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21. NINAH

      Se arrepintió, pensé inmediatamente. No me quedó duda cuando oí el tono de su voz, cuando me fijé en la inquietud con la que movía sus manos al cerrar la puerta del despacho, o la expresión en su rostro mientras se ubicaba justo frente a mí. Lo que me hizo sentir tan mal porque explicaba la razón por la cual no había recibido ningún mensaje de su parte el fin de semana.

      Entonces no pude evitar preguntarme si hice algo que lo molestara sin darme cuenta. Pero en lugar de expresarlo con palabras en voz alta, guardé esas dudas para mí misma mientras me recostaba contra el borde de su escritorio, decepcionada.

      —Te escucho —hablé finalmente.

      Él aclaró su garganta, tomándose un momento, cómo si estuviera meditando sus palabras mientras metía las manos en el interior de los bolsillos de su pantalón e hizo que ésto que estaba a punto de suceder con nosotros dos se sintiera aún peor porque comenzaba a intuir lo que quería decir.

       —Ninah, si te traje aquí es porque quiero hacer lo correcto para los dos. Debo ser sincero, lo que hicimos el otro día fue un impulso que en realidad no tuvo que suceder.

      El corazón se me aplastó al escucharlo, peor mientras repetía esa escena del sábado en su auto dentro de mi cabeza. La manera en que me besó, como sonrió entre mis labios.

      Dios, las emociones golpearon dentro de mí y no pude evitar reclamarle.

      —Tú me dijiste que te gustaba. Quiero la verdad ¿Mentiste? —pregunté con cierto miedo a su respuesta, pero luego él sonrió y suavizó su expresión.

      —Por supuesto que no mentí —admitió, sacando las manos de los bolsillos mientras daba un par de pasos más cerca para levantar mi mirada con un dedo bajo mi mentón —Me gustas, Ninah...

      Sus palabras provocaron que me separara del borde del escritorio, dispuesta a dar otro paso hacia él hasta que las puntas de mis zapatos tocaron los suyos.

     Entonces hice una confesión honesta también, cómo un último acto para que lo nuestro continuara.

      —Y tú me gustas a mí.

     Tomó una respiración profunda antes de sostener mi rostro entre ambas manos esta vez y luego se inclinó ligeramente hasta alcanzarme.

      —Todavía no entiendes que estoy luchando demasiado conmigo mismo para alejarme de tí ¿Verdad? —dijo en un tono profundo que me estremeció pero yo no estaba dispuesta a renunciar a él, no después de probarlo aquella vez.

      —Yo lo entiendo, pero no pretendo dejar que lo hagas... —declaré.

      Y de pronto hubo silencio, silencio que ocupé para concentrarme en él, mirándome diferente, justo como lo hizo en el auto y no con esa culpa que odié cuando me dejó pasar a su despacho hace un momento. Silencio que ocupó él para inclinarse un poco más hacia mí hasta finalmente hacer que sus labios se unieran a los míos en otro beso.

      Dios. Me perdí en su tacto suave, en la manera en cómo su mano descendió hasta mi espalda baja para pegarme a él. En cómo las mías llegaron hasta sus hombros para cerrarse en su nuca y en cómo esa sensación electrizante recorrió mi cuerpo al igual que la primera vez.

      Este hombre me encantaba, no había manera en que pudiera dejarlo ir.

      De repente se acercó un poco más, provocando que diera dos pasos atrás hasta chocar contra el borde de su escritorio y luego me tomó con ambas manos para hacerme sentar encima de la madera, mientras él se quedaba de pie justo en medio de mis piernas separadas.

      Un cosquilleo bajó directamente por mi vientre, sobre todo cuando inclinó la cabeza, profundizando el beso y su lengua saboreó de una forma exquisita la mía, soltando un chasquido que hizo eco en el despacho. Pero en lugar de sentirme satisfecha con eso, me sentí tan necesitada que el gemido que se me escapó entre sus labios, me delató.

