D I E C I N U E V E
Alrededor de cinco días habían transcurrido desde aquel polémico momento, las redes sociales estaban enloqueciendo ante tanta información y teorías que los mismos coreanos formaron.
¿Matrimonio forzado? ¿Cortinas de humo ante los escándalos del casino? ¿Dónde estaba la policía en esos momentos?
Eran cuestionamientos habituales que no parecían terminar y que estaban agotando la paciencia de todos, principalmente de MiNa y Taehyung. Ambos se mantuvieron en casa por órdenes de Suk, nadie podría salir hasta que él lo indicara.
O al menos hasta que Jingoo se lo pidiera.
A pesar de convocar a una nueva rueda de prensa para aclarar todos los malentendidos que habían surgido, las televisoras se estaban enfocando en aquel video que se volvió viral en menos de veinticuatro horas, donde Jingoo, Taehyung y MiNa eran los protagonistas.
—¿Te das cuenta hasta donde llegaste, Taehyung?
—Jamás creí que alguien fuera a grabarnos.
—¡Por favor! – Jungkook lo miró incrédulo – ¿De verdad esperas que crea eso?
—Es la verdad.
Jungkook suspiró.
—Sé que mandaste a investigar a Park Jimin hace unos días – le extendió un sobre color caoba – porque sabes que es su hermano y él está tratando de acercarse a ella.
Taehyung abrió el sobre dejando a la vista algunos papeles que ni él mismo tenía conocimiento de su existencia.
—Jimin está haciendo todo esto masivo y lo sabes – se acercó un poco más intentando intimidar al castaño para sacarle la verdad – por eso te aprovechaste de ello e hiciste lo posible por evidenciar tu romance con Mina, ¿No es así?
—Lo hice porque el mundo debe enterarse de la farsa que es mi padre – musitó en voz baja – y del daño que le causó a Mina y su familia.
Todo se estaba saliendo de control, las discusiones, las dudas y la incertidumbre crecían con rapidez, mientras que la tensión era casi palpable, principalmente entre Suk y Mina. Miradas retadoras, constantes discusiones, incluso golpes que Mina tenía que soportar, además de esconder todas aquellas marcas de Taehyung para quitarle una preocupación de encima. Su consuelo era salir al jardín por la madrugada, sentarse en el pasto totalmente frío, tomar su teléfono y llamar a Jimin para contarle su día, mientras que él detrás de la línea, grababa todo y hacia una bitácora para anexarla a las pruebas que llevaría a un juez en Daegu.
—¿Qué sucedió?
—Ayer Jingoo fue a pagar la cuota a las televisoras – suspiró – los videos y los documentos que presentaron hace días van a quedar en el olvido.
—Seokjin también me lo dijo, pero él va a seguir todo por debajo, no te preocupes.
Guardó silencio un momento para después sollozar por lo bajo, a pesar de que la voz de Jimin solía tranquilizarla, ese día en especial no había algo que le consolara, estaba llegando a su punto máximo. Estaba harta, cansada, fastidiada de esa situación, su juventud estaba siendo un verdadero desastre.
—Jimin...– limpió las lágrimas que resbalaban de sus mejillas – ¿Qué debería hacer?
—¿Puedes resistir un poco más? – cerró sus ojos y tragó saliva intentando deshacer el nudo en su garganta – todo está fluyendo de maravilla aquí.
—Mi cuerpo y mi mente están cansados, sólo quiero desaparecer hasta que todo esté resuelto.
—De verdad, lo estás haciendo excelentemente bien, Hye...– detuvo su habla un momento, suspiró con profundidad maldiciendo por lo bajo.
Por poco estropeaba un trabajo de veinte años sólo por seguir a su subconsciente.
—¿Hye? – retiró el teléfono de su oído al percibir silencio absoluto – ¿Jimin?
—Lo siento, debo colgar.
El chico dejó el aparato sobre su escritorio en un intento de regular su respiración, ahora tenía una idea más grande de lo que padeció su padre durante tantos años, odiaba sentirse en la misma situación de cuando era niño, nadie lo escuchaba además de Namjoon y su familia, ahora tenía a Hoseok y Yoongi, pero no era suficiente, Jimin quería que su voz fuese más escuchada, quería que todos supieran la verdad detrás de la muerte de sus padres y el dolor que su hermana tuvo que soportar por la ambición de Suk.
Su atención se centró en un coche que se estacionaba afuera de su hogar, así que tomó el arma que guardaba en un cajón de su escritorio y la colocó detrás de su cuerpo. Con discreción, se acercó al ventanal de la sala observando a un joven con una gabardina negra, cubrebocas y lentes oscuros salir del auto, quitó el seguro de su arma atento a cualquier movimiento, sin embargo, reconoció aquel cabello rizado que había visto en internet y momentáneamente bajó la guardia.
El timbre sonó por su casa, permitiéndole acercarse a la puerta y abrir con suma cautela.
—Buenas noches – hizo una reverencia – ¿Park Jimin?
—¿Quién eres? – frunció su ceño – ¿Y qué haces en mi casa tan tarde?
Quitó sus lentes y su cubrebocas dejando al descubierto por completo su rostro, haciendo que Jimin bajara la guardia.
—¿Me dejarás pasar?
—¿Qué quieres, Taehyung? ¿Que cierre el caso de tu padre? – se cruzó de brazos – ¿También pretender sobornarme como lo ha hecho con la mitad de la comisaría?
—No pretendo ser eso, al contrario, quiero ayudarte – suspiró – yo sé que ocurrió esa noche.
Jimin sintió sus piernas flaquear, su ritmo cardíaco aumentar y su vista nublarse momentáneamente.
—¿Vienes a restregarme en la cara que Suk se salió con las suyas y tomó a mi hermana? ¿Que mató a mis padres sólo por satisfacer su rabia y ocultar su miedo de ser descubierto y arrestado?
—Yo le salvé la vida a Mina, Jimin.
Parecía como si el tiempo se hubiera detenido, las palabras del castaño hacían eco en si cabeza, su mente olvidó como respirar por algunos segundos y nuevamente su vista se nubló.
—¿Vas a mentir para que salve tu pellejo?
—No podía permitir una muerte más – bajó su mirada – ni siquiera estaba de acuerdo con lo que estaba haciendo.
—¿Qué pruebas tienes de lo que dices?
Taehyung le extendió un sobre blanco, era algo grueso y pesado. Jimin lo tomó con delicadeza, abriéndolo unos segundos más tarde, sus ojos se agrandaron al encontrar una pequeña libreta vieja, papeles con el membrete del casino, actas de nacimiento y muchos otros documentos que no pudo distinguir en el momento debido a la oscuridad del lugar.
—Es un diario que tu padre hacía todas la noches antes de dormir – suspiró – también saqué copias de todos los documentos que mi padre guarda en su caja fuerte, tienes todo para arrestarlo ahora.
—Y-Yo...– Jimin no pudo articular palabra alguna.
—Es lo menos que puedo hacer por Hye – sonrió de lado – de verdad, quiero justicia, Park. No sólo por tu familia, por todas las víctimas de mi padre, incluida mi madre.
Jimin asintió lentamente, guardando silencio durante dos minutos, tenía más que claro que Yoongi siempre tuvo razón, no había mejor aliado en esta batalla que él.
—Taehyung...– ambos conectaron sus miradas – ¿Te puedo pedir un favor?
—El que necesites.
—Huye lejos con mi hermana – sus ojos se cristalizaron – anhelo que esté conmigo desde que tengo doce, pero necesito tenerla lejos para cuando destape todo. Será a la primera que Suk buscará para matarla y no quiero perderla.
Taehyung se aproximó a él y palmeó suavemente su hombro.
—Voy a protegerla como no tienes una idea, Park – sonrió melancólico – es el tesoro que he cuidado desde hace veinte años, descuida.
Se acerca el final. 👀
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