💎31💎
El lunes llegó con un Joe sonriente al que ni siquiera su padre obligándolo a madrugar para entrenar había conseguido empañar su buen humor.
De hecho mientras se quitaba el sudor tras el ejercicio matutino sonreía. Sonreía en la forma en la que alguien sonríe cuando está seguro de que nada podría ir mal. Hasta aceptó tener una "salida de chicos" con su padre. Eso era ir por ahí a comer pizas y beber algo, iría algún que otro colega del ejército a contar historias gloriosas a las que debía aspirar y hablarían cosas que a Joe le valían madres.
Pero en esos momentos se sentía muy dispuesto a lo que sea.
Nathan le había contado una historia sobre cómo había encontrado a garra, había llenado los huecos con un par de mentiritas que no mataban a nadie y Joe le había creído, incluso decidió molestarse con Zig por molestar a su chico.
Estuvo muy dispuesto a ir a ponerle los puntos sobre las íes de no ser porque Nathan le había pedido que lo dejara o le traería problemas.
A regañadientes el ojiazul había aceptado no intervenir y consciente o inconscientemente se había decidido a omitir las preguntas sobre aquellos temas que Nathan deliberadamente evitaba.
¿Qué no había más ciego que el que no quería ver?
Joe estaba bastante seguro de no querer ver nada que se interpusiera entre ellos.
De hecho aunque hubiera un cartel luminoso que gritara ¡mentira! Sobre el rostro del castaño él lo hubiera ignorado. Se habían pasado hasta cerca de las 3 de la mañana acurrucados bajo la manta en el techo de los Wood, con el cielo sobre sus cabeza hablaron de todo y nada. Nathan se la había pasado todo el rato con los dedos entrelazados en los suyos y solo aquello hacía que el calor que crecía en él bastara para paliar los primeros fríos de la temporada.
No importaba donde estuviera, con Nathan a su lado valía la pena. Estaba demasiado enamorado de ese chico, descubrir que solo escucharlo reírse conseguía remover el avispero en su estómago había sido suficiente para que se decidiera a ignorar las cosas que hacían ruido en sus oídos y creer en Nathan, El Nathan risueño que le robaba besos en cada ocasión era su favorito, incluso si mentía, Joe lo prefería.
Joe prefería cualquier cosa si Nathan estaba en ella.
Idiota, se dijo esa mañana cuando vio las ojeras en su rostro. Su conciencia le decía que todo tenía demasiados huecos, estaban construyendo un castillo sobre el agua.
Y un mensaje de Nathan diciéndolo que lo extrañaba lo hizo sonreír.
"idiota pero feliz" se dijo a si mismo bajando a desayunar con su familia con la expresión en el rostro de quién lo tiene todo.
-falta que tires corazones por los ojos. Disimula hermano mayor ¿ya se han reconciliado? -preguntó Victoria con curiosidad, que su hermano era un libro abierto. Para bien o para mal el ojiazul no podía disimular nunca lo que le pasaba. Con solo mirarlo cualquiera podia ver lo que pensaba. Razón por la que viki le jugaba un par de partidos de poker cada vez que necesitaba dinero extra.
-¿Tanto se nota?
Victoria se encogió de hombros cuando llegaron sus padres y le lanzó una mirada cómplice antes de arrastrar la atención lejos del repentino y sospechoso buen humor de su hermano.
Joe se sentía flotar.
Incluso cuando ese martes Max fue a buscar a Nathan a su mesa y se lo llevó con él. Joe no hizo más que darle un apretón de mano y pedirle que se portara bien.
Le había lanzado una de esas miradas de cachorro que a Nathan lo derretían. Se mordió para no lanzarse a besarlo frente a toda la escuela ¿Cómo podía hacerle eso?
Estúpido Joe y su rostro de niño bueno que no rompió un plato en su vida.
Diablos, definitivamente Nathan debía agradecerle a Billy por aquella improvisada charla de sentimientos, se sentía tan bien con el chico frente a él...estaba aterrado de una forma agridulce. Que bastaba que Joe lo mirara con aquellos ojos de enamorado para que su mundo temblara y su corazón comenzara a amenazar con salírsele del pecho ¿Cómo es que nunca se había dado cuenta de lo mucho que ese chico le gustaba? Que lo quería siempre lo supo, pero aquello que sentía por él parecía crecer y crecer al punto que le aterraba que explotara y les cayera la realidad sobre las narices.
