♡Capitulo 3♡
Sábado
La mansión Jeon esta en pleno ajetreo. El personal y las sirvientas se movían de un lado a otro, organizando todo para el almuerzo familiar con los padres de Jungkook. Las mesas estaban dispuestas con esmero, la comida casi lista y el ambiente se llenaba de un aire de formalidad y expectación. La luz del sol entraba por los grandes ventanales, iluminando cada rincón de la mansión.
En una de las habitaciones, Jungkook se encontraba frente al espejo, ajustándose la corbata con una sonrisa tranquila, mientras su esposa Eunji, igualmente elegante, termina de arreglarse. Jimin, su hijo, también se preparaba, pero en su habitación, donde estaba absorto en una conversación por celular. Su voz suave resonaba en el aire mientras hablaba animadamente con su mejor amigo Taehyung.
—El fin de semana suena perfecto, Tae. Vamos a salir a divertirnos un rato. Necesito escapar de todo esto —dijo Jimin, dejando escapar una risa cómplice.
Minutos después, el sonido del timbre interrumpió la conversación, anunciando la llegada de los padres de Jungkook. Con una última mirada en el espejo, Jungkook se acercó con una sonrisa, dándole a Eunji una mirada que reflejaba cariño y complicidad.
—Es hora de recibirlos. —Dijo Jungkook.
Y la toma de la mano mientras Jimin, ya listo, se unía a ellos.
Bajaron las escaleras con paso firme, y al abrirse las puertas del gran salón, los padres de Jungkook, Jeon Yoon y Jeon Yeji, entraron con una presencia imponente. Su madre, Yeji, siempre impecable en su puerta, y su padre, Yoon, con una mirada profunda y serena, saludaron a la familia con un gesto cálido.
El saludo fue breve pero afectuoso, y, tras los apretones de mano y las sonrisas, todos se dirigieron a la mesa. La comida estaba servida, ya medida que se sentaban, las conversaciones comenzaban a fluir sin mayores complicaciones. Los temas eran triviales: la política local, alguna anécdota reciente del trabajo de Jungkook, la escuela de Jimin, o incluso las últimas modas en la ciudad.
Todo transcurría en un ambiente relajado, a pesar de las presencias que siempre imprimían cierta formalidad en los Jeon. El almuerzo continuó con risas y conversaciones ligeras, una oportunidad para fortalecer los lazos familiares, mientras el personal de la mansión se mantenía a distancia, asegurándose de que todo fuera perfecto.
Pero a pesar de lo trivial del momento, algo parecía latir bajo la superficie, como un pequeño presagio de lo que podría estar por venir.
Todo transcurría con tranquilidad, las risas fluían entre los platos y las copas de vino, y el ambiente en la mansión Jeon se sentía armonioso. Sin embargo, el tono de la conversación cambió inesperadamente cuando Jeon Yoon, el padre de Jungkook, se volvió hacia su nieto Jimin con una sonrisa juguetona.
—Jimin, ¿Tienes novia? —preguntó con una mirada curiosa mientras su voz mostraba el tono cariñoso propio de un abuelo interesado en la vida de su nieto.
El ambiente, que hasta entonces había sido relajado, se tensó de inmediato. Jungkook frunció el ceño, sin poder evitarlo. Se quedó inmóvil por un momento, observando a su hijo, mientras una ligera incomodidad se apoderaba de él. Jimin, sin embargo, no pareció inmutarse y contestó con una sonrisa traviesa.
—No, abuelo. Pero... hay alguien especial por ahí —dijo Jimin, mirando a su padre con un brillo en los ojos.
Jeon Yoon se inclinó hacia adelante, evidentemente intrigado.
—Ah, ¿sí? ¿Quién es esa persona? —preguntó con entusiasmo. —Me encantaría conocerla.
Jungkook, tenso ante la situación, intercambió una rápida mirada con su hijo, luego bajó la cabeza para tomar un sorbo de su bebida, intentando mantener la calma.
—No, no... no se puede —respondió Jungkook, cortando, intentando suavizar la tensión. —Está fuera de la ciudad, de viaje por un tiempo.
Jungkook hizo una ligera señal con la mano, indicándole a Jimin que debía seguirle el juego, evitando que la conversación fuera más allá. Jimin, siempre hábil para adaptarse a cualquier situación, avanzando rápidamente, apoyando la versión de su padre.
—Sí, abuelo —dijo Jimin, sin perder la compostura—. Está fuera, pero seguro que pronto lo conocerás. Es una gran persona.
Jeon Yoon se siente satisfecho, sin sospechar nada más.
—¡Qué bien! Espero que sea alguien que valga la pena. —Dijo con una sonrisa, antes de dar un pequeño golpe con su tenedor sobre el plato, cambiando el tema hacia una historia de su juventud.
La tensión en el aire se disipó, pero Jungkook no dejó de sentirse incómodo. Mantuvo su mirada fija en su plato, mientras las conversaciones volvían a centrarse en trivialidades. Sin embargo, dentro de él, algo comenzaba a inquietarle.
Después de la charla incómoda, el ambiente en la mesa volvió a relajarse poco a poco, y el almuerzo continuó con ligeras risas y charlas sobre temas cotidianos. Jimin, al ver que la situación se calmaba, aprovechó para despedirse de todos.
—Bueno, papá, abuelo, mamá... me voy a la casa de Taehyung. Nos veremos más tarde —dijo Jimin con una sonrisa, levantándose de la mesa.
Jungkook se acercó con un gesto distraído, mientras su hijo se dirigía hacia la puerta.
—Diviértete —dijo Eunji sonriendo.
Y Jimin salió de la mansión, dejando atrás una atmósfera que lentamente volvió a la normalidad.
Cuando Jimin ya había partido, Jungkook y su padre, Jeon Yoon, decidieron salir al jardín. El aire fresco de la tarde ofreció un respiro, y el sonido suave de los pájaros acompañaba la conversación que estaba por comenzar. Jungkook caminó en silencio junto a su padre, sabiendo que la charla inevitablemente giraría en torno a la curiosidad de Yoon sobre su hijo.
Una vez en el jardín, el padre de Jungkook, con su actitud habitual de quien siempre busca entender todo a fondo, rompió el silencio.
—Jungkook —comenzó Jeon Yoon, mirando a su hijo con una expresión seria pero curiosa—. ¿Quién es Taehyung?
Jungkook lo miró por un momento, sabiendo que la pregunta era inevitable. Taehyung había sido una figura importante en la vida de Jimin, y su padre siempre había mostrado interés en saber más acerca de las personas cercanas a su hijo.
Jungkook respiró hondo y, tras unos segundos de reflexión, respondió con calma:
—Es el mejor amigo de Jimin, papá —contestó Jungkook, manteniendo su tono neutral, como si fuera un detalle más de su vida cotidiana.
Jeon Yoon frunció ligeramente el ceño, procesando la información.
— ¿El mejor amigo? —repitió, pensativo—. ¿No parece un poco... mayor que él?
Jungkook se encogió de hombros, sin darle demasiada importancia.
—Sí, Taehyung es un poco mayor, pero no hay nada raro. Se llevan muy bien, siempre ha sido como un hermano para Jimin.
Jeon Yoon se acercó, aparentemente satisfecho con la respuesta, aunque no pudo evitar mirar a su hijo con una leve curiosidad que no terminaba de despejarse.
—Bueno, espero que sea una buena influencia —comentó, con una sonrisa algo más relajada. —Me gusta ver a Jimin rodeado de buenos amigos.
Jungkook suena ligeramente, aliviado de que la conversación no se hubiera ido por otro rumbo. Sabía que, por ahora, las cosas estaban bajo control. Aunque en el fondo, no podía evitar preguntarse si su padre seguiría presionando por saber más sobre Taehyung y las relaciones de su hijo.
El silencio que siguió a la conversación fue cómodo, pero aún tenso, como si ambos intentaran ajustar sus pensamientos a lo que acababa de ser dicho. El jardín estaba en calma, solo el sonido de las hojas meciéndose con la brisa y el murmullo lejano del agua de una fuente rompían la quietud del momento.
Jeon Yoon finalmente rompió el silencio con una sonrisa más relajada, intentando aliviar la atmósfera.
—Tienes suerte de que Jimin tenga un amigo como Taehyung. En esta época, encontrar personas de confianza no es fácil —dijo, mirando a su hijo con una ligera mirada de aprobación.
Jungkook asintió, aunque por dentro seguía procesando las preguntas no dichas de su padre. Aunque la conversación había tomado un rumbo tranquilo, sentía una ligera presión sobre él, como si estuviera caminando por una cuerda floja sin poder bajarse de ella.
—Sí, Tae es leal, siempre ha estado ahí para Jimin —respondió Jungkook, su voz un poco más suave mientras miraba a lo lejos, como si pensara en algo más.
Jeon Yoon observó a su hijo con más atención, notando la leve evasión en su mirada.
—Me alegra que lo digas —comentó, con un tono que parecía esconder algo más bajo la superficie—. Pero ¿hay algo más, Jungkook? No tienes por qué esconderlo si hay algo más sobre Taehyung que debería saber.
Jungkook se tensó un poco, sintiendo como si las palabras de su padre fueran una especie de invitación a revelar algo más. Sabía que Jeon Yoon no era alguien que se conformara con respuestas superficiales, pero la idea de hablar más sobre Taehyung lo incomodaba. No estaba listo para compartir ciertos detalles, aunque era evidente que su padre ya sospechaba que había algo más detrás de esa relación.
—No, papá —respondió, sin volverse a mirarlo—. Taehyung es solo un buen amigo. Jimin confía en él, y eso es lo que importa. No hay nada más que necesites saber por ahora.
Jeon Yoon observó a su hijo, el entrecejo ligeramente fruncido como si estuviera intentando leerlo. Sabía que su hijo no era alguien que abriera fácilmente sus sentimientos, pero la protección que Jungkook sentía por Jimin era evidente. Después de un largo suspiro, Jeon Yoon pareció decidir que no insistiría más por el momento.
—Está bien, Jungkook. Solo asegúrate de que Jimin esté rodeado de las mejores influencias. Es lo único que me importa —dijo, dándole una palmada en el hombro, como si estuviera cerrando el tema de manera definitiva.
Jungkook asintió, agradecido por la aparente aceptación de su padre, aunque aún quedaban muchas cosas sin decirse. La relación entre él, Taehyung y Jimin era compleja, pero por el momento, no quería profundizar más en ella. A veces, era más fácil llamar que hablar, especialmente cuando se trataba de las personas que más amaba.
—Lo haré, papá —respondió, con una sonrisa forzada mientras miraba a lo lejos, hacia el horizonte donde el sol comenzaba a ponerse lentamente.
Ambos permanecieron en silencio durante unos minutos más, contemplando el jardín en calma. Jungkook no podía evitar sentir que, en algún momento, su vida iba a tener que dar un giro inesperado, pero por ahora, se aferraba a la normalidad. Por el bien de su hijo, por el bien de todos.
Mientras tanto, en la casa de Taehyung, Jimin llega con entusiasmo, con la mente llena de aviones para el fin de semana y la certeza de que las cosas entre él y su mejor amigo seguirían siendo igual de complicadas, aunque un poco más cercanas.
Jeon Yoon permaneció en silencio durante unos minutos, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus próximas palabras. El sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el jardín con tonos cálidos. Jungkook, sintiendo el cambio en la atmósfera, sabía que su padre no había terminado de hablar.
—Jungkook —comenzó Jeon Yoon, con un tono más grave—, Jimin ya no es un niño. Es hora de que empieces a pensar en el futuro, en formar una familia.
Jungkook se quedó quieto, observando las flores del jardín mientras su mandíbula se tensaba ligeramente. Sabía hacia dónde se dirigía esta conversación, y no estaba seguro de querer llegar ahí.
—Tu hijo debería buscar una linda chica, alguien que lo complemente, alguien que pueda ser su compañera y darle estabilidad. Sería el orgullo de nuestra familia, ¿no crees? —continuó su padre, mirando fijamente a Jungkook, esperando su respuesta.
Jungkook suspiro, tratando de mantener la calma.
—Papá, Jimin es joven. Tiene toda la vida por delante. No creo que sea necesario presionarlo con esas cosas ahora —respondió, manteniendo su tono neutral, aunque sus manos estaban apretadas en los bolsillos de su pantalón.
Jeon Yoon se acercó ligeramente, pero su expresión reflejaba que no estaba completamente convencido.
—Lo sé, pero recuerda que no es solo por él. Es por la imagen de nuestra familia, por el legado que dejamos. Tú lo sabes mejor que nadie, Jungkook —dijo, con un tono que empezaba a sonar más incisivo.
Jungkook desvió la mirada, sintiendo que la conversación comenzaba a incomodarlo más de lo que esperaba. Sin embargo, Jeon Yoon no había terminado.
—A propósito... hablando de familia e imagen... —dijo su padre, pausando estratégicamente—. Espero que Jimin no cometa los mismos errores que tú cometiste en el pasado.
Jungkook sintió como si el aire se volviese más pesado. Sabía exactamente a qué se refería su padre, pero no quería darle el gusto de reaccionar. Aun así, sus músculos se tensaron involuntariamente, y su mirada se endureció mientras intentaba mantener la compostura.
—No sé de qué hablas, papá —respondió finalmente, aunque su voz delataba la incomodidad que trataba de ocultar.
Jeon Yoon dejó escapar una pequeña risa, pero no había humor en ella. Era más bien un gesto frío, cargado de significado.
—Claro que lo sabes, Jungkook. Yugyeom. ¿Te acuerdas de él?
El nombre tocó a Jungkook como un balde de agua fría. Había pasado tanto tiempo, pero aún así, escuchar ese nombre hacía que su mente se llenara de recuerdos que preferiría olvidar. Su rostro permaneció inexpresivo, pero por dentro, una tormenta de emociones comenzaba a formarse.
—No tiene nada que ver con esto —respondió Jungkook, cortante, sin mirar a su padre.
—Tiene todo que ver —insistió Jeon Yoon, su voz ahora más firme—. Tu relación con él puso en riesgo mucho más que tu reputación. Pusiste en juego la estabilidad de nuestra familia, y eso no puedo permitir que se repita con Jimin.
Jungkook apretó los puños, luchando por mantener la calma. Quería responder, defenderse, pero sabía que cualquier cosa que dijera solo alimentaría la discusión. Así que respiró profundamente y se obligó a mantener el control.
—Jimin es diferente, papá —dijo finalmente, con una voz más baja pero cargada de convicción—. Él sabrá tomar las decisiones correctas cuando llegue el momento. Confía en él, como yo confió.
Jeon Yoon lo observa por un momento, como si intentara evaluar la sinceridad en las palabras de su hijo. Finalmente, asintió, aunque su expresión seguía siendo seria.
—Espero que tengas razón, Jungkook. Porque no soportaría que nuestra familia pasara por algo así de nuevo.
Sin decir más, Jeon Yoon se dio la vuelta y comenzó a caminar de regreso hacia la mansión, dejando a Jungkook solo en el jardín. Jungkook permaneció inmóvil, mirando al suelo mientras intentaba calmar las emociones que se arremolinaban en su interior. El pasado había regresado para atormentarlo, y aunque había logrado evitar una confrontación mayor, sabía que esto era solo el comienzo.
Jungkook permaneció en el jardín por varios minutos, mirando el césped perfectamente cortado sin realmente verlo. El nombre de Yugyeom resonaba en su mente como un eco persistente. Recordaba con claridad los momentos que compartieron, las decisiones impulsivas que tomó y cómo aquello desató una tormenta en su familia.
Había sido joven, imprudente, y la relación con Yugyeom no solo rompió las expectativas de su padre, sino que casi fracturó por completo el delicado equilibrio en el que vivía la familia Jeon.
Finalmente, exhaló profundamente y se pasó una mano por el cabello, tratando de despejarse. No podía permitir que esos recuerdos lo distrajeran. No ahora.
Regresó a la mansión, entrando por las puertas principales con una expresión neutra. Desde la sala podía escuchar a Eunji conversando animadamente con su suegra, mientras Jimin y su abuelo se reían de algo. La imagen parecía sacada de un cuadro familiar perfecto, pero Jungkook sabía que detrás de esa fachada había tensiones latentes, especialmente ahora que su padre había traído el pasado al presente.
—¿Todo bien, Jungkook? —preguntó Eunji al verlo entrar. Su voz estaba llena de calidez, como siempre, pero sus ojos reflejaban una ligera preocupación.
—Sí, todo bien —respondió él con una sonrisa ligera, aunque no llegaba a sus ojos.
Eunji lo observó por un momento, como si intentara leer entre líneas, pero decidió no insistir. En cambio, le tomó la mano y lo guió hacia el resto de la familia.
—Ven, estábamos hablando de los planes para el aniversario de bodas de tus padres. Tu mamá tiene grandes ideas —dijo con una risa suave.
Jungkook asintió, permitiendo que Eunji lo llevara de regreso al grupo. Se sentó junto a ella mientras su madre, Jeon Yeji, hablaba entusiasmada sobre la decoración, los invitados y la comida que planeaban para la celebración. Pero mientras los demás hablaban, su mente seguía regresando a la conversación con su padre.
🎶
Horas después...
Jimin, por su parte, había llegado a la casa de Taehyung, emocionado como siempre. Entró sin necesidad de tocar, acostumbrado a la hospitalidad de su mejor amigo.
—¡Tae! —llamó mientras dejaba su mochila en el sofá—. ¿Dónde estás?
Taehyung apareció desde la cocina, con un delantal que tenía manchas de harina y un rodillo en la mano.
—En la cocina, intentando no incendiar la casa —respondió con una sonrisa amplia.
Jimin se rió mientras se acercaba y miraba la mesa llena de ingredientes desordenados.
—¿Qué estás haciendo?
—Intentando hacer galletas. Pero, sinceramente, creo que esto va a terminar siendo un desastre.
—Déjame ayudarte —ofreció Jimin, arremangándose la camisa.
Ambos se pusieron a trabajar en la cocina, riendo y charlando sobre cualquier cosa. Jimin mencionó el almuerzo con su familia, aunque evitó los detalles más incómodos. Taehyung, como siempre, escuchaba con atención, ofreciendo comentarios ocasionales que aliviaban la tensión de su amigo.
—Tu abuelo todavía es... intenso, ¿Verdad? —preguntó Taehyung mientras formaba una galleta en forma de estrella.
Jimin suspiró, encogiéndose de hombros.
—Sí, pero no es nada nuevo. Ya sabes cómo es. Siempre preocupado por la imagen, por la familia, por el futuro.
Taehyung asintió, entendiendo perfectamente. Aunque no lo decía abiertamente, sabía que Jimin también cargaba con el peso de las expectativas de su padre.
—Bueno, al menos tienes una escapatoria conmigo —dijo Taehyung con una sonrisa traviesa—. Aunque no creo que estas galletas nos ayuden mucho si buscamos huir de las responsabilidades.
Ambos rieron, disfrutando del momento de normalidad. Sin embargo, en el fondo, Jimin sabía que el tema de las expectativas familiares no desaparecería tan fácilmente, especialmente ahora que su abuelo estaba decidido a conocer a "esa persona especial".
Y Jungkook, mientras tanto, sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar no solo las preguntas de su padre, sino también las sombras de su propio pasado.
La tarde avanzaba lentamente en la mansión Jeon. El sol comenzaba a esconderse detrás de las colinas lejanas, proyectando sombras largas en el lujoso jardín. Jungkook, aún con las palabras de su padre rondando en su cabeza, había subido a su estudio. Allí, la penumbra y el silencio eran sus únicos acompañantes mientras miraba por la ventana, perdido en pensamientos.
—¿Por qué ahora...? —murmuró para sí mismo, recordando cómo Jeon Yoon había traído a colación su pasado con Yugyeom, un capítulo de su vida que había preferido enterrar profundamente.
Un suave toque en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Era Eunji.
—¿Puedo pasar? —preguntó suavemente, asomando la cabeza con una sonrisa ligera.
—Claro —respondió Jungkook, girando apenas la cabeza para mirarla.
Eunji entró y cerró la puerta detrás de ella. Se acercó despacio, observándolo con esa mezcla de preocupación y comprensión que solo ella podía expresar.
—¿Qué pasó allá afuera? —preguntó con cuidado, inclinándose sobre el escritorio y cruzando los brazos—. Desde que volviste, has estado distante. ¿Hablaste con tu papá?
Jungkook suspiró, recargándose en la silla mientras miraba al techo, buscando las palabras adecuadas.
—Fue... una conversación como las de siempre —respondió finalmente—. Hablamos de Jimin, de cómo él "debería encontrar una buena chica" y todas esas cosas de orgullo familiar que le encantan.
Eunji ladeó la cabeza, esperándolo a que continuara.
—Y luego sacó el tema de mi pasado —añadió Jungkook en voz baja, con un tono que denotaba frustración—. Habló de Yugyeom.
Eunji no dijo nada al principio, pero sus ojos se suavizaron. Ella conocía la historia. Sabía lo difícil que había sido para Jungkook enfrentarse a la presión de su padre y las consecuencias de esa relación.
—¿Otra vez con eso? —murmuró Eunji—. ¿Por qué no puede simplemente dejarlo ir?
—Porque no es así como él funciona —respondió Jungkook, amargamente—. Para él, los errores son manchas que nunca se borran. No quiere que Jimin "repita mis errores", como si yo hubiera arruinado todo con mi vida.
Eunji rodeó el escritorio y se inclinó frente a él, tomando sus manos con suavidad.
—Sabes que eso no es verdad, ¿verdad? Lo que pasó en el pasado no te define, Jungkook. Lo que importa es quién eres ahora y la familia que hemos construido juntos.
Jungkook la miró a los ojos y asintió levemente, aunque una parte de él seguía luchando con los fantasmas del pasado.
—Gracias, Eunji —susurró, apretando ligeramente sus manos.
Mientras tanto, en casa de Taehyung...
—¡Tae, te dije que agregaras menos azúcar! —exclamó Jimin entre risas, mientras Taehyung mira incrédulo una bandeja de galletas desastrosamente deformes.
—¡Yo solo seguí tus instrucciones! —respondió Taehyung, riendo también mientras sacaba otra bandeja del horno—. Esto es un desastre. Si mi mamá lo ve, me va a echar de la cocina para siempre.
Ambos se desplomaron en el sofá después de limpiar el desastre que dejaron en la cocina. Jimin sacó su teléfono y comenzó a deslizar la pantalla, mientras Taehyung lo observaba.
—Oye, ¿cómo estuvo tu almuerzo familiar? —preguntó Taehyung, echando la cabeza hacia atrás.
Jimin hizo una mueca.
—Lo de siempre... mi abuelo presionándome para que consiga una "buena chica". Ya sabes, el típico discurso de "honor familiar". —Suspiró, mirando a Taehyung—. Aunque tuve que mentir un poco para no decirle que no hay ninguna chica. Les dije que alguien especial estaba de viaje.
Taehyung lo miró con una ceja arqueada.
—¿Ah, sí? ¿Y quién es esa "persona especial"?
Jimin sonrió pícaramente y empujó a Taehyung ligeramente con el codo.
—Tú, obviamente. ¿Quién más soporta mis tonterías?
Taehyung rodó los ojos y negó con la cabeza, aunque no pudo evitar sonreír.
—Dios, Jimin, algún día tu abuelo va a descubrir que me usas como excusa.
—Ojalá no sea pronto —respondió Jimin, dejando su teléfono a un lado—. Mi papá también se puso raro cuando mi abuelo mencionó eso. Como si quisiera evitar que hablaran más del tema.
—¿Tu papá? —preguntó Taehyung, intrigado—. Eso sí es raro. Jungkook siempre parece tan... tranquilo.
—No cuando mi abuelo menciona cosas del pasado —murmuró Jimin, su tono más serio—. Supongo que todos tenemos secretos que preferimos olvidar.
Taehyung guardó silencio, reflexionando sobre las palabras de su amigo. Aunque conocía a Jungkook, nunca lo había visto actuar fuera de control. Pero ahora, la curiosidad comenzaba a crecer en su interior.
—Bueno, cambiemos de tema —dijo Taehyung finalmente, sonriendo—. ¿Listo para salir este fin de semana? Prometiste que me llevarías a ese restaurante nuevo.
—Sí, sí, lo prometí —respondió Jimin con una sonrisa—. Aunque después de las galletas de hoy, no sé si quiero comer algo que tenga harina.
Ambos estallaron en risas nuevamente, dejando atrás las conversaciones más serias, aunque en el fondo, tanto Jimin como Taehyung sabían que los problemas familiares no desaparecerían tan fácilmente.
La tarde en casa de Taehyung transcurrió entre risas y charlas relajadas. Jimin agradecía tener un refugio como el hogar de su mejor amigo, donde podía ser él mismo sin las presiones constantes de su familia. Mientras tanto, en la mansión Jeon, la atmósfera seguía cargada de tensión apenas disimulada.
Jungkook permanecía en el estudio, sumido en sus pensamientos cuando un suave golpe en la puerta lo sacó de su trance. Era su padre, Jeon Yoon.
—¿Puedo pasar? —preguntó con su voz grave y firme, aunque no esperó una respuesta antes de entrar.
Jungkook se enderezó en su silla, respirando hondo. Sabía que esta conversación era inevitable.
—Claro, papá —respondió, intentando mantener la calma.
Jeon Yoon cerró la puerta detrás de él y caminó con pasos deliberados hasta el escritorio de su hijo. Su mirada era seria, como siempre, pero había algo en sus ojos que hacía a Jungkook sentirse como un niño otra vez, bajo la sombra de un juicio implacable.
—Quería hablar contigo antes de irnos —comenzó Jeon Yoon, sentándose frente a él—. Es sobre Jimin.
