-Driver, Jeon Jungkook-
I got my driver's license last week
Just like we always talked about
'Cause you were so excited for me
To finally drive up to your house
But today I drove through the suburbs
Crying 'cause you weren't around.
Una semana transcurrió desde que fui a la oficina por mi licencia, ahora tenía un auto que servía para más que sólo adornar; regalo de mis padres un mes atrás, como anticipo para que me centrara en aprobar las clases de manejo. Tristemente, me lo dieron aquel mismo día que...
–Entonces, el fin de semana podríamos ir con los chicos a la playa – mueve sus cejas con gracia, sacándome de mis pensamientos melancolicos –. ¿No te parece? Así realizaremos nuestra primera salida con el nuevo conductor designado.
–¿Ya van a cobrarme todas las veces que fui su pasajero?.
–Fui conductor designado por años, muestra gratitud por tu hermano mayor, Jungkook – chasquea dramaticamente –. Sería genial que demuestres tus dotes de conductor ahora.
–Honestamente, no tengo ganas de ir a la playa, Hyung.
–La playa es tu sitio favorito desde que estás en pañales, Kookie. Además, tienes que salir de vez en cuando – lo oigo suspirar largamente mientras juego con la taza de café en mis manos tras unos segundos sin contestarle, como si la acción fuese lo más interesante, o más bien la mejor excusa para no ver la expresión preocupada de mi hermano –. Hagamos algo, si no quieres salir, tú y yo podemos ver películas de...
–No vas a quedarte de nuevo conmigo otro fin de semana, lo detesto – interrumpo con parsimonia –. Ve con los chicos.
–No es una salida de grupo sin ti. Y para aclarar, tampoco me molesta estar contigo, tonto.
Muerdo mi labio para no decir que no tenía caso, que no era una salida de grupo desde que él no estaba...
–Entonces sal con Hobi, no descuides tu relación – cambio para zanjar el asunto –. Hyung es genial, y hace tiempo no tienen una cita por los asuntos de la universidad y tu trabajo.
–Jungkook...
Le miro por primera vez desde que estamos juntos en la mesa, el malestar en mi interior ya es usual al verlo suplicando para que no me encierre más.
–No estoy listo aun para salir con todos, menos para ir a ese lugar, Hyung – confieso con desgano, esperando que entienda mi petición –. Por favor, diviértanse. Yo estaré bien, tengo tarea que hacer.
Mi mayor libera una boconada dramática al ver que no voy a ceder.
–Promete que harás algo por tu cuenta si es así, aunque sea al finalizar tus deberes.
–Lo prometo, Jin hyung – sonrío por obligación, para no continuar aquella charla. No es muy convincente, menos cuando mi hermano mayor conoce mis sonrisas, pero la acepta sin más. Ansioso por irme de ahí, tomo las llaves en la mesa del desayuno y me dispongo a salir de casa –. Te quiero, iré a tomar algo de aire.
–Cuidate, y también te quiero, Kookie.
Camino hasta mi auto, evitando subir la vista y pasearla por la casa con tonos azules y blancos al frente de la mía, rezando que mis manos no tiemblen de los nervios cuando activo la alarma del auto y me adentro a este, encendiendolo rápido y manejando por los suburbios del vecindario en busca de distracción. La brisa entra por las ventanas, soplando mi rostro y alborotando mi cabellera, un poco más larga a lo usual. La radio suena muy baja, y como si fuera un melodrama, con una canción que conozco demasiado bien...
"No vayas a voltear" Quito la emisora con impaciencia, maldiciendo al destino por meterme en encrucijadas, cosa que yo mismo hago algunas veces - no sé si por masoquismo o costumbre-, porque doblo por la calle que menos tenía que haber transitado.
–No seas idiota, no vayas a... – mis murmuros de reclamo no impiden que cometa el pecado de voltear por la ventana, viendo las calles y zonas que tantas historias guardan. Apreto el volante con las emociones desbordando, la opresión de mi pecho vuelve de inmediato, y mis ojos se rebosan de lágrimas - saladas y molestas –, cayendo por mis mejillas al divisar el puesto de helados aparcado en una de las aceras, la misma donde aprendí a usar mi bicicleta; donde él me enseñó, y donde comíamos helados entre risas y charlas sin fin.
En resumen, mis sollozos se acreditan a dos factores muy simples:
Los recuerdos que tanto extraño y perforan mi corazón, más y mas por minuto.
El voltear y no verlo ahí.
***
La tarde había caído con sus rayos amarillos y naranjas en lo alto del cielo, las nubes creaban formas diferentes según la percepción; en mi caso, yo veía un gato en la que señalo con mi dedo índice.
–¿Lo ves? Segunda a la derecha – afirmo con un ojo cerrado y lengua asomada en mis labios, como si aquello me hiciera ver el algodón blanco de mejor manera –. Las aves ya están buscando su hogar, como en el documental que tu padre vio hace noches, Hyung.
–Ni me hables de ello, no para de verlo - rio por su tono enfadoso, apegándome más a su cuerpo, sus brazos rodeandome al instante. Libero una exhalación relajada, a pesar del calor de verano, la brisa estaba bastante más fresca que otros días, las hojas soplando, aves cantando a lo lejos, y por suerte la sombra nos cubre. Los dedos del mayor viajan de pronto a mi rodilla, donde los rasgados jeans muestran mi piel levemente bronceada tras nuestro fin de semana en la playa cercana. Traza la cicatriz pequeña con suavidad, a lo que me renuevo para apartar su tacto –. Oye, no te apartes.
–Es una cicatriz fea, no la veas.
–Vamos, debes de estar bromeando, Mocoso – chasquea con diversión por mi timidez repentina –. Es tan bonita como la que tienes en el rostro.
–Claro que no, Hyung – reprocho una vez acaricia el relieve en mi mejilla, apartando la mirada de la suya –. No lo es.
-Claro que sí, las cicatrices son muy cool – dice como si fuese lo más normal, despreocupado –. Ya sabes, te hacen ver rudo, me gusta – sonríe una vez acerca sus labios a mi oído, dándome un escalofrío por su tono ronco y coqueto :-. Te hacen ver sexy y adorable, Mocoso.
Mi rostro arde y una sonrisa divertida tienta por salir de mi en lo que le empujo con vergüenza.
–¡Yah, no digas eso! – sus carcajadas me contagian inevitablemente –. ¿Cómo una cicatriz por una caída de bicicleta a los nueve años puede verse sexy? ¿Y cómo una cicatriz en mi mejilla por caerme de un trampolín a los diez años puede verse genial? Ademas, ninguna cicatriz es adorable.
–Para mi, todo tú eres adorable, y es bastante memorable porque estuve presente en ambas – apela con tono de suficiencia. Entorno los ojos, apartando el rostro de su escrutinio, y de reojo le veo sonreír. Con su mano voltea mi cara para encararlo de nuevo, con total delicadeza –. ¿Cuando vas a entender que para mi eres hermoso, Kookie? Cualquier cicatriz o marca que tengas es linda para mi, aunque pienses que es un defecto.
Como para enfatizarlo, y como si no fuese suficiente para mi corazón lo que ha dicho, acorta la distancia para besar las dos marcas en medio de una queja mia.
–¡Hyung, que cursi eres! – mis años de amistad con el pálido me daban el poder de saber qué comentarios podrían abochornarlo - cosa que hago cuando me siento atacado por su afecto -, tal como ahora, obteniendo una mueca disgustada de su parte como venganza. Al igual que esa sonrisa macabra que me advierte lo que ya sé y me hace subir mis manos en defensa –. Oye...
–Te daré una razón para reírte de mi ahora, Mocoso – sin darme tiempo de nada, me ataca con crueles cosquillas que me retuercen entre risas y súplicas, su cuerpo liviano sobre el mío en aquella manta que usamos siempre;algo de jugo se voltea ante la brusquedad de nuestros actos sobre el césped y la esquina de la tela –. Demonios, mamá va a matarme.
–¡Es tu culpa, ya para! – intento detener sus ataques tomándole de las muñecas con una risa ahogada, lágrimas en las comisuras de mis ojos por el esfuerzo. Tenía más estatura y fuerza que mi Hyung, sin embargo, no la usaba a favor en una medida exagerada, porque aunque detesto las crueles cosquillas, adoro verlo sonreírme así desde arriba. Somos interrumpidos por el sonido característico del camión de helados, me levanto junto a él con una gran sonrisa de emoción –. ¡Hey, espere!
Corremos tras el camion - más bien lo hago yo y Hyung me sigue -, y frenamos unicamente cuando el señor aparca en la acera de siempre.
–Si que corres rápido, deberías inscribirte en el equipo de basket de la escuela, pasaríamos más tiempo juntos – jadea con dramatismo una vez me iguala el paso. Rie en lo que busco en mi bolsillo algo de dinero, más cuando frunzo el ceño con decepción –. ¿Ocurre algo?
–Mierda, dejé mi billetera en la mesa.
–Las palabras, Mocoso.
–Tú siempre dices malas palabras, Hyung. Esto además lo amerita.
–Tienes razón, creo que he sido una mala influencia – suspira con un encogimiento dramático–. Como disculpa por ello, voy a pagar los helados de ambos esta vez, pero tienes que pagar luego la deuda.
–Las disculpas no son deudas,Hyung.
–Pero sirve de excusa para pedirte algo a cambio.
–¿Y que quieres a cambio entonces?
Corresponde a mi sonrisa cómplice y da un paso más cerca.
–Tú sabes que quiero, Kookie.
Por supuesto que no le respondo de manera verbal, ambos lo sabemos, así que me limito a quitar la distancia entre nosotros y a unir nuestras bocas en un beso lento, suave y afectuoso. Sobre sus labios, con sus manos en mis mejillas y el cosquilleo en mi estómago, susurro:
–Un helado de banana y otro de chocolate, yo los pido, Hyung.
***
And you're probably with that blonde girl
Who always made me doubt
She's so much older than me
She's everything I'm insecure about.
Yeah, today I drove through the suburbs
'Cause how could I ever love someone else?
Caminando por el centro comercial escaneo las tiendas que van cruzandose en mi periférico, sigo la ruta dictada por Namjoon y Jimin, estos andan de la mano como un par de enamorados, riendo y contagiandome un poquito de su humor; perfectamente me fijo en que han, de a poco y discretamente, calmado su actitud melosa delante de mi -por obvias razones -, y es que, por más que lo odie admitir, cualquier cosa relacionada al romance me enfermaba con la molestia amargura de un corazón quebrantado por el mismo; celoso y anhelante a su vez. Les hago participe de mi estabilidad emocional, pidiéndoles que actúen natural, como si yo no estuviese, porque algo de culpabilidad me invade; después de todo, no es por ellos ,y su claro amor por el otro, que soy desdichado. Al contrario, logran animarme un tanto más con su compañía.
Cuando estoy apunto de reconocer que la salida ha sido buena idea, ocurre lo que tanto puse empeño en evitar:
–Deberíamos ir por acá, hay una tienda nueva de historietas y figuras de acción que de seguro te va a fascinar, Koo – comenta el chico de hoyuelos tan simpático, guiando el trayecto de lo que sería un desenlace inevitable –. Es aquí, podemos...
–Monnie, luces más impaciente que Kookie...
Las risas de ambos se detienen al instante que cruzamos en el pasillo, su habla se calla abruptamente en lo que captan algo al frente, y erróneamente guiado por mí curiosidad, sigo su vista...
Un silencio pesado cae entre nosotros en lo que una patada -invisible y metafórica-, adolece en mi estómago, que se revuelve en malestar puro cuando observo la escena ante mi; un chico rubio de sonrisa particularmente cuadrada, riendo junto al pelinegro de tez blanquecina, los dos iban claramente juntos, tonteando afuera de una cafetería.
–Carajo, nunca creí que estaría aquí, lo juro – oigo la disculpa notoriamente culposa de nuestro mayor, pero no le miro –. Se suponía que iba a ensayar hoy, Minnie.
–Sí, Nam, te creo – suspende la oración al aire, aproximándose más a mi para sujetar mi brazo con preocupación –. Hey, Kookie...
No reaccionaba, me quedé pasmado viendo a los dos chicos del otro extremo, el picor en mis ojos -tal como la neblina en mi campo de visión -, informan que estoy por liberar las lágrimas, cosa que no me permito, sacudiendo mi cabeza entre respiraciones inestables, indispuesto a montar una escena que arruine la salida de mis amigos.
–L-lo siento, mejor será que me marche, Jimin – excuso sin darle tiempo de refutar, cosa que hace entre llamados, él y Namjoon. Los ignoro por mi propio bien, corriendo prácticamente hacia la salida más cercana.
El aire me golpea, la gente alrededor sin conocimiento alguno de lo que me sucede, viéndome con diferentes reacciones, sumidos en su mundo mientras que el mio se desmorona en lo que voy con andar tambaleante a mi auto.
Jimin me llama y envía mensajes que leo como puedo una vez entro al asiento del conductor.
Mochi :
Kookie, por favor, espera a que vayamos por ti.
¿Donde estas? Te perdí de vista en el cruce de la tienda de electrodomésticos :(
Por favor, bebé, no conduzcas en este estado, ya vamos para allá. Lo siento mucho.
Un sollozo doloroso escapa de mí mientras respondo con dedos temblorosos un afirmativo de respuesta, odiandome a mi mismo por permitir que me afecte aquello a tal punto de mortificar a mis amigos, al extremo de ser tan patético.
Perdon, no quise ver esp mas.
eso* perdón.
Mochi :
Está bien, no te disculpes, Kookie. Ya vamos para allá.
Una vez me consiguen, les pido que me dejen conducir bajo su supervision. Me muestro más tranquilo, aparentando con una leve sonrisa que no sigo roto, y aunque no se ven convencidos, aceptan.
El trayecto es pesado, intentan iniciar conversaciones para cambiar el tema y distraerme, hasta que, al entender que no lo consiguen, permiten que me desahogue.
–Luce muy bien con la ropa que traía puesta, su cabello creció más – saben que hablo del de piel más morena, el más alto que estudiaba con precisamente el rubio que me ve con tristeza desde el asiento de copiloto –. Se ve mayor que yo, luce radiante...
–Tú también lo estás, no puedes compararte con él. Nunca has sido inseguro, eres genial así, y no vas a empezar a serlo por esto – sentencia con una dulzura usual que inconscientemete me hace sentir peor, como un pequeño frágil –. Seguramente se encontraron en el camino y quisieron charlar, a lo mejor salió antes de clases.
–Sí, Jungkook, tal vez fue casualidad y....
–Chicos, basta, no sigan con ello – intervengo su intento de empatía, viéndolos por el retrovisor con agotamiento, obviamente mental y emocional –. Sé lo que tratan de hacer, y lo siento, pero no va a funcionar. Estaban saliendo, juntos, por un hecho u otro. Ésta es la realidad – las palabras tienen sabor amargo al salir de mi boca –. Siempre tuve mis dudas, y veo la confirmación ahora. Los hechos hablan por sí solos, y les pido que no los nieguen para hacerme sentir bien, por favor.
Ambos mayores se limitan a asintir con pesades, dándose una mirada antes de centrarse en el trayecto. Claro que me doy cuenta al momento en el que Namjoon Hyung toma otra ruta, evitando la calle de nuestro vecindario que tan bien conozco, pero el gesto no impide que lo siga pensando.
Quizás tenían razón y no era inseguro, pero cuando se trata del chico rubio con hermosos ojos y sonrisa cuadrada, sí... Y cuando se trata de Hyung, más aún.
***
La música resuena a todo volumen en mi habitación, y realmente agradezco que mis padres estén en casa de los abuelos, como que Jin fuese a una cita con Hoseok, porque de no ser de tal manera ya tendría mil quejas y castigos de por medio mientras me deleito cantando y bailando al ritmo de Michael Jackson.
–¡You know I'm Bad, I'm bad, you know it! – grito dando saltos con total emoción ante una de mis canciones favoritas del rey del pop, apenas y escucho el zumbido de mi celular, el cual agarro de casualidad al ver la pantalla de notificaciones activada. De inmediato me hierve la cara al leer el mensaje que recibí, levantando por inercia mi vista a la ventana sin persianas de mi habitación y encontrando al remitente del mismo desde su propia casa viéndome con una sonrisa divertida –. ¡Mierda, que pena!
Hyung favorito :
Vaya, que excelentes pasos te han enseñado en tu academia, Mocoso ;)
Casi tan genial como Jackson.
Yo:
¿Cómo sabes que es Michael?
Hyung favorito :
Desde acá se escucha la música, tonto.
¿En serio es lo que se te ocurre preguntar?
Yo:
¿Desde cuando me espías?
Hyung favorito :
Técnicamente no te espió porque fuiste muy descuidado, Mocoso.
Pero tranquilo, tu secreto está a salvo conmigo.
Yo:
¿Hablas en serio?
Hyung favorito :
Por supuesto, no pretendo compartir esta imagen tan sexy y divertida con nadie más. Solo puedes bailar así para mi.
Es inevitable no reír con aquel mensaje, casi le oigo refunfuñar a mi lado, y efectivamente, tiene el entrecejo unido cuando lo diviso en su ventana, aun con vista a su celular y tecleando.
Yo:
Hablemos mejor por otro medio, mira.
Coloco mi celular en la cama, rápidamente agarrando un blog grande y un marcador negro, escribiendo con una sonrisa un letrero que coloco para que lo vea desde su puesto con total claridad. Hace una mueca y usa su teléfono, pero al ver que lo ignoro, se resigna a buscar algo igual para responderme el saludo.
