• Día 2 •
Crédito a @kadeart en Twitter por el fanart utilizado en este capítulo
* * * *
Estaba en el mejor momento de su vida, viviendo solo una parte del gran sueño por el que tanto luchó.
Pero ser una superestrella juvenil no era algo fácil para el ídolo adolescente Hawks.
Desde que lo habían contratado para la película de romance heterosexual Bajo El Mismo All Might, la carrera de Keigo Takami había despegado. Y desde allí solo pudo seguir escalando sin descanso.
Alfombras rojas. Premiaciones. Eventos de caridad. Desfiles. Entrevistas con los reporteros de celebridades más famosos del mundo. Fiestas en la cima de un lujoso hotel en Dubái. Escapadas en jet privado hacia la Polinesia. Ropa carísima gratuita a cambio de una única foto publicada en sus redes sociales.
Cuentas bancarias a reventar de dinero en dólares, euros, libras esterlinas. Si quería podría haber creado una piscina de billetes y monedas.
Incluso estaba comenzando a considerar la posibilidad de fugarse a un paraíso fiscal —las Islas Seychelles se le hacían bastante atractivas— y comenzar una nueva vida como evasor de impuestos.
No podías considerarte un verdadero millonario si no evadías algunos impuestos estatales.
Hawks tenía absolutamente el mundo entero a sus pies.
Actualmente vivía en un carísimo loft en uno de los pisos más altos de un apartamento en Nueva York con una preciosa vista a Central Park. Además, tenía The Plaza Food Hall a solo unos cuantos metros de distancia para ir a tomar su caldo de pollo favorito y con unos macarons de pistacho como postre.
Había elegido Manhattan ya que allí podía codearse con la gente de la alta sociedad, y también era fácil tomar un avión con boletos en primera clase para escaparse al próximo lugar de rodaje.
¿Sería la cálida España, o tal vez la gélida Islandia? Tendría que preguntar a su agente qué seguía en la apretada agenda del ídolo que respondía al nombre artístico de Hawks.
Tenía también una serie para Netflix que muy pronto comenzaría su rodaje. Incluso tendría que calzarse unas alas rojas de utilería para convertirse en un guapo superhéroe de una sociedad futurista.
—Y todas esas perras en preparatoria decían que a lo máximo que podía aspirar era a follar con un vendedor de drogas detrás de un basurero —Hawks soltó una risotada mientras se recostaba sobre el sofá de cinco metros, y se cubría las piernas peludas con una manta de seda egipcia—. ¡Pues mira de quién te burlaste!
Hawks tomó la copa de champagne que dejó sobre una mini mesita que servía para... bueno, sostener su copa de champagne. Y abrió una botella de quinientos dólares solo porque quería hacerlo.
¿Quién se lo iba a impedir?
Hawks podría haber regalado una botella a cada uno de los inquilinos del edificio —y tenía cuarenta pisos— sin que se viera siquiera un solo rasguño a su economía. Era como comprar una bolsa de caramelos y regalarle dos a cada uno de tus colegas.
Hizo girar el anillo de platino que llevaba en el dedo anular de manera pretenciosa. Le encantaba mirarlo y sentirse poderoso.
—Esto es vida —exclamó tras dar un largo sorbo de la bebida espumante—. Nada podría perturbar mi paz ahora mism-...
Su teléfono vibró. Al menos uno de los cuatro que tenía. Hawks tuvo que dejar su copa a regañadientes sobre su mesita especializada, solo para descubrir que era un mensaje de Miruko —su próxima co-estrella de la película que grabaría en España, Islandia, o en el trasero de un simio. No tenía importancia.
Frunció sus pobladas cejas al ver que era solo una orden para que se metiera a Twitter lo más rápido que podía.
Volvió a rezongar. No de nuevo, decía.
Porque si le estaban pidiendo que se apareciera por Twitter... debía ser porque había algún problema con su grupo de fanáticas.
Tuvo un escalofrío de solo pensar en ellas. Casi podía escuchar sonidos de truenos en alguna parte.
Las Hawkteristas.
Las cuales eran, por lejos, uno de los fandoms más problemáticos y aterradores allí afuera. No se comparaban en nada con las niñas dulces que idolatraban al adorable y rechoncho Fatgum, ni tampoco las niñas cachondas que se volvían locas por el misterioso y guapísimo Edgeshot.
Porque Hawks tuvo la desgracia de ser el foco de atención de un grupo de demonios traído de los mismísimos infiernos. Cada vez que hacía alguna aparición pública en sus redes sociales de famoso —porque sí, la mayoría de celebridades tenían cuentas privadas y utilizando seudónimos—, las muy brujas aparecían invocando al demonio con sus palabras en idiomas que no tenía idea de que existían.