Jungkook no dijo nada, solo asintió, esperando lo que su padre tenía que decir.
—Tu hijo está en una edad importante, Jungkook. Debe enfocarse en su futuro, en construir algo sólido. Una familia respetable —dijo Jeon Yoon con tono solemne—. No quiero que cometa... errores.
Jungkook apretó los puños ligeramente sobre el escritorio, sintiendo cómo las palabras de su padre caían como golpes indirectos.
—¿Errores? —repitió Jungkook con calma, aunque su voz tenía un matiz frío—. ¿A qué te refieres exactamente, papá?
Jeon Yoon lo miró fijamente, como si evaluara cada centímetro de su expresión.
—Sabes a lo que me refiero —dijo al fin—. Lo que pasó con Yugyeom. No necesitamos que la historia se repita. Tú lo sabes mejor que nadie.
El nombre de Yugyeom volvió a atravesar a Jungkook como un puñal. Durante años, había trabajado duro para ser el hombre que su familia quería que fuera: esposo ejemplar, padre responsable, líder digno del nombre Jeon. Pero mencionar a Yugyeom era como abrir una herida que nunca terminó de sanar.
—Jimin es diferente —respondió Jungkook con firmeza, evitando mirarlo directamente—. No tienes que preocuparte por él.
—Eso espero —replicó Jeon Yoon, poniéndose de pie lentamente—. Porque la familia Jeon no puede permitirse más escándalos. Jimin debe ser nuestro orgullo, un ejemplo. Y es tu responsabilidad guiarlo por el camino correcto.
Jungkook se puso de pie también, la mandíbula tensa. Por un momento, pareció que iba a decir algo más, algo que llevaba años acumulando en su pecho. Pero en lugar de eso, respiró profundamente y se limitó a asentir.
—Entendido, papá.
Jeon Yoon lo miró un instante más antes de darse la vuelta y salir del estudio, cerrando la puerta con un suave clic. Cuando finalmente estuvo solo, Jungkook dejó escapar un suspiro tembloroso y se dejó caer de nuevo en su silla.
—"Un ejemplo, un orgullo" —murmuró con amargura—. Como si fuera tan sencillo...
Su mirada se perdió en la ventana una vez más, pero esta vez no pensaba en el pasado, sino en Jimin. Su hijo era lo más importante para él, y haría lo que fuera necesario para protegerlo. Incluso si eso significaba enfrentar nuevamente a su padre y los fantasmas de su propia juventud.
En casa de Taehyung...
—¿Te quedas a cenar, Jimin? —preguntó Taehyung mientras sacaba bebidas del refrigerador.
—Si no molesto, sí —respondió Jimin, desplomándose en el sofá con un gesto cansado pero relajado—. No quiero regresar tan pronto a la mansión.
—¿Problemas? —insinuó Taehyung, sentándose junto a él y entregándole una lata.
Jimin tomó un sorbo antes de responder, mirando el techo.
—Lo de siempre. Mi abuelo presionándome, mi papá actuando raro... Y encima, el tema de "tener novia" sigue siendo su obsesión.
Taehyung hizo una mueca burlona.
—Qué raro. Pensé que eso ya no era un tema de discusión en estos tiempos.
—Pues para mi abuelo lo es —respondió Jimin, encogiéndose de hombros—. Si fuera por él, ya tendría comprometida una "buena chica" para asegurar el linaje Jeon.
Taehyung dejó escapar una carcajada.
—Bueno, si algún día te decides a presentarme como tu "novia secreta", avísame con tiempo para maquillarme bien.
Jimin rodó los ojos, aunque no pudo evitar reírse.
—No te preocupes. Eres mi plan de emergencia, Tae.
Ambos rieron de nuevo, dejando por un momento atrás las presiones familiares y las expectativas ajenas. Pero mientras Taehyung cambiaba de tema para hablar sobre sus planes para el fin de semana, Jimin no pudo evitar pensar en lo que había visto esa tarde: la tensión en los hombros de su padre, las miradas evasivas, y cómo el tema de Yugyeom parecía seguir siendo una sombra imposible de borrar.
Sin embargo, una cosa era segura: Jimin estaba decidido a ser él mismo, más allá de lo que esperaran de él. Lo que no sabía aún era que esa determinación pondría a prueba, muy pronto, los lazos de su familia y la verdadera fuerza de su amistad con Taehyung.
La noche comenzaba a caer sobre la mansión Jeon. Jungkook seguía en su estudio, los codos apoyados sobre el escritorio y las manos entrelazadas mientras sus pensamientos lo atormentaban. El nombre de Yugyeom flotaba en su mente como una sombra del pasado que nunca pudo enterrar del todo.
Una suave llamada a la puerta lo sacó de su ensimismamiento.
—Adelante —respondió con voz grave.
Eunji, su esposa, entró con pasos cuidadosos, observándolo con cierta preocupación.
—¿Todo bien, Jungkook? —preguntó suavemente, cerrando la puerta tras ella.
—Sí —mintió él, forzando una pequeña sonrisa—. Solo estoy un poco cansado.
Eunji lo observó detenidamente, como si intentara leer sus pensamientos.
—Tu padre te dijo algo, ¿Verdad? —insistió ella mientras se sentaba en una de las sillas frente a su escritorio.
Jungkook negó con la cabeza, aunque sus ojos lo delataban.
—Nada nuevo —respondió con tono seco—. Solo me recordó lo que siempre dice: que Jimin debe ser el orgullo de la familia. Y de paso, trajo a colación el pasado... conmigo y Yugyeom.
Eunji suspiró, sabiendo lo delicado que era ese tema. Se acercó a Jungkook y colocó una mano reconfortante sobre su hombro.
—Eso fue hace mucho tiempo, Jungkook. No permitas que tu padre te haga sentir como si estuvieras fallando. Jimin es un buen chico, lo estás guiando bien.
Jungkook agradeció su gesto con una leve inclinación de cabeza, pero el peso de los recuerdos seguía oprimiéndole el pecho.
—No lo entiende, Eunji —murmuró después de un momento—. Él no entiende lo que significa ser yo. Tener que cargar con las expectativas de toda la familia Jeon y aún así no ser suficiente.
Eunji apretó su hombro con más fuerza.
—Eres suficiente. Lo eres para Jimin y para mí. Eso es lo único que importa.
Jungkook la miró finalmente, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de gratitud y melancolía.
—Gracias, Eunji —susurró él.
—Ahora descansa un poco. Hablaré con las sirvientas para que preparen algo ligero antes de dormir —respondió ella con una sonrisa pequeña y tranquila antes de salir del estudio.
Una vez más, Jungkook quedó solo, pero las palabras de Eunji habían logrado aligerar un poco el peso en sus hombros.
Mientras tanto, en casa de Taehyung...
Jimin y Taehyung se habían acomodado en el suelo de la habitación, rodeados de snacks y videojuegos. La pantalla de la televisión iluminaba la estancia mientras Taehyung maldecía por perder una partida.
—¡Eso no fue justo! —exclamó, lanzando el control hacia el suelo con exageración—. Estás haciendo trampa, Jimin.
Jimin se rio a carcajadas, disfrutando del pequeño triunfo.
—No es mi culpa que seas tan malo. Admitelo, Tae: nunca ganarás contra mí.
—¡Ja! Solo espera, voy a entrenar y la próxima vez te derrotaré —respondió Taehyung con una sonrisa desafiante.
Ambos rieron, relajados y sin preocupaciones. En ese momento, Taehyung lo observó de reojo y notó que Jimin se había quedado pensativo.
—Oye ¿Todo bien? —preguntó Taehyung con suavidad.
Jimin suspiró y se recostó sobre el suelo, mirando el techo.
—Es mi abuelo —respondió después de un momento—. Sigue insistiendo en lo mismo: que debo encontrar una chica linda y ser el orgullo de la familia. Es como si solo importara eso.
Taehyung lo miró con empatía y se dejó caer a su lado.
—Los abuelos son así —dijo—. No entienden que no todo tiene que ser como ellos esperan.
—Mi papá también estaba raro hoy —continuó Jimin, ignorando el comentario de Taehyung—. Parecía nervioso cuando hablaron de ti.
Taehyung arqueó una ceja y se giró hacia él.
—¿De mí? ¿Por qué?
—No lo sé —respondió Jimin con un encogimiento de hombros—. Solo que mi abuelo quería conocerte y mi papá inventó que estabas de viaje. Algo me dice que hay algo más ahí, pero no tengo idea de qué.
Taehyung lo miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad.
—¿Crees que tu papá piense que soy una mala influencia para ti? Porque, honestamente, yo sería una mala influencia —bromeó, intentando aligerar el ambiente.
Jimin rodó los ojos con una sonrisa.
—No es eso. Solo siento que hay algo que no me están diciendo... algo sobre mi papá.
Taehyung frunció el ceño, pero decidió no indagar más por ahora. Se sentó de nuevo y le lanzó otro control a Jimin.
—¡Basta de dramas! Una última partida, y te juro que esta vez voy a ganar.
—En tus sueños, Taehyung —se burló Jimin, acomodándose nuevamente.
Ambos volvieron a reír, el sonido llenando la habitación mientras el tema quedaba temporalmente olvidado. Pero en el fondo, tanto Jimin como Taehyung sabían que algo había cambiado, y que muy pronto tendrían que enfrentarse a la verdad que los adultos parecían ocultarles.
La tarde se desvaneció y la noche comenzó a cubrir la ciudad con su manto oscuro. Jimin, tras una tarde llena de risas y bromas con Taehyung, se había quedado a dormir en la casa de su mejor amigo. La idea había surgido sin mucha planificación, simplemente como una manera de escapar del ambiente tenso de la mansión Jeon.
Ambos se encontraban en la habitación de Taehyung, en el suelo, rodeados de almohadas y cobijas mientras se relajaban después de horas de conversación y videojuegos. La lámpara de la mesa de noche emitía una luz cálida, creando una atmósfera acogedora que contrastaba con el bullicio de la mansión.
—Me siento como un niño otra vez —dijo Jimin, estirándose sobre la alfombra, con una sonrisa despreocupada—. Esto es exactamente lo que necesitaba.
Taehyung rió suavemente, acomodándose junto a él.
—Siempre que estés aquí, eres como un niño para mí —respondió en tono burlón, con un guiño. Jimin lo miró y le dio un golpe juguetón en el brazo.
—¡Cuidado, Tae! Que no te olvido de que yo soy el que siempre gano en todo, ¿eh?
Taehyung levantó las manos en señal de rendición.
—Está bien, está bien, ya me rendí, genio. Pero ahora sí, ¿dormimos ya? Mañana tenemos que levantarnos temprano para seguir con los planes de la próxima semana.
Jimin asintió, aunque no parecía tener muchas ganas de dormir. La tensión en su hogar seguía pesando sobre él, y estar con Taehyung era la única forma de escapar de todo eso, aunque fuera por unas horas.
—Sí, dormir suena bien —dijo, aunque sus ojos brillaban con una inquietud que Taehyung no pudo ignorar.
Taehyung lo miró, notando la melancolía en sus ojos. Sin decir una palabra, se levantó de la cama y se acomodó en la esquina, estirando el cobertor y dejando espacio suficiente para que Jimin se acurrucara a su lado. En silencio, Jimin se levantó también y, sin pensarlo demasiado, se deslizó debajo de las sábanas, buscando el calor de su amigo.
—Buenas noches, Jimin —susurró Taehyung, ya acomodado a su lado.
Jimin sonrió y se acomodó más cerca de él, sintiendo el suave ritmo de su respiración.
—Buenas noches, Tae. Gracias... por todo.
El silencio cayó entre ellos, pero no era un silencio incómodo. Era la comodidad de estar juntos sin necesidad de palabras. La seguridad de estar al lado de alguien que entendía sus pensamientos sin tener que explicarlos.
Ambos cerraron los ojos, pero Jimin, en la oscuridad, seguía pensando en las palabras de su abuelo y de su padre. La presión sobre sus hombros parecía más pesada cada día, y en ese momento, sólo quería estar en paz. Estar con Taehyung le traía la calma que necesitaba, aunque solo fuera por una noche.
Poco a poco, el sueño los fue envolviendo. En la quietud de la habitación, solo se escuchaba el sonido suave de su respiración, sincronizado. Sin palabras, sin promesas, sólo la compañía silenciosa de dos amigos que, aunque jóvenes, ya cargaban con las expectativas de un mundo que nunca les dio la oportunidad de ser sólo ellos mismos.
Y, en esa pequeña burbuja de calma, Jimin finalmente se dejó llevar por el sueño, con la sensación de que, aunque todo lo demás estuviera fuera de su control, al menos esa noche podría descansar tranquilo, sabiendo que no estaba solo.
El amanecer filtró sus primeros rayos a través de la ventana de la habitación de Taehyung. El ambiente era tranquilo, solo se escuchaba el sonido distante de los pájaros y el murmullo de la ciudad que lentamente despertaba.
Jimin fue el primero en abrir los ojos, parpadeando varias veces para adaptarse a la luz. Se giró y vio a Taehyung profundamente dormido, con el rostro relajado y una expresión de calma que rara vez mostraba durante el día.
Jimin sonrió, sintiendo un cálido agradecimiento hacia su mejor amigo. Era en esos momentos, cuando todo estaba en silencio y sin presiones, que realmente valoraba lo afortunado que era por tener a alguien como Taehyung a su lado.
—Despierta, dormilón —susurró, dándole un pequeño empujón en el hombro.
—Mmm... cinco minutos más... —murmuró Taehyung, girándose hacia el otro lado y envolviéndose más en las sábanas.
Jimin soltó una risa suave.
—Vamos, Tae, ¿Quieres que te gane hasta levantándome más temprano?
Esa provocación funcionó. Taehyung gruñó, abrió un ojo lentamente y frunció el ceño al ver a Jimin ya despierto.
—No puedes dejarme ganar ni un momento, ¿Verdad? —bufó con voz ronca por el sueño.
—Ni lo sueñes —respondió Jimin con una sonrisa burlona mientras se levantaba de la cama.
Ambos terminaron de despertarse poco a poco. Jimin se dirigió al baño mientras Taehyung estiraba los brazos, soltando un bostezo exagerado.
—¡Quieres desayuno¡ —gritó Taehyung desde la habitación, poniéndose una sudadera y acomodándose el cabello alborotado.
—¡Claro! ¡Mientras no lo cocines tú! —respondió Jimin, asomando la cabeza desde el baño con una sonrisa divertida.
—¡Oye! —se quejó Taehyung—. Soy mejor cocinero de lo que crees.
—Por favor, tus "experimentos" en la cocina son peligrosos.
—Agradece que tienes un mejor amigo generoso que te da de comer —replicó Taehyung, cruzándose de brazos.
Poco después, ambos bajaron a la cocina. Taehyung preparó algo sencillo: tostadas con mantequilla y jugo de naranja, mientras Jimin se encargaba de cortar frutas. La escena era sencilla, pero llena de calidez y complicidad.
—¿Qué quieres hacer hoy? —preguntó Taehyung mientras se sentaban en la mesa.
—No lo sé... Tal vez podríamos ir al centro o al parque, hace tiempo que no caminamos por ahí —respondió Jimin mientras daba un mordisco a su tostada—. Necesito despejar mi cabeza un poco.
Taehyung lo miró con un toque de preocupación.
—¿Todavía piensas en lo de ayer? —preguntó con suavidad.
Jimin dejó el cubierto a un lado y asintió lentamente.
—Sí... No sé, Tae. Mi abuelo y mi papá tienen todas estas expectativas conmigo y no entienden que yo quiero ir a mi ritmo. Cada vez que me hablan sobre "ser el orgullo de la familia", siento que esperan algo que no soy.
Taehyung lo observó en silencio durante un momento, luego sonrió ligeramente.
—Sabes, Jimin, no tienes que cumplir con todo lo que te dicen. Eres tú mismo, y eso debería bastarles.
—Ojalá fuera tan fácil... —susurró Jimin, con un dejo de tristeza en la voz.
Taehyung estiró una mano y le dio una palmada amistosa en el brazo.
—Por ahora, tienes a tu mejor amigo aquí para distraerte. Vamos, terminemos de desayunar y salgamos. Hoy será un buen día, te lo prometo.
Jimin sonrió, sintiéndose un poco más aliviado. Tener a Taehyung a su lado hacía que las cosas se sintieran menos pesadas.
🐞
En la Mansión Jeon
Mientras tanto, en la mansión, Jungkook se encontraba en su estudio, con la mirada fija en un cuadro que colgaba de la pared. Las palabras de su padre aún retumbaban en su mente: "Recuerda tu pasado, Jungkook. No quiero que Jimin siga ese camino."
La mención de Yugyeom lo había dejado inquieto. Era un nombre que había tratado de borrar de su vida por años, pero su padre siempre encontraba la manera de traerlo de vuelta.
—No puedo dejar que esto se repita... —murmuró Jungkook para sí mismo.
Un suave golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos.
—Adelante —dijo con voz firme.
Eunji entró, mirándolo con cautela.
—¿Estás bien? Pareces distraído desde ayer.
Jungkook se masajeó las sienes antes de responder.
—Solo estoy pensando en Jimin... en lo que mi padre dijo. No quiero que le pase lo mismo que a mí, Eunji. No quiero que se sienta atrapado.
—Él no es tú, Jungkook —respondió Eunji suavemente—. Jimin encontrará su camino, y nosotros estaremos aquí para apoyarlo. No dejes que tu pasado nuble lo que él puede lograr.
Jungkook asintió lentamente, aunque la tensión en su rostro no desapareció por completo.
—Tienes razón... pero no puedo evitar preocuparme.
Eunji se acercó y colocó una mano sobre su hombro, dándole un apretón reconfortante.
—Confía en Jimin. Confía en que él sabrá lo que quiere.
Jungkook dejó escapar un suspiro pesado.
—Haré lo posible.
Eunji lo miró con una pequeña sonrisa antes de retirarse, dejando a Jungkook nuevamente solo en el estudio. Esta vez, en lugar de perderse en pensamientos oscuros, tomó su teléfono y envió un mensaje a Jimin: "Diviértete hoy. Nos vemos más tarde en casa."
Por ahora, era todo lo que podía hacer.
Jimin y Taehyung caminaban por el parque bajo el cielo despejado de la tarde, el sol proyectaba sombras suaves sobre el césped mientras charlaban y reían. Era un día tranquilo, sin la presión de las expectativas familiares ni las miradas inquisitivas de nadie.
—¿Sabes lo que más me gusta de estar contigo, Tae? —preguntó Jimin de repente, lanzando una piedra hacia el pequeño estanque.
—¿Mi increíble sentido del humor? —respondió Taehyung con una sonrisa juguetona, dándole un codazo.
Jimin rodó los ojos, pero no pudo evitar reírse.
—Es que contigo puedo ser yo mismo. No tengo que fingir nada. Ni ser "el nieto perfecto" ni "el hijo ideal". Solo Jimin.
Taehyung se detuvo un momento, observando la expresión sincera de su amigo. Luego sonrió y lo miró con ternura.
—Siempre serás suficiente, Jimin. Tal como eres.
Jimin desvió la mirada, sintiendo cómo un nudo se formaba en su garganta. Esas palabras significaban más de lo que Taehyung imaginaba.
—Gracias, Tae.
—Por eso estoy aquí, ¿no? Para recordarte lo increíble que eres.
Ambos siguieron caminando, hablando de cosas triviales: la universidad, los lugares que querían visitar y los planes para el fin de semana. El ambiente era ligero y lleno de complicidad, como si el tiempo se detuviera solo para ellos.
Cuando el sol comenzó a ocultarse y el frío se hizo más evidente, decidieron regresar a casa. Taehyung propuso que Jimin se quedara a dormir nuevamente.
—¿Seguro no molesto? —preguntó Jimin mientras subían las escaleras hacia la habitación de Taehyung.
—¿Molestar? Por favor, ¿acaso crees que soy alguien que duerme bien solo? —respondió Taehyung, abriendo la puerta—. Además, ya sabes dónde está todo. Si no te invito, mi cama estaría muy vacía y triste.
—Dramático como siempre —se burló Jimin, entrando y lanzando su mochila al suelo.
Taehyung encendió una lámpara junto a la cama, que iluminó la habitación con una luz cálida. Ambos se acomodaron en la cama después de cambiarse a ropa cómoda. Jimin se colocó al borde mientras Taehyung ocupaba el otro extremo, estirándose como un gato satisfecho.
—¿Sabes qué? —murmuró Jimin, mirando al techo—. A veces me gustaría que los días fueran siempre así. Simples y sin complicaciones.
—Pues hazlo posible —respondió Taehyung, girándose hacia él y apoyando su cabeza en una mano—. La vida no tiene por qué ser complicada si tú no quieres que lo sea.
—Dices eso como si fuera fácil.
—No lo es, pero tener a alguien que te apoye hace la diferencia. Yo estoy aquí para ti, Jimin, pase lo que pase.
Jimin se giró hacia él y le dedicó una sonrisa sincera.
—Tae... Eres el mejor amigo que alguien podría tener.
—Lo sé —respondió Taehyung con un guiño divertido antes de arrojarle una almohada.
—¡Oye! —exclamó Jimin, devolviéndole el golpe.
La habitación se llenó de risas y el sonido de almohadas golpeándose, hasta que finalmente el cansancio les ganó y ambos quedaron tendidos sobre la cama, respirando agitadamente.
—No me dejarás dormir, ¿verdad? —murmuró Taehyung, tapándose con la sábana.
—No prometo nada —respondió Jimin con una sonrisa traviesa, acomodándose al otro lado.
—Buenas noches, Jimin.
—Buenas noches, Tae.
El silencio se instaló en la habitación, y poco a poco, ambos cayeron en un sueño profundo, sintiéndose en paz y protegidos por la presencia del otro.
En la Mansión Jeon
Mientras tanto, Jungkook permanecía en el jardín, observando el cielo nocturno con una mirada perdida. La conversación con su padre aún lo rondaba, especialmente la mención de Yugyeom. Sentía que su pasado amenazaba con alcanzarlo, y no podía permitir que eso afectara a su hijo.
Eunji salió al jardín, acercándose con pasos suaves.
—¿Sigues aquí? —preguntó con voz tranquila.
—No podía dormir —respondió Jungkook sin apartar la mirada del cielo—. Estoy preocupado por Jimin.
Eunji se colocó a su lado, cruzando los brazos para protegerse del frío.
—Jimin es fuerte. Y tiene a alguien a su lado que lo ayuda más de lo que imaginas.
Jungkook la miró con curiosidad.
—¿Te refieres a Taehyung?
—Sí. Ese chico es un buen amigo para Jimin. Lo mantiene centrado, lo hace reír... A veces, es todo lo que alguien necesita.
Jungkook asintió lentamente.
—Solo quiero lo mejor para él.
—Y lo tendrá, Jungkook. Dale tiempo y confianza.
Eunji tomó su mano suavemente, y Jungkook sintió un pequeño consuelo en ese gesto. La noche continuó su curso mientras ambos permanecían en silencio, unidos por la misma preocupación y amor hacia su hijo.
En la casa de Taehyung
A la mañana siguiente, los primeros rayos del sol se filtraban por las cortinas de la habitación de Taehyung, iluminando suavemente las caras dormidas de los dos amigos. Jimin fue el primero en abrir los ojos, sintiendo la calidez del sol en su rostro. Se giró lentamente y vio a Taehyung aún profundamente dormido, su cabello despeinado y una mueca tranquila en sus labios.
—Siempre tan relajado, Tae —murmuró Jimin, sonriendo para sí mismo mientras se estiraba y trataba de no despertarlo.
Sin embargo, Taehyung era un sueño ligero cuando alguien se movía cerca, y pronto entreabrió un ojo.
—¿Qué haces viéndome dormir? —bromeó Taehyung con voz ronca por el sueño.
—Nada. Me aseguro de que aún respires —respondió Jimin con una sonrisa burlona, levantándose de la cama.
—Eres insoportable —murmuró Taehyung, escondiendo su rostro bajo la almohada—. Pero ya que estás despierto... ¿quieres desayuno?
—¿Tú harás el desayuno? —preguntó Jimin, alzando una ceja con incredulidad.
—No te emociones. Probablemente lo pediré —respondió Taehyung, riéndose mientras se incorporaba.
Ambos bajaron a la cocina después de ponerse algo más decente. Taehyung llamó al servicio de comida mientras Jimin preparaba dos tazas de café. La atmósfera era tranquila, como si el mundo entero estuviera aún dormido y solo ellos compartieran ese momento de paz.
—¿Tus padres no te han llamado todavía? —preguntó Taehyung mientras se acomodaba en la silla del comedor, removiendo el café con desgano.
—No. Probablemente mi padre esté ocupado con mi abuelo y mi mamá... bueno, ella siempre confía en que estoy bien cuando estoy contigo.
Taehyung sonrió ante el comentario.
—Tu madre me adora.
—Eres su hijo no oficial —bromeó Jimin, riendo antes de tomar un sorbo de café.
Taehyung iba a responder, pero el sonido del timbre lo interrumpió. Se levantó para abrir la puerta y recibió el desayuno que había ordenado.
—¡Ya era hora! —Taehyung dijo emocionado, llevando las bolsas a la mesa—. Jimin, prepárate para el festín.
—Dudo que lo que pediste sea un "festín" —respondió Jimin, levantándose para ayudar a organizar la comida.
La mañana avanzó entre risas, charlas sin sentido y bromas. Era un momento simple pero especial, uno que ambos atesoraban más de lo que estaban dispuestos a admitir.
En la Mansión Jeon
Jungkook estaba sentado en su despacho, una pila de documentos frente a él, aunque su mente estaba en otra parte. La conversación de la noche anterior con su padre seguía atormentándolo. Cada vez que pensaba en Yugyeom, sentía como si el pasado volviera a acecharlo, como una sombra imposible de ignorar.
