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💎32💎

-¿Como has hecho para dormir esta semana? -le preguntó Joe.

Estaban metidos en la cama del castaño y Nahtan fumaba algo adormilado a su lado, se volteó a mirarlo, lanzó una última calada a su cigarrillo y se incorporó a horcajadas sobre las caderas de Joe para apagarlo en el cenicero de la mesita de noche del lado del ojiazul.

Llevaban buenas dos horas y contando retozando en la cama y ni siquiera se habían molestarse en vestirse una cuarta vez tras el tercer polvo.

Como dios los trajo al mundo se sentía demasiado bien si se estaban junto al otro.

-bueno ...puede que te haya engañado un par de noches.-Dijo con una sonrisa que tuvo a Joe frunciendo el ceño sin saber si reírse o molestarse.

  Diablos.

Nathan jugueteó con el aro en su labio inferior para no reírse. Joe, fruncía el entrecejo e inflaba las mejillas en un puchero inconsciente que se veía tan adorable como el de un niño enfurruñado.

¿Por qué era tan guapo? 

Pasada la media hora el subidón se le había pasado e Incluso con la resaca que comenzaba a hacer estrago en su cuerpo Joe le parecía fascinante.

-Deberías ver tu cara justo ahora. Eres bellisimo.
-Ja Ja.-Rodó los ojos para disimular el rubor en sus mejillas.

¿Cómo podía seguir ruborizándose cada vez que le decía lo hermoso que era? Como siguiera así Nathan dudaba que se cansara jamás de decirle lo mucho que le gustaba. Se inclinó un poco hacia adelante y lo besó disfrutando del sabor adictivo de los labios del otro. No entendía cómo era posible que el ojiazul no tuviera una lista interminable de pretendientes detrás. Que tenía su modesto club de fan era cierto, pero para lo exquisito que era no dejaba de preguntarse cómo era posible que nadie haya intentado secuestrarlo antes...

Si, secuestrarlo y tenerlo solo para él no parecía una mala idea, no quería compartirlo con nadie. Diablos, empezaba a delirar...

-¿Entonces como has hecho? -Insistió Joe volviéndolo a la tierra.
-Me traje a garra a dormir conmigo - confesó.
-¿que? ¿duermes con el perro?
Nathan se encogió de hombros y se dejó caer en la cama al lado de su compañero. Se estiró perezosamente y le acaricio el hombro antes de acercar su nariz a la piel rojiza de Joe, amaba observar el contraste entre sus cuerpos. Su palidez característica que sin importar cuantos horas al sol pasara nunca tomaba color, parecía estar especialmente diseñada para contrastar con el bronceado de su ojiazul que era como suave caramelo.

-Ronca menos que tu .-le dijo frotando su nariz por el hombro del otro. Le gustaba demasiado sentir su calor. Le gustaba demasiado todo de Joe. ¿Cómo demonios alguien podía ser tan perfecto? Verlo vistiendo solo su propia piel era como mas le gustaba.
-Yo no ronco.
-Si lo haces. -Se burló y comenzó a picarle el rostro para fastidiarlo hasta que Joe enredó sus dedos en los del castaño deteniéndolo, le dejó un beso en aquellos nudillos tatuados y luego los elevó sobre su cabeza para admirar aquellos dibujos como si fiera la primera vez que los viera en su vida.

- ¿Por qué golondrinas? -le pregunto Joe siguiendo descuidadamente los patrones con su pulgar.

Lo cierto era que las tenía tatuadas en el pecho, en el cuello y en las manos. El chico parecía tener una pequeña fijación con las aves.

-los marinos las llevan. Otis me contó la historia-Le dijo jugando con los dedos de joe quien no tenía la menor idea de quien era ese tal otis pero no quiso interrumpirlo, le gustaba demasiado oír la voz tranquila del castaño susurrando en su oído, y que decir que un Nathan comunicativo ya era bastante raro de por si como para intentar cortalo. -Dicen que cuando volvían la primero que veían eran las golondrinas. Cuando me siento perdido, las miro y recuerdo que debo volver a casa. -Le explicó.