-Nos vemos a la salida. -Le dijo con un guiño coqueto antes de irse tras Max.
Joe había tardado un momento en darse cuenta de que el castaño se había olvidado su móvil sobre la mesa de la cafetería.
El tiempo suficiente para salir detrás de él y seguirlo. No era que realmente quisiera perseguir a los chicos, pero en cuanto los vio meterse al viejo edificio del colegio frunció el ceño. Nadie usaba aquel lugar salvo los que formaban parte del equipo de natación ya que en el subsuelo estaba la pileta cubierta.
Curioso se retrasó para que no lo vieran y mayor fue su sorpresa cuando vio a Vania Ericovich McGraw esperándolos con actitud sospechosa.
¿Qué demonios estaba pasando ahí?
♡
Un kilo de coca, Demonios. Nathan se encontraba encerrado en el baño del área del viejo gimnasio. Vania lo había estado esperando, había creído que iban a golpearlo de nuevo, estaba a punto de preguntar ¿Qué demonios había hecho ahora? cuando el chico sacó un paquete envuelto en papel cartón y se lo entregó.
Sin ceremonias le dijo:
-150 El gramo. 10% para ti. Una semana. -Y se había ido acompañado de un Max
que iba dando brinquitos a su lado y contándole cosas que no parecía estar prestando atención ni ignorando.
Como quien escucha movido por la obligación que nace del afecto.
Nathan volvió a mirar el paquete en sus piernas. Y sintió un ligero hormigueo en el cuerpo.
Dijo que el 10% era suyo. ¿Debía probar la calidad del producto no?
Miró a los lados como si esperara a que alguien lo viera, resultaba ridículo considerando que estaba en un cubículo de metro cuadrado.
Diablos.
El corazón le latía ansioso.
Solo una línea se dijo y rasgó el paquete.
Formó una pequeña línea sobre uno de sus cuadernos con ayuda de su ID y aspiró.
Carajo.
Era pura.
Diablos.
Era jodidamente buena.
-¿Nathan?
Oh demonios , demonios. ¡Demonios! Nathan por poco no se cae al oir esa voz ¿Qué demonios hacia Joe allí?
No quería que lo viera. No con un kg de mierda encima.
Mierda, mierda, mierda. Cerró los ojos y contuvo la respiración con la esperanza de que no lo oyera.
-Nathan ¿Estas bien? Te vi entrar con esos chicos y no has salido.
¡Carajo! Se apresuró a meter el paquete en su mochila y se frotó la nariz intentando limpiarse la cara por si acaso. ¿adónde estaba su móvil cuando lo necesitaba? Jodido aparato endemoniado.
-Aquí.-Dijo, la voz le salió un tanto ronca y tuvo que carraspear. Se volvió a frotar la cara. Las manos le temblaban y encendió un cigarrillo para disimular antes de vaciar el tanque.
- Entré a fumar ¿Qué haces aquí?-Dijo sin mirarlo y buscó su rostro en el espejo frente a él para asegurarse de no lucir tan sospechoso como se sentía en
ese momento.
Se veía bien.
Normalmente ansioso para alguien que llevaba un cargamento con él que sin duda podía llevarlo a la cárcel.
-Te traje tu móvil. Lo dejaste en la cafetería-le dijo con sospecha.
Nathan se removió en su sitio y sacó otro cigarrillo para disimular su nerviosismo.
-ya tienes uno ahí. -LE dijo Joe extrañado al verlo encender un segundo cigarrillo.
-¡que idiota!-Nathan paseó la vista por todos lados sin fijarla en ningún sitio hasta que por fin se atrevió a mirarlo.-Ando un poco ansioso. Lo siento. Ya sabes, papá y su cacería de brujas. No le gusta que fume en casa y en mi cuarto no puedo hacerlo porque tengo a Garra. El humo podría hacerle mal...La pobre, ayer la saqué a dar una vuelta, creo que le agrado. -dijo nervioso.
-deberías dejarlo.
Nathan sonrió sin gracia y asintió.