—No puede volver a suceder... —susurró Jungkook, apretando el puente de su nariz con frustración.
En ese momento, Eunji entró con una bandeja de té y galletas. Al verla, Jungkook forzó una sonrisa.
—Gracias, Eunji.
—De nada. Pero no tienes buena cara, Jungkook. ¿Volviste a pensar en lo que te dijo tu padre? —preguntó ella con suavidad mientras se sentaba frente a él.
Jungkook asintió lentamente, apoyando sus codos en el escritorio.
—No quiero que Jimin pase por lo que yo pasé, Eunji. Mi padre... su obsesión con la perfección, con los "orgullos de la familia". No quiero que eso lo consuma.
Eunji suspiró, tomando su taza de té.
—Jimin no es tú, Jungkook. Él tiene su propio camino. Además, tiene a alguien como Taehyung a su lado, alguien que lo equilibra y lo hace feliz. Eso es lo que importa.
Jungkook permaneció en silencio por un momento, reflexionando sobre las palabras de Eunji.
—¿Crees que estoy exagerando?
—Solo creo que deberías confiar más en tu hijo —respondió ella con sinceridad—. Y quizás... dejar atrás lo que pasó con Yugyeom. No puedes seguir cargando eso.
—Es más fácil decirlo que hacerlo —murmuró Jungkook, la mirada perdida.
Eunji no insistió más y dejó que su esposo tuviera su espacio. Jungkook sabía que debía proteger a Jimin, pero también entendía que no podía controlar cada aspecto de su vida.
En casa de Taehyung
La tarde se había instalado cuando Jimin y Taehyung estaban tirados en el sofá viendo una película vieja que apenas captaba su atención.
—¿Sabes qué, Tae? —murmuró Jimin de repente.
—¿Qué?
—A veces pienso que sería más feliz si me escapara y viviera en una playa sin preocupaciones.
Taehyung sonrió.
—Si lo haces, prométeme que me llevarás contigo.
Jimin giró su cabeza para mirarlo, y por un segundo, el ambiente se volvió un poco más solemne.
—¿Por qué siempre estás ahí para mí, Tae?
Taehyung lo miró con seriedad.
—Porque eres mi persona favorita, Jimin.
Jimin sintió cómo su corazón se calmaba al escuchar esas palabras.
—Gracias, Taehyung.
—Siempre, amigo.
Y así, sin necesidad de más palabras, ambos continuaron viendo la película, con una tranquilidad que solo podían encontrar el uno junto al otro.
La tarde se desvaneció lentamente, y la luz dorada del atardecer se filtró por las ventanas de la sala mientras Jimin y Taehyung seguían relajados en el sofá, disfrutando de la comodidad de su amistad y la calma después de un día lleno de risas. Jimin miró su reloj y vio que ya era tarde.
—Tae, tengo que irme. —Jimin se levantó del sofá con una ligera sonrisa, pero Taehyung lo miró con una expresión de desánimo.
—¿Ya? Pensé que te quedarías un poco más.
—Sí, yo también. Pero al día siguiente hay clases y... —Jimin se encogió de hombros, levantándose y recogiendo su chaqueta del respaldo de la silla.
Taehyung suspiró, pero no insistió. Sabía que Jimin tenía responsabilidades y que no podía quedarse todo el tiempo que quisiera, a pesar de que disfrutaban tanto de la compañía del otro.
—Está bien, te voy a extrañar —dijo Taehyung, pero con una sonrisa juguetona.
—No seas dramático —respondió Jimin mientras se dirigía hacia la puerta.
—¿Dramático yo? ¡Nunca! —Taehyung levantó las manos en señal de inocencia, pero su risa dejó claro que estaba bromeando.
Jimin sonrió, y antes de salir, se giró hacia Taehyung con una mirada seria.
—Gracias por todo, Tae. De verdad. —Su voz sonó más sincera de lo que Taehyung esperaba.
—Lo sabes, Jimin. Siempre seré tu amigo, pase lo que pase —respondió Taehyung con una sonrisa cálida.
Jimin salió de la casa y subió al coche que lo esperaba frente a la puerta. La noche había caído y el aire se sentía fresco, indicativo de que el invierno se estaba acercando. Mientras el coche avanzaba hacia la mansión Jeon, Jimin no podía evitar pensar en la conversación que había tenido con Taehyung. En la manera en que su amigo siempre estaba allí, como un refugio.
En la Mansión Jeon
Jungkook estaba en el despacho, revisando unos documentos, cuando escuchó el sonido de las puertas principales abriéndose. Levantó la vista y vio a Jimin entrando, con una ligera sonrisa en el rostro pero claramente algo cansado.
—¿Ya de vuelta? —preguntó Jungkook, dejando los papeles a un lado.
—Sí. Taehyung me dejó ir temprano, ya sabes, clases mañana —respondió Jimin mientras se quitaba los zapatos y dejaba su chaqueta sobre el sillón.
—¿Todo bien? —preguntó Jungkook, observando a su hijo con una mirada que expresaba tanto preocupación como curiosidad.
—Sí, todo bien. Solo... quería pasar tiempo con Tae, sabes cómo es —respondió Jimin con una sonrisa más relajada, aunque sus ojos traían consigo una sombra de algo más profundo, algo que Jungkook no dejó pasar.
—Espero que no estés tomando demasiados riesgos, Jimin —Jungkook dijo de manera más seria, acercándose un poco más a su hijo.
Jimin lo miró con una ligera risa.
—¿De qué estás hablando, papá? —preguntó, desconcertado.
—Me preocupa que estés demasiado cerca de él, que te influencie —dijo Jungkook, intentando sonar casual, pero sus palabras cargaban algo más.
Jimin frunció el ceño. No entendía la preocupación de su padre, ni el por qué lo miraba como si estuviera a punto de cometer un error.
—Taehyung es solo mi amigo, papá. No hay nada más que eso. —Jimin intentó suavizar la conversación, aunque sentía que la situación se estaba tornando más incómoda de lo esperado.
Jungkook se detuvo por un momento antes de responder, sus ojos clavados en su hijo.
—Lo sé, pero... recuerda lo que te he enseñado sobre las relaciones, Jimin. Siempre hay que tener cuidado con las personas que se acercan demasiado.
Jimin suspiró, y decidió cambiar de tema para evitar que la conversación se volviera más tensa.
—Bueno, ya es tarde. Me voy a dormir, mañana me esperan las clases. Buenas noches, papá. —Jimin besó a su padre en la mejilla antes de desaparecer por el pasillo.
Jungkook lo miró alejarse, con una expresión que oscilaba entre la preocupación y el alivio. Sabía que estaba protegiendo a su hijo de las complicaciones de la vida, pero también entendía que no podía evitar que Jimin creciera y tomara sus propias decisiones.
En la habitación de Jimin
Al llegar a su habitación, Jimin se dejó caer sobre la cama, mirando al techo con los pensamientos revueltos. La relación con su padre siempre había sido algo complicada, especialmente ahora que se estaba haciendo mayor. Pero su amistad con Taehyung, esa era simple. Lo entendía, lo apoyaba sin cuestionamientos, y lo más importante: no le pedía que cambiara.
Sacó su celular para revisar los mensajes, y al ver uno de Taehyung, no pudo evitar sonreír.
"Que descanses, Jimin. Espero que mañana sea un buen día para ambos. Nos vemos pronto."
Jimin dejó el celular sobre la mesa de noche y apagó la luz, dejando que el sueño lo envolviera lentamente. A pesar de los pensamientos sobre su padre, sobre el futuro, y sobre lo que vendría con Taehyung, se sentía tranquilo. Al final del día, tenía lo que más importaba: a su mejor amigo a su lado, y la certeza de que siempre podría contar con él.
🐞
Al día siguiente
La mansión Jeon se despertó temprano. La luz de la mañana se filtraba por las cortinas mientras Jungkook y Jimin se preparaban para un nuevo día. Ambos estaban listos, vestidos con sus uniformes, y la casa se sentía tranquila, aunque la tensión del día anterior seguía flotando en el aire.
En el desayuno, Jungkook observó a su hijo, quien parecía distraído, mirando su celular.
—Jimin, ¿estás bien? —preguntó Jungkook mientras tomaba un sorbo de su café.
Jimin levantó la vista y asintió rápidamente.
—Sí, papá. Solo estaba revisando algunos mensajes de Tae. —Sonrió, aunque de una manera algo forzada.
Jungkook lo miró fijamente por un momento, como si intentara leer entre líneas, pero finalmente decidió no seguir presionando.
—Bueno, ya es hora de que nos vayamos. —Jungkook se levantó de la mesa, listo para irse.
Ambos salieron de la mansión hacia el coche que los esperaba en la entrada. En el camino, la conversación fue ligera, casi sin importar demasiado los silencios que se iban formando entre padre e hijo. Jungkook sabía que Jimin estaba creciendo, pero a veces sentía que había algo que no terminaba de entender.
En la escuela
La escuela estaba llena de estudiantes conversando y preparándose para comenzar otro día. Los pasillos resonaban con las risas y el bullicio de los jóvenes que se encontraban con sus amigos antes de entrar a clase.
Al llegar, Jungkook detuvo el coche frente a la entrada principal y se giró hacia su hijo.
—Te dejo aquí, Jimin. Ten cuidado durante el día, ¿sí? —Jungkook le dijo con una sonrisa suave.
Jimin asintió, ajustándose la mochila al hombro.
—No te preocupes, papá. Nos vemos luego. —Le dio un beso rápido en la mejilla antes de salir del coche.
Jungkook observó a su hijo entrar al edificio, viendo cómo se perdía entre la multitud de estudiantes. Suspió levemente, aún pensando en las palabras que habían quedado flotando en el aire la noche anterior, pero rápidamente se deshizo de esos pensamientos. Tenía trabajo que hacer.
En el interior de la escuela
Jimin caminó por los pasillos con su usual actitud relajada, pero su mente seguía ocupada con todo lo que había sucedido la noche anterior. No podía evitar pensar en la conversación con su padre y, por supuesto, en su mejor amigo Taehyung. Era extraño cómo algo tan simple como un día normal de clases podía traer consigo tanto ruido interno.
Al final del pasillo, encontró a Taehyung esperándolo frente a su casillero, como siempre.
—¡Tae! —Jimin llamó, sonriendo al ver a su amigo.
Taehyung levantó la mirada y le devolvió la sonrisa, dejando los libros que sostenía en su mano para darle un abrazo rápido.
—¡Jimin! ¿Cómo estás? ¿Todo bien después de anoche? —Taehyung preguntó con preocupación, notando que Jimin parecía un poco pensativo.
—Sí, todo bien. Solo... algunas cosas en mi cabeza —respondió Jimin, mirando alrededor para asegurarse de que no había más gente cerca.
—¿Quieren desayunar juntos? —sugirió Taehyung, bajando la voz un poco.
Jimin asintió con entusiasmo, aliviado de que su amigo pudiera distraerlo un poco de sus pensamientos.
—Claro, ¿dónde? —preguntó Jimin mientras comenzaban a caminar hacia la cafetería.
Taehyung lo miró con una sonrisa pícara.
—¿Sabes qué? Creo que hoy será un buen día para alguna aventura...
Jimin rió, sintiendo cómo la tensión que había estado acumulando se desvanecía, aunque solo fuera por un momento. Estaba agradecido por tener a Taehyung a su lado.
Mientras tanto, en la oficina de Jungkook
Jungkook caminaba por el pasillo de la escuela, dirigiéndose hacia su oficina, un pequeño pero privado espacio donde pasaba gran parte de su tiempo. La escuela era grande y muy prestigiosa, y aunque su hijo estaba rodeado de amigos y buenas influencias, Jungkook no podía evitar sentir que siempre tenía que estar pendiente de él.
Se sentó en su escritorio y comenzó a revisar algunos correos, pero su mente se mantenía dividida entre el trabajo y las preocupaciones que surgían a medida que pensaba en su hijo y en Taehyung. Lo que le había dicho la noche anterior no lo había dejado tranquilo.
¿Quién era realmente Taehyung para Jimin? ¿Y cómo debía sentirse Jungkook acerca de su vínculo con él?
Se obligó a centrarse en el trabajo, sabiendo que no podía hacer nada más por ahora. Sin embargo, algo en su interior seguía inquieto, esperando que todo se resolviera pronto.
El timbre sonó, anunciando el inicio del receso, y los estudiantes comenzaron a dispersarse por los pasillos, charlando animadamente, mientras algunos se dirigían a la cafetería y otros se reunían en pequeños grupos para pasar el rato en los jardines. La atmósfera se relajó de inmediato, y el bullicio llenó la escuela, aliviando la tensión del día.
Jungkook, que había estado en su oficina revisando algunos documentos, aprovechó el descanso para dirigirse al gimnasio, donde se iba a dar un anuncio importante. Los estudiantes ya se estaban reuniendo en las gradas, algunos emocionados y otros simplemente curiosos.
En el centro del gimnasio, una mesa con un micrófono estaba colocada frente a una pantalla gigante que anunciaba el evento que estaba por comenzar. Los estudiantes se acomodaron en sus lugares, con la expectativa de lo que estaba por venir.
Jungkook subió al escenario, ajustándose la chaqueta del uniforme de director. Miró a los estudiantes, todos callados y atentos. No era la primera vez que se realizaban juegos interclases, pero siempre había algo especial en la energía que se creaba en estos eventos.
—Buenas tardes, estudiantes —dijo Jungkook con su voz profunda y autoritaria, aunque había una calma en su tono que invitaba a la atención—. Como ya saben, nuestra escuela se prepara para los tradicionales juegos interclases, que son una oportunidad para demostrar el trabajo en equipo, la dedicación y, por supuesto, el espíritu de camaradería. Este año será aún más emocionante, y quiero que todos se den la oportunidad de participar.
Los estudiantes comenzaron a murmurar, algunos sonriendo, otros emocionados por el reto que se avecinaba.
—Este año hemos decidido hacer las competencias más variadas, con más deportes y pruebas en las que todos podrán demostrar sus habilidades. —Jungkook hizo una pausa, observando la multitud. Sus ojos se encontraron con los de su hijo, Jimin, que estaba sentado en una de las gradas, acompañado de Taehyung. Jimin sonrió ampliamente, mostrándose claramente entusiasmado—. Todos están invitados a participar, y espero ver un buen nivel de competencia, así como un ambiente de respeto y unidad.
Jungkook levantó una mano, señalando un gran cartel que colgaba del techo, el cual mostraba el calendario y las fechas de los juegos.
—Así que, sin más preámbulo, damos inicio oficial a los juegos interclases de este año. ¡Que comience la diversión!
Los estudiantes estallaron en vítores y aplausos, celebrando el inicio de la competencia. Jungkook se quedó unos segundos en el escenario, observando cómo la emoción crecía entre los jóvenes. Luego, con una ligera sonrisa, bajó del podio y se retiró, dejando que el ambiente festivo tomara el control.
Jimin observaba el escenario con entusiasmo, sus ojos brillando de emoción por lo que se avecinaba. Era uno de esos momentos en los que se sentía completamente libre de las presiones de su vida personal. Aquí, en la escuela, en medio de sus amigos, podía olvidarse de todo lo demás, aunque no fuera por mucho tiempo.
—¿Estás listo para participar? —le preguntó Taehyung con una sonrisa juguetona, sabiendo lo competitivo que podía ser Jimin.
—¡Claro que sí! —respondió Jimin, con una risa nerviosa. —Aunque no sé si mis habilidades en deportes sean suficientes para lo que se viene.
—Vamos, no te preocupes —le dijo Taehyung, dando un ligero codazo a su amigo—. Aquí lo importante es participar, disfrutar y, sobre todo, ganar. ¡Nosotros podemos!
Jimin asintió, tomando aliento. Mientras se preparaba para un día lleno de actividades, sentía una mezcla de emoción y nerviosismo. Los juegos interclases siempre eran una gran oportunidad para hacer nuevos amigos, reforzar viejas amistades y, claro, demostrar su talento.
Pero, mientras observaba a su alrededor, Jimin no podía dejar de pensar en las palabras de su padre. El hecho de que Jungkook estuviera tan pendiente de su relación con Taehyung lo inquietaba, pero sabía que no podía dejar que eso lo distrajera. Estaba allí para disfrutar el día y dar lo mejor de sí mismo.
Mientras tanto, en la oficina de Jungkook
Después de dar su discurso, Jungkook regresó a su oficina, donde se sentó para organizar los detalles del evento. Aunque el ambiente era más relajado ahora, no podía evitar sentir una ligera presión sobre sus hombros. Ser director de la escuela y, al mismo tiempo, padre de un estudiante, no siempre era fácil.
Mientras revisaba algunos papeles, una llamada entró en su teléfono. Era de su asistente, quien le informaba sobre algunos detalles adicionales del evento que aún necesitaban su aprobación.
Jungkook atendió la llamada, pero su mente estaba, por un momento, en otro lugar. Pensaba en cómo su hijo se estaba desenvolviendo en la escuela y, sobre todo, en su relación con Taehyung. Aunque intentaba no ser sobreprotector, había algo en su interior que no dejaba de preocuparse por esa amistad. ¿Era solo una amistad? ¿O había algo más que Jimin no le había contado?
Con un suspiro, Jungkook terminó la llamada y miró por la ventana de su oficina, observando el ajetreo de los estudiantes. A lo lejos, pudo ver a Jimin y Taehyung hablando y riendo, un cuadro que lo hizo sonreír, aunque una sombra de duda siguió rondando en su mente.
El ruido en el gimnasio se desvaneció lentamente mientras los estudiantes comenzaban a dirigirse a sus respectivas actividades, algunos al campo de fútbol, otros a las canchas de baloncesto, y algunos simplemente se reunían en grupos para hablar sobre las competencias que estaban por comenzar. El ambiente estaba cargado de emoción, como si todo el instituto estuviera unido por un solo propósito: ganar.
Jungkook, de pie en la entrada del gimnasio, observaba cómo los estudiantes se dispersaban, su mente aún con la preocupación de que el ambiente de competencia pudiera traer más de un inconveniente. Sabía que como director, su rol no solo era supervisar los juegos, sino también garantizar que todo fuera llevado a cabo de manera justa y ordenada. A pesar de todo, una parte de él se sentía satisfecho de ver a los jóvenes tan entusiastas.
Unos minutos después, en el pasillo, Jimin y Taehyung caminaban juntos hacia el campo de deportes. Taehyung estaba de buen ánimo, bromeando sobre las futuras victorias que planeaba conseguir en los juegos, mientras Jimin lo seguía con una sonrisa tímida. A pesar de su habitual confianza, Jimin sentía los nervios crecer en su interior. Este era un nuevo reto, uno que no quería tomar a la ligera.
—¿Estás seguro de que vas a ir a jugar al fútbol? —preguntó Taehyung, notando la expresión vacilante de Jimin.
—Lo intentaré, pero no prometo nada —respondió Jimin, bromeando, aunque su mirada denotaba cierta preocupación. En el fondo, sabía que su padre esperaba mucho de él, y no quería fallarle.
—No te preocupes, solo diviértete —dijo Taehyung, dándole una palmada en la espalda. —Eso es lo que importa. Vamos, tú y yo podemos ganar.
Jimin rió ante la afirmación de su amigo, sintiendo que la presión comenzaba a desvanecerse, pero solo un poco. Mientras caminaban hacia el campo, se dio cuenta de que, en realidad, lo que más le importaba en ese momento no era ganar, sino estar junto a sus amigos y disfrutar el tiempo que pasaban juntos. Tal vez eso era lo que realmente importaba.
En la oficina de Jungkook
Jungkook volvió a sentarse en su escritorio, aún pensativo. La llamada de su asistente había sido rápida, pero le dejó una sensación de inquietud. A pesar de que los juegos interclases eran algo positivo para la escuela, las competiciones siempre traían consigo conflictos que debían resolverse. Pensó por un momento en la situación con Jimin y Taehyung, tratando de poner todo en perspectiva. A veces, su papel como padre y director se mezclaba, y eso complicaba las cosas.
—¿Todo bien, señor? —preguntó un miembro de su equipo, asomándose a la puerta.
Jungkook levantó la vista, tomando una respiración profunda.
—Sí, todo en orden. Solo pensaba en algunas cosas —respondió sin dar más detalles. No quería seguir profundizando en sus preocupaciones sobre Jimin. Sabía que era un buen chico y que se estaba haciendo un lugar en el mundo, pero aún no podía evitar sentirse protector.
—Si necesita algo, no dude en avisarnos —dijo el asistente, antes de salir de la oficina.
Jungkook miró nuevamente por la ventana, viendo a los estudiantes en el campo, algunos ya organizándose para las actividades. Su mirada se suavizó un poco al ver a Jimin correr con Taehyung. Aunque los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos, Jungkook sabía que lo más importante era que Jimin fuera feliz, sin importar las expectativas familiares.
En el campo de deportes
El sol comenzaba a bajar, pero el calor aún era fuerte cuando los estudiantes se agruparon para los juegos. El campo de fútbol estaba lleno de estudiantes que se preparaban para el primer partido de la jornada. Jimin se encontraba con Taehyung y algunos otros amigos de la escuela, todos listos para comenzar.
—¡Vamos! —gritó Taehyung, motivando a su equipo mientras los demás se alistaban para comenzar el partido.
Jimin se puso su camiseta, su rostro lleno de concentración, pero también de una ligera sonrisa. Sabía que este era el tipo de momento que le permitiría desconectar un poco de las preocupaciones que a menudo tenía sobre su futuro y la presión de ser hijo de Jungkook.
El árbitro dio la señal de inicio, y el partido comenzó. Jimin se movía con agilidad por el campo, disfrutando de la competencia, mientras Taehyung corría a su lado, pasándose el balón y lanzando bromas de vez en cuando para aligerar el ambiente. La camaradería entre los dos era evidente, pero también lo era la competitividad.
Aunque Jimin había jugado al fútbol en varias ocasiones, nunca se había tomado tan en serio un partido, especialmente porque los juegos interclases implicaban una mayor presión. Sin embargo, con Taehyung a su lado, se sintió más relajado y capaz de disfrutar el momento.
En la oficina de Jungkook
Jungkook, sentado en su escritorio, observaba el reloj. Sabía que el partido ya había comenzado y que debía encargarse de algunos informes. A pesar de su rol como director, sus pensamientos seguían en su hijo. No podía evitar preguntarse cómo se sentiría Jimin en medio de todo eso, y si de alguna forma estaba cambiando con el paso del tiempo.
Su celular vibró sobre el escritorio, y cuando lo miró, vio que era un mensaje de su esposa, Eunji.
Eunji: ¿Cómo va todo? ¿Jimin está bien?
Jungkook sonrió ligeramente ante la pregunta, respondiendo rápidamente.
Jungkook: Está bien. Disfrutando el partido.
Al mirar la pantalla del teléfono, Jungkook sintió una punzada en el corazón. No era que no confiara en su hijo, pero una pequeña parte de él aún sentía esa necesidad de protegerlo de todo, especialmente de las complicaciones que surgían a su alrededor. Se recostó en su silla, tomando un respiro profundo, decidido a dejar de lado esas preocupaciones por el momento.
El partido de fútbol continuaba en el campo, y la tensión aumentaba conforme los estudiantes se esforzaban al máximo. Jimin, con su corazón acelerado y la adrenalina corriendo por sus venas, sentía que la competencia comenzaba a intensificarse.
Aunque Taehyung lo mantenía motivado, Jimin no podía evitar preguntarse si realmente estaba a la altura de las expectativas de su padre. Sabía que Jungkook no era alguien que expresara abiertamente sus emociones, pero sus expectativas siempre eran altas, y eso lo presionaba aún más.
—¡Vamos, Jimin! —gritó Taehyung mientras pasaba el balón hacia él, sacándolo de sus pensamientos.
Jimin rápidamente lo controló y avanzó hacia la portería contraria.
El partido estaba en su punto más álgido, con los dos equipos luchando por el dominio del balón. Mientras Jimin corría por el campo, sus pensamientos seguían siendo un torbellino. Sabía que tenía que demostrarle a su padre que podía ser tan competitivo como cualquier otro, pero también sentía que no quería que su identidad estuviera definida solo por las expectativas de los demás.
La pelota llegó a sus pies una vez más, y Jimin, con la confianza de Taehyung en él, decidió que este sería su momento para brillar. Con un giro rápido, evadió a un rival y disparó al gol, con la esperanza de que la pelota encontrara su destino en la red. Con un fuerte golpe, el balón cruzó la línea y el equipo de Jimin estalló en vítores. Taehyung fue el primero en abrazarlo, gritando su nombre con entusiasmo.
—¡Lo lograste, Jimin! ¡Ese fue un golazo! —Taehyung lo levantó del suelo en un abrazo.
Jimin sonrió ampliamente, sintiendo una mezcla de alivio y orgullo. A pesar de todas sus dudas, había logrado algo que lo hizo sentir bien consigo mismo. No se trataba solo de ganar el partido, sino de superar su propia inseguridad y el peso de las expectativas.
En la oficina de Jungkook
Jungkook observaba el partido desde su oficina a través de las ventanas del edificio. Desde allí, podía ver a su hijo corriendo con determinación, y por un momento, su corazón se relajó. No importaba el resultado final del partido, lo que realmente le importaba era que Jimin estuviera disfrutando, divirtiéndose y aprendiendo a ser parte de un equipo. Eso era lo que más valoraba como padre.
Un momento después, uno de los profesores pasó por la oficina y se detuvo a saludarlo.
—¿Cómo va todo, Jungkook? —preguntó el hombre, con una sonrisa amigable.
—Todo tranquilo. Solo supervisando los juegos —respondió Jungkook, sin dejar de mirar el campo.
