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-No se supone que terminaría así.-Gruñó Nathan llevándose el pico del porrón de cerveza a la boca.

Estaba tumbado en un viejo sillón de cuerina verde cuya lona agrietada dejaba a la vista el relleno amarillento que parecía haber pasado por muchas manos.

Se encontraba en la casa de Zig, con la cabeza en el regazo del muchacho mayor y uno de sus brazos cubriendo sus ojos de la luz mientras una caja de piza a media descansaba olvidada en su vientre.

Había descubierto tratándolo que el chico no era mal tipo.

Tenía un par de años más que él y probablemente de no haber nacido donde nació se hubiera dedicado a otros negocios más legales.

De hecho, el chico era un indocumentado, vivía con 9 medios hermanos en una casa de la zona industrial que se caía a pedazos y a pesar de todo se había encargado junto a su hermana mayor que uno de los suyos entrara a la universidad.

Claro que el medio hermano que tenía ese privilegio había recibido el apellido de un neoyorkino con el que su madre se las había liado alguna vez.

Eso le había contado Zig orgullosamente en una ocasión en la que consiguieron colarse en una fiesta de hermandad para vender.

Tres de sus hermanos medianos se encontraban viendo un partido de fútbol en ese momento sentados en el suelo, mientras atacaban las otras cajas de piza que había llevado el castaño, en aquella casa se abalanzaban sobre la comida como si fuera la primera que vieran en días.

De hecho, no dudaba que fuera posible.

Una de sus hermanas como de unos 14 mecía en sus brazos a un bebé que lloraba en ese momento mientras se pelaba con otra de sus hermanas por no guardarle para cuando acabara de amamantar, y dos de los más pequeños jugaban con unos perros pulgosos que habían encontrado en algún rincón.

El resto no tenía ni puta idea de donde estarían.

Tampoco era que importara, en esa casa entraban y salían como si nada.

De hecho, como le había dicho Zig la primera vez que atravesó la valla Mosquera que cercaba la casa.

Las cerraduras ni siquiera funcionaban, de cualquier modo no había nada que nadie pudiera robarse que valiera lo suficiente como para animarse a robarles.

Que los chicos de la perrera tenían su fama.

En el tiempo que llevaba frecuentándolo había conocido al tío "Pit" de hecho, el hombre era un exconvicto con la cabeza rapada y un tatuaje en la nuca en forma de ojos que se encargaba de llevar el negocio para otro tipo.

Si, puede que si cualquiera de sus padres lo viera en ese momento, se desmayara, incluso a Joie le daría algo, que estaba metido en medio de un basurero y rodeado de delincuentes en potencia pero en esos momentos se sentía más cómodo en aquel sitio miserable que en su propia casa.

Se viera por donde se viera, había tanta miseria, que la suya propia pasaba desapercibidas, era un Consuelo estúpido. Pero le valía.

-...solo quería que terminara con mi novio follándome en un motel barato. O yo follándolo a él en el mejor de los casos, planeé todo el maldito día. Me gasté toda la pasta que ganamos esta semana.

-tu novio es un idiota, princesa. -le dijo Zig revolviéndole el cabello.

El chico llevaba una buena hora oyendo al castaño lamentarse.

-no. -Nathan negó de forma automática. llevaba 4 cervezas encima desde que había llegado -No lo conoces. Es un tipo de puta madre, yo soy el pedazo de mierda. Ni si quiera puedo reclamarle que se avergüence, es un puto ángel, te lo juro, tenías que verlo con ese vestido raro mientras leía sobre ese altar. Pero todo esto es culpa de sus padres. Me detestan, ni siquiera dejan que me acerque a su casa. ¿quién diablos quiere a alguien como yo en su casa? Hasta mis padres se alivian si no estoy.

-Yo te traje a mi casa.

Nathan le regaló una sonrisa borracha antes de clavar sus ojos en la grieta del sillón donde se escapaban pedazos de relleno.

-Tu casa es un pedazo de mierda.

-ya.-Zig hizo una mueca restándole importancia. Que no era mentira -No todos nacen en cuna dorada, princesa.

-Es toda la misma mierda-Gruñó de mal humor.

-¿Que dices, pijo?-Lo interrumpió otra de las hermanas que se había acercado hasta el sillón para robar piza. -Deja de lamentarte. Que si me llevas a comer a algún sitio bonito de esos que tanto les gusta a ustedes, hasta te la chupo. De seguro que tu hasta meas sobre oro.

-Catalina, cierra la boca. -Le gruñó Zig.

-¿Qué? claudia se lo ha hecho al mamón de la vuelta, se ha ido de gratis y se la ha preñado. Que por lo menos yo quiero sacar algo a cambio.-Se encogió de hombros.

-¡Que cierres la boca, mocosa! -Dijo la tal claudia ofendida y el grito hizo que el crío que llevaba en brazos volviera a llorar.

