💎19💎
Joe terminó de enjabonarse el cuerpo en las duchas y se dirigió hasta el salón de teatro.
Según le había dicho esa mañana, el castaño se encontraría allí.
Sí, puede que Joe acostumbrara seguirlo a todos lados.
Se tronó un poco el cuello. Le dolía todo, Zack esa tarde se había levantado ladino. El primer partido de la temporada era ese viernes y con eso la presión aumentaba.
Se pasó una camiseta por la cabeza y se dirigió hacia el interior del colegio.
Para su sorpresa Vania McGraw seguía el mismo rumbo que él.
Llevaba como un par de minutos caminando a su lado en ese incómodo silencio en el que no tenía idea si debía hablarle o no. Que llevaba semanas entrenado al lado de ese chico y fingir que no lo conocía le sentaba extraño.
Al llegar a la puerta del aula de teatro ya no pudo contenerse y se decidió a hablarle.
-¿vas al club? -le preguntó lo obvio.
El chico lo miró inexpresivo y musitó un simple.:-sí.-Antes de entrar ignorándolo por segunda vez.
Vaya, que incómodo, Pesó Joe entrando al salón detrás de rubio.
En todos sus años de secundaria era la primera vez que pisaba aquel salón, bueno, exceptuando la vez en la que Viky participó en una de las obras y todos los Wood estuvieron obligados a ir a ver.
Incluso Nathan y los Harrel habían ido por insistencia de su hermanita a ver como hacía una mala imitación de cats.
Miró a los lados, el salón de teatro vacío y sin las luces se veía bastante como un taller dónde un puñado de no más de 15 estudiantes se concentraba en sus tareas.
Vio a Vania yendo hasta el pequeño chico del otro día y de un segundo a otro, como por arte de magia el ruso alias "tengo un supositorio en el culo" dejó su actitud seria para abrazar al pequeño por la espalda y le depositó un beso en el cabello frente a todos como si su mundo se limitara a ese chico.
Parecía que lo que los otros opinaran de él le importara una mierda.
Joe lo envidió por un momento.
Vamos, que él estaba ahí para ver a Nathan y ni siquiera estaba seguro de ser bienvenido por el castaño.
No pudo evitar sentir celos de Max, ya tenía al chico rubio.
¿por qué también tenía que tener la atención de su mejor amigo?
-Últimamente estamos llenos de futbolistas. Me siento en Disney.-Canturreó una voz amable.
Buscó con la mirada al portador de aquellas palabras y lo encontró junto a él.
Lincon Park.
El chico sonreía y no pudo evitar sentirse un poco incómodo al recordar que lo había visto con Nathan en la enfermería.
-Harrel está atrás ayudando con la pintura. -le dijo como si adivinara por que el ojiazul se encontraba allí.-Es un poco cabezotas. -Admitió e inconscientemente el ojiazul sonrió pensando en el castaño problemático-Pero está haciendo un buen trabajo. Debo admitir que me sorprendió descubrir que los deportistas tenían más talento que el de correr detrás de una pelota.
Joe quiso decirle que Nathan tenía muchos talentos, pero decidió callarse para no sonar como niña enamorada.
Vamos, que le molestó un poco ese comentario, pero la manera tranquila en la que el chico lo había soltado le decía que no tenía malas intenciones y antes de que pudiera decir otra cosa el teléfono de Lincon comenzó a sonar.
-Lo siento. Es mi novia-se disculpó el muchacho viendo el teléfono.
Y si Lincon se había sorprendido de descubrir que los deportistas tenían otros talentos a Joe lo dejó a cuadros descubrir que los chicos del club de teatro tenían novias.
Vamos, que habría jurado que a Lincon le iban los chicos, hasta lo había visto apoyando una marcha por los derechos LGBT en cierta ocasión.
-Esto. Emm.. gracias voy a...
-Ve tranquilo. -Le hizo un guiño y oyó como decía un "Liddy , cariño" antes de alejarse para hablar con más comodidad.