—¡Vaya! Veo que tu hijo está jugando muy bien hoy —comentó el profesor, señalando a Jimin.
Jungkook asintió, sintiendo una pequeña ola de orgullo recorrer su pecho.
—Sí, está dando lo mejor de sí mismo —respondió con una sonrisa.
El profesor asintió con aprobación y, después de un breve intercambio de palabras, se fue, dejando a Jungkook reflexionando sobre las decisiones que tomaba para guiar a su hijo. Aunque siempre había intentado dar lo mejor de sí en su trabajo, a veces sentía que no tenía todo el control sobre cómo Jimin se desarrollaba.
En el campo de fútbol
El pitido del árbitro interrumpió el bullicio del campo, anunciando que el partido había terminado. El equipo de Jimin había ganado por un gol de diferencia, y la victoria fue celebrada con vítores y gritos de emoción. Jimin se acercó a Taehyung, que lo esperaba con una amplia sonrisa.
—¡Lo logramos, amigo! —dijo Taehyung, dándole una palmada en la espalda.
—Sí, pero fue más difícil de lo que pensaba —respondió Jimin, aún sintiendo la emoción en su pecho.
Mientras los demás compañeros se dispersaban para felicitarse entre ellos, Jimin y Taehyung se alejaron un poco, buscando un lugar tranquilo para hablar.
—Oye, ¿te sientes bien? —preguntó Taehyung, notando que Jimin parecía algo pensativo.
Jimin lo miró con una ligera sonrisa, aunque su mirada estaba lejos, como si estuviera procesando algo más profundo.
—Sí, solo... siento que me exigen mucho, ¿Sabes? No quiero defraudar a mi papá, pero a veces parece que no puedo hacer nada bien.
Taehyung frunció el ceño, preocupado por las palabras de su amigo.
—Jimin, eres increíble, ¿Entiendes? No tienes que ser perfecto para que te quieran. Tu papá está orgulloso de ti, solo que a veces no lo demuestra. Pero eso no significa que no lo sienta. Todos tenemos nuestras inseguridades.
Jimin miró a su amigo, apreciando su apoyo. Era cierto que, a pesar de todo lo que había logrado, sentía una constante presión por cumplir con las expectativas que su padre tenía sobre él. Pero al mismo tiempo, sabía que Taehyung siempre lo apoyaría, sin importar lo que pasara.
—Gracias, Tae —respondió Jimin, sintiendo que su carga, aunque ligera, se había aligerado un poco.
En la mansión Jeon
Al llegar la tarde, la mansión estaba tranquila, y todos se habían reunido para cenar. Jungkook, que había estado supervisando todo el día en la escuela, llegó a casa y encontró a su familia ya sentada en la mesa. Eunji, con su usual sonrisa cálida, le hizo un gesto para que se uniera a ellos.
Jungkook se sentó junto a Jimin, quien parecía relajado después del día. La comida comenzó a fluir en silencio, con cada miembro de la familia disfrutando de su cena, pero la atmósfera estaba impregnada de una sensación de incomodidad que Jungkook no podía evitar.
—¿Cómo fue todo en la escuela? —preguntó Eunji, mirando a su hijo.
Jimin, con una sonrisa más genuina que antes, respondió.
—Fue genial, mamá. El equipo ganó, y pasé un buen rato con mis amigos.
Jungkook observó a su hijo, notando cómo se había relajado después del partido. Algo en él se sintió orgulloso, aunque la preocupación interna seguía presente. Como siempre, su rol como padre era equilibrar el amor y el control, pero ver a Jimin disfrutar de esos momentos lo reconfortaba.
La cena continuó en un tono más tranquilo, con cada uno de ellos disfrutando del momento, aunque los pensamientos de Jungkook seguían preocupándose por el futuro de su hijo y cómo podía ayudarlo a enfrentar lo que venía. Pero por ahora, se contentaba con ver la sonrisa en el rostro de Jimin, sabiendo que eso era lo que realmente importaba.
🐾
Al día siguiente
El gimnasio de la escuela estaba lleno de estudiantes que disfrutaban de su hora libre. El sonido del balón rebotando en el suelo y las conversaciones animadas llenaban el aire. Jungkook había terminado su reunión y decidió pasar por allí para ver cómo estaba su hijo. Cuando llegó, vio a Jimin jugando al baloncesto con algunos de sus amigos.
Sin embargo, sus ojos se posaron rápidamente en Taehyung, quien estaba de pie al borde de la cancha, mirando a Jimin con una ligera sonrisa en el rostro. La manera en que Taehyung lo miraba, como si estuviera más interesado en él que en el juego, hizo que un escalofrío recorriera la columna de Jungkook. Algo dentro de él se tensó.
Sin pensarlo dos veces, se acercó rápidamente hacia Taehyung y, con un gesto firme, lo tomó del brazo, arrastrándolo hacia el pasillo. Taehyung, confundido y sorprendido por la repentina acción de Jungkook, intentó soltarse, pero su fuerza era demasiado para él.
—¿Qué... qué haces? —preguntó Taehyung, luchando por liberarse.
Jungkook no dijo nada, solo lo arrastró hacia su oficina, donde había asegurado la puerta con un firme giro de la llave. La tensión en el aire era palpable. Jungkook había estado pensando mucho en lo que su padre le había dicho el día anterior, sobre la importancia de mantener a su familia a salvo, y sobre cómo su hijo debía ser "el orgullo de la familia". Todo eso lo presionaba más de lo que quería admitir, pero ahora, frente a Taehyung, la realidad de sus emociones se desbordaba.
—¿Qué está pasando, director? —Taehyung intentó hablar, pero la mirada de Jungkook era tan intensa que casi lo paralizaba.
Sin decir una palabra más, Jungkook lo empujó suavemente contra la pared de su oficina, sus cuerpos tan cerca que podía sentir el calor de Taehyung. El suspiro de Taehyung, bajo y entrecortado, hizo que la respiración de Jungkook se volviera irregular. Hubo una tensión inconfundible en el aire, y antes de que Taehyung pudiera reaccionar, Jungkook lo besó con fuerza.
El beso fue como una explosión, lleno de emociones reprimidas, de lo que nunca se había dicho y lo que ninguno de los dos había permitido sentir. Taehyung, inicialmente sorprendido, respondió al beso, dejando que la intensidad de la situación lo arrastrara. Era como si todo lo que había estado oculto, todo lo que ambos habían querido, saliera a la superficie en ese instante.
Pero, en cuanto Jungkook se separó, un destello de lo que había sucedido entre ellos y las palabras de su padre invadieron su mente. Su cuerpo tembló ligeramente, y una ola de culpabilidad lo arrasó.
"No repitas los mismos errores otra vez Jeon," las palabras de su padre resonaban en su cabeza, como un eco que no podía silenciar. Su respiración se aceleró, y un sentimiento de pavor lo invadió.
—No... no debería haber hecho esto —murmuró Jungkook, su voz temblorosa.
Taehyung, aún con la sensación del beso en sus labios, miró a Jungkook con una mezcla de confusión y deseo. No entendía lo que estaba pasando, pero podía ver el cambio en el rostro de Jungkook, como si algo lo estuviera destruyendo por dentro.
—¿Qué... qué te pasa? —preguntó Taehyung, acercándose un poco, pero sin llegar a tocarlo.
Jungkook se alejó rápidamente, corriendo una mano por su rostro, como si intentara borrar lo que había hecho.
—No puedo... No puedo hacer esto. No puedo. —La desesperación en su voz era clara, y sus palabras salían entrecortadas. Era como si el peso de lo que su padre le había dicho lo estuviera aplastando.
Taehyung lo miraba, sin saber qué hacer. Las palabras de Jungkook eran un caos, pero lo que Taehyung no entendía era por qué ahora, después de lo que había pasado entre ellos, Jungkook lo rechazaba.
—¿Por qué? —preguntó Taehyung, su voz suave pero cargada de emoción. Esta empezando a entender que había algo más detrás de todo esto.
Jungkook no pudo mirarlo. Su rostro se tensó mientras su mente luchaba entre lo que quería y lo que debía hacer, lo que su familia esperaba de él. Y en ese momento, el miedo a la decepción, a ser descubierto, a arruinarlo todo, lo dominó.
Sin pensar, y antes de que Taehyung pudiera hacer algo, Jungkook lo empujó hacia atrás, alejándose de él rápidamente, como si el contacto con Taehyung lo estuviera quemando. La culpabilidad era tan fuerte que se sentía incapaz de mirarlo a los ojos.
—Lo siento, Taehyung. Lo siento —dijo, su voz quebrada.
Y sin decir una palabra más, Jungkook abrió la puerta y salió de la oficina, dejando a Taehyung parado allí, sintiendo la distancia que había creado entre ellos. Sin entender por completo lo que acababa de suceder, Taehyung se quedó en la oficina, solo, con el eco del beso resonando en su mente.
Taehyung salió rápidamente de la oficina, su corazón aún acelerado por lo que acababa de suceder. No podía procesarlo todo. El beso, la confusión de Jungkook, y esas palabras que aún retumbaban en su cabeza. Sentía que algo había cambiado, pero no sabía exactamente qué.
Caminó por el pasillo con rapidez, buscando a Jungkook, con la esperanza de poder hablar con él, de entender qué había pasado, qué había cambiado en su comportamiento. Pero, justo cuando llegó a la entrada, casi chocó con alguien.
—¡Taehyung! —La voz de Jimin lo llamó, y antes de que pudiera reaccionar, su mejor amigo lo abrazó con fuerza, envolviendo sus brazos alrededor de su torso.
Taehyung se quedó quieto, sorprendido por el abrazo repentino de Jimin. Al principio, no sabía cómo reaccionar, pero la cercanía de Jimin lo hizo sentir un poco más tranquilo, como si la tormenta que sentía en su pecho se calmara, aunque solo fuera por un momento.
—¿Qué pasa? —Jimin levantó la cabeza para mirarlo, sus ojos brillando con una mezcla de preocupación y curiosidad. —¿Por qué pareces tan... distante?
Taehyung trató de sonreír, pero la sensación de desconcierto seguía allí, pesando sobre él como una sombra.
— Nada, Jimin. Solo... solo estoy tratando de entender algunas cosas —dijo, buscando una forma de calmarse y de no preocupar a su amigo.
Jimin frunció el ceño, sin estar convencido.
— ¿De qué hablas? ¿Estás bien? Pareces... diferente desde hace un rato.
Taehyung suspiró y abrazó a Jimin de vuelta, sintiendo el calor de su amistad en ese gesto simple. La verdad es que no quería preocuparse más de lo necesario, pero algo dentro de él le decía que necesitaba hablar, aunque fuera un poco.
—Es complicado... —murmuró Taehyung, mirando hacia el suelo. —Creo que me siento un poco perdido.
Jimin, sin soltarlo, se alejó ligeramente para mirar a Taehyung con más atención.
— Lo sé. No me gustan las complicaciones, pero si necesitas hablar... ya sabes que siempre estaré aquí, ¿Verdad? —dijo en un tono suave, con una sinceridad que solo los mejores amigos podían ofrecer.
Taehyung asintió lentamente, sintiendo la calidez de sus palabras. No estaba seguro de si podía hablar de lo que realmente le preocupaba, de la tensión que había sentido con Jungkook, o de todo lo que estaba pasando en su cabeza. Pero por alguna razón, sentir la cercanía de Jimin lo hacía sentir más seguro, al menos por un momento.
—Gracias, Jimin. Realmente lo aprecio —respondió, aunque su mente seguía en otro lugar, luchando contra la tormenta emocional que había dejado el encuentro con Jungkook.
Jimin sonrió de nuevo, sin saber completamente qué pasaba, pero confiando en que Taehyung pronto se abriría.
— Lo que sea, Taehyung. Sabes que siempre te escucharé.
Sin embargo, antes de que pudieran seguir conversando, ambos escucharon unos pasos acercándose. Taehyung levantó la cabeza rápidamente, reconociendo a Jungkook a lo lejos, caminando por el pasillo. Parecía estar en sus pensamientos, pero al ver a Taehyung y Jimin, su expresión se endureció.
—Papá, ¿dónde estabas? —preguntó Jimin, pero la tensión entre los tres era palpable.
Jungkook se detuvo unos pasos antes de llegar a ellos, y por un momento, el aire entre los tres se volvió denso. La mirada de Jungkook se posó brevemente en Taehyung, pero evitó mantener el contacto visual por mucho tiempo.
—Estaba... ocupado —respondió Jungkook, con una sonrisa forzada, claramente incómodo por la situación.
Taehyung intentó mantener su compostura, aunque no podía evitar sentir que algo estaba mal, que había una distancia extraña entre él y Jungkook ahora.
—Bueno, nosotros estábamos hablando —dijo Jimin, aparentemente sin notar el cambio en la atmósfera.
Jungkook asintió, pero el gesto no llegó a sus ojos. No fue el cálido recibimiento que normalmente habría tenido para su hijo y su amigo.
—Bien, bueno... es hora de que todos se vayan a clase —dijo, con tono firme, como si quisiera cortar la conversación. —Nos vemos en un rato.
Taehyung se quedó mirando a Jungkook, intentando descifrar lo que estaba pasando por su mente. Pero no había tiempo para eso ahora. Jimin, al notar el silencio incómodo, se despidió rápidamente y corrió hacia su salón de clases.
Jungkook observó cómo su hijo se alejaba, y al girar nuevamente hacia Taehyung, un breve suspiro escapó de sus labios. La situación seguía sin resolverse, y todo lo que había ocurrido antes seguía pesando sobre él.
—Nos vemos —dijo Jungkook, esta vez con una leve inclinación de cabeza, antes de caminar en dirección opuesta.
Taehyung lo observó irse, sin saber si debía seguirlo o quedarse allí. Algo le decía que había más de lo que Jungkook mostraba, y eso lo inquietaba. Sin embargo, no podía forzar nada. Había demasiados sentimientos complicados entre ellos, y las palabras no eran suficientes para explicar todo lo que había sucedido.
Al final, Taehyung solo se quedó allí, observando cómo el hombre que una vez había sido tan cercano se alejaba, sin poder encontrar las respuestas que tanto necesitaba.
Esa noche, Taehyung se encontraba en su habitación. La luna iluminaba tenuemente el espacio a través de las cortinas entreabiertas, pero no era suficiente para disipar la oscuridad en su mente. Estaba acostado en su cama, con la mirada fija en el techo, completamente inmóvil. Su cabeza era un torbellino de pensamientos, y en el centro de todos ellos estaba Jungkook.
El beso seguía en su memoria, grabado como un fuego que se negaba a extinguirse. Taehyung cerró los ojos, intentando apartar la sensación de los labios de Jungkook contra los suyos, el calor de sus manos, la intensidad del momento. Pero era imposible. Cada vez que intentaba distraerse, las imágenes volvían con más fuerza.
"¿Por qué lo hizo?" se preguntó en silencio. "¿Por qué me besó... y luego me lastimó?"
Finalmente, sus pensamientos lo agotaron. Poco a poco, el sueño comenzó a vencerlo, arrastrándolo a un mundo donde sus emociones tomaban forma.
En su sueño, Taehyung se encontraba en un lugar desconocido. Era una suite de hotel, amplia y lujosa, decorada con tonos cálidos y acogedores. La cama, enorme y perfectamente hecha, ocupaba el centro de la habitación, mientras las cortinas ondeaban suavemente con el viento que entraba por un balcón abierto.
De pie frente a la ventana, estaba Jungkook. Vestía una camisa blanca ligeramente desabotonada, y sus ojos oscuros estaban fijos en la vista nocturna de una ciudad iluminada. Taehyung lo miraba desde la cama, su corazón latiendo con fuerza incluso en el sueño.
—Jungkook... —su voz sonó suave, como si temiera romper el momento.
El director se giró lentamente hacia él, su expresión seria pero con una intensidad en los ojos que Taehyung no podía ignorar. Jungkook se acercó, cada paso llenando el espacio entre ellos con una tensión palpable. Cuando llegó a su lado, extendió una mano para acariciar suavemente su mejilla.
—Taehyung —murmuró Jungkook, su voz grave y cargada de emoción. —No puedo seguir fingiendo.
Antes de que Taehyung pudiera responder, Jungkook se inclinó y lo besó. Este beso era diferente, no había confusión ni dudas, solo pasión. Los labios de Jungkook eran firmes y seguros, y Taehyung se perdió en la sensación, devolviéndole el beso con la misma intensidad.
El mundo a su alrededor pareció desvanecerse. Solo existían ellos dos, juntos en ese momento. Jungkook lo abrazó, atrayéndolo más cerca, mientras lo guiaba lentamente hacia la cama. Sus caricias eran cálidas y llenas de deseo, como si quisiera grabar cada detalle de Taehyung en su memoria.
Taehyung no pudo evitar sentirse vulnerable, pero a la vez deseado. Las manos de Jungkook recorrían su cuerpo con cuidado, como si temiera romperlo, y sus besos se volvían más profundos, más intensos. La habitación se llenaba de sus suspiros entrecortados y del sonido de sus corazones latiendo al unísono.
Era un momento perfecto, lleno de amor y deseo, algo que Taehyung había anhelado, pero nunca imaginó tener con Jungkook.
De repente, Taehyung despertó. Su respiración estaba acelerada, y su cuerpo entero estaba caliente. Miró alrededor, dándose cuenta de que estaba en su habitación, bajo la luz pálida de la luna. El sueño había sido tan vívido, tan real, que por un momento pensó que Jungkook estaba realmente con él.
Llevó una mano a sus labios, que aún parecían sentir el calor de los de Jungkook. Su mente estaba nublada, llena de confusión y anhelo.
—¿Qué me está pasando? —susurró al vacío, su voz apenas audible.
El sueño solo había hecho más fuerte el caos en su corazón. Ahora, más que nunca, sabía que Jungkook no era solo el director de la escuela o el padre de su mejor amigo. Era alguien que despertaba algo profundo en él, algo que lo asustaba pero que no podía ignorar.
Mientras Taehyung luchaba con el eco de sus sentimientos, en otro rincón de la ciudad, Jungkook se encontraba sumido en un sueño igualmente inquietante.
En su mente, se veía a sí mismo en una sala llena de espejos. Las luces eran cálidas, pero el ambiente se sentía opresivo. En cada reflejo, podía ver su propio rostro, y en todos, junto a él, estaba Taehyung. Su presencia lo envolvía, tan cerca y, al mismo tiempo, inalcanzable.
Jungkook dio un paso hacia uno de los espejos y, en el reflejo, vio a Taehyung sonriéndole con dulzura. Llevaba un traje blanco, impecable, y sus ojos brillaban como estrellas. Jungkook alzó una mano, intentando tocar esa imagen perfecta, pero el cristal estaba frío y sólido, como una barrera impenetrable.
—Taehyung... —susurró, su voz cargada de anhelo.
El Taehyung en el reflejo no respondió, pero su sonrisa se desvaneció lentamente, y en su lugar apareció una expresión de tristeza. Jungkook sintió un peso en el pecho, como si algo dentro de él estuviera quebrándose.
De repente, el escenario cambió. Ahora estaban en una habitación desconocida, con paredes de tonos cálidos y una cama grande en el centro. Taehyung estaba de pie frente a él, vistiendo una camisa holgada que dejaba entrever su piel. La habitación estaba impregnada de una atmósfera íntima, casi eléctrica.
Jungkook no pudo evitar acercarse a él. Había algo en los ojos de Taehyung que lo atraía, algo que no podía ignorar. Cuando finalmente estuvieron a solo unos centímetros de distancia, Jungkook levantó una mano para acariciar el rostro de Taehyung.
—Eres mi debilidad —confesó en un susurro, con una mezcla de vulnerabilidad y pasión.
Taehyung no dijo nada, pero sus ojos hablaron por él. Jungkook lo sostuvo por la cintura y lo acercó, eliminando la distancia entre ellos. Sus labios se encontraron en un beso cargado de emociones, un beso que parecía mezclar deseo, arrepentimiento y algo más profundo, algo que Jungkook no quería nombrar.
En el sueño, todo era perfecto. Taehyung lo mira con devoción, y Jungkook podía olvidarse del mundo exterior, de las expectativas, de las palabras de su padre que aún resonaban en su mente. Podía olvidarse de todo, excepto de cómo se sentía tener a Taehyung en sus brazos.
Pero esa perfección se desmoronó rápidamente. Las palabras de su padre volvieron a resonar en su mente, como un eco que no podía acallar:
"No olvides lo que pasó con Yugyeom."
Jungkook se apartó de Taehyung bruscamente, como si el contacto lo quemara. El rostro de Taehyung mostró confusión y dolor, y Jungkook sintió un vacío que no podía explicar. Dio un paso atrás, pero antes de que pudiera decir algo, la habitación se desvaneció.
Jungkook se despertó sobresaltado, su respiración acelerada y su cuerpo cubierto de sudor frío. Se sentó en la cama, pasando una mano por su rostro mientras intentaba calmarse. Su corazón latía con fuerza, como si aún estuviera en ese sueño, atrapado en las emociones que no podía expresar.
Miró a su alrededor, dándose cuenta de que esta en su habitación. La quietud de la noche lo envolvía, pero en su mente, todo seguía siendo un caos.
—¿Qué estás haciendo conmigo, Taehyung? —murmuró para sí mismo, con la voz cargada de frustración y deseo reprimido.
Intentó volver a dormir, pero sabía que el sueño no sería su refugio esta noche. Cada vez que cerraba los ojos, veía a Taehyung, y con él, la culpa y el miedo que lo perseguían como una sombra.
🐥
Al día siguiente
La atmósfera en la escuela estaba cargada de una tensión palpable entre Jungkook y Taehyung. Aunque ninguno de los dos mencionó lo sucedido la noche anterior, sus miradas furtivas hablaban de la tormenta emocional que compartían. Ambos hacían un esfuerzo consciente por evitarse. Taehyung se enfocó en sus clases, mientras que Jungkook intentaba disimular su inquietud, sumergiéndose en reuniones y papeleo.
Sin embargo, la inevitable conexión entre ellos no podía ser ignorada. Durante el almuerzo, mientras Taehyung estaba en la cafetería con Jimin, un miembro del personal administrativo llegó con un mensaje.
—El director Jeon quiere verte en su oficina, Taehyung —informó, entregándole una nota.
El corazón de Taehyung se aceleró al leer esas palabras. Con una excusa apresurada, dejó a Jimin y se dirigió hacia la oficina de Jungkook. Su mente estaba inundada de pensamientos contradictorios: curiosidad, nerviosismo y un rastro de anhelo que no podía reprimir.
Cuando llegó, golpeó suavemente la puerta.
—Adelante —se escuchó la voz profunda de Jungkook desde el interior.
Taehyung abrió la puerta y entró lentamente, cerrándola detrás de él. Jungkook estaba de pie junto a su escritorio, con las manos en los bolsillos y una expresión seria, pero sus ojos traicionaban el conflicto interno que sentía.
—¿Quería verme, señor? —preguntó Taehyung, manteniendo un tono profesional, aunque su voz temblaba ligeramente.
Jungkook lo miró en silencio durante unos segundos que parecieron eternos. Luego se acercó, cerrando la distancia entre ellos.
—Sí, quería verte —dijo finalmente, su voz baja y cargada de emoción.
El silencio en la habitación se volvió insoportable. Antes de que Taehyung pudiera reaccionar, Jungkook lo tomó suavemente por el rostro, inclinándose hacia él.
—Esto es una locura... —murmuró Jungkook, justo antes de que sus labios se encontraran con los de Taehyung.
El beso fue intenso, lleno de la pasión contenida y las emociones que habían estado reprimiendo. Taehyung, sorprendido al principio, no pudo evitar corresponder. Sus manos se aferraron al saco de Jungkook, buscando un anclaje en medio del torbellino de sensaciones.
Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad. Jungkook dio un paso atrás, pasando una mano por su cabello, visiblemente agitado.
—Esto no debería estar pasando —dijo Jungkook, aunque su voz carecía de convicción.
—Entonces, ¿Por qué lo hace? —preguntó Taehyung, su mirada fija en él, buscando respuestas.
Jungkook no respondió de inmediato. En su lugar, se acercó de nuevo, esta vez con más calma, y susurró:
—Porque no puedo evitarlo.
Taehyung cerró los ojos, sintiendo el peso de las palabras de Jungkook. Ambos sabían que lo que estaban haciendo era peligroso, que podría tener consecuencias, pero en ese momento, nada más parecía importar.
La tensión entre ellos se mantuvo latente mientras el tiempo transcurría en esa oficina, cada segundo acercándolos más al abismo del que ninguno de los dos parecía querer alejarse.
El beso se tornó más apasionado, cada movimiento cargado de una intensidad que ambos intentaban ocultar, pero ya era imposible contener. Jungkook, guiado por el deseo del momento, tomó a Taehyung por las piernas y lo levantó con facilidad, sentándolo sobre su escritorio. Sus labios nunca se separaron mientras sus cuerpos se acercaban más, y Jungkook se coló entre las piernas de Taehyung, profundizando el contacto.
Taehyung correspondió al beso con la misma intensidad, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de Jungkook. Las manos de este comenzaron a explorar, deslizándose con decisión bajo el buzo de Taehyung, sintiendo la calidez de su piel.
El ambiente estaba cargado de deseo cuando, de repente, se escucharon unos golpes en la puerta.
—Director Jeon, ¿Puedo pasar? —preguntó una voz desde el otro lado, dejando a ambos congelados en su lugar.
Jungkook reaccionó rápidamente, tirando suavemente de Taehyung y guiándolo debajo de su escritorio.
—Quédate ahí y no hagas ruido —susurró con firmeza, ajustando su ropa apresuradamente y tomando asiento.