-lo sé. Solo no puedo. Pensé en comprarme un Vaper pero dicen que al final no ayuda una mierda. Sabes como son esas mierdas de propagandas. Consumismo... -dijo perdiendo un poco el hilo de lo que decía, al darse cuenta de que estaba actuando raro cerró la boca antes de delatarse solo.
Se quedaron en silencio un momento, Joe sospechaba que había algo más pero no insistió en cambio señaló la mano donde Nathan tenía el recientemente encendido cigarrillo.
-Dame uno, te ves muy raro con dos cigarrillos ahí.
-tu no fumas. -le dijo alejandolo por instinto.
-Sé hacerlo. Solo no me gusta. -Se encogió de hombros. -Es malo para los deportes.
-Tu no. -Nathan le dio una última calada y arrojó los dos cigarrillos al lavabo. -No te dejaré que te metas esta mierda.
-si tú puedes prohibirme que fume yo debería poder hacer lo mismo. -dijo Joe adoptando una posición desafiante.
-no puedes bebé. Lo sabes. Ven aquí. Olvídate de esa mierda. -Agarró a Joe por la cintura y lo atrajo a su cuerpo para besarlo. Eso tuvo el corazón de Joe lo suficientemente descontrolado para que se olvidara de que le había molestado la actitud de Nathan y enredó de forma automática sus brazos en el cuello del castaño. -Vámonos a casa. Mis padres están en la oficina. Te extraño mucho.
-Estoy justo pegado a ti.-le dijo Joe juguetón.
Nathan rodó los ojos. Niño estúpido.
-Quiero hacer el amor contigo. Me tienes hace una semana sin sexo. Vamos...¿No quieres??-Preguntó apretando ligeramente la espalda baja de Joe para apretar su pelvis a la del otro.
-De verdad quiero-admitió acariciando el cabello del mas alto.- pero el equipo entrena esta tarde.
-Uff... mmmm...bueno...-Nathan hundió la nariz en el cuello del ojiazul y comenzó darle suaves besos-Un día no te hará nada...Solo digo.
Joe se hizo de rogar un momento dejándose tentar por los besos del castaño y al final aceptó.
-Sabes que así se hacen las adiciones ¿cierto?-Le preguntó cuando estuvieron en el coche del ojiazul.-"Un día no te hará nada"
-Voy una vez a la semana a narcóticos anónimos. Mala tuya por confiar en mi.-Nathan le sonrió divertido y eso bastó para que Joe volviera a besarlo.
Sí definitivamente se haría adicto a Nathan.
Una chica era toda la información que tenía.
Eric mc Graw se encontraba en su consultorio pensando en el muchacho Harrel. Era un día tranquilo en lo que cabía, el chico aún no se había presentado a ninguna de sus citas. Su padre en cambio, había asistido a todas.
Acababa de entrar en ese momento a la consulta, una hora hablando de su hijo, de lo impotente que se sentía y todos los bla, bla ,bla de un padre demasiado preocupado para dimensionar la gravedad de la situación.
Por lo que había averiguado por sus propias fuentes y lo que Jack le habia contado, el hombre no sabía nada de la vida de su hijo. Era como si le estuviera hablando de otro chico, porque el Nathaniel sobre el que él había averiguado estaba jodido, como de verdad jodido.
Y necesitaba ayuda, mucha. Pronto, en lo posible.
Había conseguido de manera ilícita el historial clínico del chico, incluso el de su madre. Sí, puede que se estuviera involucrando más de la cuenta en el asunto, pero en parte, Eric de verdad quería ayudarlo, algo en ese muchacho le recordaba a sí mismo, al punto de que se sentía idiota, que hasta él mismo sabía que un Dealer con debilidad por los adictos era bastante jodido. Pero no poda evitarlo.
Jed de verdad tenía razón cuando le decía que era un idiota por involucrarse demasiado con los pacientes. Claro, que a su amigo lo que le preocupaba era su salud, cuando la ponía en riesgo por ayudar a sus pacientes en crisis, cuando todos corrían él se quedaba, pero eso solo era la punta del iceberg.
Que su vida era un teatro mal sujeto con cinta adhesiva, a veces no entendía cómo sus pacientes podían confiar en el para que los ayudara.
Miró a Jack frente a él, el hombre tenía los ojos rojos de intentar aguantarse el llanto. Era un hombre recio, de costumbres clásicas. Le daba pena. Vamos. Que criar a un chico de esa edad no era fácil.
