrado, y televisar todo para que nadie pudiera creerles a ellos.

Los primeros en enterarse de ello fueron Haksan y Hyorin, a quienes citó en su oficina, lejos de los ojos de sus supervisores.

Necesito que tengas a tu perro quieto, Haksan – Jingoo suspiró – bastante tenemos que soportar a tu hijo cerca de todos nuestros movimientos.

Jimin no está causando problema, joven Yeo – Hyorin miró al muchacho – todos los casos que manda al juzgado los desestimo y se mantiene al margen.

—Esto va más allá de simples casos desestimados, querida jueza – sonrió con burla – esto es cuestión de joder a Suk.

—¿De qué hablas?

—Ahora yo tengo las riendas del juego, señores – se levantó sin dejar de sonreír extendiendo sus manos para después azotarlas sobre la mesa, viendo a ambos adultos con furia – aún recuerdo como ese bastardo temblaba cuando supo quien era.

La mente de Hyorin en milésimas de segundos conectó todas las piezas de aquel rompecabezas tan complejo. Cubrió su boca y se levantó con lentitud.

—Eres el hijo de Yeo Kyunro.

—¿Recuerdas ahora tu delito? – se aproximó a ella tomándola del cuello, estampandola en la pared – ¿Recuerdas cómo dijiste en el juicio que mi padre se suicidó cuando tenías todas las pruebas para comprobar su asesinato? ¡¿Lo recuerdas?!

—Jingoo, por favor, basta – Haksan intervino – yo también tuve culpa de ello, no solamente Hyorin.

—¿Qué te parece que inculpe a tu único hijo por un asesinato que no cometió?

—Con mi hijo no te metas...– susurró con dificultad.

—El pequeño Min Yoongi y su amigo Jung Hoseok – rió soltando a la mujer – a ambos los tengo en mis manos, así que deberían cooperar conmigo.

—Suficiente soportamos con Suk – el hombre se aproximó a Jingoo – no voy a ser ahora tu títere.

—¿Prefieres la vida de Park Jimin por encima de tu hijo? – asintió – bien, una llamada y Hoseok acompañará a su madre en el infierno.

—¡Basta! – Hyorin gritó – está bien, mantendremos lejos a Park del caso, pero un solo rasguño en la piel de nuestros hijos y el trato se acaba.

Jingoo suspiró detrás de la línea, estaba demente y lo sabía, tenía presente que se obsesionó con Mina desde el primer momento en que la vió en la pantalla de su computadora, fue como un pase perfecto para joder a la persona que había arruinado su vida. Le hervía la sangre cada vez que veía a Taehyung tocar a la chica, era tan perfecta y hermosa ante sus ojos que no concebía la idea de que fuese vista o tocada por alguien que no fuera él.

En conclusión, odiaba a los Kim por dos motivos, primeramente por haberle arrebatado a su familia de la manera más cruel y despiadada y en segundo lugar por amar a la persona que él creía amar, sin embargo, no era amor, era una obsesión enfermiza y pasajera.

Observó de lejos cómo la chica giraba su vista hacia todos lados, rió ligeramente al ver el pánico en sus ojos, aquellas notas fueron el gancho ideal para provocar problemas en ellos, disfrutó cada momento de las discusiones que Taehyung y Mina tenían, se regocijaba en el dolor de ambos de una manera que daba miedo ante cualquier persona común.

Mina, por su parte, estaba volviéndose un saco de temor, aquella discusión con Taehyung le había dejado mal emocionalmente hablando, el frío calaba sus huesos, haciéndola sentir más frágil. Durante muchos años fue una mujer fuerte, llena de coraje y valentía, pero desde que aquel hombre le hizo cuestionarse acerca de su padre, era como si una nueva Mina hubiera nacido.

Era totalmente temerosa, desconfiaba de casi todos, obedecía sin cuestionar y prefería mantenerse al margen, cuando antes era todo lo contrario.

Le hizo cuestionarse quien era en realidad, la llegada de Hoseok mostrándole muchas cosas que no sabía, las advertencias de Taehyung, la ayuda de Jimin, eran demasiadas personas que le hacían inferencia al tipo de persona que podría ser su padre.

Se abrazó a sí misma intentando tomar un poco de calor, una mala corazonada albergaba su ser, desde algunas horas atrás sentía que alguien la seguía en las sombras, se sentía acechada, ni siquiera podía contestar las llamadas de Taehyung porque creía que todo empeoraría.

Su teléfono sonó nuevamente, esta vez decidió contestar la llamada creyendo que era el chico pero desde algún teléfono público, sus manos comenzaron a temblar en cuanto escuchó aquella voz que le atormentaba desde hace más de un mes.

Al fin te encontré, Mina mía – rió haciendo estremecer a la mujer – ese pantalón te queda excelente.

Giró hacia todos lados buscándolo, las lágrimas comenzaron a fluir en automático, su mirada estaba llena de temor, sus labios temblaban al igual que sus manos. Avanzó algunos pasos hacia al siguiente calle y se detuvo abruptamente al verlo frente a ella sujetando el teléfono con una sonrisa en el rostro.

—Corre o te alcanzo.

Su mente acató la orden de inmediato, sus piernas se movieron con agilidad para correr sin ser alcanzada por Jingoo, su respiración errática se escuchaba claramente al chocar con algunas personas, quienes le dificultaban su huida. No supo cuánto ni hasta donde avanzó, pero sintió alivio cuando pudo ver a lo lejos el vecindario donde estaba su casa, siguió sin parar ni mirar atrás, divisó a Taehyung sentado en la entrada con un gesto de aflicción, preocupación y angustia, el cual cambio cuando escuchó los gritos de la chica resonar en el lugar.

—¡Entra a la casa! ¡Entra!

La esperó hasta que estuvo ahí y se metieron ambos con rapidez, colocando los seguros correspondientes y mirándose fijamente a los ojos se abrazaron sin decir nada. Los sollozos de Mina quedaban atrapados en el pecho de Taehyung, él sólo optaba por tragar saliva y acariciar el cabello de su chica.

—Estuvo tan cerca de atraparme...– con sus manos apretó la tela de la ropa del joven – pero tan cerca.

—Estamos bien, estamos a salvo.

La puerta fue tocada con brusquedad, asustando a ambos, quienes solamente optaron por afianzar su agarre y mantenerse unidos.

—¡Policía de Seúl, abra la puerta! ¡Tenemos una orden para arrestarlo, por favor coopere!

Definitivamente estaban jodidos.

2/4 ❤️

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