La novia se sintió acorralada ante los ojos acusadores de Jungkook. Miró en todas direcciones para asegurarse que nadie la escuchara.

—C-claro qué no, eso es mentira…

—Por Dios, deja de justificarte. Te escuché aceptarlo aquella tarde donde anunciaron su compromiso. –Rodó los ojos–. Jungsul, deja de intentar victimizarte, acomodes como acomodes la situación, el resultado solo será el mismo: eres una asquerosa materialista que quiso divertirse con el pobre diablo que nadie quería y no tiene un futuro prometedor mientras tratabas de conseguir el premio gordo.

Los ojos de Jungkook se inundaron de lágrimas que ya no tenía planeado detener.

—Jungkook, yo no quería que…

—Pero lo hiciste. Me ilusionaste y luego rompiste mi corazón a sabiendas de lo mucho que yo te amaba –su voz se quebró–. Y todo por culpa de mi hermano, el perfecto, al que todo el mundo quiere.

—Lo siento.

Esa frase se repitió en su cabeza muchas veces mientras miraba como Jungsul derramaba lágrimas llenas de hipocresía. Obviamente, ella no estaba arrepentida del daño que le causó a Jungkook, ni mucho menos sentía ninguna compasión.

Ella seguramente se estaba regodeando en su interior, pues a partir de ese día su fortuna y poder se incrementaría exponencialmente y todo gracias a su hermano. Jungkook se sintió por un segundo muy mal por él, después de todo él parecía muy enamorado de Jungsul. Pero esa pena desapareció rápidamente.

Jungkook dio un paso hacia adelante. A pesar del llanto, su rostro se contrajo en una mueca de enojo absoluto. Jungsul se sentía asustada ante esa mirada.

—Tus disculpas no me sirven de nada –soltó con desprecio–. Jungsul, te deseo de todo corazón que seas infeliz en tu matrimonio y que sufras con creces todo lo que me hiciste pasar.

Jungkook se alejó con paso rápido de la novia y ella por fin pudo respirar con tranquilidad.