Joe se quedó un silencio meditando las palabras de Nathan. Parecía ligeramente preocupado.
-¿que ocurre? -Preguntó el castaño entrecerrando los ojos como si intentara adivinar que le pasaba a su compañero. -¿Por qué te has puesto todo raro?

-Quieres volver a Liverpool? - Preguntó Joe muy bajito. El miedo en el rostro del ojiazul hizo que el castaño sonriera.

-Tu eres mi casa joie. siempre voy a volver a ti.

Joe se lo quedó mirándolo como si intentara descifrar si aquello que sus ojos presenciaban era real o no. Estiró su mano hasta el rostro del castaño e hizo rodar sobre sus dedos un pequeño mechón de cabello. Si, definitivamente aquello era real, aunque se parecía más a un sueño hecho realidad.

-te amo.-Le susurró avergonzado mirando a los ojos al castaño.

Nathan sonrió de lado con aquella sonrisita ladina que le decía que lo que iba a escuchar a cambio no iba a gustarle-Siempre lo supe.

-idiota.-Gruño Joe de mal humor levantándose. Nathan soltó una carcajada divertida y lo abrazó por la espalda.

-Suéltame.

¿podía ser su novio tan adorablemente infantil?

-yo también te amo. Te amo mucho más. Siempre lo he hecho, solo que no lo admitía por miedo. Me aterras Joe, me aterra lo mucho que te amo.

4 días.

Su hijo llevaba 4 días faltando a clases.

Se había reportado como enfermo toda la semana. Acababan de llamarlo del colegio y Billy había confirmado que efectivamente Nate estaba cursando un resfriado.

Sí, Billy había mentido.

Pero es que su hijo ya tenía demasiadas amonestaciones para seguir metiéndolo en problemas.

Acabarían expulsándolo y recién había comenzado el año.

Que aún le faltaba todo un semestre para graduarse. Quería que se graduara con sus amigos.

¡oh cielos! ¿había hecho bien en mentir por él? ¿y si estaba en problemas? Como se enterara Jack pondría el grito en el cielo.

Miró a su esposo concentrado en revisando los cálculos de materiales para uno de los planos que había terminado la tarde anterior.

Si a Billy nunca le había ido bien en eso de calcular materiales.

¿para eso tenía un esposo no?

Juntos se complementaban perfectamente. Bill diseñaba y Jack se encargaba de hacerlo posible. las órdenes y la acción. la pareja siempre había funcionado de esa forma, razón por la que construcciones H&BDesign había sido todo un éxito desde el primer momento en el que habían abierto un pequeño estudio de mala muerte en la zona comercial.

En menos de un año ya habían mudado tres veces de estudio y a la fecha contaban con una empresa cuanto menos respetable. Lo habían hecho bien, Bill estaba orgulloso de su trabajo y de su familia, habían construido un amor sólido.

Alquilaban un piso completo en una de las mejores torres de oficina de la ciudad, hasta tenían una bonita secretaria llamada Emily y varios arquitectos jóvenes y talentosos trabajando para ellos. No era del todo una casualidad que fueran todas mujeres bonitas, que atraían clientes, y Billy no era celosos, pero...No quería a ningún jovencito insinuándosele a su esposo, ya bastante tenía con que fuera profesor de universidad, que cada que se descuidaba se encontraba con que algún muchachito descarado le pasaba su número.

Y sí, Billy había sido uno de esos muchachitos descarados, no tenía nada en contra de ellos siempre que se mantuvieran lejos de SU esposo.

Miró a Jack a través de las puertas de cristal que separan la oficina del uno de la del otro. Lo cierto era que aquello no era más que simple formalismo para cuando iban los clientes, la pareja se la pasaba siempre uno encima del otro. Estaban tan acostumbrados a estar juntos todo el tiempo que Billy no dudaba en invadir la oficina de su esposo. De hecho su propia oficina casi ni la frecuentaba.

