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PRÓLOGO

      Pocas cosas ocupaban mi atención tan temprano en la mañana. Una de ellas era la canción de the neighbourhood que sonaba en mis auriculares y la otra, era la razón por la que me encontraba apoyada sobre el marco de la ventana, mirando directamente a la entrada del colegio.

      —Déjame adivinar, otra vez estás esperando a Kim Yeonjun —habló alguien, lo oí amortiguado por la música pero fue lo suficientemente claro como para reconocer a quien estaba detrás. Se trataba de Jungkook, mi mejor amigo y giré, quitándome uno de los auriculares para echarle un vistazo.

      —Si, Kim Yeonjun...

      Jungkook estaba seguro de que me sentía atraída hacia Yeonjun, porque no me había esforzado en hacerle creer lo contrario, cuando en realidad Yeonjun solo me servía de excusa para mirar las veces que quisiera hacia donde él estuviera, sin que notaran que mi atención iba dirigida a la persona que caminaba a lado suyo. Su padre: El director Kim.

      Mi mejor amigo dejó de prestarme atención después de corroborar lo que hacía y con alivio me quedé viendo durante un momento, cómo muy a su manera arrojó sin cuidado la mochila sobre el pupitre antes de tomar asiento. Entonces sacó su móvil del bolsillo del pantalón para ponerse a jugar.

      Así que giré de nuevo para seguir con lo mío, y cuando las manecillas del reloj en la pared marcaron las 7:45 am exactamente, lo ví.

      El director Kim.

     Cruzó el predio a lo lejos y enmascaré un suspiro, fijándome en que hoy estaba enfundado en su traje azul marino hecho a medida, esbozando esa sonrisa cuadrada que lo caracterizaba. Además, no tardé en darme cuenta de que hoy se veía menos formal que de costumbre. No llevaba corbata, los primeros dos botones de la camisa blanca estaban desabrochados y por un momento tuve ganas de apoyar mi nariz sobre la piel de su cuello para descubrir a qué olía.

      Dios... ¿Cómo ese hombre podía ser tan atractivo?

      Cerré los ojos cuando la idea generó un ligero cosquilleo en mi estómago, pero terminé por esfumar en seguida aquellos pensamientos. 

      Demasiado temprano para querer descubrir ciertos detalles, honestamente.

      —Se pintó el pelo de azul —. Me sobresalté por culpa Jungkook, quién me habló de cerca, tan cerca que tenía su cara a centímetros de la mía y ubicado por encima de mis hombros fisgoneaba hacia la misma dirección.

      —¿Qué? —. Fue lo único que alcancé a preguntar, confusa entre mis propios pensamientos y la música que aún sonaba de fondo. Decidí detener finalmente mi playlist.

      —Yeonjun, se pintó el pelo de azul —agregó y giró la cabeza haciendo que de repente nos encontráramos frente a frente —. ¿Te gusta aún con el pelo azul? No creo que le quede muy bien.

      Dirigí la vista hacia el patio y efectivamente, Yeonjun tenía el pelo azul, pero ni siquiera me había fijado en el detalle. ¿Cómo iba a hacerlo? Mis ojos estaban puestos en su padre.

      —Eh... Si, Yeonjun se ve muy guapo con cualquier color —titubeé, mordiéndome la parte interna de la mejilla al darme cuenta del tono de mi respuesta. Sin embargo, para mi mejor amigo fue suficiente como para alejarse convencido e intenté enfocarme de nuevo en los Kim, pero cuando los busqué, me di cuenta de que los había perdido. 

      Ah. Dejé escapar un suspiro, frustrada por las interrupciones de mi mejor amigo, pero pronto tuve el impulso de ver un poco más de cerca al director, e intuía en dónde lo podía encontrar, así que decidí aprovechar los últimos minutos que tenía, revisando mi teléfono para comprobar cuanto me quedaba antes de la primera clase.

    Diez minutos, marcaba y si me apresuraba, tal vez podía fingir interés en comprar algo de la cafetería, solo para encontrarme «casualmente» por el camino con Yeonjun y el director Kim. 

      Si, definitivamente eso haría.

      Me levanté, dejando el móvil sobre el pupitre para alisar los pliegues de mi falda antes de salir.

      —Voy a la cafetería, Kookie ¿Quieres que te traiga algo? ¿Un banana milk tal vez? —pregunté.

      Jungkook me miró atento por unos segundos y luego negó.

      —No, desayuné antes de venir, gracias Nini.

      —Está bien, vuelvo en un segundo —agregué y tras asentir, Jungkook agachó la cabeza para sumirse nuevamente en su móvil.

      Salí entonces apresurada, por el poco tiempo. Caminando a través del amplio pasillo, mientras me abría paso entre los alumnos para llegar a las escaleras, pero cuando bajé un par de escalones bruscamente, fui consciente de algo. De repente sentí que la tela de mi falda estaba demasiado... ligera por lo que al tocarlo recordé  que olvidé el móvil sobre el pupitre.

      Mierda.

      Además lo había dejado desbloqueado y si a Jungkook se le ocurría tomarlo para hacerse el chistoso...

      Mierda.

      Giré sobre mis talones y corrí tan rápido como pude de nuevo hacia el salón, esquivando a un par de personas mientras rezaba para que cuando llegara, ese teléfono siguiera en su lugar. Sin embargo, a mitad de camino me vi obligada a detenerme.

       Demasiado tarde.

      Jungkook estaba parado frente a mí y levantó el móvil a la altura de mi cara para mostrarme precisamente eso que no quería que viera.

      —¿Ninah, que es esto?

      En la pantalla estaba la foto del director Kim. De pie, distraído mientras andaba por los pasillos del colegio. Jungkook deslizó el dedo y me dejó ver otra imagen. En ella se encontraba en el patio y luego otra más mientras hablaba con la maestra, era de una ocasión en que entró a nuestro salón para dar un aviso.

      Y no fue hasta que continuó, que el corazón realmente se me detuvo.

      —No es a Yeonjun a quién miras ¿Cierto? Es al Director Kim.

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