Todos los invitados lo observaron con cara de disgusto y curiosidad. Había murmullos por todo el salón y aunque Jungkook no los escuchaba, sabía que solo lo estaban criticando de la peor forma, no les importaba el contexto del llanto, solo querían a alguien a quien menospreciar para ellos sentirse superiores.

Siguió con su camino asta detenerse a pocos metros de la mesa donde se encontraban los novios y sus respectivas familias. Todos convivían en armonía y contentos, con una radiante sonrisa en sus rostros que a Jungkook le revolvió el estómago.

—Familia –los llamo lo suficientemente alto para que todos ellos y gradualmente los invitados también lo hicieran–. ¿Cuándo deje de ser importante a sus ojos? ¿Cuándo fue que su amor hacia su hijo menor se acabó?

Su madre parecía confundida y su padre no parecía sorprendido, simplemente estaba enojado o tal vez ni siquiera le importaba lo que su hijo sentía.

—Desde que mi hermano demostró ser mejor que yo en el negocio familiar, pasé a un segundo plano. Traté de esforzarme para que también me quisieran como a él, pero no sucedió. No importaba cuanto hiciera, cuánto tratara de mejorar mi hermano siempre me superaba.

Su voz era clara a pesar del llanto. Era más doloroso hablar sobre ese tema en voz alta de lo que imaginaba, sobre todo por la mirada de incertidumbre que su hermano tenía. Jungkook jamás había hablado con él sobre cómo se sentía desplazado por su culpa. Y su hermano mayor nunca imagino que se sintiera de esa forma, para él Jungkook siempre había sido un buen chico que disfrutaba de su vida.

—Y cuando por fin creí encontrar a alguien que sí le importaba, resultó que todo fue un cruel juego –dijo mirando con dolor a Jungsul–. Y no solo lastimo mi corazón, también me humilló y me recordó lo poco que valgo para mi familia.

Ella de nuevo estaba llorando; sin embargo, parecía estar en desacuerdo con las palabras del joven, todos lo estaban. Sus padres lo miraban con decepción, podría apostar que su padre quería ponerse de pie y golpearlo por el momento tan vergonzoso que les estaba haciendo pasar.

—Cuando entré a este lugar traté de hacer mi mejor esfuerzo para poder seguir con esta farsa que llamó felicidad –hizo una pausa por culpa de los sollozos y los espasmos del llanto. Ya era difícil mantenerse tranquilo–.  En verdad no tienen idea de cuanto me hubiera gustado tener por una vez en mi vida la más mínima muestra de amor de parte de ustedes, pero ya no pienso esperar más.