Como le había prometido el muchacho, Nathan se encontraba en la parte de atrás rodeado de botes de pintura y aerosoles.
Tenía puesto un batín trasparente para no ensuciarse la ropa, pero lo que era manos y rostro parecía haberse transformado en un arcoíris de tonos azules y grises, se encontraba pintando un cielo sobre una placa de yeso y Telgopor que Joe no tenía la más remota idea de para que serviría, pero no le importaba.
Ver a Nathan con las mejillas manchadas, y aquella mueca de concentración en el rostro le gustaba, parecía en su elemento, un par de veces lo vio apartarse para observar y dar un par de pinceladas corrigiendo algo que solo él parecía capaz de ver, ya que a ojos de Joe no era como si hubiera cambiado demasiado, pero no entendía una mierda de esas cosas.
-De verdad lo digo. Odio cuando te quedas mirándome de esa forma. -Le dijo volteándose a verlo con una media sonrisa relajada.
Sí, pintar era una de las cosas que a Nathan más le gustaba incluso si tenía que obedecer al niño idiota de Park.
-No quería interrumpirte. Pensé que no me oíste.
-Créeme, tendría que estar sordo para no oírte.-y aquello era una verdad a medias, Joe era bastante ruidosos , pero cada vez que estaba cerca sentía ese no sé qué en la nuca, aquella cosquilla que te advierte que alguien te está mirando.
-Esta bueno. -Joe se puso a la par de su amigo para contemplar su trabajo.
-Estoy bueno. -Lo corrigió Nathan alzando y bajando sus cejas es gesto gracioso que lo hizo reir-¿Que haces aquí ?
Joe se encogió de hombros mirando alrededor, parecía que estaban solos y casi de forma inconsciente se acercó más al castaño. Lo necesitaba cerca, esa era la razón. Sentía su cuerpo cosquillando por tocarlo. ¿ cuan normal era eso? Su piel extrañaba el calor de la de Nathan.
¿Le pasaría a Nathan lo mismo?
¿Se sentiría igual cuando lo abrazaba?
¿cuando lo tenía lejos?
-me duele todo - Comentó Joe moviendo un poco sus hombros para cambiar de tema.
-Espera a que te folle para quejarte.
- Idiota -se quejó Joe sin poder evitar sonreír.
Nathan bromista era algo que se veía poco últimamente, pero le gustaba verlo así .
-ya, venga ¿Qué pasó? -Le preguntó haciendo que se sentara en el peldaño de la pequeña escalerita que había estado usando hace unos momentos. -¿Puedo golpear a Jensen? -le pregunto poniéndose detrás para masajearle los hombros consiguiendo que soltara un ronroneo de placer-por favor dime que sí.
-No, sólo es un idiota y ya. - Las manos del castaño eran el cielo.
Joe cerró los ojos disfrutando del momento y casi pierde por completo el hilo de la conversación.
Sí, diablos, podía acostumbrarse a eso.
Quería hacerlo de hecho.
-Hey, vamos. - le instó el castaño dándole un ligero toque en la mejilla para que hablara antes de volver a masajearle los hombros.
Podía sentir la tensión de los músculos del ojiazul bajo la piel cálida debajo de sus yemas. Hizo una mueca de disgusto. No le gustaba que Joe estuviera solo y a manos del cretino de Zack. Como lo lastimara...
-Es un asco dirigiendo el equipo. Hoy hizo que Peter vomite en el campo. Si sigue así hará que alguien se lesione.
-Veo que no es tan buen capitán como yo, ¿eh?
-Nadie es tan bueno como tú. -Soltó abriendo los ojos para ver como sus palabras tomaron desprevenido al muchacho que se detuvo en el acto en lo que estaba haciendo.
-Nate -susurró como si fuera una súplica apoyando su mejilla en la mano del castaño que descansaba en su hombro.
Diablos, quería que lo tocara, esa era la única verdad que conocía en ese momento y como si el castaño leyera sus pensamientos se inclinó hacia adelante buscando sus labios en un beso que ninguno de los dos se atrevió a corromper.
