02. NINAH
—Voy a morir —declaró Jungkook para sí mismo, sonando casi disfónico en mi altavoz desde el otro lado del teléfono.
—Eso te pasa por no hacerme caso —respondí, mientras intentaba que el delineado del ojo izquierdo me quedara igual o al menos lo más parecido posible al del ojo derecho.
—No creí que el paraguas fuera tan necesario—. Hizo una pausa cuando tosió —. Imaginé que mi mochila sería suficiente para cubrirme y regresar rápido a casa.
La tarde del jueves después de clases, Jungkook vino a mi casa como era costumbre, pero minutos antes de marcharse, un chubasco inesperado se soltó y aunque le había dicho que se llevara mi paraguas, él se negó. Así que ahora estaba pagando las consecuencias de haber corrido cuatro cuadras bajo la lluvia.
—Pues ya ves que no fue suficiente. ¿Pero sabes cual es tu problema? Que nunca haces lo que te digo.
Me hice hacia atrás, para verme mejor en el espejo y sonreí cuando comprobé mi gran logro. El delineado había quedado perfecto luego de rehacerlo por tercera vez.
—Si sobrevivo a ésta noche, prometo que haré todo lo que me digas, Nini.
Se me escapó una risa fácil luego de escuchar su respuesta, porque lo conocía y mucho. Jungkook podía ser terco en ciertas ocasiones y sabía perfectamente que en el momento en que estuviera sano, volvería a ser el de siempre.
—Mm. Eso lo tengo que ver —respondí.
Cuando consideré que había acabado con el maquillaje, dejé mi delineador en el tocador y tomé el teléfono móvil para sacarlo del altavoz y hablar mejor con él.
—Pero dime, hablando en serio ¿Si te sientes muy mal? —pregunté, lamentando que no pudiera ir con nosotros.
—Muy muy muy mal. La fiebre vuelve cada tanto pero ya me tomé las medicinas porque no quiero morir.
Me reí nuevamente al escucharlo lamentarse de esa manera tan exagerada. Por Dios. Se trataba de un resfriado, ya quisiera verlo teniendo cólicos cada mes. Podría apostar a que no sobreviviría dos días.
Me quedé en silencio de repente, todavía sonriendo por su ocurrencia y empecé a jugar con el borde de la falda de mi vestido. Mi compañero de baile me haría falta, pensé.
—Me hubiese gustado que fueras con nosotros, Jungkook.
—A mi también me hubiese gustado ir, pero apenas puedo conmigo mismo. Estoy moribundo, agonizando en ésta cama.
—Ajá. Eres un exagerado.
Hubo otro silencio entre nosotros, pero fue breve.
—Te prometo que no, ¿Pero sabes que me haría sentir mejor? —inquirió de repente.
—¿Qué cosa? —agregué, pensando en que diría algo así como una buena sopa de pollo de su abuela, sin embargo su respuesta me tomó por sorpresa.
—Una foto tuya.
—¿Qué? —. Solté incredula y pronto sentí como mis mejillas se calentaron al percibir el tono en que lo dijo.
—Anda, envíame una foto, Nini. Quiero ver lo guapa que te has puesto para ir a bailar.
—Estás loco, no voy a enviarte nada.
—Vamos Nini. No seas mala.
—No.
—Por favor, estoy seguro que eso me aliviará.
—Que no. Kjj —hice un ruido, como si hubiera una interferencia en la línea —Escucha, creo que hay problemas con la conexión o algo. Kjj. Tengo que colgar, Sung Ji vendrá en seguida.
—¡Ninah!
—Adiós. Kjj ¡Recupérate pronto, Kookie! ¡Te quiero!
Alejé el teléfono de mí y aún pudiendo oír a Jungkook quejándose desde el otro lado, corté la llamada.
¿Qué le pasaba a este chico?
Apreté los labios intentando reprimir la risa y me toqué la mejilla, de seguro estaba rojisima.
—Ah, ese Tonto —murmuré y me ocupé en seguir preparándome.
Me puse unos tacones negros, y me acerqué al espejo de cuerpo entero que tenía en la puerta del clóset porque quería asegurarme de que combinara con el vestido del mismo color y honestamente, el resultado me encantaba.
De repente, a lo lejos el timbre sonó y después de unos segundos, mi mamá habló desde las escaleras.
—¡Ninah, tus amigos están aquí!
—¡Voy! ¡Dame un momento!—respondí.
Terminé de arreglarme el pelo con ayuda de los dedos, peinándolo hacia el frente, y con un poco más de prisa, tomé mi bolso para guardar dentro lo que consideraba necesario: mi móvil, identificación, dinero y una tinta de labios que me pondría por el camino.
Me di un último vistazo al espejo y cuando me sentí lista, salí de mi habitación.
El silbido de alguien llegó a mis oídos cuando bajé por las escaleras, obligándome a levantar la vista. Era Hoseok, mirándome.
—Que hermosa te ves cuando te bañas, Nini —. Mi amiga Sungie le dio un codazo en respuesta. Uno que Hobi intentó esquivar pero no tuvo éxito —. ¡Auch! ¡Solo bromeaba! también te ves hermosa cuando no te bañas.
Se me escapó una risa fácil.