Vania se lo demostraba todos los días
Pero aquello era otro asunto. Tenía que averiguar quién se estaba metiendo en su territorio si no quería que las cosas se complicaran aún más, su único informante era el chiquillo que estaba tan perdido que probablemente fuera cierto que no recordaba nada, que con el miedo que le tenía, estaba bastante seguro que se negaría a cooperar con el enemigo. Para hacer honor a la verdad, no creía que el muchacho fuera mal crío, pero sospechaba que sería un buen dolor de cabezas si no lo controlaba.
Había mandado a su hijo a que le recordara las cosas. Pero vamos, Lana lo había sobreprotegido, a su edad Eric ya había hecho muchas cosas más que asustar a otro muchacho.
Su hijo, era débil y en parte era su culpa. Si su abuelo lo hubiera enviado a hacer un encargo como ese... No eres él, se recordó a si mismo.
-...Siento que es mi culpa ¿no sé qué hacer? Me odia, es como si todo lo que hiciera fuera para lastimarme... ¿Como hago para que me perdone? -Iba diciéndole Jack. Buena pregunta pensó Eric. Él se preguntaba lo mismo la mayoría del tiempo, solo que no se lo decía nadie.
-Ten Jack, toma esto.-Le dijo dándole una carpeta para que la sujetara.-¿puedes sujetarla por mi?
Jack sorprendido lo tomó sin entender y luego Eric lo instó a que siguiera hablando. Al poco rato lo volvió a interrumpir y le dio una botella para que la sujetara. Sin rechistar Jack lo hizo hasta que por tercera vez el pelilargo lo detuvo y le pidió que sujetara su ordenador.
-Pero... ¿y esto?-le preguntó mostrándole los objetos que ya cargaba.
-No lo sé, tu dime. ¿lo seguirías sujetando?
-¿Sí?
-¿Por qué?
-¿Porque sí?
-no son tus cosas Jack, no deberías sujetarlas. -Le dijo Eric. -Los problemas de tu hijo no son tuyos, puedes ayudarlo, pero no culparte por ellos... él es el que toma las decisiones, no es un niño al que puedas mandar, hasta que él no decida cambiar no puedes hacer nada por él. Puede que él te culpe, pero tú no debes culparte, lo que hayas hecho intentas remediarlo, no caigas en la desesperación, tu hijo te necesitará en todo el proceso, no puedes rendirte con él, tampoco culparte por cada decisión que él tome.
El teléfono de Eric sonó interrumpiéndolo.
-Lo siento.-se disculpó mirando el aparato, frunció el ceño. -Es de mi hijo. ¿Me disculpas un momento?-le pidió regalándole una sonrisa de medio lado algo culpable.
Jack asintió y tomó el ordenador haciendo malabares para que ni se le cayeran las cosas. No lo entiende, pensó Eric al verlo, pero se concentró en contestar la llamada.
La mitad de sus pacientes se pasaba por el culo lo que les decía, era parte de la terapia, pensó. En cuanto cortó, le quitó las cosas a Jack de las manos.
Que el hombre no iba a soltarlas.
-Tengo una emergencia en casa.-le explicó agarrando sus cosas mientras acompañaba a Jack a la puerta. Miró la hora. -De cualquier manera, estábamos a punto de terminar. ¿te apuntas cita durante la semana para seguir?
Jack asintió frotándose los ojos y le dio la mano al Dr. McGraw. -Intenta traer a tu esposo la próxima vez que vengas. Me gustaría conocerlo.
-Claro. Él se lleva bien con Nathaniel, él y Joe, Joe es su mejor amigo, novio-Se corrigió automáticamente.-parecen los únicos que son capaces de manejarlo.
-Por eso mismo, quisiera hablarle. Por lo que me has dicho de él, seguro no tiene problema. Es mejor que trabajemos en conjunto.
Con lo poco que había oido y averiguado sobre Billy Brenan, estaba claro que el hombre era el facilitador de Nathan, si era posible aquello era más preocupante en un adicto que si su relación con el pelirrojo hubiera sido mala.
Debía hablar con el hombre, que entre el padre demaciado estricto, el otro demaciado blando y la madre bipolar el muchacho definitivamente tenía un cóctel molotov familiar amenazando su recuperacion.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro