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16. TAEHYUNG

     Se dio cuenta, ella era astuta y yo lo suficientemente estúpido como para no ser cuidadoso en el momento en que debía. Pero no estaba dispuesto a echarme la soga al cuello si eso esperaba, así que me aparté y tomé un par de papeles del dispensador con naturalidad para secarme la cara antes de responder.

      —No sé de que estás hablando.

      —De la forma en que mirabas a Seo Ninah, de eso estoy hablando.

      Su confesión tan directa me atravesó, y en un principio creí que lo que buscaba era amedrentarme, pero cuando se acercó a mí con una actitud más cariñosa, acariciando mis hombros con suavidad empecé sentirme confundido.

      —Ahora prefieres ir tras la falda de una jovencita como ella ¿Cierto? Es por eso que me estás rechazando, pero mi amor, déjame decirte que ella no pued–.

      Me quedé en silencio mientras intentaba procesar lo que acababa de escuchar, hasta que tuve que interrumpirla.

      —Jaeun, tú estás haciendo todo esto porque estás... ¿celosa?

     La aparté, mirándola incrédulo porque no estaba muy seguro de que fuera consciente de la gravedad de sus palabras tras esta escena.

     —Si, Taehyung. Estoy celosa. Es que no consigo nada contigo, además lo noté y no me gusta que mires a otras... —reclamó en un berrinche y tuve que volver a interrumpirla.

      —Basta. Jaeun, tú no puedes controlarme de esa manera porque no somos nada. Te lo dije aquella noche hace dos años, y te lo repetí hace unas semanas ¿Cuántas veces más tengo que decirlo? Me estás cansando.

      Tenía el rostro tenso, visiblemente afectada porque no estaba consiguiendo lo que quería, pero más afectado estaba yo porque me estaba sometiendo a esta persecución innecesaria.

      —Pero–.

      —Además, escúchate por favor. Estás diciendo que voy tras las faldas de mis alumnas como si fuera qué ¿un pervertido?

      Se lo pensó un momento y luego pareció comprender cuanto peso tenía su palabra, entonces negó.

     —C-Calmate, no fue lo que quise decir.

     —Entonces cuida lo dices aunque tus intenciones sean otras, porque esa es una acusación muy grave como para que la sueltes a la ligera y si una cosa así sale de tu boca allá afuera, tendrás serios problemas.

      Me aparté como para salir del baño, porque no necesitaba escuchar más, pero de todas formas Jaeun me siguió intentando arreglar este asunto.

      —Taehyung yo no–. Tuve que interrumpirla otra vez.

      —Ah. Y una última cosa. No necesito estar detrás de alguien más para tener que rechazarte, con tu nefasto comportamiento me basta.

     Finalmente la dejé allí sin darle la oportunidad de decir más y aunque la culpa se deslizó dentro de mí hasta lo más profundo porque en todo esto había algo de mentira y algo de verdad, no podía dejar que Jaeun tuviera siquiera la mínima posibilidad de saberlo.



      Al terminar el día conduje de regreso a casa con un horrible dolor estallando en mi cabeza. La situación con Jaeun me había dejado tan tenso que ni siquiera el analgésico estaba ayudando, así que me tumbé en la comodidad de mi sofá, con un pañuelo húmedo cubriendome los ojos para poder descansar.

      Sin embargo, cuando escuché el sonido de la seguridad en la puerta indicando que alguien lo estaba abriendo, supe que eso no iba a ser del todo posible.

       —Yo te acompaño. Elegiremos algo que se te vea muy bien —habló mi mejor amigo y aparté el pañuelo intentando adaptar mis ojos a la luz.

      Ambos entraron a la casa con bolsas de compras en las manos para dejarlas sobre la mesa.

      —Espero que no estén hablando de un nuevo color de cabello.

      —En realidad hablabamos de un disfraz para él, pero también planeamos un nuevo color —respondió Jimin, empujando mis piernas del sofá para sentarse a mi lado.

