06. NINAH
Este sol podría cocinar a cualquiera, pensé cuando eché un vistazo rápido hacia arriba. El cielo se encontraba completamente despejado, el calor quemaba y mis pobres compañeros trotaban alrededor del campo de juego tomando grandes bocanadas de aire por el cansancio.
Si las clases de Educación Física se sentían una tortura cuando participaba en ellas, mirándolo desde afuera, se veía peor.
—¡Profesor Jang! ¿Cuánto más debemos seguir corriendo? ¡Me duele aquí, al costado! —gritó una compañera, señalando hacia sus propias costillas y agradecí internamente el estar sentada en la sombra de las gradas, reposando.
—¡Respire adecuadamente y deje de quejarse señorita Park, todavía falta! —le respondió el profesor y no tardé mucho en dejar de prestarles atención para sumirme en mis propios pensamientos.
Una semana había pasado desde aquella breve reunión en el despacho del director Kim. Como acordamos, ni una palabra salió de mi boca y para mi tranquilidad nadie hizo demasiadas preguntas sobre el accidente de mi tobillo tampoco.
Todo siguió su propio curso, pero con una ligera diferencia. Ahora, así me viera lejos o cerca, el director Kim me saludaba con una ligera reverencia, a veces me sonreía y aunque yo tratara de disimularlo, por dentro me derretía.
—¡Acabó, jóvenes! —, el grito del profesor Jang me trajo de vuelta a la realidad y vi a Jungkook acercándose a mí, completamente sudado. Así que agarré la botella de agua fresca ubicada a un lado para destaparlo y extendérselo cuando tuve a mi amigo en frente.
—Toma.
—Tengo la lengua tan seca que necesito como dos litros de agua —dijo, agitado y se llevó la botella de agua a la boca para bebérselo a tragos grandes de inmediato.
—Con cuidado —sugerí.
Jungkook se apartó la botella y dirigió la mirada hacia el profesor.
—Estúpido Jang, si no me mata de deshidratacion, acabara conmigo por un infarto. Ruego para que termine el año, así no tendré que verlo más —se quejó y luego volvió a lo suyo.
No lo culpaba por desear eso, Jang era intenso, demasiado, para que unos alumnos de último año pudiéramos soportarlo.
—Necesito aire fresco, qué tal si vamos al salón —dijo Jungkook, haciendo un ademán con la cabeza al empezar a caminar y aunque me levanté para seguirle el paso, antes necesitaba ir a otro lugar.
—Voy al baño primero, pero adelántate ¿Si? —le pedí y asintió.
Jungkook se me adelantó y yo avancé a mi propio ritmo. Todavía no podía mover bruscamente el tobillo, y además de eso, sentía que si daba un paso en falso, me mancharía atrás por culpa de la regla.
Miré la entrada principal, en donde se amontonaban mis compañeros, luego presté atención a la puerta que se encontraba apartada, quedaba mucho más cerca de donde me ubicaba y se dirigía a las escaleras que terminaban en los baños viejos de arriba. Así que no me lo tuve que pensar dos veces para ir por allá.
Sin embargo en mitad de camino, algo se ganó mi atención, fue como un imán que me atrajo hacia sí, entonces levanté la mirada en dirección a la ventana del despacho del director Kim y por un momento pude verlo parado allí, mi corazón se aceleró pero duró poco porque luego las cortinas se movieron, cubriéndolo por completo.
Me pregunté de repente si me estaba mirando o si había sido una coincidencia y solo vigilaba que las cosas estuvieran bien aquí afuera. No tenía idea, pero siendo sincera muy dentro de mí, quería creer que era por lo primero.
℘
Después de que terminé de cambiarme en uno de los cubículos, me lavé la cara con agua fresca y al mirarme al espejo noté que los mechones de mi cabello se habían desarreglado. Woah, Me veía fatal. ¿Había estado así todo el tiempo?