Era casi como si estamparan la frente en el teclado repetidas veces hasta que saliera sangre. Lo cual estaba seguro que ocurría exactamente así.
Solo envió un signo de pregunta a Miruko, pero se dispuso rápidamente a hurgar entre los papeles de la mesa al frente suyo hasta dar con el teléfono para las redes sociales. Solía tenerlo en silencio y sin red Wi-Fi, ya que las notificaciones eran una verdadera tortura china.
Porque en cuanto encendió el internet en aquel móvil... todas las redes sociales explotaron.
Hawks se metió rápidamente a Twitter. Ignorando la catarata de miles de millones de menciones que recibía en su día a día, se dirigió hasta el buscador para poner su nombre. Sin embargo, le sorprendió encontrar su seudónimo escrito por toda la lista de tendencias y hashtags.
—Pero, ¿qué mierda...? —Hawks hizo una mueca mientras deslizaba rápidamente con su dedo pulgar por la pantalla.
Los leyó uno por uno. Todos eran tan espeluznantes como cabía esperar de sus fanáticos.
#SiempreConHawks.
#ProtejanANuestroBebéHawks.
#KEIGOTECOMOELPENE.
#ALaGiladaNiCabidaHawksLosMiraDesdeArriba.
#DabiIsOverParty.
#QUEMENALABRUJA.
#YONACÍHAWKTERISTA.
Bueno... que se hubiera desatado esa ola de locura en Twitter no podía significar nada positivo. Hawks hasta tenía miedo de entrar a buscar qué diablos ocurría.
Tecleó rápidamente solo su seudónimo. No necesitó más que eso para ver una tonelada de fotografía de perfil hechas con fanart, horrorosas capturas de pantalla tomadas de alguna de sus entrevistas, fotografías de sus sesiones de fotos...
Comenzó a leer los tweets con más interacción. Y casi se desmayó al descubrir lo que realmente estaba ocurriendo.
¿Qué diablos con todas esas niñatas? ¿Ya estaban ardidas otra vez con alguien porque decía cosas malas de Hawks...?
¡Ja! A él no le interesaba. Porque, a fin de cuentas, ¿quién era el guapo millonario que podía asolearse las nalgas en las islas Caimán cuando quisiera?
Hawks continuó bajando entre los tweets. A cada uno que veía, solo encontraba más mensajes de amor meloso y horrorosas fotos suyas. Nunca había dejado que su mamá fuera así con él, menos una horda de adolescentes hormonadas que podrían haberle regalado su virginidad si él se los pidiera.
No. Ciertamente no tenía muchas ganas de leer una historia pasional sobre sí mismo con una chica única y diferente cuyo nombre era solo una raya vacía y que le practicaba el Kamasutra en la cama de sus padres.
Hawks entonces frunció las cejas. ¿Por qué todo comenzaba a sentirse misteriosamente familiar...?
Buscó con más cuidado en algunas cuentas de fanáticas extremas hasta dar con el usuario en cuestión que, se suponía, estaba diciendo mentiras sobre el pobre, dulce e indefenso Hawks.
Si tan solo todas esas niñas supieran que la noche anterior se vistió como drag queen para tomarse solo unas fotos...
¡Ajá! ¡Lo había encontrado!
Hawks se mordió la boca para no echarse a reír a carcajadas. Era impresionante pensar que un montón de mocosos habían explotado más que Chernobyl, solo por...
Básicamente esa mierda de tweets.
Y, para aclarar, aquello último no era mentira.
De hecho... la mayoría de esos tweets no eran mentira. Solo el de las mujeres. Y el del perrito pateado.
Aunque sí odiaba los jeans, porque eran una prenda de vestir bastante horrorosa. Y tenía un micropene. Y no le gustaba cualquier trasero en su chocolate, ¡solo si era importado de Suiza!
Además, era muy, muy, muy gay.
Decidió ignorar todas las estúpidas menciones que estaba recibiendo sobre ser consolado en la cama de alguna fanática sudamericana, y Hawks se lanzó directamente a escribir un pequeño tweet para calmar las aguas.
Si esto trascendía, algunos medios de comunicación tratarían de contratarlo para que diera una melodramática entrevista sobre el acoso cibernético.
Y Hawks no tenía ganas. Él solo quería beber su champagne y comer macarons de pistacho. Y tal vez de que le llenaran el trasero con chocolate suizo.
Publicó rápidamente su pequeño descargo que calmaría a los fanáticos. Esperó que fuera suficiente para que ya no le siguieran molestando, aunque sabía que acarrearía un montón de respuestas insoportables con imágenes de corazones o niñas ofreciéndole felaciones.
Hawks arrojó el móvil de redes sociales al otro lado del sofá. Se dejó caer sobre su lado, envuelto en la manta de seda egipcia y frotándose las sienes a causa del estrés provocado por sus fanáticas.
