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13. NINAH

      Dormí unas cuatro horas durante la noche. Además de quedarme hasta muy tarde hablando en ghost, estuve dando vueltas en la cama, tratando de pensar en la manera de hacerle entender a mi madre que tenía un plan para mi futuro, un plan diferente al suyo.

      «Nada que te mueva o te apasione puede ni debe ser considerado una pérdida de tiempo»

      Sonreí. Cuan acertadas, además de motivadoras habían sido las palabras de Vincent y aunque él no lo sabía, las dijo en el momento justo para mí.

      Picoteé con mis palillos el rollo de huevo puesto en mi plato. Necesitaba tomarme un momento de silencio para reunir el valor suficiente, pero estaba decidida a hacer esto. Finalmente miré hacia donde estaba mi mamá, de espaldas a mí.

      —Mamá —suavicé mi voz.

      —¿Qué ocurre? —preguntó sin voltear, ocupada en lavar un par de platos sucios en el fregadero.

      —Quiero hablar contigo de algo importante —anticipé, esperando a que se detuviera y me prestara atención durante un minuto o me pidiera que aguardara por ella hasta terminar con lo que estaba haciendo, pero no lo hizo, en lugar de eso solo continuó.

      —Dime hija, te escucho.

      Vacilé un poco antes de seguir.

      —Lo que sucede es que estuve pensando en que no me queda mucho para terminar mi último año en el Dwight y ya sabes mis opciones para estudiar en la Universidad son muy específicas.

      El chorro de agua del grifo se detuvo y mi madre finalmente giró hacia mi dirección.

      —¿A qué te refieres con eso, Ninah? —cuestionó, intuyendo lo que quería decirle así que fui directa.

      —A que quiero estudiar Artes visuales.

      Hubo una pausa y la forma en la que sus hombros cayeron mientras suspiraba decepcionada formaron un nudo en mi pecho.

      Bajé la cabeza, igual o más decepcionada yo de su reacción porque no podía comprenderme.

      —Hemos hablado de esto tantas veces, Ninah. No quiero que estudies artes, eso no te llevará a ningún lado.

      —¿Y cómo estás tan segura de eso, mamá?

      —Tú madre sabe por qué lo dice —interrumpió una voz que me obligó a mirar hacia la puerta de la cocina, era Doyoong —. Mejor enfócate en estudiar para el suneung y aplicar a una de las SKY.

      —Es precisamente lo que estoy haciendo —dije sin titubear.

      —Entonces aprovecha, estudia medicina o derecho. Esas si son buenas opciones, el arte no te dará más que un departamento de cuarta a las afueras de la ciudad y ramen barato en tu mesa cada noche.

      Su pecho se infló de orgullo cuando terminó, como si tuviera la verdad sobre la vida. Honestamente ¿Quién se creía? Este era un asunto que me correspondía discutir con mi madre.

      Dirigí la mirada hacia ella, pero cuando me di cuenta de que no parecía tener intenciones de contradecir lo que este tipejo decía, suspiré y me eché contra el respaldo del asiento.

      —Doyoong tiene razón hija, piensa en una carrera de verdad.

      Una carrera de verdad. Woah. Escuchar eso se sintió como una puñalada que me dolió en lo más profundo. Dios, le costaba tanto confiar en mis decisiones, creer en mí como lo hacía mi papá.

      Quise decir tantas cosas que no pude porque el nudo que tenía en la garganta era tan fuerte que amenazaba con romper mi voz. Así que solo asentí.

      —Por supuesto, Doyoong siempre tiene la razón —murmuré desanimada cuando lo conseguí, ni siquiera tenía ganas de terminar mi desayuno, así que empujé el plato alejándolo de mí —. Terminé de comer, voy a casa de Jungkook. 

     No fui capaz de mirar las expresiones de mi madre o del imbécil de Doyoong, tampoco di oportunidad a que continuaran con su sermón de mierda porque salí de la cocina inmediatamente y luego de la casa. El portazo que di fue un aviso seguro.

      Caminé, caminé durante varios minutos a través del barrio cuesta arriba. Agitada, entre las ganas de llorar y el cansancio por culpa de mis pasos apresurados, sin embargo, nada de eso me detuvo hasta estar frente a la casa de mi mejor amigo. Entonces toqué el timbre.