-Tengo un novio. Me gustan los penes tanto como a ti. Pero gracias. -se disculpó Nathan llevándose otro trago a la boca, sentía la lengua ligeramente torpe en su boca.

-Vale, que te la chupe Hugo entonces. Pero mientras siga trayendo piza hasta se lo envuelvo en celofán.

-¿y a mí que me metes? -Se quejó uno de los gemelos que estaban sentado en el suelo.

El otro que estaba a su lado se volteó a ver al susodicho con ojos escrutadores.

-No está nada mal, pero creo que Ziggy ya le ha echado el ojo. -dijo haciendo movimiento de atraer con una caña de pescar imaginaria.

-A ti te echo, pero a patadas. Mocoso.-Se quejó el aludido.

Y empezó una dispuesta entre los 5 hermanos por quién tenía que chupársela al "pijo inglés" y a cambio de qué.

Nathan los escuchaba como música de fondo mientras seguía bebiendo.

Se hicieron las 2pm cuando recordó que debía volver a su casa

¿se había dormido?

No tenía la menor idea.

Intentó moverse y sintió un leve mareo.

-Necesito mear. -dijo levantándose a medias con la boca seca. Zig tardó un momento en apartar la vista del televisor y se volvió al muchacho.

-Hazlo en el patio. El baño siempre está ocupado. A menos que quieras hacer del dos y temas que algo te pique el culo entre la hierba.

-¡Cuidado la ortiga!-Gritó otro de los hermanos cuando el castaño iba de salida.


Para las 3 p.m estaba llegando a su casa.

Le tomó dos intentos meter la llave en la cerradura y para su sorpresa se encontró con que Joe y garra lo esperaban en la sala.

Faltaba que encendiera la luz para darle el toque dramático y aquello parecía salido de una puta película.

-¿Qué haces aquí? ¿Dónde están mis padres?

-Te estuve esperando desde que terminó la misa. Te dejé 14 mensajes-le dijo en tono acusador escrutando las pintas del muchacho. Si puede que Nathan lo ignorara-y tus padres tuvieron que irse, cosa del trabajo, dijeron que iban a volver antes de las 8 así que saqué un rato a Garra para que estirara las piernas.

-Bien.-Gruñó pasando de largo en dirección a su cuarto.

-Nathan por favor. Hablemos. -lo detuvo a medio camino agarrándolo por el brazo.

-No quiero hablar Joie. No ahora.

-¿estuviste bebiendo? -le dijo preocupado al oler su aliento.

-¿Y qué? ahí tienes otro defecto que añadir la lista de defectos de tu novio. Lo siento, olvidaba que ni siquiera tienes uno así que no hace falta que te preocupes.

-no quise decir eso hoy... Por favor, escúchame. No pasa una semana que no peleemos por algo estúpido. ¡Nathan!

-Bien, lo capto, lo que yo siento es estúpido. Gracias por el dato.

-¿Podrías no hacer un drama de esto? Por favor...

-Hago un drama porque me dolió ¿entiendes eso? ¿Cómo te sentirías si yo te dijera lo mismo? No quiero estar contigo Joie, me das asco. o no me gustas. Que me vean contigo me avergüenza, ¿por que no volvemos a ser amantes sucios y ya? O mejor porque no desapareces de mi vida. No me gustan los remilgones. ¿Qué tal eso eh?

-Yo no te dije nada de eso. -Le dijo Joe manteniendo la calma, que conocía a Nathan lo suficiente para saber que debía ignorar todo lo que saliera de su boca envenenada cuando estaba molesto.

-Como si lo dijeras. Yo solo quise hacer algo especial para ti y tu hiciste que me sintiera como la mierda. Ya me siento así la mayoría del tiempo sin necesidad de ayudas extras. Gracias.-le dijo retomando su camino a la escalera.

-Nathan por favor. Detente. No soy el único en cagarla aquí. Yo también te he perdonado un montón de mierda. ¡Nathan!-le rogó Joe volviéndolo a detener en el rellano.

Intentó tomarlo por el brazo una segunda vez pero el castaño se zafó del agarre empujándolo.

-¡que me dejes en paz!

Joe perdió el equilibrio, dio un paso atrás encontrando el aire bajo su zapato y a nada estuvo de rodar todo el tramo de peldaños que daba al primer piso, de no ser porque Nathan lo sujeto de la muñeca antes de que se cayera ayudándolo a recuperar el equilibrio.

-¿Me empujaste por las escaleras?-Le preguntó incrédulo tras pisar tierra firme de nuevo. Tardó un momento en salir del Shock y entonces la furia hizo acto de presencia y se fue sobre el castaño empujándolo en el pecho. -¡Me empujaste por una jodida escalera! ¿Siquiera piensas alguna vez en lo que haces?