"Esto es tan cursi, Mocoso. Escribir por notas pasó de moda en la época de nuestros padres."
"Aún así lo estás haciendo, Hyung."
Elaboro otro escrito con velocidad antes de que haga otro.
"Eres molesto, mirarme bailar así es invasión a mi privacidad. :("
Ríe y agita su cabeza mientras escribe:
"Somos vecinos desde niños, es tu deber saber que a esta hora estoy en mi habitación, y teniendo semejante espectáculo frente a mi ventana no es algo que pueda ignorar. Eres mi bailarín preferido, por favor."
"No tienes excusa, a partir de ahora cerraré mi ventana para ti, te odio >: ("
Parece tomarse unos segundos extras para colocar algo más, titubea un poco hasta que lo enseña, y mi corazón palpita junto al revoloteo en mi estómago:
"Yo te amo, Kookie."
Sonrío con calidez, adorando la forma en la que me observa en lo que contesto:
"¿Quien es el cursi ahora, Hyung?"
Con una seña le indico a que escribí otro letrero:
"También te amo."
"Lo sé, así que tendrás que llevarme contigo durante la próxima clase de baile. Quiero verte otra vez si no me darás la oportunidad de hacerlo por aquí."
"Sólo si tu me llevas a tus próximas clases de piano."
"Hecho. Ahora, ve a colocarte la pijama y baja el volumen, vas a quedar sordo, Mocoso."
Aquello borra el ambiente de flirteo que creamos, causando nuestras carcajadas. Le hago caso respecto a la música mientras respondo:
"Buenas noches entonces, Hyung gruñón."
"Buenas noches, niño."
Ninguno de los dos se despega de la ventana, nuestras sonrisas no se esfuman tampoco:
"Vete tú primero, Hyung."
Logro ver que rueda sus ojos y apaga la luz, sin embargo, es gracioso y tierno que continuo divisando su silueta en el mismo sitio, algo más escondido.
"Te sigo viendo, tonto."
Pega totalmente a los segundos un nuevo letrero que libera otra risa de mi una vez la descifro:
"Sí, es difícil ser yo quien se vaya, no puedo dejarte. Y hazlo rápido, no tengo más hojas."
Cierro finalmente la persiana y me adentro baño para cambiar mi ropa tras una ducha relajante y posteriormente acostarme tras la cena. Una hora más tarde, recibo un mensaje nuevo de mi vecino favorito que provoca más deleite en mi:
Hyung Favorito :
Ahora sí, buenas noches, Kookie.
Pdt: No, no te estoy espiando más, sé que es tu hora de dormir y ya no hay luces o música encendida.
Yo:
Vaya, y eso definitivamente no suena a que me espías
Buenas noches, Hyung ♥
***
And I know we weren't perfect, but I've never felt this way for no one
And I just can't imagine how you could be so okay now that I'm gone
Guess you didn't mean what you wrote in that song about me
'Cause you said forever, now I drive alone past your street.
La música suena alta en los parlantes, cada quien en su mundo, con su mente en diversos lugares.
Only fools fall for you, only fools fall
Only fools do what I do, only fools fall
Only fools fall for you, only fools fall
Only fools do what I do, only fools fall
–Repudio las canciones así – grazneo dándole un sorbo profundo al vaso que sostengo, envolviendo mi garganta en un calor ardiente propio de la sustancia, Vodka. Poco importa, pido más, ya no tengo idea de cuantas veces lo hice, pero la cara de pena que carga el barman de la fiesta dice que lo suficiente.
–¿Así cómo, lindo?
–De amor.
–Más bien de desamor.
La risa a mi costado resuena tras la oración del Barman. Por mi parte, no miro ni al peliazul ni al castaño, más interesado en mi vaso.
–Entonces mis suposiciones son ciertas y estas ahogando tus penas en alcohol – alega con tono divertido –. Era de esperarse que un chico tan hermoso como tú no estuviese soltero horas atrás.
"En realidad, desde semanas atrás" Quiero corregir.
–No seas idiota, Kai, mejor vete a otra parte – ordenó el peliazul detrás de la barra con clara irritación –. Se siente mal y vienes con tus estupideces.
–Sólo intento ayudarlo, Soobin, no te pongas a la defensiva – bufa para después llamar mi atención –. Hey, puedes quedarte a llorar aquí o venir distraer tu mente de lo sea que te hizo ese hijo de perra.
–¿Cómo sabes que soy gay? – entrecierro los ojos, apretando mis puños para calmarme por el insulto que le dió al culpable de mi estado; así de patético soy para defender a quien me rompió.
–¿Estoy equivocado? – sonríe complacido cuando no le refuto –. Ahora, podríamos bailar esta canción, es realmente buena y de seguro tienes buenos pasos. Te he visto saliendo de la academia.
–Finjamos que eso no es aterrador y genera desconfianza de mi.
–Mi ex estudia ahí – se encoge como si nada. El chico es lindo, y tiene aire seductor, no se ve tan peligroso como otros toca traseros del sitio, y admito que tiene razón; lo he visto perseguirme durante el rato que me encuentro en la fiesta, y me hace sentir un poco bien el ser deseado por alguien más. ¿La razón? Porque significa que no estoy tan acabado como por dentro.– ¿Entonces...?
Guiado por mi despecho y las fervientes ganas de demostrarle que aún sigo en el juego - a no tengo idea de quien precisamente-, hacen que acepte la mano extendida, desesperado por ahogar este sentimiento.
"Si él puede estar con otros, yo igual."
Bailo junto al otro chico, perdiendome en las canciones pegadizas y seleccionadas para la ocasión del lugar, movidas y sensuales. Mi cuerpo libera el sudor y la adrenalina, el alcohol me suelta más, sin embargo, me odio por no poder apartar del todo el sentimiento de mi pecho, es angustiante; siento que estoy haciendo las cosas mal, que de él saberlo estaría reprochandome, y que estaba mal que me sujetaran así el cuerpo si no eran sus grandes manos.
–Pues jodete, ni siquiera estas aquí. Soy libre de hacer lo que quiera – musito entre dientes para mi mismo.
–¿Dijiste algo, lindo? – inquiere confundido el castaño. Lo observo por unos segundos antes de estampar mis labios con los suyos, abrumado por mil emociones que me desesperan en demasía. El chico se sorprende, pero no me aparta, al contrario, aprovecha la oportunidad para profundizar más el beso. Aquello no causa sino mayor malestar para mi, mis ojos se nublan, más allá que por reacción al alcohol, por las gotas saladas que tan bien conozco y llevo derramando hace semanas. Me aparto agitado, atrayendo su confusión de nuevo –. ¿Estas bien? ¿Te mordí muy fuerte?
Now I'm all alone and my joys turned to moping
Tell me here, where are you now that I need ya?
Where are you now? (where are you now?)
Where are you now that I need ya?
Couldn't find you anywhere
When you broke down I didn't leave ya
I was by your side
So where are you now that I need ya?
–S-sí, y no, perdón. Creo q-que voy a sentarme un rato – corro lejos del sitio antes de recibir contestación, tampoco me sigue. Me topo con Soobin cargado de una expresión preocupada una vez me encuentra saliendo del baño después de expulsar mi vómito por el retrete, entre lágrimas amargas y quejidos.–. E-estoy bien.
–Jungkook, tal vez deberías esperar a que llame a...
–No, no, por favor, no lo llames – suplico tomándole de los hombros para no perder el equilibrio, de seguro debo verme asqueroso y patético por la mirada de pena que tiene en mi –. Soobin, tú me entiendes, sabes que duele... Duele mucho, p-porque Yeonjun también te lastimó... N-no puedo verlo ahora.
Me arrepiento un poco de la mención que he hecho, porque la tristeza se cuela por sus orbes, pero suspira con un asentimiento.
–Sí, tienes razón, y aún lo amo después de todo... Sin embargo, tampoco podría verlo en estos momentos – me tiende un pañuelo de sus bolsillos para secar los rastros de agua en mi rostro, y me da una botella con agua que agradezco infinitamente. Vuelve a hablar después de unos minutos –. Intentar sacarlo de tu mente buscando la compañía de otros, no funciona, no puedes arrancar sentimientos a base de otros, Jungkook. Vas a descubrir un momento de satisfacción efímero y mil vacíos, arrepentimientos y dolores después de ello. Creeme, lo he intentado, y no es la opción viable.
–¿Cuando deja de doler entonces? – mascullo apenas audible.
–Cuando tenga la respuesta, te la diré – sonríe con melancolía –. Siento inquietarte más, será mejor que vayas a casa. Por favor, permite que llame a alguno de tus amigos o tu hermano, a cualquiera que pueda venir por ti, tú dime.
–No, no, yo eh, tengo a alguien esperando afuera. Puedo ir solo – no estaba convencido de mi sentencia, pero por suerte me deja ir tras mucha insistencia y porque su trabajo lo reclama en la barra.
Camino por el vecindario como un pobre desdichado, tropezando y tambaleante; la noche es fría y me estremece bajo mi chaqueta, -más estética que para cubrir -, me siento un rato en un banco, extrayendo mi celular y revisando las llamas perdidas de mi hermano, junto a otros mensajes de mis amigos. Escapo el aire con pesadez al recordar que esa tarde había tenido el celular de Hoseok en mi poder, andando en este por curiosidad en lo que él compraba algo en la farmacia donde le acompañamos Seokjin y yo, siendo de esta manera que encontré los estados del chico rubio que tanta inseguridad me traía, sobretodo después de lo sucedido en el centro comercial... Obviamente -con todo mi masoquismo e idiotez-, revisé sus estados, hallando en cada uno fotos junto al ojos negros que rompe mi corazón una y otra vez. Al final, actúe como si no hubiese cometido dicha falta, evadiendo las preguntas de mis Hyungs por mi cambio de actitud.
Carcajeo sin gracia alguna por mi desdicha, cuestionando mis decisiones aquel día, optando por asistir hoy a la reunión de Seulgi en el bar sin avisarle a nadie, decidido a olvidar todo lo acontecido. Mi dedo se dirige solo por la pantalla, y se detiene en un número que, de no tenerlo registrado igual me sabría de memoria; las ganas me acogen tanto -tal vez por la valentía del alcohol en mi sistema-, que termino marcandole, escuchando el repicar tras la línea junto a mis latidos nerviosos.
–¿Hola? – jadeo tembloroso al segundo en el que la voz detrás del aparato aparece, una profunda que conozco como la de un chico poco mayor que yo, una que me apuñala ante los recordatorios de la realidad actual. Ante mi falta de respuesta, vuelve a modular con más confusión –. ¿Hola? ¿Quién habla?
Cuelgo sin ser capaz de enfrentarlo, respirando agitado y llorando en silencio, perdiendo la vista en la calle solitaria a la medianoche; los faroles encendidos en lo alto y sonidos lejanos de autos, cigarras y las hojas movidas por la fría soplada del viento.
Transcurren quizás cinco minutos -o tal vez menos-, al instante que vuelve a sonar el tono de mi teléfono, golpeando mis nervios cuando veo el número del contacto brillando en la pantalla. Me tardo en decidir qué hacer, asustado de afrontar lo que mi estúpido arrebato causó.
–Ya, ya, detente... – mi súplicas son descartadas, porque el aparato en el banco continúa sonando. Con una respiración profunda, agarro el teléfono y apreto para contestar.
–¿Hola? –una nueva voz logra erizar mis vellos, retengo el aire y reprimo cualquier sonido de mi boca que me delate; hace un tiempo no lo había escuchado hablar, su tono único para mi, rasposo y varonil, pero cálido al oído. Lo hecho tanto de menos, y debo controlarme para no decirlo en voz patética. Continúa con otro saludo, hasta que le oigo inhalar para decir :–¿Jungkook?
Carajo, claro que sabe que soy yo, ¿Quien más iba a llamarle a estas horas sin decir nada tras la línea?
–Y-yo, lo siento, marqué al número equivocado.
–¿Estas bien?
–Sí, eh, siento haberte interrumpido. Supongo que estás ocupado – trago el espeso sabor amargo en mi garganta, esperando a que lo siguiente no suene a reclamo :–. Taehyung contestó.
Oigo la exhalación tras la línea, y puedo imaginarlo masajear el puente de su nariz.
–Ya me lo dijo, también que no respondían. No tengo este número registrado, pero... ¿Estas en la calle?
Maldigo al auto que transitó ruidosamente por la vía.
–Puede ser. Escucha, no quise...
–¿Jungkook, estas ebrio? – vuelve a exigir con más severidad, me contraigo en mi asientoal sentir el regaño, pero no permito que me perciba afectado; no hice nada malo –. ¿Donde estas?
–No es algo de tu incumbencia. Que yo sepa, no lo es desde que terminaste conmigo – escupo con rencor palpable –. Tomé unos tragos, es todo. Soy lo suficiente mayor para eso.
–Y también eres lo suficiente mayor como para entender lo peligroso que es estar a estas horas en la calle con ese estado – resopla con exasperación –. Jungkook, escucha, las cosas no salieron como yo quería, y lo siento, pero...
–No, callate, no digas nada más – ruego con voz inestable, las náuseas surgiendo nuevamente y el palpitar en mi cien; es esto lo que me gano por ser tan descuidado –. Por favor, no repitas lo que ya sé, ¿Sí?
–No puedes hacer estas cosas, no te pongas en peligro así. Dios, no me lo hagas tan difícil, Kookie...
Un golpe directo a mi pecho y cordura.
–¿Hacerte qué? ¿Y quién te ha dicho que puedes llamarme de esa manera? – exclamo enojado –. ¡No estoy ebrio por ti, ni tampoco bailé y me besé con ese chico por ti, carajo!
Ninguno de los dos dijo nada después de mi arrebato, muerdo mi lengua y cierro los ojos con fuerza, insultandome por mis impulsos. Balbuceo intentando disculparme y evadir el asunto hasta que interrumpe con una voz fría, sería, cortante:
–Dime donde estás.
–No.
–¿Estas solo? Te lo pido amablemente, Jungkook. Joder, ¿Dónde estás?
–¿Por qué te molestas? Ya te pedí perdón por interrumpir tu cita – sueno tan tembloroso y tonto que me detesto –.Estoy bien así.
–Jungkook, por favor.
–Adiós, Yoongi.
Cuelgo a pesar de sus llamados, y apago el celular cuando me canso de ignorarlo. Lloro como idiota en plena calle, importandome poco si alguien me ve o escucha, sin interesarme quedar dormido en pleno banco...
Al abrir de nuevo los ojos, la luz se filtra muy levemente por las cortinas de mi habitación, el golpeteo en mi cabeza punzante y tortuoso. Apenas logro entender que me encuentro en mi cama y sin zapatos, según mi despertador es mediodía. Exhalo con pesadez, y frunzo el ceño al divisar las pastillas y el vaso de vidrio en mi mesa de noche, una clara indicación:
Alguien me trajo a mi casa anoche, colocó las pastillas y me acomodó entre las sábanas. Por más que me esfuerzo en recordar, sólo percibo una imagen borrosa de un chico cargandome, y elegí creer que fue mi hermano, porque después de todo estaba a unos pasos de mi casa desde aquel banco donde estuve.
Claro, en el fondo de mi anhelante corazón, me imagino con falsa esperanza a que pudo ser mi vecino, pero no, sé que no lo fue. Además, tampoco insistió más después de la llamada de anoche -la cual apenas y recuerdo -, y esto me duele en demasía.
Otra cosa que me lastima, es el saber que Soobin tenia total razón, porque no podía borrar el recuerdo de Yoongi, ni su sabor de mis labios, o la memoria de su tacto... Simplemente, ¿Cómo podía amar a alguien más? Es lo que pienso apenas manejo más tarde cerca de nuestra calle.
***
–¿A dónde vamos, Hyung? – carcajeo entre tropezones ocasionados por la venda en mi cara y la mala gestión de mi mayor, el cual me guía por el sitio con más risas y gruñidos –. Vas a causar una nueva cicatriz si me caigo.
–Falta poco, no te sigas quejando, Mocoso – continúa llevándome por el lugar, y por fin al detenernos, extrae la venda de mis ojos. Capto primero su sonrisa tímida, y después, se aparta para mostrar el espacio –. Bien, esta es la sorpresa, Kook-ah.
Coloco una mano en mi boca por el sonido de asombro que doy al ver la cochera del más bajo totalmente decorada con luces, fotos de los dos, acompañado de algo de música a volumen tenuo y un rincón con una cena bastante elaborada, todo arreglado con detalles muy lindos y románticos, sin mencionar unas flores preciosas de colores rojizos y blanquecinos.
–Hyung... ¿Hiciste todo esto para mi?
–Técnicamente tuve ayuda de Jimin y Hoseok, la distracción fue de parte de Nam y la comida con supervision de tu hermano, pero sí – agita su cabello con clara ansiedad –. ¿Te gusta?
Freno mi caminar por el área -encantado por cada cosa que observo-, dándome cuenta de que no he dicho nada, preso en las emociones y la sorpresa. Lo veo y una sonrisa enternecida me domina, caminando hasta él para sujetar su rostro con suavidad.
–Me encanta, es decir, es demasiado, yo...
–Nada es demasiado para ti, Jungkook – corrige al instante –. Quise hacer algo especial para ti. De hecho, esto no es todo, aguarda.
Sin derecho a opinar, comienza a colocar unos bancos para sentarnos, cumplo sus indicaciones algo divertido por su esmero en lo que apaga la música, sostiene su guitarra y relame sus labios. Su ceño está unido en concentración cuando termina de arreglarse, yo me deleito de la imagen, casi conteniendo el aliento por lo atractivo que se ve.