      Jungkook abrió la puerta principal, estaba feliz de verme pero su sonrisa se desvaneció poco a poco al darse cuenta de que las lágrimas se estaban desbordando en mis ojos y finalmente me rompí.

      Dolía, sentirme invalidada dolía demasiado.

      —Ninah... —murmuró —. ¿Discutiste de nuevo con tu madre?

      Incliné la cabeza hacia un lado, encogiendo mis hombros y luego asentí.

      —También con Doyoong —terminé.

      No hizo falta decir nada más porque Jungkook lo entendía. Entonces chasqueó la lengua, tomándome de la muñeca para acercarme a él y cerró la puerta detrás de nosotros. Me envolvió en seguida con sus brazos así que abracé su cintura con los míos. 

      De alguna manera ese abrazo se sintió como un bálsamo para mi herida. Al final del día Jungkook no solo era mi mejor amigo, era el refugio que encontraba cuando no sabía a dónde huir y si me hiciera falta un día, no sé que sería de mí. 



      Pasé el día en casa de Jungkook y por la tarde decidimos encontrarnos con los chicos en la cafetería del abuelo de Sungji para organizar la fiesta de cumpleaños de mi mejor amigo.

      La campana de viento ubicada en la puerta tintineó, avisando nuestra llegada al local y mi sonriente amiga nos saludó desde el otro lado del mostrador mientras atendía a un cliente.

      No hizo falta buscar demasiado a los demás porque Hoseok ya se hallaba levantando el brazo en una de las mesas del fondo para que los pudiéramos verlos mientras Yoongi se concentraba en el millón de cosas que seguro hacía en la laptop que llevaba a todas partes.

      Caminamos hasta la mesa en la que estaban ambos y me senté a lado de Jungkook, frente a Hoseok y Yoongi.

      —Hey —, dijo Yoongi en un saludo suave, esbozando una sonrisa para luego mirar de nuevo a la pantalla.

      —¿Llevan mucho rato esperando? —preguntó Jungkook.

      —No mucho, en realidad llegamos hace un momento —respondió Hoseok.

      —Señores, Señorita —. Sungji se acercó a nosotros con su pequeña libreta —¿Van a ordenar lo de siempre? 

      —Yo si, noona —habló Jungkook y cuando bajó la mirada hacia mí, respondí que también.

      —Para mí un jugo de naranja por favor —pidió Hoseok.

      —Y para mí un americano, cariño —terminó Yoongi.

      —Está bien, termino con sus pedidos y los acompaño para organizar la fiesta ¿De acuerdo?

      —De acuerdo —respondimos al unísono.

      El cumpleaños de Jungkook estaba demasiado cerca y tenía ganas de hacer algo grande, como las fiestas que organizaba Jackson –otro amigo que habíamos conocido a través a Yoongi– Así que habíamos prometido ayudarlo para que su día fuera igual de inolvidable, por lo que después de que nuestros pedidos estuvieran listos y Sungji con nosotros, comenzamos.

      —El lugar no será problema, mi mamá dijo que la fiesta podía ser en mi casa, incluso alistaremos la piscina por si se les antoja darse un chapuzón —dijo Jungkook, emocionado.

      —¿Y cuántos invitados tendrás aproximadamente? —preguntó Sungji.

      —Mmh —. Jungkook se lo pensó —. Aún no lo sé Noona, pero esta noche escribiré una lista aproximada para enviártela.

      —¿Y piensas hacerlo de disfraces? —inquirí mientras tomaba mi batido de fresa. Recordando que me lo había mencionado un par de días atrás —. Puedo ayudarte con las invitaciones.

      Él asintió.

      —Sería genial, Nini.

      —Entonces puedo encargarme de la música —agregó Yoongi.

      —Y yo de las bebidas —se unió Hoseok.

      Nuestras ideas para la fiesta pronto fueron tomando forma y durante bastante rato estuvimos ajustando detalles, hasta que la pantalla de mi teléfono móvil se encendió ganándose mi atención.

      Una notificación de ghost saltó de inmediato y aunque disimulé entre mi amigos, la emoción cosquilleó en mi estómago al ver que se trataba de un mensaje de Vincent, no me resisti y lo abrí.

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