Ni siquiera se dio cuenta cuando cayó presa de un profundo sueño.
* * * *
Hawks no tenía idea de cuánto tiempo pasó hasta que abrió los ojos. Lo hizo porque sintió la puerta de entrada de su loft abriéndose de par en par. Además de un suave aroma a pollo frito y salsa picante que le hizo babearse sobre sí mismo entre sueños.
Se limpió los restos de baba y sudor de la cara. Se estiró tan fuerte que sus huesos enteros crujieron ante el esfuerzo. Aquello hizo que el visitante repentino se percatara de que Hawks estaba en el inmenso salón de estar; el que tenía el ventanal hacia Central Park y la noche neoyorquina plagada de luces artificiales.
El extraño zumbó hasta la cocina. Hawks persiguió los repiqueteos, arrastrando sus descalzos pies sobre el frío mármol.
—Te traje algo delicioso para ti —musitó una ronca voz desde la cocina cuando ya estaba más cerca—. También conseguí un poco de Pepsi, porque tienes ese champagne asqueroso que vale más que mi apartamento.
—¿Qué trajiste? —preguntó Hawks en cuanto se asomó a la inmensa cocina color negro y plateado—. ¿Es esto una compensación por el caos que sembraste hoy?
La otra persona soltó una risa que vibró desde el pecho. A Hawks le revoloteaba el estómago cada vez que lo escuchaba reír, ya que no era muy a menudo —se estaba comportando como una de sus fanáticas cada vez que salía una nueva foto de Hawks.
—Pollo frito y también algo de curry masala —contestó el otro. Podía ver su larga silueta de espaldas; su pelo era tan negro como la chaqueta que nunca quería quitarse, excepto si era para dejarla sobre el suelo de la habitación de Hawks—. También compré pre-mezcla para brownies. Ni te creas que te los haré desde cero.
Hawks apretó los labios. Se aproximó sigilosamente hasta el extraño y envolvió sus brazos sobre la estrecha cintura que poseía. Reposó la cabeza entre los omóplatos, aspirando a la colonia barata, el humo de tabaco y el jabón para lavar la ropa.
Lo escuchó reír otra vez a causa de las vibraciones. Se encontraba bastante risueño esa noche, y Hawks sabía muy bien a qué se debía.
—Espero estés orgulloso —Hawks rodó los ojos—. ¿Cómo te atreves a exponer mi secreto?
—¿El del chocolate en el trasero? —preguntó divertido, asomando la cabeza sobre su hombro para mirar a Hawks con aquellos ojos color turquesa que tanto le gustaban—. Si mal no recuerdo, me negaste a muerte que ese era tu fetiche...
—Cretino —soltó Hawks—. Me las tendrás que pagar. ¡Me obligaste a leer los tweets de todas esas locas psicóticas...!
—¿Y para qué te crees que te traje la cena? —bufó el chico—. ¿Acaso estás pretendiendo que te dé algo más? Vaya que la fama te volvió codicioso, Hawks.
Hawks le obligó a dejar lo que estaba haciendo con el delicioso pollo y el curry masala. El muchacho depositó sobre las cajas y se dejó guiar por el rubio que le observaba con aquellos grandes ojos cargados de esperanza e ilusión —de la misma forma que le habían mirado desde que tenían catorce años y decidieron estar juntos.
—Si se trata de ti, pues lo quiero absolutamente todo —Hawks sonrió asomando la punta de la lengua entre los labios—, Dabi.
Dabi esbozó una minúscula sonrisa al escuchar también su seudónimo. Podría haberle llamado Touya como decía su documento de identidad... pero para Hawks simplemente era su prometido.
Ser una superestrella adolescente de romances heterosexuales no ponía las cosas fáciles para un muchacho gay como Hawks. Cuando firmó su primer contrato, la productora le obligó a mantener en secreto cualquier indicio de su sexualidad o relaciones con chicos.
Hawks pensó que solo duraría durante aquella película, pero cuando Hollywood te crea un personaje... es difícil romper con la fachada perfecta que todos esperan de ti.
Ahora, el contrato con su agente le obligaba a mantener cerrada la boca. Nada de salidas públicas, ni besos o arrumacos, ni mucho menos una ostentosa boda que pondría en riesgo su futuro y su carrera.
Dabi no podía existir en el mundo de Hawks.
Pero Touya sí que podía existir en el de Keigo.
Es más, no era solo eso —le gustaba pensar que era el dueño de cada rincón y sombra de todo su universo.
—Juraste que no lo volverías a hacer tan seguido —Hawks regañó, pero en el fondo se estaba riendo—. ¡La última vez fue solo hace tres semanas!