–¿Vas a tocar una canción para mi? –pregunto con ilusión y algo de burla –. ¿Es un cover de IU o Justin Bieber? Quiero saber, Hyung.
–En realidad, es una canción que escribí yo mismo, para ti – su pequeña risita nerviosa me conmueve tanto como sus palabras –. Soy más original, niño.
–Wah, ellos son igual de originales – bromeo en medio de las emociones cálidas que me invaden, incluso estoy nervioso –, y que yo sepa, no es mi cumpleaños.
–Hmm,no debe ser una fecha importante para darte lo que quiera, o quizás lo hago porque hoy es la fecha en la que me mudé aquí – escapo una risita que le contagia al seguir nuestra divertida conversación –, y la fecha de nuestro noviazgo. También es el día donde un mocoso confesó su amor por mi y ahora me hace comentarios tontos.
–Estoy algo abrumado, no me culpes –reclamo con vergüenza, saliendo de mi papel –. Sabes que suelo decir cosas tontas cuando estoy nervioso. Dios, ahora creo que soy más tonto por mi regalo insignificante.
–Todo lo que me das es extraordinario, para – apreta mi mano con calidez, una que se extiende por mi cuerpo, y crece con su mirada dulce –. Compuse la letra y la melodía estos días, pensando en ti, y simplemente surgió. No soy muy bueno expresandome en voz alta, pero con ésta canción espero hacerlo y que te guste.
No tengo nada que decir, demasiado embargado por los sentimientos, así que me limito a asentir quedamente, con el revoloteo en mi estómago una vez empieza a tocar una melodía nueva y única; no importa cuantas veces toque o cante, sea una canción que nunca le oí o una repetida. Hyung me embelesa y hace latir con fuerza mi pecho, perdido en su encantamiento.
Claro, esto sin duda era diferente, porque cantaba con un sentimiento propio. Lo veía nervioso, algunas veces muy sonrojado y apartando la mirada con cada verso, otras sin apartar la vista de mis orbes y relamiendo sus labios resecos. La letra era únicamente preciosa, cada cosa que expresa con su hermosa voz es el incentivo a mis latidos y emoción, tanto, que lucho por no largarme a llorar o lanzarme en sus brazos para abrazarlo o besarlo. Al finalizar la canción, espera mi respuesta, con una sonrisa que expresa muy bien todo lo que ha cantado, en resumidas cuentas.
–H-Hyung...
–Oye, no pudo haber sido tan mala, ¿N-no?
–¿Bromeas? ¡Ha sido la canción más genial y maravillosa que he oído! Me encantó, la amé, y te odio por ser tan increible – corro a estrecharlo entre mis brazos, incapaz de contener más lo que guardo. Me recibe gustoso, apartando a un lado su guitarra y acariciando mi cabello con un suspiro aliviado –. Habías estado tan distante estos días que pensé...
–Lo sé, y lo lamento mucho – me tranquiliza con suavidad, logrando que libere el aire en mi pecho –. La academia y la universidad me han tenido algo tenso. Además con mis padres y sus exigencias no he tenido mucha cabeza para otras cosas, y he sido muy duro contigo, perdón.
–Es sólo que quiero que sepas que estoy para ti. Puedes contar conmigo para todo, Hyung.
–Sí, lo sé. Tengo mucha suerte contigo, Mocoso.
Me aparto un poco y muerdo mis labios a sabiendas de que me observa, agachando el rostro para susurrar mi temor y ocultar mis ojos humedecidos:
–Estuviste con ese chico varias veces...S-sé que me has dicho que son amigos, pero creí que era mejor compañía que yo.
–Hey, Jungkook, mírame – levanta mi mentón para encararlo, su expresión firme y honesta –. Taehyung y yo hemos estado hablando de las clases, y aveces me ayuda a desahogarme, pero no eres tú. Tu jamás serias reemplazable para mi.
Sonrío apagado, quitando una lágrima de mi ojo antes de que salga.
–Él es muy lindo y divertido, Hyung.
–Tú eres lo único que veo y quiero, el resto me es igual. ¿No confías en mi?
De inmediato me apresuré a corregir por su tono decaído:
–Claro que lo hago, más que en nadie, es que – suelto el aire profundamente –, se nota que le atraes, te mira con tanto cariño y aveces soy tan inseguro. En serio lo siento, Yoonie, no quiero ser de esos novios celosos que exigen atención o miran lo malo.
En su lugar, recibo una dulce sonrisa que acompaña de un beso casto en mis labios, después otro en mi nariz y le sigue una en la frente; me concentro en las caricias que me brinda y el olor a su perfume tan varonil, sonriendole.
–Para nada eres un novio que monta escenas de celos, eres uno adorable y sin igual, al que amo tanto que le compuse una canción extremadamente cursi acompañada de una cita sumamente cursi con flores jodidamente cursis que Hoseok consiguió donde su abuela.
–Es hermosa, callate. Y las flores igual – refunfuño apenado por su risa –. No es excusa, pero tengo miedo a perderte, es todo.
–No lo harás, y esto es la prueba – extiende la hoja donde su letra pulcra escribió la tan preciosa canción,"Forever". Sonrío tomandola entre mis manos en lo que limpia con sus pulgares mis lágrimas, acunando mi cara –. Siempre voy a estar contigo, Mocoso, porque te amo, y nada ni nadie lo va a cambiar. ¿Bien?
Afirmo con mi cabeza y ambos nos inclinamos para sellar aquello con un beso -lento y cargado de afecto-, nuestros latidos a la par. Al separarme, asiento con mis dedos en sus hebras oscuras.
–Bien.
***
And all my friends are tired
Of hearing how much I miss you, but
I kinda feel sorry for them
'Cause they'll never know you the way that I do
Yeah, today I drove through the suburbs
And pictured I was driving home to you.
Las risas en el sitio generaban un ambiente ameno, incluso para mi; o al menos fue así hasta cierto punto de la tarde, donde las parejas se tomaron un pequeño rato aparte.
Hoseok se encuentra recostado en las piernas de Seokjin, este peinando los cabellos rojizos que escapan de su sitio por la brisa; los dos conversando trivialidades en lo que ríen graciosamente ante algo que sólo ellos comprenden.
En cuanto a Jimin, era abrazado por el gran cuerpo de Namjoon, quien susurraba cosas en su oído de vez en cuando, causando el rubor del rubio, del cual besa los mofletes sonrosados en lo que aprecian el atardecer del horizonte.
Por otro lado, yo me hallo apartado de los cuatro, centrado en el mar y las olas rompiendo en las rocas mediante la subida de la marea, perdido en mi mente. Acepté ir a la playa finalmente, y fue así para complacerlos a ellos, porque era injusto tenerlos rogandome por esto. Claro, una cosa es que no lastime tanto el pisar el mismo sitio que tiene grabado varios recuerdos de lo que era mi grupo -ahora incompleto-, cosa que nunca decimos, pero todos sabemos.
Tácito, la definición de la ausencia de Yoongi era esa.
En el muelle veo a las gaviotas, cierro mis ojos mientras el soplar salino mueve mi pelo y se clava en mis poros, tarareo una melodia personal que trae más recuerdos que rompen más mi alma en lo que mis pies se tambolean. El ser humano es realmente masoquista, en búsqueda de más cosas tristes que acrecienten su depresión.
Los problemas iniciaron al instante en el que mis amigos me piden acercarme a su fogata, donde me mantengo en silencio, observando las llamas y sin intervenir mucho en la conversación; conocen el motivo, ellos no son idiotas, y el hecho me enoja levemente, mi castigo es el distanciamiento.
–Jungkook, debes detenerte con lo que haces – Seokjin fue el que tomó las agallas para abordar un tema que hemos evitado en reuniones, y se hace notorio cuando todos le miran con reproche, sorpresa o vacilación. Yo, me mantengo entretenido con el jugar de mis dedos en la arena, contando números para controlar mi humor, que se ve tentado con cada cosa que vuelve a decir mi hermano :–. Sé que estas pensando en Yoongi; con todo lo que miras, escuchas o hueles, no es sano, no puedes...
–Entonces no debieron traerme aquí – corto tajante, con falsa calma –. Ustedes tendrían que saberlo, se los dije.
–Sólo queríamos sacarte de casa, Kookie.
–Sí, como dice Jimin, porque es donde vives casi todo el día, y nos preocupa – secunda el mayor de todos con aquel tono acusador –. No es sólo la playa, cualquier sitio, sobretodo el vecindario. Comprendo que es duro, pero si todos lo aceptamos podremos lograrlo.
–¿Comprender? Agh, no comprendes nada.
–Jungkook...
Me canso de sus tonos comprensivos y reproches, chasqueando para encararlos.
–¿Que van a decir? ¿Acaso piensan que no tengo idea de lo que hacen? Están fingiendo, ignorando todo el asunto, borrandolo y dejando de lado el hecho de que no estamos completos. Falta una persona aquí, y pretenden ocultarlo por el bien de una supuesta estabilidad, creyendo que así resolvería el tema.
–Jungkook, Yoongi ya no está, no va a volver al grupo – Jin intenta ser severo, acrecentando mi mal humor –. Nadie ignora el tema, estamos siguiendo adelante. No podemos dejar de existir o detenernos por él.
–Es cierto, Hyung tomó su decisión, eso escapa de nuestras manos – Hoseok es el nuevo en apoyar, con más decaimiento –. También lo extraño, todos nosotros, pero las cosas son así.
Resoplo al segundo de oirle.
–Pues me niego a aceptarlo. Él es también su amigo, dejaron que lo que ocurrió entre los dos les afectara, lo marginaron.
–Las cosas no son así. Nadie lo ha desplazado, Kook.
–Por favor, Namjoon, ¿Volviste a su casa para componer canciones de Rap como antes? – la postura del moreno cede por mi petición, la culpa en su expresión es la realidad. Volteo hasta el chico a su derecha –. Jimin, ¿Olvidaste los fines de semana donde iban al gimnasio local porque lo jalabas de las orejas?. Y tú, Hoseok, ¿Qué ocurrió con las salidas y noches de chicos de Sope? – ninguno de los dos bailarines dice nada, cabizbajos. Ahora ataco a quien más discute conmigo :–. Dime, Seokjin, ¿Ya no hay más envases de comida casera en la universidad para que Yoongi no muera de hambre por su descuido?
–¿Cuál es tu punto? – se queja entre dientes, evadiendo la verdad –. ¿Por qué te molesta que nosotros no le hablemos, si debería ser lo contrario?
–¡Que actúan como si jamás hubiese existido y yo fuese el único consiente del problema! Me molesta porque no están siendo sus amigos.
–Estamos enfadados con lo que te ha hecho.¿No te parece motivo suficiente?.
–Hyung.
–¡No, chicos, es que, agh!
Exhalo con impaciencia por el berrinche de mi hermano, harto de todo.
–Ya, digan lo que piensan.
Y para asombro de todos, quien susurra algo tras el silencio, es Jimin:
–Jungkook, ya pasaron cuatro meses...
Aquello tocó la última fibra de cordura, por ser él, y porque fue la gota que derramó el vaso, todos lo comprendieron. Solté una risa seca, carente de vida, en pleno silencio.
–¿Cuatros meses? ¿En serio creen que se necesitan cuatro meses para olvidar a alguien como Yoongi, a quien practicamente conocen desde siempre? – el de menor estatura quiere decir algo, con expresión culposa, cosa que no le permito, continuando con un nudo en mi garganta :–. Ustedes creen que no me fijo de lo cansados que están de oírme hablar de cuanto lo extraño, creen que no me doy cuenta de cómo tratan de evadir el tema a toda costa, como una peste, para no herirme, pero ya yo estoy malditamente afectado, por si no lo saben. Me ven como un enfermo sólo porque tengo el corazón roto, y "cuatro meses" es suficiente tiempo para "curarme".
–Nadie ha dicho algo así, Kookie – el pelinaranja irrumpe con cautela –. No dijimos que estás enfermo. Somos tus amigos, puedes decirnos todo lo que quieras y te vamos a apoyar.
–Siempre y cuando no sea acerca de Hyung, ¿Cierto?
–Lo tomas por otro lado, Jungkook.
Me aparto de su intento de acercarse con un sollozo irremediable y cargado de frustración.
–Piensan que es sencillo porque ustedes no lo conocen como yo lo hago, no saben una mierda de él como yo, y es lamentable. Me miran con lástima, pero yo la siento por ustedes, por permitir que Yoongi se vaya se sus vidas sin pelear – suelto lo que retengo por tantas semanas, bajo sus miradas dolidas –. No aceptan que les duele tanto como a mi que no esté aquí, él hizo mucho por ustedes támbien. Él me dejó a mi, no a ustedes, pero lo están dejando por mi... Lo siento, y-yo no quería romper este grupo.
Los chicos permanecen estáticos mientras lloro con impotencia, expulsando de mi pecho aquella aprensión. Jimin es quien se levanta primero, entreveo las lágrimas que se forman en sus propias cuencas en lo que intenta abrazarme. Sin embargo, retrocedo con velocidad, poniendo mis brazos en señal de alto.
–Kookie...
–N-no, no te acerques, no me abraces. Si l-lo haces voy a llorar más y no, ya me agoté.
–No tienes que llorar más, no solo – exclama con mortificación, siendo seguido por su pareja, que lo sostiene por los hombros, también esperando mi permiso para acercarse junto al mismo –. Aquí estamos para ti, n-nadie lo ha olvidado. Por dios, juramos que no.
–Jungkook, intentamos ayudarte – es lo primero que dice el peligris tras mi estallido, ganando la atención del resto –. Por favor...
Soy incapaz de continuar aquello; viendo sus caras, siendo patético nuevamente ante ellos, así que decido irme y dejarlos atrás, sin oír sus llamados y corriendo para que no me sigan. Me encierro en mi auto y con rapidez manejo lejos de la playa, conteniendo más ganas de liberar más líquido de mis lagrimales, respirando entrecortado, hasta normalizarme un poco más. Irónicamente, cuando voy cerca de mi calle, una canción en la radio me deja anonadado.
"Por primera vez lo escuchan en patrocinio de ésta emisora, Seúl. Hablamos del principiante y futuro artista coreano, Min Yoongi, apodado Suga, cantando un tema de su autoría llamado So far away. Trabajando junto a la conocida artista local, Suran."
Recuerdo perfectamente la tarde que compuso la canción, y de cómo me asombré de lo veloz que surgió de su mente y lo plasmó en papel;gocé de verle apasionado en su piano, tocando la melodía que me pidió cantar en el coro, el mismo que ahora fue grabado con aquella voz femenina que traía tantas emociones. Irónicamente, sonrío y subo el volumen, mi corazón en una contradictoria calidez a pesar de lo roto que se encuentra.
Y es que, el causante de mi "enfermedad", también era mi cura.
–Te lo dije, Hyung, te lo dije... So far away, don't fall away...
Imaginé mediante el sonar de la canción, con su voz de contraste, que estaba conduciendo a su casa, directo a sus brazos, permitiendome olvidar la cruda realidad y diciéndome que me iba a sonreír, a besar con un "Todo estará bien, Mocoso."
***
And I know we weren't perfect, but I've never felt this way for no one, oh . And I just can't imagine how you could be so okay now that I'm goneI guess you didn't mean what you wrote in that song about me'Cause you said forever, now I drive alone past your street.
–¿Si quiera es sangre real? Diablos, el cine de terror clásico es tan irreal.
–Pff, claro, irreal...
–¿Tienes miedo, Kook?
–No, no entiendo el cómo no aprecias el cine clásico.
Su expresión bromista cambia radicalmente a una indignada. Muestro mi dentadura felizmente comiendo de mis palomitas, despreocupado, viendo el cómo Michael Myers persigue a su desgraciada descendencia.
–Mocoso, prestame algo de atención, voy a ponerme celoso del psicópata.
–Uy, es que el hecho de que alguien te persiga sin retenciones y con tanto esmero, enamora, Hyung.
Cualquiera que no nos conocía podía decir que nuestra conversación era un sin sentido, el punto es que, entre los dos -en medio de nuestras diferencias -, logramos una armonía, sumidos en bromas personales y provocaciones tontamente absurdas. Por ello es que carcajeamos en plena masacre de la película, recibiendo miradas de rencor por los otros espectadores y otras extrañadas, incluso algo asustadas.
–Creen que reímos como sádicos por los sesos y decapitaciones, que erróneos están – Yoongi sorbe con una mueca de suficiencia su pajilla, observo el líquido bajando por su tráquea con una sonrisa atontada –. Tus obsesiones con mi manzana de adán son raras, niño friki.
Boqueo con falsa ofensa, dándole golpes -sin realmente mucha fuerza-, y carcajeo junto al mayor, quien me abraza en un intento de detener mi berrinche.
–Lamento informarte que estas saliendo con este niño friki, Hyung amargado.
–Y estoy muy enamorado de él, lo que me convierte en alguien más tonto – informa con simpleza, extendiendo la linda sensación en mi interior. Trazo con mis dedos su mejilla, él mira al frente, donde se halla la pantalla proyectando la película que escogimos, sin embargo, sé que no está prestando atención mientras me abraza cerca de su cuerpo. Mis dedos viajan hasta la ligera arruga en su frente, tratando de que ceda –. ¿Qué intentas?
–Más bien cuéntame porqué luces así.
–¿Tan irresistible para ti?
Chasqueo, dando otro golpe en su pecho, algo sonrojado, porque sí que tenía razón; claro, cosa que no diría.