No pudo evitar pensar en lo guapo que se veía esa mañana con su camisa desbocada en el cuello y su cabello ya comenzando a poblar canas.

Comenzaban envejecer, diablos.

Pero sin duda su esposo era un sexy mayorcito, uno que nunca había aprendido a llevar corbatas observó, que en ese momento se encontraba peleando con el nudo que le había hecho Billy esa mañana.

Jugueteaba con ella cuando se sentía frustrado, La desajustaba y volvía a ajustar como si lo ahogara.

Sí, Jack era un negado con eso de los trajes. Bill rodó los ojos divertidos y volvió a la oficina.

-¿Que ocurre? -preguntó Jack levantando la vista de sus quehaceres en cuanto su esposo regresó de atender la llamada.

La pareja llevaba casi un mes trabajando en el diseño de una refacción para un bar en el centro de la ciudad. El cliente era exigente como el demonio, había rechazado casi una docena de diseños hasta que por fin se conformó, según él mismo, porque el diseño era mediocre, con el primero que Billy había hecho.

Jack ese día quiso mandarlo al demonio por meterse con su esposo, de hecho, estuvo varias veces tentado de negarse a trabajar con él. Pero la paga era buena. Billy había insistido tanto en que aquello sería buena propaganda para sus diseños que Jack había aceptado trabajar con el hombre de mala gana.

-No es nada, el sr. Jackson quiere saber cómo van las cosas. -Dijo Billy sentándose en el escritorio de Jack.

El castaño rodó los ojos, apartó las cosas que tenía sobre el escritorio para hacerle sitio y lo abrazó recostando su cabeza en los muslos de su esposo.

-Ni aunque contrate a todos los albañiles de chicago estaría lo suficiente a tiempo para él.-Gruñó con fastidio.

- relájate grandulón. -dijo Billy en tono amable acariciándole el cabello.-Te arrugaras y no me gustan los hombres arrugados.

-¿y que harás cuando este todo viejito ? -Le preguntó alzando la vista hasta los ojos celestes que lo miraban con ternura.

-Probablemente te seguiré amando, pero te prefiero sin arrugas, asi que mejor lo retrasamos cuanto podamos. -le dijo presionando en ceño del mayor para que aflojara.

Jack suspiró. Lucía agotado y Billy no quiso seguir preocupándolo más de lo que ya estaba.

-¿Quieres que vaya a buscar comida china para almorzar?

-Quiero almorzarte a ti.-le dijo Jack incorporándose. Tiró de las caderas de su esposo hasta que cayó sobre sus muslos. Billy se dejó besar, aceptando gustoso los cariños de su esposo por un momento antes de detenerlo en cuanto Jack intentó meter las manos en el interior trasero de sus pantalones

-Alto ahí vaquero -le dijo - que no solo de amor vive el hombre. Tengo hambre.

-Pide comida, que te la traigan -Dijo hundiendo su nariz en el cabello de Billy. Rosas. Jack amaba el perfume a rosas del champoo de su esposo.- ayer instalé el sistema de cortinas automáticas que querías en la oficina. Mientras esperamos podemos....

-Sabes que no me gusta así.-lo cortó Billy.-No quiero hacerlo a las apuradas.-Le dijo mientras Jack le besaba el cuello en un intento por convencerlo- Espera.-lo apartó. -No estoy de humor.

Jack suspiró abatido, e hizo un puchero antes de soltarlo de mala gana. -De acuerdo. ¿me traes rollitos? -preguntó sacando su cartera para darle dinero.

Billy rodó los ojos, pero aceptó.

Que el pelirrojo tenía su dinero, pero aquella era una costumbre que nunca había conseguido quitarle al inglés. Se empeñaba en pagarlo todo como si fuera el único encargado de proveer desde que se habían casado. Discutir con Jack era un caso que había dado por perdido hacia tiempo.

Tomó las llaves del coche del escritorio de su esposo y le dio un último beso antes de desaparecer por la puerta de la oficina dejando a un Jack estresado detrás.