Taehyung, aún con las mejillas encendidas y el corazón latiendo con fuerza, se acomodó como pudo, escondiéndose bajo el escritorio. Mientras tanto, Jungkook respiró hondo para calmarse y respondió con voz firme:
—Adelante.
La puerta se abrió, y un profesor entró con algunos documentos en la mano.
—Disculpe la interrupción, director. Necesito que revise estos papeles para el informe del consejo —dijo el docente, colocándolos sobre el escritorio.
Jungkook asintió, manteniendo la compostura a pesar de sentir las piernas de Taehyung rozar las suyas bajo el escritorio.
—Claro, profesor. ¿Algo más? —preguntó con tono profesional, mientras hojeaba los documentos rápidamente para desviar su atención de lo que ocurría debajo.
—No, eso sería todo. Gracias, director —respondió el profesor, inclinándose levemente antes de retirarse.
En cuanto la puerta se cerró, Jungkook dejó escapar un suspiro de alivio. Se inclinó hacia abajo y susurró:
—Puedes salir ahora.
Taehyung emergió con el rostro aún ruborizado, arreglándose la ropa mientras evitaba mirar directamente a Jungkook. La tensión entre ambos era palpable, pero ninguno parecía dispuesto a romper el silencio primero.
Finalmente, Jungkook habló, su voz más suave:
—Esto fue un error.
—¿Es eso lo que piensas? —respondió Taehyung, mirándolo fijamente, su tono lleno de desafío.
Jungkook no contestó de inmediato. En su lugar, desvió la mirada hacia la puerta, como si temiera que alguien más pudiera interrumpirlos.
—Taehyung, no podemos... no aquí, no ahora —murmuró, su voz cargada de emociones encontradas.
Taehyung apretó los labios, sintiendo cómo el peso de la realidad comenzaba a caer sobre ellos. Sin decir una palabra más, se giró y salió de la oficina, dejando a Jungkook sumido en sus pensamientos y emociones contradictorias.
Taehyung salió de la oficina rápidamente, con la cabeza agachada y los ojos ardiendo mientras contenía las lágrimas que amenazaban con desbordarse. Caminó por los pasillos desiertos de la escuela, buscando un refugio donde pudiera liberar el nudo que sentía en el pecho. Al encontrar el baño, empujó la puerta con fuerza y entró, asegurándose de cerrar con llave.
Se apoyó contra la puerta por un momento, intentando calmarse, pero fue inútil. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas mientras sus sollozos escapaban de sus labios. Se dejó caer al suelo, abrazando sus piernas contra su pecho como si eso pudiera aliviar el dolor que lo consumía.
El frío del suelo no podía compararse con la sensación helada en su corazón. Cada palabra de Jungkook resonaba en su mente: "Esto fue un error." La crudeza de esa frase lo hacía sentir pequeño, como si todo lo que había sucedido entre ellos no significara nada.
—¿Por qué me pasa esto? —susurró entre lágrimas, con la voz temblorosa, sintiéndose vulnerable y perdido.
El baño estaba en completo silencio, salvo por sus sollozos que rebotaban contra las paredes. Taehyung deseaba poder deshacerse de las emociones que lo embargaban, pero el peso de la situación era demasiado. Lo que había ocurrido con Jungkook no era solo un momento de pasión; para él, significaba mucho más.
Cerró los ojos con fuerza, recordando el toque de Jungkook, su voz, el momento en que sus labios se encontraron. Era imposible para él ignorar lo que sentía, aunque sabía que, para Jungkook, todo parecía ser diferente.
—¿Por qué no puedo ser suficiente? —murmuró, enterrando su rostro entre sus rodillas mientras las lágrimas seguían cayendo.
Se quedó ahí por lo que parecieron horas, envuelto en su propia tristeza, buscando la fuerza para levantarse y enfrentarse al mundo nuevamente.
Mientras Jungkook recorría los pasillos buscando a Taehyung, intentando calmar la culpa que lo consumía, se encontró con Eunji, su esposa. Ella lo llamó con una sonrisa radiante y se acercó a él sin dudar, envolviéndolo en un abrazo cálido y dándole un beso en los labios.
—Cariño, te he estado buscando —dijo ella, con un brillo en los ojos que contrastaba con la tensión en el rostro de Jungkook.
Él respondió al abrazo, aunque su sonrisa era forzada y sus pensamientos estaban lejos de ella.
—¿Todo bien? Pareces distraído —comentó Eunji, mirándolo con cierta preocupación mientras tomaba su mano.
Jungkook asintió, esforzándose por disimular.
—Sí, todo bien. Solo asuntos del trabajo —respondió, tratando de sonar convincente.
—Perfecto, porque quiero hablar contigo de algo importante —dijo ella, tirando suavemente de su brazo para llevarlo de regreso a su oficina.
Una vez allí, Eunji cerró la puerta y se volvió hacia él con una expresión seria pero esperanzada.
—Jungkook, he estado pensando mucho en nuestra familia —comenzó, acercándose más a él. Lo tomó de las manos y continuó—. Jimin ya está creciendo, y creo que es el momento perfecto para darle un hermanito o hermanita.
Jungkook parpadeó, su mente aún atrapada en la imagen de Taehyung llorando mientras él intentaba procesar lo que Eunji acababa de decir.
—¿Otro bebé? —repitió, como si necesitara confirmar lo que había oído.
—Sí, amor. Estoy ovulando y creo que sería un momento ideal. No quiero que Jimin crezca solo, y sé que serías un padre increíble, como ya lo has demostrado con él —dijo ella, acariciando su rostro con cariño.
Jungkook tragó saliva, sintiendo un nudo en el estómago. La idea de tener otro hijo con Eunji solo añadía más peso a su ya cargada consciencia. No podía ignorar lo que acababa de pasar con Taehyung ni el conflicto interno que lo consumía.
—Eunji, yo... —intentó hablar, pero ella no lo dejó terminar.
—Por favor, Jungkook. Sé que hemos estado ocupados con el trabajo y todo, pero esto es importante para mí, para nuestra familia —dijo ella, besándolo suavemente en los labios.
Jungkook cerró los ojos, fingiendo que todo estaba bien mientras la abrazaba.
—Claro, lo hablaremos con calma —respondió, intentando ganar tiempo mientras su mente seguía en otro lugar.
Eunji, satisfecha con su respuesta, sonrió y lo abrazó con más fuerza.
—Sabía que lo entenderías. Gracias, amor —susurró, apoyando su cabeza en su pecho.
Jungkook se quedó inmóvil, perdido en sus pensamientos, mientras el peso de sus decisiones comenzaba a ser cada vez más insoportable.
Eunji lo miró con emoción en sus ojos, ajena a los pensamientos que pasaban por la mente de Jungkook.
—Estoy segura de que nuestras familias estarán muy felices con la noticia de un nuevo bebé —dijo ella, acariciando su rostro con ternura—. Tus padres siempre han querido que ampliemos nuestra familia, y sé que mi madre estará encantada.
Jungkook asintió automáticamente, forzando una sonrisa mientras su mente se debatía entre la culpa y la confusión.
—Sí... seguro que lo estarán —respondió en voz baja, intentando sonar convincente.
Esa noche, Eunji se aseguró de crear el ambiente perfecto. Encendió velas aromáticas, puso música suave y vistió un delicado camisón que acentuaba su figura. Jungkook, sin embargo, se sentía atrapado en su propio cuerpo, como si estuviera actuando un papel que no quería interpretar.
Cuando Eunji lo atrajo hacia la cama y lo besó con pasión, él correspondió automáticamente, sus manos recorriendo su cuerpo mientras su mente lo traicionaba. Cada caricia, cada beso que compartían lo llevan de regreso a los recuerdos de Taehyung: el tacto de su piel, el calor de su beso, la intensidad en sus ojos.
Mientras se unían, Eunji susurra palabras de amor y promesas de un futuro brillante, pero Jungkook apenas las escucha. En su mente, no esta con su esposa; esta con Taehyung. La culpa lo quema por dentro, pero no podía evitarlo. Cada movimiento, cada suspiro le recordaba los momentos que había compartido con el mejor amigo de su hijo, y esa desconexión lo destrozaba aún más.
Eunji, satisfecha y feliz, se acurrucó en sus brazos después, ignorando la expresión ausente en el rostro de su esposo.
—Te amo, Jungkook. Gracias por hacerme feliz —susurró antes de quedarse dormida.
Jungkook permaneció despierto, mirando al techo con el corazón pesado. Las palabras de Eunji resonaban en sus oídos, pero lo único que podía pensar era en cuánto daño estaba causando y en lo imposible de su situación. La imagen de Taehyung llorando en el baño lo perseguía, recordándole que, aunque su cuerpo estaba aquí, su corazón estaba en otro lugar.
Los días pasaron en una rutina aparentemente perfecta para Eunji y Jungkook. Eunji estaba entusiasmada, dedicándose completamente a sus planes de concebir otro hijo, mientras Jungkook trataba de reprimir los conflictos que lo atormentaban.
Una mañana, Eunji salió del baño con una sonrisa radiante y los ojos llenos de lágrimas de alegría.
—¡Amor! —exclamó, mostrando la prueba de embarazo positiva con orgullo—. ¡Lo logramos! Vamos a tener otro bebé.
Jungkook sonrió automáticamente, abrazándola mientras ella reía de felicidad.
—Eso es increíble, Eunji. Felicidades —dijo con una voz controlada, mientras su mente divagaba hacia Taehyung una vez más. El recuerdo de sus ojos tristes y sus lágrimas reprimidas lo asaltó, llenándolo de una mezcla de culpa y deseo.
Eunji, emocionada, comenzó a llamar a familiares y amigos para darles la noticia, dejando a Jungkook con sus pensamientos.
Al llegar a la escuela...
Jungkook entró al edificio con el rostro serio, su mente aún dividida entre la emoción de su esposa y la carga emocional que llevaba. Antes de llegar a su oficina, su hijo Jimin corrió hacia él con una sonrisa brillante.
—¡Papá! —gritó, deteniéndolo en el pasillo—. ¡Voy a ser hermano mayor! Mamá me llamó y me contó la noticia. Estoy tan feliz.
Jungkook sonrió ligeramente, acariciando la cabeza de su hijo.
—Sí, hijo. Es una gran noticia. Serás un excelente hermano mayor.
Jimin, lleno de entusiasmo, corrió a buscar a sus amigos para compartir su alegría, dejando a Jungkook solo nuevamente.
Más tarde, en la cafetería, Jimin se encontró con Taehyung y compartió la noticia con él también.
—¡Taehyung! ¡Voy a ser hermano mayor! —dijo emocionado mientras abrazaba a su mejor amigo.
Taehyung sonrió, genuinamente feliz por su amigo, pero sintiendo un nudo formarse en su garganta.
—Eso es increíble, Jimin. Felicidades —respondió con voz suave, intentando ignorar el peso que sentía en el pecho.
Cuando Jimin se fue a reunirse con otros compañeros, Taehyung se quedó solo por un momento, su sonrisa desapareciendo mientras sus emociones intentaban salir a la superficie. Respiró hondo, cerrando los ojos y empujando las lágrimas hacia atrás.
—No es momento para esto —murmuró para sí mismo, decidido a seguir adelante sin permitir que sus sentimientos lo dominaran.
Taehyung llegó a la oficina con el corazón latiéndole con fuerza. Tocó la puerta con suavidad, y la voz firme de Jungkook se escuchó desde adentro:
—Entra.
Al abrir, lo vio de espaldas, mirando por la ventana con las manos cruzadas detrás de su espalda. La postura de Jungkook era rígida, pero su voz se suavizó al hablar:
—Echa seguro.
Taehyung cerró la puerta y giró el seguro con un ligero temblor en sus dedos. Se quedó junto a la puerta, evitando avanzar más. Jungkook soltó un suspiro profundo antes de darse la vuelta, sus ojos oscuros fijos en Taehyung, llenos de emociones contenidas.
—Taehyung, yo...
Antes de que pudiera continuar, Taehyung levantó una mano, interrumpiéndolo. Su mirada era decidida, aunque sus ojos brillaban con una tristeza evidente.
—No, director Jungkook. No tiene que decir nada más —dijo con una voz que intentaba no quebrarse—. Fui un completo estúpido al pensar que algún día habría algo entre nosotros. Que podríamos... estar juntos de verdad pero me equivoque...
Jungkook intentó acercarse, pero Taehyung dio un paso hacia atrás, manteniendo la distancia entre ellos.
—Gracias por abrirme los ojos a la realidad. Usted tiene una familia, una esposa, y ahora un nuevo bebé en camino. Felicidades por eso —continuó, su voz ganando fuerza aunque cada palabra le dolía.
Jungkook frunció el ceño, dando un paso más hacia él.
—Taehyung, no entiendes. Esto no es tan simple como crees.
Taehyung sonrió, pero era una sonrisa amarga, llena de resignación.
—Lo entiendo perfectamente, director. Yo solo fui un error, un momento de debilidad. Y está bien, lo acepto. Pero no espere que siga siendo parte de este juego.
Jungkook apretó los puños, luchando contra las palabras que quería decir pero no podía.
—Taehyung...
—Con su permiso, necesito regresar a clase —dijo Taehyung, dando un paso hacia la puerta.
Antes de que pudiera abrirla, Jungkook extendió un brazo, deteniéndolo.
—Espera, no quiero que esto termine así.
Taehyung lo miró con una mezcla de dolor y determinación.
—Ya terminó, Jungkook. Para mí, terminó —dijo
Antes de soltar el seguro y salir de la oficina, dejando a Jungkook solo, con las palabras atoradas en su garganta y un vacío creciente en su pecho.
Mientras tanto, Taehyung...
Caminó por los pasillos con pasos apresurados, tratando de mantener la compostura. Entró al baño y se encerró en uno de los cubículos. Apoyó la frente contra la puerta mientras las lágrimas finalmente cayeron.
—¿Por qué sigo permitiendo esto? —susurró, su voz quebrándose con cada palabra.
Sabía que debía seguir adelante, pero el dolor de tener que soltar algo que nunca tuvo lo consumía.
En la oficina de Jungkook...
Jungkook se dejó caer en su silla, pasando una mano por su rostro con frustración. Las palabras de Taehyung resonaban en su mente como una sentencia. Pensó en su esposa, en el futuro bebé, en Jimin... pero, sobre todo, pensó en Taehyung.
Y lo peor de todo era que sabía que, aunque intentara ignorarlo, lo que sentía por Taehyung no iba a desaparecer.
Taehyung salió de la escuela con el corazón pesado. Había tomado una decisión impulsiva, pero necesaria: llamar a su padre. Con el teléfono en mano, marcó el número de Namjoon, y al escuchar su voz al otro lado de la línea, el nudo en su garganta se hizo aún más grande.
—Papá... ¿Puedes venir a recogerme? —preguntó, intentando que su voz sonara estable.
Namjoon notó de inmediato que algo no estaba bien, pero no quiso presionarlo en ese momento.
—Por supuesto, hijo. Estoy en camino.
Taehyung pidió permiso a Jungkook para salir antes de que terminara el día escolar. Aunque evitó mirarlo directamente, Jungkook lo observó detenidamente, notando el dolor en su expresión.
—Está bien, puedes irte —dijo Jungkook con un tono más suave de lo habitual.
Taehyung simplemente asintió y salió rápidamente del despacho, sin decir una palabra más.
Cuando el auto de Namjoon llegó, Taehyung se subió sin pronunciar palabra. Namjoon lo observó con preocupación desde el asiento del conductor.
—¿Todo bien, Taehyung? —preguntó con cuidado mientras arrancaba el auto.
Taehyung negó con la cabeza, mirando por la ventana.
—No quiero hablar de eso ahora, papá.
Namjoon respetó su espacio y el resto del viaje transcurrió en silencio. Al llegar a la mansión de los Kim, Taehyung bajó apresuradamente del auto y subió las escaleras hacia su habitación, cerrando la puerta detrás de él.
Dejó caer su mochila al suelo y se dirigió a su cama, donde se dejó caer de espaldas. Su mirada se perdió en el techo, mientras las lágrimas, que había contenido durante todo el día, comenzaron a fluir sin control.
—¿Por qué tiene que doler tanto? —susurró, cubriéndose el rostro con las manos.
El eco de las palabras de Jungkook, los recuerdos del beso, y la realidad de su vida se mezclaban en su mente, creando una tormenta que lo hacía sentir completamente agotado.
Se acurrucó en la cama, abrazando una almohada como si fuera su única fuente de consuelo.
Mientras tanto, desde el pasillo, Namjoon pasó junto a la puerta de su hijo y se detuvo al escuchar el llanto ahogado. Quiso entrar, pero decidió darle espacio, confiando en que cuando Taehyung estuviera listo, le hablaría.
En otra parte, Jungkook...
En su oficina, Jungkook observaba el vacío del aula desde la ventana. Se había quedado pensando en la partida de Taehyung, en las lágrimas que vio formarse en sus ojos y en las palabras de despedida que lo habían dejado paralizado.
—¿Qué estoy haciendo...? —murmuró para sí mismo, apoyando la frente contra el vidrio frío.
Pero la pregunta quedó sin respuesta, mientras los recuerdos de Taehyung seguían persiguiéndolo como un fantasma imposible de ignorar.
Esa noche, Jungkook y su hijo Jimin llegaron a la mansión. La casa estaba iluminada con una cálida luz que parecía invadir cada rincón, pero para Jungkook, la atmósfera estaba cargada de tensión. Al entrar, fueron recibidos con abrazos por los padres de Jungkook, Yoong y Yeji, quienes estaban emocionados por la noticia del bebé.
—¡Jungkook! ¡Qué alegría! —exclamó Yoong, abrazando a su hijo con entusiasmo—. Esto es maravilloso, vamos a tener un nuevo miembro en la familia.
Yeji, siempre más tranquila, también lo abrazó con una sonrisa, aunque sus ojos brillaban con la misma emoción que los de su esposo.
—Felicitaciones, hijo, estoy tan feliz por ti y Eunji —dijo ella, con ternura en su voz.
Jimin, viendo el abrazo y la atención dirigida a su padre, sonrió un poco y se apartó a un lado para saludar a sus abuelos. Pero Jungkook, aunque agradecido por la calidez de su familia, no podía evitar sentir un peso en el pecho, como si algo estuviera fuera de lugar.
En ese momento, los padres de Eunji, que ya se encontraban en la mansión, se acercaron a Jungkook para felicitarlo también.
—¡Qué emocionante, Jungkook! —dijo el padre de Eunji, un hombre de porte elegante y una gran sonrisa.
—Sí, ¡Qué hermoso! —añadió su madre, abrazándolo con entusiasmo—. Estamos tan felices de que esta familia crezca.
Jungkook se limitó a sonreír débilmente, sin poder disfrutar del momento como debería. Los abrazos y las felicitaciones eran bienvenidos, pero su mente seguía en otro lugar, ocupada por los pensamientos que no lograba sacarse de la cabeza: Taehyung, sus palabras, el dolor que había dejado atrás.
La noche transcurrió con cenas y conversaciones triviales, pero la tensión era palpable. Los padres de Eunji, aunque amables, seguían hablando de los planes para el bebé y cómo sería la vida con un hermano para Jimin, sin saber lo que realmente pasaba por la mente de Jungkook.
Jungkook solo asentía, respondiendo de manera educada pero distante. Jimin, por su parte, trataba de mantener el ánimo mientras observaba la interacción, pero no podía evitar notar que algo no estaba bien. La familia, en su intento por hacer de esa noche una celebración, no parecía darse cuenta de la incomodidad de Jungkook.
Al final de la noche, después de que todos se dispersaron a descansar, Jungkook se quedó solo en la sala, mirando las luces apagándose lentamente.
—¿Por qué me siento tan vacío...? —susurró para sí mismo, con la mirada fija en el suelo.
La felicidad que todos a su alrededor sentían por la llegada del bebé le resultaba lejana, como si no fuera parte de su realidad. Su mente seguía centrada en lo que había hecho, en lo que había perdido, y en el futuro incierto que lo esperaba, dividido entre su familia, su amor por Eunji y los recuerdos de Taehyung que seguían dándole vueltas en la cabeza.
Finalmente, se levantó de la silla y se dirigió a su habitación, donde la presencia de su esposa lo recibió con un cálido abrazo. Pero ni siquiera en su cercanía logró encontrar consuelo, porque su corazón ya estaba ocupado por otro pensamiento, otro deseo que no podía olvidar.
La noche en la mansión de los Jeon se despidió con una sensación de incompletitud, y Jungkook, en su cama, no pudo dejar de pensar en lo que había hecho y en lo que podría haber sido.
🎶
Al día siguiente
En la escuela, la tensión entre Jungkook y Taehyung era palpable. Desde el momento en que se cruzaron en los pasillos, algo en el aire parecía cargado de una energía peligrosa, algo que ninguno de los dos podía ignorar. A medida que avanzaba el día, las miradas furtivas y las palabras cortantes no hicieron más que aumentar el malestar que se arrastraba entre ellos.
En el receso, Taehyung no pudo más. Estaba cansado de callar, de esconder sus sentimientos detrás de una fachada. Decidió enfrentarlo, incluso si eso significaba perder lo poco que quedaba entre ellos.
—¿Por qué lo hiciste? —le exigió Taehyung, su voz rota por el dolor, mientras lo alcanzaba en un rincón del patio de la escuela.
Jungkook, tenso y con el rostro marcado por la incomodidad, no dijo nada al principio. Sabía lo que Taehyung quería, pero no tenía respuestas claras. No podía explicar lo que había sucedido, ni por qué se había dejado llevar por un impulso que ahora lo atormentaba. La culpa le pesaba demasiado.
—No sé qué esperas de mí, Taehyung —respondió Jungkook, su voz baja, pero firme. Su mirada se desvió, evitando enfrentar los ojos de Taehyung.
—¡Lo que hiciste no está bien! —Taehyung gritó, impotente. Las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos, pero se las tragó, incapaz de dejar que salieran. — ¿Qué quieres de mí? ¿Hacerme sufrir? ¿Destruirme por completo?
Jungkook lo miró, sintiendo una punzada de dolor en su pecho. No sabía cómo responder. El amor que sentía por Taehyung era complicado, lleno de contradicciones, y a veces ni él mismo entendía lo que pasaba dentro de él. Pero lo que sí sabía era que no podía seguir lastimándolo.
—Lo siento... No fue mi intención... —susurró Jungkook, dando un paso hacia él.
Pero Taehyung, ahora furioso, lo empujó con fuerza, apartándose de él. El gesto fue una mezcla de ira y tristeza, una manifestación del dolor que había estado guardando durante todo ese tiempo.
—¡No me toques! —gritó Taehyung, su cuerpo temblando de la intensidad de sus emociones. — ¡No te acerques más! ¿Qué esperas de mí? ¿Qué te perdone por arruinarme?
Jungkook, sin poder resistirse a la tentación de acercarse, dio un paso más, ignorando las palabras de Taehyung. Sin pensarlo más, lo tomó del rostro y lo besó. Fue un beso apasionado, lleno de arrepentimiento y deseo. Jungkook intentaba que Taehyung entendiera lo que no podía decir con palabras.
Pero Taehyung, con el corazón roto, lo empujó nuevamente, esta vez con más fuerza. Los sollozos empezaron a salir de su pecho, y en un instante, se apartó, mirando a Jungkook con el rostro lleno de lágrimas.
—No... —dijo Taehyung, su voz quebrada—. Ya basta. No me hagas más daño por favor. No te lo permito.
Jungkook, al ver las lágrimas que caían por las mejillas de Taehyung, sintió cómo su mundo se desmoronaba. Quería abrazarlo, consolarlo, pero las palabras no salían. Lo único que quedaba entre ellos era la distancia. Una distancia que él mismo había creado.
—Taehyung... —susurró Jungkook, incapaz de contenerse.
Pero Taehyung ya había dado media vuelta, corriendo lejos de él, sin mirar atrás.
El resto del día pasó en una pesadilla silenciosa para ambos. Jungkook se sentó en su oficina, sumido en sus pensamientos, preguntándose si alguna vez sería capaz de arreglar lo que había roto. Por su parte, Taehyung, lejos de la vista de todos, se dejó caer en su cama al llegar a casa, sollozando en silencio, con el corazón hecho pedazos.
Esa noche, ambos se quedaron con las mismas preguntas sin respuesta, perdidos en un laberinto emocional del que parecía no haber salida. Y mientras el destino los empujaba a un abismo cada vez más profundo, Jungkook y Taehyung sabían que, de alguna forma, sus caminos ya no volverían a ser los mismos.
Taehyung no pudo dormir. Los recuerdos del día, el beso, la angustia, las palabras de Jungkook, todo seguía dando vueltas en su mente. No quería enfrentar más esa situación, no quería seguir en la misma escuela, ni ver a Jungkook, ni estar atrapado en ese mar de emociones conflictivas. Sintió que ya no podía más, que el dolor lo estaba ahogando.
Se levantó de la cama en medio de la noche, decidido a hablar con su padre, Namjoon. Sabía que su padre, aunque estricto, siempre lo había escuchado y, tal vez, en su desesperación, encontraría algo de consuelo en su consejo.
Subió las escaleras sigilosamente y se dirigió al despacho de su padre. Llamó suavemente a la puerta, sabiendo que Namjoon probablemente estaría trabajando, como siempre lo hacía hasta tarde. Un par de segundos después, la voz de su padre resonó desde el otro lado de la puerta.
—Adelante, hijo.
Taehyung abrió la puerta con cautela y entró, cerrándola detrás de él. Namjoon estaba sentado en su escritorio, mirando algunos papeles, pero al ver a Taehyung, levantó la vista y lo observó en silencio por un momento. Había algo en la expresión de su hijo que no pasaba desapercibido.
—¿Qué pasa, Taehyung? —preguntó Namjoon, notando la tensión en su voz.