Solté mi pelo y tuve que peinarme un par de veces con ayuda de los dedos para recogerlo en una coleta.
Finalmente salí del baño y al caminar por el pasillo me di cuenta de lo silencioso que se sentía todo por aquí, uno podía escuchar hasta sus propios pensamientos y fue precisamente por eso que al cruzar la entrada de la dirección, pude oír sin dificultad una risa pícara que provino de allí.
La risa de una mujer.
Me detuve de inmediato, mi curiosidad pudo más, así que apoyé mi espalda contra la pared para prestar atención. Aquello no se oía como alguien que estuviera riéndose de algún chiste sin gracia del Profesor Seokjin. Era diferente y a pesar de que se me hacía familiar, no podía descifrar de quién se trataba.
¿Quién era?
Y como si el universo hubiese esperado a que se lo preguntara tal cual para hacérmelo saber, la mujer habló.
—Puedo hacer lo que me pidas, Taehyung.
La forma tan íntima en que al final de la oración saboreó su nombre de pila me puso los pelos de punta y la reconocí.
Cerré los ojos cuando el pecho me dolió, mi mente quiso negarse a creer lo que estaba escuchando, pero la razón me llevó a confirmarlo, así que con cuidado me asomé a la entrada. Desde aquí podía ver la oficina abierta de la secretaría y entonces lo presencié todo.
Por un lado estaba él, el director Kim, con la espalda apoyada contra la pared y enfrente, unas finas manos jugaban con el nudo de su corbata, tentando a desatarlo. Era ella, la reconocí de inmediato. Su figura esbelta, la coleta castaña que se balanceaba sobre su espalda y el par de tacones de tipo stiletto. Era la profesora de Inglés: La señorita Lee.
Y de pronto, como si hubiese tenido una revelación, todo cobró sentido para mí.
«Me gustaría pedirle que por favor, no difunda información alguna sobre haberme visto en ese club.»
«A la gente le gusta hablar y a veces de más y considerando mi corto tiempo aquí yo preferiría mantener la discreción sobre ese asunto.»
«Digamos que será un secreto entre usted y yo»
Woah. El director Kim quería proteger su imagen, si. Pero porque tenía un amorío con la señorita Lee. Era obvio, no quería que lo relacionaran conmigo para que ella no se enterara.
Solté una risa amarga.
No quise escuchar, ni ver más, entonces regresé a los baños viejos y me encerré en uno de los cubículos.
Apreté los parpados hasta que la imagen de ambos coqueteando desapareció de mi mente y se convirtió en negro, solo negro.
Me sentía tan enojada aunque no tuviera una razón válida, pero en el fondo sabía, sabía que era porque me gustaba la idea de que me notara, de que me prestara atención aunque fuera breve, de que yo le interesara.
Tonta.
¿Qué pensaba, honestamente? ¿Que iba a poner sus ojos en una alumna, teniendo a alguien como la señorita Lee?
Era obvio que jamás lo haría.
Abrí los ojos cuando sentí que me picaban lo suficiente como para aguarse de inmediato, y amenazaron con rebosar en lágrimas, pero no lo permití.
Me limpié y en su lugar respiré profundo, queriendo convencerme de que todo estaba bien, de que yo estaba bien, sin embargo volvieron a llenarse así que sólo me rendí.
Debí quedarme como unos diez minutos hasta que oí el timbre de salida. Había tenido suficiente, así que decidí volver a clases por mis cosas.
—¿Se puede saber en dónde estabas metida, Ninah? —preguntó Jungkook al verme entrar al salón.
—No importa, quiero ir a casa —musité y junté todas mis cosas, metiéndolas en mi bolsa.
—Está bien, vamos entonces —respondió y entendí que el "vamos" implicaba hacerme preguntas incómodas durante todo el trayecto, además de pasar el resto del día en mi casa y honestamente, no me apetecía compartir con nadie ahora mismo.
Así que tomé mi bolsa y giré hacia él.
—Voy a ir sola, Jungkook.
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