-Te dije que te apartaras. -Dijo el castaño apartando la vista medio culpable, medio molesto aun con Joe por provocarlo de aquella forma.

¿Por que nunca entendía cuando le decía que se apartara?

-¡Pudiste haberme matado! ¡ Eres un imbécil de mierda!

-¡¿Y qué demonios haces conmigo entonces?! Yo te lastimo todo el tiempo, tu me haces sentir miserable ¿Dime por que demonios seguimos juntos?-Le gritó exasperado el castaño enfrentando al de ojos azules que lo miraba casi tan furioso como él.

-¡No lo sé!-Gritó el otro a su vez.

Y era cierto.

Joe no tenía idea de que demonios pasaba entre ellos, que aquellos tres meses que llevaba de noviazgo con el castaño habían sido una jodida momentaña rusa que comenzaba a agotarlo.

Que nunca había esperado que se llevaran tan mal como pareja.

Eran amigos hacia más de una década

¿Como podían ser tan jodidamete incompatibles?

Los muchachos se observaron por un momento intentando recuperar el aliento luego de tanto grito y ninguno estuvo muy consiente de quien de los dos fue el primero en acortar las distancias.

Joe tomó el rostro de Nathan con sus dos manos mordiendo los labios del castaño hasta hacerrlo soltar un gruñido que se transformó en un jadeo cuando su lengua se deslizó entre los labios del otro.

-Te amo, maldita sea, te amo.-Le dijo Nathan sobre los labios de joe como si esas palabras ardiera hasta desgarrarle la garganta.

El castaño tomó por los muslos al más bajo y lo estampó contra la pared mas cercana sentándolo sobre el pequeño aparador que servía de soporte para las fotografías familiares.

Los marcos volaron por los aires y a ninguno de los muchachos le importó en lo más mínimo mientras sus llabios furisos intentaban ganar aquella disputa que no habían conseguido resolver con palabras.

Se besaron hasta que sus pulmones ardieron reclamando el aire perdido y entonces tuvieron que separare, el ojiazul apoyó su frente sobre la de su compañero y con sus brazos aún enredados en el cuello del más alto abrió los ojos para verlo.

-Te amo más, idiota.

Se habían recostado a ver una película en el cuarto del castaño luego de que los dos se hubieran calmado.

En un acuerdo silencioso, resolvieron que no estaban de ánimos para salir a ningún lado, de hecho, ninguno había vuelto a hablar hasta que no aparecieron los títulos en la pantalla.

Joe en ese momento estaba recostado sobre el pecho del castaño que se había cambiado por una sudadera roja y podía sentir el lup-dup, lup-dup de su corazón resonando en su oido.

Le gustaba, diablos que sí, estar acurrucado de aquella forma le encantaba.

¿Pero le gustaba estar con Nathan?

Con todo el caos que era su mejor amigo.

Joe comenzaba a preguntárselo cada vez más a menudo.

-¿Qué nos está pasando?

-¿De que?-Preguntó el otro acariciándole el cabello con cariño.

-¿Por que actuamos así? Digo, nunca nos hemos llevado tan mal.-Dijo por fin alzando un poco la vista para verlo a la cara.-¿tu me quieres?

-Te amo.

-No me refiero a eso, digo ¿quieres seguir conmigo? De esta forma, ¿quieres seguir siendo mi novio? ¿te gusta en lo que nos hemos convertido? Esto muchas veces no se siente como si fuera sano. ¿has pensado en nosotros?

-Piensas demasiado Joie.

-No te has replanteado ni una sola vez si esto es correcto?

Nathan suspiró y se volteó a prestarle completa atención a su chico que Lucía de verdad preocupado en ese momento.

-¿Quieres volver a como éramos antes?

Joe estuvo a punto de decirle que sí, que quería de nuevo a su mejor amigo, estaba arto de pelear con Nathan, pero su cuerpo lo traicionó inclinándose a buscar los labios del otro.

-No puedo volver a como éramos antes.-Confesó con pesar antes de volver a besarlo y el castaño enredó sus brazos alrededor del cuello de Joe acercándolo más a su cuerpo con una extraña mezcla de alivio y preocupación anidando en su pecho.

No, definitivamente no podían volver el tiempo atrás.

El beso se prolongó un poco más de la cuenta y al separarse Joe apoyó la frente sobre la de su castaño mirando directo a sus ojos.

-¿Crees que seamos felices? -preguntó con miedo.

-No lo sé Joie, no tengo la menor idea.

Nuevo Cap!!! espero lo disfrute empiezan a terminarse las vacaciones hora de volver a estudiar tendré menos tiempo, pero intentaré actualizar lo más que pueda hasta entonces.

Espero poder decirles pronto "hasta luego" a estos dos pero no prometo mana. Un faltan muchas cosas por resolver los amo los amo 🐶

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