      —No tienes permiso, Jun —ordené y me cubrí de nuevo.

      —Pero papá, es el cumpleaños de Jungkook.

      Sentí un tirón en mi pecho al escuchar su nombre y me descubrí los ojos definitivamente.

      —¿Y qué hay con eso?

      Yeonjun estaba frente a la mesa en donde se ubicaban las bolsas y comenzó a sacar nuestros paquetes de hamburguesas junto a las bebidas que compró para la cena, luego me acercó una y otra a su tío.

      —Será una fiesta de disfraces, una muy buena de hecho y quiero ir disfrazado de cowboy —hizo una pausa —. pero para que se vea mejor necesito tener el pelo rosa.

      —Y un mullet —agregó Jimin.

      Estuve a punto de decir algo en contra del pelo otra vez, pero cuando noté la mirada de complicidad y entusiasmo que tenían ambos supe que no había nada más que opinar al respecto, así que los dejé seguir con el plan y cuando Jun tuvo mi aprobación, llevó su cena a la habitación. Entonces me quedé en compañía de mi mejor amigo.

      —¿Cómo van las cosas con Nancy? —preguntó de repente, antes de darle una mordida a su hamburguesa.

      Sonreí inevitablemente al pensar en ella.

      —Excelente. Hemos estado hablando demasiado en estos días, además he descubierto que nuestras diferencias y similitudes encajan perfecto ¿Sabes cómo?

      Él asintió, contento.

      —Es muy linda —murmuré, lo suficientemente claro como para que Jimin lo entendiera. 

      —¿Linda? ¿Quieres decir que ya la viste? —preguntó, anticipando una respuesta positiva, pero negué.

     —No, no me refiero a su físico. Sino a la personalidad que veo en nuestras conversaciones.

     —¿Y no tienes ganas de saber como es físicamente?

      —Por supuesto que si, pero he dejado que las cosas sigan su propio ritmo.

      Jimin soltó una risa fácil y le dio un trago a su bebida para luego dejarla sobre la mesita de vidrio.

      —Eres un romántico. Deberías pedírselo pronto y averiguar si también te gusta físicamente ¿Qué pasará si no?

      Me quedé en silencio durante un momento. Para ser honesto había preferido evitar pensar en la posibilidad de que Nancy no me gustara físicamente. Yo quería imaginar que sí, que en el momento en que la viera, esa personalidad dulce encajara perfecto con lo de afuera, pero Jimin tenía razón, no podía aplazar algo como esto eternamente así que asentí.

      —Se lo pediré mañana.



      El segundo día de intercolegial estaba en pleno desarrollo con los deportes de campo. Fútbol masculino, tocaba en la mañana y había traído consigo un montón de gente eufórica para alentar en las gradas durante la búsqueda de la victoria.

      Me encontraba sentado en un palco apartado junto a los demás directores y en el móvil, Nancy me había escrito desde muy temprano por lo que llevábamos rato hablando.

      Después de mi conversación con Jimin, me pasé una buena parte de la noche pensando en ella y desperté con demasiadas ganas de conocerla, así que ansioso pero finalmente decidido empecé a escribir un mensaje.



      Mi corazón latía fuerte y tuve que respirar profundo un par de veces al pensar en si podíamos hacerlo después, pero no quería que fuera después, necesitaba hacerlo ahora, necesitaba verla ahora. Así que redacté una respuesta.


      Presioné el botón que decía «revelar» y de pronto todo se me hizo lejano. Las personas levantándose para gritar el gol que anotó uno de los equipos, los compañeros festejando a lado mío, la hinchada gritando eufórica. Todo. 

      Mis ojos se quedaron clavados en la pantalla, con la sonrisa esfumada mientras rogaba porque todo fuera una mentira, una jodida broma, pero no y lo confirmé cuando levanté la vista entre la multitud y miré directamente a donde estaba ella.

      Dios. Todo este tiempo estuve hablando con Ninah.


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