      Entonces Taehyung sé separó para mirarme, con sus pupilas dilatadas y su pecho moviéndose al ritmo de la respiración agitada mientras dejaba escapar el aire de sus labios húmedos

      Él me necesitaba, tanto como yo a él.

      —Joder —susurró con la voz ahogada, ronca, enviando una oleada de calor justo hacia mi centro.

      Despues de eso me fue imposible reprimir el impulso de agarrar una parte de su camisa y atraerlo de nuevo hacia mí para besarlo. Él por su parte se aferró a mi cintura con una mano de inmediato y con la otra acarició el inicio de mi muslo izquierdo, justo en donde la piel estaba descubierta. Pude percibir que jugó con el borde de mi falda entre sus dedos, como si estuviera discutiendo consigo mismo acerca de sí era prudente o no explorar lo que hubiera debajo y quise reir.

      Honestamente la prudecia me importaba poco ahora mismo. Me sentía agitada, acalorada, húmeda por él e intenté hacérselo saber deslizando ligeramente mi pelvis hacia adelante para encontrarme con que su cuerpo estaba reaccionando de la misma forma, en una erección tan atrapada bajo su pantalón de vestir que cuando me restregué apenas, hizo que soltara un gemido profundo que me encendió aún más.

      Mierda, éste hombre podía hacer lo que quisiera conmigo ahora mismo y yo lo permitiría con gusto, pensé.

      Pero entonces alguien golpeó la puerta del despacho y como si me hubieran arrojado un balde de agua fría para terminar con cualquier sofoco, me congelé.

      Taehyung se separó un poco de mí indicándome que estuviera tranquila y sin soltar el agarre de mi cintura, hizo un ademán para que guardara silencio antes de que él pudiera hablar.

      Otro golpe llamando a la puerta.

     —Un momento por favor —dijo cuando recuperó el aire, pero la persona del otro lado respondió de inmediato.

      —Soy Yeonjun, papá.

      Taehyung suspiró profundamente y cerró los ojos con fuerza, evidentemente frustrado, sin embargo no dijo nada, en su lugar se acercó para darme un último beso y susurrar:  —Hablaremos luego ¿Si?

       Asentí.

       Acomodó el borde de mi falda levantada, cubriendome los muslos y luego me ayudó a bajar del escritorio. Tuve que peinar mi cabello con ayuda de mis dedos rápidamente y Taehyung se arregló la ropa en lo que ambos caminábamos hacia la puerta.

      Sígueme la corriente. Gesticuló y asentí de nuevo.

      —Y por favor señorita Seo, asegúrese de traerme esos documentos actualizados durante esta semana —habló casualmente, abriendo la puerta para encontrarnos a Yeonjun esperando justo en frente, con una carpeta en las manos.

      —Si, lo haré Director Kim y disculpe el inconveniente —respondí, dejándolos a ambos para salir finalmente de allí.



      Media hora después me hallaba tan inmersa en lo que acababa de ocurrir con Taehyung que no podía prestar atención a la clase de ciencias, pero como la buena actriz que era pude disimularlo fingiendo que mis ojos seguían la lectura de lo que sea que estuviera explicando la maestra y no en ese beso, ni tampoco sus manos tocándome, ni en él tratando de contenerse...

      Sonreí.

      De repente una bolita de papel cayó justo frente a mí y me sobresalté, pero rápido supe que solo era Jungkook tratando de llamar mi atención desde el asiento de lado, así que lo miré.

      —¿Qué pasó con el Director Kim? —preguntó curioso en un murmuro e hice un ademán restándole importancia.

      —Unos documentos que debía actualizar. Debo llevárselos esta semana.

      Asintió ligeramente, pero se quedó pensando, porque de alguna manera ese comentario pareció inquietarle.

      —¿Crees que yo tenga que actualizar algo también?

      No hay nada que debas actualizar Kook. Quise decir, pero solo me encogí de hombros.

      —Supongo que si eso pasa, él te llamará —murmuré sintiéndome un poco mal por mentirle a mi mejor amigo, pero mi atención rápido pasó a mi teléfono que vibró cuando me llegó una notificación que me hizo ilusión.



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