Capítulo VIII
Jung TaeHyung había sido hasta el momento un hombre noble y con un corazón inquebrantable, había disfrutado hasta hace algunos meses de un engañoso matrimonio con el hombre que le había jurado amarlo siempre. Lo había defendido de sus padre y había creído ciegamente que aquel hombre que conoció cuándo solo era un niño inocente había desaparecido.
Después de que SeokJin y NamJoon se fueran de su casa, TaeHyung pensó que había vivido unos segundos en un universo alterno dónde no era feliz. Su sobrino le había mostrado fotos de su esposo con su amante, dentro de un auto donde parecía que ambos se besaban, no podía negar que el de la fotografía no era Hoseok, esa cabellera roja era característico de él.
Rompió en un llanto desconsolado sintiendo su vida y amor por su esposo derrumbarse como grandes muros que antes lo protegían.
NamJoon había limpiado sus lágrimas y le había prometido que haría que el amante de Hoseok se alejará para que él estuviera tranquilo.
Sin embargo, sabía que toda tranquilidad había desaparecido desde la primer noche en que su esposo le negó un simple beso excusándose con que no estaba limpio para tocarlo. No quería saber en que momento los ojos de su esposo dejaron de mirarlo.
Ahora caía en cuenta de todas las veces en las que había sido empujado sutilmente fuera de la mente de su esposo, era doloroso ser desplazado de esa forma sin darse cuenta, por qué ahora que sabía lo que pasaba a su alrededor, era incapaz de resolverlo, no se veía a si mismo dejando a su esposo y siguiendo con su vida, sería la burla de la sociedad por un hombre que nunca fue lo que pensó.
Ahí en la estancia de su casa, dónde había permanecido desde hace unas horas con la mirada perdida y los ojos inundados de lágrimas, se dió cuenta de que se estaba convirtiendo en aquella pareja que jamás deseo ser, aquel que calla por no perder a su amado, tolerando cada falta de respeto del contrario por recibir un poco de atención. Esa no era la vida que Jung Hoseok le había prometido y mucho menos la que el merecía.
Así que simplemente se levantó limpiando con cuidado las lágrimas que aún permanecían en sus mejillas, caminó con pasos seguros hasta su habitación bajo la atenta mirada de la empleada doméstica de su mayor confianza, su mirada se dirigió a ella y le pidió que buscará en su armario el conjunto más caro de toda su ropa, hablaría con su aún esposo y resolvería el problema como el adulto que era.
Tenía un gran sentimiento dentro de su cuerpo que debía de ser saciado, necesitaba escuchar de los propios labios de Hoseok que él ya no estaba en su mente ni en su corazón. A comparación de su esposo, no se escondería como un cobarde.
En cuánto TaeHyung estuvo vestido con un precioso traje de satín claro, y sus muñecas fueron adornadas con pulceras de pequeños diamantes, aceptó la mano del mayordomo que le ayudó a subir al auto que lo llevaría hasta la empresa Jung.
Se miró en el retrovisor y pensó con certeza que hoy perdería algo; hoy dejaría de ser aquel TaeHyung voluble con un brillo distintivo en la mirada, y no solo eso, estaba seguro que el día de hoy iba a perder el mundo que él había creado y que tanto le hacía sentir seguro.
.
Ambos Kim salieron de la mansión Jung y estuvieron lo suficientemente alejados de la propiedad ambos se detuvieron para mirarse el uno al otro.
Kim SeokJin tenía los ojos rojos al igual que la punta de la nariz, su labio inferior temblaba y su nariz estaba constipada por el llanto, intentó pronunciar algo que lo salvará de aquel terrible sentimiento de culpa que ahora cargaba, pero nada salió de su garganta que comenzaba a secarse.
Kim NamJoon lo miró con el ceño fruncido, pensando en no ablandar su semblante serio que le había dejado tal situación. Pensó que SeokJin tendría el valor para contarle a su tío que él era el amante de su esposo, lo que nunca imaginó fue que iba a lavarse las manos inventando una historia para que él no saliera perjudicado.
NamJoon sintió en aquel momento todo su cuerpo tensarse de rabia e impotencia, no quería perjudicar las cosas más de lo que ya estaban, por eso simplemente dejo que SeokJin hablará, sin embargo, ahora que lo tenía frente a el, no dudo mucho en soltarle una bofetada al pelinegro.
Este tardo unos segundos en reaccionar y cubrió su mejilla con la palma de su mano, el llanto que vino después fue imposible de controlar, NamJoon le sacudía por los hombros mientras le gritaba con furia por qué no había sido capaz de decirle la verdad a su tío.
SeokJin siguió llorando desconsoladamente, pensando en lo cobarde que había sido, sin embargo, no quería dejar ir a aquel amante tan fácilmente, necesitaba sentirlo cerca de él unas veces más para tratar de decirle adiós, aún que sabía que este se negaría a qué ambos terminarán su aventura.
Se aferró al pecho de NamJoon quién dejó de sacudirlo para apretarlo en sus brazos. Ambos se dejaron caer de rodillas al suelo, sin soltarse del otro.
— Intenta dejarlo ir Hyung...
Habló suavemente NamJoon, recordándole por un instante al pequeño NamJoon que había conocido cuándo comenzaron a ser amigos.
—N-no es tan fácil
Respondió SeokJin en un susurro que le regreso el aliento que había perdido NamJoon en su rabieta. Miró la mejilla de SeokJin y le dió un suave beso, pidiendo internamente perdón por la bofetada que le había dado.
Habían pasado años en los que él había guardado todas esas emociones, encontrándose diariamente entre la espada y la pared, hasta que dejó todos los principios con los que había crecido y decidió soltar un poco de la ira que había acumulado.
— Yo te ayudaré, no dejaré que vuelvas a encontrarte con ese bastardo Hyung, no te dejaré a solas con él.
Terminó murmurando recargado frente a frente con SeokJin. Él seguía intentando controlar su llanto y lo hizo hasta que NamJoon, aquel que lo había cuidado siendo menor que él, le hizo olvidar un poco la culpa que sentía cuándo poso sus labios sobre los suyos que estaban empapados por el llanto.
En ese momento ambos Kim creyeron que lo que seguía, sería relativamente fácil.
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