–Habló en serio, ¿Qué sucede? Últimamente estas muy perdido en tu mente, Hyung – tensa levemente la mandíbula sin verme aún, se limita a jugar con nuestras manos enlazadas, removido en el asiento acolchado de su auto. Quiere decir algo, pero me adelanto :–. No digas que no tienes nada porque te conozco muy bien – coloco una mano en sus labios una vez vuelve a intentar hablar :–. Y no, no vayas a pedirme que esperemos hasta los créditos porque ya he visto esta película antes, sólo quería que vinieras conmigo.
–¿Hiciste que vinieramos al auto cine para ver una película que ya viste sólo para con placer tu capricho y obligarme a verla?
Alzo los hombros con desdén.
–Fue una excusa para venir a besarnos y toquetearnos.
Abre su boca y la cierra entre parpadeos que me hacen contener la risa.
–Que descarado eres aveces, niño.
–Ya, no evadas el tema.
–Bien, bien. Es difícil esconderte algo, ¿No? – su sonrisa denota cansancio, al igual que su suspiro al posar vista en sus piernas –. Hace unas dos semanas hubo un reclutador de talentos en el campus, y me buscó especialmente a mi porque alguien le envió anonimamente material a mi nombre, promocionando mi trabajo... Quiere que firme un contrato de grabación con su discografía.
–¡¿Es en serio?! ¡Es una excelente noticia, Yoongi Hyung! – exclamo en total euforia, irguiendome en el asiento del auto con una enorme sonrisa –. ¡Podrás tener más oportunidades de que otros conozcan tu maravillosa música y...!
–Kookie, espera –se acomoda en su sitio con gesto preocupado, viéndome directo a los ojos, titubea un poco para posteriormente continuar :–. El ofrecimiento involucra el irme a América, no es en Corea.
Por unos segundos permanezco mudo, analizando su aclaración y conteniendo las mil emociones que me invaden, intentando de que no se filtren las negativas, porque el pálido me conoce tan bien que se daría cuenta en un instante.
–Oh, ya veo... – lentamente, inhalo y sonrío como puedo –. Entonces es una oferta americana, es aún mejor, tienes más posibilidades.
–Podría ser, pero no iré.
–¿Qué?
–No pienso dejar mi vida así como así. Tengo la universidad, aún tengo otros planes, los chicos...
–Hyung, por favor, los chicos van a estar sumamente encantados por más que te echen de menos. Y la universidad podrías terminarla luego, o podrías optar por las titulaciones en línea. Es lo que llevas anhelando hace mucho tiempo, siempre ha sido tu sueño, lo sé.
–Sí, tú me conoces mejor que nadie, ¿Cierto? Eres quien más sabe cuanto he deseado esto – sujeta mis manos con firmeza, sin apartar su mirada de la mía, serio y decidido, tanto, que retengo el aliento –. Sabes cuanto he practicado, estudiado y querido esto.
–Hyung...
–Yo no... No puedo dejarte, Jungkook, simplemente no podría.
Mi súplica no fue escuchada, escapo el aire con pesar, porque, tal como dice, le conocía a tal punto de saber que diría aquello que temía; uno de los peores miedos que poseía, el retenerlo para cumplir sus metas. Aunque mi corazón se regocije sin remedio y la idea de tenerlo a mi lado, dispuesto a dar todo por mi, sea demasiado hermosa y preciada, no permitiría que hiciera aquello por mi.
–No, tienes que irte.
–¿Tan molesto soy como compañía para querer deshacerte de mi, Mocoso?
–Hyung, nada me haría más feliz que estar siempre contigo, a excepción de verte cumplir tus sueños – cierro mis ojos para luchar contra el llanto que desea colarse por estos – ¿Crees que no me mata pensar que estaremos lejos? Pero si no lo haces, sentiré que es mi culpa. N-no soportaría estar contigo así.
–Decir que es tu culpa es absurdo. Ya te dije que tengo muchas otras razones por las cuales quedarme.
–Pero soy quien más te ata aquí, ¿Verdad? – no necesito respuesta verbal, evade mi vista, mordiendo su labio. Libero una de mis manos de su agarre, levantando su rostro con delicadeza –. Es lo que más deseas en el universo.
–Eso fue antes de ti, Jungkookie – aclara con clara convicción irradiando en sus preciosos orbes oscuros –. ¿De qué me sirve estar cumpliendo mi sueño si no estás conmigo?
–Podría visitarte de vez en cuando si ahorro lo suficiente. D-despues de la graduación podría ir contigo.
–Kookie.
–¡I-incluso podría dejar todo e irme contigo de una vez! Lo que sea, Yoongi.
El aludido me observa con una admiración y brillo especial que calienta mis mejillas. Sonríe de una manera única y conmovida que me hace sentir pequeño; como de niños, cuando cumplía lo que mi Hyung favorito decía.
–Sabes que no te permitiría hacer algo así, tonto – une nuestras frentes con una exhalación profunda que absorbo como si fuera mi propio oxígeno –. Y honestamente, no aguantaría estar mucho tiempo separado de ti. Es mi decisión, ya la tomé,y te lo digo porque prometí ser sincero contigo. Ya habrá otra oportunidad, y de no haberla tampoco es el fin. Sabes que no me rendiré.
Me quejo con el llamado de su nombre una vez más; conocerlo me da a entender que solución no había, nada lo haría cambiar de opinión, ni porque lo abandone -cosa de la cual soy incapaz-, así que lo acepto con pesar y disfruto con algo de remordimiento las caricias propinadas por sus manos en mi rostro, su nariz rozando la mía.
–¿Tanto me amas?
Claro que supe la respuesta desde antes de oírla:
–Mucho... Mucho, y más – cada frase la libera junto a besos castos que roban mi aliento, embelesado por él y su existencia –. Tanto como tú a mí.
–Lo sé, eres un idiota – sonrió sobre la boca contraria, pero me aseguro de verle con firmeza –. Promete que buscaremos otra posibilidad igual de genial.
–Prometido. Ahora besame, niño.
Cumplo la petición sin refutar, fundiéndome en la unión lenta y exquisita de nuestras bocas, explorando la cavidad contraria en la oscuridad, la poca luz colada por las ventanas gracias a las farolas y la pantalla que continúa mostrando el filme que desplazamos a segundo plano, sumidos en nuestro mundo. Los besos se tornan más fogosos, ambas lenguas jugando, algunas succiones y jalones muy leves, sensual y provocativos. Jadeo cuando sus manos rozan abajo de la tela de mi camisa, firmes en mi cintura. Su boca desciende en mi cuello, donde la vena palpitante emite el flujo de los latidos desbocados de mi corazón, una sensación creciente en mi vientre por la alta temperatura que invade el auto.
–Nos están viendo, Hyung – musito intentando apartarme con vergüenza apenas oigo a una chica gritar que vayamos a un hotel. Yoongi carcajeó en mi cuello, su aliento cosquilleando en la zona, estremeciendome –. Yah, controlate.
–Hace un rato dijiste que venias por besos y toqueteos, si mal no recuerdo.
–E-era chiste, torpe.
Termina por cumplir mi petición, depositando un último cariño en mi mejilla para atraerme en un abrazo en lo que calmamos nuestras respiraciones, o más bien yo la mía; aveces envidio el cómo se repone de forma más fácil que yo.
¿Cómo puede ser tan descarado, coqueto, seductor y estar tan tranquilo como si nada al segundo?
–De acuerdo, puedo permanecer de cualquier manera contigo, por mi, está bien. Siempre y cuando estemos juntos.
–Parecemos una pareja retro ahora mismo – sonrío complacido, escondiendome más en su cuello, inhalando la esencia y restregandome discretamente, sin querer recibir alguna queja por mi mimosidad; igual ninguna llega, contrario a esto, se apega más a mi –. Gracias, Hyung.
–Oh, gracias a ti, Kookie.
En los brazos de Hyung, los temores del futuro se disipan, como el remordimiento y cualquiera emoción negativo. Podemos no ser la pareja perfecta -y una sumamente empalagosa como esos romances televisivos-, pero funcionamos muy bien como la pieza faltante del otro.
***
Nadie podría encontrarse más perdido, descolocado y anonadado que yo en aquel sillón que forma parte de mi casa, sentado al lado de nada y más y nada menos que Kim Taehyung; al momento en el que le abrí la puerta y lo hallé con expresión ansiosa, pidiéndome educadamente entrar para conversar, no lograba creerlo, mientras que otra parte de mi quiso azotar la madera en su cara para evitarle el paso. La cuestión es que yo tenía modales, y aquel comportamiento inmaduro no me era apropiado.
Por ende, terminamos con un incomodo silencio, al lado del otro y con un café enfriandose en la mesita del frente.
–Bien, seguramente captas el hecho de que tu visita es sumamente inusual para mi y que ninguno sabe exactamente qué decir, así que iré directo al grano. ¿Qué estás haciendo aquí?
Taehyung escapa el aire con lentitud tras mi requisito.
–Sé que no te caigo muy bien que digamos, ni tampoco somos precisamente amigos.
–No te odio.
Estaba siendo sincero -a medias-, porque admitía que hubiese querido odiarle, pero Taehyung era una persona muy amable, educada, interesante e inteligente, al menos es lo que he oído y he visto desde conocerlo; quizás por dichas razones sienta tanto recelo a él. ¿Cómo detestarlo? El hecho que influye es cierto chico pálido al lado de mi casa.
–Tendrías motivos para ello, ¿No? –su sonrisa no es burlona, sino amarga y decaída –. Sin embargo, no es por ese tema que vine, en realidad, quería pedirte un favor.
–¿Favor?
–Habla con Yoongi.
A primera instancia dudo haber oído bien, pero la manera en la que me observa y su tono, hacen que entienda que fue real.
–¿Qué? ¿Por qué hablaría con él? – de pronto mil ideas me drenaron los colores del rostro –. ¿Le ocurrió algo malo? ¿Está bien?
–Sí, esta bien, tranquilo – algo en su hablar suena poco convencido; aún así, continúa :–. Entiendo que entre ustedes las cosas no anden bien, pero antes de haber tenido una relación, fueron amigos. No deberían de perder eso.
–¿Te preocupa mi relación amistosa con Yoongi? Lo siento, esto no tiene mucho sentido para mi.
–Jungkook, no se trata de mi o nada de eso, sino de su amistad – rechista entre movimientos impacientes en su sitio –. Creeme que no es sencillo para mi venir hasta aquí, pero Hyung te quiere, sin importar lo ocurrido, y sé que tú a él. Lo conoces muy bien, ¿No?
Quisiera decirle que él no conoce tanto al azabache, que yo lo venía admirando desde pequeño, que fuimos toda la vida vecinos, amigos, y tuvimos un noviazgo largo; sacarle que era un recién llegado a comparación, que nunca conocería tan bien a Yoongi como yo, pero aquello sería cruel e infantil de mi parte. Opto por responderle algo arrogante:
–Mejor que nadie.
Afirma con la cabeza con tensión.
–Entonces tendrías que saber que deberías hablarle.
–¿Insinuas que me extraña?
–No puedo hablar por él, si quieres respuestas tendría que ser de su parte – contesta con cierta cautela –. Puedo decir únicamente que algunas cosas no son como aparentan.
Probablemente mi inseguridad me hacia dudar y generarme mil escenarios destructivos para mí mismo, motivo por el cual mi impulso me gana:
–Sí, por ejemplo, que desde un principio supe que él te atraía aunque tratabas de no aparentarlo – la forma en la que queda pasmado, casi sin respirar y tragando seco, no sólo sirve de comprobante a lo que digo, sino que me da poder para proseguir mi arremetida :-. Te gusta, desde que lo conociste en la academía, incluso antes de que fuesemos novios.
–Jamás interviene en nada, y Yoongi nunca intentó algo – termina por defenderse, diviso algo de lamento en el fondo de sus orbes y eso me remueve por dentro –. No voy a negarlo ni a avergonzarme, tampoco podrías culparme.
–Nunca lo haría, cualquiera podría caer por Hyung – susurro cabizbajo, la cafeína en la taz ya sin humear me permite evadir la vista del otro. Respiro profundo y me obligo a ser apático :–. No te odio, por más que lo desee. Si lo haces feliz, te agradecería por ello... Tampoco puedo culpar a Hyung de gustar de ti.
Taehyung parpadea con mi sentencia, con una mueca perpleja que completa con una negación de su cabeza.
–Oye, las cosas que piensas...Nosotros...
–Si no te importa, tengo cosas que hacer y preferiría acabar esto aquí – intervengo, sin querer conocer los detalles de su relación -cualquiera que fuese-, levantandome de inmediato del sofá –. Sin ofender, pero quisiera estar solo para empezar con todo.
El chico dos años mayor titubea algo que aparentemente desea aclarar, desiste con otro suspiro y se levanta de igual forma. Al verlo acomodando su abrigo se hace imposible que no se me venga la palabra "Guapo" y "Elegante" a la mente. Camina hasta la puerta sin más, y al final, sólo voltea con expresión decaída:
–Lo único que te diré, es que no pierdas tiempo, Kook. Buenas tardes, lamento la molestia.
Le observo irse por la ventana una vez le cerré la puerta, y una sensación nada buena se instaló en mi estómago, calando por sus palabras como un mal presentimiento. Más tarde, en mi habitación me debato muy duramente si escribirle un mensaje al pálido protagonista de nuestra charla, temeroso a su contestación, o por incluso ser ignorado. Tras el debate, tomo algo de valentía para enviar un simple "Hola", que sorprendentemente es contestado con una llamada casi instantánea del receptor.
Logro atender con el golpeteo en mi pecho y nervios presentes, ahora sentado en mi cama de golpe:
–¿Jungkook? ¿Todo anda bien? – la rasposa voz tras la línea suena genuinamente preocupada, aclaro en un bajo susurro que todo marchaba "Bien", y le oigo exhalar –. Oh, es que me pareció muy raro que me enviaras mensaje. Ya sabes, no hablamos desde que estuviste ebrio.
–Podríamos olvidar ese hecho ¿Por favor?.
–Te pusiste en peligro, no puedes olvidar algo así.
–Oye, no te contacté para recibir regaños, ¿Bien? – gruño con exasperación, lo oigo contener un bufido, y le pregunto con titubeo antes de que siga :–. ¿Estas bien?
Tarda un segundo más de la cuenta:
–Sí, o creo estarlo ahora que te escucho...
Trago el nudo de emociones y maldigo a mi ser por ello.
–Detente, no hagas eso.
–¿Hacer qué?
–Tratarme así después de...
Pauso justo al caminar por mi ventana, consiguiéndole del otro lado, observándome apenas aparece mi figura.
–Lo siento, no ha sido mi intención incomodarte – suena más perdido ahora, para mi confusión –. Supongo que es la costumbre de ser así contigo, sólo te dije la verdad.
–Es decir que, anteriormente a mi llamada, estabas algo mal – suena a pregunta, y la contesta con un "Ujum" vago. Se me dificulta hallar qué decir, usualmente nuestras charlas eran sencillas, pues surgían sin esmero, pero las cosas eran diferentes ahora –. Creí que no tenías este número registrado.
–Lo añadí la noche que llamaste.
–Así que ahora sí me quieres en tu vida.
–Jungkook, tu nunca has salido de mi vida – miro a mi escritorio, incapaz de no sentirme mal por el tono desganado que emplea –. Siempre he hecho lo mejor para ti.
–¿Lo mejor para mi es alejarme?
–Hay cosas que escapan de nuestras manos, por más que queramos retenerlas.
–El problema es que no te entiendo, usualmente lo hacia, pero de un buen tiempo para acá es muy complicado saber qué piensas o porqué haces las cosas, Yoongi.
–Me conoces, Jungkook.
–Sinceramente, no sé si lo sigo haciendo. El Hyung que conocía, jamás me hubiese hecho lo que me hizo.
Desde mi puesto se ve su mueca melancólica, golpee algo en él, lo sabía.
–Hace mucho no me decías Hyung... Y tienes razón, tal vez cambié algo.
–Lo hiciste...
–Sin embargo, me escribiste. ¿Por qué?
–Sabes la respuesta – murmuro casi inaudible, comenzando a decaer con mis defensas, agotado de ellas.
Yoongi sonríe ladino, oigo su aliento y veo su gesto.
–Tal vez la misma razón por la que te llamo ahora.
Transcurren unos segundos de conexión, los cuales corto al recordar la realidad:
–Taehyung estuvo aquí vino a verme y pidió que hablara contigo.
No supe si su cara mostraba decepción o confusión.
–¿Taehyung?
–No tengo idea de su ustedes tuvieron alguna diferencia o pelea de parejas como para que me pida algo así, pero me incomoda un poco que venga. Ya cumplí con mi deber, así que...
–¿Me amas?.
Lo repentino de la demanda logró desestabilizarm; algo en su tono demostró desconfianza, no apartaba la vista de mi.
–¿D-disculpa?
Seguramente captó mi incredulidad por los segundos transcurridos y la contestación, porque volvió a repetir, con algo más de fuerza:
–Jungkook, ¿Me amas?
Un desbordante rencor y la ira me invaden con el ardor picando en mi garganta y ojos, la respiración se me acelera con una exhalación cargada de indignación. De pronto, estallo como no lo había hecho jamás con el mayor:
–Tienes que estar bromeando, ¿Cómo mierda vas a preguntarme algo así? – reí con puro veneno expulsado en mis palabras –. Definitivamente tienes que solucionar todas tus mierdas. Te atreves a preguntarme por lo que siento cuando ya has pisoteado todo lo que soy, lo que fuimos y vivimos, cada sentimiento y momento. ¡Maldición, fuiste un idiota conmigo! Ni siquiera tienes la mínima idea de lo que he pasado desde el instante en el que rompiste todo, no tienes jodida idea de mis insomnios, o-o de mis llantos, el cómo se me parte el puto corazón, ni como atormentas mi mente.