Sung Ji, Hoseok y Yoongi estaban sentados en el sofá de la sala esperando por mí, lo que me dio la pauta de que habían llegado juntos, y no por separado como planearon en el chat grupal.
—Creí que Sungie llegaría antes que ustedes —dije, acercándome a los tres mientras acomodaba la falda de mi vestido que se había subido un poco.
—Te escribí un mensaje para avisar que pasarían antes por mí, pero no me respondiste —contestó Sung. Quien además de ser una de mis amigas, era novia de Yoongi.
Se había unido a nuestro grupo hace unos meses, cuando empezó su relación con él, pero terminé llevándome tan bien con ella que nos hicimos muy cercanas.
Por otro lado, estaban Yoongi y Hoseok a quienes conocí gracias a Jungkook el año pasado. Ambos iban en un curso superior al nuestro, pero tambien se refugiaban bajo el árbol del patio trasero para fumar un par de cigarrillos. Pronto descubrimos que teníamos un montón de cosas en común y de esa época para acá, nos convertimos en un bonito grupo de cinco.
—Lo siento unnie, estaba hablando con Jungkook y luego de eso ya no me fijé en el móvil.
—¿Sigue enfermo? —preguntó Yoongi.
—Si, creo que la fiebre no lo ha dejado por completo en todo el día.
—Ya le enviaremos unas fotos después. Verás como aprende a no correr bajo la lluvia un día antes de salir de fiesta —bromeó Hoseok.
Y luego de despedirnos de mi mamá, y de que Hoseok le asegurara unas cincuenta veces que me cuidaría toda la noche, partimos a Itaewon.
℘
A diferencia de la noche anterior en que el cielo parecía caerse a pedazos mientras llovía, ésta se encontraba despejada pero algo fría. No podría decir que repleta de estrellas porque no se veían por culpa de las luces de los mega edificios alrededor, pero estaba bonita.
Cuando llegamos a la zona indicada, Hoseok tuvo que aparcar unas cuadras antes, en un estacionamiento, por lo que tuvimos que caminar unos metros calle arriba hasta llegar a uno de los clubes mas lujosos de Itaewon: «Nightland», así rezaba el letrero en tonos neón que titilaba en lo alto.
La fila de personas esperando a poder entrar era larguísima. Creí que también formaríamos parte de ella, pero Hoseok solo tomó de mi mano, luego se aseguró de que Sung y Yoongi permanecieran detrás de nosotros y nos acercamos a un grandulón que custodiaba la entrada.
Hoseok lo saludó dándole un apretón de manos, después de eso se acercó para decirle algo al oído, por encima de la música que retumbaba de otros bares aledaños y el hombre asintió, haciéndose a un lado para permitirnos el paso.
—Tengan una buena noche —dijo.
La música dentro del club sonaba a tope y uno de los agentes de seguridad se acercó a Hoseok para hablarle del mismo modo que lo había hecho el guardia que estaba afuera.
Mi amigo nos hizo un ademán para que lo siguiéramos y luego de abrirnos paso entre grupos de personas, un angosto pasillo y subir un par de escalones, terminamos en el segundo piso, donde se encontraba nuestro lugar reservado.
El sitio era precioso, tenía grandes sillones rojos y una mesa llena de bebidas con hieleras esperando para enfriarlas.
Hoseok era muy conocido dentro de Itaewon, todo el mundo sabía de él porque su padre era uno de los inversionistas dentro de la zona. Así que aunque conseguir uno de estos lugares normalmente era muy difícil, para él era pan comido.
Yoongi le sirvió un trago a Sungie y se sentaron juntos en uno de los sillones. Yo por mi parte me acerqué a la baranda para observar desde arriba hacia la pista que ya estaba repleta de gente moviéndose al ritmo marcado de la música, entre luces con tonos verdes, violetas y azules que se mezclaban e intercalaban con la oscuridad. Hasta que alguien me habló
—¿Quieres una cerveza o prefieres un trago, Nini? —dijo Hoseok tratando de sonar claro por encima de la música alta.
Me fijé que ya tenía dos botellas pequeñas de cervezas en la mano, así que tomé una de ellas para hacerle un pequeño brindis y darle un trago.
—La cerveza está bien —respondí y se alejó contento.
Mi mirada se deslizó de nuevo por todo el panorama, entre todas las personas que bailaban en la pista y por un momento deseé tanto que Jungkook estuviera aquí. Probablemente estaría mostrándome sus dotes de bailarín, que según él eran excelentes.
Le di otro trago a mi botella y saqué el móvil de mi bolso para hacerle una foto al lugar y mostrarle a Jungkook de lo que se estaba perdiendo.
El flash se disparó, abrí el chat para darle click a la galería y elegir la foto que había tomado y de pronto vi algo que provocó que mi corazón comenzara a latir tan rápido que podía sentirlo retumbando junto con la música a través de mis oídos.
Agrandé la fotografía en la pantalla, en el punto que llamó mi atención mucho más que el resto.
Estaban ahí, un hombre rubio con el pelo bien peinado hacia atrás, sentado en la barra, hablando relajado, apuesto y elegante como su acompañante a quien reconocería incluso a kilómetros de distancia.
Era él.
—El director Kim.
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