Dabi le quitó un mechó rubio de la frente. Lo enroscó entre su dedo lleno de oscuros tatuajes.
—No puedo evitarlo —Dabi rio—. Tus fanáticos son muy divertidos. No tanto como tus agentes, o la prensa...
Hawks tragó saliva. Por supuesto. Lo que Dabi hacía de vez en cuando para cabrear a los fans podía llegar una auténtica molestia en el trasero... pero también, entrar a Twitter de manera anónima para cabrear a algunos niños era la única manera de tener contacto con el mundo del Hawks, el ídolo adolescente.
Se recostó contra el hueco entre el cuello y el hombro de su novio. Hawks deseaba que Dabi pasara más tiempo con él, pero la agenda se los impedía bastante seguido. No era una costumbre que le llevara pollo frito para que cenaran en su amplio balcón con vista a Central Park.
Dabi vivía en Brooklyn, y trabajaba en una pequeña joyería de productos hechos a mano. De allí era el anillo que ahora Hawks portaba como una verdadera reliquia.
Incluso compartía piso con tres amigos más para abaratar costos. Nadie esperaría que el prometido de una superestrella como Hawks viviría en una especie de nido para ratas siendo que podría haberle regalado la luna si lo quisiera.
Pero Dabi era terco como una mula y se negaba a recibir un solo centavo de Hawks, a menos que fuese para llevarlo a cenar un kebab y una lata de Pepsi. Y, de hecho, no es como si un Todoroki necesitara el dinero.
Era el hijo de un magnate de petróleo que viajaba por el mundo haciendo cada vez más y más riqueza. Dabi heredaría un gran imperio algún día, pero, de momento, le gustaba la vida austera en la artística Brooklyn.
Hawks bromeaba con que debía acostumbrarse a los lujos para cuando al fin pudieran mudarse juntos. Pero siempre que lo decía, su garganta se atoraba con un nudo de incertidumbre que le acompañaba durante días, horas y semanas.
Él no tenía idea cuándo tendrían la posibilidad de vivir juntos. O de si podrían estar juntos de la manera que Hawks soñaba.
Actuar era su sueño. Pero Dabi era su vida entera.
—Te quiero —susurró Hawks mientras se ponía en puntillas para dejarlo en corto beso sobre los labios que le olían a menta—. Te amo.
Dabi sonrió debajo del beso. Le apretó la espalda para acercarlo más a su cuerpo.
—¿Ves que sí eres completamente gay?
Le tiró de una oreja cubierta de piercings y aretes. Dabi solo sacudió la cabeza, y tomó hábilmente el cuenco con pollo frito, el del curry masala, y también su lata de refresco.
Hawks se limitó a tomar su copa y su botella de champagne de camino hasta el balcón. Puso a correr el jacuzzi, solo porque tal vez les daría ganas de meterse desnudos una vez que se empanzaran con toda la deliciosa comida étnica que su novio le trajo como ofrenda de paz.
Los dos se acomodaron juntos sobre el sofá para exterior en su balcón. Nueva York se veía espectacular aquella noche. Puede que no hubiera estrellas a causa de la contaminación lumínica, pero las brillantes lucecitas de los edificios y monumentos en la tierra compensaban con igual belleza.
Hawks sonrió. Aquella era la ciudad de sus fantasías. Estaba mordisqueando la comida que más le recordaba a su infancia. Y podía acariciar la mano de su mejor amigo de toda la vida sin tener miedo a ser rechazado por él.
Dabi también le sonreía cuando lo hacía.
De momento, a ambos les alcanzaba con tener un poco de grasoso pollo frito para cenar y una preciosa vista a Central Park en plena noche neoyorquina.
Ese era el sueño del que Hawks siempre hablaba.
* * * *
Hice esto hoy a las SUPER apuradas, y me hubiera encantado poder hacerlo más larguito ;;;; pero la verdad quedé satisfecha con la idea y lo que salió TvT
De todas formas, no puedo creer que me atreví a hacer esta mierda HAHAHA podría haber puesto más tweets, pero Wattpad solo deja 20 imágenes por capítulo. Por cierto, ignoren que se me escapó el verificado en algunas cuentas de fans (?) aprendí a usar esa app como hace cinco minutos y lo padecí un monto.
Incluso me dio ganas de ponerle pila al AU de actores que sueño con hacer pero que soy demasiado floja para ello. Quizá algún día.
El oneshot de hoy va dedicado a la preciosa de arohagy ♥️ bb, espero que te guste aunque sea una mierda como sólo yo se escribir (?)
Muchísimas gracias a todos los que le dieron una chance a esta week ♥️ en serio lo aprecio muchísimo! Y más porque estoy casi sin tiempo y escribiéndola a contrarreloj
Nos vemos mañana! Besitos ♥️
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