No fue más que un rose de labios de unos segundos, un baile de labios demasiado corto, demasiado suave, demasiado dulce que consiguió que todos los sentimientos se removieran en el interior de los mejores amigos.
-Ese pareció un beso de pre-púber. -Lo codeó Nathan intentando cortar la tensión del momento. Los ojos de joe taladrando su persona lo hacían sentirse ligeramente incómodo.
Lo miraba como si...
Como fuera, lo miraba diferente.
Las mano izquierda de joe fue hasta la mejilla del castaño para quitarle una mancha de pintura con una caricia y otra vez vio aquel morado que se ponía cada vez más oscuro-¿Por qué siempre te haces daño?
Por un momento Nathan se sintió nervioso con su tacto pero se obligó a permanecer en su sitio.
No era un cobarde y no se trataba del beso, sino de la manera en la que Joe lo miraba, lo que veía en aquellos ojos azules y sinceros lo asustaba, demonios, no quería verlo pero no se atrevío a apartar la vista del muchacho frente a él.Lo vio poner mala cara y luego presionó ligeramente el moretón regalándole una ligera descarga de dolor.-No me gusta verte lastimado. -Dijo.
-No me duele.-Nathan se encogió de hombros.
-A mi si.
-No debería.
-¿Por qué?
-Solo no debería. Joie no debería. -Le dijo el castaño comenzando a molestarse, pero antes de que comenzara a soltar maldiciones sobre que estaba grande y que no necesitaba que se preocuparan por él, Joe lo agarró por la nuca y lo atrajo hasta su boca para besarlo de nuevo.
A él le importaba.
A él le importaba todo lo que le pasaba al castaño incluso cuando no podía hacer que el otro lo entendiera.
Nathan se tocó los labios por vaya uno a saber cuanta ava vez desde que Joe se había ido a su casa.
Se habían besado por un buen rato entre los botes de pintura, el corazón se le aceleraba de la emoción de recordarlo, Joe había encontrado mil maneras diferentes de besarlo para demostrarle lo mucho que le importaba y le había gustado cada una de ellas.
De hecho, acompañó hasta que llegó la hora de su castigo y no les quedó más remedio que separarse.
El ojiazul era un asco pintando pero lo había intentado hasta que Nathan se canso de verlo arruinar su trabajo y le quitó el pincel antes de volver a besarlo.
Que luego de eso ninguno volvió a pintar, Se quedaron abrazados besandose en un pacto de silencio hasta que Joe lo acompañó al aula de castigo donde el sr. Taylor "Vigilaba" a los descarriados durante una horas antes de dejarlos marchar a sus casas.
Nathan nunca le había encontrado mucho sentido a eso de quedarse haciendo nada pero en fin...
Si se suponía que debía pensar sobre lo que había hecho, iban mal.
Lo único que pasaba por su cabeza era Joe y el revuelo de emociones que le despertaba. Se sentía nerviosos. Le gustaba y no le gustaba aquello.
Que Nathan podía querer con la misma facilidad y fuerza con la que odiaba y era mucha. Nathan podia sentir demaciado para su propio gusto. Y no quería. No. Necesitaba mantener sus sentimientos a rayas. Acabaría lastimándolo si se dejaba arrastrar por la dulzura del ojiazul o peor aún , Joe lo lastimaría a él.
Joe podía destrozarlo, tenía todo para hacerlo y saber eso lo aterraba.
Frente a la puerta del aula vio a Joe dudar mirando a los lados y antes de que pudiera reaccionar el ojiazul le robó un último beso y al verlo marcharse con las manos en los bolsillos y las mejillas rojas mezcla de vergüenza y satisfacción supo que estaba perdido.
Suspiró.
Y quiso golearse por sonreír ante la hazaña de su mejor amigo pero no pudo evitarlo.
Joe le gustaba.
Mucho.
En el salón no eran más que un puñado de chicos y chicas, rezagados, marginales y rebeldes que parecían competir por quien llevaba la remera más satánica.
Nada más entrar vio a una bonita Morena que no tenía idea de quien era pero no pasó inadvertida la mirada coqueta que le lanzó al verlo entrar. La descarada hasta le guiñó un ojo haciéndole un gesto de que la llamara.
Nathan la ignoró, dejó su móvil en la canasta sobre el escritorio del profesor y siguió su camino hasta sentarse cerca de Asher, que vaya uno a saber por que demonios estaba ahí.
El muchacho le regaló una sonrisa bobalicona antes de concentrarse de nuevo en la pizarra, tenía las pupilas dilatadas y Nathan sintió un tirón en el estomago al darse cuenta que el chico estaba puesto.
Diablos.
Tienes que parar, se dijo a si mismo.
Había conseguido pasar varias semanas sobrio salvo por un canuto de cuando en cuando pero según él eso no contaba como ponerse, que ya tenía bastantes problemas para añadirle a todo eso otra sobredosis.
Pero tras cada atracón resistirse parecía más difícil.
Tal vez de esta no sales y es un problema menos, canturreó esa parte de él que intentaba convencerlo de mandar todo a la mierda.
Cerró los ojos intentando ignorar esos pensamientos.
Algo en él cada vez que comenzaba a ponerse le gritaba, síguete metiendo, síguete metiendo y de esta no sales, hasta que perdía la conciencia.
Sabía que podía pasarse, lo sabía, pero no podía detenerse. Solo no podía.
Una vez que empezaba esos pensamientos oscuros que siempre perturbaban su cabeza parecían desinhibirse .
Sus padres iban a mandarlo a un internado si volvía a pasar. De hecho los había oído discutir sobre eso, Jack estaba decidido a mandarlo al internado Jean Deville donde un tal Dr. Hale prometía reencaminar chicos conflictivos. Nathan se puso furioso ese día y solo para desafiarlo se lió un porro en su propia habitación, para variar sus padres ni siquiera lo notaron demasiado concentrados en su discusión.
Que a Billy aquello le había parecido una locura y habían discutido fuerte, Bill amenazó con marcharse si separaba a Nathan de ellos.
Bill confiaba en él, Bill y Joe eran las razones por las que se esforzaba por mantenerse sobrio.
Miró de nuevo al drogo a su lado.
Diablos.
Su estómago volvió a tirar , algo en él, una pequeña vocecita en el fondo de su cabeza le gritaba
" a nadie le importa lo que hagas pídele un poco y olvidémonos de todo."
A vece quería escucharla.
Sí...
Ese día quería escucharla.
Se mordió la mejilla hasta que sintió el sabor metálico de su propia sangre entre sus dientes.
Joie y Bill confiaban en él.
¿A quién le importa? Pensó. ¿Por que se molestaban? ¿A fin de cuentas el que se hacía daño era él no?
¿A quién le importa eso?
Esa pregunta rondó por su cabeza toda la hora hasta que por fin el sr. Taylor se durmió y todos comenzaron a removerse sin hacer demasiado ruido.
Vio a Asher sacar un pedazo de papel de su libreta y anotar algo antes de pasárselo por debajo del banco sin hacer demasiado ruido.
"fiesta en mi casa" ponía.
Nathan se guardó el papel en el bolsillo.
Aquello era demasiada tentación.
Apenas sonó la campana anunciando el final de la hora corrió hasta el escritorio del profesor y se escapó de allí.
Se escapó de la escuela, y de todas esas tentaciones, que representaba quedarse unos minutos más con el Drogo.
El camino a la casa se le pasó en un parpadeo.
Sus padres no estaban, como siempre llegaban pasada las 7 si es que no iban a cenar por ahí.
Subió hasta su cuarto y se encerró en el baño buscando su frasco de pastillas.
Demonios estaba casi vacío.
Cuando se acabaran tendría que volver a la clínica st. Patric si o si, no quería ver a Eric tan pronto.
Al menos no sin su dinero.
De haber sabido que esa mierda azul era tan cara no lo hubiera aceptado ni de joda.
Pero se había sentido tan bien...Carajo.
Hubiera vendido su alma al diablo por otra dosis de esa cosa.
Para colmo no tenía un puto centavo ahorrado.
Sacó un par de pastillas del frasco y lo dejó de nuevo en su sitio. No se sentía tan ansioso al menos, ¿no? Miró sus manos temblar ligeramente e hizo rodar las pastillas en sus dedos antes de cerrar los puños con fuerza para contener el movimiento involuntario.
Había tomado más de las dósis diaria en esos días y estaba claro que no llegaría a fin de mes si no las administraba.
Se miró en el espejo del gabinete, un ligero sudor le corría la frente.
-Puto adicto de mierda-Le gruñó a su reflejo antes de cerrar el gabinete del baño por segunda vez, se llevó una a la boca y se la tragó sin agua antes de guardar la otra para después.
Puso la tina a cargar y fue hasta la bodega de sus padres, se sirvió un trago, sintió el conocido ardor en su garganta, se sirvió un segundo, se lo bebió y el tercero se lo llevó hasta el baño par dejarlo junto a la tina.
Él alcohol ayudaba a relajarlo cuando no tenía su dosis recetada o no.
Comenzó a desnudarse y se miró al espejo una segunda vez, los huesos de sus costillas marcándose entre los morados que comenzaban a volverse verdes, dejar el equipo le había valido para perder bastante masa muscular, tendría que apuntarse a un gimnasio o acabaría hecho una escoba.
Bebió lo que le quedaba de su trago y se hundió en el agua para no verse a si mismo.
Sintió sus músculos aflojándose y simplemente se dejó ir arrastrándose en la tina hasta que el agua cubrió por completo su cabeza.
Por un momento fue como si el mundo se detuviera, y se quedó allí, con el agua rodeándolo, acobijandolo en ese abrazo que lo alejaba del mundo.
En silencio.
En paz.
Dejó ir el aire de sus pulmones cuando estos comenzaron a arder, y se preguntó casi de forma inconsciente si dolería demasiado respirar debajo del agua.
-¿Nathan? -la puerta del baño se abrió y el castaño emergió tomando una gran bocanada de aire para sus resentidos pulmones que empezaban a gritar por volver a oxigenarse.
Demonios. Dolía. Dejar de respirar dolía.
Tal vez Joe si tuviera razón con eso de que le gustaba lastimarse a si mismo.
-Oh lo siento.-se disculpó Billy.
Nathan se encogió de hombros y se estiró para agarrar el paquete de tabaco de los bolsillos de sus Jeans.
Se lo llevó a los labios e ignorando la mueca de desagrado de su padre lo encendió.
-¿Puede quedarse Joe a dormir?
-¿Esta Joe en casa?-Preguntó sorprendido Billy que no había oído a nadie al entrar.
-No. Pero quiero invitarlo.
-claro. -Dijo confuso el pelirrojo que hubiera jurado que por la mañana su hijo había peleado con su mejor amigo.
-Bien.-asintió dándole otra calada a su cigarrillo antes de reacomodarse en la tina.
Esperó a oir la puerta cerrarse y cerró de nuevo sus ojos disfrutando de la calma del agua hasta que se enfrió.
Por un momento deseó tener el cuerpo musculoso de su mejor amigo abrazándolo por la espalda.
Sí, eso hubiera estado bien pensó antes de volver a cerrar los ojos.
Holiis!!! 🖤
aquí con el cap de la semana 🙆🏻♀️
3200 palabras 👀 1200 palabras más de lo que normalmente acostumbro. Tuve que cortarlo aquí o se iría demaciado largo. En fin.
¿Opiniones?
¿Que les pareció?
nos leemos la semana que viene ❤
los Amo❤
🖤❤🖤
Pd: no me decidía cual foto poner asi que les dejo las dos para motivar su imaginación 🤗
Pd de la pd: No me convencía ningún título para el cap así que acepto sugerencias
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