« ¡No puedo ni pisar los mismos lugares! ¡Demonios, tuve que recoger mi licencia con Jimin porque rompiste tu promesa, como hiciste con todas las demás! – ya mi garganta dolía y cedía por la presión –. Pelee con los chicos por tu jodida incapacidad de arreglar los problemas, traté de olvidarte con el primer imbécil desesperado que encontré en la maldita fiesta del bar, tomé hasta que expulse todo ¡Y lo peor es que ni así me sentí mejor!
«Nunca fuimos perfectos, lo sabía, pero para mi era suficiente, hasta que lo arruinaste... ¿Ahora vas a preguntarme algo así?
No supe en qué punto empecé a gritar ni a llorar con total rabia, ni tampoco el detonante exacto de mis temblores, o el incremento de mis latidos, pegando en mis oídos. Sin embargo, ya no podía tragarme todo.
Yoongi permaneció en su lugar, un mar de emociones parecían desbordarse dentro de él, y aquello me enfadó más, porque los oculta tan bien, y me confude jodidamente demasiado.
–Jungkook...
–¿Vas a arrepentirte ahora? ¿Tienes lástima? Pues mira tu creación, porque aún no termino – la malicia en mi tono palpable ante la forma afectada en la que sonó su voz; poco me interesó, ya había comenzado, y quería que sintiera al menos mínimamente lo que yo sufrí :–. No comprendes ni una puta cosa de la que digo, porque quizás fingiste todo, porque el Yoongi que conocía no es este patético idiota que daña sin piedad. No, este frente a mi está vacío.
–N-no es...
–Tal vez no fue real la canción que me compusiste, o tu "Por siempre" no era tan largo, ni tus "Te amo" tan ciertos – supe que iba a intervenir, y temeroso de no poder soportar más, concluyo :–. No quiero oírte, ¿De acuerdo? Olvidate de mi, si es que no lo hiciste ya. Vete con tu nuevo novio y hagan lo que quieran, yo ya me harté de esto, jodidamente me cansé, y no pienso seguir de esta manera – ya a estas alturas escapo un sollozo adolorido –. Si quieres una respuesta, es que lograste que te odiara y reemplazara ese amor, Min Yoongi.
Pude apreciar el momento exacto en el que su máscara de fortaleza cayó, escuché la inestabilidad de su aliento y diviso el dolor en sus ojos; juro que de no ser por el estado en el que yo estaba, a lo mejor pude haber visto cómo se le rompió el corazón.
–Lo siento... – fue casi imposible descifrar lo que musitó, con tono estrangulado y mirada gacha, por primera vez desde que se asomó; lo impresionante para mi, es que nunca antes lo vi quedarse mudo y sin palabras –. Y-yo no...
–Basta, p-por favor, un lo siento no lo arregla. Querías que yo me fuera primero, pues bien. Voy a colgar yo. Adiós, Min Yoongi.
Cerré la cortina con brusquedad, cortando la llamada y apretando el teléfono con fuerza, me voy a mi cama y me lanzo a llorar con el usual dolor en mi pecho, la absurda culpabilidad me invade.
–Ya, no seas idiota, no le dolió – intento convencerme, dividido entre el yo que conoció siempre a Yoongi, y el yo herido por culpa del mismo. Quería abrazarlo, consolarlo por el daño que hice, y a su vez, no verle nunca más. Con dedos temblorosos y calientes lágrimas, coloqué la canción grabada que compuso para mí, ahora agridulce, queriendo sentirme algo consolado por mi propia perdición, llamada Min Yoongi –. Eres u-un...
Busqué en mi habitación el escrito de la misma, rompiendolo en pedazos y golpeando lo que me tropieza en el camino, hundido en mis fragmentos quebrantados; irónico que siempre termino más lastimado por el temor de que Hyung esté herido, que por mi propio pesar.
–¿Cómo pudiste dudar de mi? ¿C-cómo se te ocurre preguntar si te amo?
Por supuesto que lo amo, y el que desconfiara de ello como para preguntarlo, fue lo que terminó por hacerme enojar. El que creyera que lo odiaba, logró romperme... El que no me buscara tras el flujo de los minutos, me terminó por hacer entender:
Todo acabó.
El sonido de mis pies al compás de la melodía que surgía por el piano resonaba por la sala, rebotando por la paredes -tanto de la casa como las de mi pecho-, junto a mis palpitaciones aceleradas por los movimientos de baile, además de la emoción extasiante por dos motivos: La atención que adoraba tener del mayor, y la música que crea tocando las teclas del instrumento.
Adoro oírlo tocar piano, tanto como amo tener su escrutinio emsimismado por mis pasos de baile, o cualquier cosa que haga que le parezca maravillosa; lo entendía a la perfección, porque también me llena de una felicidad indescriptible y placentera el verle hacer cosas que le gustan y para las que fue hecho, justo como aquel momento en donde fusionamos su música y mi coreografía.
Miradas cómplices, sonrisas complacidas o coquetas. Pasos erróneos por la falta de concentración, notas tardías tocadas por la descoordinación. Sudor y jadeos, tronadas de cuello, risas y comentarios seductores o cargados de halagos y una mezcla de bromas. La tarde ideal con mi novio, el dueño de la casa donde nos hallamos aquel fin de semana realizando deberes -cosa que hacemos muy apenas-, comiendo cualquier cosa preparada por los dos a montones, improvisando una actividad entretenida y uniendo dos de nuestras pasiones.
–Permitame decirle, joven Jeon, que ha sido la mejor rutina de baile de todas –el habla refinado y profesional que utiliza una vez termina la secuencia de danza, provoca una risa ahogada en lo que recupero el aliento –. Me complace que le haya creado tan rítmica y despampanante pieza a mi composición musical.
–Si no es ofensa contradecir lo que ha dicho, señor Min, la presente no ha sido en lo absoluto mi mejor muestra escénica, cometí varios fallos – camino en su dirección, posandome en el banco donde yace ubicado, mis piernas agradeciendome por la consideración tras cuatro minutos de improvisación –. A diferencia de usted, que realizó un asombroso y pulcro trabajo.
–Estuviste perfecto, Kookie.
–Temo que todo lo que hago, así esté repleto de fallos, te va a parecer increíble.
–Efectivamente, tus defectos son lo que más amo de ti – sonríe dándome un casto beso en el dorso de mi mano, la cual acariciaba levemente su cabellera menta -producto del tinte que yo mismo coloqué un mes atrás-, las raíces ya comenzaban a entreverse –. Además, tuve igualmente errores por tu culpa.
–Oh, disculpe usted, no es mi culpa que mis pasos de baile lo seduzcan – sigo el juego con falsa queja –. En todo caso, creí que lo que más amabas de mi era mi voz, Hyung.
–Amo todo de ti, Mocoso – guiña con aquel gesto sensual de su boca –, incluyendo tus sexys movimientos.
–Pues tus sexys movimientos al tocar y la mirada que me lanzabas también fueron suficiente distracción para mi –, exhalo en ensoñación, adorando las caricias que su mano otorga en mi rodilla–. Estoy algo tenso.
–¿Quieres descansar?
–En un rato, prefiero cantar un poco y oírte tocar algo más.
Yoongi luce receloso, pero cede con algo de manipulación; pucheros y mis intentos de ternura que le hacen refunfuñar.
–Sólo si puedo darte un masaje después.
Con ilusión acepto la petición, encantado por su atención.
–Toca el borrador que tenias de Dear my friend, quiero cantar ese coro, Hyung.
–Ah, eres el mismo pequeño con sonrisa de conejo de siempre – puede que me rubrice algo por su observación, pero la forma tan cariñosa con la que lo dice me sobrecarga de dicha, felicidad pura, como cuando inicia la melodía.
Canto con todo el sentimiento positivo que absorbo por nuestros días juntos, cerrando los ojos en ciertas partes por mayor inspiración, sonrisas que le dirijo al recibir las suyas, alegre de tener tu interés en mi, aquel afecto desbordandole. Al terminar, de alguna manera mis dígitos se posan en las teclas, siguiendo en un juego a los suyos, aprendiendo y creando pequeñas notas, hasta que atrapo los suyos. Nuestras miradas se conectan, permaneciendo así un rato, atraigo los blanquecinos dedos a mis labios, besando cada uno con devoción.
–Eres hermoso, en serio, tienes que tener la voz de un ángel – ahí estaba el Yoongi que se perdía en nuestra atmósfera, sin importar sonar tan enamorado o cursi como detesta, sonriendo con su encía de manera adorable –. Ahora, voy a darte un masaje.
Expulso el aire de manera complacida, dejándome hacer por las grandes y relajantes manos de mi vecino. Poco a poco la presión se va, mi interior revolotea y las defensas ceden. En algún punto sus labios se posan en mi nuca, causando un escalofríos al soplar después la zona,una vez volteo a encararle encontramos el rostro del contrario muy cerca; relamo mis labios, que son reclamados por los suyos un instante después.
Ambas cavidades son exploradas por el otro, me derrito por su labor, siento la mano en mi mejilla y otra en mi muslo, subiendo y bajando. Escalofríos me invaden con un suspiro que suelto entre el poco espacio que hay al separarnos, volviendo rápidamente a unir las bocas, el sabor de la Coca-Cola que tomó antes de nuestra actividad burbujea en mi, mezclado con el mío.
–Mng, Hyung, e-estoy sudado – mascullo como puedo al percibir su tacto en mi cintura, bajo la tela del suéter, y el cómo olisquea mi cuello para pasar sus besos hasta este.
–Ujum, hueles muy bien – susurra con voz más gruesa, perdido en la bruma del momento fogoso.
Jadeo por la atención en una de mis zonas más sensibles, tanto por las cosquillas como por lo íntimo; junto mis piernas fuertemente, el calor en mi vientre y el ritmo cardíaco incrementando a causa de su trabajo. Vuelve a mis labios por mi petición, nuestros cuerpos se juntan más, la mano que traza mis caderas amasa la piel, y va entrando un poco más hasta mi abdomen, yendo y viniendo con tortura, causandome pequeños espasmos.
De nueva cuenta, él vuelve a mí cuello, mi pelo es jalado muy suavemente para permitirle mayor acceso, siento sus respiraciones pesadas y erráticas, tal como las mías; he descubierto que es uno de sus lugares favoritos en mi, como si transitar sus besos, respiradas, lamidas, succiones, risas y dedos, en aquel sitio le causara un gozo inexplicable, el cual adoro.
–H-Hyung... Yoongi.
Intento detenerlo con dificultad al sentir cómo busca los clavículas y el inicio de los hombros. Apenas lo sujeto por los suyos para que frene. Yoon separa sus labios, intentando recuperar el aire con su frente en la mía, ojos cerrados y su ceño contraído, sus caricias igual cedieron.
–Lo sé, lo siento, me descontrolé un poco... Ya, paremos aquí.
Muerdo mi labio y, controlando mis temblores, acuno su rostro para que conectemos miradas, sus pupilas estaban tan dilatadas y oscuras como de seguro más mías, un tierno rastro de disculpa a parte del deseo, y soy incapaz de no sonreír por ello, aun agitado y susurrando:
–Es que yo no quiero que te detengas.
Yoongi parpadea con algo se confusión, hasta es gracioso saber que seguramente se cuestiona haber escuchado bien, escaneando mi rostro en busca de alguna duda.
–¿Quieres... Continuar?
Suelto una risita apenada.
–Bueno, estamos solos en tu casa y...
Aclara al segundo:
–Nuestra casa.
Sonrío con ternura.
–Hace un tiempo que no tenemos... Eso – aparto la mirada por los colores que invaden mi cara tras mi sentencia y la sonrisa que me da tras ésta. Inhalo y paso caricias en su nuca –. ¿Quieres...?
–Por supuesto que sí – la convicción es inmediata incluso antes de formular la oración, sujeta mi mentón para volver a verle, encontrando afecto puro –. Sabes que haría todo lo que me pidieses, y soy más que feliz de tener cualquier momento de intimidad contigo, en cualquier aspecto.
Lo sé, nuestra relación no se basa en tener relaciones sexual es o momentos subidos de tono a cada minuto; sin embargo, los disfrutamos y anhelamos tanto como una simple tomada de manos o casto beso, incluso en vernos por la ventana del otro o un cálido abrazo. Simplemente somos felices por la presencia en la vida del otro. Además, no es que nunca tuviésemos relaciones sexuales -en aquel punto de relación-, sólo que no eran lo más importante, y surgían de vez en cuando, siendo disfrutadas con plenitud.
Yo era muy tímido, no inseguro, y él siempre prioriza mi comodidad e integridad, tal como yo la suya, motivo por el cual -aparte de toda la confianza que le tengo-, permito que tenga una parte de mi que nadie más ha tenido. Por ello, convencido espeto:
–Soy tuyo, siempre lo he sido, Hyung.
Y razón por la cual me sonríe al contestar:
–Y yo tuyo, por siempre, Mocoso.
Así, caminamos hasta su habitación, la ropa de a poco desaparece, entre besos, risas cálidas, caricias y halagos; las sábanas se arrugan, la temperatura aumenta entre jadeos y gemidos. Nuestros cuerpos se unen y tocan; promesas se realizan, "te amos" brotan, y el placer, mezclado con amor, surge con una unión carnal honesta.
Todo del momento es espléndido, inefable; la sensación de ser uno, en alma y cuerpo, con la persona que tiene mi corazón; el ser tocado, besado y adorado por él, mirado de aquella manera -entre lujuriay amor-, y el goce de placer al tenerlo dentro de mi, invadiendo mi interior con gentileza y certeza a la vez... Es lo mejor.
Pero nada iguala el estar abrazado a su cuerpo, los dos expuestos, intentando recuperar el aire en lo que oigo los latidos de su corazón en mi oído, tan rebosante como el mío.
***
Red lights, stop signs
I still see your face in the white cars, front yardsCan't drive past the places we used to go to'Cause I still fuckin' love you, babe
Cruzo en la siguiente intersección, teniendo cuidado de las señales y los demás autos transitando por las vías, deteniendo mi marcha por la luz roja emitida por el semáforo. Escaneo la vía en lo que espero pacientemente, y me topo del lado de mi ventana un auto blanco, exactamente del mismo modelo que el de...
–El destino me odia en definitiva – farfullo para mí mismo en un siseo. Dos chicos jóvenes en el auto, aparentemente de preparatoria, riendo y charlando, e irónicamente tienen un aspecto similar al de Yoongi y al mio, lo que irremediablemente me conduce a los recuerdos de aquellos años, cuando estrenaba su carro y me llevaba a comer brochetas de cordero que nuestro local favorito –. Kingstan...
Hasta puedo oír su voz si cierro los ojos:
"Tienes que prestar atención a lo que hago para cuando tengas tu propio auto, Mocoso."
Sonrío con melancolía, sacudiendo mi cabeza y reprochandome al seguir asociando todo con él. Pongo la palanca de nuevo en la letra de avance, continuando mi trayecto hasta el local de pizzas que marqué en mi ruta. Entro al sitio una vez aparco mi Hyundai Accent negro, respirando el aire de invierno que ya está haciendo aparición de a poco, junto al frío que anuncia que seguramente nevaría la siguiente semana. Agradezco la calefacción del local una vez entro, y sin mucha dificultad encuentro la mesa que busco. En esta, mis amigos charlan amenamente con las pizzas servidas y humeantes, extrañamente sin tocarlas aún.
Soy visto primero por el más alto, quien luce tan atónito como el resto al caminar hasta ellos.
–¿Kookie?
–Hey, vi que Hoseok hyung subió unos estados aquí y pasé a saludar.
El mencionado sonrío en saludo, al igual que el resto, algo titubeantes. El siguiente en tomar la palabra es Jimin:
–De hecho, es la primera vez que nos juntamos después de... Bueno, eso.
Hobi secunda:
–Casualmente hablábamos de ti, y tu hermano nos contaba que anoche estuviste encerrado en tu habitación. Escuchó ruidos fuertes y nos preocupamos, planeamos visitarte despues de aquí.
–Queríamos decirte que lo sentimos, tenías razón – prosigue precisamente Seokjin, con palpable mortificación al verme; y es que lo evadí los días previos, ahora me recrimino por ello –. No hemos sido justos contigo, no estábamos actuando como un grupo, creyendo que lo mejor para ti era evadir el asunto y no conversarlo.
–Asumimos cosas, y lo lamentamos – Namjoon añade –. Tomamos la decisión de ir con Yoongi y hablar las cosas, no ha sido justo del todo que lo desplazaramos sin más. Pensamos que lo merecía después de...
–Chicos, esperen – interrumpo con serenidad, captando su atención –. Me parece bien lo que dicen, que hablen con él respecto a este asunto...
–Queríamos ofrecerte nuestro acompañamiento también, si querías hablar con él y...
–Jiminie, no he terminado. En realidad, vine a disculparme por mi actitud, con todos ustedes. Fui grosero e impulsivo, ustedes sólo querían ayudarme y sacarme del dolor en el que me sumí. Fueron buenos amigos y escucharon mis quejas, secaron mis lágrimas, y es comprensible que se cansaran en un punto de verme sin avanzar.
–Nunca nos hemos cansado de ti, Kookie. Es que no supimos cómo proceder, mereces ser feliz, y nos frustraba no poder ayudarte.
–Lo sé, Jinnie – me encojo al adentrar mis manos en los bolsillos de mi sudadera –. Tenían razón, él no va a volver, y seguimos siendo un grupo, incluso sin su presencia.