Sí Billy se sentía un poco culpable por eso, pero tenía que encontrar a Nathan.

Apenas llegar al estacionamiento sacó su móvil para llamar a su hijo ¿ahora donde se había metido ese niño?

Lo llamó unas tres veces antes de dejarle un mensaje de voz en el contestador.

Que la última semana lo había notado un poco raro. Por momentos lo había visto eufórico y comunicativo, por momentos se encerraba en su cuarto y no salía en horas.

De hecho notó que había vuelto a dejar de comer.

Que el chico intentaba engañarlo revolviendo la comida en su plato antes de apartarla, pero Billy no era ningún tonto. Le había dado su espacio luego de la discusión con Jack, que su esposo le había contado lo mal que había resultado aquello. De hecho, el día anterior lo había observado mirar un punto fijo como por una hora antes de que Jack le hablara y el chico se moviera.

Acaso...?

¿serían las medicaciones que le había dado el psiquiatra? ¿Estaría tomando algo más?

Mentiría si dijera que se había quedado tranquilo luego de que a su hijo lo internaran con una sobredosis. Que la noticia de que Nathan se Drogaba le había caído como balde de agua fría. Ellos preocupados por el tabaco y su hijo consumiendo mil cosas más fuertes.

Había estado con los pelos de punta las siguientes dos semanas observando hasta el último cambio en el comportamiento de Nathan. Pecó de intentar revisar el cuarto de su hijo cuando este se había ido, pero el chico nunca se olvidaba de cerrar con llave antes de salir.

Se había calmado en su papel de persecutor silencioso luego de verlo más tranquilo las siguientes semanas. De hecho, había creído que había mejorado bastante.

ya casi no peleaba en las reuniones de NA. Billy había empezado a acompañarlo con Jack. Cuando el pelirrojo estaba presente se comportaba. Eso había dicho su esposo y Billy lo había comprobado cuando Nathan participó presentándose y diciendo quien era y que aquello no le gustaba. No había dicho cuanto tiempo llevaba consumiendo, pero sí que había intentaba dejarlo y que estaba en eso. Se había encogido de hombros y no había dicho más.

No era mucho, pero el padrino del chico, un ex adicto que le habían asignado, había dicho que era más de lo que habían conseguido en los dos meses que llevaba yendo el muchacho.

Había leído el libro de padres que le habían recomendado.

¿y si Jack tenía razón y estaban siendo demasiado blandos con Nathaniel?

Billy se metió en el coche. Preocupado apoyó su cabeza en el volate intentando decidir qué hacer.

Si da positivo se lo diré a Jack, se dijo y puso rumbo a una farmacia para comprar un test de drogas casero. Le daré el beneficio de la duda.

Frente a la casa de los Harrel estaba estacionado el Sheep negro de Joe. ¿Qué demonios hacían los chicos allí? ¿Habían faltado a clases solo para quedarse en casa? Billy frunció el ceño.

Se apeó del coche de Jack y fue directo hasta la entrada.

-¿Nathan? ¿Joe? -preguntó entrando y vaya sorpresa se llevó al encontrarlos desnudos sobre el sillón de la sala. -¡Carajo!-soltó cerrando los ojos y se apresuró a meterse en la cocina para no ver la escena.

¡oh cielos!

Lo último que había visto era como se separaban, los oyó vestirse a las apuradas mientras el pelirrojo en la cocina abría el grifo del agua solo para concentrarse en algo que tapara el ruido de los chicos en la sala.

Se sentía tan nervioso como si hubiera sido él mismo el que hubiera sido atrapado en una situación tan comprometedora. Suponía que su hijo y su novio tendrían relaciones en algún momento ¿Pero cuánto tiempo llevaban de novios? No había pasado ni una semana, ¿Semana y media tal vez? Dios ¡¿y a él que demonios le importaba?!

-¿Pa?-Billy se giró, Nathan tenía las mejillas rojas y el cabello revuelto, se había colocado una remera y los boxers a las apuradas.-El agua ya cargó.-Dijo apuntando la tetera que Billy había puesto a cargar como excusa. El pelirrojo se volteó a ponerla al fuego y luego volvió a mirar su hijo con los brazos cruzados.

¿Cómo se les había ocurrido follar en su sofá escoses?!

¡era una maldita edición exclusiva! Había torturado a Jack casi un mes hasta que se lo compró.

Como si pudiera leer el disgusto en el rostro de su padre, Nathan se rascó el cabeza incómodo. -¿Qué haces en casa tan temprano?

-¡Eso debería preguntarlo yo jovencito! O mejor dicho, Ya pude ver que hacían ¡4 días! ¡me han llamado del colegio que llevas cuatro días faltando a clases! ¡Tuve que mentir por ti para que no te suspendieran!

Auch. Se había enterado. A Nathan no le había parecido que hubiera pasado tanto tiempo, solo había querido repetir lo de aquel martes. Puede que lo hubieran repetido más de la cuenta. Se rascó la barbilla sin saber que decir.

-¡te has pasado! -Le advirtió ante la falta de respuesta de su hijo y le entregó el paquete de la farmacia. Nathan abrió los ojos sorprendido al ver el contenido, que ver a Billy molesto era raro como el demonio.

-¡Pa!¿qué esto? -le preguntó alarmado. - ¡Estoy limpio! .

-Entonces hazlo.

-¿no confías en mí? Se supone que la confianza era importante y esas mierdas. En el grupo...

-a mi no. -Le advirtió con las manos en las caderas y la postura de no voy a transar por ti. Que el hombre medía como dos cabezas menos que él pero incluso con su pobre metro sesenta se podía hacer respetar por sus dos chicos ingleses.

-huym...¿puedes esperar a que joe se vaya al menos?-le Dijo ocultando el paquete debajo de su camiseta. -No quiero que él lo sepa. Por favor.-le pidió poniendo ojos de cachorro y eso hizo que Billy aflojara un poco el ceño.

El pelirrojo asintió y antes de que su hijo huyera de la cocina lo detuvo.-Dile que se quede un momento. tenemos que hablar.

Auch. Esa frase era la peor que pudieras oír dicha por cualquiera.

Joe lo esperaba en su cuarto caminando como animal histérico. Tenía a Garra con él , que mientras Nathan iba a ver como estaban las cosas en la cocina con su padre, el ojiazul se había encargado de subir al animal.

Dios. No vería a Billy a la cara. Aquello había sido lo más vergonzoso que había vivido en su vida.

La puerta se abrió y vio entrar al castaño, quien miró al pasillo revisando que no hubiera moros en la costa y le echó llave.

-¿Qué estás haciendo?

-Necesito que hagas algo por mí. Por favor, por favor. -le dijo acercándose a Joe. Le dio un beso rápido en los labios antes de observarlo con una mueca desesperada en el rostro-¿pasaste el doping cierto?

-¿Qué?

-Orina aquí. -le dijo Nathan en un susurro nervioso sacando el test de debajo de su remera.-por favor por favor.

-es una broma cierto? -preguntó Joe.-¿Esto es?

-Si. Billy quiere que lo haga.

-¿y por qué no lo haces? ¿Estuviste...?

-solo fue hierba, lo juro.-mintió desviando la vista un momento antes de volver a ver a joe a los ojos.-Billy ya está lo suficiente molesto conmigo...

-Está mal...-Joe se mordió la mejilla inseguro mirando a su novio. -No puedes pedirme esto...

-Por favor. Conozco a Bill si da positivo le dirá a Jack. Jack se pondrá como loco, me enviará a un internado militar en Pittsburg, ya me lo ha advertido, Hasta lo escuché discutiendo con papá sobre eso, el sitio es horrible lo googlé, no quieres que nos separen ¿no? Por favor. Solo por hoy. Te amo. Prometo que no te volveré a pedir algo como esto.

Joe lo miró, Nathan le estaba mintiendo. Joe lo sabía y se maldijo a si mismo al agarrar el frasco.

Algo le decía que se iba a arrepentir de eso.

¿Por qué el castaño conseguía convencerlo con tanta facilidad?


-...de acuerdo chicos. Entiendo que sean jóvenes y estén enamorados. -Dijo Billy sentándose frente a los adolescentes.

Sí. Ser padre no era fácil, y diablos, que aquello era jodidamente incómodo.

Nathan miraba sus manos y Joe parecía querer que la tierra se lo tragara.

Nunca le había gustado ser el "poli malo" ¡pero vamos! que aquello no podía dejárselos pasar.

y Jack definitivamente estaba descartado para hablar de sexo. El inglés probablemente se hubiera desmayado si se hubiera encontrado con la imagen que presenció nada más llegar a casa.

¡oh! Con todo el asunto se había olvidado de llevarle la comida a lo oficina. Sacudió la cabeza intentando concentrarse. Jack encontraría como arreglárselas, se lo recomenzaría luego.

-...pero no pueden faltar a clases cada día para... hacer el amor ¿de acuerdo? -los chicos se removieron un poco incomodos en sus sitios. sí diablos. Billy sentía que su rostro estaba casi tan rojo como su cabello en esos momentos. -soy realista, no voy a pretender que no lo hagan hasta el matrimonio. Hablaré con papá para que... les devuelva ciertas libertades. Joe, puedes quedarte cuando quieras en casa, y pueden estar juntos en el cuarto, no quiero que anden por ahí. ¿sí? pero tienen que ser responsables.

-Pa...-Dijo Nathan cerrando los ojos algo incomodo antes de volver a abrirlos y mirarlo. Sí, hablar de sexo con su padre y su novio al lado era algo incómodo como la mierda.
faltaba Jack y aquello era toda una reunión de té.

-¿ustedes se cuidan?

-Si. ya tuvimos esta charla a los 12-Dijo Nathan y por un segundo deseó que Jack estuviera ahí. al menos a Jack podía contestarle con sarcasmo y era mil veces más fácil que eso.

Que tenía ganas de decirle que no eran dos vírgenes inexpertos haciéndolo por primera vez. se rascó el cabeza incómodo y vio a su padre. Diablos, no quería ser grosero con Billy, que tenía un claro favoritismo por el pelirrojo. Pero...

-Sé que no son ningunos niños de pecho-Dijo Billy leyendo a su hijo- ambos son chicos guapos, jóvenes y sé que seguro han tenido muchos amores, por eso mismo ¿se han hecho pruebas de ETS antes de estar juntos?

-No-Sí. -Dijeron los adolescentes a la vez.

-¿No?-preguntó Nathan mirando a Joe con sorpresa.

-No. ¿ Tu si?

-El último me lo hice luego de salir del hospital. Me los hago cada dos meses. ¿tú por qué no?

-¿porque yo no me acuesto con cualquiera?

¡¿Con cualquiera?! Billy frunció el ceño.

-Genial.-Se quejó  Nathan cruzándose de brazos.-Acabo de contagiarme SIDA de espíritu santo.

-¡No tengo SIDA! -Se defendió el ojiazul cruzándose de brazos también. - yo no tengo nada.

-¿sí?¿ cómo lo sabes?

-Ya, ¡chicos! -Interrumpió Billy frotándose las cienes en un gesto cansado viendo como los dos adolescentes se comportaban como niños inmaduros.

-Si se consideran lo suficientemente maduros para mantener una relación deberían tener la madures para hablar de esto como adultos-Los reprendió consiguiendo que ambos se cruzaran de brazos y miraron a lados opuestos.

Billy suspiró con fastidio.

¡Demonios con los niños de ahora que querían crecer más rápido de lo que debían!

Hola!!!!

Aquí estoy de nuevo!

nuevo capítulo!

los amo!!!

huy esta historia me está quedando más larga de esperaba 👀

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