—Papá... quiero cambiarme de escuela —dijo Taehyung, su voz temblando ligeramente. — No puedo seguir allí, ya no puedo.
Namjoon frunció el ceño y dejó los papeles sobre el escritorio, dándole toda su atención a su hijo.
—¿De qué hablas? —respondió, sin comprender del todo.
—No soporto más la situación —dijo Taehyung, con los ojos brillosos de lágrimas. — Todo es un caos, no quiero ver más a nadie. Ya no puedo seguir viendo a esas personas todos los días. Es demasiado para mí, papá.
Namjoon suspiró profundamente, como si ya esperara algo así. Se levantó de su silla y caminó hacia su hijo, posando una mano firme en su hombro, en un intento por calmarlo.
—Taehyung, entiendo que estés pasando por un momento difícil, pero cambiarte de escuela no es la solución. De hecho, huir de los problemas no hará que desaparezcan. —Namjoon lo miró fijamente, sus ojos reflejando una mezcla de preocupación y autoridad. — Tienes que enfrentarlos, hijo. No puedes correr de lo que sientes, porque no importa a dónde vayas, esos sentimientos siempre estarán contigo.
Taehyung se quedó en silencio, mordiendo su labio inferior. Las palabras de su padre lo golpearon con fuerza. No quería enfrentarse a la situación, no quería lidiar con lo que sentía por Jungkook, pero sabía que su padre tenía razón.
—Papá, no lo soporto —dijo, finalmente, con la voz rota. — No sé qué hacer, no quiero seguir viéndolo, pero al mismo tiempo, no puedo evitarlo.
Namjoon lo observó un momento, luego respiró profundamente, como si intentara encontrar las palabras correctas para decir. Finalmente, habló con suavidad, pero con firmeza.
—Hijo, a veces la vida nos pone en situaciones complicadas. Lo que sientes no es fácil de manejar, pero tienes que aprender a vivir con ello. Cambiarte de escuela no va a hacer que el dolor desaparezca, solo lo va a aplazar. Y créeme, ese no es el camino que quiero para ti.
Taehyung sintió un nudo en el estómago. Las palabras de su padre calaban hondo, pero no sabía si estaba listo para enfrentarse a todo eso. A pesar de todo, sintió el apoyo de Namjoon, aunque el peso de la decisión seguía siendo suyo.
—Entiendo, papá. —dijo en voz baja, asintiendo ligeramente.
Namjoon lo abrazó con fuerza, dándole el consuelo que Taehyung necesitaba, aunque él mismo no sabía qué más decir. Sabía que su hijo tendría que luchar con sus propios demonios, y que el proceso sería largo y doloroso. Pero también sabía que, al final, enfrentar la realidad era lo único que podría permitirle a Taehyung seguir adelante.
—Lo superarás, hijo. Pero tienes que enfrentarlo. No te rindas tan fácilmente.
Taehyung asintió, sintiendo un poco de alivio, pero también una sensación de resignación. Tal vez no estaba listo para enfrentar todo eso, pero al menos ahora tenía el consejo de su padre para seguir adelante.
Mientras Namjoon lo miraba, Taehyung se retiró lentamente, sabiendo que, aunque no podía escapar, tendría que encontrar una manera de lidiar con todo lo que había dentro de él. Y por primera vez en mucho tiempo, se sintió un poco más preparado para hacerlo.
🦋
Al día siguiente
Taehyung despertó con una resolución firme en su corazón. La noche anterior, después de la conversación con su padre, había decidido que no permitiría que sus emociones lo controlaran. Ya no podía seguir sumido en el caos que Jungkook había traído a su vida. Ya no podía seguir permitiendo que sus sentimientos lo destruyeran. La única manera de seguir adelante era dejarlo ir, aunque doliera.
Cuando llegó a la escuela, la sensación de frialdad en su interior era palpable. Su mirada había cambiado, y con ella su actitud. Ya no había rastro de la calidez que solía mostrar, ni de la vulnerabilidad que Jungkook había logrado sacar a la superficie. Ahora, lo único que sentía era el frío que había decidido abrazar. Y lo iba a mantener así.
Desde que entró al colegio, Taehyung pasó por los pasillos sin mirar a nadie, caminando a paso firme, como si nada ni nadie pudiera tocarlo. Ignoró a todos los que intentaron hablar con él, incluso a sus compañeros más cercanos. La mayoría de sus amigos notaron el cambio de inmediato, pero no se atrevieron a preguntarle qué ocurría. Solo Jimin, su mejor amigo y confidente, se acercó a él como siempre lo hacía.
—¿Taehyung? —le dijo Jimin con una sonrisa, pero al ver la frialdad en sus ojos, la sonrisa se desvaneció. — ¿Qué te pasa?
Taehyung lo miró por un momento, pero no respondió. No podía permitir que Jimin se acercara demasiado, aunque en su interior, su amigo seguía siendo su refugio. Había decidido bloquear todo, incluso la relación que más le importaba. Sabía que debía distanciarse, y eso incluía a su hermano de corazón, Jimin. Pero aún así, lo había mantenido cerca, por lo que representaba para él.
—Nada, Jimin. No te preocupes —respondió fríamente, pero sus palabras no tenían el tono habitual de calidez que Jimin solía conocer.
Jimin frunció el ceño, sintiendo que algo no estaba bien. Pero no insistió. Algo en su interior le decía que Taehyung necesitaba espacio, aunque el dolor de verlo tan distante lo lastimaba.
Cuando el timbre sonó y los estudiantes se dispersaron hacia sus respectivas aulas, Taehyung se dirigió rápidamente a la suya. Evitó mirar a Jungkook, que lo observaba desde el pasillo, intentando acercarse. Pero Taehyung no cedió. Su corazón se había endurecido, y estaba decidido a mantenerlo así. No iba a permitir que la debilidad que sentía por el director lo derrumbara nuevamente. Lo mejor era alejarse, evitar cualquier contacto.
Durante las clases, Taehyung se concentró en sus estudios, sumido en una fría indiferencia. Cuando el receso llegó, los otros estudiantes se reunieron en grupos, pero Taehyung se aisló, sin mostrar interés por socializar. Jimin trató de acercarse, pero Taehyung ya no tenía la misma disposición de antes. En cambio, lo miró brevemente y luego desvió la mirada, alejándose sin decir palabra.
Al final de la jornada, Taehyung salió del colegio con Jimin, pero no hablaban mucho. Jimin intentó romper el silencio varias veces, pero Taehyung respondía con monosílabos, con la misma frialdad que había mostrado todo el día. A medida que caminaban, el aire entre ellos se volvía más tenso, y Jimin, que conocía bien a su amigo, comenzaba a sentirse impotente. Sabía que algo estaba ocurriendo, pero no sabía qué.
Al llegar a la mansión, Taehyung subió a su habitación sin decirle nada a nadie. Cerró la puerta tras de sí y se dejó caer en la cama. El silencio lo envolvió, pero en su interior, una tormenta seguía azotando su alma. Había tomado la decisión de congelar su corazón, pero ni siquiera él sabía si sería capaz de mantener esa resolución por mucho tiempo.
La única certeza que tenía era que, por ahora, debía mantenerse alejado. Alejado de Jungkook, de sus sentimientos y de la vulnerabilidad que lo había llevado a un lugar tan doloroso. Mientras tanto, Jimin seguía preocupado, sabiendo que, detrás de esa frialdad, su mejor amigo estaba sufriendo más de lo que dejaba ver.
Esa noche, Taehyung se encerró en su habitación, como había sido su costumbre desde que decidió aislarse emocionalmente. Se recostó en su cama, con la mirada fija en el techo, intentando encontrar algo de calma en el silencio. Sin embargo, su mente no dejaba de reproducir imágenes de Jungkook, de aquel beso, de los momentos en los que todo parecía posible entre ellos, y de las crueles palabras que después le dirigió.
Se revolvió en la cama, intentando ahogar esos pensamientos, pero fue inútil. El dolor seguía ahí, enterrado en su pecho, recordándole lo mucho que había esperado y lo poco que había recibido a cambio. Finalmente, se levantó y caminó hacia el ventanal de su habitación. Observó las luces de la ciudad a lo lejos, preguntándose si alguna vez podría ser feliz de nuevo.
Mientras tanto, en su propia casa, Jungkook también estaba sumido en sus pensamientos. Había pasado el día tratando de concentrarse en sus responsabilidades, en su familia, pero su mente volvía constantemente a Taehyung. La forma en que lo había mirado antes de salir de la oficina, la frialdad en sus palabras, y sobre todo, el dolor que se reflejaba en sus ojos, lo atormentaban.
Esa noche, después de asegurarse de que Jimin estaba dormido, Jungkook salió al jardín trasero de la mansión. Necesitaba aire, necesitaba claridad. Se sentó en un banco de piedra y enterró el rostro entre sus manos. ¿Cómo había permitido que todo llegara a este punto? ¿Cómo podía sentirse tan atrapado entre el deber y el deseo?
Recordó a Eunji, la felicidad en su rostro cuando le mostró la prueba positiva. Recordó las palabras de sus padres y de los de ella, felicitándolo por ser el hombre perfecto que todos esperaban que fuera. Pero todo eso parecía vacío comparado con lo que sentía cuando estaba cerca de Taehyung.
"Esto no puede seguir así", se dijo a sí mismo. Pero ni siquiera él sabía si hablaba de su relación con Taehyung o de la vida que estaba viviendo, atrapado en un papel que no quería interpretar.
Al día siguiente, en la escuela, la tensión entre ambos era palpable. Taehyung evitaba a Jungkook con más determinación que nunca, manteniéndose siempre cerca de Jimin para no dar oportunidad de quedarse a solas con él. Sin embargo, Jungkook no podía ignorar la necesidad de hablar con él, de aclarar las cosas, aunque solo fuera para pedirle disculpas.
Cuando llegó el receso, Jungkook aprovechó la oportunidad. Encontró a Taehyung en la biblioteca, lejos del bullicio de los demás estudiantes. Sin pensarlo mucho, se acercó y habló en un tono bajo pero firme.
—Taehyung, necesito hablar contigo.
Taehyung lo miró de reojo, sus ojos llenos de frialdad.
—No tengo nada que decirle, director Jungkook —respondió con un tono cortante, volviendo su atención al libro frente a él.
—Esto no puede seguir así —insistió Jungkook, sentándose frente a él. —Por favor.
Taehyung cerró el libro con un golpe seco y lo miró fijamente.
—¿Y qué quiere que diga? ¿Que todo está bien? ¿Que no me duele cada vez que lo veo? —dijo, su voz quebrándose ligeramente antes de recuperar su compostura. —No voy a hacerlo.
Jungkook sintió un nudo en el estómago al escuchar sus palabras. Por más que quería responder, no encontró las palabras adecuadas. Antes de que pudiera decir algo más, Taehyung se levantó, tomó su libro y salió de la biblioteca, dejando a Jungkook sumido en un remolino de emociones.
El resto del día pasó en una tensa calma, con ambos evitando cualquier tipo de contacto. Sin embargo, Jungkook sabía que no podía dejar las cosas así. Al caer la tarde, decidió arriesgarse una vez más.
Esperó a que todos los estudiantes se fueran, y cuando finalmente lo vio salir, lo alcanzó en el pasillo desierto.
—Taehyung, por favor, solo escúchame. —Su voz tenía un tono de desesperación que hizo que Taehyung se detuviera.
Taehyung suspiró profundamente y se giró para enfrentarlo.
—¿Qué más quiere, Jungkook? ¿No ha sido suficiente con todo lo que ya ha hecho?
Jungkook lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de culpa y anhelo.
—Lo siento. Sé que arruiné todo, pero no puedo dejar de pensar en ti.
Taehyung lo miró, sorprendido por la honestidad de sus palabras, pero no dejó que eso lo afectara.
—Pues debería intentarlo, porque yo ya lo hice. —Y con eso, se dio la vuelta y salió, dejando a Jungkook con el corazón pesado y la mente llena de arrepentimientos.
Al día siguiente, durante el almuerzo en la escuela, Jimin se acercó a Taehyung con su característica sonrisa radiante, llevando una bandeja de comida. Taehyung, aunque mantenía su actitud fría con todos, no podía serlo con Jimin, quien era como un rayo de sol en medio de la tormenta que vivía.
—¡Hyung! —exclamó Jimin, sentándose junto a él en la mesa.
—¿Qué pasa, Jimin-ah? —preguntó Taehyung, intentando sonar neutral mientras daba un sorbo a su bebida.
—Mi mamá quiere invitarte a cenar esta noche. Dijo que sería bueno que vinieras a casa. Siempre le hablo de ti, y ella tiene curiosidad por conocerte mejor —explicó Jimin con entusiasmo.
Taehyung levantó la vista de su bandeja, su expresión cambiando a una mezcla de sorpresa y confusión.
—¿Cenar... con tu familia? —preguntó, sin poder evitar pensar en lo incómodo que sería estar bajo el mismo techo que Jungkook y su esposa.
—¡Sí! Mamá incluso está emocionada. Dice que quiere agradecerte por ser tan buen amigo conmigo. Por favor, hyung, no le digas que no —insistió Jimin, juntando las manos en un gesto suplicante.
Taehyung suspiró, mirando los ojos brillantes de Jimin. ¿Cómo podía negarse cuando era la única persona que le sacaba una sonrisa en esa escuela?
—Está bien, iré —respondió al fin, aunque en el fondo sentía un nudo de nerviosismo en el estómago.
Jimin aplaudió con alegría.
—¡Genial! Te recogeremos después de clases. Mamá dijo que te prepares para una cena deliciosa.
Taehyung asintió, aunque no podía evitar preocuparse por cómo se desarrollaría esa noche.
Cuando llegó la hora, Taehyung esperaba en la puerta de su casa vestido de forma sencilla pero elegante, con una camisa blanca y unos pantalones oscuros. Una elegante SUV negra llegó para recogerlo, y al abrir la puerta, encontró a Jimin y Eunji sonriéndole desde el interior.
—¡Hyung! Sube, te estábamos esperando —dijo Jimin mientras le hacía espacio.
Taehyung subió al vehículo, saludando a Eunji con una leve inclinación de cabeza.
—Es un placer conocerte, Taehyung. Jimin me ha hablado maravillas de ti —dijo Eunji con una sonrisa cálida.
—El placer es mío, señora Jeon. Gracias por invitarme —respondió Taehyung, haciendo un esfuerzo por mantener la cortesía a pesar de lo incómodo que se sentía.
Eunji se rió suavemente.
—Por favor, llámame Eunji. Eres nuestro invitado esta noche.
El camino hasta la mansión fue tranquilo, con Eunji haciendo preguntas amables sobre la vida escolar de Taehyung y sus intereses. Jimin intervenía de vez en cuando, contando anécdotas graciosas que sacaban una risa ligera de Taehyung.
Después de cenar, Jimin llevó a Taehyung por la mansión para que conociera el lugar. Subieron juntos al segundo piso, donde Jimin señaló una puerta.
—Hyung, este es el baño. Si necesitas algo, estaré abajo ayudando a mi mamá. —Le dedicó una sonrisa antes de bajar las escaleras apresurado.
Taehyung se quedó solo en el pasillo, suspirando mientras entraba al baño. Se mojó la cara, intentando calmar la maraña de emociones que lo habían perseguido durante la cena. Pero justo cuando estaba a punto de salir, su cuerpo se tensó al ver a Jungkook caminando hacia él desde el otro extremo del pasillo.
Rápidamente desvió la mirada y trató de pasar de largo, pero Jungkook se movió con rapidez, empujándolo suavemente de regreso al baño y cerrando la puerta con seguro.
—¿Qué hace, señor Jeon? —preguntó Taehyung con voz tensa, retrocediendo un paso mientras miraba la figura imponente del director.
Sin responder, Jungkook avanzó hacia él, sus ojos ardiendo con una mezcla de emociones. En un movimiento decidido, lo tomó de la cintura, atrayéndolo hacia sí y sellando sus labios en un beso cargado de deseo reprimido.
Aunque sorprendido, Taehyung correspondió al principio, dejando que sus emociones lo traicionaran por un instante. Pero la razón volvió con fuerza, y lo empujó con ambas manos, rompiendo el contacto.
—No me hagas esto, por favor —susurró Taehyung, con la voz quebrada y los ojos llenos de tormento—. Tienes una esposa y un hijo allá abajo... Nos pueden descubrir.
Jungkook lo miró con intensidad, sin apartarse ni un milímetro.
—No me importa, Taehyung. No puedo evitarlo. Eres todo lo que pienso.
Taehyung sacudió la cabeza, luchando contra las lágrimas que amenazaban con brotar.
—Esto está mal, Jungkook. No podemos...
Pero antes de que pudiera terminar, Jungkook lo atrapó nuevamente, sus labios encontrándose con los de Taehyung en un beso aún más profundo, lleno de pasión contenida y frustración. Esta vez, las barreras de Taehyung se desmoronaron por completo, y se dejó llevar, rodeando el cuello de Jungkook con sus brazos mientras lo correspondía con la misma intensidad.
El espacio reducido del baño parecía llenarse de la electricidad que generaban sus cuerpos, hasta que un ruido proveniente del pasillo los hizo detenerse bruscamente. Ambos se separaron, respirando agitadamente, conscientes del riesgo que corrían.
Jungkook miró a Taehyung con una mezcla de arrepentimiento y deseo.
—Lo siento, no quería ponerte en esta situación... Pero no puedo alejarme de ti.
Taehyung apartó la mirada, sintiendo que el peso de la culpa y el deseo lo ahogaba.
—Esto tiene que parar, Jungkook. —Sus palabras eran firmes, aunque su tono reflejaba el dolor que sentía—. No podemos seguir así.
Sin esperar respuesta, abrió la puerta y salió apresuradamente, dejándolo solo en el baño, enfrentando sus propios demonios internos.
De vuelta en el comedor, Eunji miraba alrededor buscando a Jungkook.
—¿Alguien ha visto a mi esposo? —preguntó con una sonrisa despreocupada mientras servía más vino.
Jimin negó con la cabeza mientras recogía los platos.
—Seguramente está atendiendo una llamada importante. Ya sabes cómo es con el trabajo, mamá.
Eunji asintió, sin sospechar nada, mientras Jimin continuaba ayudándola. Entretanto, Taehyung bajó las escaleras con el corazón acelerado, intentando recomponerse antes de que alguien notara algo extraño en su rostro.
La velada continuó, pero tanto Jungkook como Taehyung apenas podían soportar la tensión que pendía como un hilo frágil entre ellos.
La cena continuó, y Taehyung se esforzó por mantener una fachada neutral, sentándose junto a Jimin y participando lo mínimo posible en las conversaciones. Jungkook apareció unos minutos después, tomando su lugar junto a Eunji, quien le dedicó una sonrisa radiante mientras le servía una copa de vino.
—Todo bien, cariño? —preguntó Eunji, acariciándole la mano.
—Sí, todo bien —respondió Jungkook, devolviéndole una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.
Taehyung evitó mirarlo, concentrándose en su plato vacío, mientras Eunji y los padres de Jungkook seguían conversando sobre los aviones para la llegada del nuevo bebé.
—Creo que es una bendición que Jimin vaya a tener un hermanito o hermanita —comentó Yoongi, el padre de Jungkook, levantando su copa—. Nuestra familia se hará más grande y más fuerte.
Todos levantaron sus copas para brindar, excepto Taehyung, que fingó no darse cuenta mientras bebía un sorbo de agua.
—Taehyung, ¿estás bien? —preguntó Jimin en voz baja, notando su incomodidad.
—Sí, solo estoy un poco cansado —mintió Taehyung, forzando una sonrisa para tranquilizarlo.
Cuando terminó la cena, Jimin lo arrastró de nuevo hacia la sala para jugar videojuegos, insistiendo en que se quedaría un rato más antes de irse. Taehyung aceptó, agradeciendo la distracción, aunque su mente seguía atrapada en el caos emocional que Jungkook había provocado.
Mientras tanto, Eunji tomó de la mano a Jungkook, llevándolo al despacho para hablar en privado.
—Jungkook, ha estado muy distante últimamente. ¿Todo está bien en la escuela? —preguntó, mirándolo con preocupación.
—Sí, solo ha sido mucho trabajo. —Jungkook evitó su mirada, sintiendo cómo la culpa comenzaba a consumirlo.
Eunji le rodeó el cuello con los brazos y lo besó suavemente en los labios.
—Sabes que estoy aquí para apoyarte, ¿verdad? Ahora más que nunca, con el bebé en camino.
Jungkook ascendió, pero sus pensamientos estaban lejos de ahí, recordando el sabor de los labios de Taehyung y el fuego que había sentido al tenerlo tan cerca.
Horas después, cuando Jimin finalmente dejó que Taehyung se fuera, ambos se despidieron en la puerta principal.
—Gracias por venir, hyung. Mamá está muy feliz de que aceptes la invitación. —Jimin sonriendo con sinceridad, ajeno al torbellino emocional que su mejor amigo intentaba ocultar.
—De nada, Jimin. Nos vemos mañana en clase. —Taehyung le revolvió el cabello antes de dirigirse hacia el auto de su padre, que ya lo esperaba.
Mientras se alejaba, sintió cómo las lágrimas querían brotar nuevamente, pero se obligó a contenerlas.
En el interior de la mansión, Jungkook observaba desde una ventana del segundo piso cómo el auto de Taehyung se alejaba. Sus manos estaban apretadas en puños, y su mente era un campo de batalla entre el deber y el deseo.
Suspiro profundamente, cerrando las cortinas, mientras el peso de sus decisiones lo aplastaba un poco más cada día.
🐞
Al día siguiente
El sol estaba en su punto más alto cuando comenzó la clase de educación física. Los estudiantes estaban en el campo, haciendo ejercicios de calentamiento dirigidos por el entrenador. Algunos se quejaban en voz alta, otros intentaban cumplir con las órdenes sin entusiasmo, y unos pocos, como Jimin, parecían disfrutarlo.
Taehyung, sin embargo, permanecía al margen. Sus movimientos eran precisos, pero faltos de energía. Evitaba hablar con los demás, centrado únicamente en completar lo que se le pedía. Su expresión distante era evidente para quienes lo conocían bien, pero ninguno de sus compañeros se atrevía a decir nada.
Desde su oficina en el segundo piso, Jungkook observaba la escena a través de la ventana. Tenía los brazos cruzados, y su mirada se posaba en Taehyung con más frecuencia de la que él mismo quería admitir. Había algo en su actitud fría y distante que le dolía profundamente, pero también lo hacía sentir más atraído hacia él.
—Director Jeon, ¿todo en orden? —preguntó la secretaría, entrando con una pila de documentos.
Jungkook se giró rápidamente, componiendo una expresión seria.
—Sí, todo está bien. Déjalos en mi escritorio.
La mujer acercandose y se retiro, cerrando la puerta tras de si. Jungkook volvió a mirar hacia el campo, justo un tiempo para ver cómo el entrenador pedía a los estudiantes que formaran equipos para jugar un partido de fútbol.
Taehyung estaba en el equipo contrario a Jimin, lo que provocó risas y bromas entre los compañeros. Mientras comenzaba el partido, Jungkook no pudo evitar sentirse inquieto. Había algo hipnótico de la manera en que Taehyung se movía por el campo, esquivando a los oponentes con agilidad y precisión.
Jungkook se pasó una mano por el cabello, intentando distraerse. No podía seguir dejando que sus emociones lo controlaran de esa manera, pero era inútil. Cada vez que veía a Taehyung, todo lo demás parecía desvanecerse.
Cuando el silbato del entrenador indicó el final del partido, los estudiantes comenzaron a dispersarse, sudorosos y agotados. Taehyung se sentó en el césped, bebiendo agua mientras ignoraba las conversaciones a su alrededor.
Desde la ventana, Jungkook lo miró con una mezcla de frustración y deseo. Sabía que tendría que enfrentarlo tarde o temprano, pero por ahora, se limitó a observarlo, su mente llena de pensamientos que no debía tener.
Bajando la mirada, decidió volver a sus papeles, tratando de convencerse de que podía mantener el control. Pero el nombre de Taehyung seguía repitiéndose en su cabeza como un eco interminable.
Durante el descanso, el bullicio habitual del pasillo se vio interrumpido por la presencia de Irene, una de las estudiantes más populares de la escuela. Vestida con su impecable uniforme, caminaba con una sonrisa radiante y un montón de invitaciones de colores en las manos.
—¡Atención a todos! —exclamó, atrayendo la atención de sus compañeros—. Este sábado es mi cumpleaños y voy a hacer una fiesta temática de disfraces. ¡Están todos invitados!
Los estudiantes se acercaron curiosos, extendiendo las manos para recibir las invitaciones. Irene, con su típico carisma, entregaba cada una con una palabra amable o un cumplido.
Cuando llegó al grupo donde estaban Taehyung y Jimin, entusiasmadamente.
—Taehyung, Jimin, ustedes no pueden faltar. —Les tendió las invitaciones, adornadas con detalles dorados y una máscara veneciana en el diseño—. Será en mi casa a las ocho. ¡Tienen que ir con sus mejores disfraces!
Jimin aceptó la invitación con entusiasmo.
—¡Claro que iremos! —dijo, mirando a Taehyung—. ¿Verdad, Tae?
Taehyung miró la invitación en sus manos, dudando por un momento. Su corazón aún estaba cargado por los eventos recientes, pero no quiso desanimar a su amigo.
—Sí, suena divertido.
—¡Perfecto! —dijo Irene antes de seguir repartiendo las invitaciones a otros grupos.
Cuando se alejó, Jimin se volvió hacia Taehyung con una sonrisa emocionada.
—Va a ser increíble. ¿Ya tienes alguna idea para tu disfraz?
Taehyung se encogió de hombros, guardando la invitación en su bolsillo.
—No lo he pensado todavía, pero supongo que puedo buscar algo sencillo.
Jimin lo miró con fingida desaprobación.
—Nada de sencillo, Tae. ¡Vamos a destacar!
Taehyung dejó escapar una pequeña sonrisa ante el entusiasmo de su amigo, agradeciendo en silencio tener a Jimin a su lado.
Mientras tanto, desde su oficina, Jungkook observaba la interacción entre los dos. Aunque no podía escuchar lo que decían, la visión de Taehyung sonriendo hizo que su corazón diera un vuelco. Se obligó a apartar la mirada, recordándose que debía mantener las distancias.
Sin embargo, una pequeña parte de él se preguntaba si Taehyung asistiría a esa fiesta... y con quién lo haría.
Al llegar a la mansión de su padre Namjoon, Taehyung se sentó en el sofá del vestíbulo, pensando en el disfraz para la fiesta de Irene. Aunque aún no había decidido qué usar, algo en él sintió que era una oportunidad para distraerse de todo lo que había pasado en los últimos días. Mientras se perdía en sus pensamientos, una voz lo sacó de su trance.
—¡Taehyung! —gritó Hwasa, su madrastra, con una sonrisa cálida mientras salía de la cocina con una bandeja de almuerzo.
Taehyung se levantó y la saludó con un leve gesto, aceptando el almuerzo que le ofrecía.
—Gracias, Hwasa —dijo, tomando asiento en la mesa del comedor mientras ella se sentaba a su lado. La casa siempre le había parecido acogedora, aunque sus pensamientos estaban lejos de la calidez del hogar familiar.
Al dejar la bandeja sobre la mesa, Hwasa notó la invitación que Taehyung había dejado caer sobre la superficie. Sus ojos brillaron de emoción al verla.
—¡Oh, es de Irene! —dijo, tomando la tarjeta de invitación con entusiasmo—. ¿Vas a la fiesta de disfraces?
Taehyung avanza lentamente, sin mucha energía. Aunque intentaba mostrarse interesado, la reciente tensión con Jungkook aún pesaba sobre él.
—Sí, parece que sí. —Su tono era algo distante, pero Hwasa, con su característica energía, no lo notó.
—¡Qué emocionante! —exclamó, sin poder esconder su alegría—. ¡Me encantaría ayudarte con el disfraz! Sé que tengo algunas ideas geniales. ¿Qué te parece si nos vamos a comprar mañana?
Taehyung se sorprendió un poco por la propuesta de Hwasa, pero no podía evitar sentir cierta gratitud. Ella siempre había sido muy cercana a él, y aunque sus padres no siempre eran la mejor pareja, Hwasa había sido una presencia cálida en su vida.
—¿En serio? —preguntó, levantando una ceja, algo sorprendido por el entusiasmo de su madrastra.
—¡Claro! —respondió Hwasa, riendo—. ¿Qué tal si vamos a la tienda de disfraces en la tarde? Puede ser divertido. Te prometo que encontraré algo espectacular para ti.
Taehyung se siente débilmente ante la oferta. Aunque la idea de ir a la tienda no era lo que más le emocionaba, la posibilidad de pasar un rato con Hwasa de una manera relajada y sin las presiones que había estado enfrentando últimamente le dio algo de consuelo.
—Está bien, Hwasa. Acepto. —dijo finalmente, agradecido por su ofrecimiento.
Hwasa sonriente con satisfacción y, con un brillo de complicidad en los ojos, agregó:
—¡Perfecto! ¡Va a ser increíble! Y no te preocupes, Taehyung. Si necesitas algo, estoy aquí para ti.
Taehyung miró a su madrastra, sintiendo que aunque su corazón seguía confuso y algo roto, al menos tenía a alguien que se preocupaba por él en momentos como este. A veces, esos pequeños gestos de apoyo podían ser más significativos de lo que él quería admitir.
—Gracias, Hwasa —murmuro
Y toma un bocado de su almuerzo, aunque su mente seguía divagando entre las posibles opciones de disfraces y los recuerdos recientes que lo perseguían.
🦋
El fin de semana.
Esa tarde, Taehyung y Hwasa salieron hacia la tienda de disfraces, dispuestos a encontrar algo único para la fiesta de Irene. Al principio, Taehyung había estado renuente, pero la energía de Hwasa lo convenció, y pronto se encontró caminando por los pasillos de la tienda llena de colores brillantes y montones de disfraces.
—¡Este es perfecto! —exclamó Hwasa mientras sostenía un traje ajustado, sexy y llamativo. Taehyung se sonrojó al verlo.
—¡Hwasa! —dijo con una risa nerviosa—. ¡Eso es... demasiado! No creo que mi papá Namjoon lo acepte.
Hwasa se echó a reír, disfrutando del nerviosismo de Taehyung.
—No te preocupes por tu papá, querido. ¡Yo tengo el don de hacer que todo se vea bien! —le dijo mientras le guiñaba un ojo. El comentario dejó a Taehyung aún más avergonzado, pero no pudo evitar reírse también.
—¡Eso espero! —respondió Taehyung, viendo cómo Hwasa elegía disfraces cada vez más extravagantes, mientras él intentaba encontrar algo más "moderado".
Pero al final, no pudo evitar dejarse llevar por la energía de su madrastra y terminó con un par de opciones igualmente llamativas y atrevidas.
Ambos pagaron por los disfraces y regresaron a casa, con Taehyung aún un poco incómodo pero agradecido por la compañía de Hwasa. Cuando llegaron a la mansión, Namjoon ya estaba en su oficina, ocupado con trabajo, mientras Hwasa le dio instrucciones a Taehyung para que se preparara.
—Vete a cambiarte, Taehyung —le dijo con una sonrisa. —Yo me encargaré de la decoración del disfraz.
Taehyung, aún sintiéndose algo incómodo, ascendió y subió a su habitación. No pasó mucho tiempo antes de que Hwasa entrara en la habitación, lista para ayudarle a cambiarse. Estaba a punto de cerrar la puerta cuando, de repente, Namjoon apareció en el pasillo. Lo miró sorprendido, pero no dijo nada, ya que estaba acostumbrado a las formas de su esposa.
—Todo bien aquí? —preguntó Namjoon, levantando una ceja al ver que Hwasa estaba con Taehyung en su habitación.
—Sí, sí —respondió Hwasa con una sonrisa traviesa—. Solo estamos ayudando a Taehyung a prepararse para la fiesta. ¡Va a estar fabuloso!
Namjoon se acercó, pero antes de irse, echó un vistazo a los dos y, sin decir mucho más, continuó su camino. Taehyung suspiro de alivio, pero algo en su interior le decía que no podía seguir ignorando lo que había pasado entre él y Jungkook. Aún tenía la sensación de que algo muy complicado se estaba desarrollando en su vida.
Mientras tanto, Hwasa cerró la puerta con delicadeza y se acercó a Taehyung con una sonrisa traviesa, comenzando a ayudarle a ponerse el disfraz que había elegido. La atmósfera en la habitación se llenó de una mezcla de emoción y nerviosismo mientras Hwasa lo guiaba con cuidado, asegurándose de que todo quedara perfecto.
Primero, le ayudó a ponerse las medias negras, que se ajustaban perfectamente a sus piernas. Luego, le colocó el body negro que resaltaba su figura, un diseño elegante que combinaba perfectamente con su complexión. Al agregar la falda negra larga que caía suavemente sobre sus caderas, Taehyung sintió cómo su confianza aumentaba, a pesar de la timidez que le causaba el atuendo. La falda tapaba su trasero, pero no podía evitar sentirse expuesto de alguna manera.
Hwasa lo miró con atención mientras ajustaba cada detalle. Luego, colocó unas orejas de conejo sobre su cabeza, el toque perfecto que hacía que el disfraz se sintiera divertido y coqueto al mismo tiempo. Por último, le ayudó a ponerse unos tacones negros de punta que, aunque altos, hacían que Taehyung se sintiera más seguro, con una postura erguida y elegante.
Finalmente, Hwasa le aplicó un maquillaje suave pero impactante, resaltando sus ojos y labios, dándole un aire de sofisticación y sensualidad que Taehyung no sabía que podía lograr. Cuando terminó, se apartó un paso atrás, admirando su trabajo con orgullo.
—¡Woow, te ves increíble, hermoso y sexy, Taehyung! —exclamó Hwasa, aplaudiendo con entusiasmo mientras se acercaba a él para darle un último vistazo evaluador.
Taehyung, completamente sorprendido, se acercó al espejo, observándose con atención. El reflejo que le devolvía era diferente al que estaba acostumbrado a ver: la mezcla del maquillaje, el disfraz y el porte elegante de los tacones le daban una presencia que le resultaba difícil de reconocer, pero a la vez, cautivadora.
Se sonrojó profundamente, su mente se nubló por unos momentos mientras observaba el contraste entre su actitud reservada y la imagen atrevida que ahora proyectaba.
—No puedo creer que yo sea ese... —murmuró para sí mismo, mirando su figura, casi sin poder procesarlo del todo.
Hwasa se acercó y le dio una palmada en el hombro, viendo lo bien que el disfraz le quedaba.
—Lo sé, ¡Te ves increíble! —dijo ella con una sonrisa satisfecha. —¡Te va a encantar la fiesta!
Taehyung asintió sin decir una palabra, aún con la mirada fija en el espejo. Algo en su interior le decía que esta noche podría ser diferente, que tal vez podría olvidarse por un momento de todo lo complicado que había estado sucediendo. Sin embargo, no podía dejar de sentirse inquieto, con un nudo en el estómago. La idea de ir a la fiesta con ese disfraz le provocaba un torrente de emociones encontradas.
Mientras Hwasa lo instaba a salir para irse a la fiesta, Taehyung respiro hondo, aceptando lo que no podía cambiar. Tal vez esa noche podría ser la oportunidad de sentirse libre, aunque solo fuera por un rato.
Ambos salieron de la habitación, Taehyung bajando las escaleras con cuidado en los tacones altos mientras Hwasa lo seguía con una sonrisa de satisfacción. La elegante figura de Taehyung llamó la atención de inmediato, y al llegar al final de las escaleras, se encontraron con Namjoon, quien los esperaba con los brazos cruzados y una expresión de desaprobación.
—¿Qué demonios es esto? —preguntó Namjoon, mirando a Taehyung de arriba abajo con el ceño fruncido.
Taehyung bajó la mirada, avergonzado, pero Hwasa intervino rápidamente. Le lanzó una mirada severa a su esposo, que hablaba más que mil palabras.
—Namjoon, ni te atrevas. Es una fiesta de disfraces, y Taehyung se ve increíble. Además, no se te ocurra arruinarle la noche, ¿entendido? —dijo Hwasa con firmeza, cruzándose de brazos.
Namjoon bufó, claramente incómodo, pero no se atrevió a replicar ante la determinación de su esposa. Simplemente movió la cabeza en señal de resignación mientras Hwasa tomaba a Taehyung del brazo y lo guiaba hacia la puerta.
Al salir de la casa, ambos se encontraron con el coche estacionado del papá de Jimin. Jungkook y Jimin acababan de bajar del vehículo, y sus ojos se dirigieron inmediatamente hacia Taehyung.
Jimin quedó boquiabierto al verlo.
—¡Wow, Taehyung! ¿Quién eres y qué hiciste con mi amigo? —exclamó Jimin, comenzando a reír y lanzando bromas. —Con ese disfraz, seguro vas a ser la sensación de la fiesta.
Taehyung se ruborizó, intentando ignorar las risas de su amigo, mientras Hwasa lo animaba con un gesto cómplice. Pero la reacción de Jungkook fue completamente diferente. Aunque intentó mantener la compostura, sus ojos se detuvieron unos segundos más de lo necesario en la figura de Taehyung.
El disfraz resaltaba cada línea de su cuerpo de una forma que le hacía imposible ignorar la incomodidad que comenzaba a formarse en su pantalón. Jungkook apretó la mandíbula, desviando la mirada rápidamente y ajustándose la chaqueta, tratando de aparentar normalidad.
—Vamos, suban al carro —dijo Jungkook con un tono seco, sin atreverse a mirar directamente a Taehyung.
Jimin siguió riéndose mientras abría la puerta trasera y subía, jalando a Taehyung consigo. Hwasa le dedicó una sonrisa divertida a Jungkook antes de despedirse con la mano.
—Diviértanse, chicos. Y tú, Taehyung, relájate y pásala bien, ¿sí? —dijo Hwasa con un guiño, cerrando la puerta tras ellos.
Jungkook tomó aire profundamente antes de subirse al asiento del conductor, sin decir una palabra más. Durante todo el trayecto hacia la fiesta, intentó concentrarse en el camino, pero la imagen de Taehyung en ese disfraz seguía apareciendo en su mente, nublando sus pensamientos.
Mientras tanto, en el asiento trasero, Jimin seguía haciendo bromas, pero Taehyung apenas respondía, todavía incómodo por el disfraz y por la intensidad con la que había sentido la mirada de Jungkook al salir de la casa.
La noche apenas comenzaba, pero tanto Jungkook como Taehyung sabían que esta sería cualquier cosa menos una noche normal.
Al llegar a la fiesta, el sonido de la música y las luces brillantes les dieron la bienvenida. Taehyung y Jimin bajaron del auto mientras Jungkook los observaba desde el volante, sus dedos apretando ligeramente el volante antes de despedirse con un simple movimiento de cabeza.
—Diviértanse —dijo Jungkook, su voz más tensa de lo habitual, antes de conducir hacia el estacionamiento.
Taehyung y Jimin caminaron hacia la entrada principal, donde la cumpleañera, Irene, los recibió con una gran sonrisa.
—¡Finalmente llegaron! —exclamó Irene emocionada, mirando a ambos de pies a cabeza. Sus ojos se iluminaron al ver el disfraz de Taehyung. —¡Taehyung, luces espectacular! Definitivamente el mejor disfraz de la noche.
Taehyung, sintiendo las miradas de todos sobre él, bajó la cabeza, su rostro completamente sonrojado.
—Gracias... —murmuró tímidamente mientras Irene tomaba sus manos y lo guiaba hacia donde estaban los demás invitados.
—¡Todos tienen que ver esto! —dijo Irene emocionada, llevándolo hasta el centro del grupo.
Los demás invitados, vestidos con una variedad de disfraces creativos, se giraron hacia ellos, y al ver a Taehyung, comenzaron a murmurar y exclamar comentarios.
—¡Wow, qué disfraz!
—Taehyung, luces increíble.
—Definitivamente, eres el mejor vestido de la fiesta.
Taehyung intentó responder con una sonrisa tímida, pero la atención era abrumadora. Algunos incluso comenzaron a bromear de manera más atrevida, lo que hizo que se sintiera aún más incómodo.
—¿Cómo lograste verte así? —preguntó uno, mientras otro dijo en broma: —Seguro que rompiste varios corazones al entrar.
Jimin, quien había estado sonriendo al principio, comenzó a fruncir el ceño al notar cómo los demás rodeaban a Taehyung, haciendo comentarios que claramente lo ponían nervioso.
—¡Ya basta! —interrumpió Jimin con voz firme, colocándose frente a Taehyung y cruzando los brazos. —Déjenlo en paz. Está aquí para disfrutar, no para ser el centro de sus bromas.
El grupo se quedó en silencio por un momento, sorprendidos por el tono protector de Jimin. Algunos retrocedieron, mientras otros intentaron suavizar la situación con risas incómodas.
—Tranquilo, Jimin, solo estábamos admirando su disfraz —dijo uno de los chicos, levantando las manos en señal de paz.
Jimin no bajó la guardia y se giró hacia Taehyung, sonriéndole de manera tranquilizadora.
—Vamos, Tae. No les hagas caso. Sabes que siempre tienen que exagerar todo —dijo, tomando su mano y llevándolo hacia una esquina más tranquila de la sala.
Taehyung respiró aliviado, mirando a su mejor amigo con una pequeña sonrisa.
—Gracias, Jimin —murmuró, sintiéndose agradecido por el apoyo de su amigo.
—No tienes que agradecerme. Nadie tiene derecho a hacerte sentir incómodo —respondió Jimin con determinación. Luego sonrió ampliamente y añadió: —Aunque debo admitir que luces increíble. Casi me haces dudar si debería haberte dejado venir así.
Ambos rieron, y poco a poco, Taehyung comenzó a relajarse, disfrutando de la fiesta mientras Jimin permanecía a su lado, asegurándose de que nada más lo molestara.
La fiesta avanzó en una mezcla de risas, música y energía vibrante. Taehyung y Jimin, después de dejar atrás la incomodidad inicial, comenzaron a soltarse más.
La pista de baile estaba llena, y ambos no tardaron en unirse al grupo. La música cambiaba entre ritmos pegajosos y canciones clásicas para animar a todos, y pronto Taehyung y Jimin estaban bailando y riendo sin parar. Entre canciones, los invitados se acercaban con vasos llenos de alcohol, animándolos a tomar pequeños tragos.
Taehyung no estaba acostumbrado a beber, pero la emoción del momento lo llevó a aceptar algunos vasos, sintiendo cómo el alcohol empezaba a relajarle más de lo que esperaba.
Después de unas horas, el momento cumbre de la noche llegó cuando todos se reunieron alrededor de Irene. Las luces se atenuaron, y la música cambió a un ritmo más tranquilo mientras le cantaban el "Feliz cumpleaños". Irene, radiante en su disfraz, sopló las velas con una gran sonrisa, agradeciendo los regalos y abrazos de sus amigos.
Tras la cena y la tarta, la energía de la fiesta volvió a subir con la llegada de la hora loca. Sombreros extravagantes, máscaras, gafas brillantes y accesorios coloridos comenzaron a repartirse entre los invitados, mientras las luces estroboscópicas transformaban el lugar en un carnaval desenfrenado.
La música ahora era más intensa, y Taehyung, ligeramente embriagado, se dejó llevar completamente por el ambiente. Sus movimientos en la pista de baile se volvieron más fluidos, sensuales, y pronto captó la atención de todos.
Jimin y Hoseok, siempre dispuestos a animar el ambiente, se unieron a él en la pista, creando un pequeño espectáculo. Taehyung, con una confianza inusual, comenzó a moverse entre ellos, bailando de manera sexy mientras la multitud los vitoreaba.
—¡Vamos, Tae! ¡Muéstrales cómo se hace! —gritó Jimin, riendo mientras intentaba seguirle el ritmo.
Hoseok, conocido por su talento para el baile, tampoco se quedó atrás y comenzó a imitar los movimientos de Taehyung, riendo y animándolo a seguir.
El público aplaudía y gritaba, uniéndose poco a poco al trío. La pista se llenó, y pronto todos estaban bailando alrededor de ellos, contagiados por la energía y el carisma de Taehyung.
—¡Esto es una locura! —exclamó Irene, riendo mientras se unía a ellos con su disfraz brillante.
La música seguía subiendo de intensidad, y Taehyung, completamente perdido en el momento, se permitió disfrutar como nunca antes. La sensación de ser el centro de atención no lo abrumaba esta vez; al contrario, lo hacía sentirse poderoso, vivo.
Entre risas, giros y movimientos, la hora loca se convirtió en el punto culminante de la noche, un recuerdo que todos llevarían consigo mucho tiempo después.
Pero entre las luces y el desenfreno, una mirada oculta desde la distancia seguía cada movimiento de Taehyung con intensidad: Jungkook, quien había llegado de manera inesperada para supervisar la fiesta de su hijo y no podía apartar los ojos del joven que estaba deslumbrando a todos.
La música seguía retumbando en el salón, con luces de colores destellando por todas partes. Taehyung estaba completamente inmerso en el ambiente de la fiesta, moviéndose al ritmo de la música con una soltura y una sensualidad que llamaban la atención de todos.
Jimin, quien estaba cerca, no podía apartar los ojos de su mejor amigo. Entre risas y pasos de baile, Jimin lo tomó de la cintura para girarlo hacia él en un movimiento que parecía natural, pero que llevaba una carga de intención que solo ellos podían sentir.
Ambos quedaron frente a frente, respirando con dificultad por la energía del baile. Taehyung lo miró a los ojos, sus mejillas ligeramente sonrojadas por el calor del momento y los efectos del alcohol. La música parecía desvanecerse alrededor de ellos, dejando solo el latido acompasado de sus corazones.
Jimin le dedicó una sonrisa traviesa mientras sus dedos permanecían firmes en la cintura de Taehyung.
—Te ves increíble esta noche, Tae —le dijo, su voz apenas audible sobre el ruido.
Taehyung rió suavemente, avergonzado pero incapaz de apartar la mirada. Algo en la intensidad de los ojos de Jimin lo atrapó, y antes de que pudiera reaccionar, ambos comenzaron a inclinarse hacia el otro.
En cuestión de segundos, sus labios se encontraron en un beso que, aunque breve al inicio, rápidamente se volvió más profundo, más intenso. La multitud que los rodeaba comenzó a gritar y aplaudir al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo.
—¡Eso es, Jimin y Taehyung! —gritó alguien entre risas.
—¡Ya era hora! —añadió otra voz.
Ambos se separaron ligeramente, sus rostros aún cerca, y sus miradas conectadas en una mezcla de sorpresa y algo más que no podían definir. Taehyung se llevó una mano a los labios, sus ojos abiertos en shock, mientras Jimin lo observaba con una expresión de satisfacción y una leve sonrisa.
—Creo que todos querían ver eso —dijo Jimin en tono juguetón, aunque había algo en su voz que indicaba que el beso había significado más para él.
Taehyung, todavía procesando lo que acababa de ocurrir, no pudo evitar reírse entre nervios y vergüenza.
—Estás loco, Jimin —respondió, sacudiendo la cabeza, pero sin apartarse de su lado.
La fiesta continuó con aún más energía después de ese momento, pero algo había cambiado entre ellos. La chispa que había surgido en aquel beso se quedó flotando en el aire, dejando a ambos con emociones encontradas que tendrían que enfrentar más adelante.
Desde una esquina del salón, sin embargo, una figura observaba todo con el ceño fruncido y una mirada oscura. Jungkook, quien había llegado sin que nadie lo notara, no pudo evitar sentir una punzada de celos al ver cómo Taehyung y Jimin parecían tan cómodos y conectados, como si en ese momento solo existieran ellos dos en el mundo.
La fiesta comenzaba a apagarse y la energía se disipaba, pero Jimin aún tenía un brillo especial en los ojos. Mientras Taehyung reía suavemente al terminar un último baile, Jimin se inclinó hacia él, susurrándole al oído:
—Esto no ha terminado, Tae. Continuaremos en la mansión.
Taehyung lo miró, sorprendido pero también curioso, notando el tono juguetón pero firme en la voz de su mejor amigo. Antes de que pudiera decir algo, Jimin sacó su teléfono y llamó a su padre.
—Papá, ya estamos listos. Ven a recogernos, por favor —dijo Jimin con tranquilidad, mientras miraba a Taehyung con una sonrisa significativa.
Unos minutos después, el elegante automóvil negro de Jungkook llegó frente a la casa de Irene. Los chicos salieron, todavía riendo por las bromas y momentos de la fiesta. Jungkook los esperaba junto al carro, con una expresión neutral, aunque su mirada se suavizó al verlos.
—¿La pasaron bien? —preguntó, abriendo la puerta del coche para que subieran.
—Demasiado bien —respondió Jimin con una sonrisa, mientras empujaba ligeramente a Taehyung para que subiera primero.
Durante el camino de regreso, el silencio predominaba, pero Jimin y Taehyung intercambiaban miradas y pequeñas sonrisas cómplices. Jungkook, al volante, podía sentir la tensión en el aire. Su mandíbula se tensó al recordar lo que había presenciado en la fiesta, pero decidió no decir nada.
Al llegar a la mansión, Jimin abrió la puerta y tiró de Taehyung con entusiasmo.
—Buenas noches, papá. Nos vemos mañana —dijo con rapidez, mientras ambos corrían escaleras arriba.
—Descansen —respondió Jungkook, aunque sus ojos siguieron la figura de Taehyung hasta que desapareció en el segundo piso.
Jimin y Taehyung llegaron a la habitación de Jimin y cerraron la puerta detrás de ellos. La emoción de la noche aún latía en sus cuerpos, y sin decir nada, se encontraron nuevamente en un beso apasionado. Jimin rodeó la cintura de Taehyung con sus brazos, atrayéndolo más cerca, mientras sus manos comenzaban a buscar los broches y cierres de sus disfraces.
Taehyung jadeó suavemente, separándose apenas un momento para susurrar:
—Esto es una locura, Jimin.
—Lo sé, pero no quiero que termine —respondió Jimin, mirándolo con intensidad antes de volver a unir sus labios.
Las prendas comenzaron a caer una a una, dejando una mezcla de risas, suspiros y miradas cómplices. Sin embargo, lo que ninguno de los dos sabía era que, en el pasillo, Jungkook se había detenido frente a la puerta cerrada, con la intención de decirles algo. Al escuchar los murmullos y risas apagadas, sus manos se apretaron en puños, y un sentimiento amargo lo recorrió.
Sin querer interrumpir ni revelar su presencia, Jungkook respiró hondo, dio media vuelta y regresó a su habitación, aunque su mente seguía atrapada en lo que ocurría del otro lado de esa puerta.
En la habitación, las risas y susurros se intensificaban. Jimin tomó la iniciativa, deslizando sus manos con delicadeza hasta la cintura de Taehyung, tirando de la falda que cubría sus curvas. Con un movimiento seguro, la prenda cayó al suelo, dejando a Taehyung únicamente en el elegante body, las medias negras, y su ropa interior.
—Te ves increíble, Taehyung... demasiado perfecto —susurró Jimin, sus ojos recorriéndolo sin disimulo.
Taehyung, con el rostro completamente sonrojado, desvió la mirada por un momento, pero no pudo evitar que una pequeña sonrisa escapara de sus labios. Sin embargo, cuando Jimin volvió a inclinarse hacia él, atrapándolo en un beso profundo y cálido, cualquier rastro de vergüenza desapareció.
Mientras se besaban, las manos de Jimin encontraron los broches del body y comenzaron a desabrocharlos con torpeza pero con determinación. Taehyung dejó escapar un pequeño jadeo entre besos, sintiendo cómo la prenda se deslizaba lentamente hasta quedar solo en su ropa interior y las medias ajustadas.
—Eres... demasiado hermoso —murmuró Jimin, sin apartar la mirada de él.
Sin detenerse, Jimin se despojó rápidamente de su propia camisa y chaqueta del disfraz, quedando a medio vestir mientras volvía a capturar los labios de Taehyung. Ambos se dejaron llevar, sus manos explorándose con una mezcla de curiosidad y deseo.
—Jimin... —murmuró Taehyung entre besos, con la voz temblorosa.
—Shh... confía en mí, Tae —respondió Jimin, su tono suave pero decidido.
El momento parecía detenerse en el tiempo, el ambiente cargado de emociones, hasta que una risa apagada desde el pasillo los sobresaltó ligeramente. Ambos se miraron y se rieron nerviosamente, pero en lugar de detenerse, continuaron, el sonido del mundo exterior desvaneciéndose mientras se entregaban al momento que compartían.
El momento se interrumpió bruscamente cuando un sonido firme de golpes en la puerta resonó.
—¡Jimin, abre la puerta ahora mismo! —la voz grave de Jungkook rompió la burbuja de intimidad en la que ambos se encontraban.
Jimin se levantó rápidamente, con el corazón acelerado, mientras Taehyung buscaba desesperadamente cubrirse. Sin pensarlo, Jimin tomó una sábana y envolvió a Taehyung, susurrándole:
—Tranquilo, yo me encargo.
Abrió la puerta solo para encontrarse con la severa mirada de su padre. Jungkook escaneó la habitación, notando a Taehyung envuelto en la sábana, sentado en el borde de la cama, con la expresión de un niño atrapado haciendo travesuras.
—Taehyung, ve a la habitación de huéspedes. Ahora —ordenó Jungkook, sin levantar la voz pero dejando claro que no aceptaría ninguna réplica.
—Papá, no es lo que parece...
—No quiero excusas, Jimin — lo interrumpió Jungkook, sin apartar la mirada de su hijo.
Jimin suspiró, resignado, y tomó una camisa blanca y un par de pantalones del armario, acercándoselos a Taehyung.
—Ponte esto, Tae.
Taehyung aceptó las prendas en silencio, se vistió rápidamente y salió de la habitación con la cabeza baja, evitando mirar a Jungkook mientras pasaba junto a él. Jungkook cerró la puerta detrás de Taehyung y se volvió hacia su hijo, cruzándose de brazos.
—¿Qué demonios estabas pensando, Jimin? —preguntó con frialdad.
—Papá, fue un error... estábamos... —intentó explicar Jimin, pero Jungkook lo interrumpió de nuevo.
—¿Un error? ¿Dejarte llevar por el alcohol y casi cometer una irresponsabilidad? ¿Qué ejemplo crees que estás dando?
Jimin bajó la mirada, sintiéndose como un niño regañado.
—No fue así, yo...
—No quiero oír excusas, Jimin. ¿Sabes lo que podría haber pasado? Taehyung es joven, vulnerable... y tú, como su amigo, deberías cuidarlo, no ponerlo en esta situación —la voz de Jungkook era firme, pero contenía un rastro de decepción.
Jimin apretó los puños, queriendo defenderse, pero sabía que su padre tenía razón.
—Lo siento, papá. Fue una mala decisión.
Jungkook asintió lentamente, suavizando un poco su tono.
—Espero que lo pienses bien, Jimin. No puedes seguir actuando impulsivamente. Ahora, ve a dormir, y mañana quiero que hables con Taehyung para aclarar las cosas.
Con eso, Jungkook salió de la habitación, dejando a Jimin solo para reflexionar sobre sus acciones y sus sentimientos encontrados.
👑
Al día siguiente
El sol se filtraba a través de las cortinas de la habitación de Jimin. El joven despertó con un dolor de cabeza intenso, la resaca de la noche anterior pesando sobre sus hombros. El recuerdo del beso con Taehyung le revolvía el estómago, y no podía dejar de pensar en lo que había sucedido, en lo que casi pasó.
Se levantó de la cama, tomándose un momento para recomponerse, antes de salir de la habitación. Al pasar por el pasillo, vio que la puerta de la habitación de huéspedes esta cerrada. Taehyung había pasado la noche ahí, probablemente evitando que se encontraran. Jimin suspiró, sintiendo una mezcla de culpabilidad y angustia. Tenía que hablar con él.
Mientras tanto, en la cocina, Jungkook esta tomando su café de la mañana, leyendo los correos del trabajo, pero se nota que aún esta tenso por lo ocurrido la noche anterior. Su mente no dejaba de regresar al momento en que había encontrado a su hijo y a Taehyung en esa situación. No solo preocupaba la imprudencia de Jimin, sino también lo que eso significaba para su relación con Taehyung. ¿Qué estaba pasando entre ellos?
Jimin se acercó a la cocina, pero antes de entrar, se detuvo en la puerta. Jungkook no lo miró de inmediato, pero sabía que su hijo estaba ahí.
—Papá, necesito hablar con Taehyung... —dijo Jimin en voz baja.
Jungkook lo miró por encima de su taza, su expresión aún seria.
—Primero, asegúrate de que has pensado bien lo que vas a decirle. No quiero más confusión entre ustedes dos.
Jimin asintió con la cabeza y salió en busca de Taehyung. Caminó por el pasillo, y antes de llegar a la puerta de la habitación de huéspedes, se detuvo, sintiendo un nudo en el estómago. Golpeó suavemente.
—Tae... ¿Puedo hablar contigo?
Al principio, no hubo respuesta. Pero después de unos segundos, la puerta se abrió lentamente. Taehyung apareció en el umbral, con los ojos enrojecidos de haber llorado, su cabello desordenado. Cuando vio a Jimin, dio un paso atrás, como si quisiera cerrar la puerta de nuevo.
—No quiero hablar ahora, Jimin —dijo Taehyung, con voz quebrada.
Jimin se quedó en el umbral, sin saber qué hacer, sintiendo el peso de su culpa.
—Por favor, Tae. Sé que fue un error, pero no quiero que esto nos separe. No quiero perderte como amigo.
Taehyung lo miró en silencio, sus ojos reflejando una lucha interna. Finalmente, suspiró y dejó que Jimin entrara.
—¿Qué quieres decirme, Jimin? —preguntó Taehyung, cruzándose de brazos.
—Te lo dije anoche... fue un error. Yo... no sé por qué hice eso. El alcohol... nos jugó una mala pasada —dijo Jimin, dando un paso hacia él, pero sin acercarse demasiado.
Taehyung lo miró fijamente, su expresión seria.
—No es solo el alcohol, Jimin. Yo... no sé qué pensar ahora. Todo esto me confundió mucho. —El tono de Taehyung era bajo, como si estuviera tratando de contener sus emociones.
Jimin tragó saliva, sintiendo que su pecho se apretaba.
—Te juro que no quería hacerte daño. Solo... no sé cómo manejar todo esto. —Su voz tembló un poco. —Lo último que quiero es hacerte sentir incómodo, Tae. ¿Podemos hablar de esto?
Taehyung suspiró profundamente y asintió lentamente.
—Solo quiero aclarar algo: lo que pasó no cambia las cosas entre nosotros. Somos amigos, Jimin. Eso es lo que importa, ¿sí?
Jimin asintió, un poco aliviado por las palabras de Taehyung, pero aún con una sensación de duda que le rondaba en el corazón.
—Lo prometo, Tae. No quiero que nada de esto cambie nuestra amistad. —Jimin dio un paso más cerca, mirando a Taehyung con sinceridad. —Pero necesito que me digas qué quieres tú de esto. ¿Lo que pasó anoche fue solo un error, o hay algo más que deba saber?
Taehyung lo miró, y en ese momento, Jimin pudo ver una vulnerabilidad en sus ojos, algo que no había notado antes.
—No sé lo que quiero, Jimin —respondió Taehyung en voz baja. —Solo sé que estoy confundido. Pero creo que lo mejor es que sigamos como siempre. No quiero que esto nos cambie.
Jimin respiró aliviado, pero a la vez, una parte de él seguía deseando que Taehyung dijera algo diferente, algo que confirmara lo que había sentido durante la noche.
—Está bien, Tae. Vamos a dejar las cosas claras entre nosotros. Sigamos adelante, ¿de acuerdo?
Taehyung asintió, aunque en su mirada había algo más que no quería decir. Mientras tanto, Jimin sintió un peso más ligero en su pecho, pero no podía evitar que sus pensamientos sobre la noche anterior continuaran rondando su mente.
Después de un desayuno tenso pero silencioso, donde ambos intentaron actuar con normalidad, Jimin se ofreció a llevar a Taehyung de regreso a su casa. Aunque no se mencionó más sobre lo sucedido la noche anterior, el aire entre ellos estaba cargado de cosas no dichas.
Cuando llegaron a la puerta de la mansión, Jimin estacionó el auto y miró a Taehyung con una sonrisa forzada.
—Te veré luego, ¿sí? —dijo Jimin, tratando de sonar casual, pero sus ojos traicionaban la preocupación que sentía.
Taehyung lo miró, sonriendo levemente.
—Sí, claro. Gracias por traerme —respondió con voz suave.
Ambos se miraron por un momento más antes de que Taehyung abriera la puerta del auto y saliera. Jimin lo observó alejarse, sintiendo una extraña sensación de incomodidad al no saber qué exactamente había cambiado entre ellos después de la noche pasada.
Taehyung caminó hacia la puerta de la mansión, su mente llena de pensamientos dispersos. Al entrar, su madre Hwasa lo saludó brevemente antes de seguir con sus actividades. Taehyung, sin decir nada más, subió las escaleras, sin prisa, como si estuviera tratando de alejarse de todo.
Llegó a su habitación y cerró la puerta con fuerza, dejándose caer en la cama. Cerró los ojos y dejó que los recuerdos de la noche anterior lo invadieran: el alcohol, la risa, el beso con Jimin... todo lo que había pasado entre ellos. A pesar de lo que había dicho a Jimin, de que todo había sido un error, su corazón no dejaba de latir más rápido al recordar la sensación de sus labios, el deseo compartido, la forma en que ambos se dejaron llevar.
Se sentó en la cama, abrazando sus rodillas contra su pecho, mirando hacia la ventana. El silencio de la habitación lo rodeaba, pero no podía callar el ruido en su mente. ¿Había sido un error? ¿O había algo más entre él y Jimin de lo que ambos querían admitir?
Taehyung suspiró profundamente, sintiendo un nudo en el estómago. Aunque trataba de convencerse de que no quería que nada cambiara, una pequeña parte de él deseaba que las cosas entre ellos fueran diferentes. Pero al mismo tiempo, sabía que no podía permitir que eso afectara su amistad con Jimin, o mucho menos su relación con su padre, Jungkook. La confusión lo estaba consumiendo.
Finalmente, se recostó en la cama, mirando al techo, esperando que, con el tiempo, la respuesta a sus preguntas llegara por sí sola. Pero por ahora, todo lo que podía hacer era cerrar los ojos y tratar de descansar, aunque sabía que esa noche, las imágenes de lo sucedido no lo dejarían dormir tranquilo.
La habitación estaba en silencio, el único sonido era el leve zumbido del aire acondicionado, y Taehyung no podía dejar de pensar en lo sucedido. Se dio vuelta en la cama, mirando el techo, como si eso pudiera darle alguna claridad. La sensación del beso con Jimin seguía fresca en su mente, y se preguntaba si él también estaba sintiendo lo mismo o si todo había sido solo un impulso de la noche, una mezcla de alcohol y emociones a flor de piel.
¿Qué se supone que somos ahora? pensó Taehyung, sintiendo un dolor en el pecho, como si algo se estuviera quebrando por dentro. No podía ignorar lo que había sucedido, pero al mismo tiempo, sabía que no podía seguir jugando con esos sentimientos. Jimin era su amigo, su mejor amigo, y eso era lo único que debía importarle.
La puerta de su habitación se abrió lentamente, y Hwasa asomó la cabeza.
—Taehyung, ¿Te encuentras bien? —preguntó con voz suave, entrando a la habitación y sentándose al borde de su cama.
Taehyung no la miró de inmediato, pero su presencia reconfortante lo hizo relajarse un poco. Hwasa había sido la figura materna en su vida desde que su madre los había dejado. A pesar de sus diferencias, ella siempre había sido una persona que lo entendía, al menos en ciertos aspectos.
—Sí, estoy bien —respondió Taehyung, su tono distante, aunque no estaba tan seguro de lo que estaba sintiendo.
Hwasa lo observó por un momento, y luego, con una sonrisa comprensiva, le acarició la cabeza.
—¿Estás seguro? Pareces preocupado. Si necesitas hablar de algo, sabes que siempre puedes contar conmigo.
Taehyung sintió una calidez en su pecho ante sus palabras, pero la presión sobre su corazón seguía ahí. No sabía si podía hablar de lo que había sucedido con Jimin, de sus sentimientos confusos. Aún no estaba listo para compartirlo, ni siquiera con su madre adoptiva. Solo asintió con la cabeza, agradeciendo su apoyo.
—Solo necesito un poco de tiempo —murmuró, no queriendo profundizar en el tema.
Hwasa lo miró un momento, su expresión mostrando una mezcla de preocupación y paciencia. Sabía que su hijo no solía abrirse fácilmente, pero estaba dispuesta a esperar hasta que él estuviera listo.
—Está bien. Tómate el tiempo que necesites. Solo recuerda que siempre estoy aquí para ti.
Taehyung asintió y, después de un silencio incómodo, Hwasa se levantó para salir de la habitación. Antes de irse, le dio una última mirada.
—Te quiero mucho, Taehyung —dijo en voz baja, cerrando la puerta detrás de ella.
La soledad volvió a envolver la habitación, y Taehyung se dejó caer nuevamente en la cama. Las palabras de Hwasa seguían resonando en su mente, pero no conseguía encontrar las respuestas que tanto deseaba.
Finalmente, se levantó y fue hasta la ventana, mirando al jardín que se extendía ante la mansión. La luz de la tarde comenzaba a desvanecerse, dejando paso a la oscuridad de la noche. Sus pensamientos, sin embargo, continuaban girando en torno a Jimin y lo que había sucedido entre ellos.
¿Qué pasará ahora? pensó una vez más. ¿Podremos seguir siendo amigos después de esto?
Suspiró profundamente, sabiendo que la respuesta no vendría fácilmente. Y por ahora, lo único que podía hacer era esperar, aunque esa espera lo dejara en un mar de dudas.
La semana pasó lentamente para Taehyung. Evitó tanto a Jimin como a Jungkook. En la escuela, se mantenía alejado de Jimin, evitando sus miradas, sus intentos de conversación. Las cosas se sentían tensas entre ellos, como si hubiera una línea invisible que ninguno de los dos se atrevía a cruzar. Taehyung estaba confundido, pero a la vez necesitaba espacio para aclarar sus pensamientos. No sabía cómo reaccionar ante lo que había sucedido entre él y Jimin. ¿Era solo un impulso o algo más?
Jungkook también se mantenía distante, aunque no era fácil evitarlo por completo pero Taehyung lo ignoraba con una frialdad que no era habitual en él. El dolor y la confusión lo envolvían, y lo último que quería era hablar con cualquiera de ellos. La distancia era la única solución que encontraba, aunque la soledad lo devoraba por dentro.
Finalmente, llegó el fin de semana.
Namjoon y Hwasa estaban ocupados con compromisos, y Jimin estaba fuera con su padre, por lo que Taehyung se quedó solo en la mansión. El silencio de la casa lo envolvía, una quietud que lo dejaba con demasiados pensamientos en la cabeza. Se acomodó en el sofá de la sala, cubriéndose con una manta mientras elegía una película en el televisor. Necesitaba distraerse, aunque en el fondo sabía que no lograría escapar de sus pensamientos.
La película comenzó, pero Taehyung apenas podía concentrarse en la pantalla. Su mente seguía regresando a Jimin, a los momentos que habían compartido, a esa noche en la fiesta, a lo que había sucedido entre ellos. Estaba tan envuelto en sus propios pensamientos que casi no escuchó el timbre de la puerta.
Se levantó rápidamente del sofá, su corazón latía con más fuerza de lo habitual. Fue hasta la puerta y, al abrirla, se encontró con Jimin, quien sostenía en una mano varias bolsas de dulces y en la otra una caja de pizza. El brillo en sus ojos y la sonrisa juguetona en su rostro hicieron que Taehyung se sintiera un poco más relajado, aunque el nudo en su pecho seguía ahí.
—¿Te apetecen dulces y pizza? —preguntó Jimin mirándolo con una sonrisa inocente, mientras levantaba las bolsas y la caja como si fueran un regalo.
Taehyung no pudo evitar sonreír, a pesar de todo lo que estaba sintiendo. De alguna manera, la presencia de Jimin le traía algo de calma. Sin pensarlo dos veces, abrió la puerta y le hizo un gesto con la mano para que entrara.
—Claro, pasa. Ya estaba aburrido de estar solo —respondió Taehyung, intentando disimular el nerviosismo que sentía al tenerlo tan cerca.
Jimin entró con una actitud relajada, dejando las bolsas y la caja sobre la mesa del comedor antes de seguir a Taehyung hacia el sofá. Se sentaron juntos, abriendo la pizza y los dulces. La conversación comenzó de forma ligera, como siempre lo hacían cuando estaban juntos. Hablaron de la escuela, de tonterías, de las bromas que hacían en clase. La risa de Jimin llenaba el aire, y por un momento, Taehyung logró desconectarse de sus pensamientos oscuros y simplemente disfrutar del momento.
A medida que avanzaba la noche, la atmósfera entre ellos se volvía más relajada y natural, como si no hubiera nada que interfiriera en su amistad. De vez en cuando, sus miradas se cruzaban, y Taehyung sentía ese pequeño latido en su corazón, pero lo ignoraba rápidamente, dejándose llevar por la comodidad de estar con su mejor amigo.
La película terminó y otra comenzó, pero ya ninguno de los dos estaba prestando atención a la pantalla. Estaban demasiado ocupados disfrutando de la compañía del otro, de la forma en que las horas parecían volar mientras compartían historias y se reían de cosas triviales.
Al final de la noche, Jimin estiró su brazo para tomar otro dulce de la bolsa, pero sus dedos rozaron accidentalmente los de Taehyung. Ambos se quedaron en silencio por un momento, mirando sus manos, luego se miraron a los ojos. La cercanía y la tensión entre ellos eran palpables, pero ninguno de los dos dijo nada al respecto.
Jimin sonrió, rompiendo el silencio.
—Bueno, ya me voy. No quiero que tus papás lleguen y nos encuentren haciendo travesuras —dijo, tratando de hacer una broma.
Taehyung asintió, aunque en su interior sentía que quería que la noche nunca terminara. No era solo la compañía lo que disfrutaba, sino que había algo más, algo que él aún no quería admitir. No sabía qué hacer con esos sentimientos, pero por ahora, estaba agradecido por la paz que Jimin le había dado esa noche.
—Gracias por venir, Jimin. Fue divertido —dijo Taehyung, una sonrisa tímida en su rostro.
Jimin se levantó del sofá, le dio un breve abrazo y se despidió con una sonrisa cálida.
—Nos vemos, Taehyung. Cuídate —le dijo antes de salir por la puerta.
Taehyung observó cómo se iba, y una parte de él deseaba que no se fuera, que la noche continuara un poco más. Pero sabía que, por ahora, no podía seguir adelante con sus sentimientos. Sin embargo, algo en su interior le decía que esa noche, aunque simple, marcaría un antes y un después en su vida.
👻
Al día siguiente
En la escuela, Taehyung se encontró con Jimin en los pasillos. Ambos se miraron por un momento, un silencio incómodo flotando entre ellos. Sin embargo, ninguno de los dos mencionó lo sucedido la noche anterior. Al final, fue Jimin quien rompió el hielo con una sonrisa.
—¿Listo para sobrevivir otro día de clases? —preguntó Jimin, como si nada hubiera pasado, con su tono habitual de bromista.
Taehyung, aliviado por la actitud de su amigo, sonrió también y asintió.
—¡Claro! Aunque ya estoy cansado de tanto estudiar —respondió, dándole un toque de ligereza a la conversación.
Desde ese momento, todo volvió a la normalidad. Recuperaron la complicidad que siempre habían tenido como mejores amigos. Jimin y Taehyung comenzaron a pasar más tiempo juntos, riendo y divirtiéndose como solían hacerlo, sin mencionar ni una palabra sobre lo que había ocurrido entre ellos. Parecía que esa noche jamás había sucedido, y ambos decidieron seguir adelante sin hacerle más caso a los sentimientos complicados que podrían haber surgido.
Taehyung también comenzó a enfocarse más en sus estudios. A pesar de todo lo que había pasado, sentía la necesidad de concentrarse y demostrar a su familia, especialmente a su papá Namjoon, que podía destacarse y cumplir con sus responsabilidades. Sabía que la mejor manera de avanzar era centrarse en su educación, así que se dedicó de lleno a sus tareas y clases. Estudió más, se mantuvo organizado y, poco a poco, empezó a obtener excelentes calificaciones. Con esfuerzo y dedicación, se ganó el respeto de sus profesores y compañeros.
La entrega de calificaciones llegó rápidamente. El salón de clases estaba lleno de emoción y expectativas, ya que todos esperaban ver los resultados de su esfuerzo. Cuando Taehyung recibió su sobre con las calificaciones, se sintió nervioso, pero al mismo tiempo, seguro de que había hecho lo mejor que podía.
Cuando llegó a casa esa tarde, su papá Namjoon lo recibió con una gran sonrisa.
—¡Felicidades, hijo! Estoy muy orgulloso de ti —dijo Namjoon, abrazándolo con orgullo al ver las notas de su hijo.
Taehyung sonrió, aliviado por la reacción de su papá, sintiendo una mezcla de satisfacción y felicidad por haber logrado sus objetivos. En ese momento, no solo había demostrado a su familia lo capaz que era, sino que también había encontrado una forma de concentrarse en lo que realmente importaba.
Esa misma tarde, también recibió el reconocimiento de su otro papá, Seokjin.
—Sabía que lo lograrías, Taehyung —dijo Seokjin con una sonrisa cálida, abrazándolo también—. Eres increíble, hijo.
Taehyung, emocionado y lleno de orgullo, los miró a ambos.
—Gracias, papá. No lo habría logrado sin ustedes.
Con el apoyo de su familia, Taehyung se sintió más motivado que nunca a seguir adelante. Mientras todo volvía a la normalidad, la relación con Jimin también se mantenía fuerte. Aunque la noche en la fiesta parecía un recuerdo lejano, Taehyung sabía que, al final, lo que más importaba era estar rodeado de personas que lo apoyaban y querían lo mejor para él.
Ahora, con el futuro por delante, Taehyung estaba listo para continuar su camino, con nuevos aprendizajes y con el corazón, aunque un poco más maduro, más abierto que nunca.
🐻
Jungkook, al igual que Taehyung, se sumergió en sus responsabilidades. Como director de la escuela, se dedicó de lleno a su trabajo, asegurándose de que todo funcionara sin problemas. La carga administrativa, las reuniones con profesores y los problemas del día a día se volvieron su principal enfoque. Pero también sentía una creciente responsabilidad como esposo y padre, algo que ya no podía ignorar. Eunji, su esposa, estaba embarazada, y la idea de convertirse en padre por segunda vez le llenaba de emoción y ansiedad a la vez.
Cada día, Jungkook pasaba largas horas en su oficina, pero su mente se dispersaba a menudo, pensando en la familia que estaba construyendo y en el bebé que venía en camino. Sabía que debía estar allí para su esposa, apoyándola en cada paso de su embarazo, y también para su hijo Jimin, que no dejaba de hacerle preguntas sobre cómo sería tener un hermanito.
Eunji, aunque contenta por el embarazo, a veces se sentía frustrada con la distancia emocional que parecía crecer entre ellos. Jungkook, sumido en sus propios pensamientos y responsabilidades, no siempre le daba la atención que ella necesitaba. A veces, ella deseaba que él mostrara más emoción o cercanía, pero entendía que el trabajo y la familia exigían mucho de él.
Jimin, por su parte, parecía comprender la situación, aunque a menudo buscaba la atención de su padre en medio de sus bromas y pequeñas travesuras. A veces, Jungkook veía en los ojos de su hijo la necesidad de estar más cerca de él, y eso lo hacía sentir culpable, aunque no lo admitiera. A pesar de todo, Jungkook se aseguraba de pasar tiempo con Jimin, y, aunque de manera distante, trataba de estar presente para él.
La vida en la casa se volvió una mezcla de emociones encontradas: la alegría del embarazo de Eunji, la anticipación por la llegada del nuevo bebé y la creciente tensión que sentía Jungkook con respecto a su propio corazón, que parecía no dejar de pensar en Taehyung, aunque trataba de ignorarlo. Era difícil para él estar completamente enfocado en su familia cuando el recuerdo de Taehyung y lo que habían compartido seguía rondando en su mente.
Jungkook se esforzaba al máximo, manteniéndose ocupado en su trabajo y en sus responsabilidades familiares, pero a veces, en medio de la quietud de la noche, cuando todo parecía calmarse, se encontraba perdido en pensamientos sobre lo que podría haber sido.
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