Todos lucen confundidos y anonadados por mi sentencia, viéndose entre ellos y optando por que el más moreno opinase:
–Pero actuamos evasivos, y dijiste la verdad. Nosotros también ignoramos que le extrañamos tanto como tú.
–Por eso, si quieres desahogarte y proponer una solución, nosotros...
–Ayer hablé con Yoongi - corte de una vez, sonriendo ladinamente –. Todo terminó.
Nuevamente, quedaron pasmados y sin habla por unos segundos.
–¿Qué?
–¿Hablas en serio?
–¿Por eso anoche...?
–Entendí que las cosas sucedieron de la manera en que sucedieron, no puedo retroceder el tiempo o cambiar los hechos, por más que lo anhele. La vida sigue, nosotros seguimos siendo un grupo, y no puedo perderme momentos por el empeño de querer retener otros que ya ocurrieron – pauso para soltar el aire con pesadez –. Me agoté de buscar mis errores, leer conversaciones viejas, oír canciones que me recuerden a él, espiar por la ventana cuando llega, soñar con su presencia. Estoy cansado de llorar hasta secarme, manejar por las vías y recordarlo, ver viejas fotografías, envidiar a Taehyung y compararme, inventar escenarios donde volvemos y todo esta bien... – aparto el nudo en mi garganta y desplazo el leve malestar en mi interior para concluir :– Estoy cansado de estar roto y esperar que me repare el mismo que me lastimó. Ya fuimos, y debo aceptar que ya pasó nuestra historia.
Los chicos escucharon sin interrupción alguna, claramente conmovidos por lo que digo; veo cómo Jimin limpia una lagrima con discreción en lo que Nam acaricia su mano con gesto triste, también cómo Hoseok piensa con la vista concentrada en la mesa, y Seokjin me detalla con orgullo y pesar.
–Jungkook... ¿Estás bien?
Tardo solo unos instantes para responderle al rubio:
–Sí, tengo que estarlo. Habrán días peores que otros, pero los tengo a ustedes, y muchas cosas positivas que ver. Cuando no lo esté, hallaré la manera de estarlo, en un punto dejará de doler – corresponden a mi sonrisa con claro orgullo, hasta que planteo lo siguiente :–. Es difícil tenerlo cerca, rodearme de cosas que me lo recuerden, así que decidí mudarme a un departamento más cerca de la universidad.
Seokjin es quien más se descoloca con la noticia; lo comprendo, siempre hemos sido unidos, incluso se mantuvo en casa por mi a pesar de ser mayor hace tiempo.
–¿Mudarte? ¿A-a dónde?
–Será en un mes, ya lo hablé con nuestros padres, y me apoyan, aún tengo que ver el mejor sitio para mi presupuesto. Es momento de que también cumplas tus metas – le dirijo una mirada a Hoseok antes de regresarla a mi hermano –. Tengo entendido que ambos planeaban mudarse juntos, y te quedaste un tiempo más por mi. Yo no quiero retenerte, estaré bien, y podremos vernos aún. Simplemente no conviviremos en el mismo espacio, Jinnie. Además de que será mejor para sanar mi situación con Yoongi.
–Creo que es lo mejor, Jin Hyung.
–Namjoon, callate – el anteriormente mencionado regaña con un puchero adorable, me abstengo de decirle que parece el hermano menor y yo el mayor por su actuar. Termina suspirando con resignación –. En definitiva va a ser duro, no verte todos los días y recibir tus bromas molestas... Si es lo que necesitas para tu felicidad, estoy de acuerdo.
–¡Podría ser tu roomie! – Jimin se pone como tomate al notar lo repentino que fue su estallido emocionado, sacudiendo su cabello con bochorno –. Digo, si quieres, Kookie.
Rio por su reacción.
–¿Es broma? Nada me encantaría más, Jiminssi. De hecho, te iba a proponer eso, tampoco quiero vivir solo.
–Me ofrezco a ayudarles con la mudanza – interviene el novio del entusiasmado rubio –. Aunque les advierto que la vida de los compañeros de piso es dura, Jackson aveces me es insoportable.
–Ya, Monnie, te voy a acusar.
Por primera vez en un rato, el pelinaranja se involucra en la conversión.
–Entonces, ¿Todo resuelto?
–Todo resuelto. ¿Tregua? Digo, porque esa pizza luce deliciosa, y hay más que suficiente para un nuevo invitado.
Carcajean por mi comentario.
–Pedimos más para llevarte de todas maneras, Kook.
Sin más, busco un asiento entre la mesa, uniendome a la diversión que me negué, por un buen tiempo, disfrutando de la grata compañía.
Como el destino me detesta - cosa que he mencionado antes-, a la media hora veo a Taehyung entrando al local, haciendo presencialmente un pedido para domicilio. Mis amigos me observan con atención, pero yo escojo comer del helado sin interés, diciéndome a mí mismo que no arruinaría por nada del mundo ese momento. Ellos estaban contentos por mi, así que seguimos en lo nuestro.
Aquella noche, fue la primera en mucho que no revisé si tenía mensajes del azabache, ni espié por la ventana su presencia; tampoco lloré hasta secarme, ni soñé con él, o formulé escenarios entre los dos.
Simplemente, pude dormir sin que fuese ni último pensamiento, por lo menos esa vez.
***
–¿Quieres algo de compañía?
Volteo hacia el dueño de aquella serena voz que tan bien conocía, y encuentro a Hyung de pie, portando su lindo gorro grisáceo, típica camisa manga larga negra de tallas más grandes y con "FG" escrito en medio, a juego con sus jeans rasgados; en su rostro adorna el particular brillo en sus orbes, tan radiantes como las estrellas y la gran luna proyectada en lo alto del firmamento, a contraste con el mar en un bello paisaje. Tal vez estuve reteniendo mucho más de lo que creí el aliento, porque ríe divertido.
–¿Uh?
–Si tomas una foto, te dura más. Limpiate la baba, Baboso.
–¡Hey! ¿Qué pasó con el "Mocoso"? – doy en primera medida un puchero, este cambia por una sonrisa socarrona en lo que se sienta a mi lado –. Hyung, no puedes culparme, tu imagen y existencia es preciosa y preciada para mi.
Consigo lo que busco al tener su leve sonrojo y balbuceos.
–¡Yah! Mocoso descarado, no seas cursi.
–Tu comenzaste las bromas – carcajeo bajito al recibir su apenas perceptible empujón. Los dos observamos el mar desde aquel muelle donde siempre nos ubicabamos, otras veces lo hacíamos a solas o en el auto hasta el amanecer, pero la presente noche fuimos en compañía de nuestros demás amigos. Giro la cabeza por sobre mi hombro y capto el grupo de chicos ruidosos alrededor de la fogata, cada uno en sus cosas. Rio cuando Seokjin se queja con Namjoon por quemar demasiado las salchichas en la hoguera –. ¿Mucho escándalo y drama para ti con esos Hyungs?
–Nada a lo que no esté acostumbrado, pero prefiero siempre estar donde tu lo estés – levanta los hombros con desdén. Sonrío por su cumplido, arrimandome más a su lado, dándole algo de calor al ver que un temblor se le escapó al soplar el viento –. Siempre estás caliente.
–Y tu siempre estás frío.
–¿Sabes quien sí debe estar caliente ahora? – el humor se cuela de pronto en el con expresión agraciada –. Namjoon.
–¿Por los regaños de mi hermano?
–Porque iba a pedirle ser novios a Jimin en unos minutos.
Escapó un jadeo entre una risa.
–¿Qué? ¿En serio?
–Muy en serio, el tonto me pidió consejos y le conté de la cabaña al inicio de la vía.
–¡Oh dios, Yoongi! – carcajeo dándole un empujón por el hombro que causa su propia risa –. Que malo eres, va a asustar al pobre Jimin, y está a casi diez minutos caminando.
–Así lo hará pensar que lo va a secuestrar o algo, es romántico y excéntrico.
–Aveces me cuestiono porqué me gustas tanto.
–Me adoras.
Elijo evadir su sentencia cargada de verdad, volviendo al tema anterior para evitar su ego:
–Me alegro por ellos, tenían ya tiempo tonteando y ninguno se dignaba a dar el paso por miedo a no ser correspondido.
Resopla entre negaciones.
–Son tan obvios que me sorprende lo ciegos que son. Cualquiera nota lo de ellos.
–Menos ellos.
–Me recuerda a cierto niño que creyó que mi regalo de cumpleaños significaba desprecio.
–¡Oye, no me culpes a mi, Hyung! – defiendo con enfasis –. ¿Cómo iba a saber que te caía bien si me dabas una pijama de conejitos? Creí que te burlabas de mis dientes.
–Mocoso, teníamos once años, no eras experto en los temas afectivos.
–¿Yo?
–Sip, porque mi mensaje era claro. Pensé en ti al ver una adorable pijama porque eras adorable. ¿Eras tan ciego como para ver que te quería? Incluso siendo mi vecino molesto y acosador.
–Sólo quería ser tu amigo, idiota.
Oigo el suspiro y volteo a verle cuando sostiene mi mentón, una sonrisa enternecida de su parte casi borra mi expresión enojada, aunque fuese medio falsa y más bien estaba apenado por sus palabras.
–Nunca te dije que me desagradaba ese hecho, niño.
–De niños te quejabas mucho.
–Y luego te di una clara indicación de que me gustabas y no la supiste descifrar.
–Porque fue difícil entender que alguien tan genial me viese así, Hyung.
Yoongi se puso serio al oírme.
–Quien debería decir eso soy yo, Jungkook. Desde el primer instante hasta ahora eres excepcional para mi, nadie es tan perfecto como tu.
El rubor subió seguramente también a mis orejas cuando me besó castamente, como si no fuese suficiente lo que ha soltado. Uno nuestras frentes y libero el aire contenido.
–No creas que te perdono por decirme despistado. Aveces pienso que quieres conquistarme una y otra vez, como si ya no lo hubieses logrado.
–Mi objetivo es que nunca lo olvides o te canses de mi – por más burla que suene, hay cierta verdad en lo que dice, veo a través de su inseguridad, y se me ocurre únicamente besarlo en aquel instante, acallando su mente y sus demonios. Se deja llevar hasta que el aire nos falta –. Joder, soy yo quien siente que quieres mantenerme en tu encanto.
–Vaya romántico eres – sonreímos sin apartarnos. Percibo cierto nerviosismo y ansiedad repentina en él, manipulando mis dedos con los suyos –. ¿Ocurre algo?
Realiza una inhalación primero para apartarse un poco y mirarme, es ahí que vuelvo a confirmar su estado.
–Es que, el otro día estuve pensando en algo que dijo Hobi.
–¿Acerca de la guerra con Namjoon por el helado de Mint choco?
–No, eso no – masajea su cuello con un risita, finalmente soldando mi palma –. Hablaba sobre tu hermano, y lo mucho que significa para él. Me contó que decidió buscar algo tangente para demostrarselo.
–El collar de media luna – sonreí al recordar el accesorio que tanto hizo radiar a Jin cuando lo recibió del pelinaranja –. Pero nosotros también tenemos cosas tangentes geniales.
–Ah, por lo menos dejame terminar mi declaración – aguanto una risa por su gruñido enfadoso y tierno, esperando paciente –. Hace unos días fui a un sitio poco conocido, y fue inevitable no recordarte al ver esto...
De su bolsillo extrae una pequeña cajita que me oprime los pulmones, estaba a punto de hiperventilar y entrar en shock, el montón de elefantes en mi estómago y corazón.
–¡Oh, por dios, me vas a proponer matrimonio! N-no es que no quiera, es que estamos jóvenes y-y no tengo mi camisa de la suerte...
–Hey, hey, calmate un poco, tonto – la expresión divertida en su rostro me hace cerrar la boca con toda la vergüenza, entendiendo que asumí cosas incoherentes –. No es que me parezca una locura compartir mi vida y estatus monetario contigo, pero no se trata de eso en este instante.
–Termina de hablar o acabar, Dios. Estoy tan avergonzado que me lanzaré del muelle – cubro mi rostro con ambas manos por unos segundo mientras oigo su tenua risa; sólo los descubro con su petición y encuentro la cajita abierta, mostrando dos anillos de plata en pareja, totalmente brillantes y preciosos, destacando sencillez total. Retengo el aire por la magneficiencia del gesto –. Son...
–No son de matrimonio, pero son una promesa tangente – completa para sacar uno de ellos, reposando la cajita en su costado, el aro tenía en el grabado la letra "K" en el centro –. Al verlo viniste a mi mente.
–Yoongi, no debiste...
–Juro que no ha sido mucho, lo poco que mereces, Kookie – aclara con suavidad –. Supuse que no querrías algo extravagante. No necesitas algo que opaque tu brillo o sea ostentoso, como Seokjin – muerdo mis labios para no reírme, dándole una mirada de reproche que ignora; ellos dos vivían peleandose, pero se tenían mucho cariño y respeto –. Grabé la "K" de Kookie para mi, y en el tuyo la "Y "de Yoongi.
–Es totalmente hermoso, en serio, ni siquiera puedo expresarlo – suspiro con toda la emoción contenida empezando a desbordar –. El que pienses en mi al verlo y...
–Siempre pienso en ti –afirma con ímpetu –. Por la misma razón que no coloqué el mío aún, creí que querrías colocarlo tú, como gesto romántico.
–Supones bien, pero cierra la boca.
–Nunca me ha molestado tu cursilería.
Ambos sonreíamos entre nuestra broma, aprovecho el silencio para tomar el aro con la letra "K" y sujetar con delicadeza su mano derecha, colocandolo en su anular con cuidado. Yoongi hace lo mismo con mi mano -ahora los dos en el mismo sitio-, detallo las dos enlazadas, con una sensación creciendo en mi pecho que le llena con afecto. Besa mi dorso y hago lo mismo con el suyo.
–Gracias, Hyung.
Me arrimo hasta el cuerpo contrario, descansando mi cabeza en su hombro. Como respuesta soy envuelto por su brazo, las lágrimas de pura felicidad se pierden y secan por la brisa. Todo es sumamente relajante y ameno, hasta las risas a nuestras espaldas; y un grito de Hoseok unos minutos después, anuncian que Namjoon realizó su movimiento con mi mejor amigo. Los dos reímos en lo que jugamos con nuestras manos, las cuales ahora portan el brillo de una promesa.
–Quizás le recomiende a Nam comprarle un brazalete a Jimin-ah.
–Con un pollito de adorno.
–Seguro lo rompe antes de entregarselo.
–Que cruel eres... O tal vez Jimin tropiece por una alcantarilla y lo pierda.
Carcajeamos con el mar siendo testigo de nuestro propio universo personal.
Adoraba ir a la playa con Hyung. A nuestra playa.
***
Sidewalks we crossed
I still hear your voice in the traffic, we're laughingOver all the noiseGod, I'm so blue, know we're throughBut I still fuckin' love you, babe
En definitiva había echado de menos las salidas entre mi mejor amigo y yo, caminando sin miedo de quien me cruzaba en el camino o desgano de hacerlo. Jimin y yo aprovechamos el día para salir a comer juntos, charlando de cosas triviales; la universidad, su relación y nuestros planes de visitas de departamentos que realizaríamos para anotar sugerencias de posibles opciones más viables.
–Tenemos que conseguir una habitación extra para ensayar rutinas de baile y ejercicios. Oh, y comprar una exprimidora de jugos.
–¿Para qué quieres una de esas cosas, Jimin-ah?
–Exprimir jugo, genio. Además, si no tenemos cosas sanas Seokjin Hyung va a invadir nuestro espacio a cada rato para darnos charlas y cocinarnos.
–Lo de cocinarnos no suena tan mal, pero la primera parte me asusta.
–A mi me asusta que no sepas para qué diablos se usa una exprimidora de jugo.
Doy un encogimiento acompañado de una sonrisa maliciosa.
–Quien sabe, podrías utilizarla para golpear a Namjoon Hyung por romper otra de tus camisas.
En tiempo récord el rostro de mi mayor se tornó de un color más intenso, hasta las orejas y cuello; advierto una milésima de segundo antes el golpe en mi cabeza que da con su pequeña mano.
–¡Que grosero e irrespetuoso eres, Jungkook-ah!
Continuamos nuestra caminata por el vecindario, imaginando en qué sitios adquirir objetos domésticos económicos -para estudiantes universitarios geniales e independientes-, cuando observamos a otro rubio viniendo hacia nosotros desde la zona donde vivía, su cara de malgenio, en paso decidido.
–¿No es Taehyung?
–Seguro viene de donde Yoongi – chasqueo con incomodidad, sujetando el brazo de mi amigo para ir al otro extremo –. Vamos por el otro lado mejor.
–Jungkook – el llamado ejercido por la gruesa voz me descoloca, frenando mi paso en confusión.
–Quiere hablar contigo, al parecer.
–No tengo nada que hablar con él.
Nuestros murmullos se interrumpen por el chico que advirtió mi huida. Finalmente, este se posa frente a mi.
–Hola, Tae...
–Hola, Jimin –responde sin siquiera verle, seco y con vista en mi – ¿Qué le dijiste a Yoongi?
La demanda me toma desprevenido.
–¿Disculpa?
–¿Qué fue lo que le dijiste a Yoongi? – repite con mayor énfasis, bufando –. Maldición, te pedí únicamente que hablaras con él, no que jodieras más la situación.
–Hey, espera un minuto, ¿De qué hablas? ¿Qué demonios te tiene tan cabreado?
–Es que ni siquiera pueden ser honestos y maduros como para hablar.
–No tengo porqué darte explicaciones ni seguir tus órdenes – contesto elevando algo la voz por la molestia comenzando a formarse en mi –. Estas diciendo cosas sin sentido.
–Oigan...
–Sin sentido es el hecho de que no resuelvan la situación.
–¿Tú que sabes? ¿Piensas que no quise hablarlo? – siseo con ironía, apretando mis puños a un costado –. Por dios, tuve incluso la mínima y absurda esperanza de reconciliarme con él, pero actúa como un idiota.
–¡Está asustado!
–¡¿Por qué demonios va a estarlo?!
–Creí que le conocías, Jeon.
–Sí, conocía al viejo Yoongi, no a este idiota – gruñó dando un paso cerca en advertencia, estaba tentando a mi paciencia tanto como yo la suya, aparentemente –. Escucha, si tienes un problema con tu novio, no es mi asunto.
Taehyung me ve con una mueca que no sé descifrar.
–Realmente te dejaste cegar por todo el asunto. Ni siquiera puedes ver que hay algo malo con él.
Frunzo el entrecejo totalmente descolocado.
–¿A qué te refieres?
–No voy a ser el intermediario entre ustedes, es algo que debe decirte él.
Antes de poder contestarle, un cuerpo más pequeño se interpone entre los dos, Jimin con expresión severa.
–Bien, ha sido suficiente. Taehyung, te agradezco que te detengas para poder llevarme a Jungkook a casa antes de que terminen cometiendo una idiotez.
Los dos nos lanzamos dardos por los ojos, tensos y enfadados; sigo el paso de Jimin por pura obligación, demasiado cansado como para fomentar el asunto. Entonces, volvió a exclamar con sarcasmo el chico a nuestras espaldas:
–Vaya amor el que decías tenerle.
Freno bruscamente mi andar, la furia se apodera de mi cuerpo, la ira corriendo en mis venas al girar y verle con una sonrisa sardonica. Sin pensarlo, me acerco a zancadas y le acierto un golpe en el rostro, desestabilizandole y haciendo sangrar su nariz, mis nudillos arden y punzan.
–¡Jungkook!
Taehyung es quien esta vez ignora a Jimin, acercándose hasta mi y propinandome un puño en la mandíbula, después, todo sucedió tan rápido que no supe cómo describirlo. Ambos nos peleabamos con los llamados preocupados de nuestro amigo en común, nos empujamos, golpeamos y revolcamos en el piso, liberando la rabia, tensión y dolor acumulados por un mismo chico. En un punto, oí la voz de Seokjin cada vez más cerca por la calle. Siento el cómo me separa del mayor, este se aparta también por la presencia en medio de ambos.
–¡Ya, paren lo dos! – una vez nos mantenemos en nuestro sitio, lanzando miradas mordaces y respiraciones agitadas, el pelirosa vuelve a inquirir con firmeza :– ¿Se puede saber qué carajos está pasando aquí?
–¡Este imbécil comenzó! - exclamo apuntando al de tez más morena –. Vino a provocarme.
–¡Fuiste quien dio el primer golpe, idiota!
–¡Callen los dos! No importa quien inició esto, yo lo estoy acabando ahora mismo.
Mi hermano me empuja por el brazo, me zafo de mala gana con su claro reproche y advertencia dirigido hacia mi, pero nuevamente, Taehyung, tras un graznido frustrado, captó mi total atención:
–¡Yoongi va a irse para Estados Unidos!
Abro los ojos en demasía por la perplejidad, tal como los otros dos que iban conmigo.
–¿Qué dijiste?
–Yoongi se irá mañana al mediodía para América, Jungkook – escapa el aire con una mueca –. Consiguió una nueva oferta con la misma compañía de hace un año y medio.
Procesando la información me invaden la decepción y el enfado. ¿Por qué Taehyung sabía de aquello y yo no?
–¿Desde cuando planeo esto? ¿Cómo yo nunca me enteré?
–Fue precipitado, hasta hace poco era una idea y tomó la decisión esta semana. Se queda en un hotel ahora mismo, pasó hoy por algunas cosas, las demás las mudó o empacó. No es momento de pensar si te dijo a ti o a mi, ustedes no estaban bien, apenas hablaron y...
–No, no vayas a culparme de su decisión – corto al segundo –. No tenía idea de ello.
–Creí que podrías verlo. ¿Yoongi pensaría esto de la nada?
Es con aquello que algo hace click en mi mente, de pronto uno los puntos que Taehyung me ha dicho; si quería que hablara con él por cuestiones de tiempo, claramente se refería a todo eso, además de las provocaciones. "Creí que lo conocías, Jeon." "Está asustado" "Las cosas no son lo que aparentan..." Sobretodo, su insistencia en que conversara con él. Una mala sensación y presentimiento surgen en mi bilis, la angustia se apodera debajo de mi máscara de serenidad.
–¿Que mierda ocurrió con Yoongi? – insisto con un leve temblor en mi tono. Por la falta de respuesta, doy un paso amenazante –. ¿Por qué está actuando así?
Seokjin vuelve a sujetarme.
–Jungkook, calmate.
–Te dije que no me corresponde decir estas cosas a mi, es algo que él debe decirte – suspira con apiz de tristeza –. Sabes que es malo al expresarse.
Claro que lo sabía, le costaba mucho, solía retener todo problema y pesar en su ser, oculto bajo llave, y ahora estaba comenzando a cuestionarme las cosas; porque todo este tiempo he sido guiado por la inseguridad, el dolor, la rabia e impotencia, sin cavilar mucho más allá del actuar tan repentino del azabache. Incluso en aquel instante, estoy sintiendo indignación por el hecho de verme menos informado que el rubio que me ve con cansancio, todo rastro de cólera desaparecido.
–Taehyung, creo que deberías de irte ahora – Jimin rompe el denso silencio formado, dirigiéndose hasta el más alto –. Gracias por la información, pero ya es suficiente. Está oscureciendo, tu prima va a preocuparse.
El aludido asiente con una sonrisa apenas perceptible para el otro, dándome una última mirada antes de marcharse
Caminamos hasta mi casa sin decir palabra alguna, y es que ando perdido en mi cabeza, permitiendo que Seokjin cure mis cortes y revise si hay moretones una vez entramos al baño principal. Jimin se despidió después de chequear que todo estuviese bien.
Jin es quien exhala y me expresa con preocupación:
–Estoy extrañando tu molesta voz, Kookie. Estas muy callado... Escucha, lamento mucho todo este asunto, en serio, pero no puedes culparte ni atormentar tu cabeza.
–¿Y si algo malo ocurrió con él? ¿Por qué actuó así tan repentinamente?
–Como dijo Taehyung, sólo Yoongi tiene el deber de contarte y si no lo ha hecho hasta ahora, es porque así lo quiso. Tú lo buscaste ya, y decidiste acabar las cosas por su bien, tal como está haciendolo él – acomoda un mechón de mi cabello para proseguir :–. A lo mejor esto es por tu bien, ya no será tan difícil si Yoongi no está en el mismo sitio que tú, tal como querías.
–Me refería al vecindario, no al país – corrijo con una negación ansiosa –. ¿Cómo puede ser tan fácil para ti? Es tu amigo también, ¿No le vas a extrañar?
Suaviza su expresión al oírme.
–Por supuesto que lo haré, pero es una buena oportunidad para él, y lo único que podemos es apoyar su decisión, con suerte despedirnos y desearle lo mejor.
Muerdo mi labio, clavando la vista en el anillo que reposa aun en mi dedo, y sin más, me levanto para ir por mis llaves y chaqueta.
–Necesito salir de aquí por aire, no puedo.
–¿A donde vas? Jungkook, estas saliendo de una pelea y por suerte no tienes una costilla rota.
–Iré cerca, estaré bien.
–Espera, es de noche ya – se interpone entre la puerta con nerviosismo –. ¿A donde vas? Si mamá y papá se enteran de todo esto...
–Hyung, en serio necesito salir. Si me quedo aquí, voy a explotar, y quiero pensar todo esto – suplico con todo deje de honestidad –. Sabes que estaré bien, seré responsable y volveré más tarde, tendré mi teléfono conmigo.
Jin no luce convencido, parece pensarlo, hasta que se aparta y asiente con indecisión. Advierte de ir a buscarme si no estoy en casa a las doce, y acepto sin refutar.
Me pierdo por las calles con mi auto, demasiado abrumado y con la sensación de ahogo y ansiedad en mi tórax. Manejo por las zonas donde solía ir con Yoongi, tal como evite antes, retrocediendo en mi proceso de curación por segunda vez. Juraba verlo en mi costado, aunque eran mis imaginaciones, como las risas de nosotros dos, que si cerraba los ojos podría percibirlas a la perfección, sin prestar atención al tráfico y sonidos alrededor. El peso de todo lo que Taehyung dijo me cae fuertemente, estaciono tras media hora dando vueltas sin rumbo, en la playa que tan bien conozco. Me quedo en el auto, llorando como idiota, maquinando mil cosas y cayendo en cuenta de que Yoongi se iría lejos, a otro país; veré la luna cuando él vea el sol.
No me dijo nada, me hirió y confío en alguien más. Pero aparte de aquello, algo me decía que debía ver más allá de todo, como Tae dijo, entonces seguía aquella negativa sensación en mi, un miedo sin nombre. Hyung siempre confío en mi, nunca me lastimó...
El sonido de mi celular me saca de mi tristeza y súplicas al cielo para disipar aquel malestar, el nombre de un peliazul marcado en la pantalla. Contesto algo extrañado por la peculiar solicitud, tratando de no sonar muy afectado y miserable.
–¿Soobin?
–¡Jungkook-ah, hola! – la alegre voz resuena por el parlante, de fondo escucho el sonido de una canción que supuse provenía del bar –. Tengo algo que contarte y preferí llamarte.
–¿Ah, sí?
–Es que has sido muy buen amigo conmigo y te mantienes siempre al tanto con lo que sucedió.
–Para eso son los amigos, Soo.
–Bueno, quería que fueras el primero de mis amigos en saber que solucioné las cosas con Yeonjun.
La noticia me toma por sorpresa, cosa que le hago ver en mi hablar.
–¿En serio? ¿Cómo?
–Me buscó y pidió perdón, hablamos del tema, le dejé los puntos claros y ya.
–¿Así de sencillo? – reprimo una queja de mi parte al ver que las cosas eran tan fáciles para otros. No permito a mi lado amargo actuar con la envidia, mostrando mis buenos deseos –. Que bueno, Soo. Espero que las cosas sí funcionen, lo mereces.
Hay una pausa corta hasta que el otro interrumpe.
–¿Todo bien, Kook-ah? Suenas algo desanimado, y... ¿Estás en la calle?
–¿Por qué lo dices?
–La brisa suena muy fuerte, y no evadas lo otro – habla con suavidad, la comprensión presente antes de mi relato en respuesta de :–. ¿Hay algo mal?
Pretendía callarme todo, pero el nudo en mi garganta era tan inmenso como la sensación de soledad, así que tuve que decirlo en un apenas audible susurro:
–Yoongi va a irse mañana para América... No me dijo nada, n-ninguno de nosotros sabía. Ésta tarde Tae me lo contó. Yoongi y yo peleamos hace unos días, le dije cosas horribles y me despedí de él, ahora no dejo de pensar que pudo ser la última vez que en serio le vería o hablaríamos – trago un poco porque mi voz suena afectada –. ¿Y si lo hizo por eso? Peor aún, ni siquiera sé ahora lo que tengo que hacer, o si la actitud que ha tomado todo este tiempo se debe a algo más que no vi.
–Ah, Jungkook, puedo entenderte – exhala profundamente. El ruido ya se aleja en lo que supongo halla un sitio más tranquilo –. ¿Recuerdas lo que te dije en el bar la otra noche? ¿Respecto al dolor y el cómo se va?
–Algo así, tengo un vago recuerdo, pero si sabes la respuesta...
–Honestamente, no es una respuesta que esperas, es diferente a lo que crees – inicia con una risa tenua que logra relajarme un poco –. Se trata más bien de la aceptación contigo mismo y lo sucedido. Tienes que perdonarte, entender que no ha sido tu culpa y que todo sucedió como tenía que ser. Comienzas a amarte, y sanas a pasos pequeños que hacen enormes diferencias. Compararte o crear ideas de lo que pudo ser, es lo que menos debes hacer.
–Suena difícil, Soo.
–Pero no imposible. Sólo cuando sanes, podrás tener idea de cómo actuar.
–¿Así lograste perdonarle?
–En realidad, yo iba a ir a su casa mañana, pero él vino primero – confesó con algo de gracia –. No se trata muchas veces de dignidad o de orgullo, sino de saber por quienes vale la pena luchar y ceder. Yeonjun me engañó, pero lo conozco bien. En aquel momento estuve herido, defraudado y enfadado, estuve en lo correcto con mantener distancia, era necesario.
«Con el tiempo pude entender, pensar y perdonar, pude ver que él decía la verdad cuando se disculpó y explicó que fue un error, todos lo cometemos, y habían talones de Aquiles en nuestra relación que no hacían funcionar la confianza, ahora se han solucionado gracias a este tropiezo.
Justo al decirlo, oigo a Yeonjun de fondo:
–Bebé, es nuestro turno en el karaoke. Si te gano, tengo razón en que eres más tierno que los mapaches.
La risa que libero es imposible de retener, por las ocurrencias de los dos y por la queja abochornada de Soobin.
–Ya veo que lo han solucionado... Gracias, Soo.
–Espero que esto pueda ayudarte, es lo mínimo que puedo hacer. Confío en que tomarás la mejor opción, Kook-ah.
–Yo tengo algo que decir antes de que cuelguen – el otro chico se une a la llamada –. Deja que el tonto se disculpe, hazte de rogar, así le hizo Soobinie... Claro, si es que decides ir por él.
Despido la llamada con una afirmación, y de inmediato las palabras se repiten con énfasis en mi cabeza, la idea de ir por él suena tan bien... ¿Y si todo tiene solución?
Los recuerdos vuelven a mi, como el procesar de hechos:
¿Por qué Taehyung no pudo convencer a Yoon? ¿No eran pareja ahora? ¿Por qué tanto empeño en que hablara con él? ¿Por qué no confió en mí como siempre? ¿Por qué Tae dijo que no estábamos expresando nuestros verdaderos sentimientos? ¿Por qué Yoongi se iba tan de repente?
¿Qué le sucedió?
Después de tanto darle vueltas, tenía varias razones para dejarlo ir, sin embargo, había una muy fuerte y buena para intentar arreglar todo:
No iba a permitir que mi corazón roto cegara mi juicio; como amigo del mayor, tenía que recibir una explicación a su proceder tan antinatural. No había logrado aún todo lo que Soobin me dijo, y entendí que por ello no lograba sanar por completo.
Esto era algo que tenía que hacer.
Al llegar a casa, Jin esperaba en el sofá con su pijama y una taza de café, al verme, se levantó y caminó hasta mi, esperando a mi decisión, la cual expresé con total convicción:
–Iré mañana por Yoongi, necesito aclarar todo o no podré estar tranquilo.
Pensé que su reacción sería negativa, pero en su lugar, sonrío con amabilidad y me abrazó.
–Lo sé, tienes que ir por él... Pero hazlo rogar, por idiota.
Sonreí con un asentimiento.
–Lo haré, Jinnie.
***
Apenas regresé de mi viaje a Busan aquel verano -donde estuve una semana en casa de mis abuelos-, y quise correr a casa de Hyung, cosa que no sucede al ser detenido por mis padres.
–Recuerda que son las ocho de la noche, Kookie, mejor lo ves mañana. Pueden hablar por teléfono desde su habitación.
–Pero lo quería ver, mamá.
–Sabemos que lo extrañas, pero espera mejor, Hijo – papá revolvió mi cabello con diversión –. Además, Hyuk dijo que no ha salido mucho estos días y se encierra en su habitación por horas, tal vez esté ocupado en algo.
Era una de las principales razones por las que quería ir a verle, y es que de una semana para acá actuaba algo distante; perdimos el contacto fluido, y el no estar presente para ver lo que sucedía me tenia algo ansioso y mortificado. Yoongi siempre fue reservado, tímido y callado, pero conmigo no lo era, o con los chicos, así que me era extraño que ni ellos ni yo entendieramos la situación.
Mis pedidos no fueron escuchados por mis padres, y fue Seokjin quien me convenció de desistir, por lo que permanecí en mi cuarto guardando algunas cosas de la maleta, yo mismo estaba cansado por el viaje.
–Es que es raro que no viniese a recibirme como siempre, Jin. Incluso sus cortinas están cerradas, y no me ha contestado el mensaje de hace una hora.
–Suenas a un chico desesperado, calmate, Kookie – entorna los ojos desde su posición –. Seguramente está trabajando en una canción, ya sabes como es de descuidado. A lo mejor ni tiene el teléfono cargado.
–Pero sabía que venía hoy, a esta hora – musito decepcionado y casi con un mohín –. Me preocupa que esté siendo descuidado, su mamá dice que no ha estado saliendo mucho y que tampoco come muy bien últimamente.
–No te preocupes, de eso me encargaré yo ahora que hemos vuelto de viaje – asegura con autoridad, yendo hasta la puerta para salir –. Ahora, si me disculpas, iré a llamar a Hoseok. Tuve que convencerlo de no dejar su práctica para venir hoy.
–Gracias por hacerme sentir mejor, Seokjin.
Carcajea tras esquivar mi almohada, perdiendose en el pasillo.
Recibí una respuesta del pálido más tarde, sin embargo, no lo notaba tan animado, o con indicios de asomarse; evadía diciendo que estaba ocupado en unas cosas.
A la 1 am, por más cansancio que tenía, no podía conciliar el suelo por el asunto, hasta que me sorprendo de recibir una llamada de Yoongi.
–Hey, lo siento, ¿Estabas dormido?
–Hyung, eh no, no podía dormir. ¿Todo bien?
Oigo su suspiro agotado.
–Yo tampoco... ¿Crees que podría...?
–Sí, claro que sí – me arrepiento de sonar tan desesperado –, d-digo, si hablas de venir.
Una casi imperceptible risa de su parte me da algo de regocijo, como la idea de verle.
–Subiré por la ventana, espera.
La llamada finaliza con ello, salgo de la cama y me aseguro de verme presentable, maldiciendo mientras cambio mi camisa por una más seria -cosa absurda porque Hyung me ha visto demuchas formas -, acomodo mi cabello muy levemente y abro la ventana; otras veces hemos hecho esto, desde que tenía unos doce años, no ocurría cada noche, pero aveces, al no poder dormir alguno de los dos por un motivo u otro, íbamos a la habitación del contrario. Para esto, ocultamos una escalera en nuestros patios, evitando problemas con nuestros padres; aunque muy probablemente a esas alturas sospecharan.
Al ver a Yoongi, advierto que luce muy cansado; ojeras debajo de sus ojos -que tenían una bruma sombría que no estaba antes de irme-, también noto que perdió al menos dos kilos de peso, y de ser posible estaba más pálido, como si no hubiese salido mucho últimamente, tal como ha dicho su madre. Lo ayudo a subir, con la punzada de preocupación presente, casi opacando mis ansias de verle tras un mes fuera.
–Hola, Kookie – murmura apenas entra a la habitación, alumbrado por la lámpara de la mesita a un costado de mi cama. Me acerco y le envuelvo en un abrazo, este tarda un segundo en responderlo, hasta que me estrecha con fuerza en sus brazos, inhalando en mi cuello, dando masajes en mi cabello como yo hago en el suyo –. ¿Cómo te ha ido?
–Te extrañé mucho.
–Yo igual, muchísimo.
Tras lo que parece ser un minuto los dos nos separamos, le escaneo y percibo algo de tristeza opresiva en él. Sujeto su rostro para acariciarlo.
–Estás... Luces algo apagado, perdiste peso y tienes muchas ojeras, ¿Por que estás siendo tan descuidado, Hyung? Me preocupas.
–No es nada, he estado muy ocupado.
Evade mi mirada y le siento algo nervioso.
–Nada es más importante que tu salud. Ahora que vine voy a cuidarte y molestarte mucho, así que prepárate. Los chicos también estaban preocupados, apenas podían sacarte de casa según me contaron.
–Estoy bien, no tienen que velar por mi así.
–¿Vas a impedirmelo? – le reto con una ceja enmarcada –. Soy tu mocoso, ¿Recuerdas?
Yoongi me observa en silencio, algo brilla en el fondo de sus oscurecidas cuencas, y una sonrisa que no llega hasta sus pómulos surge en lo que acuna de igual manera mi rostro.
–Lo eres... – junta nuestras frentes y aspira profundo, cerrando sus ojos como yo –. Besame, Mocoso.
La petición me confunde, pero de inmediato la acato, más que gustoso de unir sus labios con los míos en un beso cargado de mil emociones -tanto suyas como mías-, mezclándose y arrebatando el aire de nuestros pulmones sin piedad. La necesidad con la que lo hace me oprime, aquella mortificación va aumentando en lo que se apega más a mi. Al separarnos, le convenzo de ir a la cama, donde nos acostamos y cubrimos con las sábanas.
A pesar de que apago la lámpara, el brillo de la luna y los faroles del jardín aún se cuelan levemente por la ventana, por lo que en medio de la penumbra aún puedo verlo, cara a cara. Trazo su rostro parsimoniosamente con mis dígitos, beso varias veces su piel, su mano me sostiene por la cintura. Quise voltearme, ya que usualmente yo era abrazado por el contrario por la espalda, sin embargo, me retuvo en esa posición con una expresión casi adolorida.
–¿Qué pasó, Yoonie?
–¿P-podrías abrazarme, por favor? – obviamente la oración le costó expresarla, cauteloso y dudoso. Me asombra, porque estaba comportandose de manera muy inusual, verle así de vulnerable tan de repente me tenía confundido y angustiado,cada vez más. Asiento y lo acerco con mis brazos, su cuerpo más pequeño se arrima al mio como en busca de protección, su cara en mi pecho. Beso su cabeza y masajeo su espalda. – Canta, cantame algo, Kookie...
Vagamente le escucho al estar hablando contra mi pecho y de manera tan bajita, cumpliendo su petición nuevamente, tarareando una canción serena para calmar su pesar, uno sin nombre para mi.
–When it comes to you, there's no crime, take both of our souls, and intertwine...
Canté hasta que creí que se había dormido, yo mismo sintiendo mis párpados pesar por el agotamiento y la comodidad de su cuerpo con el mío. Antes de caer en el profundo sueño, le oigo, casi estrangulado:
–Te amo, Kookie.
Quise verificar que mi miedo no fuese cierto y no estuviese llorando contra mi pecho, preguntarle qué ocurría, darle consuelo por aquello desconocido para mí... Y tal vez mi error fue esperar a que lo contara para no presionarlo, no preguntarle, y el permitir que durmiera conmigo tras un simple beso y un:
–Y yo a ti, Hyung.
Porque aquella fue la última noche que durmió en mi habitación tras colarse en la ventana.
Fue esa la última noche en la que me dijo aquello.
La última vez en la que las cosas fueron "Bien", porque después de esa noche, tomó distancia, hasta la inminente ruptura que quebró nuestra relación días despues.
***
I know we weren't perfect but I've never felt this way for no one
And I just can't imagine how you could be so okay, now that I'm gone
'Cause you didn't mean what you wrote in that song about me.
Precisamente aquel día caía la primera nevada de invierno, por lo que el clima comenzaba a estar en temperaturas más bajas y los pájaros cantaban muy apenas, escondiéndose como el resto de los animales.
Desperté temprano, casi no toco mi desayuno debido a lo cerrado que estña mi estómago por las emociones a flote. Mis padres lo notan, por lo que no me queda más que contarles la situación. Mamá lo piensa, y entiendo su indecisión; a la final, fue quien estuvo la noche que vine llorando, empapado y con el corazón quebrado por culpa de su yerno, a quien le tenía cariño desde pequeño.
Lo que me deja perplejo, es el que papá se opuso rotundamente, alegando que tenía que tener dignidad y sentido de decisión.
–Él te hirió, traicionó tu confianza y la de nosotros sin contemplación. No quiero volver a verte lastimado, Jungkook. Tuvimos que llevarte a terapia el primer mes porque no comías ni dormías, te enfermaste varios días por su arrebato. Mi respuesta es no, no merece que lo busques. Si tiene algún problema, que lo resuelva solo.
–Daehyun...
–No intentes convencerme, ¿Estás pensando en las posibles consecuencias? Nuestro hijo no tiene que ir detrás de un chico que lo dejó sin más.
–Lo tengo muy presente, pero creo...
–Que es mi decisión, no la suya – completo con voz templada para hacerme notar –. Soy lo suficientemente mayor para tomar mis decisiones. Si quiero ir a verle y hablar las cosas, arriesgandome a salir lastimado, pues que así sea. No pueden detenerme.
–Jungkook tiene razón, Papá – el pelirosa se une con una sonrisa cargada de solidaridad –. Además, aquí estaremos esperandole sin importar el resultado final, para felicitarlo y apoyarlo, o consolarlo y darle afecto.
–Hubiese hecho lo mismo por ti – secundó mi progenitora tras un silencio tenso, enlazando su mano con la de mi padre –. No estoy del todo de acuerdo con esto, pero conozco a Yoongi desde niño, y confío en mi hijo y su criterio propio. Sé que nunca fue su intención el lastimar a nuestro Kookie, y ambos sabemos lo que es estar enamorados.
–Jihoo, no me hagas esto – arrastra las palabras con un gemido quejumbroso –. Intento convencerlo de lo que es mejor para él.
–Lo mejor para mi es tener su apoyo y comprensión, Papá – le miro, sin decaer a mi postura –. No somos perfectos, nunca lo hemos sido, Hyung ni yo. Ambos cometimos errores, y necesito ver cuando, cómo y porqué acaba la historia.
–Jungkook...
–No pido permiso, iré quieran o no, pero estoy siendo honesto con ustedes respecto a lo que siento correcto de hacer.
Con el refutar muriendo en sus rasgos, termina bufando y advirtiendo que irá personalmente a América para patear a Yoongi si me lastima de nuevo. Sonrío cuando me da la llave decomisada y corro hasta la acera por mi auto aparcado, pero se me escapa una maldición cuando veo que la llanta estaba espichada por el aparcarme mal en una piedra. Estoy por medio camino de la cochera cuando veo a un moreno bajar de su auto, a un lado del mío.
–¿Problemas con tu carro?
–¿Qué haces aquí? Creí que estarías con...
–Acabo de salir del aeropuerto.
Entonces, más de cerca capto el cansancio en su expresión, ojos un poco rojos y deprimidos. Obviamente, no tuvo una buena noche -ni mañana-, y el motivo era más que conocido por mi; a la final, Taehyung no tenía la culpa de querer igualmente a Yoongi.
–Luces terrible.
–Sí, tú igual – hace una mueca para luego esconder sus manos en el gran abrigo –. Ayer no te dí todos los detalles.
–Dijiste que estaría en el aeropuerto antes del mediodía con destino a América.
–El aeropuerto principal, destino a Chicago, pero todo varía con la hora. Me dijo que sería a las doce, pero descubrí que era a las diez y treinta.
–¿Qué? ¿P-por qué haría algo así? – ni siquiera tiene que decirlo para entender que Yoongi no deseaba ser despedido por nadie. Veo el reloj de mi celular y jadeo con exasperación –. ¡Faltan cuarenta minutos!
–Tan pronto me enteré fui corriendo a la estación –suena sincero, no percibo malas intenciones –. Siento si no te avisé antes, no tengo tu número y no pensé rápido en Jimin, mi celular se descargó.
–Mierda, de aquí al aeropuerto son como cuarenta minutos – jalo mis cabellos sin importar el frío entumeciendo mis manos por el descuido de no traer guantes o colocarlas en los bolsillos, como el rubio –. T-tengo que colocar el caucho de repuesto.
–Podría ayudarte.
–Iba a pedirle a Jin...
–Pero vas a tardar aun más, y tienes poco tiempo – interrumpe mi habla, tomándome desprevenido al lanzar las llaves de su auto, las mismas que atrapo por reflejo –. Mejor ve con esto.
–¿Por qué me das tu auto?
Quiero preguntarle si es estúpido como para ayudarme a posiblemente arreglar las cosas con el chico que le gusta. Quiero preguntarle el motivo por el cual es bueno conmigo. Tantas cosas en mi mente, pero sólo pude vociferar aquella.
Taehyung se encoge y libera el aliento, con una nube de humo helada.
–Porque es lo correcto. Creo que Hyung y tú lo necesitan. Ahora, no pierdas tiempo viéndome así y corre.
Hago lo que dice a toda velocidad, poniendo el carro en marcha con la máxima potencia que puedo, tampoco queriendo ser interrumpido con una patrulla por violar las leyes de tránsito. La adrenalina me recorre con cada minuto que pasa; intento evitar los semáforos en pausa, buscar las rutas con menos tráfico diurno, y calmar los latidos de mi corazón desbocado.
Ni siquiera sabía qué diría, por más que fue difícil dormir la noche anterior pensando en todo, ni tenía mínima idea de lo que estaba esperando con todo. ¿Despedirme en buenos términos? ¿Exigir una explicación? ¿Pedirle que se quede? ¿Una nueva relación? Sólo lo sabría al verle, pero tenía la esperanza de volver a estar juntos -se marche o no-, y en el mejor de los casos, que se quede aquí.
Las calles están comenzando a amontonar la nieve, los trabajadores limpian y generan buenas condiciones, sólo que aquello me alentiza el transitar. Arribo al aeropuerto con siete minutos a mi favor, estaciono como puedo debido a lo abarrotado que está el inmenso lugar. Tal vez parezco un loco por correr y lucir tan desesperado, al menos así me ven las personas cuando me cruzo en su periférico.
Adentro, hay muchas personas y ruidos diferentes, detallo las pizarras y los vuelos, tenía la información exacta que Tae me brindó. Oigo mi celular sonando varias oportunidades, pero es descartado a segundo plano, mis sentidos enfocados en encontrar a Yoongi.
En el altavoz anuncian el abordaje de su vuelo a Chicago, mi corazón se detiene por ello, y me paralizo brevemente para posteriormente correr a la zona de pasajeros, ignorando el cansancio de mis piernas y el palpitar de estas.
–Por favor, no, por favor, p-por favor – suplico a la nada, ahogado y tropezando con varios cuerpos. Al llegar a la zona, soy testigo del cerrar de las puertas. Me acerco a los empleados, pero se niegan a cumplir mis peticiones –. Señorita, por favor, n-necesito hablar con uno de los pasajeros. Es u-un pelinegro, con ojos del mismo color, se llama...
La chica agita la cabeza con algo de lástima.
–Lo lamento, no hay nada que pueda hacerse. Ya el avión está por despegar.
Desistí por la advertencia de los guardias, y voy con todo el desgano hasta el gran ventanal, observando el avión con destino al otro lado del hemisferio despegar por la pista de vuelo, perdiéndose en el cielo. Mi mano en el vidrio se desliza como las lágrimas que estuve conteniendo, derrumbándome con todo el peso en el suelo, mis piernas cedieron rendidas por el esfuerzo y permanezco de rodillas.
Nunca amé a nadie como a Yoongi, y nunca me sentí tan roto como cuando supe que no estaría cerca de mi.
Es ahí, en el suelo, sollozando y abrazándome, que me pregunté si él pensó en mi, si le estaba doliendo el dejarme sin despedirse ni aclarar las cosas... Sólo que ésta vez no me guié por el dolor y la amargura; algo en mi supo que sí, que seguramente estaba en el mismo estado que yo, o al menos, lamentando el cómo todo acabó.
***
'Cause you said forever, now I drive alone past your street
Yeah, you said forever, now I drive alone past your street...
El regreso a casa fue horas después, cuando logré reponerme con la llegada de Jimin y Hoseok al aeropuerto y acompañandome todo el trayecto, sin inquerir mucho, y tan decaídos como yo.
–Namjoon se regresó y nos alcanzará en media hora, estaba de camino al aeropuerto con Jin. De haber sabido que el vuelo sería más temprano...
–De hecho, si no es mucha molestia, preferiría estar solo hoy. Al menos hasta la noche, chicos – pido con la vista clavada en el tránsito –. Quiero estar en mi habitación un rato.
–Kookie...
–Prometo que no será como la última vez, estaré bien.
Ambos suspiraron y confiaron en mi debido a la suavidad y honestidad con la que me expresé.
Jimin se lleva el carro de Taehyung para darle entrega y agradecimientos de mi parte, igualmente le escribe a los chicos y deciden ir a la casa del peligris para darme espacio. Mis padres por su parte estaban en el trabajo, por lo que tenía tiempo de estar a solas en mi habitación, sin intervención.
Veo por la ventana la calle del vecindario, las persianas del frente ahora abajo, sin movimientos del otro lado. Me siento en mi cama, girando entre mis dedos el aro de plata con mi inicial, demasiado agotado como para hacer algo más.
No soy consiente del tiempo que transcurre, la posición de la leve luz solar cambia, los copos de nieve pegados en el vidrio, creando sombras proyectadas en mi habitación.
El timbre suena por toda la casa, irrumpiendo en el silencio y la soledad en la que ando sumido. Imagino que se trata de alguno de mis amigos, o de mi hermano, tal vez otro vecino o mis padres. Realmente no tengo energía de ir, sea quien sea, pero es tan insistente que me levanto con pesadez, resoplando y caminando hasta la sala.
En el camino, veo una de las fotos de mi infancia, colgadas de la pared a un lado de las escaleras; Yoongi de 15 años riendo por las manchas de pastel en mi rostro, el motivo, mi cumpleaños número 12, en los bordes de la fotografía instantanea, el escrito dice "Forever", tal como lo marcó el pelinegro dos años atrás después de una visita.
Por siempre... El por siempre aveces es tan corto, como el recorrido por la calle que solíamos nombrar como nuestra, ahora tan sola como una parte de mi alma.
***
¡23.475 palabras de narrativa, wow! Esto ha sido duro de escribir, pero disfrute cada momento, y lo he hecho en tiempo record.
La idea surgió de inmediato que salio la canción, me inspiré demasiado con la letra, y vi que estaban realizando Challenge en Tiktok donde cambiaban el Lyric por diferentes puntos de vistas de personajes en la historia, asi que se me ocurrió hacer un fic mostrando varias caras. Escogí Yoonkook como ship principal porque es mi Ship Bias, tal como Taegi TuT
El final de esta narración con Jungkook queda en incógnito por una razón. Seguramente hay muchísimas especulaciones del motivo por el cual Yoongi tomó estas decisiones a lo largo de la historia, y busco dar varias lecciones con el asunto. La siguiente narración será con el punto de vista de Taehyung, el ultimo será con Yoongi ;)
Disculpen cualquier error ortográfico o gramatical. ¡Si no entienden algo o notan errores, no duden en avisarme!
Espero le den mucho amor a esto y les guste tanto como a mi <3
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